JJ
Son buenos muchachos, los conozco, no se merecen lo que les estás haciendo.
No podía sacarse esas palabras de la cabeza, ni eso ni la forma en la que el detective la había mirado. Se lo habían dicho desde el inicio, que no perdiera el tiempo porque no le iban a creer, pero ella no había escuchado.
No era justo, aunque a decir verdad nunca iba a serlo. JJ por fin entendía que no importaba lo que le hubieran hecho, no importaban la rabia y la impotencia que sentía, no importaba absolutamente nada que viniera de ella. Quería llorar y gritar, pero todavía no llegaba a su dormitorio y lo último que necesitaba era hacer un espectáculo en la mitad de la calle.
De todas formas, sintió un par de lágrimas deslizarse por sus mejillas.
No puedes esperar que tu comportamiento indecente sea cubierto con una denuncia.
Intentar buscar justicia no valía la pena si nadie se molestaba en escucharla. Esos oficiales nunca se iban a poner de su lado, eso sí que le había quedado claro.
Y tienen el descaro que decir que fue consensuado, pensaba. Más que tristeza, sentía rabia, impotencia por su situación y por el nulo interés de ese detective en ayudarle. Si ellos no hacían nada, ¿quién iba a hacerlo? No había que ser un genio para saber la respuesta.
Sentía el frío viento rozar sus mejillas, el cielo estaba oscuro y se alcanzaban a ver unas pocas estrellas. Había salido del entrenamiento directamente a la estación, así que debían ser las siete u ocho de la noche. Quería llegar rápido a su cuarto para tirarse en la cama y olvidarse del mundo y de sus problemas, ya mañana pensaría como resolverlo todo.
Alguien salió desde un callejón que estaba a su derecha, JJ alcanzó a verlo por el rabillo del ojo, pero se le fue encima antes de que ella pudiera reaccionar. La tomó del brazo y la arrastró hacia adentro, pasó tan rápido que antes de poder gritar ya tenía el cuchillo sobre su cuello.
— Sabes como funciona, si gritas te mato —Esa voz la paralizó: Tony.
En el callejón solo había cajas sucias y un contenedor de basura que parecía demasiado lleno. La rubia sintió su espalda estamparse contra los ladrillos de una de las paredes. Desde donde estaba no podía ver la salida, la basura que sobresalía del contenedor los cubría. Tampoco sabía si alguien había visto a Tony abordándola, lo dudaba, la calle ya estaba bastante desocupada cuando salió de la estación y muy poca gente salía los miércoles a esa hora. Estaban prácticamente solos.
— Tony... —Le temblaba la voz, esto no podía estar pasando, no podía estar pasando, no podía estar pasando.
— ¿Qué fue lo que te dije? —Su mano le apretó más fuerte el brazo.
JJ no fue capaz de contestarle, en ese momento se le vino a la mente una de las tantas cosas que le había dicho el detective.
Hablamos con ellos y los cuatro aseguraron que lo que pasó fue consensuado.
No.
Hablamos con ellos.
Frisman les había dicho.
Tony sostenía el cuchillo justo bajo su barbilla, su otra mano le aprisionaba el brazo derecho y usaba su codo para presionarle el pecho y mantenerla pegada a la pared. La parte plana de la hoja le empujó el mentón hacia arriba, la obligó a levantar la mirada para enfrentarse con los ojos oscuros de Tony, se estremeció.
— Tú no entiendes, ¿no? —JJ nunca lo había visto tan enojado.
— Tony espera, por favor... deja que te explique—Las palabras le salían ahogadas.
— ¿Y qué es lo que me vas a explicar, eh? Hiciste la única cosa que te dije que no hicieras —se acercó más y pegó su mejilla a la de ella para susurrarle al oído— ¿Recuerdas lo que dije que pasaría?
Iba a matarla, estaba segura. Era una idiota, debería haberles hecho caso desde el inicio. Sintió su pierna colarse entre sus muslos y obligarla a separarlos, no podía respirar bien y las lágrimas se deslizaban por sus mejillas. Trataba de empujarlo para separarlo de ella, pero era inútil, no tenía la fuerza suficiente.
— Perdón, por favor perdóname... fue un error, no sé qué estaba pensando.
Le dio un beso justo sobre la oreja.
— Eres tan linda, JJ, no quiero matarte —Alejó el cuchillo de su cuello solo para deslizarlo debajo de su ropa y posarlo justo en el borde de sus senos, su mano la acarició con la delicadeza propia de un gesto romántico—, pero no me dejas otra opción.
Presionó un poco y ella sintió como la punta la cortó. Soltó un gemido que era más de miedo que de dolor y Tony le beso la mejilla, como si quisiera consolarla.
— Shhh... quédate quieta y te prometo que acabaré rápido.
No quería morir, pero estaba atrapada entre él, el cuchillo y la pared. Solo le quedaba una alternativa: suplicar. No había funcionado la primera vez, pero era su última opción.
— Por favor no... retiraré los cargos... no... no volveré a intentar nada... lo prometo.
— Muy tarde para eso —El corte se hacía más profundo lentamente.
JJ estaba desesperada.
— No me creyeron... Frisman... el detective... está convencido de que mentí, no... no tienes nada de que preocuparte—la mano de Tony se detuvo.
Su risa casi la sorprende, se escuchaba igual de escalofriante.
— Por su puesto que no te iban a creer ¿no te lo dije? —El cuchillo se alejó de su abdomen y la mano que lo sostenía bajo hasta sus muslos, tocó su entrepierna y la apretó hasta que ella soltó un chillido de dolor— Eso fue algo que tú solita te buscaste, aunque no te voy a negar que lo disfruté... todos los disfrutamos.
Se estaba excitando, JJ lo sabía, su respiración, tono de voz y la forma en que la tocaba se sentían demasiado familiares.
— ¿Y si lo hacemos otra vez? Solo tú y yo.
No.
No podía pasar por eso de nuevo.
Tony no esperó a que le contestara, desabrochó el botón de sus jeans y bajó la cremallera. Ella quería apartar su mano, pero sentir el cuchillo sobre su muslo interno la detuvo.
— No te resistas, JJ, será más fácil para ti así.
Al menos solo sería él.
Debería dejarlo, era lo más inteligente, dejar que hiciera lo que quisiera con ella y no arriesgarse a que la cortara. Pero no quería quedarse quieta y permitir que la tocara, no podía revivir esa noche. Su mano estaba peligrosamente cerca de su vulva, lo único que la protegía era la delgada tela de su ropa interior. Tony la mantenía aprisionada contra la pared, sentía su cálido aliento junto a su oído, con cada segundo que pasaba se agitaba más.
— Solo admite que te gustó —Sus dedos llegaron a su piel—, no te hagas la difícil conmigo otra vez.
— No —Fue un susurro.
— ¿No? Creo que puedo hacerte cambiar de opinión —El agarre en su brazo izquierdo desapareció, solo para reaparecer sobre su pecho, de pronto se sentía un poco más libre.
Tony besó su cuello, acarició su pecho y JJ ya no pudo soportar más. Tomó aire y lo empujó con toda la fuerza que tenía, logró quitárselo de encima durante unos segundos. Se tropezó hacia atrás y se golpeó contra el contenedor de basura, un par de cajas cayeron al suelo. La rubia aprovechó el momento para alejarse, pero él fue más rápido y alcanzó a agarrar la manga derecha de su buzo. De repente ya estaba de pie otra vez.
JJ se revolvió con fuerza, él la acercó de nuevo y rodeó su cintura con su mano derecha, en la que sostenía el cuchillo. La empujó hacía la pared otra vez, su frente se golpeó con los ladrillos.
— Sigues siendo igual de terca —Le dijo, lleno de rabia—, te mentiría si dijera que no es algo excitante.
Tony estaba detrás de ella sosteniéndola firmemente, le dolía la cabeza y se sentía mareada, pero no quería rendirse.
— ¡NO!
— Quédate quieta de una buena vez —El filo del cuchillo volvió a su abdomen, su mano volvió a tocarla y JJ supo que ya no tenía escapatoria.
— ¡Ey! —Era una voz lejana, que venía de la entrada del callejón y que ella no reconoció— ¿Qué le estás haciendo?
— Mierda —susurró Tony.
— Suéltala —Ordenó la voz desde la entrada del callejón.
Alcanzó a pensar que la iba a soltar cuando un dolor agudo le atravesó el abdomen, una y otra y otra vez. La apuñaló antes de soltarla y dejarla caer sobre la pared, ella no pudo sostenerse. Parecía que su pecho y abdomen se estuviera quemando, se sentía sin aire. Puso las manos sobre su estómago y sintió algo caliente y viscoso entre sus dedos. Estaba sangrado, mucho, su ropa se empapaba poco a poco mientras el sabor a hierro le llenaba la boca.
Escuchó pasos en el callejón, no sabía si se alejaban o se acercaban. Respirar le dolía, trató de calmarse, pero el ardor se le hacía insoportable.
— Oye, ¿estás bien? —La voz ahora estaba mucho más cerca, JJ abrió los ojos y vio a alguien inclinado sobre ella— ¿Él te...? —Se interrumpió de repente y se alejó de ella de un salto—. Tranquila, voy a... voy a buscar ayuda.
Ella apenas distinguió como se alejaba, no sabía quién era, pero no quería que la dejara sola. Se sentía cansada, los parpados le pesaban.
Le pareció escuchar más voces antes de desmayarse.
