Cap 5

Era lunes, y durante el bullicioso almuerzo en la escuela, Ranma avanzaba con paso decidido por los pasillos, su mirada fija en un solo objetivo: encontrar a Daisuke. El día transcurría como de costumbre, pero para él, había una tarea pendiente que no podía dejar pasar. Cuando finalmente divisó a su "amigo" sentado junto a Hiroshi, decidió que era el momento de poner las cosas en claro.

Sin rodeos y evitando atraer demasiada atención, Ranma se acercó y se sentó frente a ellos. Su semblante, serio como pocas veces, no dejaba lugar a bromas. Daisuke intentó sonreír, pero la mirada de Ranma lo dejó congelado.

—Necesito hablar contigo… —murmuró Ranma, cuidando que nadie más lo escuchara, mientras deslizó la revista AV hacia él de manera discreta.

Los ojos de Daisuke se abrieron de par en par, recordando inmediatamente lo que había hecho días atrás. Antes de que pudiera decir algo, Ranma lo interrumpió, resumiendo de forma vagamente lo que esa "famosa" revista había provocado en su vida. No entró en detalles, pero lo suficiente como para hacerle entender a su amigo que aquello había sido un gran error.

Daisuke y Hiroshi, sintiendo el peligro inminente ante el ceño fruncido y la creciente aura de furia que provenía de Ranma, intercambiaron miradas nerviosas antes de caer de rodillas casi al unísono.

—¡Lo siento, Ranma! ¡No sabía que causaría tantos problemas! —gimió Daisuke, temblando, mientras Hiroshi asentía vigorosamente, sin decir palabra, pero claramente arrepentido de su complicidad.

La revista volvió a su dueño, y aunque el incidente parecía resuelto, Ranma aún no podía sacudirse la sensación de incomodidad. Con el problema fuera de sus manos, su mayor preocupación era poder comer en paz. Sin embargo, a pesar de sus mejores esfuerzos, no lograba concentrarse. Akane y su inesperada "curiosidad" seguían rondando en su mente.

Ranma apenas podía concentrarse en el almuerzo mientras sus pensamientos revoloteaban alrededor de Akane y la maldita revista. ¿Por qué estaba tan interesada en la revista?, se repetía mientras mordía un bollo de arroz sin apenas saborearlo. El simple acto de comer, que normalmente era su momento favorito del día, ahora le resultaba insípido y desconcertante. Cada bocado lo llevaba de vuelta a la imagen de Akane hojeando esas páginas, con una mezcla de vergüenza y curiosidad reflejándose en su rostro.

El ruido de sus compañeros hablando a su alrededor se desvanecía en su mente, eclipsado por esa persistente duda. Quería saber qué había motivado a Akane a detenerse en esas páginas. ¿Qué cosas necesita ella saber?, su mente no podía dejarlo pasar.

De repente, sin pensarlo, la pregunta salió de su boca, como si la curiosidad de Akane lo hubiese contagiado.

—Chicos… ¿existen revistas AV para chicas? —preguntó sin medir las consecuencias.

Los cubiertos de Daisuke y Hiroshi se detuvieron en el aire, y ambos lo miraron perplejos. La pregunta era extraña, especialmente viniendo de Ranma, quien no solía interesarse en esos temas de manera tan directa.

—¿Por qué preguntas eso, Ranma? —cuestionó Hiroshi, levantando una ceja, claramente intrigado.

Ranma parpadeó, tratando de dar con una excusa rápida.

—Solo me surgió por curiosidad —respondió rápidamente, pero al instante la palabra "curiosidad"lo golpeó como un puñetazo. Desde el día anterior, ese término le causaba una inquietud extraña. Akane había usado la misma palabra para justificar lo que hacía, y ahora parecía que se le estaba metiendo en la cabeza. ¿Acaso no tiene derecho a saciar su curiosidad?, se preguntaba a sí mismo, sintiendo una punzada en el pecho que no había anticipado. Tú podrías "ayudarla",pensó involuntariamente, su mente girando hacia un lugar inesperado. No sería la primera vez que intervenía en los asuntos de Akane, pero esta vez la situación tenía un matiz distinto, algo que lo hacía sentir... ¿excitado? Excitado no por Akane por supuesto, sino por la situación, se dijo para sí mismo. Seguramente sus hormonas, tal como había ocurrido la noche del viernes, estaban descontroladas y no estaba pensando ni actuando con claridad. De todas formas no podía negar que la situación le resultaba de lo mas estimulante.

—Esa no me parece una duda al azar… —agregó Hiroshi, interrumpiendo sus pensamientos, con una sonrisa burlona comenzando a formarse en su rostro—. No me digas que no te gustó la revista porque a ti te van los tíos, Ranma.

—¡¿PERO QUÉ ESTUPIDECES DICES, IMBÉCIL?! —explotó Ranma, con su rostro enrojeciendo ahora de ira por semejante idea—. ¡POR SUPUESTO QUE NO!

Daisuke soltó una risita al ver la reacción de Ranma, pero antes de que pudiera decir algo, Ranma añadió rápidamente:

—Es para alguien más… una chica.

El ambiente se tensó por un segundo. Hiroshi y Daisuke intercambiaron miradas antes de soltar una carcajada.

—¡Ohhh, ya entiendo! —dijo Hiroshi—. ¡Así que Ranma ahora investiga por el bien de las chicas, eh! Qué considerado…

—¡CIERREN LA BOCA! —gritó Ranma, furioso, pero en el fondo no podía negar que, de alguna manera, la idea de ayudar a Akane en ese sentido lo intrigaba más de lo que debería.

—¿Y ese alguien más… quién es? —increpó Daisuke, con una sonrisa maliciosa en su rostro.

—Eso no les importa —sentenció Ranma, tajante, intentando cortar la conversación de raíz.

Pero Hiroshi, notando la reacción de su amigo, no estaba dispuesto a dejarlo pasar tan fácilmente.

—¿De casualidad ese "alguien más" es Akane Tendo? —preguntó con un tono sarcástico.

Ranma se atragantó con el bollo de arroz que estaba masticando. Tosió bruscamente, tratando de recuperar el aliento mientras pensaba: Diablos... ¡Malditos sean todos!

Hiroshi, al ver su reacción, no pudo evitar reírse con complicidad.

—¡Vaya! con esa reacción ahora se me hace que obviamente es ella —concluyó Hiroshi, satisfecho de haber dado en el clavo—. ¿Akane Tendo mostró interés en la revista cuando la encontró?

Ranma casi se cae de la silla de la sorpresa, sus ojos escanearon el comedor con urgencia. ¡SSSHHHH!, lo chistó, asustado y nervioso, mirando a todos lados con la esperanza de que nadie hubiera escuchado semejante afirmación.

—¡Cállate! No digas esas tonterías —susurró con una mirada de advertencia, inclinándose hacia sus amigos para que bajaran la voz.

—¡Increíble, Ranma! —rio Daisuke mientras le daba un codazo en las costillas, con una expresión pícara en el rostro—. Parece que despertaste el interés sexual de Akane.

Ranma se sonrojó al instante, sintiendo el calor subirle por el cuello hasta las mejillas. No podía negar que la situación con Akane había tomado un giro inesperado, pero la manera en que Daisuke lo había expresado lo dejó sin palabras.

—¿El interés sexual de Akane? —repitió Ranma en voz baja, más para sí mismo que para sus amigos, mientras su mirada se perdía en el horizonte ensimismado en sus pensamientos.

Hasta ese momento, todo había sido una extraña mezcla de vergüenza y sorpresa, pero ahora, la idea de que Akane pudiera estar explorando algo tan íntimo lo golpeó con una intensidad inesperada. ¿Akane realmente estará curiosa por ese tipo de cosas?, pensó, casi en estado de shock. De repente, el asunto ya no era solo "algo" excitante, sino más bien "todo" excitante.

Una sensación de hormigueo recorrió su cuerpo. ¿Por qué aquello lo emocionaba tanto?

Daisuke, observando la reacción de Ranma, notó su rostro de "confusión". Sonrió antes de ofrecerle un comentario que, para él, parecía obvio.

—Las mujeres también tienen deseos, Ranma. Solo que al parecer no es bien visto que lo manifiesten o hablen abiertamente —comentó Daisuke, mirándolo con una sonrisa amplia—. La chica con la que salgo era muy tímida al principio, pero con el tiempo se volvió más y más osada… la verdad, es algo que me estimula mucho de ella.

Ranma sintió un escalofrío recorrer su espalda al escuchar esas palabras. ¿Será que Akane también tiene ese lado escondido? Su mente, traicionera, comenzó a divagar, construyendo una serie de imágenes inapropiadas para la situación, escenarios que lo pusieron aún más nervioso. Sentía cómo el calor subía desde su estómago hasta su rostro, y antes de que pudiera controlarse, notó cómo su cuerpo empezaba a reaccionar. ¿Pero qué diablos estoy pensando?, se reprendió, tratando de sofocar el aluvión de pensamientos y sensaciones que lo abrumaban. Akane era una marimacho, violenta, fea, pecho plano, se dijo a sí mismo como si quisiera convencerse.

—Aaaggg, mejor volvamos al salón —dijo bruscamente, queriendo cambiar de tema y recuperar el control de sí mismo.

—¡Bien, vamos al salón! —respondió Hiroshi, caminando junto a él, aunque no pudo evitar añadir con tono burlón—. Pero parece que ya es momento de que pienses en cómo dejar satisfecha a la preciosa Akane Tendo… Aunque, si tú no puedes, no me importaría ser voluntario.

El rostro de Ranma se tensó, y sus nudillos se apretaron con tanta fuerza que se volvieron blancos. El enojo lo invadió de repente, no solo por la broma, sino por la posibilidad de que alguien más se atreviera a acercarse a Akane de esa manera.

—¡Se los advierto! Será mejor que se callen... —dijo, conteniendo su furia, aunque la amenaza en su voz era clara—. Y si no quieren que los envíe a China de un golpe, no hablarán con nadie sobre Akane. ¿Entendido?

Los otros dos rieron despreocupadamente mientras se dirigían al salón, aparentemente sin notar la tormenta interna que se desataba en Ranma. Malditos sean todos, pensó mientras los seguía. Una mezcla de enojo, confusión, y esos incómodos pensamientos seguían girando en su mente, imposibles de apartar. Akane se había convertido en el centro de todas sus emociones, y eso solo complicaba más las cosas.

"Akane es una marimacho, violenta fea, pecho plano", repitió como un mantra.

…Sabes que no, refutó su subconsciente .

Akane esperaba pacientemente a la salida de la escuela, apoyada contra la pared y mirando el cielo que comenzaba a tornarse anaranjado con los últimos rayos del sol. Al ver que Ranma finalmente salía, su rostro se iluminó un poco, aunque rápidamente intentó disimularlo.

—Te has tardado mucho. No me gusta tener que esperarte tanto tiempo —dijo, tratando de sonar más molesta de lo que en realidad estaba.

Ranma, apresurado, apenas la miró mientras ajustaba su mochila.

—Lo lamento, pero me temo que tendrás que irte sola a casa. Tengo cosas que hacer —respondió con urgencia. Antes de que Akane pudiera replicar, salió corriendo en dirección contraria—. ¡Nos vemos!

Akane se quedó quieta por un momento, mirando cómo la figura de Ranma se alejaba rápidamente entre la multitud. ¡Agg, no puede ser! Y yo, estúpidamente, esperando por él, pensó con frustración, aunque en el fondo no sabía por qué se sentía tan decepcionada. Con un suspiro, comenzó a caminar en dirección a casa, tratando de distraerse con el paisaje, los sonidos del parque y las hojas que caían a su alrededor. Pero por más que intentaba, no podía evitar que Ranma volviera a invadir sus pensamientos. Aunque peleaban a diario, y él era un completo idiota la mayor parte del tiempo, su ausencia siempre dejaba una especie de vacío. Tenerlo cerca le daba cierta… ¿felicidad? No, claro que no, lo que sentía solo era una buena amistad. Eso era todo.

Luego de separarse de Akane, Ranma, sintiendo un nudo en el estómago, se desvió hacia un camino menos transitado, uno que lo llevaría al centro de Nerima. Tengo que hacer esto…, pensaba incómodo mientras avanzaba con pasos cada vez más pesados.

Finalmente, llegó frente a una pequeña tienda. Miró alrededor para asegurarse de que nadie lo estuviera observando. No puedo hacer esto siendo hombre, decidió. Tomó un balde de agua fría y, con un suspiro profundo, se vertió el contenido encima. Su cuerpo cambió instantáneamente, y ahora, como mujer, se sintió un poco más seguro para dar el siguiente paso.

—Bueno, allá vamos… —murmuró, mientras se adentraba en la tienda, con la esperanza de pasar desapercibido y encontrar lo que buscaba.

Akane estaba sentada en su escritorio, inmersa en sus estudios, con el ceño fruncido y sus labios ligeramente apretados en concentración. La tarde avanzaba tranquilamente cuando escuchó una voz familiar, proveniente del pasillo.

—¡Akane! —anunció Ranma, aún en su forma femenina.

Alzó la mirada de sus libros, un tanto sorprendida. No era común que Ranma se acercara a su habitación, eso solo solía significar problemas o favores. Inmediatamente, la figura de Ranma apareció en la puerta, sosteniendo algo que llevaba oculto bajo el brazo.

—Te traje algo —dijo, con una leve sonrisa juguetona, mientras lanzaba el paquete hacia ella.

Akane lo atrapó al vuelo, sus reflejos entrenados haciéndose evidentes.

—¿Qué es esto? —preguntó, arqueando una ceja mientras examinaba el paquete. Ranma… trayéndole algo, de la nada, era raro. Aunque había habido momentos en el pasado en que le había dado regalos, esos eran siempre apropiados para festividades o cuando intentaba animarla con libros de cocina tras sus fracasos culinarios. Recordar esos detalles le arrancó una pequeña sonrisa, pues detrás de la fachada brusca, Ranma siempre mostraba atención hacia sus sentimientos e intereses. Esa memoria la envolvió con una calidez que hacía que fuera fácil olvidar sus constantes disputas.

Abrió el paquete con curiosidad, y cuando vio su contenido, sus ojos se abrieron de par en par.

—¿Q—qué… es esto? —murmuró, más para sí misma que para Ranma, sintiendo que sus mejillas se encendían al instante.

Dentro del paquete había una revista, pero no una de cocina, ni de moda, ni siquiera de tejido, como alguien podría esperar. No, esta revista era de una naturaleza muy diferente, mucho más… sugerente. Aunque nunca antes había sostenido algo similar en sus manos, no fue difícil para ella adivinar de qué se trataba. La portada, atrevida y provocativa, mostraba una imagen que dejaba muy poco a la imaginación: la celebridad más sensual del momento posaba de manera insinuante, rodeada de títulos impactantes y directos como "¿Primera vez?", "El placer de toda mujer", y "Descúbrete a ti misma".

Akane se quedó en silencio, con el peso de la revista en las manos sintiendo su vergüenza como una carga pesada. El calor en sus mejillas era evidente, y al levantar la mirada, se encontró con los ojos de Ranma, que la observaban con una mezcla de curiosidad y diversión.

—¡¿PERO QUÉ DIABLOS TE PASA?! ¡¿QUÉ TE HACE PENSAR QUE QUIERO ALGO COMO ESTO?! —exclamó Akane, la frustración y la incomodidad se mezclaban en su voz. La revista, con su portada llamativa y los títulos provocativos, parecía desafiar sus límites y juicios.

Ranma, con una sonrisa algo burlona en los labios, respondió sin inmutarse:

—Ya que te gusta leer revistas AV por "curiosidad", pensé que esto sería más "adecuado", ¿no? —comentó, sin poder contener una risita mientras añadía—. Esto ya no tiene fotos de mujeres desnu…

No pudo terminar su frase. Akane, furiosa, lanzó su bolso de escuela hacia él con tanta fuerza que el impacto lo dejó incrustado en la pared, Ranma, reaccionando con agilidad, esquivó el ataque justo a tiempo.

—¡Pero ¡qué gruñona eres! —se quejó Ranma aún sonriente—. Tuve que pasar por cinco tiendas para encontrar una de estas revistas. ¡Son realmente escasas! ¡Mal agradecida! —dijo, sacándole la lengua antes de marcharse.

Akane, aún furiosa, cerró la puerta de su habitación con un portazo que resonó por toda la casa. Mientras caminaba de vuelta a su escritorio, su mente no dejaba de reprocharle a Ranma por su comportamiento innecesario y a menudo irritante. ¿Qué pretendía dándome esa revista? pensó con incómoda frustración. ¿Acaso creía que era una pervertida? La idea de que Ranma pudiera haber malinterpretado sus acciones la perturbaba profundamente. Quizás ahora tendría una visión completamente distorsionada de ella, algo que le resultaba insoportable.

Pero lo que más le inquietaba era un pensamiento aún más incómodo: ¿Y si realmente lo era? No podía negar que, a pesar de su enojo, sentía una extraña curiosidad por lo que aquella revista pudiera ofrecerle. Este pensamiento la incomodaba tanto como la situación misma. No quería aceptarlo, pero una parte de ella quería saber más.

Suspiró profundamente mientras se dejaba caer en su silla. Intentó retomar sus estudios, pero el torrente de emociones la mantenía completamente distraída. Su mente iba y venía, debatiéndose entre la indignación y la curiosidad, incapaz de enfocarse en nada más.

Ya había oscurecido y era hora de la cena. Akane estaba agotada de tanto estudiar, con los ojos cansados y la mente aun luchando por asimilar la última información de sus libros. Se levantó de su escritorio y se dirigió a la cocina para calentar la comida. La soledad y el silencio de la casa era interrumpido solo por el suave sonido de sus pasos.

Mientras Akane se movía hacia la cocina, un repentino estruendo proveniente del baño la hizo detenerse en seco. Sabía que Ranma estaba tomando un baño, y el grito de sorpresa y alarma que resonó a través de la casa la llenó de inquietud. El sonido de algo rompiéndose acompañó el caos, impulsándola a moverse rápidamente hacia el baño.

Abriendo la puerta de golpe, se encontró con una escena caótica: la pared del baño había sido parcialmente derrumbada, con escombros de ladrillo y yeso esparcidos por el suelo. Shampoo estaba en medio de la destrucción, con su bicicleta y una caja de pedidos en una de sus manos. Ranma, sorprendido y parcialmente sumergido en la tina llena de agua caliente, parecía intentar procesar lo que acababa de suceder.

—¡PERO, ¿QUÉ DIABLOS ESTÁ PASANDO AQUÍ?! —exclamó Akane, su voz llena de incredulidad. Sus ojos se movieron rápidamente de la pared rota a Shampoo y luego a Ranma. La confusión y la frustración eran evidentes en su expresión mientras trataba de entender cómo se había desatado tal caos.

—Wo ai ni, Ranma. Shampoo supo que tú estar solo y venir a dejarte comida —dijo la chica china con un tono suave y meloso, mientras se acercaba a Ranma. Aunque él estaba sumergido hasta el cuello en la tina, Shampoo no dudó en abrazarlo, apretando su cuerpo contra él de manera íntima.

—¡RANMA NO ESTÁ SOLO, YO TAMBIÉN ESTOY AQUÍ, ENTROMETIDA! —gritó Akane, su voz resonando con frustración mientras observaba la escena absurda. Sus ojos se clavaron en Shampoo, y su enojo se palpaba en el aire.

—¡Pues ser lo mismo para Shampoo! —respondió la chica, frotando sus pechos en la cara de Ranma con un gesto audaz y sin vergüenza—. Ranma, Shampoo traerte sopa china para que tú no tengas que comer comida fea de Akane.

—¡NADIE TE PIDIÓ QUE VINIERAS, NIÑA TONTA! —gritó Akane, su exasperación evidente. Sus manos se apretaron en puños a sus lados mientras trataba de contener su ira.

—¡¿A QUIÉN TÚ DECIR TONTA?! —exclamó Shampoo, su expresión de indignación creciente mientras se volvía hacia Akane con furia. La tensión en el baño era palpable, una mezcla de confusión, enfado y rivalidad.

Ranma, totalmente furioso y ajeno a lo que ocurría entre las dos mujeres, tomó una toalla que había colgado cerca de la tina y se la envolvió alrededor de la cintura para cubrir su zona media. La irritación en su rostro era palpable hasta que finalmente gruñó:

—¡VÁYANSE LAS DOS DE AQUÍ, ¿ACASO NO VEN QUE ESTOY TOMANDO UN BAÑO?! —Su voz retumbó en el baño, resonando con la desesperación y la frustración que sentía. Con un movimiento decidido, empujó calculadamente a Shampoo y a Akane por la espalda, sacándolas de la habitación. La puerta se cerró con un fuerte chasquido detrás de ellas, el seguro encajando con un clic definitivo.

¡Dios, pero qué vida la mía! pensó Ranma con un suspiro exasperado mientras se secaba rápidamente con la toalla y se vestía. El caos del baño había dejado su mente en un estado de caos similar.

En el pasillo, Shampoo se volvió hacia Akane con un tono imperativo y desafiante:

—Akane, tú dejar de intervenir entre Ranma y Shampoo.

—¡A mí no me interesa lo que pase entre tú y Ranma! —replicó Akane, tratando de simular desinterés, aunque su voz traicionaba el enojo que sentía—. ¡Lo que me enfurece es que vengas a mi casa, entres sin permiso y además rompas las paredes! —Añadió, señalando las grietas en la pared con una mezcla de frustración y enfado.

Ranma salió del baño, vestido con su ropa habitual, pero con el cabello aún mojado, escurriendo gotas de agua. Su rostro mostraba una expresión de cansancio y desesperación mientras exclamaba:

—¡¿Podrían ambas parar de discutir?! —Trató de calmar la situación, su voz llena de cansancio.

Mientras tanto, Shampoo se lanzó a los brazos de Ranma con una efusividad que hacía más evidente su falta de respeto por los límites. Su cuerpo se refregaba contra el de Ranma, el contacto íntimo claramente intencional, mientras Akane observaba la escena con una impotencia creciente.

¡Maldita arrastrada! pensó Akane, su furia burbujeando por dentro mientras observaba la interacción entre Ranma y Shampoo.

—Ranma, ven a cenar comida de Shampoo —dijo la chica de pelo largo con una sonrisa triunfante.

Ranma, intentando mantener la calma en medio de la caótica situación, se esforzaba por alejar a Shampoo, quien parecía de los más entusiasmada. Con un tono cansado finalmente, y para desagrado de Akane, dijo:

—¡Está bien, vamos!

Aunque no quería alentar el comportamiento de Shampoo, la idea de comida fresca era tentadora. A fin de cuentas, si ella había traído algo para comer, ¿por qué no aprovecharlo?, comida era comida. Se dirigieron a la mesa del comedor, donde Shampoo ya había empezado a servir los platos.

La joven amazónica se movía seductoramente mientras colocaba las sopas frente a cada uno de ellos. Sus movimientos eran precisos, pero la sonrisa en su rostro no dejaba de ser un reflejo de su actitud burlona hacia Akane.

—Shampoo también trajo sopa para Akane —dijo, extendiendo un plato hacia Akane con una expresión de falsa amabilidad—. Shampoo ser una chica amable incluso con sus rivales.

Akane, con la mandíbula apretada y los ojos chispeantes de furia, tomó el plato con una sonrisa que no escondía su enojo. La cortesía era solo una fachada, y su tono se cargó de sarcasmo mientras respondía:

—¡Pues muchas gracias, Shampoo, ¡qué amable!

Ranma, sentado entre las dos mujeres, trataba de concentrarse en su sopa, pero no podía evitar observar la tensa interacción entre ellas. Cada palabra, cada gesto, parecía tener el potencial de desatar una nueva ronda de discusiones. Con cada sorbo, Ranma sentía la presión de mantener la calma y evitar que la cena se convirtiera en un campo de batalla.

La preocupación estaba claramente dibujada en su rostro mientras intentaba disfrutar de la comida que, irónicamente, había venido acompañada de gran tensión. En el fondo, deseaba que esta cena transcurriera sin más incidentes, pero el ambiente tenso en la mesa le hacía dudar.

—Emmm... Shampoo, no es necesario que me traigas comida… no tienes que molestarte —comentó Ranma, intentando desviar la atención y suavizar la situación.

Shampoo, sin dejar de sonreír de manera un tanto exagerada, replicó con una preocupación fingida:

—Pero Shampoo no quiere que Ranma muera por comida de Akane.

Akane, emanaba una furia palpable. Sus ojos, normalmente expresivos, estaban ahora fríos y sin pupilas, como si su furia pudiera materializarse en una tormenta. La intensidad de su mirada causaba escalofríos en Ranma, quien intentaba desesperadamente evitar el conflicto. Temía que no lograra su cometido.

—Kasumi nos dejó comida para estos días, no debes preocuparte, estamos bien —dijo Ranma, forzando una sonrisa que no lograba ocultar su nerviosismo mientras trataba de calmar la situación.

—No ser ninguna molestia para Shampoo —dijo la amazónica mientras se recargaba en el brazo de Ranma con una mezcla de alegría y posesividad—. Yo amar mucho a Ranma y poder alimentarlo todos los días de ser necesario.

La imagen de Shampoo abrazando a Ranma con una expresión de felicidad y posesión no hacía más que aumentar la tensión en el aire. Akane, incapaz de soportar más los ¿celos? y la frustración, terminó de comer con movimientos bruscos. Agradeció la comida en un tono seco y cargado de desdén, luego se levantó de la mesa con una sensación de derrota y enojo. Akane se retiró del comedor sin mirar atrás.

—Ranma… Ahora que la enojada de Akane se fue… ¿Qué tal si tú pasar la noche con Shampoo? —preguntó Shampoo, insinuándose hacia él con una sonrisa seductora. Sus ojos brillaban con una mezcla de esperanza y deseo, mientras se acercaba a Ranma de manera coqueta.

Ranma se ruborizó instantáneamente ante la propuesta de Shampoo, sintiendo cómo el calor le subía a las mejillas. Sus ojos se abrieron de par en par mientras tartamudeaba:

—Emmm... Shampoo, no, eeee ¡NO! Debo estudiar, mañana tengo examen —dijo nervioso, intentando evitar el contacto visual. —Así que... estaré ocupado—.

Shampoo, con una expresión de tristeza fingida pero visible en sus ojos vidriosos, continuó:

—Pero Shampoo quiere estar con Ranma —dijo con un tono melancólico. —¡Ya sé! Ranma podría venir a mi casa mañana... mi bisabuela quiere ver a Ranma también, seguro quiere enseñarte un ataque nuevo —añadió con una pequeña mentira.

Ranma, aún nervioso pero tentado por la idea, consideró la propuesta. Con una mirada pensativa, finalmente respondió:

—Supongo que... si la abuela quiere enseñarme algo, no veo el motivo para no ir mañana a tu casa —dijo, tratando de ser diplomático.

—¡Sí! Mañana nos veremos de nuevo —exclamó Shampoo con entusiasmo, mientras recogía los platos y se preparaba para irse. Tomó su bicicleta con una agilidad práctica y se dirigió hacia la puerta corredera del jardín.

—¡Adiós, Ranma, te amo! —dijo Shampoo con una sonrisa radiante antes de desaparecer en un ágil salto sobre la bicicleta, cruzando la pared con una destreza envidiable.

Ranma observó cómo Shampoo se alejaba, sintiendo un alivio profundo. Con cierta ironía, se preguntó por qué Akane no podía ser la mitad de insinuante que Shampoo. Reflexionó mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro. Aunque pronto se dio cuenta de que, si Akane fuera así, no sería ella misma, y esa idea lo volvería loco. Su sonrisa se esfumó cuando se dio cuenta de la dirección de sus pensamientos, él obviamente no quería que ni Shampoo ni Akane se le insinuaran.

En su habitación, Akane intentaba estudiar, pero su mente se llenaba con imágenes de Shampoo restregando sus atributos contra Ranma. Su sangre hervía al imaginar la escena, y aunque trataba de concentrarse en sus estudios, sus pensamientos siempre regresaban a la irritante presencia de Shampoo.

¡Ese Ranma! ¿Por qué siempre tiene que estar metido en problemas? pensó, con la frustración acumulándose. ¡Y esa Shampoo, siempre tan intrusa! ¿Cómo puedo concentrarme con todo esto en mi cabeza? Se sentía atrapada entre el enfado y la impotencia, deseando poder dejar atrás la invasión de sus pensamientos y enfocarse en lo que realmente importaba.

—Akane... — llamó Ranma, asomándose con cautela a la puerta del cuarto de su prometida.

—¿Qué quieres ahora? — respondió ella, sin girarse en su silla, con un tono que mezclaba cansancio y molestia.

—¿Podrías ayudarme a estudiar? — pidió Ranma, visiblemente avergonzado.

—¿Por qué no le pides a esa Shampoo que te ayude? —replicó Akane, volteando la cabeza con una expresión de desdén. — Seguro estaría encantada de hacerlo. Además, es irresponsable de tu parte no haber estudiado en toda la tarde.

—¡No es necesario que te pongas celosa! — exclamó Ranma. — Ya me deshice de Shampoo. Además, no solo te traje una revista interesante para chicas grandes, también compré chocolates como recompensa por ayudarte a estudiar — agregó, intentando imitar una expresión de perrito triste, una que definitivamente le salía mucho mejor como mujer que como hombre.

—¡No estoy celosa y nadie te pidió una revista de ese tipo! — replicó Akane, aun dándole la espalda tratando de fijar la vista en su escritorio.

El chico de ojos azules se acercó a su prometida con determinación. Giró la silla en la que Akane estaba sentada, colocándola de tal manera que ahora estaban frente a frente. Akane se ruborizó al sentir la proximidad de Ranma y, al notar su intensa mirada, sintió que su corazón latía más rápido.

Ranma le sonrió con calma y, con una mano firme pero suave, le levantó el mentón. Su mirada se deslizó hacia los labios de Akane con una serenidad que contrastaba con la creciente inquietud de ella. La tensión en el aire era palpable, como si cada respiración y movimiento estuviera calculado y medido.

Akane, paralizada por el nerviosismo, sintió cómo el calor de la cercanía de Ranma la envolvía. Sus pensamientos se agolpaban en su mente, sin poder concentrarse en nada, ¿ M… me va a besar? Pensó alterada. Su cuerpo temblaba ligeramente mientras sus ojos se abrían con sorpresa y anticipación. Instintivamente, preparó su puño para asestar un golpe en caso de que Ranma cruzara la línea.

Ranma, sin embargo, se mantenía en calma, su sonrisa seguía allí, segura y despreocupada, mientras el silencio se llenaba de tensión.

—Ran… — finalmente trató de musitar Akane, pero su voz se desvaneció cuando Ranma la interrumpió con un bombón de chocolate que apareció de repente en su boca.

—¿Qué dices? ¿Me ayudarás a estudiar? Tengo más chocolates — dijo Ranma con una sonrisa dulce y tranquila.

Akane se sintió increíblemente estúpida por haber pensado que Ranma la besaría. La idea le parecía ridícula ahora que él estaba simplemente ofreciéndole dulces. Se reprochó a sí misma por su reacción exagerada: ¡Qué boba!Su pulso acelerado y el frío en la espalda eran ahora una fuente de vergüenza. El sentimiento de nerviosismo comenzó a desvanecerse lentamente mientras saboreaba el bombón, que resultó estar deliciosamente cremoso y suave.

—Está bien… — dijo Akane, para alivio de Ranma, con la boca llena y aún sonrojada, esta vez por el dulzor del chocolate más que por la cercanía de Ranma.

Ranma se sentó en la cama de Akane, recostado contra la pared y con las piernas cruzadas en una postura relajada. La sesión de estudio había sido larga y bastante provechosa, pero Ranma, agotado por el cansancio, el esfuerzo mental y la hora avanzada, ya pasada de la medianoche, terminó quedándose dormido. Su cabeza se inclinó hacia un lado, descansando en su propio hombro de forma que sería imposible que no le doliera al día siguiente, mientras su respiración se volvía más regular y pausada.

Akane, al darse cuenta de que Ranma se había dormido, se permitió el gusto de observarlo detenidamente. Ranma… se ve tan lindo durmiendo…Pensó con una mezcla de ternura y preocupación. Espero que mañana apruebe el examen y que no haya desperdiciado mi tiempo, se dijo a sí misma sonriente.

Con delicadeza, Akane lo recostó en la cama, asegurándose de que estuviera cómodo, y le colocó una manta sobre él. Se acomodó a su lado, su mirada fija en el rostro sereno de Ranma mientras dormía. Él parecía tan tranquilo y vulnerable en ese momento, sin la habitual fachada de bravura. Realmente, este idiota es muy atractivo, pensó, su mirada recorriendo el cuerpo musculoso y el rostro delicado de su prometido. No es de extrañar que tantas chicas estuvieran tras él.

Un pensamiento intrusivo la sorprendió, y su conciencia le reprochó: " Tú también vas detrás de él". Trató de reprimir esa idea y no pudo evitar sentir un atisbo de frustración.

Un sentimiento angustiante la atravesó mientras observaba a Ranma dormido a su lado. Aunque estaba tan cerca de él, sentía una necesidad abrumadora de estar aún más cerca, de tocarlo y acariciarlo. Sus ojos se detuvieron en los labios de Ranma, y su mente comenzó a fantasear con la idea de que él la besara. Sin embargo, su imaginación, traicionera, se aventuró más allá de lo esperado, llenándola de imágenes más "explícitas".

Para su sorpresa, en esas ilusiones, ella se dejaba amar con una entrega que la hizo ruborizar. Los pensamientos la invadieron con una intensidad que la desarmó, revelándole que sus sentimientos por Ranma eran más profundos de lo que había querido admitir. Se dio cuenta de que pensaba en él mucho más de lo que consideraba apropiado, y esos pensamientos no eran precisamente inocentes.

Aunque siempre trataba de negar estos sentimientos, achacándolos a las hormonas adolescentes y a Ranma solo por ser el hombre con el que pasaba más tiempo y no porque hubiera un deseo real hacia él, ahora entendía que la alegría inexplicable que sentía al tenerlo tan cerca era algo más profundo. Era imposible para ella seguir viéndolo solo como un amigo. Su corazón se llenó de una mezcla de emoción y confusión mientras se daba cuenta de que Ranma significaba mucho más para ella de lo que había imaginado.

Se preguntó si, en una situación similar con Ryoga, Kuno o incluso Mousse, sentiría lo mismo. La respuesta fue un "no" rotundo. Estaba segura de que jamás se habría recostado en la misma cama con ninguno de ellos tal como lo hacía ahora. Es que a ellos no los quieres, le recriminó su conciencia. Suspiró audiblemente. Ya debía reconocerlo… aquello era amor, y no solo eso, sino que además lo deseaba. Comprendió que sus amigas tenían razón; ya no podía seguir engañándose. Este reconocimiento fue tan revelador que sintió como si se liberara de un enorme peso que llevaba encima, uno que había estado cargando desde hacía más de 1 año.

Enseguida, otro pensamiento apremiante la invadió: eso significaba que no era muy diferente a las otras prometidas de Ranma. ¿Acaso ella también era una loca más? Tomó la mano de su prometido, la cubrió con las suyas y se permitió ceder a sus impulsos por primera vez, besando dulcemente sus manos. La calidez de su piel bajo el roce de sus labios la hizo sentir un torbellino de emociones, y una lágrima surcó su mejilla.

¡Qué injusta es la vida!, pensó. Tantos chicos interesados en ella y se había enamorado del único idiota que la trata mal, resalta sus defectos y que no siente ningún interés por ella. Nuevamente, caía en un amor no correspondido. El pensamiento la abrumaba y el cansancio la vencía. Lentamente, también rendida por el sueño, se durmió, abrazando la mano de Ranma mientras sus lágrimas se secaban en la almohada.