Atención: Pokémon no me pertenece.
Otro soso Riolu
Primera temporada
Ser temerarios esta cañón
Norberto abrió los ojos lentamente, sintiendo el suave tacto de una cama debajo de él. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en una habitación desconocida. Las paredes eran de piedra, sólidas y frías, pero había una calidez en el ambiente que le resultaba reconfortante. A su lado, en camas similares, estaban Penumbra, Samantha y Gema, aún dormidas.
Se levantó con cuidado, intentando no hacer ruido para no despertar a las demás. Se acercó a la ventana y miró hacia afuera. Desde allí, podía ver la ciudad de Pirita, tranquila y serena bajo la luz de la mañana. Recordó los eventos de la noche anterior: la intensa batalla en el museo, la confrontación con los Pokémon de Wake, y el caos que se desató.
Penumbra fue la primera en despertarse. Se frotó los ojos y miró a su alrededor, parpadeando para acostumbrarse a la luz. —¿Dónde estamos? —Preguntó, su voz llena de curiosidad y un poco de alarma.
Norberto se giró hacia ella, esbozando una sonrisa tranquilizadora. —Estamos en el gimnasio de Ciudad Pirita. Roco nos trajo aquí después de todo lo que pasó.
Samantha y Gema también empezaron a despertar, escuchando la conversación. Samantha se desperezó, estirando sus patas delanteras. —Me alegra que estemos a salvo. Ayer fue una locura.
Gema, la Sableye, se sentó en su cama, con sus brillantes ojos observando cada rincón de la habitación. —Este lugar se siente seguro. Debemos agradecerle a Roco por acogernos.
Penumbra asintió, levantándose de la cama y dirigiéndose hacia la puerta. —Deberíamos salir y ver si podemos encontrarlo. Quiero agradecerle personalmente.
Norberto y las demás la siguieron, saliendo de la habitación y recorriendo los pasillos del gimnasio. El edificio estaba construido con una mezcla de rocas naturales y estructuras artificiales, diseñadas para simular el terreno montañoso. Cada rincón del gimnasio estaba lleno de detalles que mostraban el cuidado y la dedicación de Roco por su trabajo.
Al llegar a la sala principal, encontraron a Roco esperándolos. Estaba de pie, revisando algunos papeles, pero al ver al grupo, dejó lo que estaba haciendo y se acercó a ellos con una sonrisa.
—Buenos días, —Dijo Roco—. Me alegra ver que están bien. Anoche fue bastante agitada, ¿no es así?
Norberto dio un paso adelante, inclinando un poco la cabeza en señal de respeto. —Gracias por acogernos, Roco. No sabemos cómo agradecerte.
Roco negó con la cabeza, levantando una mano para detenerlo. —No tienen que agradecerme. Solo hice lo que cualquier líder de gimnasio haría. Además, ustedes se enfrentaron a los intrusos y los detuvieron. Son ustedes quienes merecen el agradecimiento.
Penumbra sonrió, aliviada. —De todas formas, te agradecemos. No sabemos qué habríamos hecho sin tu ayuda.
Roco asintió, apreciando su afecto. —Bueno, ahora que están aquí, ¿qué planean hacer? ¿Tienen algún plan?
Norberto miró a sus amigas antes de responder. —Queremos entrenar y mejorar nuestras habilidades. Sabemos que se avecinan tiempos difíciles y debemos estar preparados.
Roco sonrió como si comprendiera a la perfección. —En ese caso, están en el lugar adecuado. Mi gimnasio está abierto para ustedes. Pueden entrenar tanto como deseen.
El grupo agradeció a Roco una vez más antes de seguirlo hacia el área de entrenamiento. El gimnasio estaba equipado con todo tipo de instalaciones, desde rocas y acantilados simulados hasta obstáculos que desafiaban la agilidad y la fuerza de cualquier Pokémon.
Mientras comenzaban su entrenamiento, Norberto no podía evitar sentir una mezcla de emoción y nerviosismo. Sabía que su camino no sería fácil, pero con la ayuda de sus amigos y el apoyo de Roco, estaba listo para enfrentar cualquier desafío que viniera. Después de todo, ser temerario estaba en su naturaleza.
Asi fue como esa mañana al despertar ese día, el cuarteto fue invitado a participar en una sección de entrenamiento del gimnasio, los cuatro fueron adiestrado por Roco; mejorando sus habilidades de combate.
Como, por ejemplo, Penumbra le gustaba eso de escapar, por lo que recibió un duro enfoque de esquivar golpes o en ese caso esquivar pelotas que se asemejaban a rocas que le llegaban por todas partes, haciendo que sus reflejos mejoraran a tal punto que tuvo una velocidad de reacción muy efectiva aunado a su detección de calamidades, la hacían percibir el peligro hasta con los ojos vendados.
Gema por su parte, tenía mucho aprender. Mejor dicho, mejorar sus movimientos debido a que no sabía con exactitud cuales tener, así que por consejo de Roco opta por aprender: Recuperación, Rayo confuso, Fuego fatuo y Juego sucio. Teniendo así unos ataques más competitivos de los que de antaño poseía.
Samantha por el contrario, solo se dispuso de mejorar sus habilidades psíquicas, levantando rocas cada vez más grandes. Aunque después obtuvo una ligera batalla con el Onix de Roco intercambiando ataques solo con el objetivo de mantener en forma.
Por ultimo Norberto, con los ojos vendados con una banda aguante, empezó a correr por una carrera de obstáculos llenos de cosas que estorbaban y además de escalar una pared de roca, por lo que no era una tarea sencilla y menos yendo a toda máquina. Aunque luego de un par de vueltas rompiendo en varias ocasiones su propia marcha, quedo tumbado en el suelo respirando a todo pulmón y sudando mucho.
Después del intenso entrenamiento con Roco; las tipo siniestro, psíquico y el tipo lucha se reunieron en la sala común del gimnasio para relajarse y compartir sus pensamientos sobre lo vivido.
El comedor del gimnasio de Ciudad Pirita era un lugar acogedor y bien iluminado, con mesas de madera pulida y grandes ventanas que dejaban entrar la luz del sol. Se sentaron alrededor de una mesa, disfrutando de un merecido almuerzo después de una mañana de entrenamiento intenso, a excepción de penumbra que estaba tirada en el piso acostada.
—¡Vaya, qué día! Roco realmente nos hizo trabajar duro, ¿verdad? —Dijo Samantha, mientras comía su ensalada. —Roco sabe lo que hace.
—Sí, esos ejercicios de evasión fueron duros, pero necesarios. Nunca pensé que podría moverme tan rápido —Comentó Norberto, sonriendo.
—Pero valió la pena. Me siento más fuerte y mejor preparada para cualquier cosa que se nos venga encima —Respondió Penumbra tumbada arriba de una montaña de cojines. —¡Y qué decir del combate en equipo! Nunca había trabajado tan coordinadamente con otros Pokémon. Nos estamos volviendo una verdadera fuerza a tener en cuenta —Añadió.
—A mí me gustó cómo nos enseñó a trabajar en equipo. Siempre he sido más solitaria, pero ahora veo el valor de tener compañeros de confianza —Comentó Gema con más confianza en sí misma. —Es cierto. Además, me gusta cómo Roco se toma el tiempo de explicar cada detalle. Siento que realmente estamos aprendiendo algo valioso aquí.
—Tienes razón, Gema. Saber que podemos contar unos con otros es fundamental. Además, ese ejercicio de defensa me hizo darme cuenta de cuánto podía mejorar —Asintió Norberto.
—¿Y qué tal la situación con los Pokémon de Wake? Eso fue bastante intenso también —Dijo Samantha.
—Sí, esos Pokémon realmente nos dieron una buena pelea. Aún no puedo creer cómo logramos salir de esa. Especialmente cuando Floatzel y los otros empezaron a atacarnos en el museo —Agregó Penumbra con seriedad luego hundió su rostro en su almohada.
—¡El pobre museo! Entre la pelea y todos esos ataques, casi lo destruimos por completo —Rio Norberto.
—Bueno, al menos logramos detenerlos. Aunque aún no sé qué estaban buscando exactamente. ¿Qué piensan que querían con nosotros? —Sonrió Gema, teniendo enfrente de ella varias rocas preciosas para saborear.
—No estoy segura, pero claramente tenían una misión. Tal vez estaban detrás de algo más grande, algo que nosotros aún no comprendemos del todo —Dijo Samantha pensativa.
—Sea lo que sea, sabemos que debemos estar preparados. Roco nos ha dado una gran base con este entrenamiento. Si siguen viniendo por nosotros, al menos ahora estaremos mejor equipados para enfrentarlos —Respondió Norberto mirando a sus amigas.
—Además, este descanso nos da la energía que necesitamos para seguir adelante. Después de todo, no podemos luchar con el estómago vacío —bromeó Samantha, haciendo reír a todos.
—Exacto. Así que disfrutemos de esta comida y estemos listos para lo que venga. Sabemos que, juntos, podemos superar cualquier desafío —Dijo Norberto, levantando su vaso en un brindis.
—Exactamente. Además, hemos demostrado que somos capaces de adaptarnos y superar cualquier desafío, incluso bajo presión —Añadió Penumbra cambiando de posición.
—Y no olvidemos el apoyo que recibimos de Roco. Él confía en nosotros, y debemos hacer honor a esa confianza —Dijo Gema mientras se comía unos diamantes.
—Somos un buen equipo. Y mientras sigamos unidos, no hay nada que no podamos enfrentar —Sonrió Samantha.
—Así es. Sigamos entrenando y mejorando, pero también recordemos disfrutar de estos momentos juntos. Nos esperan más aventuras, y debemos estar listos para lo que sea que venga —Concluyó Norberto, con la banda aguante alrededor de su frente.
Mientras el cuarteto de amigos disfrutaba de su almuerzo en el comedor del gimnasio, la puerta se abrió y Roco entró con una expresión de preocupación en su rostro.
—¡Chicos! Necesito su ayuda —Dijo Roco, interrumpiendo la conversación.
—¿Qué sucede, Roco? —Preguntó Norberto, dejando su tenedor a un lado.
—Hubo un derrumbe en el Gran Cañón. Varios Pokémon quedaron atrapados y necesitamos rescatarlos lo antes posible —Explicó Roco, visible el hecho de que estaba tenso.
—¡Eso es terrible! —Exclamó Samantha, preocupada.
—Sí, necesitamos actuar rápido. Sé que han estado entrenando duro y sus habilidades serán de gran ayuda en esta misión. ¿Pueden venir conmigo? —Pidió Roco, mirando a cada uno de ellos.
—Por supuesto, Roco. Estamos listos para ayudar —Respondió Norberto con determinación.
—Sí, no podemos dejar a esos Pokémon en peligro —Añadió Penumbra, ya de pie y lista para partir.
—Cuenta con nosotros, Roco. Iremos contigo —Dijo Gema, asintiendo firme.
—Gracias, amigos. Sabía que podía contar con ustedes. Vamos, no hay tiempo que perder —Dijo Roco, dirigiéndose hacia la salida del gimnasio.
El grupo se levantó de la mesa, dejando atrás sus platos y bebidas. Salieron del gimnasio y se dirigieron hacia el Gran Cañón, donde el caos del derrumbe los esperaba. Mientras avanzaban, Roco les daba más detalles sobre la situación.
—El derrumbe ocurrió hace unas pocas horas. Varios Pokémon quedaron atrapados en las cuevas y túneles. Necesitamos despejar los escombros y asegurarnos de que todos estén a salvo. Habrá rocas inestables y posibles deslizamientos, así que deben estar atentos y trabajar en equipo Explicó Roco.
—Entendido. Trabajaremos juntos para sacar a todos de allí —Dijo Norberto, sintiendo una mezcla de adrenalina y responsabilidad.
—Nos aseguraremos de que nadie quede atrás —Añadió Samantha, con determinación en su voz.
—Este tipo de situaciones requieren calma y concentración. Confío en que haremos un buen trabajo —Dijo Penumbra, más tranquila pero igual comprometida.
—Vamos a salvar a esos Pokémon. No dejaremos que el derrumbe nos detenga —Dijo Gema, con una mirada decidida.
Llegaron al borde del accidente geológico, donde el paisaje abrupto y accidentado les recordó la magnitud del desafío que tenían por delante. Pero juntos, sabían que podrían enfrentar cualquier obstáculo y rescatar a los Pokémon atrapados. Roco lideró el camino, y con Norberto, Samantha, Penumbra y Gema a su lado, comenzaron su misión de rescate.
El Gran Cañón de Ciudad Pirita era una maravilla natural que se extendía por kilómetros, tallada por eones de erosión y fuerzas geológicas. Las paredes del cañón, altas y escarpadas, revelaban estratos de rocas multicolores que contaban historias de eras pasadas. Desde la cima, se podía ver el sinuoso río que había excavado el cañón, fluyendo con calma a través del fondo, reflejando el cielo azul y las formaciones rocosas circundantes.
Roco y sus acompañantes viajaban en una robusta camioneta todoterreno, diseñada para enfrentar el terreno accidentado de la región. La camioneta se abría paso por un camino de tierra lleno de baches y curvas pronunciadas. Roco, al volante, maniobraba con destreza mientras Norberto, Samantha, Penumbra y Gema observaban atentos el paisaje que pasaba rápido a su alrededor.
Los altos acantilados del cañón se alzaban a ambos lados, proyectando sombras largas y dramáticas a medida que el sol avanzaba en el cielo. El aire era fresco y limpio, con un ligero aroma a pino y tierra húmeda. En algunos puntos, el camino bordeaba peligroso los bordes del acantilado, ofreciendo vistas espectaculares pero vertiginosas del abismo que se extendía abajo.
Al llegar a un punto seguro, Roco detuvo la camioneta y el grupo descendió rápido. El suelo del cañón era un laberinto de rocas caídas, escombros y polvo. Las paredes del cañón eran irregulares y escarpadas, con pequeñas cuevas y grietas que ofrecían refugio a diversos Pokémon salvajes. Los sonidos de la naturaleza eran omnipresentes: el viento susurrando entre las rocas, el canto distante de aves y el ocasional ruido de piedras desmoronándose.
Roco, con su pico y equipo de rescate en mano, señaló hacia una sección del cañón donde el derrumbe había ocurrido. La visión era desalentadora: enormes bloques de piedra habían caído, bloqueando la entrada de un sistema de cuevas. Norberto y sus amigos se acercaron con cautela, evaluando la situación.
—Debemos trabajar juntos para despejar estos escombros y rescatar a los Pokémon atrapados —Dijo Norberto, su voz firme y decidida.
Samantha asintió, sus ojos brillando con determinación. —Sabemos lo que tenemos que hacer. ¡Vamos a ello!
Penumbra y Gema también estaban listas, sus garras y habilidades preparadas para la tarea que tenían por delante. Con Roco liderando la operación y Norberto y sus amigos aportando su fuerza y habilidades, comenzaron a mover las rocas, abriendo camino hacia el acandilado donde los Pokémon esperaban ser rescatados.
Roco, observando la magnitud del derrumbe y la tarea que tenían por delante, decidió que era momento de llamar a sus Pokémon para que ayudaran en la misión de rescate. Se llevó una mano al cinturón donde tenía sus Poké Balls y las lanzó al aire con precisión.
—¡Aerodactyl, Rampardos, Onix, adelante! —Ordenó Roco con voz firme y clara.
En un destello de luz, los tres Pokémon aparecieron frente a él. Aerodactyl, con sus alas extendidas y su mirada afilada, soltó un rugido decidido. Rampardos, fuerte y robusto, golpeó el suelo con su pie, listo para la acción. Onix, con su enorme cuerpo serpenteante de rocas, se movió con agilidad, a pesar de su tamaño, preparado para enfrentar cualquier obstáculo.
Roco se acercó a sus compañeros Pokémon y les dio las instrucciones con cuidado. —Aerodactyl, sobrevuela la zona y busca áreas donde los Pokémon puedan estar atrapados. Rampardos, utiliza tu fuerza para mover las rocas más grandes y despejar el camino. Onix, utiliza tu tamaño y agilidad para entrar en las grietas más estrechas y buscar Pokémon en problemas.
Aerodactyl asintió y alzó el vuelo, ascendiendo rápidamente en el cielo del cañón. Desde su posición elevada, comenzó a escanear la zona en busca de cualquier señal de movimiento o ruido que pudiera indicar la presencia de Pokémon atrapados. Sus ojos afilados podían detectar los más mínimos detalles entre las rocas y los escombros.
Rampardos y Onix, por su parte, comenzaron a avanzar por el cañón, siguiendo las instrucciones de Roco. Rampardos utilizó su poderosa cabeza para embestir las rocas más grandes, apartándolas con facilidad, mientras Onix se deslizaba por las grietas y túneles, explorando cada rincón en busca de Pokémon necesitados.
Norberto, Samantha, Penumbra y Gema observaban con admiración y gratitud mientras los Pokémon de Roco trabajaban diligente para despejar el camino. Sabían que cada segundo contaba y que la ayuda de Aerodactyl, Rampardos y Onix era crucial para el éxito de su misión.
—¡Vamos, chicos! ¡Tenemos que mantenernos fuertes y seguir adelante! —Animó Norberto, mientras él y sus amigos se unían a la búsqueda y rescate, moviendo rocas y llamando a los Pokémon atrapados para que supieran que la ayuda estaba en camino.
El grupo comenzó su descenso hacia la base del Gran Cañón, siguiendo un camino improvisado de tierra que serpenteaba peligrosamente por el borde del acantilado. La estrechez del sendero y la gran altura a la que se encontraban hacía que cada paso fuera dado con cautela. Desde su posición, podían ver la imponente profundidad del cañón y el río que corría sereno en el fondo.
Norberto, Samantha, Penumbra, Gema y Roco caminaban en fila india, con Roco liderando el camino. Sus Pokémon se habían adelantado en la búsqueda de otros Pokémon atrapados, y el grupo sabía que debía llegar a la base lo antes posible para brindar apoyo. El aire era fresco y había una ligera brisa, pero la atmósfera estaba cargada de tensión y determinación.
Penumbra, intentando aliviar un poco la tensión y mantener el ánimo alto, comenzó a contar sus supuestas aventuras.
—Y entonces, me encontré cara a cara con un Dragonite furioso —Dijo Penumbra, con una voz dramática, sus ojos brillando con emoción—. Fue una batalla épica, y yo, con mis habilidades de Absol, logré esquivar todos sus ataques y contraatacar con precisión milimétrica. Al final, el Dragonite quedó tan impresionado que decidió unirse a mí en mis viajes.
Samantha y Gema escuchaban atentas fascinadas por las historias de Penumbra, aunque sabían que muchas de ellas eran exageraciones o fabricaciones completas. Aun así, la narrativa de Penumbra era entretenida y ayudaba a distraerlos del arduo descenso.
—¡Wow, Penumbra! ¿Y luego qué pasó? —Preguntó Gema, sus ojos brillando con curiosidad.
—Bueno, después de eso, fuimos juntos a explorar una cueva llena de tesoros antiguos y misterios ocultos —Continuó Penumbra, sin perder el ritmo—. Allí, tuvimos que enfrentarnos a un Gengar que controlaba las sombras, pero gracias a mi ingenio y la ayuda del Dragonite, logramos desentrañar todos los secretos de la cueva.
Norberto, que caminaba justo detrás de Roco, sonrió ante las historias de Penumbra. Sabía que, aunque no fueran ciertas, cumplían con el propósito de mantener al grupo animado y enfocado.
La caminata hacia la base del cañón era larga y ardua, y el grupo se tomó su tiempo para asegurarse de que cada paso fuera seguro. La vista del cañón desde su posición elevada era impresionante, con las paredes de roca mostrando una variedad de colores y texturas que hablaban de millones de años de historia geológica.
A medida que descendían, el rugido del río se hacía más fuerte, y la temperatura comenzaba a cambiar, volviéndose un poco más cálida a medida que se acercaban a la base. La larga caminata les dio tiempo para conversar y fortalecerse como equipo, algo que sería crucial para la misión de rescate que les esperaba.
Más tarde, tras una larga y cuidadosa caminata, el grupo llegó a la base del cañón. El río, ahora mucho más cercano, se movía con una fuerza tranquila, y la vegetación a su alrededor era densa y vibrante. Estaban listos para empezar la búsqueda de los Pokémon atrapados, sabiendo que cada uno de ellos tenía un papel importante que jugar en el éxito de la misión.
Mientras el grupo seguía descendiendo por el estrecho camino improvisado, el sonido del río en el fondo del cañón se volvía más fuerte y cercano. Las paredes del cañón, con sus impresionantes capas de roca sedimentaria, se alzaban a ambos lados, creando un paisaje majestuoso y a la vez peligroso.
De repente, Gema, que estaba disfrutando de las historias de Penumbra, dio un paso en falso. La tierra suelta bajo sus pies cedió, y la pequeña Sableye comenzó a deslizarse hacia el borde del acantilado. Un grito de sorpresa escapó de sus labios mientras intentaba desesperadamente agarrarse a algo.
—¡Gema! —Gritó la tipo psquico, sus ojos brillando con determinación.
Con un movimiento rápido y preciso, Samantha activó sus poderes psíquicos. Una suave pero poderosa aura rosada envolvió a Gema justo antes de que pudiera caer al vacío. Lentamente, con mucho cuidado, La Espeon la levantó y la devolvió al camino seguro.
—Gracias, Samantha —Dijo Gema, visiblemente temblorosa—. Eso estuvo muy cerca.
—De nada, Gema —Respondió con una sonrisa tranquilizadora—. Solo ten más cuidado, ¿de acuerdo?
Roco, que había observado el incidente con el ceño fruncido, se volvió hacia el grupo.
—Esto es un recordatorio para todos —Dijo con seriedad—. Debemos tener mucho cuidado. Este terreno es peligroso y no podemos permitirnos errores. Manténganse alerta y asegúrense de pisar con firmeza.
El grupo asintió en silencio, comprendiendo la gravedad de la situación. Continuaron su descenso con más precaución, asegurándose de que cada paso fuera seguro y estable. La preocupación de Roco por la seguridad de todos era palpable, y su recordatorio les hizo redoblar sus esfuerzos para evitar cualquier otro accidente.
La caminata continuó, y el grupo avanzó con más atención y cuidado, sabiendo que debían estar siempre alertas para evitar cualquier otro percance. La base del cañón estaba cada vez más cerca, y la misión de rescate era su principal prioridad. Con la determinación de trabajar juntos y protegerse mutuamente, el grupo se preparó para enfrentar los desafíos que les esperaban en el fondo del Gran Cañón.
Tras una larga y cuidadosa caminata, el grupo al final llegó a la base del acantilado. El sonido del río, que había sido un murmullo lejano durante su descenso, ahora rugía a su alrededor. El río serpenteaba a través del cañón, sus aguas cristalinas reflejando el sol y lanzando destellos de luz sobre las paredes rocosas.
El terreno aquí era más plano, cubierto de pequeños guijarros y arena arrastrados por la corriente. Las altas paredes del cañón, que se alzaban imponentes a ambos lados, creaban una atmósfera de grandiosidad y aislamiento. La belleza del lugar era innegable, pero también lo era su peligrosidad.
—Y así fue como, con un solo golpe, derribé a ese feroz Garchomp —Continuó Penumbra, narrando su historia con entusiasmo—. ¡Ni siquiera vio venir mi ataque sorpresa!
Samantha y Gema seguían escuchándola, aunque sus expresiones reflejaban una mezcla de incredulidad y diversión. Penumbra parecía disfrutar por completo de ser el centro de atención, y sus relatos se volvían cada vez más extravagantes.
—¿De verdad? —preguntó Gema, sus ojos brillando con interés, aunque era evidente que tenía dudas—. ¿Y qué pasó después?
—Bueno, después de eso, el líder del equipo de exploración me nombró su segundo al mando —respondió Penumbra con aire de suficiencia—. Dijo que nunca había visto a alguien tan valiente y astuto.
Samantha sonrió, sabiendo que las historias de Penumbra, aunque probable su exageración, tenían un toque de verdad en ellas. La manera en que las contaba, con tanta pasión y confianza, casi te hacía creer que podrían ser ciertas.
Mientras caminaban junto al río, Roco se adelantó un poco para inspeccionar el área. Aerodactyl, Rampardos y Onix, estaban dispersos, buscando signos de otros Pokémon en problemas.
—Manténganse cerca y no se alejen del grupo —Les recordó Roco, su voz firme pero calmada—. Todavía tenemos que encontrar a los Pokémon atrapados por el derrumbe.
El grupo siguió avanzando, atentos a cualquier señal de problemas. El sonido del agua y el susurro del viento en las paredes del cañón creaban un ambiente surrealista. Penumbra continuaba con su relato, ahora describiendo cómo había rescatado a un grupo de Pikachu de una tormenta eléctrica.
—Estaba oscuro y las nubes se arremolinaban en el cielo —dijo, levantando las patas para añadir dramatismo—. Los rayos caían por todas partes, pero yo, con mi increíble agilidad, logré guiarlos a un lugar seguro.
Samantha y Gema intercambiaron una mirada divertida, pero siguieron escuchando, disfrutando del espectáculo. La narración de Penumbra proporcionaba un alivio cómico mientras avanzaban en su misión, recordándoles que, a pesar de los desafíos, aún podían encontrar momentos para reír y disfrutar de la compañía del otro.
A medida que avanzaban por el sendero del agua, el grupo se encontró con una sección donde el derrumbe había dejado su huella. Grandes rocas y escombros habían caído desde las paredes del cañón, bloqueando parcialmente el curso del agua. El río, que antes fluía libre, ahora se dividía en pequeños arroyos que serpenteaban alrededor de los obstáculos.
—Parece que el derrumbe causó más daño del que pensábamos —Comentó Roco, observando el caos que se extendía ante ellos—. Tenemos que encontrar a los Pokémon atrapados lo antes posible.
Penumbra, Samantha, y Gema dejaron de lado sus conversaciones y se concentraron en la búsqueda. A medida que avanzaban, empezaron a escuchar ruidos y gemidos que venían de los escombros.
—¡Miren allá! —Exclamó Penumbra, señalando hacia un montón de rocas a su derecha.
Rápido se acercaron y encontraron a varios Pokémon originarios de Sinnoh atrapados y heridos por el derrumbe. Había un Pachirisu con la cola atrapada entre las rocas, un Shinx cubierto de polvo y visiblemente asustado, y un Bidoof que trataba de liberar a sus compañeros con sus dientes fuertes pero desgastados.
—No se preocupen, los sacaremos de aquí —Dijo Espeon con determinación.
Utilizando sus poderes psíquicos, Samantha levantó cuidadosa las rocas que atrapaban a Pachirisu, liberándolo de su prisión. Gema, con sus ágiles movimientos y habilidades para cavar, ayudó a liberar al Shinx y al Bidoof.
—¡Gracias! —Dijo el Pachirisu, frotándose la cola dolorida pero libre.
—¡No podríamos haber salido sin ustedes! —Añadió el Shinx, aun temblando por el susto.
Mientras tanto, Norberto usó su atqaque Palmeo para de un golpe mover algunas de las rocas más pesadas, revelando un escondite donde se encontraban más Pokémon atrapados. Había un Glameow acurrucado con sus crías, un Combee con un ala rota, y un Kricketot que parecía aturdido pero ileso.
—¡Esos Pokémon necesitan atención médica inmediata! —Dijo Roco, preocupado. Ordenando a su pokémon tipo roca-volador que se los llevara al centro pokémon más cercano.
Roco soltó un suspiro de alivio al ver que el grupo había trabajado tan bien juntos para rescatar a los Pokémon afectados. Sin embargo, el trabajo aún no había terminado. Sabían que podía haber más Pokémon en problemas río abajo, así que continuaron avanzando con cautela, siempre atentos a cualquier señal de más compañeros en apuros.
—¡Esto es solo el comienzo! —Dijo Penumbra, intentando mantener la moral alta—. ¡Sigamos adelante y ayudemos a todos los que podamos!
Con renovado espíritu, el grupo siguió río abajo. Más tarde, Justo cuando el grupo pensaba que las cosas no podían empeorar, un poderoso terremoto sacudió el Gran Cañón. El suelo tembló violentamente bajo sus pies, y las paredes del cañón comenzaron a crujir y desmoronarse.
—¡Cuidado! —Gritó Roco, intentando mantener el equilibrio mientras las rocas caían a su alrededor.
El terremoto fue tan intenso que el grupo se dividió en dos. Samantha, Roco y sus Pokémon quedaron en un lado del cañón, mientras que Norberto, Penumbra y Gema se encontraron aislados en el otro lado.
—¡Norberto! —Gritó Samantha, viendo con horror cómo la tierra se abría y formaba una profunda grieta entre ellos.
—¡Estamos bien! —Respondió Norberto, aunque el miedo en su voz era evidente—. ¿Y ustedes?
—Estamos bien por ahora, pero debemos encontrar una manera de reunirnos —dijo Roco, su rostro lleno de determinación.
La grieta era profunda y ancha, y parecía imposible de cruzar sin ayuda. Penumbra miró a su alrededor, buscando una solución.
—Tenemos que encontrar otra manera de reunirnos. No podemos dejarlos solos —dijo, su voz llena de preocupación.
Gema, siempre práctica, empezó a examinar la grieta. —Podemos buscar un lugar más estrecho para cruzar —sugirió—. O tal vez encontremos un puente natural más adelante.
Mientras tanto, Samantha utilizó sus poderes psíquicos para comunicarles telepáticamente a los Pokémon de Roco que mantuvieran la calma y buscaran una solución.
—Aerodactyl, ve a explorar más adelante y busca un lugar donde podamos cruzar —Ordenó Roco.
Este asintió y despegó, volando sobre el cañón en busca de un punto de cruce. Rampardos y Onix se quedaron cerca, listos para defender a sus compañeros si fuera necesario.
—Nos reuniremos con ustedes lo antes posible —dijo Samantha, tratando de mantener la calma en medio del caos.
—Cuídense —respondió Norberto, sus ojos llenos de preocupación por sus amigos al otro lado de la grieta.
El grupo de Norberto comenzó a avanzar con cautela a lo largo del cañón, buscando un lugar donde pudieran cruzar. Cada paso era un desafío, con el terreno inestable y las rocas cayendo a su alrededor. Pero sabían que debían seguir adelante y encontrar a sus amigos.
A medida que avanzaban, Penumbra continuaba contando historias, tal vez para mantener la moral alta y distraer a sus compañeros del peligro que los rodeaba.
—Y entonces, justo cuando pensaba que todo estaba perdido, encontré una manera de salvar el día —dijo Penumbra, su voz llena de determinación y valentía.
Gema y Norberto la escuchaban, cada vez más impresionados por su capacidad para mantenerse optimista incluso en las situaciones más difíciles. Sabían que necesitarían esa fortaleza y determinación para superar los desafíos que aún les esperaban en el Gran Cañón.
Mientras continuaban avanzando por el traicionero terreno del cañón, Penumbra seguía contando su historia con entusiasmo:
—Y entonces, justo cuando pensaba que todo estaba perdido, usé mi increíble habilidad para desarmar a ese poderoso Tyranitar, dejándolo completamente indefenso —Relató Penumbra con gran teatralidad.
Gema y Norberto la escuchaban, cada vez más impresionados por su capacidad para mantenerse optimista incluso en las situaciones más difíciles. Pero de repente, un sonido cortó la narración de Penumbra. Era un grito de desesperación, apenas audible entre el ruido de las rocas que aún se acomodaban después del terremoto.
—¿Oyeron eso? —Preguntó Norberto, aguzando el oído.
—Sí, parece que viene de allá —Respondió Gema, señalando un montón de rocas caídas más adelante.
El grupo se apresuró hacia el origen del sonido. A medida que se acercaban, los gritos se volvían más claros.
—¡Ayuda! ¡Por favor, alguien! —Clamaba la voz angustiada.
Penumbra fue la primera en llegar al lugar, seguida de cerca por Norberto y Gema. Entre las rocas caídas, vieron un par de alas verdes atrapadas. Un Scyther, visiblemente herido y atrapado, luchaba por liberarse.
—¡No te preocupes, te sacaremos de ahí! —Gritó Norberto, tratando de calmar al desesperado Pokémon.
—Penumbra, usa tus garras para mover esas rocas con cuidado —ordenó Gema—. Norberto, ayúdame a levantar esta gran piedra.
Penumbra asintió y comenzó a utilizar sus garras para despejar las rocas más pequeñas, mientras Norberto y Gema usaban su fuerza combinada para mover las más grandes. El Scyther gemía de dolor, pero también miraba a sus rescatadores con gratitud en sus ojos.
—Estamos casi allí, solo un poco más —Dijo Penumbra, sus garras trabajando rápidamente.
Finalmente, después de unos minutos de arduo trabajo, lograron liberar a Scyther. El Pokémon estaba visiblemente herido, pero al menos ahora estaba fuera de peligro inmediato.
—Gracias... muchas gracias —jadeó Scyther, con dificultad para respirar—. No sé qué habría hecho sin su ayuda.
—Estás a salvo ahora —dijo Norberto, sonriendo—. Vamos a buscar un lugar seguro donde puedas descansar y curarte.
Scyther asintió, demasiado débil para decir más. Penumbra, Norberto y Gema lo ayudaron a ponerse de pie y lo llevaron a un lugar más seguro, lejos de las rocas inestables.
—Debemos encontrar una manera de volver con Roco y Samantha. Tal vez ellos tengan medicinas o algo que pueda ayudar a Scyther —Dijo Gema, preocupada.
—Sí, pero primero necesitamos asegurarnos de que estamos a salvo y que el camino está despejado —Respondió Norberto, mirando a su alrededor.
Penumbra, siempre la optimista, sonrió y dijo:
—No se preocupen, encontraremos el camino. Después de todo, si pude derrotar a ese Tyranitar, ¡esto será pan comido!
El grupo, ahora con un nuevo compañero, se preparó para continuar su camino a través del traicionero Gran Cañón, decididos a reunirse con sus amigos y encontrar la manera de salir de esta peligrosa situación.
Continuaron caminando por el accidentado terreno del cañón, tratando de mantener a Scyther a salvo y buscando una manera de reunirse con Roco y Samantha. Pero de pronto, el suelo bajo sus pies comenzó a temblar ligeramente, y antes de que pudieran reaccionar, una sombra oscura se cernió sobre ellos.
Desde el río cercano, dos figuras imponentes emergieron: un Basculin y un Gyarados, los temibles Pokémon de Wake, quienes los miraban con ojos feroces y llenos de intenciones hostiles.
—¡Cuidado! —Gritó Norberto al reconocer a los agresores.
Penumbra, aterrorizada por la presencia de los imponentes enemigos, soltó un grito ahogado y corrió a esconderse entre las rocas, temblando de miedo. Gema, Norberto y el debilitado Scyther se quedaron enfrentando a los agresores, sabiendo que no tenían otra opción más que defenderse.
—¡No tenemos otra opción, debemos luchar! —Gritó Gema, con determinación en su voz.
Norberto asintió, preparándose para el combate.
—¡Vamos, Scyther, podemos hacerlo! —Dijo, intentando infundir valor en el herido Pokémon.
Basculegion y Gyarados no esperaron más. Gyarados lanzó un poderoso Rayo de Hielo, que impactó cerca de ellos, cubriendo el suelo en una capa de hielo y obligándolos a saltar para evitarlo. Gema reaccionó rápido con su gran habilidad bromista, usando sus nuevos ataques para usar su Fuego fatuo y Rayo confuso en ambos adversarios para mermar su ataque físico y desorientarlos para que así tuvieran más forma de hacerles frente.
—¡Necesitamos ganar tiempo hasta que podamos encontrar una salida! —Exclamó Norberto, esquivando un mordisco de Basculegion.
Scyther, a pesar de sus heridas, lanzó un Tajo aéreo, pero su ataque fue débil y apenas hizo mella en los robustos enemigos. Gema usó su Juego sucio para agredir a Basculegion, pero Gyarados, enfurecido, atacó con su Cola Dragón, derribando a la tipo siniestro-fantasma y haciéndola caer al suelo con un grito de dolor.
—¡Gema! —Gritó Norberto, corriendo hacia ella.
Basculegion aprovechó la distracción y atacó a Scyther, que apenas pudo defenderse. Norberto, viendo la situación desesperada, usó Copión, imitando el ataque de Gyarados y lanzando una Ola Ígnea contra los enemigos. La onda de calor los hizo retroceder momentáneamente, pero solo sirvió para enfurecerlos más.
—Esto no va bien... —Murmuróel Riolu, mirando a su alrededor en busca de alguna salida.
Gema, levantándose con dificultad, se unió a él.
—No podemos seguir así, debemos encontrar una manera de escapar.
De repente, un rugido ensordecedor llenó el aire. Desde las rocas, Penumbra apareció, armándose de valor, acompañada por Aerodactyl y Rampardos, quienes habían regresado al escuchar el caos.
—¡Vamos, chicos, no están solos! —Gritó Penumbra, su voz ahora llena de determinación.
Con la ayuda de los recién llegados, el grupo tenía una nueva oportunidad. Aerodactyl se lanzó hacia Gyarados, atacándolo con un poderoso Ala de Acero, mientras Rampardos cargaba contra Basculegion con un Cabeza de Hierro, golpeándolo con fuerza y haciéndolo retroceder.
—¡Ahora, aprovechemos esta oportunidad para escapar! —Gritó Gema, señalando un camino despejado.
Norberto ayudó a Scyther a levantarse, y junto con Penumbra, comenzaron a correr hacia la salida, mientras Aerodactyl y Rampardos mantenían a raya a los enemigos.
El grupo, ahora más unido que nunca, se dirigió hacia la seguridad, sabiendo que juntos podrían enfrentar cualquier desafío.
Scyther, Norberto, Gema, y los Pokémon de Roco se enfrentaron valientes contra los dos imponentes Pokémon de Wake. El combate fue feroz y agotador, con ataques que resonaban a través del cañón y luces cegadoras que iluminaban el oscuro abismo en ese día nublado.
Gyarados lanzó un Hidrobomba que impactó directo en Aerodactyl, haciendo que el Pokémon volador cayera en picado. Pero el fósil, con su tenacidad inquebrantable, se recuperó y contraatacó con un poderoso Ala de Acero, golpeando a Gyarados y dejándolo aturdido.
Scyther, a pesar de sus heridas, se movía con agilidad y determinación. Con un rápido Tajo aéreo, logró cortar a Basculegion, haciendo que retrocediera. Rampardos, aprovechando la distracción, cargó con un brutal Cabeza de Hierro, impactando directO en Basculegion y enviándolo tambaleándose hacia atrás.
Gema utilizó su Rayo Confusión para desorientar a Gyarados una vez más, permitiendo que Aerodactyl lanzara un Golpe Roca que dejó al colosal Pokémon acuático debilitado. Norberto, viendo una oportunidad, usó Copión para imitar el Hidrobomba de su oponente, lanzando un torrente de agua hacia Basculegion y dejándolo fuera de combate.
Con un último esfuerzo, Scyther se lanzó hacia su adversario, usando su Tajo aéreo una vez más. Ambos fósiles de Roco se unieron, golpeando con todas sus fuerzas hasta que Gyarados finalmente cayó, derrotado.
El campo de batalla quedó en silencio, solo interrumpido por los pesados jadeos de los Pokémon y sus entrenadores. Norberto, Gema, Scyther, Aerodactyl, y Rampardos estaban agotados, pero triunfantes. Se miraron unos a otros, reconociendo la valentía y el esfuerzo que todos habían puesto en la batalla.
—Lo logramos... —Dijo Gema, su voz temblorosa por la fatiga.
Norberto asintió, apoyándose en Rampardos para recuperar el aliento.
—Sí, pero necesitamos encontrar a Roco y Samantha. No podemos quedarnos aquí.
Scyther, aún herido pero decidido, se levantó y asintió con su cabeza, dispuesto a continuar. Aerodactyl y Rampardos también se prepararon para seguir adelante, listos para cualquier otro desafío que pudiera surgir.
El grupo, ahora más unido y fortalecido por la batalla, comenzó a moverse otra vez a través del cañón, decididos a encontrar a sus amigos y a asegurarse de que todos los Pokémon atrapados estuvieran a salvo. La victoria les había dado un impulso de confianza, y aunque estaban agotados, sabían que podían superar cualquier obstáculo juntos.
De repente, una poderosa sacudida recorrió el cañón y el suelo comenzó a agrietarse bajo sus pies. De entre las sombras, apareció Obsidiana, la Numel, con una mirada feroz y decidida. Sin previo aviso, lanzó un devastador Tierra Viva, enviando ondas de energía a través del suelo que alcanzaron a Onix, debilitándolo al instante.
—¡Obsidiana! —Exclamó Norberto, reconociendo al imponente Numel. Los recuerdos de su último encuentro inundaron su mente, llenándolo de temor y determinación.
Obsidiana no perdió tiempo y, con una brillante explosión de energía, utilizó Poder Pasado para atacar a Aerodactyl. Las estadísticas de Obsidiana aumentaron, haciéndola aún más formidable. Aerodactyl, sorprendido por el repentino y poderoso ataque, retrocedió, claramente debilitado.
—¡Cuidado! —Gritó Gema, viendo cómo Obsidiana se preparaba para su siguiente ataque.
Un torrente de llamas brotó de la boca de Obsidiana, envolviendo a Riolu en un ardiente Lanzallamas. Norberto intentó proteger a su compañero, pero Riolu fue alcanzado y cayó al suelo, su pelaje ardiendo. La situación se volvía crítica.
Obsidiana no se detuvo allí. Con un destello en sus ojos, utilizó Foco Energía, aumentando su ya intimidante presencia. El aire alrededor de ella parecía vibrar con su poder creciente, y una ola de miedo recorrió al grupo.
—¡Norberto, esa Numel...! —Exclamó Penumbra, su voz temblando de miedo—. ¿Qué hacemos?
Norberto tragó saliva, sus ojos fijos en Obsidiana. Sabía que enfrentarse a ella sería extremadamente peligroso, pero no tenían otra opción.
—¡Tenemos que luchar! —Dijo Norberto con determinación—. ¡No podemos dejar que nos derrote aquí!
Gema, aunque asustada, se puso en posición de combate, preparada para apoyar a Norberto. Scyther, a pesar de sus heridas, se levantó nuevamente, dispuesto a pelear. Aerodactyl, aunque debilitado, alzó sus alas y lanzó un chillido desafiante.
—¡Vamos, Obsidiana! —Gritó Norberto, con la adrenalina corriendo por sus venas—. ¡No te dejaremos ganar!
Obsidiana rugió y lanzó otro Poder Pasado, dirigiéndose hacia Aerodactyl una vez más. Pero esta vez, el fósil volador esquivó el ataque en el último segundo, respondiendo con un poderoso Ala de Acero que golpeó a Obsidiana, aunque no lo suficiente fuerte como para derribarla.
Gema utilizó su Rayo confusión para tratar de desorientar a Obsidiana, pero la Numel, fortalecida por sus aumentadas estadísticas, resistió el ataque sin problemas.
El protagonista, a pesar de sus quemaduras, se levantó tambaleante y lanzó un Copión, imitando el Poder Pasado de Obsidiana y golpeándola con su propio ataque.
—¡No te rindas, Riolu! —Animó Penumbra, viendo cómo su compañero mostraba una valentía inquebrantable.
La batalla continuó, cada golpe resonando en el cañón y el polvo levantándose con cada ataque. La determinación del grupo se puso a prueba mientras enfrentaban a Obsidiana, sabiendo que debían resistir y vencer a toda costa.
De repente, el aire en el cañón se llenó de una luz rosada y brillante. Natalia, la Xatu, apareció majestuosa, sus alas extendidas y sus ojos brillando con poder psíquico. Con un solo movimiento de sus alas, detuvo a todos los presentes, envolviéndolos en un aura rosada que los inmovilizó al instante.
—¿Qué está pasando? —Murmuró Norberto, sintiendo la presión psíquica que lo rodeaba, aunque su mente seguía clara.
Scyther, al ver a Natalia, cambió su postura de defensiva a agresiva, sus cuchillas brillando con una peligrosa luz mientras miraba con desafío a los Pokémon tipo Siniestro.
—Veo que todos están aquí —Dijo Natalia con una voz calmada pero autoritaria—. Es hora de que todos sepan la verdad. Yo, Natalia, soy la lacaya de Mew. Y Scyther aquí es mi fiel compañero.
Norberto, aunque inmovilizado, seguía consciente y escuchaba cada palabra. La quemadura en su cuerpo le causaba un dolor agudo, dificultando cualquier intento de moverse.
—Xatu, ¿Qué estás haciendo aquí? —Preguntó Norberto con voz tensa, intentando mantener la calma a pesar de la situación crítica.
—Mi misión es sencilla —Respondió Natalia—. Estoy aquí para recuperar la Calmaesfera volcán y asegurarme de que nadie interfiera en los planes de Mew. ¿Realmente pensaste que podrías simplemente cruzarte en mi camino y salir ileso?
Scyther se adelantó, sus ojos brillando con malevolencia mientras se preparaba para atacar a la Sableye o Absol. La tensión en el aire era palpable.
—Sabía que no podía confiar en ti —Gruñó Norberto, tratando de reunir fuerzas para liberarse de la inmovilización psíquica.
—Oh, Norberto, tu ingenuidad es casi entrañable —Se burló Natalia—. Pero ahora es el momento de terminar con esto. La Calmaesfera debe ser mía, y no permitiré que te interpongas en mi camino.
En ese momento, una ola de poder psíquico más intensa emanó de Natalia, haciendo que la presión sobre Norberto aumentara. Pero algo dentro de él se negaba a rendirse. Su espíritu combativo, alimentado por las experiencias y desafíos que había enfrentado, comenzó a arder con una nueva intensidad.
—¡No te dejaré ganar! —Gritó Norberto, su voz llena de determinación.
Natalia soltó una risa fría, pero de repente, una chispa de duda cruzó por sus ojos. La voluntad de Norberto era más fuerte de lo que había anticipado.
Natalia, la Xatu, miraba a Norberto con una mezcla de condescendencia y astucia.
—Norberto, deberías unirte a nosotros. —La voz de Natalia era suave, casi seductora—. Juntos podríamos lograr cosas increíbles. Piensa en el poder que podrías tener, en las posibilidades. La Calmaesfera no debe estar en manos de los débiles y los ingenuos.
Norberto la miró con desconfianza, manteniéndose firme a pesar del dolor de sus quemaduras y el agotamiento de la batalla.
—¿Unirme a ti? —Respondió Norberto con voz firme—. Nunca. No estoy interesado en tu poder ni en tus promesas vacías. Lo que realmente importa es proteger a los Pokémon y mantener la paz.
Natalia soltó una risa fría, sus ojos brillando con una luz siniestra.
—Eres tan ingenuo, Norberto. La paz es una ilusión, y el poder es la única realidad. Únete a nosotros, y te enseñaré lo que significa tener verdadero control.
Norberto apretó los puños, su determinación aumentando.
—Prefiero luchar por lo que es correcto, no por el poder. No voy a traicionar a mis amigos ni a mí mismo por tus mentiras.
La expresión de Natalia se endureció, sus ojos brillando con una ira contenida.
—Entonces, has elegido el camino del dolor —Dijo, su voz gélida y amenazante.
Antes de que Norberto pudiera reaccionar, Natalia lanzó un ataque psíquico directo hacia él. Una ola de energía psíquica lo envolvió, haciéndolo retroceder con un dolor intenso. Norberto cayó de rodillas, luchando por mantenerse consciente, aunque sabía que había hecho un mínimo daño a propósito; lo quería ver sufrir.
—¡Norberto! —Gritó Samantha desde el otro lado del cañón, viendo a su amigo en peligro.
Norberto levantó la vista, su visión borrosa por el dolor. A pesar de todo, no se rindió.
—No... te dejaré ganar... —Murmuró con dificultad, su espíritu combativo ardiendo aún más fuerte.
Natalia se acercó, preparándose para lanzar otro ataque.
—Esto es solo el principio, Norberto. Si no te unes a nosotros, sufrirás mucho más.
El tipo lucha, con una fuerza de voluntad inquebrantable, comenzó a canalizar su energía interna, utilizando cada onza de su poder para resistir la presión psíquica. Sus quemaduras le dolían, pero no permitiría que eso lo detuviera.
Natalia se dio cuenta del esfuerzo de Norberto y, por primera vez, una sombra de preocupación cruzó su rostro.
—Scyther, termina con esto —Ordenó, pero antes de que el tipo bicho-volador pudiera moverse, una figura familiar apareció detrás de Norberto.
Era Roco, quien había logrado llegar con ellos. Con una mirada decidida, mando a su fiel compañero: Rampardos, al combate luego de darle un restaurar todo.
—¡Rampardos, usa Cabeza de Hierro! —Ordenó Roco con determinación.
El fósil cargó hacia Natalia, su cabeza brillando con energía metálica. El ataque golpeó a Natalia, interrumpiendo momentánea su control psíquico y debilitando su aura.
Norberto sintió cómo la presión alrededor de él disminuía y, con un último esfuerzo, se liberó al toque.
—¡Gracias, Roco! —Exclamó Norberto, agradecido.
La batalla aún no había terminado, pero con la llegada de Roco y la intervención de Rampardos, tenían una oportunidad. Natalia, aunque herida, no se daba por vencida y preparaba otro ataque psíquico.
—¡No podemos rendirnos ahora! —Dijo el Riolu, reuniendo todas sus fuerzas—. ¡Debemos detenerlos aquí y ahora!
La lucha continuaría, pero con la determinación de Norberto y la ayuda de sus amigos, tenían una posibilidad de vencer a Natalia y proteger la Calmaesfera Volcan.
Esta historia continuará…
Nota final: Espero que les haya gustado y nos leemos otro día.
