Lo único que me acompañaba era la oscuridad. No sentía, no veía, no escuchaba; nada podía ser captado por ninguno de mis sentidos. Quizás estaba muerto, o puede que fuera lo que fuera que estaba sintiendo no se alejara a la sensación de estar muerto. Aparte, ¿qué iba a saber yo de la muerte si nunca había muerto?
Noté algo en esa oscuridad: se veía borroso, pero era oscuro y tenía algo encima que brillaba de color celeste, y encima lo coronaba algo de color dorado.
De pronto una luz se hizo destacar en la inmensa oscuridad. Se hacía cada vez más y más grande, como si tratase de alcanzarme. Empecé a escuchar voces distantes como si fueran ecos. Cada vez más las voces se escuchaban más claro, más cercanas y con menos eco. Luego, por primera vez, empecé a sentir: eran como roces.
—¡Señor! —alguien decía; parecía ser de una joven.
Los roces se transformaron en zarandeos tan fuertes que me empecé a molestar, tanto que ya me estaba preparando el insulto más cabrón que se me ocurriese.
—¡Señor, por favor despierte!
Con dificultad, abrí los ojos: el sol en el cielo estaba tan fuerte que me forzó a cerrarlos de vuelta. Me cubrí el rostro con las que yo pensaba que eran mis manos. Me incorporé; el césped debajo de mí, el suave soplar del viento, y el canto alegre de un ave eran las señales de que había estado dormido al aire libre.
—¡Ah, que alivio que se encuentre bien! —dijo una voz que me sonó sorpresivamente familiar—. Estuvimos a punto de llamar a un doctor.
—¿Que chucha? —exclamé mientras me descubría el rostro.
—No se preocupe, señor. Que las Cutie Mark Crusaders lo hemos salvado. —Miré a la que había dicho eso y, aunque mis ojos no podían creerlo, era Applebloom. En ese momento me quedé estático.
—Él no estaba inconsciente, Applebloom —dijo Sweetie Belle—. Solo estaba teniendo una siesta profunda.
—Sí, y no creerás que lo salvaste con esa técnica tuya, ¿o sí? —Volví mi cabeza hacia quien había dicho eso. Era Scootaloo.
No podía creer nada de lo que estaba presenciando. Volví a ver mis manos con las que me tapé el rostro: eran en realidad cascos. Volví a ver mi cuerpo entero: estaba de arriba a abajo pintado de color llanta.
De seguro me vi muy estúpido en el momento en que grité. Me puse tan loco que perdí control de mí mismo y caí al suelo. Me quedé tendido mirando al cielo desnudo sin nubes; ya no me importaba que el sol me dañase la vista.
—Creo que se enteró, Applebloom —escuché decir la voz de Sweetie Belle.
—¿Qué? —exclamó la que debió ser Applebloom.
Levanté el rostro y me crucé con la mirada de Applebloom, que puso cara de que la había la encontrado con las manos en la masa... o los cascos.
—Yo... lo sien...
—¡Ustedes no pueden ser reales! —la interrumpí.
La expresión de Applebloom no cambió, pero la de Sweetie Belle y Scootaloo se asemejaron a la de ella. Se miraron entre ellas y luego parecieron contraer una risa.
—Pero lo somos —dijo Scootaloo, que era la que sonreía con más gracia.
—No, esto debe ser un sueño —dije aún medio atontado—; son tal cual como en la serie, ¡y yo me veo como mi pinche pono!
—¿Serie? —se preguntó Sweetie Belle.
—¿Pono? —se preguntó ahora Applebloom.
Me negué a creer lo que estaba ocurriendo, así que me golpeé en la cara para despertar, sin éxito. Volví a mirar a las Crusaders, que tenían una mueca de dolor en sus rostros. Seguí intentando varias veces: me bofeteé, me pisé y me golpeé múltiples veces, pero seguía todavía en aquel sueño de ponis.
—Ahm, señor —empezó Applebloom—, si tiene un problema o algo que lo esté haciendo sentir mal, puede consultarnos a nosotras: las Cutie Mark Crusaders le ayudaremos en este mal momento que está pasando; no tiene por qué hacerse daño.
Creí haber entendido a donde querían llegar.
—¿Pero qué coño te crees que tengo? —exclamé.
La Crusaders se me quedaron mirando.
—¿Coño? —se preguntó Applebloom con la cabeza inclinada.
En ese momento me retracté.
—Eh, niñas —dije en un susurro—, por favor no le digan a nadie que les dije eso.
Las Crusaders se miraron entre sí.
—Ahm... ¿ok? —respondió Sweetie Belle con inseguridad.
Entonces se hizo un silencio incómodo, por fortuna Scootaloo se encargó de romperlo.
—No recuerdo haberlo visto a usted por acá —dijo—. ¿Es nuevo por aquí?
—Pueeees... supongo que sí —respondí mientras me rascaba la cabeza. Me volvieron los escalofríos al no sentir mis dedos.
—¿De dónde viene? —preguntó Sweetie Belle con más interés.
¿Cómo lo podría tomar una joven unicornio si le dijera que vengo de un mundo llamado Tierra donde habitaban humanos? Me daba flojera el responder qué era un humano, así que omití decirle eso.
—No lo recuerdo —respondí sin más.
—¿Ah?
—¿Perdió la memoria? —preguntó Scootaloo.
—Eso creo —respondí—, pero sé algunas cosas. ¿En dónde estamos?
—En Ponyville, señor —contestó Sweetie Belle.
—Oh, sé algo de Ponyville —dije, recuperando la emoción—. Ah, ¿y podrían dejar de llamarme "señor"? No me siento tan mayor.
—¿Cuál es su nombre? —me preguntó Scootaloo.
Pensé, de primeras, decir mi nombre real, pero como no me pareció adecuado para el mundo en el que ahora me encontraba, respondí:
—Llámenme Witer.
—Buen nombre, señ... quiero decir, Witer —dijo Scootaloo—. Yo soy Scootaloo, y ellas son Applebloom y Sweetie Belle. Entonces, ¿no está enojado por lo de recién?
Logré notar que el rostro de Applebloom se ruborizaba.
—¿Lo de recién? —pregunté sin hacer caso a Applebloom.
—¡No ocurrió nada! —saltó Applebloom—. Oye, ¿qué te parece si vamos a ver a mi hermana Applejack? Te aseguro que te agradará.
Aquella idea sonó tan tentadora que se llevó toda mi atención. Si alguien me dijese que iría a conocer a Applejack en persona me lo hubiera tomado más que a broma; pero ya que había conocido a su hermana, ¿por qué no sería posible conocerla ahora? Si bien es cierto que no era una pony de mis top preferidas, es Applejack; firmaba donde tuviera que firmar para verla, si era gratis, claro.
—Claro, ¿por qué no? —respondí como quien no quiere la cosa. Tenía que rolear como un pono random; sería muy sospechoso si dijera que las conozco a todas.
—¡Genial! —dijo Applebloom con alegría—. Sígueme, te guiaré a Sweet Apple Acres.
La Crusaders empezaron a andar por un sendero, dejándome algo atrás. Intenté andar tal y como estaba acostumbrado: a dos pies, pero me sentía muy incómodo y hasta me caí como estúpido.
—¡Vamos, Witer, ¿qué esperas? —escuché gritar a Scootaloo a lo lejos.
Con algo de pena, intenté andar a cuatro patas; no podía creer lo cómodo y natural que me salía el andar de esa manera. Salí corriendo tras las Crusaders, y experimenté una velocidad que mi yo humano envidiaría.
—¡Pero espérenme, carajo! —grité a las Crusaders que se adelantaron tanto que ni las veía.
Noté que una pony sentada en una banca se me quedó mirando. Tenía que empezar a moderar mi lenguaje.
Historia completa en Wattpad, pronto la subiré acá completa.
