POR LOS VIEJOS TIEMPOS
Capítulo 4: Los infinitos tonos de azul:
El equipo compuesto por Melissa, Nidoqueen y Flabébé llegó hasta la Pradera Floreada, que como su propio nombre indicaba era un bello prado lleno de flores de muchas maneras y colores.
-¡Qué bonito es este sitio! – exclamó la chica mirando a todas partes con admiración.
-Se cuenta por ahí que esto hace tiempo era un páramo desolado – empezó a explicar Flabébé – Pero un día alguien dio las gracias a la naturaleza y en ese momento un grupo de Shaymin apareció y, usando sus poderes, cubrieron toda la pradera de flores.
-Siempre hay que dar las gracias por lo que se tiene, aunque sea poco – respondió Nidoqueen mientras asentía completamente de acuerdo.
El grupo avanzó entonces por un estrecho camino de tierra que se abría paso entre la vegetación. Al llegar a una zona un poco más ancha, Melissa se fijó en algo y salió corriendo velozmente hasta llegar al lado de un arbusto con flores azules.
-¡Ajá! Estas flores son como las que lleváis las Flabébé, y además en azul – dijo Melissa triunfalmente mientras señalaba con un dedo la planta para mostrar su hallazgo – Misión cumplida, ¿no? – preguntó poniendo una V de victoria con sus dedos.
-Es que… – murmuró Flabébé poniendo cara de decepción.
-¿No te gusta? – se temió la chica – Es azul, ¿no es así?
-Pero no es azul cobalto, es más bien azul cian – explicó el hada.
-¿Qué? ¿Qué diferencia hay? – preguntó Melissa confusa mirando las flores atentamente.
-El cian es un azul mucho más claro que el cobalto – respondió Flabébé.
-¿Y eso es importante? – siguió preguntando la chica sin entender – No deja de ser azul…
-Pues claro que es importante – asintió el hada – Este tono me gusta mucho menos.
-Ay, madre… – murmuró Nidoqueen rodando los ojos, dándose cuenta de que iban para largo – Melissa, según tengo entendido, las Flabébé necesitan encontrar una flor que se adapte a ellas perfectamente tanto en color, como en forma y tamaño. Tienen que elegir cuidadosamente, ¿verdad? – se dirigió al hada y esta asintió.
-Dicho así creo que lo entiendo, es como la ropa para nosotros los humanos. Por muy bonita que sea una prenda si no me queda bien, no la compro – contestó la chica pensativa – Bien, entonces busquemos esa flor perfecta – añadió alzando su pulgar.
Las tres siguieron caminando un poco más por la Pradera Floreada mientras miraban atentamente a su alrededor, buscando más flores azules.
-Mira, aquí hay otra. ¿Es azul "Cobalion" o como sea la que tú buscas? – preguntó Melissa entonces mostrándosela a Flabébé.
-Azul Cobalion dice – repitió Nidoqueen entre risitas.
-¿Qué? – preguntó la chica mirando mal a la de veneno – ¿Es que no es así?
-Cobalto, Melissa, cobalto – le corrigió Nidoqueen – Cobalion es el nombre de uno de los espadachines legendarios – le recordó y la chica se puso roja como un tomate ante su error.
-Anda, pues es verdad… – respondió Melissa riendo nerviosamente, aunque al momento carraspeó – Entonces, ¿esta flor es azul cobalto? – añadió de forma seria, en un intento de recuperar su dignidad.
-No, esa flor es azul celeste – negó Flabébé.
-¿Y esta? – siguió preguntando la chica mostrando otra flor diferente, a lo que el hada volvió a negar.
-Tampoco, esa es azul eléctrico. Azul marino. Turquesa. Aguamarina – fue enumerando el hada mientras la chica iba señalando otras flores de la zona – Por todos los Tapu, ¡esa es amarilla! – exclamó rodando los ojos, al ver que Melissa había dejado de prestar atención a lo que le mostraba.
-¡Uy! Es verdad… – respondió la chica rascándose la nuca – Pero tú imagínate que ahora de repente te encanta la amarilla – añadió sacando un poco la lengua, pero la otra rodó los ojos, ya que no le hizo mucha gracia la broma.
Melissa revisó un poco más a su alrededor y se cruzó de brazos algo frustrada tras comprobar que ninguna de las flores azules de allí parecía convencer a Flabébé. Su primera misión no iba a ser tan fácil y rápida como en un principio había creído…
-Esta zona ya está registrada por completo – anunció Nidoqueen entonces – Vamos a mirar más adelante.
-Está bien – estuvieron de acuerdo las otras dos.
El equipo siguió adentrándose un poco más en la Pradera Floreada. A un lado del camino Melissa observó que había varios Combee trabajando extrayendo de las flores los ingredientes necesarios para fabricar miel.
-Esto… ¿es seguro cruzar por aquí? – preguntó Melissa no del todo convencida.
-Eso mismo me pregunto yo… – la apoyó Flabébé un poco nerviosa.
-No pasa nada – trató de tranquilizarlas Nidoqueen – Recordad, si no molestamos a los Pokémon de tipo bicho mientras trabajan, ellos no nos atacarán a nosotras – les advirtió y las otras dos asintieron.
El grupo entonces pasó de largo y siguió caminando, dejando atrás a las abejas con su recolección. En ese momento, Melissa se detuvo para agacharse al lado de un arbusto, ya que algo llamó su atención.
-Aquí hay otra flor azul, aunque de forma es un poco diferente a las que hemos visto antes… – murmuró Melissa mientras tiraba de ella para sacarla de entre el arbusto.
-¡Eh! – se quejó alguien y entonces la chica se fijó mejor en la "flor" que estaba sujetando.
-Anda, ¡en realidad es un Roselia! – se sorprendió Melissa.
-Así que querías llevarte mi preciosa rosa azul, ¿eh? – preguntó el de tipo planta bastante molesto – Pues va a ser que no, así que aparta tus asquerosas manos humanas de ella, ¿quieres? – exigió y sin darle apenas tiempo le apuntó con sus dos rosas como si fueran un cañón, y ambas se iluminaron anunciando que estaba cargando un ataque.
-¡Aaahhh! – chilló la chica asustada y en un acto reflejo lanzó por los aires al Roselia, el cual cayó sobre dos Combee que trabajaban tranquilamente no muy lejos de allí.
-¡Buzz! ¡Buzz! – zumbaron las abejas alteradas mirando con bastante enfado al de tipo planta.
-Lo siento de veras, Combee – se disculpó Roselia – Pero aquella humana es quien está perturbando la paz de este lugar – añadió señalando a Melissa y las dos abejas se giraron para dirigirle a ella sus miradas furiosas.
-Ay, no… – murmuró la chica temiéndose lo que venía a continuación.
-Camaradas de la Pradera Floreada, démosle una lección a la intrusa – propuso el de tipo planta y los dos Combee asintieron conformes, para a continuación lanzarse los tres en persecución de Melissa.
-¡Socorro, Nidoqueen! – gritó ella – ¿Eh? ¿Nidoqueen? ¿Flabébé? – preguntó confusa mirando a su alrededor, dándose cuenta de que se había despistado del grupo y se había quedado sola – No… ¡no puede ser!
"¿Y ahora qué hago?" se preguntó desesperada. "Piensa, Melissa, piensa… Se supone que tienes que usar objetos para defenderte, ¿no es así?" se dijo y entonces se puso a buscar algo útil dentro de su bolsa. "No puedo dejar que me ataquen igual que hicieron aquel Braixen y aquel Luxio nada más llegar a Aldea Tesoro".
Melissa entonces sacó de su mochila un paquete de espinas de acero que había comprado en el centro comercial.
-Esto debería servir – murmuró alzando una de las espinas para apuntar a sus enemigos con ella.
Notó que la mano le temblaba mientras que el pulso le iba a mil por hora, así que tomó aire para tranquilizarse un poco. Había jugado miles de veces de pequeña a ser exploradora y se había imaginado montones de escenarios diferentes, pero ahora estaba completamente sola frente a unos enemigos reales.
-Bu… bueno, ¡allá voy! – anunció Melissa mientras lanzaba con toda la fuerza que le permitió su brazo.
La espina de acero cruzó silbando justo entre medias de los dos Combee, pero no impactó contra ninguno, sino que se clavó en una roca cercana, a la cual se le abrieron los ojos y le salieron un par de brazos.
-¡¿Qué está pasando aquí?! ¡¿Es que ya ni siquiera puede uno echarse un rato la siesta con tranquilidad?! – gritó la roca enfadada.
-¡Oh, no! Ahora he despertado a un Geodude… – murmuró Melissa tragando saliva.
-Con que has sido tú, ¿eh? – dijo el de tipo roca entonces fijándose en las espinas de acero que tenía la chica en la mano – ¡Ahora verás!
El Geodude echó a rodar, uniéndose tras los dos Combee y el Roselia en persecución de Melissa, la cual entonces guardó rápidamente las espinas de acero en su mochila y después se dio la vuelta para empezar a correr lo más rápido que podía.
Más adelante, la gran explanada en la que se encontraban se estrechaba hasta formar un camino de apenas un metro de ancho, el cual se abría paso a través de la vegetación. La chica no lo dudó y siguió corriendo por aquel estrecho sendero, que no tardó demasiado en abrirse otra vez formando una nueva explanada.
Melissa dirigió entonces la vista hacia atrás y se dio cuenta de que tener unas piernas mucho más largas que sus perseguidores le estaba permitiendo sacarles algo de ventaja. Sin embargo, al no ir demasiado atenta a dónde pisaba, en ese momento se tropezó con una esfera azul que había ahí tirada en el suelo.
-¡Ay! Pero, ¿quién ha dejado una llamadasfera aquí? – se quejó mientras se ponía en pie de nuevo para después sacudirse la tierra de las rodillas de su pantalón – Un momento, ¿una llamadasfera? – repitió tomándola con ambas manos – Si mal no recuerdo, sirve para reunir al equipo. Si la uso, podré teletransportar justo aquí a Nidoqueen y a Flabébé. ¡Qué bien! Creo que acabo de gastar toda mi suerte diaria justo en esto. ¡Vamos allá!
A pesar del avance de la tecnología, todavía seguía siendo un completo misterio cómo de vez en cuando aparecían objetos raros en los territorios e incluso dinero. ¿Se generaban solos o alguien los iba dejando por ahí? No obstante, la verdadera respuesta le importó poco en ese momento a Melissa, la cual pulsó la llamadasfera con la mano entera para activarla y al momento Nidoqueen y Flabébé aparecieron a su lado.
-¿Qué… qué acaba de pasar? – preguntó el hada confusa al verse de repente en otro sitio distinto.
-¡Nidoqueen! ¡Flabébé! ¡Aquí estáis! – exclamó Melissa aliviada.
-¿Dónde te habías metido? – le preguntó Nidoqueen con cierta seriedad – Te estábamos buscando. Nos tenías bastante preocupadas.
-Siento haberme despistado del grupo… – se disculpó la chica agachando la cabeza – Pero… pero… ¡ahora necesito ayuda! ¡He metido la pata y me están persiguiendo cuatro Pokémon furiosos! – chilló desesperada señalando hacia atrás.
Nidoqueen miró en la dirección indicada y vio cómo en ese momento un Roselia hacía su aparición en la explanada.
-¡No escaparás, humana! – exclamó el tipo planta aún enfadado – Me da igual que ahora estés acompañada, te enseñaré modales de todas formas.
-No puedo perder la vista de ti ni un segundo, ¿eh, Melissa? – comentó Nidoqueen soltando un pequeño suspiro, pero al momento puso una sonrisa divertida – Bueno, ya que parece que tenemos compañía creo que debería aprovechar para darte unas lecciones sobre defensa.
La de veneno sacó entonces unas espinas de acero de su mochila.
-Observa con atención – pidió Nidoqueen mientras lanzaba uno de aquellos proyectiles contra el Roselia, mandándolo hacia atrás por el impacto y dejándolo tirado en el suelo.
-Vaya, qué puntería… – murmuró Melissa admirada, recordando con vergüenza lo mal que había lanzado ella misma antes.
-El truco está en intentar adivinar la trayectoria del enemigo – explicó la de veneno – En este caso, el Roselia venía directo hacia nosotras, así que sus movimientos eran bastante fáciles de adivinar – añadió y justo en ese momento aparecieron en la explanada los dos Combee, uno detrás del otro – Vaya, parece que tenemos más compañía. ¿Quieres probar a lanzar tú ahora, Melissa?
-¿Yo? E… está bien – aceptó ella sintiéndose bastante nerviosa.
-¡Ánimo, Melissa! – exclamó Flabébé.
-Gra… gracias – murmuró la aludida mientras sacaba de nuevo sus propias espinas de acero.
La chica trató de apuntar al enemigo, aunque la mano le temblaba bastante.
-Relájate – le recomendó Nidoqueen poniéndole las manos en sus hombros – Vienen dos Combee en línea, así que apunta al que viene en cabeza. Al igual que ese Roselia, se dirige directo hacia nosotras también, por tanto, la trayectoria de tu tiro debería ser una línea recta.
-Vale – asintió la chica – ¡Ahí tienes! – exclamó tirando con toda la fuerza que pudo.
En ese momento el primer Combee revoloteó ligeramente hacia un lado, con lo que consiguió esquivar el ataque, pero entonces la abeja que venía en segunda posición fue sorprendida y recibió el impacto en su lugar, quedándose un poco atontada.
-¿Habéis visto eso? No ha sido como habíamos previsto, ¡pero le he dado a uno de ellos! – exclamó Melissa feliz girando la cabeza hacia atrás para mirar a sus compañeras.
-¡Ten cuidado! – le advirtió entonces Flabébé señalando hacia delante.
-¿Eh? – preguntó la chica girándose otra vez.
-¡Buzz! – zumbó el primer Combee con cara de enfado muy cerca de ella.
-¡Ah! – chilló Melissa.
Sin embargo, Nidoqueen se adelantó y agarró al Combee con su zarpa para después lanzarlo contra la otra abeja, que todavía no se había recuperado del todo, dejando a ambos fuera de combate.
-Cuando hay enemigos cerca, despistarte un solo segundo puede significar tu ruina – dijo la de veneno con seriedad – No lo olvides.
-Lo tendré en cuenta… – murmuró Melissa avergonzada.
-¡Aquí estabas, humana! – exclamó otra voz y el grupo se giró para ver aparecer un Geodude en la explanada – Oh, no… ¡mis compañeros! – exclamó fijándose en el Roselia y los dos Combee caídos – No os preocupéis, ¡yo os vengaré! – agregó echando a rodar hacia el grupo de Melissa.
-¿Así que todavía quedan más Pokémon persiguiéndote? – preguntó Nidoqueen con cierta diversión – Sí que has hecho amigos en un momento…
-Este es el último que queda en pie – explicó la chica – Aunque precisamente, pies no tiene… – observó al verlo rodando y Nidoqueen sonrió.
-¡Vaya! No es mal chiste – opinó la de veneno – Y además tu comentario acaba de darme una gran idea. Prepárate porque tu lección número dos empieza ahora. Es cierto que no puedes usar movimientos, pero sí que puedes defenderte un poco con patadas y puñetazos.
-¿Qui… quieres que me enfrente a él? – preguntó Melissa nerviosa y la otra asintió.
-Tranquila. Voy a tratar de crear una situación en la que no haya peligro para ti – explicó.
La chica vio que el Geodude seguía rodando en su dirección y cada vez estaba más y más próximo a su posición.
-¡Se está acercando mucho! – advirtió Melissa entonces.
-Confía en mí – respondió Nidoqueen con tranquilidad.
El Geodude levantó su brazo dispuesto a atacar, pero entonces la de veneno fue más rápida y apresó al otro bajo su pie.
-¡Suéltame! – exigió la roca retorciéndose ahí en el suelo para tratar de escapar.
-No tengas tanta prisa, amigo – respondió Nidoqueen algo burlona – Obsérvalo, Melissa. Es redondito, como una pelota. ¿Quieres probar a darle una patada y mandarlo todo lo lejos que puedas? – le ofreció.
-Bueno… Puedo intentarlo – contestó la chica sin dejar de observar cómo el Geodude trataba de soltarse inútilmente.
-Lo liberaré justo cuando vayas a golpear – explicó la de veneno – Tómate el tiempo que quieras para prepararte – añadió mirándose las uñas con despreocupación, para hacer ver que tenía la situación completamente controlada.
Melissa entonces tomó un buen trago de aire y después dio un par de pasos hacia atrás para tomar carrerilla.
-¡Allá voy! – gritó la chica echando a correr con decisión.
-No – negó la de veneno con tranquilidad, levantando en el aire con bastante facilidad a Melissa por el cuello de su chaqueta, con lo que esta lanzó la patada al viento.
-¡Uah! ¿Qué… qué haces? – preguntó la chica al verse a cierta distancia del suelo.
-Acabo de ahorrarte un buen dolor de pie – le explicó la más veterana – No creo que esos zapatos que llevas protejan demasiado tus dedos de un impacto directo contra un tipo roca.
-¿Y entonces qué hago? – preguntó confusa.
-Fácil, inclina un poco el pie antes de golpear – indicó Nidoqueen – Puede que para ti no sea la postura más natural, pero si no quieres hacerte daño deberás darle una patada más bien con la planta del pie, en lugar de con los dedos – le explicó y después depositó de nuevo en el suelo a Melissa.
-Tiene sentido. Lo intentaré de esa forma.
Melissa siguió el consejo y en esta ocasión repitió el proceso inclinando hacia arriba el pie justo antes de darle una patada lo más fuerte que pudo al Geodude, el cual apenas rodó un par de metros.
-¿Eso es todo lo que sabes hacer? – se burló el de tipo roca encarándose hacia ellas de nuevo.
-Que… ¡que vuelve! – se temió Melissa.
-No te preocupes, cielo. Ya verás cómo vas puliendo tus técnicas poco a poco – le restó importancia Nidoqueen mientras daba un paso adelante – Cuando empecé a explorar era tan débil como tú. ¡Y mira ahora! – exclamó dándole una poderosa patada al Geodude.
-¡Aaahhh! – gritó el tipo roca mientras salía despedido bien lejos.
Tanto Melissa como Flabébé observaron la trayectoria del Geodude con la boca abierta hasta que lo vieron caer bien lejos de ahí.
-Esto… ¡siento los problemas que he causado! – se disculpó la chica entonces – ¡Nos iremos en cuanto hayamos terminado nuestra misión!
-No te preocupes, todos ellos se recuperarán pronto – le restó importancia Nidoqueen.
-Eso espero – contestó Melissa.
"Uff, vaya rato más movidito…" pensó la chica mientras guardaba sus espinas de acero en el interior de la bolsa. "Parece que todavía hay suficientes objetos por si ocurre otro imprevisto" se dijo mientras comprobaba la cantidad de cosas que tenía, pero al momento parpadeó confusa. "Espera… ¿dónde está el pañuelo meloc que me compré antes?" se preguntó al no verlo.
-¿Seguimos? – propuso Nidoqueen en ese momento – ¡Eh, Melissa! No te despistes de nuevo – le llamó al verla concentrada en darle vuelta al contenido de su bolsa una y otra vez.
-Oh, ¡perdón! – se disculpó ella saliendo de sus pensamientos – Es que no encuentro una cosa que compré antes, un pañuelo meloc para ser exacta.
-¿Un pañuelo meloc, dices? No he visto ninguno por aquí – negó la de tipo veneno – ¿Y tú, Flabébé?
-Tampoco, lo siento – negó también el hada.
-Qué extraño, ¿dónde lo habré puesto? – se preguntó Melissa metiendo la mano en los bolsillos de su pantalón y en los de su chaqueta, aunque sin resultado – ¿Se me habrá caído en algún lugar?
-Pues por aquí no está – dijo Nidoqueen tras echar también un vistazo a su alrededor.
-¿Podemos volver un momento hacia atrás? – pidió la chica.
-Está bien – accedió la de veneno.
El grupo volvió al lugar donde Melissa se había topado con el Roselia y los otros, pero ninguna divisó nada que se pareciera a un pañuelo.
-Tampoco está aquí… – comentó la chica mirando hacia todas partes.
-Lo siento Melissa, pero no podemos perder más el tiempo con esto… – dijo Nidoqueen señalando de un cabeceo a Flabébé.
-Entiendo… – murmuró la chica con algo de tristeza.
-Tranquila, ya aparecerá – la de veneno trató de animarla – Y si no aparece ya te comprarás otro igual. Es un objeto no demasiado raro, no te preocupes.
"Me fastidia, había comprado ese pañuelo con gran parte del dinero que había ahorrado para venir a Aldea Tesoro…" pensó Melissa algo frustrada. "En fin, ¿qué se le va a hacer? Supongo que, como dice Nidoqueen, podré conseguir uno nuevo más adelante" trató de consolarse.
El equipo entonces continuó su recorrido por la Pradera Floreada mientras Melissa y Nidoqueen repasaban de la mano de Flabébé prácticamente todo el catálogo de azules habidos y por haber, entre los que se encontraban tonos como azul pálido, zafiro, índigo, cerúleo, añil, lapislázuli, topacio y muchos otros nombres que Melissa ya había olvidado.
El terreno poco a poco fue volviéndose algo más escarpado y la vegetación mucho menos abundante, mientras cada vez veían más cerca una cordillera montañosa.
-Hemos llegado al final del territorio – anunció Nidoqueen echando un vistazo a los muros de roca que rodeaban la zona y que impedían el paso – No se puede continuar más.
Melissa entonces se dejó caer sentada sobre una roca bastante grande, ya que estaba exhausta por la caminata.
-Hemos visto muchísimas flores azules, ¿de verdad no te vale ninguna? – la chica se dirigió a Flabébé.
-No… – negó ella mirando tristemente hacia el suelo – Ninguna de las flores que hemos visto es como la que busco…
-¿Y entonces qué hacemos? – reflexionó la chica cruzándose de brazos pensativa – Solo parece gustarte la flor que tenías antes… A este paso no creo que encontremos otra exactamente igual ni aunque le demos la vuelta al territorio entero de nuevo varias veces – mencionó y Flabébé se puso a llorar – Lo siento… Supongo que otra vez he metido la pata – añadió mirando hacia el suelo con tristeza al no saber cómo animarla en esta ocasión.
-Mi flor azul cobalto era preciosa, pero no la cuidé bien y… y permití que otra Flabébé me la robara en combate – murmuró el hada entre llantos.
-¿Qué? ¿Entonces la otra flor fue robada? – se sorprendió Melissa – Espera, espera. Eso no nos lo habías contado – añadió prácticamente regañándole.
-Lo siento… – se disculpó el hada – Soy muy débil, así que en vez de ir a recuperarla pensé que lo mejor sería simplemente sustituir mi flor por otra, pero… ¡acabo de darme cuenta de que no quiero otra! – agregó lloriqueando.
Nidoqueen se cruzó de brazos pensativa y dio unos pasos por la zona.
-¿Te gustaría recuperar tu flor azul cobalto? – ofreció la de veneno entonces.
-¿Podríais hacerlo? – preguntó Flabébé mirando a ambas aprendices con esperanza.
-No te prometo nada, pero podemos intentar dar con esa ladrona – respondió Nidoqueen – Lo primero de todo necesitamos reunir información sobre ella, así que te agradecería que nos contaras dónde y cuándo ocurrió el crimen.
-Por supuesto – asintió inmediatamente el hada – Veamos… El robo sucedió en Aldea Tesoro hará tres o cuatro días como mucho – dijo haciendo memoria – Para mí, aparentemente, era un día como otro cualquiera. Me dirigía a hacer unas compras en la zona comercial, cuando de repente escuché algo justo detrás de mí que me dejó aterrorizada… – contó y en ese preciso momento una especie de rugido interrumpió la narración – ¡Ah! ¡¿Qué ha sido eso?! – chilló sobresaltada sintiendo su corazón yendo a mil por hora.
Tanto Flabébé como Nidoqueen se giraron buscando la fuente del sonido, hasta que los ojos de ambas dieron con Melissa, la cual también parecía sorprendida.
-¡Pe… perdón! – exclamó la chica avergonzada y en ese momento sus tripas rugieron de nuevo – Parece que tengo hambre… – añadió riendo nerviosamente.
-Come algo, anda – contestó Nidoqueen y tras buscar un momento en su bolsa, le lanzó una manzana a la chica.
-Gracias – respondió ella y acto seguido empezó a morder la fruta con apetito.
-Bueno, continuemos con la historia – pidió la de veneno – Si las tripas de Melissa nos lo permiten, claro – bromeó y la aludida se ruborizó un poco.
-Bien, como estaba contando antes, iba tranquilamente a comprar cuando de repente escuché una voz por detrás, muy cerca de mi oído – reanudó el hada su historia – Era… otra Flabébé. Me giré despacio y no me gustó nada su expresión. Me ofreció un trato, mi flor por la suya – explicó – Yo obviamente me negué y seguí caminando intentando ignorarla, pero ella me siguió mientras me decía que me retaba a un combate y que la ganadora se quedaría con mi flor.
Flabébé echó a temblar y su respiración se volvió algo más agitada solo de recordarlo.
-Traté de acelerar, pero ella fue más rápida y al final me alcanzó… y me derrotó muy fácilmente – admitió avergonzada tapándose la cara con las manos – Cuando desperté mis hermanas ya me habían llevado a casa… y entonces me di cuenta de que esa Flabébé, aprovechando mi debilidad, realmente había intercambiado mi flor por la suya…
-Interesante, entonces deduzco que tú tienes su flor, ¿verdad? – siguió interrogando la de tipo veneno.
-Así es – asintió Flabébé y después se quitó la mochila de la espalda y del interior sacó una flor blanca.
-No te convence ese color, ¿verdad? – adivinó Melissa mientras le daba un bocado a la manzana que aún tenía en la mano.
-No – negó el hada – Dicen que las flores blancas son las más raras de encontrar, pero a mí no me gusta, es demasiado sosa.
-Por muy sosa que sea, esta flor puede sernos de gran ayuda para seguir el rastro de la ladrona – respondió Nidoqueen.
-¿Sabes rastrear? – le preguntó Melissa sorprendida.
-No, yo no – negó la de veneno – Sin embargo, estoy segura de que Stoutland sí que podrá hacerlo.
-¿Quién es ese? – preguntó la chica con curiosidad.
-Es otro aprendiz del Pokégremio. Tiene un gran olfato, así que es un gran experto siguiendo la pista a malhechores – explicó – Él podrá seguir el rastro del olor de la Flabébé ladrona, sin duda.
-¡Pues qué bien! – exclamó la chica contenta.
-Desde luego, es una suerte poder contar con él – respondió Nidoqueen con una sonrisa – Bien, Flabébé. Para estrechar el círculo un poco más, ¿te importaría decirnos en qué zona de Aldea Tesoro fue el robo?
El hada lo meditó un momento, pero enseguida puso cara de miedo y se echó a temblar.
-No… no me acuerdo bien… – murmuró.
-¿Qué? ¿Ni un poquito? – insistió Melissa tirando a un lado los restos de la manzana y saltando de la roca en la que había estado sentada – Vamos, trata de hacer memoria. Es importante.
-Mis recuerdos están algo borrosos. Creo que estaba demasiado centrada en huir… – trató de explicarse Flabébé.
-¿Tampoco recuerdas algún sitio por el que pasarais? – preguntó Nidoqueen.
-Puede que aquello sucediera cuando estaba por la plaza con la fuente, o por la playa, o por… – intentó rememorar el hada.
-No estás segura de nada, ¿verdad? – la cuestionó la de veneno y la otra negó.
-Lo siento… – murmuró cabizbaja.
"¡Está completamente bloqueada por el miedo!" pensó Melissa horrorizada.
-Tranquila. Solo era para ponérselo un poco más fácil a Stoutland… No creo que él tenga problemas para seguir el rastro de todas formas – le restó importancia Nidoqueen – Aunque el hecho de que las Flabébé podáis flotar y desplazaros sin tocar el suelo podría complicar un poco la búsqueda… – admitió.
"Es verdad, las Flabébé normalmente flotan con la ayuda de su flor, aunque ella ha tenido que desplazarse dando saltitos" pensó Melissa mirando de reojo al hada. "Eso me recuerda a la Flabébé de esta mañana que no podía flotar, a pesar de que tenía una flor azul con ella" rememoró. "Un momento… ¿una flor azul? Tengo una mala sensación sobre esto…".
-No sé si servirá de algo, pero he oído que la ladrona ha seguido causando más problemas por la ciudad en estos días de atrás – explicó el hada en ese momento.
-Tal vez haya más reportes de robos – opinó Nidoqueen.
"¿Robos?" se preguntó Melissa bajando la vista hasta su bolsa. "¡Estaba abierta tras hablar con ella!" pensó sintiendo un sudor frío en su espalda.
-¡Oye, oye, oye! – trató de llamar la atención la chica en ese momento.
-¿Qué pasa? – le preguntó Nidoqueen.
-¡La Flabébé con la que esta mañana me crucé en el centro comercial tenía una flor azul! – gritó la chica – No sabría distinguir si era cobalto o no, pero… ¡quizás esto explique la misteriosa desaparición de mi pañuelo meloc! Además, ¡la bolsa estaba abierta justo después de hablar con ella! Y estoy segura de que yo la dejé cerrada – siguió insistiendo – ¡Tiene que haber sido esa Flabébé del centro comercial!
-Cálmate, Melissa – le pidió Nidoqueen poniéndole las manos sobre sus hombros – Nunca debes acusar a nadie sin pruebas, ¿me escuchas? ¿Y si al final todo ha sido una casualidad?
-E… es cierto, no puedo asegurar que haya sido ella… – contestó Melissa sintiéndose frustrada.
-Sin una prueba definitiva no podemos hacer mucho – respondió la de veneno soltándola al verla más tranquila.
"¿Una prueba definitiva?" repitió Melissa mentalmente fijando la vista en su mochila. "Tal vez pueda intentar… eso".
Dudó un momento, pero al final decidió sujetar su bolsa firmemente con ambas manos.
"Vamos, ¿dónde está la Percepción de Cronos cuando la necesito?" se preguntó Melissa entonces cerrando los ojos para concentrarse mejor en intentar provocar alguna visión del momento en el que perdió o le robaron el pañuelo, aunque sin éxito. "Por supuesto… como me explicó ese Xatu, esa estúpida habilidad solo funciona si estoy con un Pokémon con quien comparta un fuerte vínculo de confianza. Y, además, aunque se cumpla esa condición no siempre se activa…" pensó sintiéndose inútil.
-¿Qué estás haciendo? – le preguntaron entonces las otras dos al verla tan concentrada sujetando su mochila con los ojos cerrados.
-¡Nada! – exclamó Melissa abriendo de nuevo los párpados y soltando de golpe la bolsa – Me preguntaba si habría alguna manera de ver el momento exacto en el que supuestamente me quitaron el pañuelo meloc…
-¿Y pensabas verlo sujetando tu bolsa? – preguntó Flabébé sin entender.
-Eh… bueno… Ha sido un acto reflejo, supongo – contestó la chica riendo nerviosamente.
"¿A quién pretendo engañar? Esto de la Percepción de Cronos no lo entiende nunca nadie. Aunque lograra tener una visión, dudo mucho que fueran a tomarme en serio…" pensó Melissa con una sonrisa amarga. "Cada vez que intento explicar que a veces tengo visiones del pasado o del futuro más bien me toman por loca, así que es mejor simplemente ignorar mi habilidad".
-Bueno, estaba pensando que, si ha habido realmente un robo dentro del centro comercial, es posible que las cámaras de seguridad hayan captado algo – reflexionó Nidoqueen – Podría ser una pista. No perdemos nada por preguntar, ¿qué pensáis?
-¡Buena idea! – estuvieron de acuerdo las otras dos.
-Entonces volvamos cuanto antes a Aldea Tesoro – propuso la de veneno y sus compañeras de misión asintieron.
Melissa echó un vistazo hacia atrás y fue consciente del largo trecho que habían recorrido hasta llegar a donde se encontraban.
-Un momento… ¿tenemos que regresar todo el camino andando? – se temió la chica.
-Claro que no – negó Nidoqueen riéndose un poco mientras sacaba de su mochila su placa de exploradora, para después sostenerla en lo alto.
-Parece que estáis en el final del territorio – dijo una voz procedente de la placa – ¿Deseáis volver al Pokégremio?
-¡¿Habla?! – se sorprendió Melissa.
-Pues claro que habla – respondió la de veneno bastante divertida por la reacción de la otra – Y eso no es todo lo que sabe hacer. Ya veréis qué deprisa regresamos a Aldea Tesoro – anunció – Sí, hemos terminado la exploración. Por favor, llévanos de regreso al Pokégremio – habló con claridad.
-Entendido – contestó la voz.
En ese momento, una fuerte luz envolvió a Melissa, Nidoqueen y Flabébé, y cuando se disipó en la pradera no quedó ni rastro de ellas.
Una breve nota: Según Wikidex, el nombre de Cobalion proviene en parte de la palabra cobalto, así que en realidad Melissa no iba tan mal.
