NOTA DE LA AUTORA: Queridos lectores, ¿cómo están? Espero se encuentren de maravilla, pasando un buen rato en este espacio. Para los que no me conocen, me presento, soy Light of Moon, una escritora novata de fanfiction, desde hace unos ayeres, escribo predominantemente en el fandom de Resident Evil, ya que amo los videojuegos y es por ello, que me atreví a entrar en este nuevo fandom de esta enorme franquicia The Legend of Zelda, de la cual soy una nueva fan, pero no menos enamorada de la historia, el juego, la música, etc. Mi gran amiga Estel me ha impulsado a escribir aquí una historia que ya tiene un par de meses rondando en mi cabeza, esperando que sea de su agrado y disfruten de leerla tanto como yo de escribirla.

No tengo mucha experiencia en fics de esta gran comunidad de Legend of Zelda y, advierto que soy fan del Zelink, por lo cual ya imaginaran de qué va esta historia y espero escribir algo digno de un enorme fandom como este. Pero bueno, ya hablé demasiado de mí, ahora vamos a la historia.

Mi fic versará principalmente sobre el romance, la adolescencia, el descubrimiento juvenil y muchos temas con los que espero que mucha gente se sienta identificada y pueda sentir en esta historia un abrazo cálido a la juventud presente o ya un poco lejana. La línea temporal tan complicada canónicamente, se suscitará en los hechos acontecidos antes de Breath of the wild, poco antes del cataclismo, centrándose en Zelda como protagonista, por lo que en la mayoría de los capítulos, se entenderá la historia desde su piel, la cual espero hacerle justicia. Insertaré algunas referencia a otros juegos como Ocarina of Time, Tears of the kingdom, Majoras Mask y quizás hasta Skyward Sword.

Me disculpo de antemano si alguna información llega a ser algo imprecisa, porque quizás sea necesario para bien de la historia, alterar un poco el canon, agregar un poco de AU, quitar algo por aquí, agregar algo por acá, ya saben. En fin, ya escribí demasiado y no quiero aburrirlos, por lo que espéro que este episodio sea de su agrado y les haga pasar un rato agradable. Si es posible, me ayudarían mucho con un review para conocer su opinión y podamos también tratarnos por aquí. ¡Nos leemos!


"SINFONÍA DE LA PRINCESA Y EL HÉROE"

Por Light of Moon.


DESCARGO DE RESPONSABILIDAD: The Legend of Zelda y sus personajes pertenecen a NINTENDO, sólo la trama e ideas originales de esta historia son de mi autoría, esta obra es sin ánimo de lucro.


CAPÍTULO 1: A TRAVÉS DEL MUNDO (OVERWORLD THEME)

Esta historia no es para escépticos ni para oídos necios; sólo para gente que sabe escuchar.

Como toda crónica, ésta también tiene un inicio; un bien y un gran mal que siempre han existido. Pero, ¿un final?… No lo sabemos y, probablemente, nunca lo sabremos.

¿Cómo definir el significado de la vida? ¿Cómo luchar contra el destino? Sólo los mentecatos contarían las arenas del mar, definirían la trayectoria del viento o le pondrían reglas a la naturaleza. Cuando el conocimiento no basta para entender el mundo, se tiene que apostar por la fe; los sensatos comprenden que estos dones coexisten, se complementan, en cambio, los imprudentes, los conflictúan.

Y para contar esta leyenda se necesitan ambos; conocimiento y sobre todo, mucha fe.

En el inicio de los tiempos, fueron necesarios tres dones para dar origen a todo lo que percibimos: poder, sabiduría y valor.

Din, la diosa del poder, creó la Tierra de la nada; la belleza de los bosques, las grandes cordilleras, los imponentes mares… Todo lo que existe, lo que ya conocemos y lo que aún no descubrimos. Pero, pese a todas las maravillas otorgadas por la deidad, éstas necesitaban un orden y un equilibrio para lograr su subsistencia, regalo que otorgó Nayru, la diosa de la sabiduría, creando ese bien intangible, tan necesario como la masa corpórea recién labrada por Din. Finalmente, Farore, la diosa del valor, creó a los habitantes del mundo para que vivieran allí, por que ¿de qué servía tener un obsequio perfecto sin nadie que pudiera disfrutarlo?

Una vez terminada su labor, la tripartita divina se retiró del mundo, dejando un último presente para su más reciente creación: la trifuerza sagrada, un legado de su poder y el símbolo más grande de la fe, recuerdo y recordatorio que, cuando vinieran las tribulaciones, los seres vivos nunca olvidaran su origen divino y los valores bajo los que fueron engendrados. No obstante, esta gran virtud albergaba consigo una condicionante: sólo sería otorgado para aquéllos fuertes de espíritu y corazón limpio.

Al partir, las diosas dejaron al resguardo de semejante poder a las hadas, los espíritus y a la gran diosa y guardiana Hylia, esta última, encargada de que la voluntad de la triada bendita gobernara en la nueva tierra creada.

Sin embargo, el mal augurio no tardó en aparecer; la misma existencia de la trifuerza y su poder sagrado despertó pasiones malvadas entre las almas corruptas, lo que desató una guerra entre las voluntades oscuras y los guardianes designados por la trinidad divina.

Fue entonces, que la diosa Hylia tomó una drástica decisión, al ser la maldad un ejército poderoso, no podía imaginar lo que sucedería si la trifuerza llegaba a sus manos; simplemente se volvería imbatible. Así que, sin más, decidió separar una parte de la tierra para elevarla a los cielos, junto con la reliquia divina y los herederos de las diosas, para protegerlos de los malvados, creando una barrera de nubes, que separaría a los buenos de los malos, los unos de los otros. Empero, esta solución no fue suficiente para aplacar las fuerzas del mal, sino que, como una chispa de fuego en hierba seca, la maldad se avivó como una llamarada.

Hylia comprendió que la solución había sido meramente temporal; la maldad debía ser arrancada de raíz y para esto, haría gala de su papel de guardiana asignada por las diosas. Si bien era cierto, la trifuerza era un regalo asignado para los mortales y por tanto, prohibido para los dioses, la guerrera entendió que, para erradicarla se tenía que pagar un precio muy alto, uno que sin dudar, estuvo dispuesta a pagar.

Fue entonces, que para acabar de una vez por todas con el amo de todos los males y su ejército, Hylia haciendo uso del poder que tanto ambicionaron los enemigos, irónicamente, fue la causa de su derrota, en donde la victoriosa heroína, logró sellar a las fuerzas oscuras gracias al poder de los tres dones albergados en la trifuerza; no obstante, la guardiana perdió su divinidad para lograr alzarse sobre los malvados, convirtiéndose en mortal, renaciendo como una hyliana, la más grande y la primera habitante de una poderosa civilización.

Durante su vida mortal, debido a su obediencia y devoción a los designios de las diosas, su pueblo fue bendecido con paz y prosperidad, convirtiéndose en deidad y leyenda que, pese a la barrera de la muerte, su espíritu trascendería en sus descendientes, saliendo a relucir cada que su gente lo necesitara, porque, mientras el mal existiera y hubiera necios que lo escucharan, siempre serían vulnerables.

Los descendientes de Hylia, fueron los encargados de que la voluntad de las diosas se hiciera cumplir, lo que dio origen a la familia real; una casta mestiza, divina y mortal, en cuyas venas residía el poder bendito de la guardiana; empero, su espíritu renacía a voluntad, específicamente en uno de ellos; en la princesa del destino.

Pero, pese a los esfuerzos del espíritu de la guardiana, la paz no era un beneficio eterno.

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Altárea fue el nombre que se le dio al lugar de nubes y mortales, en donde todos convivían en paz y ajenos al conflicto que se llevaba en la tierra, donde las tropas de malditos, aún resentían la derrota por la guardiana de la trifuerza.

De alguna manera, los malvados lograron apoderarse de la princesa del destino y descender con ella hasta sus confines, consiguiendo con su poder, liberar a la oscuridad aprisionada, que sediento de venganza, deseaba tomar los dones de la trifuerza, obteniendo así su revancha ante Hylia. No obstante, con lo que no contaba el malvado y sus legiones, era con el nacimiento de un héroe, un joven que, aunque no gozaba de la estirpe divina, el coraje lo tenía de sobra; blandiendo una espada bendita que sólo podía ser usada por sus diestras manos, dio fiera batalla por su casta, jugándose el destino del mundo, en donde la gracia de su buen corazón y la valentía de su temple, le dieron la victoria. El Mal, vencido y humillado por un ser al que consideraba por mucho inferior, no aceptó la derrota con facilidad, decidiendo que no se iría del encuentro con las manos vacías; con su poder oscuro, maldijo a la princesa y al héroe determinando una batalla sempiterna que no acabaría con sus existencias cortas y terrenales: a partir de ahora, todos sus descendientes estarían condenados a pelear con su encarnación, dando inicio a la profecía maldita de una guerra sin final.

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Muchos años pasaron desde la maldición del odio etéreo hacia la princesa del destino y el guerrero valiente; Altárea no era más que un recuerdo y las batallas épicas contra lo incomprensible habían quedado atrás, formándose nuevas hostilidades en el nuevo mundo terrenal, debido a la multiculturalidad de razas, ideas, fortalezas y debilidades… Fue entonces, que el descendiente de la diosa para aplacar las tensiones, depositó sus esperanzas de paz en el rasgo que los unía; la fe.

Bajo esa premisa, el Monarca obtuvo la prosperidad una vez más en el Reino que ahora se le conocía como Hyrule, pero, debido a la naturaleza imperfecta de los seres vivos y la complejidad de sus pasiones, hubo rencores que quedaron guardados en la memoria y en el corazón de algunos de ellos

En el desierto, en la región de Gerudo, sería donde el Mal encarnado resurgiría, con la intención de recuperar la gloria que había sido arrebatada en el pasado; sin embargo, en esta ocasión el malvado estaba preparado, venciendo por esta vez a sus enemigos jurados.

Siete largos años pasaron, en donde Hyrule pagó con sangre el rencor de su nuevo amo; la oscuridad se posó sobre el Reino en un largo eclipse que parecía no tener fin. El pueblo creyó que el tiempo se había ensañado con su gente, sin imaginar que sería este mismo quien los salvaría.

En medio de la agonía, el héroe se levantó de su letargo llevando en una mano el poder de su espada maestra y en la otra, la ocarina del tiempo, un artefacto humilde pero efectivo en las manos correctas. Al mismo tiempo, del seno de los sheikah, se alzó la princesa del Destino, haciendo gala de su casta luchadora y divina, recordando que, antes de la realeza, su origen era el de una guerrera.

El Mal insensato, olvidó que la confianza excesiva se transforma en soberbia, en donde a pesar de contar con el don del poder, olvidó que, sin sabiduría y sin valor, sólo es una pasión desordenada.

El poder de la luz volvió a disipar las tinieblas, trayendo de regreso su paz a Hyrule, teniendo a la Princesa del Destino y al Héroe del Tiempo nuevamente como pilares de la gloria del reino.

La bonanza estaba de regreso, pero la pregunta siempre era… ¿Por cuánto tiempo?

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