Cap 6

El despertador de Akane sonó ruidosamente, sacándolos a ambos de su sueño profundo. Ranma, aún somnoliento, sintió el calor de algo suave a su lado. Abrió los ojos lentamente y se dio cuenta de que su brazo y parte de su torso estaban sobre Akane; sus piernas, inexplicablemente, entrelazadas con las de ella. Akane, por su parte, tenía un brazo sobre su cabeza y el otro enredado alrededor del cuello de Ranma. El shock fue inmediato.

Ambos se pusieron tensos al percatarse de la situación, y en un movimiento torpe y precipitado, se separaron rápidamente, con las mejillas ardiendo de vergüenza. Ninguno de los dos se atrevía a mirar al otro directamente, mientras Akane apagaba el ruidoso despertador que seguía martilleando el ambiente.

—¡¿Pero qué diablos hago aquí?! —exclamó Ranma, aún aturdido y claramente incómodo por lo que acababa de suceder.

Akane, trataba de recomponerse, aunque su mente seguía dando vueltas en torno a lo que acababa de pasar.

—Estábamos estudiando, te quedaste dormido, así que te cubrí con una manta y, bueno, yo también me quedé dormida… —musitó Akane, dándole la espalda a su prometido, su tono más suave pero aún con cierto rastro de nerviosismo.

—¿Por qué no me despertaste? Pude haberme ido a mi habitación. Si no te conociera, pensaría que lo hiciste a propósito —se burló Ranma con una sonrisa juguetona, intentando aliviar la tensión.

—¡¿QUÉ?! ¡¿PERO QUÉ ESTUPIDECES DICES?! ¡YO TAMBIÉN ESTABA CANSADA! ¡ME HICISTE QUEDAR HASTA MUY TARDE AYUDÁNDOTE A ESTUDIAR! —gritó Akane, su rostro enrojecido de vergüenza. El nerviosismo que sentía minutos antes fue reemplazado por una oleada de enojo. Luego, añadió a regañadientes mientras se levantaba apresurada de la cama—: Mejor me voy a duchar… malagradecido.

Mientras se dirigía al baño, una serie de pensamientos cruzaron su mente. Desde lo incómodo que resultaba dormir con ropa de día, hasta lo inesperadamente hermoso que se sintió despertar al lado de Ranma. ¿Cómo era posible que algo tan simple como compartir una cama accidentalmente le causara esa mezcla de emociones? Casi podía entender por qué Shampoo se colaba en su cama. Una sonrisa traviesa, pero también nostálgica, se dibujó en su rostro.

¿Qué tenía de malo disfrutar de esos pequeños placeres que jamás se había permitido sentir? Tal vez, si solo se permitía estar a su lado, podría disfrutar de más momentos así, compartiendo esa cercanía silenciosa y cálida junto a él. Pero su conciencia, siempre vigilante, la interrumpió bruscamente con un recuerdo lejano que involucraba su antiguo amor. Ya intentaste eso antes, sabes que jamás acabará bien.

Mientras vertía el agua tibia sobre su piel, el peso de ese pensamiento le cayó encima con una claridad dolorosa. No puedo creer que nuevamente esté viviendo lo mismo, suspiró con resignación.

Por otro lado, Ranma, aún asombrado por haber pasado toda la noche junto a su prometida, se levantó de la cama, se estiró y se dirigió a la cocina. Al llegar, se mojó la cara en el lavamanos con agua tibia, tratando de despejar su mente. ¿Cómo una simple sesión de estudio había terminado de esa manera?pensó, aún sorprendido por la cercanía que habían compartido. Menos mal que estamos solos; de lo contrario, se habría armado un gran escándalo en la casa, reflexionó mientras sacudía la cabeza para alejar esos pensamientos. Luego, sin darle más vueltas al asunto, se puso a preparar el desayuno.

—¡Ranma… ya está lista la ducha! —anunció Akane desde el baño, elevando la voz para asegurarse de que él la escuchara.

—¡Está bien! Ya calenté el desayuno, ¡así que apresúrate en vestirte! —respondió Ranma, mientras colocaba los platos en la mesa, tratando de que todo pareciera lo más normal posible, a pesar del extraño comienzo de su día.

Se dirigieron a la escuela por el mismo camino de siempre, caminando en silencio, cada uno absorto en sus propios pensamientos. Durante el día, ambos realizaron su examen de matemáticas; Akane salió satisfecha con sus respuestas, mientras que Ranma parecía haber sido derrotado por las complicadas ecuaciones. En su rostro se reflejaba la mezcla de frustración y cansancio, como si todo el esfuerzo de la noche anterior hubiera sido en vano.

A la hora del almuerzo, Ranma, fiel a sus hábitos, optó por comer con Ukyo, incapaz de resistirse a la buena comida que ella le ofrecía. La tentación de sus deliciosos okonomiyakis era una debilidad que no estaba dispuesto a controlar en ese momento. Ukyo, por su parte, estaba especialmente melosa y feliz a su lado, aprovechando cada momento para estar cerca de él, sonriéndole y ofreciéndole más comida con coquetería.

Akane, desde la distancia, luchaba por mantener la compostura. No debería importarme...se decía a sí misma, pero la realidad era que sentía un nudo en el pecho. Trató de concentrarse en su propia comida, pero cada risa y gesto entre Ukyo y Ranma la sacaba de su intento de calma. ¿Será que podré acostumbrarme algún día a esto?, se preguntó, mientras los celos y la tristeza la consumían lentamente.

Más tarde, cuando uno de los profesores no pudo asistir a clase alegando enfermedad, se pidió a los alumnos que votaran por la actividad que querían hacer durante esa hora libre. Las chicas eligieron ir a la sala de cocina para preparar algo, una decisión que no emocionó en lo más mínimo a Akane, pero que aceptó sin hacer ningún comentario al respecto. Mientras tanto, los chicos votaron por practicar baloncesto, una opción mucho más afín a los intereses de Akane.

Mientras las chicas hablaban emocionadas sobre lo que cocinarían, Akane sentía cómo su frustración aumentaba. ¿Por qué tenía que ser siempre así?pensó, deseando unirse al grupo de baloncesto y dejar atrás las recetas. Sin embargo, se resignó a acompañar a sus compañeras aceptando que nuevamente tendría que batallar con el asador.

Durante el último receso, Hiroshi y Daisuke se acercaron a Ranma con su acostumbrada curiosidad, pero esta vez parecían aún más insistentes. Comenzaron a hacerle preguntas incómodas sobre su relación con Akane, queriendo saber si había más noticias interesantes después del episodio de la revista. El constante interrogatorio solo logró recordarle a Ranma que había pasado toda la noche durmiendo junto a Akane en la misma cama, algo que prefería mantener en secreto. Aunque intentó mantener la compostura y no mostrar nerviosismo, la insistencia de sus amigos comenzaba a sacarlo de quicio. Eso no resultaba nada fuera de lo común, pero lo que lo desconcertaba, era la actitud extrañamente pegajosa de Hiroshi y Daisuke.

Ambos estaban demasiado pegados a él e incluso podía asegurar que lo estaban tocando más de lo habitual, dándole empujones amistosos y acercándose demasiado para hablarle al oído. Ranma no podía evitar sentirse incómodo con el exceso de contacto físico. ¿Pero qué les pasa a estos dos?pensó, frunciendo el ceño mientras buscaba una excusa para alejarse de estaba acostumbrado a lidiar con el interés no deseado de algunos cuando estaba en su forma femenina, el hecho de que sucediera también cuando era hombre le parecía inaudito e inconcebible. La incomodidad crecía al darse cuenta de que ni siquiera en esa forma estaba exento de situaciones inapropiadas.

—Mejor me voy a buscar a Akane, ya es hora de irnos a casa —se excusó con rapidez, intentando liberarse de sus amigos sin levantar sospechas.

Sin esperar respuesta, Ranma aprovechó el momento y se alejó con rapidez, saltando ágilmente entre los árboles del patio escolar para evitar cualquier confrontación. Mientras corría, no podía evitar sentir alivio por haberse librado de la situación, aunque algo le decía que sus amigos no se darían por vencidos tan fácilmente.

Una vez que Ranma se había alejado, Hiroshi le preguntó a Daisuke con una sonrisa cómplice:

—¿Lo lograste?

—No pensé que fuera tan difícil… pero sí, lo logré —respondió Daisuke, compartiendo una mirada de satisfacción a su amigo mientras chocaban puños en señal de triunfo.

Ranma encontró a Akane en el pasillo de la escuela, rodeada por un grupo de chicos que se agolpaban alrededor de las chicas. Un delicioso olor a pastel de manzana flotaba en el aire. A su lado estaba Gosunkugi, quien le pedía amablemente a Akane que le dejara probar el pastel que había preparado. Ese flaco sí que es insistente, pensó Ranma, observando la escena con cierta molestia.

—Emmm... lo siento, Gosunkugi... nuevamente alguien más me lo pidió antes —respondió Akane, nerviosa, mientras se rascaba la cabeza con una mano.

Ranma empezó a sospechar que algo no estaba bien. ¿A quién le estará dando su comida Akane?, se preguntó, notando que algo extraño estaba ocurriendo. ¿Por qué alguien querría comer la comida de Akane no una, sino dos veces? ¿Acaso está viendo a alguien a escondidas?No, Akane no es de ver a la gente en secreto y si lo hiciera él lo sabría, pues siempre estaba atento a los movimientos de Akane para "cuidarla". Debe haber otra explicación, se dijo, intentando tranquilizarse.

—¡Ranma! ¿Nos vamos a casa? —preguntó alegremente Akane, con una sonrisa que contrarrestaba su usual irritación.

—Eh... sí, vamos. Debo llegar temprano porque Shampoo me dijo que la abuela quiere enseñarme algún nuevo truco —respondió Ranma.

En cuanto Akane escuchó el nombre de Shampoo, sus ojos comenzaron a emitir chispas, un cambio notorio que no pasó desapercibido para Ranma. Sin embargo, decidió no darle demasiada importancia, ya que estaba acostumbrado a las reacciones explosivas de Akane cada vez que alguna de las otras autoproclamadas prometidas entraba en escena. Por hoy, su principal interés era aprender nuevas técnicas de combate, y sabía que la abuela de Shampoo era una excelente fuente de sabiduría en ese aspecto, a pesar de que tratar con ella a menudo resultaba un verdadero dolor de cabeza.

Ranma caminaba con agilidad sobre la estrecha reja de metal que cercaba el canal, mientras Akane parecía sumida en sus pensamientos, avanzando en silencio a su lado. Habían recorrido un buen trecho sin intercambiar palabras, pero Ranma no podía dejar de pensar en lo que había escuchado en la escuela. ¿A quién le estará dando su comida Akane?Aunque odiaba admitirlo, una creciente inseguridad lo atormentaba al pensar que tal vez ya no era la primera opción de Akane, como lo había sido antes.

—Akane... oí que le dijiste a Gosunkugi que ya habías dado lo que preparaste a alguien más... —dijo Ranma, intentando sonar despreocupado, aunque la curiosidad lo consumía por dentro. ¡Y por segunda vez!, pensó, incapaz de contenerse.

—¿Sí...? ¿Qué hay con eso? —respondió Akane, desinteresada, sin desviar la mirada del camino.

—Nada, solo me preguntaba quién podría ser tan loco como para comer algo que tú preparaste —replicó Ranma con una sonrisa burlona, esperando provocar una reacción. Por supuesto, lo logró.

—¡Eso a ti no te importa! —contestó Akane, visiblemente molesta, mientras aceleraba el paso.

—¡Pero qué mal carácter! Así jamás le gustarás a nadie —replicó Ranma, simulando indiferencia.

—¡PUES NO TENGO NINGÚN INTERÉS EN GUSTARLE A NADIE! ¡Y ESO TAMBIÉN TE INCLUYE A TI! —mintió Akane, furiosa, aunque su tono delataba que sus palabras no eran del todo sinceras.

—Pues me alegra escuchar eso, no quisiera estar con una niña tan fea por el resto de mi vida —comentó Ranma, con una expresión de seriedad que ocultaba una sonrisa juguetona.

—¡¿A QUIÉN LLAMAS FEA, FENÓMENO?! —gritó Akane, perdiendo la paciencia. Con una patada furiosa, golpeó la reja por la que Ranma estaba caminando con la intención de desestabilizarlo y hacerlo caer.

Sin embargo, Ranma ya conocía bien los movimientos de su prometida. Justo cuando la patada de Akane impactó la reja, Ranma realizó un ágil giro en el aire, esquivando el oscilante movimiento de la estructura. Ahora se sostenía de la reja con las manos, con las piernas elevadas en el aire.

—¿Eso es lo mejor que tienes? —le reprochó Ranma, sacando la lengua en una clara burla. Disfrutaba de su pequeña victoria sobre ella.

Justo en ese momento, un pequeño objeto cayó del pantalón de Ranma y golpeó la cara de Akane para luego caer en sus manos. Luego de un breve análisis, Akane, quedó sorprendida y atónita mientras miraba el objeto con incredulidad. Sus ojos se abrieron como platos al darse cuenta de lo que tenía en las manos; no podía creer que Ranma cargara algo como eso. Esto debe ser una jodida broma.

Ranma, al notar la confusión en el rostro de Akane mientras miraba lo que sea que estaba en su mano, descendió de la reja con una pirueta simple y se acercó rápidamente a ella. Al observar de cerca, se dio cuenta de que el objeto que había caído desde sus pantalones era nada más y nada menos que un preservativo en su inconfundible empaque.

—Ranma… ¿Por qué andas con algo así? —musitó Akane, visiblemente herida y sorprendida.

—Eso n... no es mío Akane, lo prometo. No sé cómo llegó ahí —respondió Ranma, nervioso, confundido y visiblemente impactado.

—¿Crees que soy tonta? —murmuró Akane, su tono cargado de desconfianza y sus ojos parpadeando rápidamente para evitar que las lágrimas cayeran. —Dijiste que irías a la casa de Shampoo esta tarde… ¿Acaso piensas estar con ella hoy?

—¡NO… AKANE, NO TENÍA PENSADO ALGO ASÍ, CREEME! —Ranma intentó buscar una explicación coherente. Recordando el extraño comportamiento de sus amigos, de repente todo encajó. —¡FUERON DAISUKE Y HIROSHI QUIENES LO METIERON EN MI PANTALÓN! —exclamó esperando sonar convincente.

—¡YA BASTA! PRIMERO FUE LO DE LA REVISTA, AHORA ES UN PRESERVATIVO… ¿DIME… ACASO TE ACUESTAS CON ALGUIEN? ¿ESTÁS DURMIENDO CON SHAMPOO? ¿ES POR ESO QUE VAS A VERLA HOY? —la voz de Akane se rompió mientras las lágrimas finalmente cedieron y comenzaron a caer incontrolables por sus mejillas. La mezcla de furia y dolor era evidente en su expresión, mientras trataba de entender la situación.

Ranma estaba paralizado por la conmoción, observando con horror cómo las lágrimas caían en cascada por el rostro de Akane. Nunca había visto a su prometida llorar de esa manera, y el dolor en sus ojos le atravesó el corazón como una daga afilada. Cuando Akane, desbordada por la desesperación y el dolor, dio un giro abrupto y comenzó a correr en dirección a su hogar, Ranma sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor.

Sin pensarlo, Ranma se lanzó tras ella, su corazón latiendo con fuerza mientras corría para alcanzarla. Su cuerpo se movía con agilidad y determinación, y en un instante, logró dar un salto que lo dejó justo frente a Akane. La tomó por los hombros, sus manos temblando ligeramente mientras intentaba buscar palabras que pudieran calmarla.

—¡Akane, por favor, déjame explicar! —dijo Ranma, con la voz cargada de desesperación.

Pero Akane, herida y furiosa, no le permitió hablar. Con una rapidez que sorprendió a Ranma, lanzó una patada que impactó con una fuerza inusitada. Ranma fue lanzado contra la cerca cercana, su cuerpo chocando con el metal con un estruendoso golpe. El dolor en su espalda y hombros fue agudo, y sintió cómo la presión en el pecho se intensificaba con cada respiro.

Akane se quedó parada allí, su pecho subiendo y bajando mientras trataba de recuperar el se levantó con dificultad, tambaleándose un poco antes de apoyarse en la cerca para mantenerse erguido.

—Akane, escúchame, por favor, no es mío, no saques conclusiones apresuradas… —decía Ranma con la voz temblorosa y ahogada, mientras se esforzaba por mantenerse de pie.

Akane, con la mano aún empuñada y notando el dolor que comenzaba a surgir, relajó su puño lentamente, consciente de que la presión ejercida le pasaría factura más tarde. Miró a Ranma a través de sus lágrimas, sus ojos buscando respuestas en los de él. Vio en ellos el terror de ser golpeado nuevamente, y eso la hizo cuestionar sus propias acciones.

Se calmó un poco, respiró hondo y miró alrededor. La calle estaba desierta, lo que le daba un pequeño margen para procesar la situación sin ser observada. Con una mezcla de determinación y vulnerabilidad, caminó hacia Ranma. Sus pasos eran firmes pero cautelosos, mientras su mente buscaba valentía.

Decidida a enfrentar la situación, quiso tomar el control, siguiendo el consejo que su amiga le había dado hace unos días.

—Ak… —logró pronunciar Ranma temeroso de otro golpe, antes de que Akane, con un movimiento decidido, se pusiera de puntitas y rodeara su cuello con los brazos, juntando sus labios con los de él.

Ranma, aún aturdido por el golpe y con el cuerpo tembloroso, se dejó sujetar por la cerca de metal mientras su mente procesaba lo que estaba pasando. ¡Ella realmente le estaba besando!

El beso comenzó suave e inexperto, pero pronto se transformó en algo mucho más intenso. Un gemido ronco, cargado de emoción y sorpresa, escapó de los labios de Ranma. Akane, sorprendida por la profundidad de sus propias emociones, sintió un estremecimiento ante el gemido que Ranma dejó escapar y considerándolo de lo más erótico.

A medida que sus lenguas empezaban a juguetear, exploraban y saboreaban el sabor del otro, el beso se volvía cada vez más apasionado y demandante. Los jadeos intensos se mezclaban con los movimientos de sus labios y lenguas, creando una danza íntima que parecía no tener fin.

Ranma, sintiendo el calor y la intensidad del beso, colocó una mano en la nuca de Akane y la otra en su espalda a la altura de la cintura. La atrajo más cerca de él, apretándola contra su cuerpo mientras sus respiraciones se volvían entrecortadas y desesperadas. Entre jadeos, exigían mutuamente besos más profundos, intensos y ardientes, buscando un contacto más cercano y entregado. Akane se cuestionó por qué no había seguido el consejo de su amiga y tomado la iniciativa antes.

Ambos estaban envueltos en un torbellino de sensaciones, sus cuerpos estremeciéndose con la intensidad del momento. El mundo exterior parecía desvanecerse mientras se sumergían en el éxtasis del beso, completamente absorbidos por la pasión que compartían.

Sin previo aviso, Ranma terminó abruptamente el beso, empujando a Akane por los hombros para alejarla de él. Akane, aún con los labios entreabiertos y el corazón acelerado, observó a su prometido con una mezcla de sorpresa y confusión. Ranma jadeaba pesado, tenía la cara roja como un tomate, sus ojos desorbitados y evitaba el contacto visual con ella.

—Lo siento… —fue lo único que Ranma logró decir antes de dar un salto ágil sobre la cerca y comenzar a correr a lo largo de ella, hasta que su figura se desvaneció en la distancia.

Akane se quedó paralizada, mirando cómo la persona que amaba se alejaba rápidamente. Sus emociones estaban en un torbellino; el beso había sido un descubrimiento, en su inicio, dulcemente abrumador, pero ahora, solo sentía dolor. Mientras observaba el lugar donde Ranma había desaparecido, un nuevo pensamiento la invadió: al menos ya sabes lo que siente por ti.La ironía de su situación la hizo sentir vacía, ninguna lágrima salía de sus ojos, el shock de ser rechazada le había congelado las emociones. Como una zombi sus pasos la guiaron lentamente hacia su hogar con la mente totalmente en blanco.