No supe ni cuando caí dormido. Me desperté en la hamaca cuando Trixie se revolvió encima de mí. Con mis cascos alrededor de su cintura, fingí que dormía, buscando aprovechar dormir un poco más; lo del juicio me importaba un culo.

Con su magia, Trixie atrajo un reloj para verlo. Suspiró y lo tiró al suelo; al caer sonó como si se rompiera.

—Witer, despierta —me dijo Trixie mientras yo me hacía el dormido.

Sentí un casco presionar mi nariz y me lo quité de encima. Dejé de fingir y abrí los ojos: Trixie parecía feliz de verme.

—Tenemos que ir a ese juicio —dijo Trixie. Se incorporó y se estiró mientras bostezaba. Yo aún no me acostumbraba a tenerla en esa posición encima de mí.

Ella saltó afuera de la hamaca, dejándome para incorporarme y estirar mis músculos. Me sentía un poco mareado producto de la sidra de manzana —o tal vez por el movimiento de la hamaca en el acto—, pero al menos no sentía náuseas ni nada grave. Lo que sí tenía era bastante sed, y me negué a pedirle otra jarra a Trixie para no ir más borracho de la cuenta al juicio.

Trixie se volvió a poner su sombrero y su capa, y salimos en dirección al castillo de Twilight. El clima se parecía al que tenía el Bosque Prohibido: hacía algo de frío y había niebla.

—No debería demorar demasiado —me dijo Trixie mientras tiraba del remolque—. Solo tendrás que explicarle todo al juez y listo.

Ella estaba más contenta que antes, quizás porque ya se aproximaba la hora de la sentencia de Tuenji, o porque habíamos dormido juntos; no lo sabía y preferí no darle importancia. Ahora debía tener mi mente ocupada en otras cosas, como que qué iba hacer ahora, por ejemplo.

Llegamos al castillo de Twilight. En las afueras, al lado del castillo, había un grupo de guardias custodiando a una pony encadenada por los cascos y el cuello: era Tuenji; tenía la mirada por los suelos, solo la levantó un poco en cuanto me distinguió en lo que Trixie y yo llegábamos a la entrada.

Quería dejar de mirarla, pero no podía. Mi corazón se moría de aflicción de solo verla y pensar el trato que había recibido para terminar así. Ella, en cambio, me dirigía una mirada de pena como nunca se la había visto a un pony. Trixie me puso su casco en mi hombro y me instó entrar al castillo.

Tocamos las puertas del castillo y tras de ellas apareció Twilight con un regocijo tal que me recibió con un abrazo.

Nos dijo que todavía faltaba para que llegara el juez, por lo que aprovechamos y comimos algo. Como no me apetecía nada, pedí la primera cosa que tenían, pero sobre todo agua. Me comí solo un sándwich simple y bebí tres vasos de agua. Aún después de terminar, no había señales del juez, y pregunté si podía quedarme en mi cuarto un rato a solas, a lo que Twilight concedió.

En mi cuarto solo me recosté en mi cama, mirando al techo para plasmar mis ideas en él. Creía tener una idea de lo que haría, pero salirme con la mía dos veces seguidas era algo de lo que no tenía tanta fe.

De pronto tocaron a la puerta y me sobresalté; el miedo que tuve no se desvaneció, pues pensé que ya era hora del juicio. Me levanté y atendí la puerta: era Twilight.

—Hola, Witer —dijo ella—. Sé que dijiste que querías estar a solas, ¿pero podría hablar contigo?

—Ah, claro. —Me hice a un lado y ella entró cerrando la puerta tras de sí.

Yo volví a la cama para sentarme en la orilla de esta, y Twilight hizo lo mismo a mi lado.

—¿Puedo preguntar qué hicieron tú y Trixie esta mañana, Witer? —preguntó Twilight.

La imagen de mí acostado con Trixie llegó a mi mente.

—¿Exactamente qué cosa quisieras saber? —le pregunté.

—Todo —respondió Twilight.

—¿Con todo quieres decirtodo?

—Todo, Witer —repitió Twilight con gentileza.

Suspiré. Como me pidió que le contara todo, le contétodo,hasta la parte en que me acosté con Trixie.

—Oh... —dijo Twilight con vergüenza—, no tenía idea de que ustedes estaban saliendo...

—No lo estamos —respondí—, pero... no sé.

—¿Con cuántas ponis te has acostado ya? —preguntó.

Esa pregunta se podía tomar de una forma u otra. Como tal me había acostado con tres, pero solo con dos había tenido sexo.

—Tres —respondí. Como tal Twilight me preguntó con cuantas me había acostado y no con cuantas hice otra cosa. Si lo malentendía me importaba un carajo.

—Oh... entiendo —asintió Twilight.

Se hizo el silencio.

—¿Es eso de lo que querías hablar? —pregunté.

—¡Ah no! —dijo Twilight como despertando de una ensoñación—, por supuesto que no. ¿Es eso todo lo que hicieron tú y Trixie? ¿No te saltaste algo a propósito?

Contarle la verdad sobre lo que había pasado en la cueva no iba de acuerdo con el plan, así que ni pensé en recular y explicar esa parte. Todo lo demás que le había contado era tal cual como había pasado: habíamos paseado, hablado, bebido, nos acostamos y vinimos al castillo; no había nada más importante que eso.

—Estoy un poco ebrio, Twilight, pero estoy muy seguro de que no me salté nada —respondí.

Twilight me lanzó una mirada de preocupación y suspiró de pena.

—¿Tengo que confiar en que estás diciendo la verdad otra vez, Witer? —preguntó con voz rota.

El rostro de Twilight emanaba una tristeza tan contagiosa que hasta yo sentí ganas de llorar.

—Sé que me has estado mintiendo todo este tiempo —continuó—, o diciéndome medias mentiras, u ocultando cosas, o quizás todas y cada una de ellas, pero para ti es tan fácil decir que confíe en ti. Se supone que somos amigos; te he ofrecido todo lo que mi amistad puede darte, pero tú sigues guardándote las cosas para ti solo. ¿Por qué debería confiar en ti si tú ni siquiera confías en mí? ¿Cómo sé que no te estás aprovechando de mí para salirte con la tuya?

»He tratado de ser comprensiva contigo, traté de confiar en ti, pero me he enterado de que no puedo hacerlo. Tengo mucho miedo, Witer. —Una lágrima se desprendió de sus ojos—. Ese miedo me hace dudar; me hace dudar si acepté en mi propio castillo a un verdadero amigo o a un monstruo. Todo es cada vez más difuso y siento que mi cabeza va a explotar en cualquier momento. Y podría hacer mil cosas para aliviarlo; podría usar cientos de hechizos en ti para que me digas todo lo que quiero saber, averiguar tus intenciones y conocer todo lo que ha pasado, pero no quiero hacerte daño. Una parte de mí aún cree que eres mi amigo, que nada puede ir mejor en tus cascos, pero nada de eso sé. ¿Cómo quieres que lo sepa si no te has dignado a decirme nada? —Más lágrimas empezaron a derramarse por sus mejillas.

»Sigue mintiéndome si quieres, Witer, sigue... —Su voz quebró y empezó a sollozar. Cubrió su cara con sus cascos, pero las lágrimas escapaban y caían al suelo.

Lágrimas también asomaron a mis ojos, pero logré contenerlas un poco más. Verla a Twilight de esa manera me dejaba con un nudo que me ahorcaba el cuello, y yo era el culpable de eso. Ella tenía buenas razones para enojarse y desconfiar de mí.

Me acerqué a ella para consolarla, pero, con su magia, ella me apartó; no quería tener nada de parte mía. Se limpió las lágrimas con sus cascos y se bajó de la cama. Su cara estaba empapada de tristeza, pero su expresión era la más seria y firme que pudo poner en el momento.

—Puedes seguir mintiéndome si quieres, Witer, pero no a un juez —dijo sin volverme a ver—, y más te vale decir las cosas tal y como son o te vas a ver en consecuencias reales. Es el último consejo que te doy como amiga, más te vale aprovecharlo. —Salió de la habitación y cerró la puerta tras de sí.

La soledad inundó la habitación y ahogó mi ser. Estaba más solo que nunca: Tuenji estaba encadenada, Twilight ya no confiaba en mí y un perro de la calle me haría más caso que Trixie.

Había estado a punto de pedirle un favor a Twilight, pero ya no podía contar con ella para nada. El plan que tenía perdió fuerza de repente; tenía que idear otra cosa, pero el nudo a desenrollar era colosal y no podía hacerlo solo. ¿Era ya la hora de escupirlo todo? ¿Tenía que ver a Tuenji ser sentenciada y ya está? ¿O tratar de salvarlo todo con otra mentira?

«Y más te vale decir las cosas tal y como son o te verás en consecuencias reales».

Ese era el último consejo de Twilight. Sería muy hijo de puta no aprovecharlo, sobre todo si ese hijo de puta iba a terminar siendo sentenciado por mentiroso.

Tocaron la puerta. Se abrió y apareció Starlight tras ella.

—Witer, ya es hora —me dijo.

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Llegué a las puertas de la sala donde se iba a dar el dichoso juicio. Para cuando llegara adentro, ya tendría que haber elegido qué hacer, lo que no me quedabanadade tiempo.

Los guardias que flanqueaban las puertas la abrieron. Todos los que estaban adentro me volvieron a ver en completo silencio.

El extremo de la sala había una mesa, y tras ella estaba sentado un unicornio mayor con barba y melenas blancas. A su lado estaba Twilight: era de los pocos que no miraban hacia mí. A un lado de la sala estaban las amigas de Twilight: Pinkie Pie, Rarity, Applejack, Fluttershy, Rainbow Dash, Spike y se les sumaba Trixie entre ellos. Encadenada a una pared, y custodiada por dos guardias, estaba Tuenji, cabizbaja. Las cadenas eran de color azul y parecían brillar; más adelante me enteraría que esas cadenas le impedían usar sus poderes. Desde la entrada hasta la mesa del juez corría una alfombra roja por la que tenía que pasar, y a cada lado de esta había filas de guardias unicornios.

No tenía tanto la apariencia de un juicio, pero eso resaltó la idea de que era un evento más apresurado y casual, como había dicho Trixie.

—Ve, Witer —me dijo Starlight desde atrás. Tenía una ligera sonrisa en su rostro.

Si supiera lo que iba a pasar no estaría sonriendo ni un pelo.

Empecé a caminar como si tuviera flojera. Nadie hablaba, nadie se movía, nadie tosía, solo mis cascos molestaban el silencio de muerte que pesaba sobre mi espalda. Apenas alcé la cabeza. Miré a Twilight: ella tenía la mirada perdida en una pared. Miré a Trixie entre las amigas de Twilight: sonreía con gusto y me asintió. Y al final volví a ver a Tuenji para apartar la mirada al momento: no soportaba verla a merced de esas cadenas y su rostro más decaído que el mío.

Era demasiada la presión que tenía encima: las miradas, el silencio, la decisión que no había tomado todavía. Tenía ganas de dar media vuelta y salir llorando, pero mis cascos no estaban de humor para la labor.

—¿Witer, no es así? —sonó la voz potente y grave del juez haciendo eco por toda la sala.

—Sí —respondí como si no supiera mi propio nombre. No alcé la cabeza para mirarlo; el suelo parecía más llamativo.

—¿Podría por favor mirarme a los ojos, Witer? —preguntó el juez.

—¿Es importante eso, señor? —pregunté alzando un poco la cabeza para mirarlo.

—Así es, muchacho. Requiero ver tus ojos para leer mejor tus palabras. —El juez rio.

Es bonito cuando un señor mayor no es el típico viejo gruñón, pero yo no estaba de humor para esas bromas. Suspiré y alcé la mirada para contentarlo, aunque como tal no veía sus ojos, solo miraba su mesa o su toga negra.

—Así está mejor —se alegró el juez—. Me ha dicho la princesa Twilight Sparkle que usted ha estado muy involucrado en el enigma del Bosque Prohibido, ¿es eso cierto?

—Cierto —respondí.

—¿Ha mantenido una amistad con la pegaso Tuenji, quien en los últimos tiempos ha estado envuelta en muchos actos sospechosos?

—Cierto.

—¿Y que fue llevado bajo su propia voluntad por ella a lo más profundo del Bosque Prohibido para su propio beneficio?

Miré a Tuenji, esta vez sí pude sostenerle la mirada un momento: sus ojos parecían suplicar ayuda. Volví a mirar al juez para mirar de reojo a Twilight: ahora sí tenía toda su atención en mí. Y no necesité mirar a Trixie para conocer su expresión: lo más probable es que estaba riendo en sus adentros.

Aspiré hondo por la nariz.

—No —gemí y dejé caer mi cabeza hacia el frente.

El desorden se hizo en la sala. No veía quiénes hablaban, pero no me sorprendería que hasta los guardias estuvieran hablando unos con otros.

Tardó un tiempo para que el juez pudiera seguir hablando.

—¡Silencio! ¡Orden en la sala! —decía—. Witer, ¿podría explicarse mejor lo que quiere decir?

Alcé la cabeza para mirar al juez.

—Yo lo siento mucho, señor, Twilight, Tuenji, todos los acá presentes. Les he mentido, pero he tenido que hacerlo para salvar mi pellejo, ¡se los digo en serio! Quien me raptó al Bosque Prohibido no fue Tuenji, ella no tiene nada que ver con esto. Quien me raptó fue Trixie.

La sala completa exclamó. Yo no me atreví a ver a Trixie a la cara, solo pude ver los rostros del juez y Twilight volteando hacia la posición de la recién mencionada.

Twilight voló y se acercó a Trixie.

¿Es eso cierto, Trixie?—le preguntó Twilight en tono amenazante.

Me digné a ver a Trixie: las ponis que estaban a su alrededor se habían separado de ella.

—¡Pero por supuesto que no es cierto! —se defendió y luego me volvió a ver—. ¿Cómo va a ser eso posible si fue Trixie quien te ayudó a salir? ¡Es esa Tuenji la que seguro lo volvió loco con sus artes malévolas y oscuras! Fue Trixie quien te aconsejó a no hacerle caso, y ahora has demostrado ser un ingrato que no hace más que pensar consigo mismo y en su amor. ¿Y sabes quién fue la que te dijo de no revelar un secreto extra confidencial?¡Adivinaste bien, Witer! ¡Trixie!

Golpeó el suelo con su casco y este crujió, tornándose negro a su alrededor y ocasionando un leve temblor. Trixie se transformó en una sombra que se multiplicó varias veces y corrieron hacia mí mientras se convertían en la unicornio azul cielo y melena plateada.

—¡Corre, Witer! —gritó Tuenji.

Yo no la pensé y salí corriendo hacia la salida. No pude ni quise ver atrás; mis ojos estaban pegados a las puertas abiertas de par en par. Atrás mío solo podía escuchar el desastre: había gritos, disparos de rayos láser, armaduras cayendo al suelo, cascos corriendo por toda la sala.

Cuando estuve a nada de salir, algo me tomó por el estómago y me jaló. Apenas pude ver que Trixie me había tomado con una especie de enredadera negra que parecía un tentáculo que salía de su casco. Me levantaba a más de un metro del suelo y apenas podía respirar.

—¡Más les vale quedarse quietos! —exclamó Trixie—, si no quieren verlo morir ahorcado.

El tentáculo se enrolló a mi cuello y empezó a presionarlo. Me llevé los cascos a él, pero era demasiado fuerte para soltarme. Empecé a toser, pero hasta eso era difícil de hacer.

Estábamos contra una pared, rodeados por Twilight, sus amigas y unos guardias; no había escape posible hacia la puerta.

—¡No lo lastimes! —imploró Twilight.

—¡No me están dando opción! —exclamó Trixie—. ¡Háganse a un lado!

La presión en mi cuello incrementó de golpe. Con dificultad salió un gemido de dolor de mi garganta; justo en ese momento sentí que el mundo se apagaba.

¡Suéltalo, perra de mierda!—chilló Tuenji.

El tentáculo aflojó la presión. Tosí todo lo que pude y aspiraba todo el aire que encontraba. Aprovechando el momento de despiste, tan rápido que ni la vi venir, Rainbow voló hacia mí y me arrebató del tentáculo de Trixie. De pronto el vuelo se detuvo y caímos al suelo, como si no hubiese tenido suficiente con la reciente tortura.

Yo me quedé tendido en el suelo, con Rainbow siseando de dolor a mi lado. Se escucharon disparos de nuevo y Trixie corría hacia mí mientras los evitaba. Yo no tenía las fuerzas para levantarme y correr de nuevo, pero, para mi fortuna, uno de los tantos hechizos cayó en Trixie, que se quedó paralizada por completo.

—He confiado todo este tiempo en ti, Trixie —dijo Starlight quién era la que sostenía el hechizo paralizador—, pero, por más amigas que seamos, no puedo dejar que...

Antes de siquiera poder terminar la frase, raíces y más raíces emergieron del suelo sin parar. Golpearon a Starlight y la tumbaron. Twilight dio más guerra a las raíces, pero terminó sucumbiendo a ellas, atrapada con fuerza como si fuese el tentáculo que antes me tomó. La sala se convirtió en un completo caos de raíces; todos los ponis estaban esparcidos por toda la sala, desorientados y aturdidos por lo que acababa de ocurrir.

—¡No puedo usar mi magia!

—¿Dónde están, chicas?

—¡No dejen escapar a Trixie!

—¡Aquí estoy, necesito ayuda!

—¿Qué? ¿Dónde?

Esas eran algunas cosas que se gritaban entre ellas.

Trixie se acercó a mí, enrollándome de vuelta con el tentáculo y cargó en su lomo. Sorteó las raíces como si ya las conociera desde hace días y salimos de la desastrosa sala.

—¡Se están escapando!

Afuera, en el pasillo, giramos a la derecha. Yo no podía moverme; solo podía ver hacia atrás de donde iba Trixie. De la sala, volando, apareció Fluttershy y nos siguió con lágrimas en los ojos.

—¡Tú conoces mejor este lugar, guíanos! —le dijo Trixie.

Fluttershy se adelantó, desapareciendo de mi campo de visión. Más atrás nos perseguían Rainbow, Pinkie, Rarity y Applejack. Trixie pareció darse cuenta; se detuvo un momento, golpeó el suelo e ilusiones de nosotros se perdían corriendo por los pasillos.

—¡Por acá! —decían las persecutoras.

—¡No, son aquellas de allá!

—¡Te equivocas, se fueron por allá!

—¿Que no allá estaba el baño?

Las dejamos atrás y sus voces se perdieron a lo lejos.

Llegamos a la sala principal y escuché las puertas abrirse. Salimos al aire libre para encontrarnos con un día igual de nefasto lleno de nubes.

—¡Cúbrela! —ordenó Trixie—. Que no salgan.

Trixie descendió las escaleras con prisa, mientras Fluttershy hacia aparecer raíces que bloqueaban la salida.

—¡Suficiente! —gritó Trixie mientras escapaba.

Fluttershy respingó y se apresuró a seguirnos. Aunque no podía ver, ya había conocido la ruta hacia el Bosque Prohibido, y no tuve dudas de que allá nos dirigíamos.

Yo estaba aguardando el momento en que esa puerta se abriera y que salieran a mi rescate, pero, mientras tanto, Trixie podía correr en paz.

Subíamos una colina, y mi captora bajó la marcha; parecía estar cansándose.

Se vio un chispazo violeta al lado del castillo, y de ella apareció Twilight volando hacia nosotros. Las puertas del castillo se abrieron, los que la abrieron se encontraron con las raíces que cayeron a pedazos por una explosión sombría. Por las escaleras, lideradas por Tuenji, bajaban las amigas de Twilight, y un pequeño arcoíris volaba hacia nosotros a toda velocidad.

—¡Oh! —exclamó Fluttershy.

Escuché a Trixie gruñir y se detuvo en seco. Me dejó caer al suelo como si fuera un bolso y retiró el tentáculo de mí.

—¡Espérame acá, Witer! —me dijo y luego una sombra apareció debajo de mí: era la misma que había usado para escapar del remolque hasta el castillo de Twilight, y me estaba tragando. Intenté escapar, pero mis cascos estaban pegados a la sombra, succionándome poco a poco.

Trixie dio dos golpes al pasto y de pronto empezaron a multiplicarse ilusiones de mí mismo, imitando todos mis movimientos. Dio media vuelta y empezó a caminar con paciencia hacia las ponis que venían a mi rescate. Fluttershy la seguía a su lado tan insegura como de costumbre.

Antes de que llegaran las demás, Rainbow se aproximó a mi zona para buscarme, siendo ignorada por mis captoras.

—Tu ve a por Twilight —le dijo Trixie a Fluttershy.

—¿Qué? ¡No, no podría!

—Tuenji me quiere a mí; no tienes opción. ¡Ahora, andando! —Trixie corrió hacia las atacantes y Fluttershy la siguió.

Rainbow planeó sobre el mar de ilusiones de mí mismo.

—¿Cómo sé cuál de todos eres tú? —preguntó.

—¡Soy yo! —dije y los demás Witers también—. Espera, ¿que chucha?

—¿Cuál? —Rainbow se rascó la cabeza.

—¡Yo, soy yo! —De nuevo los Witers me imitaron—. ¡Mierda, cállense!

—¡No digas esa palabra!

En lo que Rainbow me buscaba, tocando cada Witer falso para encontrarme, me centré en la confrontación que estaba a punto de darse. En el aire, Fluttershy salió al encuentro con Twilight.

—¡Fluttershy, no tienes que hacer esto! —le dijo Twilight.

—Lo siento, Twilight. Esto es como tiene que ser —respondió Fluttershy.

—¡No lo es! No quiero tener que hacerte daño.

—Yo tampoco a ti.

Raíces emergieron del suelo para atrapar a Twilight, pero esta se teletransportaba sin parar para evitarlas.

¡Trixie!—La potencia de esa voz fue tal que hizo eco en la colina.

Trixie, que estaba absorta con Fluttershy y Twilight, vio a Tuenji aterrizar como un furioso meteorito a uno metros frente a ella.

—Estaba esperando a que te desataran para barrer el suelo con tu cara —se burló Trixie.

Tuenji se ensañó aún más con la unicornio. Extendió sus alas que se tiñeron de negro y se abalanzó hacia Trixie, quien devuelta se multiplicó en cientos de copias suyas. Las Trixies caían y desaparecían tras un humo negro luego de ser atacadas por las alas cortantes de Tuenji.

Mientras el combate seguía, yo aún me hundía en la oscuridad. Las amigas de Twilight aprovechaban la distracción de Trixie para buscarme.

—¡Applejack! —dijimos todos los Witers—. Estoy acá, al lado tuyo.

—¿Cuál de todos? —preguntó Applejack.

—Un poco más a la izquierda. ¡No, no tanto! Sí, ahí vas bien. Espera, espera, me pasaste, vuelve un poco. Sí, un poco más a... date un poco la vuel... ¡No, ese es el lado contrario!

¡No puedo con tantos Witers hablando al mismo tiempo!

Volviendo a la pelea, Twilight se había animado a lanzarle hechizos a Fluttershy, quien lo mucho que hacía era esconderse tras sus raíces. En eso, Trixie la asistió enviando varias ilusiones de Fluttershy para confundir a Twilight, que ahora temía disparar un hechizo indebido a la Fluttershy equivocada.

Pero eso le dio la oportunidad a Tuenji de atacar a Trixie y hacerla caer al suelo con su capa rasgada por los cortes. No aguardó otro momento más, se alzó en el aire y extendió tanto sus alas negras que parecían patas de araña. Con ellas, las apuntó hacia Trixie y se las clavó, pero esta desapareció tras una sombra. ¡Otra ilusión! Yo ni siquiera la había visto moverse.

Una sombra como unas garras apareció del suelo atrapó a Tuenji en el aire y, como si un gigante jugase con ella, la hizo impactar contra el suelo tan fuerte que levantó pasto y polvo por los aires. Las garras tomaron la forma de Trixie y un tentáculo salió de ella para tomar a Tuenji en el aire y mirarla.

—Un nuevo truco de la Gran y Poderosa Trixie exclusivo para ti —le dijo antes de lanzarla contra un árbol que se estremeció al impacto.

Me había imaginado todo tipo de confrontaciones, pero no uno tan violento como el que estaba viendo. Al igual que el árbol, me estremecí al ver a Tuenji chocar.

Luego vi a Pinkie pasar justo a mi lado.

—¡Pinkie, justo aquí, a tu izquierda! —exclamamos todos los Witers.

—¿Ah? —Como si se lo hubiera dicho su Pinkie-sentido, Pinkie me miró y me tocó la nariz para corroborar si era yo.

—¡Au, que sí soy yo!

—¡Oh! —exclamó. Me tendió sus dos cascos y los tomé. Ella jalaba con buena fuerza, pero no era suficiente; en vez de descender, me quedaba estático en el vacío—. ¡Chicas, aquí, necesito ayuda!

Rarity, Applejack, Rainbow, Starlight y Spike vinieron al socorro. Tomaron a Pinkie para tirar de mí todos juntos. Tiraban tan fuerte que me dolía los brazos, pero al menos ya estaba saliendo poco a poco.

Volví a ver a Trixie que también me miró y luego desapareció tras lanzar una bomba de humo.

—¡Chicas!

—Tranquilos, yo me encargo —dijo Starlight mientras nos soltaba—. Si supiera donde está —añadió con temor, mirando en redondo.

A sus cascos apareció una sombra aún más intensa que la suya. Accionó su cuerno y se apartó justo antes de que emergiera una sombra que parecía una fuente de líquido negro. Bajo esa sombra apareció Trixie, confrontando a Starlight.

—¿Por qué haces esto? —le preguntó Starlight.

—No me creerías, Starlight —respondió Trixie con pesar—, ni tampoco serviría de nada. —Tomó su capa y se cubrió con ella ante su amiga.

Starlight le lanzó un hechizo, pero no tuvo efecto contra la capa. Entonces Trixie la agitó y un impulso salió de ella hacia su alrededor, mandando a volar a Starlight y a los que me estaban ayudando a salir.

Fluttershy seguía defendiéndose de Twilight; apenas le quedaban unas cuantas ilusiones de ella misma. Trixie le silbó y ella la volvió a ver.

Logré notar que Tuenji se levantaba del árbol donde había caído, medio atontada y dolorida. Fluttershy empezó a volar hacia nosotros a toda velocidad mientras sus alas se ponían de color negro como las de Tuenji. De ellas dejaba tras de sí mariposas negras que parecían murciélagos. Los pequeños bichos se acercaron a Twilight, que se tapaba los oídos y gritaba de dolor como si la estuvieran dejando sorda. Desde esa distancia yo no alcanzaba a oír otra cosa que no fueran sus chillidos.

La sombra ya me estaba tragando por la barbilla, y solo podía ver los cascos de Trixie y los de Fluttershy aterrizando al lado. Antes de que Trixie me empujara hacia dentro, vi a Tuenji volando lo más rápido que podía hacia mí, en vano.

Fui consumido por las sombras y empecé a caer dentro de la oscuridad, hasta desplomarme de espaldas en un lugar iluminado apenas por unos globos celestes. Estaba en el interior de la enorme roca del Bosque Prohibido que ya había visitado esa mañana.

Me incorporé y las ramas crujieron a mis cascos. Abajo estaba el agujero que ya conocía y ya había bajado una vez. Me quedé paralizado del vértigo; no iba a mover otro músculo para evitar caer al fondo.

—¡Salvados! —exclamó Trixie—. ¡Por suerte salvados!

Casi había olvidado que había venido con Trixie. La volví a ver: me daba su espalda, dejándome ver su capa de estrellas con los cortes que le había dejado Tuenji. Si antes me había sentido muerto de soledad en mi habitación en el castillo de Twilight, ahora estaba muerto de veras; había hecho lo que Trixie me había dicho que no hiciera, y ahora estaba encerrado en medio del Bosque Prohibido con ella.

—No me dejas opción ahora, Witer —dijo con una paciencia infernal.

Me volví presa del pánico, y ahora podía hacer conmigo lo que quisiera.

Trixie se dio la vuelta y me miró.

—Por poco y acabas conmigo, ¿sabías eso? —dijo conteniendo su ira lo más que podía—. No sólo me mentiste, me rechazaste y contaste mi secreto, sino que también querías que yo fuera sentenciada en vez de Tuenji. ¿Qué otra cosa podría yo desearle a alguien que me desea un castigo semejante?

Se me ocurrió tirarme al suelo y empezar a llorar, o hacer cualquier cosa humillante para que mi castigo no fuera tan severo.

¡Dímelo, Witer!—Trixie se acercó a mí de golpe—.¡Dime una razón para no tener que matarte o hacerte algo peor!

—¡Perdón, perdón, perdón, perdón! —imploré sin parar a sus cascos; no me importaba que las raíces crujieran debajo de mí o caerme entre ellas—. ¡De verdad perdón, Trixie! No pensé bien lo que hice.

—¡No nos sirven tus disculpas! —gritó Trixie—. El daño ya está hecho y todo por tu culpa, ¡tu culpa!

—Trixie —interfirió Fluttershy.

¿Qué?—soltó Trixie.

Levanté un poco la mirada: Fluttershy se acercaba con timidez, como de costumbre.

—Tienes que calmarte —dijo con inseguridad.

¿Calmarme?¿Has analizado todo esto? ¡Ya no podemos salir de este asqueroso bosque; somos ponis buscadas! ¡Tendremos que vivir con la asquerosa comida que nos encontremos acá, con estas espantosas vistas plagadas de hostilidad, sin amigos, cero comodidades! —Trixie me volvió a ver—. Y no hablemos de que vendrán a por ti tarde o temprano con mucha más ayuda, con guardias y el resto de la realeza. Y Tuenji está de su lado; le van a creer a ella. Ya no hay solución a esto. —Me levantó con su magia y me miró ceñuda—. Tú nos metiste en esto, tú nos sacas.

—¿Qué? —exclamé.

—Lo que te dije —respondió Trixie—, porque estuculpa.

—¿Pero qué se supone que debo hacer?

—¡Dinos lo que sabes! ¡Algo!

—¡Pero no sé nada más de lo que te dije!

—¡Tienes que saber algo más!, porque si no,¿quién más lo va a saber?

Trixie no paraba de zarandearme, desesperada.

—¡Trixie! —dijo Fluttershy.

¿Qué quieres?—Trixie se detuvo y la volvió a ver.

—De verdad, cálmate.

Trixie me miró con expresión renovada, pero aún con rabia. Aspiró hondo y lo dejó salir todo.

—¡Vendrás conmigo! —dijo y me jaló con su magia.

—¡Espera! —dijo Fluttershy alterada—, ¿no pensarás...?

—¡Así es! —la interrumpió Trixie.

—¡Pero eso es...!

—Nos servirá mejor así y lo sabes.

Fluttershy abrió la boca para argumentar en contra, pero al final no dijo nada.

En el agujero, la raíz que ya había conocido subió hacia nosotros y subimos en ella. Ahora que no tenía el ala de Tuenji encima creí que caería mientras descendíamos.

—¡Sígueme! —me dijo Trixie cuando llegamos abajo.

A la luz del hongo gigante, caminamos por la cueva que parecía un triste parque destruido. En un extremo llegamos a una pared rocosa, justo allí había una grieta. Trixie me hizo pasar por ella primero: adentro había una oscuridad total. El cuerno de Trixie se encendió y reveló una asquerosa instancia cubierta de algo viscoso y negro. Las paredes se estremecían, como si pudieran respirar. Al fondo, frente a mí, sobresalía un bulto enorme que tenía la forma como de un escarabajo.

Nos acercamos un poco a él, manteniendo una distancia prudente. Trixie me hizo un gesto para que me acercara. Aunque aquello no revelaba ni una señal de vida, yo no estaba nada dispuesto a acercarme.

—No te hará daño —me dijo Trixie y su voz soltó un suave eco.

¿O sea que sí estaba vivo? ¿Qué me iba a hacer entonces? Eso no se lo pregunté. Confié en Trixie y avancé con temor; si tenía que hacer algo, no lo sabía.

De pronto el escarabajo se abrió en vertical y chilló tan fuerte que casi me deja sordo. Yo chillé también y corrí en reversa hasta chocar con Trixie. La cosa que estaba justo frente a mí soltaba y agitaba delgadas lenguas, buscando atraparme.

¿Qué es eso?—grité por encima de los chillidos de la criatura.

—Nadie sabe lo que es. —Trixie alzó la voz para que la escuchara.

¡Dijiste que no me haría daño!

—No lo hará, al menos no físicamente.

¿A qué te refieres? —La volví a ver.

—Ni yo lo sé; es difícil de explicar; pero tienes que ir ahí, Witer. Yo misma estuve ahí, Fluttershy igual, ¡ah, y tu novia también!

¡Por favor no, Trixie! Haré lo que sea que me pidas, pero esto no—rogué.

Trixie miró al techo, pensativa.

—Eso suena bien —dijo—, pero no hay de otra, Witer. Me lo agradecerás después.

Me empujó hacia la criatura que me tomó con sus lenguas y me arrastró hacia su interior. Vi a la silueta de Trixie recortada contra la luz que se filtraba de la grieta, retirándose y dejándome solo. Grité y rogué como loco, pero fue en vano; Trixie se había ido y las fauces se cerraron conmigo dentro.