Buenas, buenas. Pido disculpas por el semestre sin actualizar. Permítanme un segundo para explicar por qué tardé tanto.
Pensé seriamente en abandonar la historia.
Honestamente, cometí un error muy grande en mi approach. Mi idea era escribir esta historia como un cuento de hadas en todo sentido. Quizás no tanto en la narración, la voz de Lola, pero sí en cuanto a estructura, temas y desarrollo. El primer capítulo inicia con "Había una vez", e incluso la idea es que los títulos de los capítulos formen una mini-historia en el índice. Mi idea original era que cada historia en el Heroverse perteneciera a un género distinto. Ace Savvy era una clásica historia de origen, Power Chord un drama adolescente, Nova un 'coming of age' de la chica de pueblo que viaja a la ciudad. Y siempre me basé en tropes y estructuras comunes a este tipo de historias para tratar de vender el género. Pero no debería haber planificado esta historia como un cuento de hadas.
Parte del encanto de los cuentos de hadas es que son muy sencillos en su representación de la moral y la trama es una excusa para explorar el mensaje. Todo muy sencillo. Muy claro. Sin demasiadas complicaciones. Creí que eso sería excelente para un universo donde Lola, con seis años, es CEO de una compañía, algo ridículo como premisa.
Evidentemente, sobreestimé mi capacidad para transmitir este escenario y manejarme con límites distintos de verosimilitud. El plan de la junta de directores debía ser algo sencillo basado en una emoción negativa, Winston un aliado con intereses egoístas, y Lola decide ir al bosque porque es una niña impulsiva y ególatra que cree que puede solucionar todo por su cuenta.
Leyendo las reviews, me doy cuenta que no tomé buenas decisiones. Los planes del directorio y Lola no parecen satisfacer a nadie, el hecho mismo de que Lola sea una CEO parece ser demasiado para los lectores (me han cuestionado la legislación estadounidense y cómo la apliqué a un AU de superhéroes basado en una caricatura de Nickelodeon), y pues ni siquiera los personajes hasta ahora introducidos parecen caer bien. No tengo excusas, sencillamente traté de escribir una historia distinta y pues no he tenido buenos resultados. Puede pasar.
Por ese motivo estuve considerando cancelarla durante meses, anotarlo como un proyecto fallido y pues tratar de reivindicarme con otra historia. Pero me daba mucha pena no poder explorar la historia de Lola y Lana, que en definitiva es el motivo por el que inicié esta historia.
Así que decidí continuarla, y pues ni modo, con suerte el resto logrará carrear un terrible inicio. También consideré re-escribir los primeros dos capítulos con un argumento más serio para complacer a los lectores, pero siempre escribí primero para mí mismo, y si a mí me gusta el enfoque que tenía en mente, pues lo continuaré. Y si he de tener menos lectores pues lidiaré con ello, jajaja.
Así que la historia continuará, pero si no les gustaron los primeros capítulos les recomiendo que no continúen leyendo porque no va a mejorar, seguirá siendo algo sencillo con estructura de cuento de hadas. Quedan debidamente informados.
Después de tanta introducción querría pasar a la historia directamente, pero me gusta mucho el intercambio con los lectores así que aquí vamos con los agradecimientos y respuestas:
Guest : El problema que la junta tiene con Lola es que no soportan que una niña sea su jefa. Es una cuestión de orgullo y humillación muy fuerte. Por lo demás, que Lola sea tan… intensa, no les molesta tanto mientras les haga ganar dinero.
Omar Fan de Todo03 : Debería haber avisado en Twitter, tienes razón. Es que era tarde cuando la publiqué y los anuncios de noche no los lee nadie en Twitter jajaja. La próxima lo publico al otro día. Sobre tus observaciones: 1- La historia de Lola está definitivamente inspirada en gran parte por la de Iron-Man, aunque con sus grandes diferencias. 2- La vi, una de mis películas animadas favoritas de los últimos años, aunque no tiene taaaanto que ver con esta historia. Y sobre tus preguntas: 1- Usualmente tengo un promedio de entre 700 y 1000 palabras por hora, el problema es conseguir horas para escribir. 2- Tres fases. 3- Sí, esa será en tercera.
Luis Carlos : El impacto del Ace Savvy original en Lola se explorará a futuro, sólo diré eso por ahora. El título de la película de princesa no era solamente una referencia a Disney, tiene una referencia a Warcraft también jajaja. Y sí, ya en la primera historia se menciona que los McBride trabajan para la familia Yates. Su decisión, en efecto, es completamente irracional y apresurada, sólo se le ocurriría a una niña que jamás le dicen que no y que nunca ha perdido en nada.
J0nas Nagera: Efectivamente esta historia tendrá sus momentos droppeando lore, pero la explosión cósmica es un misterio recurrente que seguirá durante mucho tiempo. Disculpas si no hablo demasiado acerca de Lola como personaje o su relación con Meli, pero son temas que se desarrollarán en la historia y prefiero que lo vayas descubriendo… junto con Lola, de hecho. Y lo de Ace Savvy siendo tan importante para tanta gente es un poco el punto de su personaje. Por algo era tan querido y venerado en Royal Woods. Aunque quizás haya algo más acerca de él y su relación con ciertos personajes… Pero bueno, si ese fuera el caso, ya lo veremos a futuro, ¿no?
ElTrasteroDeDemian : Creo que es normal que Lincoln se ponga nervioso cuando una niña con muchísimo poder y dinero se la pasa tratándolo (aunque ella no sepa que habla de él) de modelo, objetificándolo mucho, y llegando a hablar de casarse. Él es un nerd bastante tímido en ese sentido, no lo veo tan raro. Y lo de las botas si quieres te lo tomo, pero creo que en verdad estás explicando precisamente por qué lo dijo. Al principio Howard pensaba en términos de un disfraz (no sabe que ella es una metahumana), pero Lola le dice que tiene que ser práctico, y luego ve la capa. La contradicción es de Lola, que quería algo práctico pero tampoco puede dejar de pensar en el glamour y que su traje haga juego con el de Ace Savvy. Y sí, creo que estás en el camino correcto al atar los cabos entre la habilidad de Lola y su misión jajaja.
daglas99 : Muchas gracias! Escribir a Lola es muy divertido jajaja.
LunaPlataZ (Parte 1): Ya te extrañaba jajaja Lamentablemente Lola no sabe la "ciencia" detrás de sus poderes porque en Royal Woods no tienen los diagnósticos médicos para metahumanos que sí hay en otras ciudades, y aún no conoce a Lisa, pero hay algo de eso en Lola purificando el aire para generar sus diamantes, que hasta tendrá alguna que otra implicancia en la trama. Sobre Lola y Lincoln, pues en principio a Lola no le gusta Lincoln, le gusta el nuevo Ace Savvy, lo cual es muy distinto, jeje. Pero bueno, todos han sido criados con familias distintas, las únicas que son hermanas confirmadas son Lori y Leni. El resto son todos niños adoptados… Y bueno, Lola ya tendrá tiempo para reflexionar acerca de qué opina realmente de Meli.
LunaPlataZ (Parte 2): Me estás pidiendo que haga spoiler del final, y ante eso, lo único que puedo decir es… pues sí, claro jajajaja. Las críticas a personajes y argumento son válidas. Por otro lado, los héroes no tendrían muchos motivos para ir al bosque. Los criminales no estarían haciendo nada malo. Y en cuanto al contro de sus poderes, Lola no es una heroína como Lori y Leni, ni una niña curiosa acerca de sus habilidades como lo fue Tabby. Al igual que Luna, irá descubriendo qué es lo que puede hacer y hasta dónde puede llegar.
Guest : Vaya, creo que nunca esperé que alguien esbozara la teoría de que Meli será la verdadera villana de la historia jajajaja Creí que yo era malvado, pero se ve que me falta mucho por aprender!
StarcoFantasma : Vaya, un lector desde la época de Réquiem. ¡Muchas gracias por seguirme hasta aquí! La de Luna también fue mi historia favorita. A veces me desilusiono un poco porque entre los múltiples proyectos que llevo (algunos de fandom, otros de vida personal) como que estos fanfics quedan relegados en mi lista de prioridades, pero el apoyo de todos ustedes es fundamental para motivarme a seguir.
Mauro Loud : Muchas gracias por los cumplidos, pero secuestrar a Meli?! Nooooo, ni siquiera Lola es tan malvada! O bueno, quizás lo sea, pero no con Meli. Igual me causó mucha gracia leerlo, podría haber sido. El crossover llegará pronto (de hecho, la siguiente historia ya es un mini-crossover), y por pronto me refiero a "dentro de los próximos cinco años" jajajaja. Saludos!
MightyMitch47 : Muchas gracias Might, ojalá te resulta entretenida.
Capítulo 3: …que conoció a alguien…
Me arrepentí de mi decisión casi de inmediato, incluso antes de que el coche de Alexei y Armando desapareciera en la lejanía por la solitaria carretera. Quizás no había considerado del todo lo que mi idea implicaba. Quizás no había dimensionado la realidad de lo que me proponía hacer. Sonaba muy sencillo en mi cabeza: viajar en secreto al bosque fantástico, encontrar el Corazón de Evergreen, regresar a casa victoriosa y celebrar una nueva coronación de gloria. ¿Qué podía salir mal?
Pues bien, mientras permanecía de pie frente a la primera hilera de inmensos árboles, con esbeltos y retorcidos troncos que se elevaban como un cerco desde el suelo fértil, y con intrincadas y tupidas copas que formaban una cúpula impenetrable que ni siquiera la luz del sol lograba atravesar en grandes cantidades, consideré que quizás no iba a ser tan sencillo como un paseo por el parque.
¿En verdad podría conseguirlo en una tarde como le había dicho a mis guardaespaldas de confianza? Mis secretarios creían que me había tomado el día para descansar y que no debía ser molestada, y Armando y Alexei tenían órdenes de no revelar mi ubicación bajo ninguna circunstancia —mencionaron algo sobre píldoras de cianuro, pero no sé en qué me afecta si deciden tomar algo contra el mal aliento. Si este pequeño proyecto llegaba a demorarme más de una tarde, podría tener serios problemas en mi agenda.
Aunque, por algunos momentos, mi agenda no contabilizaba dentro de mis preocupaciones. No había llevado comida, ni teléfono celular, y ese bosque se veía muchísimo más grande en persona de lo que esperaba. ¿Y si me perdía? ¿Y si comenzaba a pasar hambre? ¿Y si me ensuciaba y necesitaba un cambio de ropa?
— ¡Contrólate, Lola! —Dije de repente, levantando una mano para abofetearme.
La bajé antes de hacerlo, sin embargo. Nadie golpea a Lola Yates. Ni siquiera Lola Yates.
Tomé aire y traté de despejarme. No ganaba nada entrando en la desesperación. Una líder debía poder mantener la calma y actuar con sensatez en los momentos de crisis. Mi padre me enseñó que cuando las acciones están a la baja, los cobardes venden y los astutos compran. Una crisis no es más que una prueba de carácter, y mi hermoso ser tenía un carácter inquebrantable.
—Prepárate, bosque Evergreen —anuncié a viva voz, empujando mi cabello para que la brisa lo recogiera y flameara triunfante—. Estás a punto de recibir a Lola Yates.
Miré por encima de mi hombro con una sonrisa de un millón de dólares, colocándome en pose perfecta para una portada de revista.
Desafortunadamente, mi única audiencia parecía ser una ardilla, más preocupada en abrir una bellota que en apreciar el hermoso traje que los McBride me habían confeccionado.
Un ajustado vestido rosa que acababa por encima de mis rodillas, guantes ochentosos que llegaban más allá de mis codos, botas impermeables coronadas en un ángulo como una V invertida, y una capa rosa con diseños adamantinos en el extremo. Por supuesto, la identidad secreta de toda heroína debía ser protegida, por lo que llevaba un antifaz como máscara de baile. Antes de salir, manifesté una tiara, aretes, y hebilla de diamante, que le daban un toque mágico a mi disfraz con el brillo del sol en ellos.
—Oh, si Lacey estuviera aquí, se moriría de celos —me lamenté—. En fin. ¡Hora de la aventura!
Con gran determinación, me adentré al bosque, preparada para encontrar al mítico Corazón de Evergreen y triunfar donde tantos otros habían fallado. Porque si hay algo que Lola Yates sabía hacer, era ganar con estilo.
— ¡AAAAAAAAAAAH!
¡SPLAT!
Me desplomé como las acciones de mis empresas rivales, impactando de lleno sobre la asquerosa alfombra de césped que cubría todo el condenado bosque y llegaba casi hasta mis tobillos.
Dejé escapar un quejido de dolor. Giré hasta quedar boca arriba, y luché por contener las lágrimas. Un puñado de árboles se elevaba frente a mí, sus troncos tan anchos como las columnas estructurales de mi torre, y sus ramas extendiéndose hacia el cielo como espeluznantes criaturas de pesadilla. Las hojas, de todas las formas y tamaños, se encargaban de completar una bóveda verde que ocultaba el sol y el cielo de mi vista.
Nunca me había encontrado en un lugar semejante, y la situación comenzaba a superarme. La humedad en el aire me ahogaba, me costaba mantener el aliento, y el agradable calor de la mañana se manifestaba como un infierno tropical. Mi máscara se pagaba más a mi rostro con el sudor, mis muslos ardían con la comezón de la maleza raspando mi piel de porcelana. Mis articulaciones dolían de tanto esquivar ramas y lianas, y el constante zumbido de insectos y el movimiento de animales que no llegaba a ver dañaban mi integridad mental. Daba cada paso con temor a encontrarme con alguna criatura que pudiera atacarme, o peor aún, ensuciar mi traje. El cual, desafortunadamente, ya se había manchado de tanto tropezar y caer al suelo.
— ¿Por qué no contraté a Nova? —Me quejé.
Intenté sentarme, pero al encontrarme sobre mi capa, casi me ahorco. Me dejé caer una vez más, y el ardor de lágrimas formándose en mis ojos me obligó a frotarme el rostro con mis preciosos guantes.
Tomé aire un par de veces para controlar mis sentimientos. No podía dejarme llevar. Debía mantenerme controlada. Debía cumplir mi misión. Apenas llevaba… ¿cuánto? ¿Dos horas? Mis padres escalaron el Everest. ¿Qué dirían si pudieran verme?
Con renovada determinación, acomodé mi capa y revisé mi situación. Una especie de cepa se había enredado en mi bota derecha. Tras sentarme, traté de deshacer el nudo, pero al caer y girar, no había hecho más que empeorar la situación.
—Ese seminario de las niñas exploradoras me enseñó a hacer nudos, no a deschacerlos —me quejé en voz alta.
Busqué a mi alrededor por una roca, o algo que pudiera usar para cortar la liana.
Y entonces, mi hermosa cabecita tuvo una brillante idea.
— ¿Quién necesita una roca, cuando tengo algo mucho más brillante?
Junté las puntas de mis dedos, y lentamente extendí los brazos hacia los costados. Frente a mí, un diamante comenzó a tomar forma, extendiéndose en longitud con una de sus caras encontrándose en un ángulo tan agudo que podría cortar el aire. Antes de acabar, giré mi mano derecha como si estuviera abriendo el agua caliente, y uno de los extremos de la hoja se ensanchó para crear un mango.
— ¡Ta dá!
Siendo honestos, no se trataba de un molde perfecto. Su diseño se veía bastante… tosco. Quizás, sin saber lo que había querido crear, pocos podrían entender que se trataba de una espada. En mis ojos, sin embargo, se veía como un maravilloso sable, un arma digna de una princesa. Del tamaño de uno de los bastones que usaba en mis desfiles de belleza. Sólo que un tanto más peligroso.
Tomé la elegante espada corta de diamante y observé el reflejo de mi rostro en la superficie fractal, como un kaleidoscopio. Me veía cansada y sucia.
Con los ánimos decaídos, suspiré y corté de un movimiento la planta que me mantenía enredada al suelo. Como cortar mantequilla con un cuchillo caliente. Una vez de pie, eché una mirada a mi alrededor. Todas las direcciones se veían idénticas. Sólo reconocí por dónde venía por la huella de mi caída en el cesped.
—Un tropezón no es caída —me dije a mí misma, preparándome para continuar—. Aunque… Sí me caí. Ugh. Por suerte estoy hablando sola y no hay nadie que me escuche.
La rama de un árbol caía, junto con sus tupidas hojas, frente a mí, interrumpiendo el camino hacia el centro del bosque. Tomé la espada de diamante, y con un rápido movimiento, el obstáculo desapareció de mi camino.
O bueno, lo hizo una vez que lo tomé y arrojé lejos.
—Nada puede interponerse en mi camino ahora —exclamé con decisión, antes de continuar mi cruzada.
Si bien es cierto que me fue más fácil avanzar ahora que podía cortar la vegetación que me estorbaba, no pude evitar sentirme cada vez más inquieta a medida que me adentraba al corazón del bosque. Jamás me consideraría alguien con mucho conocimiento sobre la naturaleza, pero algo en aquel bosque alimentaba mi ansiedad subconscientemente.
Quizás la extraordinaria variedad de árboles. No podría nombrarte las especies, pero cada metro que avanzaba me presentaba una planta nueva. Hojas verde vibrante, hojas rojizas, hojas violáceas, hojas con pequeñas flores amarillas. Ramas pequeñas, ramas gruesas, algunas rígidas, otras que caían como seda. Mi hoja de diamante podía con todas, pero con cada nuevo color de hoja que superaba, la ansiedad crecía en mi interior.
El bosque emanaba un aura sobrenatural. Me sentía observada, como cuando desfilaba por las calles ignorando los flashes, pero esta vez no podía ver a los paparazzis. Me sobresaltaba cada vez que oía el sonido de las ramas moviéndose y el repentino chirrido de algún animal, siempre ocultos de mí. En alguna ocasión, incluso oí el siseo de una serpiente. Demasiado cerca para mi gusto.
— ¡Ugh! ¡Si van a atacarme, atáquenme ahora!
Ni siquiera hubo un eco como para sentirme acompañada. No, mi grito se perdió en la infinidad del bosque.
El calor continuaba insufrible, y si antes me sentía agotada, ahora debía sumarle sedienta y hambrienta. Quizás debía aceptar la derrota y regresar a la carretera. Esperar a que mis guardaespaldas regresaran, e ignorar mi fracaso por el resto de mi vida.
¿Y dejar que me echaran de mi propia compañía? ¿Regalarle el legado de mi familia a unos buitres? No, no podía permitirlo. Con el siempre presente recuerdo de mis padres y hermanos en mi corazón, saqué fuerzas de donde no tenía para continuar.
Cuando creí que caería desmayada o peor, detecté una agradable fragancia, tan refrescante y distinta del olor a humedad y césped al que desafortunadamente me había acostumbrado.
OIor a cítricos, tan agradable que hasta sentí que apaciguaba mi hambre. Con renovado entusiasmo, comencé a avanzar rápidamente entre la maleza, siguiendo mis sentidos como un sabueso en medio de la caza. A medida que me acercaba, vi cómo la luz parecía penetrar en el bosque más adelante. Mis estocadas al aire ganaron fuerza y velocidad, y tras romper un tupido arbusto, la luz golpeó mi rostro como un reflector en un escenario.
Acostumbrada a tal intensidad, apenas tardé unos instantes en recuperarme del sobresalto, y al ver a mis alrededores, el viaje hasta ahora pareció valer un poco más la pena.
Las copas de los árboles se abrían al cielo, dejándome ver el precioso firmamento azul, y dejando atrás la oscuridad del bosque impenetrable. La agradable brisa flameó mi capa y cabello, acariciando mi cuerpo con apacible frescura. El aire se sentía más puro, pero ante todo, el aroma multifrutas se veía explicado por la impresionante colección de árboles alrededor del pequeño claro.
Toda la sección sana del supermercado parecía concentrada en un único lugar, en su estado natural. Manzanas, naranjas, mangos, cerezas, melocotones, bananas, incluso cocos y aguacates crecían por todas partes.
Mi comida favorita era el pastel, pero en aquel momento, aquella oferta de frutas se veía como el manjar más exquisito del planeta. Dejé la espada a un lado y me acerqué corriendo a los árboles, tratando de recolectar cuantas frutas pudiera.
Inmediatamente descubrí un pequeño problema: escalar árboles no se encontraba dentro de mi repertorio de habilidades, e incluso las frutas más bajas se elevaban demasiado alto para mis bracitos de tiranosaurio. Pateé el suelo en frustración. Si Alexei estuviera conmigo, podría alcanzarlas sin siquiera ponerse de puntillas.
Consideré ir a buscar la espada de diamantes, pero tuve una epifanía. Probablemente nunca me encontraría tan aislada como en aquel bosque, sin nadie que pudiera descubrirme. Crear una espada se había sentido muy bien, pero, ¿por qué no explorar aún más el límite de mis habilidades?
— ¿Qué tan difícil puede ser?
Preparé mi cuerpo como si estuviera a punto de comenzar una rutina de baile. Elevé con elegancia mi pierna derecha, y la bajé con determinación.
En cuanto la planta de mi bota hizo contacto con el suelo, un hexágono de diamante se esparció bajo mi silueta, y con un gesto de mi mano, se elevó como una gran columna, llevándome directo a a las manzanas.
Por un instante, sentí un leve mareo, pero no le di mayor importancia.
—Oh, hohohoho, esto será genial —celebré.
Con un par de movimientos circulares, creé una canasta cóncava, poniendo especial atención en no dejar ningún borde demasiado filoso para no lastimarme. Dejé la canasta junto a mí.
Me estiré para alcanzar las manzanas, pero, ¿por qué esforzarme?
—Nunca intenté esto… Pero no puede ser muy difícil.
Con un suave movimiento de mi mano, creé un diamante en forma de rombo estirado y muy plano. Como siempre, apareció flotando frente a mí. Pero en lugar de tomarlo, comencé a girar mi dedo índice.
Como si de un juguete a control remoto se tratara, la hoja comenzó a girar sobre su eje. Y al mover mi mano, siguió el movimiento.
— ¡Jijiji! ¡Esto lo cambia todo! —Festejé con saltitos en el lugar.
Durante los siguientes minutos, me la pasé creando escaleras de diamante por todo el lugar, saltando de árbol en árbol, manipulando mi pequeña cuchilla de diamante para llenar mi canasta con frutas de todo tipo y sabores.
Cerca del final, cada vez que invocaba una nueva columna, debía tomarme un segundo para recuperar el aliento y quitarme la sensación de marea que me invadía. Lo consideré un efecto secundario del hambre, pero no desestimé el hecho de que nunca había usado mis poderes de forma tan continuada.
Cuando decidí que había recolectado suficientes frutas, tomé asiento en el césped. Con la luz refractando en todos mis diamantes, el lugar se veía de ensueño, maravilloso, como un castillo de fantasía.
Me tardó un par de minutos, pero con la concentración suficiente, fui capaz de moldear un plato, cuchillo y algo parecido a un tenedor. Así que, mientras cantaba a viva voz las canciones de Blarney, me dediqué a pelar las frutas y preparar pequeños cubos o gajos para disfrutar.
En principio, mi idea era tener una bandeja llena de deliciosos bocadillos a los cuales disfrutar de a poco. Sin embargo, subestimé lo hambrienta que me encontraba, y tras probar sólo un trozo para saciar mi estómago, no logré contenerme.
—Oh, Eunice, ojalá estuvieras aquí —suspiré con la boca llena, mientras disfrutaba la agradable textura de la naranja y el jugo que se liberaba al morder—. Necesito hablar contigo.
Por lo general, mis almuerzos y cenas me ofrecían la posibilidad de socializar. Reunía a mis mejores amigos, Eunice, Mr. Sprinkles y a veces a Fenton, y les contaba de mi día. Mi única oportunidad de hablar con alguien y contarle todo lo que me ocurría, permitiéndome descargarme y lidiar con la presión.
La sensación de vacío en mi estómago no parecía apaciguarse con los deliciosos bocados que consumía. En un impulso, levanté una mano, y una plana placa de diamante se alzó desde el suelo al otro lado de la bandeja de comida.
Una hermosa niña apareció frente a mí, reflejada en la pulida superficie de la roca. Me dedicó una amigable sonrisa, pero en sus ojos pude ver una tristeza que la máscara no lograba disimular.
—Oh, no te quejes, no es para tanto —le dije, acomodando mi cabello—. Es un trabajo sucio, pero es por una buena causa.
—Sí, lo sé, podrías estar en alguna entrevista, pero tú y yo sabemos que son siempre las mismas preguntas. ¿Cuántas veces vas a responder acerca de las dificultades de conducir una compañía siendo tan joven?
—Es cierto, sí, a veces es divertido. Y todo el mundo habla de nosotras después de cada entrevista. Pero hasta una superestrella se cansa de ser el foco de atención, siempre por los mismos motivos.
— ¿De qué me gustaría hablar? No lo sé. Cosas nuevas. Nunca me preguntan por mis canciones favoritas. O mi película preferida. Me preguntan por la empresa, y qué se siente ser una ejecutiva, y qué planes tengo para el negocio familiar. Siempre entrevistan a la CEO, nunca a la niña hermosa e inteligente.
Examiné el rostro de la niña y la risa casi hace que escupa los trozos de mango que tenía en la boca. Sacudí la cabeza, riendo para no llorar.
—Oh, querida. Imagínate si pudieran verte ahora. Cansada. Sucia. En medio de una aventura. Usando tus poderes como si no hubiera consecuencias. ¿Puedes imaginarte el escándalo que sería? No es una imagen digna de una princesa. Las princesas no hacen el trabajo sucio. Son perfectas.
—Pero para ser perfecta hay que tener poder. Hay que ser una líder con puño de hierro. Tengo que controlar todo, tienen que tener miedo de rebelarse contra mí. Si dejo que me traten como una niña, nadie me respetaría. Y si no me respetan, ¿qué me queda?
Dejé los bocadillos a un costado, dedicándole una seria mirada a la niña asustada frente a mí.
—Detente. No muestres debilidad. No eres así. Vas a resolver esto.
— ¿Y qué si nunca caminaste tanto sin que un guardaespaldas te cargue?
— ¿Y qué si nunca tuviste que preparar tu propia comida de esta forma?
— ¿Y qué si tienes miedo?
—No llegaste a donde estás rindiéndote. Siempre te sobrepusiste a la adversidad. Eres. Lola. Yates.
Me puse de pie, extendiendo un dedo hacia la niña.
— ¡No importa si estás cansada! ¡Vas a seguir adelante! ¡Vas a encontrar el Corazón de Evergreen! ¡Y vas a volver a casa con más poder que nunca!
No se veía del todo convencida, pero sabía que era su única opción. Volví a sentarme frente a ella.
—Bueno. Suficiente con tu misión. ¿Quién crees que se irá de The Dream Boat esta semana?
Y durante el resto del almuerzo, hablamos de nuestra novela favorita.
Mi primer encuentro con un animal ocurrió una media hora después de que reanudara mi marcha hacia el centro del bosque.
Cargaba ahora con una reserva de frutas dentro de una cartera hecha con hojas, ramas, y conectores de diamante. En mi mundo perfecto, encontraría al corazón de Evergreen antes del anochecer, volvería a toda velocidad a la carretera donde mis guardaespaldas me esperaban, y dormiría en la comodidad de mi torre con un tesoro en mis brazos. No pensaba cenar en el bosque… pero si me apetecía un bocadillo, no había nada de malo en contar con una variedad de frutas a mi alcance.
Para combatir el cansancio, ya no realizaba enérgicos sablazos con la espada de diamante, si no que la controlaba a distancia con pequeños gestos de mi mano, permitiéndome avanzar con mayor tranquilidad.
La disposición del bosque había cambiado una vez más, y aunque el césped ya no me llegaba hasta los tobillos sino que se mantenía a una altura razonable, las raíces de los árboles convertían el terreno en un verdadero desafío de movimiento.
Me mantenía entretenida y sana practicando entrevistas en voz alta, imaginando qué pasaría cuando volviera a Royal Woods con el legendario Corazón de Evergreen en mis manos.
—Oh, por supuesto que fue sencillo —dije, mientras saltaba de raíz en raíz como jugando a la rayuela—. Siempre fue parte de mi plan recuperar el objeto de las leyendas para la empresa. Por eso contraté a la más maravillosa de las heroínas. Una perfecta para el trabajo.
Escuché unos ruidos en las copas de los árboles sobre mi cabeza, pero a esa altura ya no me sobresaltaba por sonidos extraños. Si lo hacía, no lograría avanzar nunca, pues el bosque invadía mis oídos con un constante concierto de movimientos y sonidos de la naturaleza.
—No, no fue Eclipse. Tampoco Nova. Hablo de una heroína verdaderamente hermosa. Una princesa. No, más que una princesa. Ella es unaAAAAAAAAAH!
Me encontraba en proceso de desmantelar un arbusto con mi espada de diamante cuando un mapache salió disparado desde su interior, sobresaltándome. Se detuvo frente a mí y me observó.
— ¡Eew! ¡Qué asco! —Dije, poniéndome de puntillas y agitando mi mano para ahuyentarlo— ¡Fuera! ¡Shoo! ¡Regresa a tu basurero!
El asqueroso animal no pareció persuadido por mi invitación. Permaneció en su lugar, apenas ladeando la cabeza, mirándome con presunta curiosidad. Su imperturbabilidad por lo menos ayudó a calmarme. Pasado el susto inicial, y sin evidencia de que el mapache quisiera atacarme, relajé mi postura levemente.
—Ugh. Bien, si no vas a moverte, por lo menos quédate quieto mientras te esquivo.
Comencé a rodearlo, dejando una prudente distancia entre nosotros. No hice movimientos bruscos. Lo último que quería era alarmarlo.
—No eres tan feo cuando no te mueves —dije, a modo de cumplido—. Tus manchitas parecen un antifaz como el mío. ¿Estás también en una misión secreta? Podemos pretender que no nos cruzamos. Tú sigue revolviendo la basura o lo que sea que los animales hacen, y yo continuaré hacia mi destino.
El mapache olfateó al aire, y su mirada inmediatamente se fijó en la rudimentaria cartera donde llevaba mis frutas, las que con tanto esfuerzo y trabajo había recolectado. Pareció hacerse agua a la boca, y de inmediato comprendí sus intenciones.
— ¡Wowowo, alto ahí Bradley Cooper! —Le advertí, rodeando la cartera con mis brazos— ¡Consigue tu propia comida! ¡Esta tiene dueña!
Ya en estado de alerta, me sobresalté al oír hojas moviéndose a mi izquierda. Volteé rápidamente para encontrarme frente al animal más asqueroso que vi en mi vida. Un oso hormiguero, con su hocico alargado, olfateando el suelo mientras se acercaba a mí.
Dejé escapar un grito y trastabillé hacia atrás, tropezándome con una raíz y cayendo de pompis al suelo. Por supuesto, el impacto hizo que una de las hojas con las que había formado mi cartera se rasgara, y una manzana se salió, rodando lejos de mí.
Directo a las manos del mapache.
— ¡Hey, alto ahí! —Le dije, poniéndome de pie cuanto antes cuando lo vi tomándola— ¡Deja eso! ¡Es mi merienda! ¿Qué no ves que esta cara bonita necesita sus vitaminas?
Ni siquiera sabía si las frutas tenían vitaminas, pero ese no era el punto. El mapache, en su infinita codicia y falta de empatía, trató de alejarse de mí trepando un árbol con la manzana en mano.
Sin embargo, no iba a dejar que una vil criatura se quedara con el fruto de mi trabajo y esfuerzo. Así que con un enérgico movimiento de mi brazo, hice que la hoja de diamante cortara el tronco del árbol a la mitad.
— ¡Fuera abajo!
La copa del árbol se deslizó por el perfecto corte de mi espada de diamante, y cayó al suelo con estrépito. La luz se filtró por el nuevo hueco en la bóveda verde, bañando de un agradable resplandor las inmediaciones. Varias aves se escaparon, algunas ardillas salieron de entre las ramas, y hasta vi unos asquerosos murciélagos alejarse despavoridos tras la caída del árbol.
¿Quién diría que un árbol podía contener a tantos animales? Ni siquiera había visto uno de ellos. ¿Es que cada árbol a mi alrededor albergaba a tantos bichos?
El ladrón pareció anonadado ante la muestra de poder que había realizado. Se volvió hacia mí, y con mucha timidez, dejó la manzana frente a mis pies.
—Así me gusta —le dije, agachándome para colocar la fruta dentro de mi cartera una vez más—. Respeta los rangos.
Dejó escapar un extraño sonido, y luego procedió a alejarse a toda velocidad. El oso hormiguero también huyó lejos de mí.
—Huh, quizás debería talar árboles más seguido —dije irónicamente—. Quizás así ahuyentaré a los animales antes de que se me acerquen.
Y entonces, oí el sonido de hojas y ramas agitándose una vez más. Puse los ojos en blanco, creyendo que quizás sería otro animal tratando de huir de la pequeña conmoción que había causado.
Cuando llevé la mirada hacia el origen del ruido, sin embargo, mi corazón se detuvo.
Un pequeño canario recorría el aire de árbol en árbol, moviéndose tan rápida y elegantemente como si de un colibrí se tratara, hasta colocarse finalmente sobre una rama.
Creí que la deshidratación y el hambre podrían estar jugándome una mala pasada. O incluso que se trataba del efecto de la nueva entrada de luz que el haber roto un árbol ocasionaba en el bosque. Después de todo, la cúpula de ramas y hojas que mantenían al bosque en una semi-penumbra constante necesitaba de todos los árboles entrelazados entre sí. Al derribar uno, había permitido que los rayos del Sol ingresaran sin pedir permiso al bosque.
No era un efecto óptico, sin embargo. Incluso después de frotar desesperadamente mis ojos con los guantes, el brillo del canario seguía allí.
Es difícil de explicar. Así que presten atención, porque si no entienden, es su culpa, no la mía, ¿de acuerdo? Pero el ave no era un ave de verdad. Se veía como un pequeño canario traslúcido, con sus plumas, sus patas, y sobre todo sus ojos brillando como un adorno de árbol de navidad. Emitía una luz dorada que bañaba las hojas a su alrededor, tiñiéndolas de los colores más hermosos del otoño y dejando una estela detrás de sus movimientos, como acuarelas detrás de un pincel.
Tal surreal imagen habría sido maravillosa, de no ser por el hecho de que me tenía absolutamente aterrada. Mi primera impresión fue que se trataba de un fantasma. Luego que me había vuelto loca, pero Lola Yates no tenía ningún defecto, mucho menos la locura.
Seguramente la situación tenía una explicación razonable y lógica.
El canario extendió las alas, y comenzó a emitir un canto, como si fuera la primera hora de la mañana y quisiera despertar a todos a su alrededor. Debo admitir que, pese a lo extrañamente fuerte que sonaba, resultaba muy agradable y melódico. Digno de ser disfrutado.
Por supuesto, en cuanto la mitad derribada del árbol comenzó a moverse por sí misma, el terror volvió a apoderarse de mí. Como por arte de magia, las dos mitades del árbol se reconectaron al son del canto del canario. El tronco dejó salir una savia dorada que no estaba allí antes, y en grandes cantidades. Como si de pegamento caliente se tratara, aquella savia cubrió totalmente el encuentro entre las dos mitades del tronco, y en cuestión de segundos pareció endurecerse.
El árbol había sido devuelto a su estado natural.
El canario dejó de cantar y me dedicó una mirada de desprecio.
Dejé caer las frutas.
— ¡Él se lo buscó! —Intenté explicarle al espíritu malvado— ¡Trató de robarme la única comida que tengo! ¡Sólo estaba defendiendo mi derecho a la propiedad privada!
El canario dio un par de saltitos en la rama sobre la que se encontraba, observándome todo el tiempo.
— ¡Está bien! ¡Toma toda mi comida! —Pateé la cartera para que se abriera y algunas frutas rodaran fuera de ella— ¡Dásela a tus amigos animales! ¡Pero por lo que más quieras, no me ensucies!
El ave se dejó caer. No se lanzó para volar, sino que sencillamente se inclinó hacia delante y comenzó a caer hacia el suelo. A media altura, sin embargo, una luz mucho más intensa lo rodeó. De un instante a otro, su cuerpo experimentó una metamorfosis. Creció en tamaño, las alas se transformaron en patas, las plumas en pelo, y el brillo dorado cambió a una tonalidad rojiza, casi cardenal.
Cuando cayó de pie sobre el suelo, ya no se trataba de un canario, sino de un perro. Un pitbull terrier con manchas. De no ser un fantasma paranormal con poderes mágicos que se acercaba a mí gruñendo y con cara de pocos amigos, podría haberlo considerado adorable, incluso.
Pero bueno…
— ¡No te acerques! —Le advertí, retrocediendo con cada paso que el animal daba en mi dirección— ¡Estoy armada!
Extendí mi mano, y la espada de diamante voló de donde quiera que la había dejado hasta quedar atrapada en mi agarre de hierro, temblando junto a mí.
El perro dejó escapar un nuevo gruñido. No parecía impresionado con mi espada de diamantes. ¿Podía un diamante ganarle a un fantasma? ¿Podía el fantasma hacerme daño? No estaba segura, y tampoco quería averiguar lo segundo sin intentar lo primero.
Solté la espada e hice un rápido gesto con mi mano. La hoja de diamante salió disparada a toda velocidad, clavándose en la tierra donde instantes atrás el perro se encontraba.
Había reaccionado increíblemente rápido, saltando para evitar mi ataque. Comencé a retroceder a toda velocidad, mientras movía desesperadamente los brazos para crear pequeños diamantes flotando frente a mí y lanzarlos como proyectiles contra el fantasma. El perro espectral hizo lo que pudo para evitarlos, no sin cierta dificultad. Cuando parecía que ya lo tenía contra las cuerdas, su cuerpo entero comenzó a brillar una vez más, aumentando de tamaño, estirándose, y cambiando la tonalidad de su luz.
Ahora convertido en un felino azulado, el espíritu continuó evitando mis ataques, saltando de árbol en árbol con una agilidad envidiable, acortando la distancia entre nosotros. Desesperada por detenerlo, elevé una mano al cielo, y una columna de diamante emergió del suelo donde se encontraba el gato, impactándolo de lleno en el vientre y enviándolo varios metros hacia arriba.
La buena noticia, mis diamantes podían hacerle daño a lo que fuera que esa cosa era. La mala noticia, cayó de pie, y tras una rápida sacudida, no pareció particularmente afectado por el golpe.
— ¿Y si lo dejamos aquí? —Sugerí, retrocediendo hasta que mi espalda chocó contra un árbol— Los dos seguimos nuestros caminos. Tú olvidas que yo rompí un árbol, y yo me olvido que vi un fantasma. ¿Trato?
Con un espantoso maullido se lanzó contra mí, garras por delante. Dejé escapar un chillido de terror y cubrí mi bello rostro con mis brazos.
Mis poderes se activaron instintivamente. Hubo una explosión, y cuando abrí los ojos, me encontré a mi misma en el centro de lo que parecía ser un gran copo de nieve de diamante, de al menos diez metros de diámetro, que cubría todo el suelo. Arrancó árboles de raíz, derribó arbustos y rocas, y aparentemente logró golpear al felino, que se deslizaba por el borde del campo de diamantes, aturdido.
Caí de rodillas, y creí que estaba a punto de vomitar por el mareo y vértigo que sentí por unos instantes. Logré contenerme, sin embargo, y me reincorporé. Aún viendo doble, decidí aprovechar el momento. Extendí uno de mis brazos y cerré el puño. El suelo de diamante alrededor del gato fantasmal se retorció, y creció en una especie de capullo brillante que lo envolvió y elevó del suelo.
—Ja… Jaja… ¡Jajaja! —Grité, victoriosa, tambaleándose para no caer.
— ¡Lola Yates nunca pierde! ¡Ni siquiera los fantasmas malvados del bosque pueden contra mí! ¡Ríndete, vil criatura, y jura fidelidad a tu nueva reina!
— ¡Cliff, forma de combate!
Miré a mi alrededor, sobresaltada. ¿De dónde había salido esa voz? ¿La había oído bien? Pareció decir "forma de combate", pero… Había algo en su forma de hablar… No sólo eso, sino que la voz misma…
El animal maulló, y su cuerpo comenzó a brillar una vez más. Sentí los crujidos del diamante.
— ¿Qué? No es posible, ¿cómo…?
La capa de diamantes que envolvía al gato se resquebrajó y finalmente estalló, dejandome absolutamente anonadada. La figura brillante ya no tenía forma de un gato, sino una gran pantera, de al menos dos metros y medio de largo. Sus fríos ojos azules, brillantes como un farol, se fijaron en mí.
Creí que sería el fin. Pelear contra un canario o un perro era una cosa. ¿Un jaguar? ¿Uno cuatro veces más grande que yo misma? No veía cómo podía tener posibilidad alguna de vencer. Su mirada me petrificó, apuntalándome en mi lugar, congelando mi sangre.
Dio un paso hacia delante y se agazapó, preparada para lanzarse contra mí, pero todo su cuerpo pareció titilar, dejó escapar un rugido de dolor, y cayó de costado. Brilló una vez más, y regresó a su forma de gato.
Dejé escapar todo el aire que guardaba en mis pulmones. Quizás Dios se había apiadado de mi alma.
— ¡AAAAAAARGHH!
Por supuesto, el susto de encontrarme frente a una pantera hizo que me olvidara temporalmente de aquella misteriosa voz que había dado una orden. Eso fue hasta que oí un nuevo grito. Reaccionando por instinto, salté hacia un costado, y justo a tiempo.
Una pequeña figura impactó de lleno donde me encontraba segundos atrás. El suelo de diamante se resquebrajó, y la fuerza del impacto me envió directo al suelo, deslizándome sobre la superficie pulida hasta que golpeé con una roca.
Cuando levanté la vista, me encontré con algo tan bizarro que me hizo olvidar del hecho que me acababa de enfrentar a un fantasma que cambiaba de forma.
Un niño, o quizás una niña si la voz que había gritado le pertenecía a ella, probablemente de mi edad. Estaba descalza, con pedazos de corteza de árbol atados a sus piernas con tallos de flores a modo de armadura. En lugar de una falda, llevaba un trozo de cuero con piel color cándida de algún animal como flecos, que reaparecía como cinturón y en las mangas. El único trozo de ropa que verdaderamente llevaba era su remera sin mangas, de un aguamarina, a medio camino entre verde y azul. No estaba en el mejor estado, dañada por el uso en la intemperie. Sus antebrazos estaban cubiertos con vendas tan gastadas que eran de un marrón antiguo. Lo más llamativo, sin embargo, era el manto de hojas de todos colores y tonalidades que la cubría como una capa y capucha, ocultando su rostro y cabeza.
Oh, y supongo que la CONDENADA HACHA era también bastante llamativa. Un pedazo de roca astillada atado con tallos a una rama. A priori, debería verse hasta ridículo, pero uno tiende a respetar a las armas cuando las ve rompiendo un suelo de diamante. Científicamente imposible (al menos eso creo), pero mis ojos no mentían.
La ermitaña se puso de pie y extendió su hacha en mi dirección.
— ¡Márchate del bosque y nunca regreses!
Mi cuerpo entero tembló. No sólo por la clara amenaza, sino porque sentí en aquella voz algo… inquietante. Por un lado, sonaba vagamente familiar; por el otro, había una disonancia entre lo que oía y lo que entendía que no podía explicar, no por entonces, al menos. ¿Un acento extranjero? No, no realmente. ¿Por qué sonaba tan extraño?
— ¿Quién eres? —Pregunté, tratando de ganar tiempo mientras retrocedía y buscaba alguna salida.
Oí el ruido de sus nudillos tronando a medida que oprimía el mango de su hacha con más fuerza.
—Soy la Guardabosque, protectora de Evergreen —exclamó, golpeando la base de diamante con el extremo inferior del mango de su arma, el impacto retumbando en el bosque—. Desde que llegaste, has estado dañando a las plantas. Da media vuelta y desaparece, o nunca más abandonarás este bosque.
— ¿Me estás amenazando? —Pregunté, tratando de sonar más valiente de lo que me encontraba.
—Te estoy advirtiendo.
¿Por qué sonaba tan rara? ¿Qué tenía su voz?
—Creí que nadie vivía en el bosque Evergreen. ¿Estás sola? ¿Dónde están tus padres?
— ¡No más palabras, invasora! ¡Sal de mi bosque y no vuelvas!
Fruncí el ceño y dejé de retroceder. Me había enfrentado a muchísimas participantes en concursos de belleza, y reconocía a una bravucona cuando la veía. Me planté en mi lugar.
—Para tu información, estoy a punto de cerrar un trato por estas tierras. Está acordado de palabra: me pertenecen. Así que TÚ vete de MI bosque, o voy a tener que obligarte a hacerlo.
Por supuesto, me refería a que llamaría a mis fuerzas de seguridad para que ellas se encargaran de desalojar a esta delincuente, pero la niña pareció interpretar mis palabras como una invitación para pelear. Y con un rugido, se lanzó directo hacia mí.
Su salto me sorprendió, pues acortó los seis o siete metros que nos separaban en un instante. Levantó su hacha con ambas manos y se preparó para bajarla sobre mí. Con un grito de mi parte (en la versión final de la historia diré que fue un grito de guerra, pero aquí entre nos, fue un chillido de terror), sacudí uno de mis brazos, y un escudo de diamante se formó en el aire, bloqueando su ataque.
Cayó al suelo, algo desconcertada.
— ¡Piensa rápido! —Grité, dando un pisotón.
El suelo de diamante comenzó a resquebrajarse en línea recta hacia la guardabosques, levantándose súbitamente como una columna de roca que la impactó con la fuerza para noquear a un elefante. Ella lo bloqueó, sin embargo, y aunque la envió por los aires, no fue suficiente para detenerla.
Dio un salto con voltereta hacia atrás, apoyando ambas plantas del pie en el tronco de un árbol.
— ¡Pelea de frente! —Me provocó, lanzándose como una flecha hacia mí.
Me moví sin pensar, extendiendo mi brazo izquierdo. Los diamantes debajo de la planta de mis pies me deslizaron dos metros en el sentido opuesto, evitando la embestida de esa niña atrevida.
Tuve una idea. Con dos rápidos movimientos de mis manos, adapté las suelas de mis zapatos a patines de diamante. Y tras ganar un poco de impulso, comencé a patinar sobre el terreno fractal que había generado.
Oh, mamá, gracias por enviarme a clases de patín artístico desde los tres años.
Di media vuelta mientras patinaba hacia atrás, para no perder de vista a la villana. Se movía de salto en salto, tratando de seguirme el ritmo. No podía permitirlo.
Estiré la palma de mi mano derecha y le dediqué una mirada asesina.
— ¡Ataque de diamantes brillantes!
Una ráfaga de pequeños diamantes puntiagudos salieron disparados. Desvió los primeros con rápidos movimientos de su hacha, como si estuviera jugando al baseball, pero luego de que un diamante le rozara el brazo, gruñó y se escondió detrás de una roca.
Detuve mi patinaje para recuperar el aliento, dejar que el mareo por usar mis poderes se disipara, y pensar en mi siguiente movimiento.
No me dio mucho tiempo para pensar. Tras un quejido y un grito de esfuerzo, la roca detrás de la que se escondía se levantó y voló contra mí. Junté ambas manos delante de mi cuerpo y levanté los brazos. Una pared de diamante se levantó, bloqueando el gran proyectil. Luego hice un movimiento como si estuviera empujando el muro, y este se deslizó por el suelo en dirección a la villana.
Sorprendentemente, saltó por encima del ataque, y de inmediato lanzó su hacha hacia mí.
Podría haber levantado otro muro, pero ya había visto cómo rompía diamantes con su arma, y no quería tomar ninguna chance. Así que di un salto hacia el costado y moví mis manos para crear una púa de diamantes que creció y envolvió por completo al hacha a medida que la acompañaba en su trayectoria.
La dejé inmovilizada, atrapada en una prisión brillante, fuera del alcance de su dueña.
Le sonreí.
—Veamos qué tan mala eres sin tu arma —dije, mientras creaba una espada en mi mano derecha.
Di un paso hacia ella. Claramente no iba a lastimarla. Sólo quería que se asustara, para que me dejara en paz. Sé que soy muy intensa, pero no soy una mala persona. No iba a cortarla ni nada de eso.
Pero no puedo culparla. Si yo hubiera estado del otro lado, también se vería tenebroso. También habría creído que querían lastimarme. Así que no puedo quejarme de que, de la nada, el canario fantasma apareció volando, chocando de lleno contra mi cabeza.
Casi me hace perder el conocimiento. Solté la espada y caí de espalda. El antifaz y la tiara de diamantes rebotaron lejos de mí. Sentí un ardor muy intenso en mi mejilla, y mis ojos se llenaron de lágrimas. Me hice una bola y apreté las manos contra mi rostro, conteniendo el llanto. No estaba acostumbrada al dolor, para nada.
Traté de sentarme, pero el pájaro me tomó por la capa y comenzó a arrastrarme.
— ¡N-No! ¡Alto! ¡Por favor, no quiero jugar más! —Le rogué.
No me prestó atención. Continuó arrastrándome, sin dejar que me pusiera de pie.
La otra niña se acercó caminando, con una mano extendida. La prisión de diamante que había creado comenzó a temblar, y tras unos instantes, estalló en mil pedazos mientras el hacha volvía a la mano de la guardabosques. Aún entre lágrimas, la vi acercarse con su arma en mano.
Entre tanto terror, por un instante, tuve el agradable pensamiento de que podría volver a encontrarme con mis hermanos. Beau, Bumper, Bella, Beatrix. También con mis padres. Quizás podría volver a abrazarlos. Disculparme por no subirme al avión con ellos, por quedarme atrás.
Aquel instante de tranquilidad se extendió, acallando mi llanto, calmando mi agitada respiración, extinguiendo mi resistencia. Por un instante, me resigné a lo que fuera que aquella villana quisiera hacer conmigo.
—Espera… ¿qué?
Levanté la vista, todavía en un estado de shock.
La guardabosque sonaba casi aterrada. Soltó el hacha, dejándola caer a un lado, y retrocedió un paso. Con ojos llororos, me costaba verla con claridad.
— ¿Es un truco? —Me preguntó, sonando enfadada— ¿Quién eres?
La expectativa de una súbita muerte me abandonó, y con ello, la adrenalina volvió a recorrer mis venas. Traté de encontrar una salida a mi situación. ¿Acaso me había reconocido ahora que había perdido mi máscara? ¿Sabía quién era? Quizás ahora me ayudaría.
—Soy Lola Yates —respondí en cuanto recuperé el habla.
—Lo…la. Lo-lah. Lola —repitió.
—Sí… Lola.
Se acercó como si me temiera. Se arrodilló frente a mí, y lentamente, se quitó la capucha de hojas que envolvía su cabeza en misterio.
Escuché los latidos de mi corazón, cada vez más rápido, cada vez más fuertes. Sentí cómo mi rostro se ponía pálido, y el aire abandonaba mis pulmones.
Cabello dorado.
Ojos azules.
Esa nariz que se veía perfecta desde cualquier ángulo.
— ¿Quién eres? —Le pregunté en un susurro a esa niña que era un vivo reflejo de mi propia imagen.
—Soy La'Nah —respondió mi clon—. Eres muy bonita.
Por primera vez, estábamos de acuerdo en algo.
