2; Encuentros

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De todas las personas a las que se podía haber cruzado, esta era la que menos esperaba. " ¿No debería estar en un torneo por Okinawa o algo así?", pensó ella. Pero ahora ya no era momento de tonterías, ya eran adultos y ya había pasado mucho, en verdad mucho tiempo, y de seguro él ya tenía otra vida, y a ella le tenía que importar en lo más mínimo. No sería descortés ni grosera, pero tampoco querrá forzar ningún tipo de interacción. Se calmó y siguió practicando la postura anterior.

—Está bien —suspiró frustrado—, no hagas mucho escándalo y ponte en un tapete vacío. Entonces, la postura que vamos a hacer, tienen que…

La clase siguió sin muchos rodeos, entre cada postura, se hacía una muchedumbre de gente alrededor de Ranma, todos los que estaban ahí lo conocían muy bien. Los que practican algún tipo de arte marcial les encantaba ver torneos de combate. El chico estaba fastidiado, su trabajo lo perseguía hasta en los días libres. ¿Por qué no podía ser una persona normal por un momento?

La clase por fin se había terminado, a Akane le gustó. Hace mucho que no aprendía técnicas nuevas, y le emocionaba saber más.

—¿Qué te pareció Akane? —le preguntó su amiga, que estaba recogiendo sus cosas.

—Pues me ha gustado mucho, hace eternidades que no me ponía a entrenar en serio. ¿A ti? —se estiró en su lugar.

—A mí también, y más porque tenemos al ganador de todos los torneos de combate japoneses aquí. Será interesante —explicó con emoción.

—A mí me da igual. No porque sea ganador de los torneos significa que sea mejor persona. Además, no tengo interés en él, no es para tanto —dijo con un matiz molesto.

—¿En serio? Pensé que podrías quedar perfecta con él. Imagínate "La escritora y el Artista Marcial" que romántico suena —fantaseó bromeando.

—Ay Jun, estás loca. Para nada, a mí no me van los chicos como él —lo miró de reojo en su tapete.

—Que mal, a mí tampoco, pero pensé que a ti si, así todos seríamos amigos y nos enseñaría sus técnicas.

—Que soñadora eres… Oye Jun ¿quieres almorzar en algún lugar cerca de aquí? —preguntó señalando la puerta.

—¡Sí! Me encantaría —aceptó con entusiasmo.

—¿Viniste en coche? —le preguntó la azabache a su amiga mientras de dirigían al baño.

—No, me trajo mi hermana, pero le voy a decir rápido que no venga por mí.

—Muy bien, vamos.

Las chicas terminaron de recoger sus cosas del dojo, y le agradecieron a el señor Yamamoto por la clase. Había una gran cantidad de gente afuera porque el reconocido artista marcial se iba en su auto, le molestaba que siempre tuviera gente rodeándolo. Pudieron pasar una vez que la gente se fue, realmente eran muy molestos, y más porque la mayor parte de la gente que lo había rodeado eran chicos más jóvenes que ellos, e incluso llegó a escuchar que lo trataban como si fuera señor, Ranma-san por aquí Ranma-san por allá "¿Qué tan importante puede ser pelear en torneos como para que lo llamen señor?" Junko se subió al auto, y Akane se quedó a ver si podía pasar con la gente que había. Por fin se había ido la gente, después de un buen rato el artista marcial pudo ahuyentar a toda la muchedumbre, y parecía que Ranma también se había percatado de eso. Akane volteó a ver el auto de él, a ver si ya no estaba algún fan molesto, y él se percató de que una azabache furiosa estaba mirando a su carro, él la miró perplejo, no esperándose que estuviera ahí. Cruzaron una fracción de segundo las miradas, y no muy segura de que hacer, levantó la mano y saludó con un rostro algo nervioso, gesto que él imitó, y se subió al auto.

—¿Todo el orden Señor Saotome?

—Sí Keiko, vamos a comer —dijo ocultando su soberbia.

—Señor Saotome —encendió el carro—, la empresa de agua ha llamado, al igual que el organizador del torneo. La empresa de agua dice que si pueden empezar las pruebas de maquillaje y ropa para la sesión de fotos y rodaje. Y el organizador del torneo quiere organizar una junta informal la próxima semana para que todos los participantes se conozcan.

—Está bien, pero que nada sea en los próximos dos lunes y los próximos tres miércoles y viernes —volteó a ver a la ventana, pensativo.

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Al llegar al restaurante, Akane y su amiga comieron algo ligero, se la pasaron hablando de cosas triviales, e intercambiaron sus números. Después de ese almuerzo que habían tenido, Akane llevó a Junko a su casa y ella se fue a la suya. Recibió una llamada de Nabiki apenas entrar a su piso.

¿Qué tal te fue hermanita? —preguntó interesada.

—Nadie me avisó que estaría Ranma ahí —soltó con enojo.

En mi defensa, yo no sabía, de seguro fue papá el que lo sabía.

Es que, lo pude haber sabido desde un principio —se enojó con ella misma—. Obviamente que, si el viejo este era amigo de papá, también era amigo de Genma —añadió irritable.

Pero ¿Te ha dicho algo? ¿Te ha molestado? ¿o cuál es el tema? Y mira Akane, no es por ser grosera, pero ¿no crees que esta es una buena oportunidad para ya dejarlo ir?

Esas palabras resonaron en su mente, era verdad, ya se había cansado de tonterías y niñerías, y se estaba comportando muy inmadura. Pero, después de no saber absolutamente nada de él, y sin tener una despedida adecuada, sentía que le debía mucho, y eso la incomodaba.

Pues no sé, creo que me acostumbré mucho a tenerlo ausente que ahora su presencia me incomoda. Y a mí ya no me interesa lo que haga o deje de hacer —se excusó pobremente.

Ese no es el tema Akane, por más que no te importe lo que haga, te importa si está o no aquí. Pero bueno, no quiero discutir. Sólo quería saber que tal había ido. No te preocupes tonta, si te llega a hacer algo ya sabes que te puedes defender muy bien. ¡Adiós! —colgó sin más.

Que pesado día, y apenas iba empezando. Se tomó una ducha y ordenó un poco su departamento. Todo eso para ponerse a escribir de nuevo. Estuvo bien dos o tres horas escribiendo hasta que le entró una llamada.

¿Hola? Kane soy yo linda. ¿Qué tal? —contestó una voz juguetona al teléfono.

Hola Sato, las cosas van bien por aquí ¿qué tal tú?

Increíble, y más por la menuda noticia que estoy a punto de darte. Sabes que a mí me ENCANTA ver los combates; si sabes a lo que me refiero. Una amiga que tengo por ahí me dijo que habrá un gran torneo por aquí en Tokio de los combatientes más guapos y fuertes de Japón. Dijo que nos podía conseguir un buen lugar. Y quería que me acompañaras porque tú sabes de eso, tú me ayudas a entender que está pasando y yo me saboreo a los bombones que van a pelear. Y también dijo que habrá una fiesta después del torneo, y que nos puede colar. ¿No es eso increíble?

—¡Claro! Sabes que me encanta ver los combates Satomi, tu cuenta conmigo. Sólo dime en qué fecha.

Este fin de semana, Akane Tendo prepárate, va a ser una pasada. Y a ver si te inspiran a escribir algo nuevo, que yo sé que tienes esos dotes eróticos guardados. Bueno, besitos, cuídate, estamos en contacto bella. Ah y, no olvides la cena anual.

—Sí Sato, nos vemos, también estaré en la cena anual —colgó riendo.

A Akane le daba gracia su amiga, le gustaba que fuera muy excéntrica y extravagante. Ella fue una de las primeras personas que conoció del medio de la escritura, se hicieron amigas muy rápidamente, en una firma de libros, se le acercó bombardeándole de preguntas acerca de su libro, y cuando se había dado cuenta, ya estaban cenando en un restaurante hablando y bromeando. Esa era una de las cosas que admiraba de Satomi. Al principio le pareció rara, porque Satomi usa el estilo gyaru, y esa fue la primera cosa que le llamó la atención de ella. Pero debajo de esa pinta extravagante, está una amable chica y de buen corazón. Aunque no lo pareciera, Satomi es un par de años más chica que Akane y a veces parecía que sabía más que ella. Le apreciaba mucho, pues ha sido una de las únicas en apoyarle siempre.

Pero sabía que en ese torneo al que la invitó, de manera probable se encontraría a lo que rondaba su cabeza estos últimos días.

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Le había llegado un mensaje de texto de Nabiki.

"Deberías venir por aquí hoy, Kasumi ha hecho una rica comida."

"Ya sé que me has leído Akane ¡te esperamos!"

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Los paparazis ya se habían dado cuenta que él estaba ahí, y ahora su hotel tenía unos cuantos rodeándole. Después de regresar de almorzar con Keiko, fue a tomarse una ducha a su hotel, pero ¿cómo? si no lo iban a dejar pasar.

—Odio tener que hacer esto, pero ¿no tenemos una botella de agua Keiko?

—Tengo una aquí Señor —dijo dándosela.

El de la trenza se tiró el agua encima, plantándose en su lugar, una pelirroja.

—Es mejor que no entre al hotel por ahora Keiko, si quieres tú puedes entrar, y si preguntan diles que no estoy en el hotel por el momento, y que no me esperen —abrió la puerta del auto.

—Está bien señor, si tiene algún problema, llámeme al móvil.

La pelirroja se bajó del auto a una cuadra del hotel, inquieto aún por el encuentro con la azabache, quería despejarse. Apagó el móvil y se lanzó a caminar un rato por Tokio, coincidentemente camino al barrio de Nerima. Sabía el camino desde donde estuviera. Y no caminaba a Nerima por el hecho de que se pudiera encontrar a su ex prometida otra vez, sino por la nostalgia que le causaba caminar por ahí. Hace años que ni siquiera se topaba con Kuno, o con Kodachi. Eran buenos tiempos, y si se ponía a pensar, quisiera volver el tiempo para pasar por todas las aventuras locas que tuvo alguna vez. Cada vez todo iba siendo más conocido mientras caminaba por el río donde siempre solía pasar. En retrospectiva, nunca pensó que un día dejase Tokio para convertirse en un gran campeón de combate. Pero no iba a ser desagradecido a estas alturas. Había escuchado que en el dojo Tendo solo habitaban Soun y Nabiki, por lo que no representaría un problema ir a visitar más de cerca su antiguo hogar. Pasó por fuera, viendo la antigua puerta de manera que tantas veces había roto por accidente. Y siguió su camino.

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La azabache salió de su piso, pensó "¿Qué mal me puede pasar si voy a visitar a mi familia?". De hecho, sentía que hace años que estaba desconectada de ellos, a la única que le hablaba de manera recurrente sólo era Nabiki. Le gustaba pasar tiempo con Nabiki, a veces era molesta, pero suponía que era parte de ser hermanas. Tiene mucha comunicación con ella, y es la que más ha estado ahí. Aunque, nunca se le olvida todo lo que hizo en su adolescencia, espera que todas las fotos que tomaba estuvieran perdidas, o que nadie las viera. En realidad, eso ya no representaba una molestia. Iba relajada en su auto, no tenía prisa por llegar, hasta que se fue acercando al dojo. Estacionó su auto y volteó a ver a una persona que estaba a más o menos una cuadra de distancia.

—¿Qué pasa que me lo encuentro en todos lados? —se revolvió el pelo con cólera.

Se sentía fuera de lugar por el simple hecho de que él estuviera ahí. No podía creer que se sintiese amenazada por un hombre con el que no tiene ni la más mínima interacción. Tentada a sacar otro cigarro de los que escondía en su guantera, se convenció de que no era la manera de afrontar sus problemas, y entró a el dojo.

—Hola Akane — Saludó Kasumi, quién regaba las plantas, ofreciéndole una sonrisa.

—Hola Kasumi —le devolvió el gesto.

—Pasa, ya está lista la comida —se levantó del jardín, se acomodó su delantal y las encaminó hacia el interior de la casa.

—Gracias ¿Llegué tarde? —preguntó dejando su bolso y sus zapatos en la entrada.

—Para nada, te estábamos esperando —se integró su padre.

Entró y comió con su familia, hace mucho que no comía con todos presentes. Se sentía bien pasar un momento con ellos, sólo lo hacía de vez en cuando, y parece ser que eso la hacía valorar más el momento.

—El señor Yamamoto también es amigo de Genma ¿verdad? —preguntó lo que llevaba queriendo abordar desde que llegó, mientras se llevaba una bocanada de arroz a la boca.

Soun se quedó callado, evidenciando la respuesta a la pregunta de su hija.

—Me pudiste haber dicho antes papá —reclamó golpeando levemente la mesa.

—Pero ¿hubieras ido si te hubiera dicho? —inquirió serio.

—Pues yo suponía que Ranma ni siquiera hablaba con su padre, pero resulta que fue y se plantó ahí a media clase —respondió exaltada.

—Yo tampoco sabía que vendría hija, créeme. El señor Yamamoto nos dijo a Genma y a mí, pero yo no sabía que por el momento Ranma se encontraba en la ciudad, además Genma dijo que ya ni siquiera hablaba con él —se excusó tratando de no hacer la situación más grave.

—Pues te mintió —encajó seca.

—Bueno, ya está pagado todo. Puedes decidir no ir, no importa, pero no sé como reaccionaria el Señor Yamamoto.

Ella suspiró e intentó calmarse por unos segundos, acicalando su apariencia y sus emociones.

—Bien, seguiré yendo, sólo si eso se vuelve un problema, dejaré de ir —lo amenazó, tratando de calmarse aún más a sí misma.

Kasumi había preparado un curry con pollo frito, el cual estaba delicioso. Se quedó charlando un rato, y volvió a su vida normal.

Si se lo preguntaran, ella podía decir que era feliz. Realmente tenía todo; una casa, un trabajo, una familia, un auto, amigas. No se podía quejar de su vida. Pero muy en el fondo, sabía que estas "amenidades" no eran más que cosas superficiales. Ella no era feliz, pero no podía decirlo simplemente así, porque le recriminarían siempre que tiene mucho por lo que ser feliz. Tenía mucho, pero, no se había dado cuenta que lo más presente en su vida, era una gran herida emocional, la cual no pudo sanar nunca. Cada que podía evitaba el tema. Se lo había contado a sus amigas, pero realmente ahora solo los que la conocían desde hace tiempo lo saben. Le parecía irónico, que siempre diera consejos, que incluso escribiera acerca de separaciones y rupturas, cuando ni siquiera ella entendía lo que significaba y representaba eso. Ella sabía, estaba consciente de su problema, y más aún las personas que la rodeaban, pero nadie decía nada.

—Deberías venir más seguido Akane. Puedes venir mañana para entrenar, sabes que el dojo siempre está abierto —se despidió su padre.

—Sí papá, aquí estaré. Te voy a enseñar lo que me enseñó el señor Yamamoto.

Se despidió de lejos mientras entraba a su auto y se puso en marcha.

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—Señor, traté de llamarlo varias veces. ¿Está todo en orden?

—Estoy bien Keiko, apagué el móvil. Fui a caminar. ¿Por qué me llamaste? ¿Hay alguna emergencia? —cuestionó con preocupación.

—No, solamente llamé para avisarle que ya no había paparazzi.

—Ah, gracias. Me tomaré un baño —entró a su suite.

Este hotel tenía algo en particular que muchos otros no tenían. Siempre se quedaba en las más grandes suites, y en las más lujosas. Este era grande. Parecía que estaba bien cuidado, Keiko siempre se las arreglaba para escoger lo mejor. Se metió a la relajante agua caliente de la tina de baño. No quería salirse de ahí por nada del mundo. Le fascinaba tener esos momentos para él. Desde que empezó con los torneos la privacidad no era algo recurrente. Pero no sólo la privacidad, dejó todo atrás para volverse campeón. Le inflaba el ego, pero a veces le hartaba. Y todo empezó por el simple deseo de ser mejor, para tener un mejor dojo. Los planes se le habían ido de las manos, pero ya daba igual. En unos años se retiraría y el dinero le alcanzaría hasta que se muera.

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Se despertó sin pista de donde estaba. El agua estaba fría y él estaba en su forma femenina, vació la bañera y encendió el agua caliente de la ducha. Se mojó y volvió a su habitación. Ya era de mañana, ya daba igual. Le envío un mensaje a Keiko sobre que estaría caminando por ahí.

Salió a una tienda de conveniencia cercana. En ciudades como Tokio siempre había algo que hacer, pero a él no le llamaba la atención, era una ciudad que conocía muy bien, y además una ciudad muy concurrida. Eso puede representar un problema, ya tiene suficiente con que le pidan autógrafos, más tendrá en una ciudad tan grande. La primera fase del torneo sería este sábado, son muchos participantes, así que se maneja en dos fases. Y además tienen una fiesta después. A él le gusta estar en las fiestas, porque aparte de que sus rivales se convierten en sus amigos, hace algo más interesante que entrenar. Tenía varios amigos dentro de los combates, aunque en época de torneos sólo hablaba con ellos durante las fiestas. Puede que sean amigos, pero él es muy competitivo aún.

Compró una bebida energética y una revista. Había una banca afuera de la tienda, se sentó y comenzó a beber mientras abría la revista para ver el contenido.

" Akane Tendo ¿Se va o se queda?

· Varios rumores afirmar que la autora de "Corazón fuera de tiempo" planea publicar un nuevo libro. ¿Cumplirá las expectativas de los lectores? ¿Cuáles son los planes a futuro con sus obras? Estos son los reportajes de la última entrevista… "

Esta vez había comprado una revista de chismes baratos. Había hecho una promoción con una marca de ropa, y tenía una entrevista exclusiva ahí. Le llamó la atención que nunca se había percatado de lo realmente famosa que era ella, tal vez era por que no estaba muy familiarizado con el mundo de la escritura, pero, nunca había escuchado hablar de ella tan formalmente. O tal vez sólo fuese que ella era famosa sólo en Tokio.

—Aquí está…

Era una foto que cubría toda la hoja de él modelando ropa deportiva. El sabía que nunca en su vida usaría ropa deportiva de ese tipo, sin embargo, tenía que usarla de vez en cuando, cuando sabían que el lugar iba a ser muy público o que iban a un lugar con cámaras. Lamentablemente así funcionaba el mundo de los patrocinios, y aunque odiará usar toda esa ropa y promocionar todos esos productos, al final del día le daban dinero y le daban más "estatus" dentro de los combates.

"Pregunta número 4. ¿A quien van dedicados sus libros?

· Realmente, mis libros van únicamente a mi familia, quien me apoya en mi carrera.

Pregunta número 5. ¿Sus libros se basan en experiencias personales?

· En parte, son cosas que he vivido, pero mucho de eso se lo atribuyo a mi imaginación."

En la entrevista que dio él, muchas veces tenía que mentir para engañar a la prensa, era algo a lo que ya estaba acostumbrado. Terminó su bebida y regresó a su hotel.

—Buenos días Ranma —saludó Matsuda.

—Buenos días, Señor Matsuda ¿Planes para hoy?

—Si, hay que ir al estadio donde se hará el combate, para tomar un camerino y que nos digan cómo va a ser el esquema. Además, que ya es en tres días y tienes que entrenar —advirtió.

—Vale ¿Keiko me ha apuntado a un gimnasio?

—Sí, puedes ir cuando más se te acomode, pero tienes que entrenar sí o sí.

—Bien —asintió con la cabeza—, hablaré con Keiko.

—¿Y eso que tienes ahí? —preguntó notando la revista en su mano.

—Quería ver cómo habían salido las fotos de la marca de ropa deportiva. No están mal.

La hábil asistente se acercó a ellos, entrando a la conversación.

—Hola Keiko, el Señor Matsuda me ha dicho que me apuntaste a un gimnasio.

—Así es, le voy a a mandar la dirección para que pueda ir. Tenemos la filmación del comercial y la sesión de fotos el jueves por la tarde. Y el lunes siguiente la entrevista por la tarde igualmente.

—Ah que agobio… —se frotó las sienes.

—Anímese Señor, estas semanas tendrá un par de días libres. Si le parece, puedo buscar un lugar que le guste para que sea más amena la visita en Tokio.

—Gracias Keiko, no hace falta, si quieres sal tú. Sé que este trabajo es cansado. Bueno, creo que me voy al gimnasio de una vez, espero que esté abierto —dijo metiéndose en su habitación para cambiarse.

Una vez terminó, bajo a la recepción y se fue en su auto.

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—Y ¿Qué tal va todo hija?

—En general bien papá, nada por lo qué preocuparse.

—¿Mañana volverás con el señor Yamamoto?

—Me gusta lo que enseña. Y creo que ya es momento de que madure y que no me tenga que importar si esta él o no. Sólo espero que no se vuelva un gran problema para mí.

—Gracias, pensé que de verdad no irías. Hasta pensé en decirle a el señor Yamamoto que por motivos personales no asistirías más. En serio hija, gracias.

—No, nada de eso, incluso he hecho una amiga, realmente tengo más motivos para quedarme que para irme. Tú no te preocupes papá.

—Está bien, pero si cambias de opinión no importa si quieres dejar de ir.

—Bueno, a entrenar que mañana se viene más.

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—Quédate a comer hija. Es agradable que vengas. Puedes seguir viniendo, como lo has hecho la semana pasada, ayer y hoy.

—Gracias papá, pero no puedo. Tengo algo que hacer.

Después de entrenar salió a su departamento, hoy como todos los años, se celebraba una importante cena donde invitaban a los escritores del momento, ya sean de novelas, ensayos, ó incluso poesías. Después del primer año que empezó a publicar sus libros la comenzaron a invitar. En la celebración, no se hacía nada más que una cena y un baile, ella supone que es para que los escritores del momento se conozcan. A veces le era aburrido, dentro de el mundo de los libros había gente de todas las personalidades, eso hacía que le fuese más difícil socializar dentro de ese tipo de eventos. Ella sabía que no tenía algún tipo se rasgo realmente destacable que la hiciera excéntrica como los demás que asistían. Pero de vez en cuando le gustaba ponerse un vestido de noche y salir a bailar con sus amigas del medio.

Llegó a su piso y recibió otra llamada de Satomi.

Hola Kane, ¿ya estás arreglándote para la cena? —preguntó con entusiasmo.

—Hola Sato, no, no realmente. Acabo de llegar de entrenar.

Que bien, que tengo muchas ganas de arreglarme contigo.

—¿Quieres que vaya a tu casa?

No es necesario, yo voy a a tuya, que queda más cerca. Llegó en unos veinte minutos ¿vale?

—Está bien Sato, aquí te espero.

Al momento de salir de el baño, le llamaron de recepción avisándole que venía alguien, quién obviamente era Satomi. La dejó pasar y subió a su piso. Su amiga llegó con un bolso pequeño y uno mediano, donde traía su maquillaje y sus cosas para arreglarse, y además traía dentro de una funda para ropa su vestido, el cual era un vestido largo rosa palo entallado al cuerpo con corte de sirena y muchos volantes.

—¡Hola Aka-Chan! Mira todo lo que he traído, traje montones de maquillaje para que te puedas maquillar, y traje una plancha de pelo —movió la plancha.

—Hola Sato-Chan, vaya… ¡qué emoción! Sabes, presiento que esta noche va a estar más que aburrida, pero nos vamos a ver fabulosas. Déjame ayudarte, tienes todo encima —agarró unas de las cosas que traía encima.

Se pasaron bien unas cuatro horas hablando y arreglándose. Akane se puso un vestido con corsé incluido, el cual le daba una figura más afinada, el vestido era azul claro, y estaba ajustado al cuerpo, desde encima de el busto, hasta llegar al piso. Se había encrespado la punta del pelo, estilizándolo más, y se puso un maquillaje muy sutil, pero que realzaba sus facciones. Satomi se puso su vestido rosa, con su maquillaje característico, y unos tacones muy grandes, además de su pelo, el cual se había hecho medio recogido y se lo había rizado. Ambas traían unos pequeños bolsos con lo más indispensable, y como ya estaban listas, salieron hacia la cena en un taxi que habían pedido.

Al llegar al lugar, era un gran salón de eventos, tenía glamorosas mesas con centros de mesa preciosos, rápidamente encontraron su mesa asignada y se sentaron, un amable mesero les sirvió algo de vino para comenzar la noche. Al llegar, se estaba dando por empezada una ceremonia donde el organizador del evento agradecía la asistencia de todos los presentes, y habló unos diez minutos de la importancia de que todos se vieran con recurrencia. La noche apenas estaba empezando, Akane hablaba con varias amigas que tenía ahí, divertida sin lugar a dudas, el vino hacía más apacible su estancia ahí.

A la mitad de la noche, un hombre se le acercó a la azabache. Era alto, de apariencia ruda, pero elegante. Se veía que no pasaba de los treinta, y parecía ser que tenía mucha clase.

—Buenas noches —saludó, besando su mano.

—Buenas noches —respondió con cierto color arrebol cubriendo sus mejillas.

—Akane Tendo ¿Cierto? —sonrió coqueto.

—Sí — asintió —. ¿Y usted?

—Jomei Endo, por favor, sin formalidades. Espero qué estés pasando un grato rato por aquí. No sé si me conozcas, escribo poesía. He escrito para varias mujeres, pero sin duda después de esta noche podré escribir un poemario completo.

—¿Ah sí? —dijo algo avergonzada.

—Bueno, tal vez podría tener más inspiración si me dieras tu número —sonrió.

—Está bien señor poeta —dijo tersa, escribiendo su número en su móvil.

—Bueno Akane, no te molesto más, espero encontrarnos de nuevo para bailar una pieza juntos —se despidió besando su mano de nuevo.

—Akane… ¡Qué pasada de hombre te encontraste! —sacudió levemente Satomi a su amiga.

—Llegó saludándome con un beso en la mano —se avergonzó más.

—¿Y? ¿Le diste tu número? —preguntó entusiasmada.

—Sí, no sé si debí. Tal vez sea un error, él se ve muy grande para mí. Además, me pareció como muy romántico. Pero he de admitir que si endulza el oído.

—Tú no te preocupes, es tu tiempo de encontrarte a alguien. Estás en el pico de la juventud. Créeme, es tu momento —insistió y después tomó algo de su vino.

Ambas siguieron disfrutando, sin darle muchas vueltas al asunto. Durante esa noche, Akane no se volvió a encontrar a Jomei por ninguna parte, no tomó mucha relevancia en el tema y pensó que probablemente se había ido por cansancio, porque ya era algo tarde. Recordó que al día siguiente ella tenía algo que hacer en la mañana, así que avisó a Satomi y se fueron juntas. El taxi llegó primero al piso de Akane y después se llevó a Satomi a su casa. Esa noche había sido cuánto menos extraña. Nunca había llegado un hombre así de elegante a acercársele, siempre llegaban hombres que, si bien no eran malos, parecían ser algo inmaduros o simplemente no le agradaba su forma de ser.

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Hola, hola. Siento que este capítulo fue más corto que el anterior, igual siento que fue muy poco interesante. Pero fue justamente porque estoy tratando de dar introducción a cosas que van a pasar más adelante. Recuerden darle follow y favorito, y si les gusta como escribo les recomiendo ir a leer mis demás obras. Díganme que piensan de este capítulo en las rewiews porque su opinión también importa para seguir este fic. Gracias.

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