Nota de la traductora: aquí tienes un capítulo hecho especialmente para tu corazón Fredora phoenix1993
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29 de junio de 1997
Miró hacia la puerta después de oír un golpe y le dio a Harry una pequeña sonrisa mientras él estaba allí.
"¿Puedo entrar?", preguntó, y Aurora hizo un gesto hacia la cama antes de darse vuelta para continuar desempacando. "Debo decir que no me molesta que estés aquí. Significa que Draco y yo podemos compartir habitación".
"¿Cuánto tiempo antes de que transfigurara una de las camas para hacerla más grande y convenientemente hiciera desaparecer la otra?", preguntó con una sonrisa burlona, haciendo reír a Harry.
"Eh, probablemente alrededor de un minuto de estar en el dormitorio. Dos, tal vez, si consideras el tiempo que tomó hacer el hechizo", respondió, y mientras Aurora cerraba el cajón donde estaba metiendo los suéteres, se aclaró la garganta. "Mira, quería decirte que hablé con Neville".
Aurora hizo una pausa, permaneciendo perfectamente quieta mientras Harry dejaba que el silencio persistiera.
"¿Qué le dijiste?", preguntó finalmente.
"Lo que realmente pasó" —respondió él—. "Que sabíamos desde hacía tiempo lo que iba a pasar. Que lo único que no sabíamos era quién era el estudiante mortífago."
"Sí" —dijo ella, sin saber qué más decir.
Harry se movió en la cama detrás de ella, haciendo que las mantas y la base crujiera. "Dijo que no cambia nada para él" —confesó finalmente, y esa angustia teñida de alivio la invadió—. "Rory, lo siento."
"No lo sientas" —dijo, cerrando el cajón y volviéndose para mirar a Harry. Parecía genuinamente apenado, lo que solo la hizo reír—. "Nada de esto es tu culpa."
"Se siente así. Tal vez si no hubiera perseguido a tu padre…"
"Entonces el plan no habría salido como tenía que salir" —respondió ella—. "Papá necesitaba un espía, su mejor opción era mamá, Lupin o Sirius, ya que cualquiera de ellos puede disfrazarse con su hechizo. Si no hubieras corrido por los pasillos gritando que era un asesino, entonces mamá o Lupin no habrían fingido sus muertes, y eso habría hecho imposible que se convirtieran en espías."
"Lo sé" —suspiró Harry—. "Pero… si se lo hubiéramos dicho a todos de antemano."
"No" —dijo, sentándose junto a Harry al final de la cama—. "Luna lo entendió porque siempre ha visto el panorama general. Siempre ha sido capaz de ver a papá, sin importar qué tipo de fachada pusiera. Pero Neville…" —Frunció el ceño—. "Si no hubiera sido por mí, por Draco, probablemente tú todavía creerías lo peor de mi padre también. Y eso está bien, de verdad. No es un hombre amable, pero Neville sabía la verdad, igual que tú. Y eligió creer lo que ve."
"Sí, tienes razón" —concedió Harry. "Pero todavía esperaba que... bueno, cuando Gin dijo que ustedes dos rompieron y por qué, esperaba que si hablaba con él al respecto, cambiaría de opinión. Pero su familia realmente creía en Dumbledore, especialmente cuando intentó mantener a salvo a los padres de Neville cuando no sabían a quién elegiría Riddle. Su familia siempre estará del lado de Dumbledore, sin importar lo que diga la historia o cualquier otra cosa."
"Es bueno tener a alguien en quien puedas depositar tanta fe" —suspiró Aurora.
"Sí" —concordó Harry—. "Y podría haber estado de acuerdo si no hubiera descubierto de primera mano cuánto intentó controlar mi vida."
Aurora apoyó la cabeza en el hombro de Harry, y él la rodeó con el brazo. —"Quiero volver a los días en que jugaba a las canicas en el patio de recreo y le decía a tu primo que metiera su cara de cerdo en el barro."
Harry se rió entre dientes. "Pero entonces no tendríamos a los demás."
"Aún tendría a Draco y no habría tenido que lidiar con su fase de idiota."
"Sigue siendo un idiota" —se rió Harry.
"Pero es tu idiota" —bromeó Aurora, con la cabeza sacudida por los intentos poco entusiastas de Harry de moverla. Se rió con él y se sintió bien. "La vida era más fácil en ese entonces" —dijo una vez que se calmaron—. "Sabía sobre la magia, pero no pensé que nada de lo que pasó sucedería. Parece una locura que haya comenzado."
"Y solo va a empeorar" —suspiró Harry. Y como no podía discutir, apoyó la cabeza en su hombro nuevamente.
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3 de julio de 1997
Fue más difícil de lo que debería haber sido vivir sin su marido. Severus no podía separarse de Voldemort por mucho tiempo antes de que se preguntara a dónde había ido, y el cuerpo de Aurores todavía tenía preguntas sobre su participación en la muerte de Dumbledore. Y ella, bueno, no se suponía que estuviera viva.
Hermione también extrañaba desesperadamente a sus hijos, pero sabía que estaban a salvo con Sirius. Minerva podía ser su madrina, pero ese sería el primer lugar en el que alguien los buscaría. Con Grimmauld Place todavía bajo el Fidelio, era el lugar más seguro para ellos.
Miró hacia los imponentes edificios y suspiró. Cómo había anhelado ver Nueva York, pero ahora que estaba allí, la encontraba demasiado concurrida, demasiado brillante, demasiado ruidosa. Tal vez había pasado demasiado tiempo en el mundo mágico, y esa era la razón por la que sentía que a la ciudad le faltaba magia. Aun así, había partes que eran mágicas, y ahí era a donde se dirigía. Se metió en un pequeño callejón oscuro, siguiendo las señales hacia su destino. Cuando llegó a la tienda de varitas, llamó a la puerta tres veces y esperó.
Un momento después, una mujer pequeña y de cabello oscuro abrió la puerta. "¿En qué puedo ayudarle?", preguntó, mirando a Hermione.
"Necesito una varita nueva", dijo sin rodeos, viendo que los ojos de la mujer se agrandaban.
"¿Qué le pasó a la suya?", preguntó con sospecha.
Hermione puso los ojos en blanco. "No está confiscada", dijo mientras sacaba su vieja varita. "Pero no puedo usarla en Gran Bretaña. Y no me atrevo a usarla aquí".
La mujer asintió con la cabeza en comprensión. "Tenemos entendido que tienen un problema. Solo hágannos un favor y manténganlo allá. No necesitamos que otro Grindelwald venga a molestar aquí".
"Ese es el plan", dijo Hermione.
"¿Su vieja varita?" —preguntó la bruja mientras hacía un gesto para que Hermione entrara.
"Madera de vid, fibra de corazón de dragón, diez pulgadas y tres cuartos" —dijo Hermione, entregándosela a la bruja para que la examinara.
"Es una varita de Ollivander. Es una pena que tenga que renunciar a ella, incluso si es solo temporalmente." —La bruja le devolvió la varita a Hermione y luego se dirigió detrás del mostrador—. "Ahora, vamos a conseguirle una nueva."
17 de julio de 1997
"¿Cómo estuvo Nueva York?" —preguntó Severus mientras le salpicaba de besos los labios, las mejillas y el cuello.
"No tan hermosa como imaginaba. Pero tengo una varita. De nogal, de fibra de corazón de dragón, un poco más larga que la anterior" —respondió ella, acariciando su cabello, su espalda, cualquier lugar al que pudiera llegar.
Él la había estado esperando en la cocina de Grimmauld Place, lo cual fue una maravillosa sorpresa, considerando que ella había esperado que la recibiera Sirius. No dijeron mucho, ya que apenas un segundo después de verse de nuevo, estaban en los brazos del otro y se besaban como si hubieran pasado años y no semanas desde que se habían separado. Como si fueran mucho más jóvenes, Hermione había envuelto sus piernas alrededor de su cintura, y Severus la había llevado escaleras arriba, cerrando silenciosamente la puerta de su dormitorio asignado antes de insonorizar la habitación. Todavía no habían hablado mucho en las dos horas siguientes, no hasta ahora, no hasta que sus cuerpos se negaron a actuar como si tuvieran la mitad de su edad.
Él le mordisqueó el cuello. "¿Disfrutaste las vistas?"
"No realmente" —suspiró—. "Francamente, quería salir de allí lo más rápido posible. Oyeron a una bruja británica que no conocen y me miraron con sospecha. Y tenían todo el derecho a hacerlo, dada la historia."
Finalmente, el cansancio pudo más que él y Severus se dejó caer a su lado y cerró los ojos. "Sí, me imagino que ese sería el caso" —suspiró, frotándose la cara—. "Lucius ha sido liberado, y los otros que fueron arrestados en el Ministerio también. Pero he estado hablando más con él, porque ambos somos padres que no hemos podido ver a nuestros hijos." —Resopló—. "Bueno, padres que realmente se preocupan. Nott apenas le prestó suficiente atención a Theo para saludarlo, y mucho menos reconocer el trabajo que ha hecho para volver a ganarse la simpatía del Señor Oscuro. Pero Lu... nunca lo he visto lucir menos que prístino. Hace tres días que salió de Azkaban, así que pensé que estaría usando sus túnicas elegantes y su cabello perfectamente peinado el primer día. Pero no es así. Está vestido de manera muy básica, solo se ha atado el cabello hacia atrás y se ve horrible. Quiere ver a Draco pero sabe que no puede."
"¿Le dijiste algo?", preguntó Hermione, girándose de lado y acariciando suavemente el cabello de Severus.
"Solo que está feliz y bien, que es amado y que sus amigos estuvieron a su lado todo el año. No di más detalles sobre quiénes eran esos amigos o quién lo cuidaba. Dudo que Lucius ignorara lo que vio en el Ministerio, y tuvo mucho tiempo para reflexionar sobre ello mientras estuvo encerrado. Lo cual, uno esperaría, fuera suficiente tiempo para que él reconciliara no solo que Draco está enamorado de Potter y que el afecto es mutuo, sino que se ha puesto del lado de la Luz", suspiró. "Y que descubriera cual es mi lealtad".
"Pero Lucius es un oclumante."
"Sí, por suerte, y uno decente. Dudo que hubiera sobrevivido a los dementores de otra manera."
"Probablemente tengas razón" —convino Hermione de mala gana. Esperó hasta que él la miró a los ojos de nuevo—. "No quiero dejar esta cama más que tú."
"Pero tenemos que hacerlo, lo sé" —dijo, estirándose para besarla—. "No significa que no quiera disfrutar de tu compañía un poco más."
"Podrás ver a tus hijos."
"Ah, sí. Esos pequeños bribones. Supongo que uno podría considerarlos lo mejor de un buen día."
Hermione se rió. "Los extrañaste" —lo reprendió suavemente, besándole los labios una última vez antes de levantarse.
Se vistieron tan rápido como dos treintañeros sin dormir podían hacerlo y luego dejaron juntos su dormitorio prestado.
No tenía idea de qué hora era, y cuando escuchó los sonidos de múltiples jóvenes brujas y magos que venían de la cocina, comenzó a preguntarse si tal vez debería haber lanzado un hechizo tempus antes de dejar su santuario.
La puerta estaba entreabierta y se detuvo para verlos adentro: sus dos hijos de sangre, los dos niños de los que era madrina, Sirius, Remus y Nymphadora.
"… me estaba enfrentando a mi prima demente, la tía loca de Draco. Estaba seguro de que estaba perdido, para ser franco. Ella es rápida y juega sucio, y dudo que hubiera dudado en usar el Avada conmigo. Pero fui salvado por un tirón de mi chaqueta. Perdí un par de botones con la fuerza, pero esquivé el hechizo que Bella lanzó".
Hermione y Severus entraron a escondidas, de pie en la parte de atrás, observando y escuchando.
"Y ahora, creo que le debes una gran deuda a mi madre, tío", dijo Leonidas solemnemente. "Leí sobre las deudas de vida, y lo que pasó suena como una de ellas."
"No lo dudo, Leo. Porque cuando Remus lanzó el hechizo de tu padre sobre tu madre, su magia y la mía lo vieron como una amenaza. Uno de los mortífagos pensó que me había herido de alguna manera, aunque su puntería era tan errónea que no hizo más que romper un pedazo de pared."
"Amycus siempre se ha creído un poco más poderoso de lo que realmente es" —dijo Severus. Cuatro cabezas se giraron en su dirección.
"¡Papá!" —gritó Leonidas, saltando de su silla y corriendo para abrazar a su padre. Hermione le sonrió afectuosamente antes de mirar a su hija.
Parecía mucho más adulta que la última vez que Hermione la había visto, pero tal vez eso era por todo lo que había sucedido. A eso se sumaba que cumpliría diecisiete en solo cuatro meses, y Hermione sonrió con nostalgia al darse cuenta de que su hija mayor era esencialmente una adulta.
Leonidas cambió de Severus a ella, y Hermione lo abrazó cálidamente mientras veía a Aurora levantarse para saludar a su padre.
"Me temo que no tenemos mucho tiempo", dijo Severus después de darle un breve abrazo a su hija, entregándosela suavemente a Hermione. "Necesito que reúnas a la Orden, si puedes. Si bien sé que la mayoría de los miembros están al tanto de lo que iba a suceder, creo que es hora de que se lo digamos a todos los demás, y solo tengo unas pocas horas".
Remus fue quien envió su Patronus. "¿Tienes un plan para Hogwarts?"
"No, no oficialmente. Mi nombramiento como Director no se anunciará hasta que el Señor Oscuro tome el control del Ministerio. Que es lo que necesitamos discutir. Conozco su plan y creo que, si queremos ganar la guerra, tendremos que perder una batalla. Vamos a tener que dejar que se convierta en el titiritero del Ministro".
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1 de agosto de 1997
"Maldita sea, esto es un gran revuelo, ¿no?" dijo Aurora mientras miraba los arreglos que los Weasley habían instalado en su jardín para la boda. "Te das cuenta de que si los muggles intentaran algo así, necesitarían días para montarlo".
"Pobres muggles", reflexionó Ginny mientras se sentaban juntas en una cerca junto al cobertizo, mirando a los demás trabajar.
"¿Tu madre lo ha aceptado? ¿Con todo lo que está pasando?" preguntó Aurora, mirando como su madre ayudaba a Sirius a colgar la guirnalda.
"No", resopló Ginny. "Ella todavía piensa que Fleur solo se casará con Bill por su apariencia, lo cual, bueno… creo que ser amiga de Draco me ayudó con esa parte".
"Explícate", dijo Aurora mientras fruncía el ceño.
"Sí, Snape", bromeó Ginny, ganándose una sonrisa burlona de su amiga. —"Fleur es un poco brusca. Yo también lo pensé durante el Torneo de los Tres Magos. Su forma de ser tan directa, como decir: «Oh, no, Ginny. Deberías llevar el pelo así. De lo contrario pareces de doce años». Lo cual, bueno, no estaba tan lejos de la realidad en ese momento. Pero pude tener una probada de eso. Y Draco tampoco esconde la verdad. No la endulza. Lo entiendo, así que pude manejarlo cuando Bill empezó a traerla. Mamá la odia."
"Pero todavía parece... entusiasmada por esta boda" —dijo Aurora, mirando a Molly Weasley, que estaba dirigiendo a la gente como una loca, vibrando de emoción.
"Ah, sí. Verás, Fleur le extendió una invitación a Viktor. Creyó que era prudente invitarlo, ya que Harry es un Weasley honorario y fue un campeón. Y una vez que mamá se enteró, bueno." Ginny se encogió de hombros. "Creo que espera que un poco de locura por la boda se nos pegue a todos, y como Ollie y yo nos separamos…"
"Al menos no serás mi tía" —suspiró Aurora, riéndose entre dientes mientras Ginny le daba un codazo.
"¿No se supone que ustedes dos me están ayudando a desgnomizar?" —Leo las sobresaltó, y Aurora miró hacia abajo para ver a su hermano frunciéndole el ceño.
"Estamos viendo toda la preparación" —respondió Ginny, estirándose hacia atrás y ayudando a Leo a subir a la cerca mientras Aurora se movía para hacerle lugar.
"Parece demasiado trabajo para un vínculo. ¿Por qué no hacen lo que hicieron nuestros padres y simplemente recitan el hechizo de unión?" —preguntó.
"Probablemente porque no es muy romántico" —respondió Aurora—. "Mamá y papá se casaron como una forma de solidificar su relación. Hicieron la ceremonia después para todos los demás."
"¿Esto se considera romántico?" Leonidas preguntó, frunciendo el ceño, pregunta puntuada por la Sra. Weasley exigiendo a los gemelos que dejaran lo que fuera que estuvieran haciendo y prepararan las cosas apropiadamente.
"Lo será, una vez que comience la ceremonia", respondió Ginny. "Tal vez".
"Creo que es una locura", dijo Leo simplemente. "Es demasiado esfuerzo para prácticamente nada".
"Supongo que no podemos discutir con eso", respondió Aurora con una sonrisa burlona.
Después de un rato, Ginny preguntó: "¿Alguna vez has pensado en tu propia boda?"
"No", respondió Aurora. "Siempre pensé que sería con Draco, y su madre estaría a cargo de ella. Y si no me casaba con Draco, bueno..."
"Yo lo hacía cuando era pequeña. Pero en ese entonces, también pensaba que me casaría con Harry, sería la princesa del mundo mágico".
Leo frunció el ceño. "¿Cómo? Harry Potter no es de la realeza".
"Yo era una niña, tenía fantasías", replicó Ginny, frunciéndole el ceño.
"No le hagas caso a Leo, él no es de esas cosas" —dijo Aurora, alborotando el cabello de su hermano.
Se sentaron un rato, observando en silencio el montaje. Pronto llegarían los invitados, así que tendrían que prepararse pronto.
Ron parecía estar a dos segundos de hechizarse a sí mismo, por la forma en que su madre seguía hablando de que la guirnalda no estaba bien y de que Draco estaba haciendo un trabajo mucho mejor. Harry se reía cerca, haciendo algo a mano con la hermana menor de Fleur.
"¿Crees que se olvidaron?" —preguntó Leo después de un rato—. "¿De que la razón por la que estamos aquí es porque se supone que el Ministerio va a caer esta noche?"
"No" —respondió Aurora—. "Creo que están eligiendo no pensar en ello."
"Debe ser agradable" —suspiró Leo—. "Porque con papá allí, es en lo único que puedo pensar."
No quería mentir y decir que todo estaría bien. Y una mirada a Ginny le dijo que tampoco quería mentir. Leo era demasiado inteligente para eso, de todos modos.
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Era casi el final de la jornada laboral en el Ministerio. Severus pensó que era una acción cobarde. Podrían argumentar que Rookwood, Macnair y muchos de los miembros del círculo inferior que trabajaban en el Ministerio estarían allí sin importar la hora, pero el Señor Oscuro estaba convencido de que debía hacerse justo después de las horas de trabajo. Se escondió en las sombras, con un encantamiento desilusionador puesto, máscara y túnica puestas, varita lista. Observó a la gente moverse, hablar, mezclarse, sin darse cuenta de que estaba a punto de haber un trastorno.
Todas las chimeneas se encendieron en verde, haciendo que todos los que esperaban su turno se congelaran. Los mortífagos enmascarados salieron sincronizados, haciendo que todos en las filas retrocedieran. Severus canceló su encantamiento desilusionador, saliendo de las sombras mientras una docena de otros de sus hermanos hacían lo mismo, más saliendo de los pasillos. Fue entonces cuando realmente comenzaron los gritos, una vez que la gente registró que, de hecho, estaban bajo ataque.
Lanzó un hechizo a un mago sin nombre, agradecido cuando se defendió, decepcionado cuando fue fácilmente aturdido y derribado. Los Aurores ya estaban empezando a llegar, y odiaba la idea de que hubiera algunos a punto de volverse contra sus compañeros protectores.
Un ardor le rozó el brazo, y se giró para ver a una mujer, alta y feroz, mirándolo con el ceño fruncido. Sonrió detrás de su máscara, porque le recordó a su esposa por un fugaz segundo. Esta mujer no era Hermione, en absoluto, ni siquiera un poco. Hermione estaba lejos del Ministerio y de los Weasley, manteniéndose fuera de la vista para asegurarse de que nadie viera su nuevo disfraz. O pensara que estaba viva.
Nunca le gustó batirse a duelo con mujeres, había un sentido de caballerosidad profundamente arraigado en sus huesos que le dificultaba apuntar con una varita a una. Pero no tenía otra opción, no esta vez. Entonces, la atacó, disparando hechizos, desviando los de ella, trabajando para llevarla de regreso a las chimeneas donde podría escapar.
"Deja de jugar, Sev", dijo Macnair cerca, y la bruja cayó en medio de un brillo verde.
Severus se dio la vuelta y gruñó a su compañero mortífago. "¡No creo que sea el deseo de nuestro Señor que matemos a cada bruja o mago que se nos oponga!"
"¡Necesitamos mostrarles lo poderosos que somos y lo que estamos dispuestos a hacer si no lo aceptan!" replicó Macnair, y Severus puso los ojos en blanco.
"Mostrar lo poderosos que somos a aquellos que importan, no a los espectadores". Se dio la vuelta, moviéndose entre la multitud, hechizando o atando a aquellos que intentaban ir hacia él, así como a los que luchaban contra los otros mortífagos. Tenían una misión, y él conocía su asignación.
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La ceremonia fue preciosa, y si alguien le preguntaba, Aurora negaría vehementemente que tenía los ojos llorosos, el corazón cálido y dolorido. No esperaba ver tanto amor entre ellos.
Se sentaba en una mesa que había compartido con Ginny hasta que Viktor la convenció de que fuera a la pista de baile. Jugueteó con el dobladillo de su vestido color burdeos, mirando como Draco y Harry intentaban guiarse mutuamente, con una leve sonrisa en su rostro. Ron y Luna también estaban bailando, aunque un poco raro. Él parecía desconcertado, pero la seguía y parecía estar disfrutando.
"¿Qué hace una bruja bonita como tú sentada sola?", preguntó George mientras se dejaba caer a su lado. Ella sonrió, notando que los gemelos habían cambiado o habían encantado sus trajes para que fueran diferentes.
"Intentas engañarme, pero no está funcionando, Feorge".
La sonrisa que iluminó el rostro de George era brillante. "Inteligente, inteligente, como siempre. Baila conmigo de todos modos. Mamá nos ha estado vigilando como halcones cada vez que alguno de nosotros se acerca a una pareja potencial."
"¿Lo ha hecho?" —dijo Aurora mientras tomaba la mano de George, dejándolo llevarla a la pista. Harry miró dos veces en su dirección y frunció el ceño, girando para mirar por encima de Draco y mirar a Fred.
George la hizo girar una vez antes de colocarla en posición. Con sus tacones, podía apoyar la barbilla en su hombro, y casi estuvo tentada de hacerlo solo para provocar a la Sra. Weasley hasta ponerla frenética. Pero luego lo pensó mejor, recordando los planes que había tenido para Ginny cuando Viktor apareció por primera vez en escena.
"¿Cómo has estado, de todos modos? ¿Desde todo?" —preguntó George.
"Extraño a mis padres" —confesó—. "No se puede ver a mamá con ninguno de nosotros, y papá casi siempre está al lado de Ya-Sabes-Quién. Es como si el hombre hubiera olvidado que su favorito tenía una familia."
"¿Y Leo?", preguntó George, señalando hacia donde estaba sentado su hermano con un par de parientes Weasley más jóvenes, luciendo aburrido y solitario.
Aurora suspiró. "Está actuando más o menos igual que siempre, pero estoy segura de que tampoco es el mismo. La única amiga que hizo este año es nacida de muggles, y si lo que papá piensa que sucederá sucede…".
"Leo podría perder a su única amiga". George asintió con la cabeza en comprensión. "Pero él sabe que Fred y yo lo queremos, ¿no?".
"Sí, bueno, por más cierto que sea, no ayuda en Hogwarts".
Antes de que George pudiera decir algo más que un murmullo de acuerdo, Aurora recibió un golpecito en el hombro. Miró por encima del hombro, viendo a Fred allí detrás de ella.
"¿Te importa si interrumpo, Feorge?", preguntó.
"En absoluto, Gred", dijo, girando a Aurora hacia su hermano.
De repente estaba en los brazos de Fred. "Gracias por el baile, Feorge." —Sonrió con sorna, ganándose una risita de los dos traviesos. Aurora observó a George mientras se acercaba a Leo.
"¿Por qué se cambiaron?" —le preguntó a Fred.
Él sonrió—. "Pensé que le daríamos un infarto a mamá. Lleva una hora insinuando que te veías terriblemente sola, que tal vez estarías dispuesta a darle a «Fred» una segunda oportunidad. Eso sí, iba a enviar a George, pero pensé que te podrían llamar ramera o algo así. Pensé que de esta manera parecería que te estoy dando un discurso o algo así. De que no me vuelvas a hacer daño y toda esa porquería."
"Tú fuiste el que lo terminó" —le recordó, no sin amabilidad.
"Y sabes cómo me siento al respecto" —replicó él, luego se puso serio—. "Y no creas que te voy a acosar ahora que Neville fue y lo arruinó todo."
"¿Cómo supiste eso? Ni siquiera he tenido la oportunidad de decírselo a mis padres."
"Gin. No tenía muchas cosas buenas que decir sobre el tipo, pero es lo que es. Seguro, arreglarán las cosas el año que viene. Como lo harán ustedes dos, estoy seguro".
"Olvidé lo horrible que suena el optimismo", respondió Aurora.
"Ves, ¿cómo pudo olvidar quién es tu padre, aunque sea por un momento? Ahí está su mueca de desprecio, justo ahí. Se ve un poco diferente con lápiz labial rojo, pero no puedo negar el parecido familiar".
Aurora resopló. "Estás lleno de cumplidos esta noche, ¿no?"
La sorprendió con una repentina inclinación, haciéndola gritar un poco antes de reírse. "Tengo que mantenerte alerta de alguna manera". Le guiñó un ojo antes de enderezarla, girándola de nuevo mientras el ritmo de la canción aumentaba.
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Su vida o la de ellos, eso era lo que Severus se repetía a sí mismo. Se negaba a usar la maldición asesina, no otra vez, no después de la neblina que lo había invadido cuando había matado a Albus. A la mayoría de las personas con las que se encontraba, las podía contener, a los demás…
El auror que bloqueaba su camino estaba haciendo todo lo posible por acabar con Severus.
Se agachó cuando notó la chispa verde en la punta de la varita del auror, apenas se movió del camino, oyendo el ruido detrás de él cuando uno de los mortífagos cayó al suelo. Sonriendo detrás de su máscara, enojado porque el auror no se rindiera, lanzó su especialidad. El auror cayó, desangrándose lentamente.
Se acercó a él, observando a ese imbécil que pensaba que estaba haciendo el bien, que pensaba que podía hacer una diferencia. ¿Acaso esos tontos no sabían que ninguno de ellos podía? Estaban condenados, se suponía que debían alinearse o correr, huir y reagruparse. Los mortífagos estaban ganando, y él...
Severus sacudió la cabeza, tratando de aclarar la voz oscura que murmuraba en su cabeza. No podía creer que ahora estuvieran destinados a fracasar porque en el fondo de su alma, sabía que no era así. Pero saber lo que sabía sobre todas las manipulaciones de Albus al final había torcido cualquier piedad que pudiera haber sentido y había convertido la maldición asesina en algo vengativo. Y aunque podía mantener a raya la creciente oscuridad dentro de él, no estaba exento de desafíos.
Había estado en exactamente tres misiones con los mortífagos desde la Torre de Astronomía, y con cada maldición, escuchaba los susurros sin palabras y el atractivo seductor de la Oscuridad.
Pasó por encima del cuerpo del auror, marchando hacia la habitación previamente dispuesta.
Los pelos de la nuca se le erizaron al abrir la puerta, y montó un escudo a tiempo para desviar el hechizo de Kingsley. Se miraron el uno al otro antes de que Severus se quitara la máscara. Kingsley parecía haber pasado por el infierno, y Severus dudaba que luciera mucho mejor.
"¿La pareja anterior de tu amante?" —preguntó Severus.
"Remus. ¿Contra quién luchaste en el Gran Comedor?"
"Hermione" —respondió Severus.
En mejores circunstancias, podrían haberse relajado en presencia de aliados, pero este no era el lugar.
Kingsley respiró profundamente. "¿Lo hago, entonces?"
"El Señor Oscuro probablemente ha tenido ya al Ministro bajo el Imperius durante algún tiempo. Demorarlo solo empeoraría las cosas."
Kingsley asintió una vez, luego invocó su Patronus de lince. Cuadrando los hombros, le dijo: "Encuentra a Arthur Weasley, Bill Weasley y Molly Weasley, y diles esto: el Ministerio ha caído."
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La canción se hizo más lenta y Fred dio un paso atrás. "¿Caminarías conmigo hasta donde están nuestros hermanos?" —preguntó, ofreciéndole el brazo.
"Seguro" —dijo ella, mirando por encima del hombro a Ginny, que estaba muy absorta en Viktor. Mientras ella y Fred se dirigían hacia George, Leo y los otros niños, notó que Harry y Draco se habían movido para hablar con Luna y su padre."
"¿Cómo está todo por aquí?" —preguntó Fred mientras se acercaban.
"El joven señor Snape ya me ha dicho cómo podemos mejorar la fórmula del Lord Kakadura" —dijo George radiante—. "Lo que, en realidad, uno pensaría que…"
Se detuvo cuando un lince etéreo entró a saltos en la tienda. Algunos de los niños se acercaron, solo para ser detenidos por sus padres para mantenerlos cerca. Leo y George se pusieron de pie cuando la voz desgastada pero firme de Kingsley Shacklebolt dijo: "El Ministerio ha caído. Los mortífagos han tomado el poder."
Hubo una ola de pánico, la música se detuvo solo para ser reemplazada por el zumbido y la preocupación de muchos de los invitados. Y luego comenzaron los gritos cuando estallidos de Aparición llenaron el aire a su alrededor, y aparecieron hombres y mujeres enmascarados.
"Mortífagos", maldijo Fred. "No se suponía que llegaran aquí tan rápido".
Hubo algunos estallidos más de Aparición detrás de ellos, y Aurora sintió un terror frío subir por su columna vertebral.
Fred y George intercambiaron una mirada, y Fred la agarró del brazo al mismo tiempo que George agarraba a Leo. Aurora lo sintió tensarse, luego los gemelos parecieron horrorizados.
"Barreras anti-Aparición", dijeron al unísono. George se dio la vuelta, poniendo a Leo detrás de él mientras intentaba desarmar al mortífago más cercano a ellos.
Se movió hacia donde estaban George y Leo, de pie de modo que su aterrorizado hermano quedara en medio de ellos. Fred se deslizó a su lado y se movió de modo que los tres rodearon a Leo.
Se disparó un hechizo hacia ellos y Aurora los protegió mientras Fred contraatacaba a quienquiera que fuera.
"Te recuerdo", siseó alguien detrás de una máscara, y Aurora supo que le estaban hablando a ella. Antes de que quienquiera que estuviera detrás de la máscara pudiera echar un vistazo a su hermano, un chico cuya ascendencia nunca podría cuestionarse, le disparó un aturdidor con toda la fuerza que pudo reunir. El mortífago cayó.
Con el corazón palpitando con fuerza, Aurora intentó pensar qué hacer.
"Tenemos que salir de las barreras", dijo Fred mientras hechizaba a otro mortífago.
"¿Cada uno toma un Snape a la de tres?", dijo George con un toque de tensión en su voz.
"Llévate a Leo, puedo cuidarme sola", dijo Aurora, lanzando un encantamiento "ligero como pluma" a su hermano, bajando su escudo lo suficiente para hacerlo.
"Vámonos ahora, entonces", estuvo de acuerdo George, agarrando a Leo y corriendo.
Aurora y Fred se fueron juntos, cada uno de ellos mirando hacia atrás. Un hechizo rozó el brazo de Aurora, haciéndola sisear, y Fred hechizó al mortífago que los seguía. Cuando falló, ella se detuvo, giró rápidamente y disparó un hechizo que lo hizo tropezar, tomándolo desprevenido y él cayó de cara. Pero otros dos los seguían, un tercero se unió a ellos.
"Al menos los mantiene dentro también", dijo George delante de ellos. Luego se dejó caer cuando algo pasó zumbando a su lado, soltando a Leo.
"¡George!" Fred entró en pánico.
"Sigue", dijo George mareado, luchando por levantarse.
Aurora se agachó, defendiéndolo mientras dos de los tres que los perseguían comenzaron a alcanzarlos.
"¡Sectumsempra!" gritó en pánico, y uno de los mortífagos se cayó, el otro la miró, claramente sorprendido.
Mierda. ¡Mierda, mierda, mierda! Recordó, de repente, haber visto ese hechizo en el viejo libro de texto de su padre, colocado en la biblioteca entre las posesiones preciadas. Ella había usado el libro ocasionalmente y le había preguntado a su padre por qué decía "para enemigos", y él simplemente le había dicho que porque para eso era.
Pero nunca se le pasó por la cabeza que no lo había visto en ningún libro de Defensa, que probablemente era uno de los hechizos de su padre. Uno que no debería conocer.
"Confundus", dijo Fred, y ella salió de su propio aturdimiento, luego ayudó a George a levantarse. Se dio cuenta de que Fred tenía a Leo, y luego comenzó a moverse hacia el borde de las barreras una vez más. Estaban cerca, tan cerca, cuando ese tercer mortífago finalmente los alcanzó.
Agarró a Leo y lo arrancó del agarre de Fred, arrojándolo hacia Aurora antes de tomar a un Fred listo para ponerse a la defensiva por el cuello y golpearlo contra el suelo. La varita del mortífago apuntó a los tres, y Aurora inició un escudo.
Sintió el hormigueo de algo extraño que los invadió.
Leo gritó, y Aurora tenía una maldición en la punta de la lengua cuando se dio cuenta de que Fred estaba mirando el lugar en el que estaban en pánico. Entonces el mortífago con Fred a su merced los miró. Ella conocía esa máscara.
"Rory", Leo entró en pánico, pero ella lo hizo callar, deteniéndose, esperando.
Fred le dio al mortífago un asentimiento casi imperceptible antes de dispararle un hechizo no verbal, empujándolo lejos. Sin perder tiempo, Fred se puso de pie, tomó la mano de Leo, luego puso la mano que sostenía su varita en su espalda, guiándola a ella y a George hacia los límites.
Los hechizos pasaron rápidamente a su lado, pero ninguno los golpeó, y justo cuando estaba preocupada de que alguien se diera cuenta, el hormigueo de las protecciones recorrió su piel.
Sin decir una palabra, Fred se detuvo, instó a Aurora a acercarse más a él. George logró poner su brazo alrededor de Fred, y se Aparecieron.
Aterrizaron dentro de una sala de estar, y el pobre Leo, al no estar preparado para eso, vomitó en el suelo. Aurora casi se unió a él, y por el tinte verde de Fred, él también .
"Está bien... Yo... creo que necesito recostarme..." George arrastró las palabras antes de que sus ojos se pusieran en blanco y comenzara a caer hacia adelante.
Aurora y Fred lo atraparon en tándem y lo llevaron al lujoso sofá verde.
"Tu papá dijo que sabrías cómo arreglar esto", dijo Fred, apenas reprimiendo el pánico en su voz.
"¿Arreglar qué?", preguntó Aurora, mirando hacia George, solo para tropezar hacia atrás.
No se había dado cuenta en la prisa por escapar, y había estado en el lado contrario para ver que ahora le faltaba una oreja y sangraba bastante profusamente.
"¿Dijo cuál era el hechizo?", preguntó, presionando su mano sobre la herida, mirando por encima del hombro a Fred.
"¿Papá?", graznó Leo.
"¡Dijo que era suyo! ¡Era suyo y sabías la contramaldición! ¡Que él te enseñó! ¡Que cura todo!" El miedo en los ojos de Fred le retorció el estómago, y asintió tan tranquilizadoramente como pudo.
Ella conocía el hechizo, su padre se lo había enseñado a ella y a Leo, pero dudaba que su hermano lo hubiera usado más que ella. Estaba a punto de lanzarlo cuando se detuvo.
"Dame tu varita".
"¿Qué?", graznó Fred.
"¡Tu varita, Fred! La mía tiene el detector. Si lanzo el hechizo, podríamos tener compañía que no queremos. ¡Tu varita!"
Le tomó un momento, con las manos temblorosas y torpes, dársela. Se sentía extraña en su mano, como si estuviera más que dispuesta a causar estragos a cualquiera que no fuera su dueño. Cerrando los ojos, le rogó en silencio que cooperara, solo por esta vez. George necesitaba esto y, por lo tanto, Fred también.
"Vulnera Sanentur", comenzó a cantar, moviendo la varita para redirigir la sangre y sellar la herida. No sabía si realmente podrían hacer crecer nuevamente la oreja. Pedir ayuda a alguien que lo sabía podría ser difícil en este momento, no sin despertar sospechas. Pero la herida se estaba cerrando y la respiración de George se estaba calmando mientras su color comenzaba a regresar.
Cuando el hechizo terminó, Aurora giró la varita en su mano hacia el vomito en el piso y lo desapareció antes de devolver la varita a su dueño.
"¿Todavía la quieres?", murmuró George, con la voz ronca. "Porque si no la quieres, yo me la quedo".
"George" —dijo Fred medio aliviado, dejándose caer al suelo junto a él. Aurora se levantó y se acercó para abrazar a Leo mientras observaban a los gemelos—. "¿Cómo te sientes?"
"Como un queso" —replicó George.
"¿Cómo dices?" —preguntó Fred después de una pausa.
"Como un queso. Soy como un queso" —dijo George, moviendo lentamente la mano para señalar el lugar donde debería estar su oreja—. "Lleno de hoyos, ¿entiendes?"
Fred se rió y Aurora vio lágrimas de alivio en sus ojos. "Todo el mundo del humor relacionado con las orejas, ¿y tú dices "soy un queso"? Eres patético."
"Creo que todavía soy más guapo que tú. ¿Qué dices, Rory?" —preguntó George y ella se rió.
"No te equivocas. Y a las brujas les gustan las cicatrices."
"¿Crees que tu padre se confundió con el traje? Probablemente debimos haberlos vuelto a cambiar.
"Mamá diría algo así" —asintió Fred con una risita.
"¿Papá hizo eso?" —preguntó Leo en voz baja, y Aurora bajó la mirada para ver que todavía estaba muy pálido.
Se agachó, lo miró a los ojos y lo sujetó firmemente por los hombros. "Papá solo lo hizo porque tenía que mantener su tapadera."
"En realidad, fue un accidente. No tenía intención de golpear a George en absoluto" —dijo Fred, ayudando a George a sentarse.
"¡Pero intentó estrangularte!" —La voz de Leo se volvió aguda—. "¡Intentó matarte!"
"No fue tan fuerte" —dijo Fred—. "Solo me sujetó. Me dijo que lo maldijera y que lo hiciera parecer en serio, que nos cuidaría las espaldas hasta que saliéramos de allí."
Leo frunció el ceño, mirándolos a cada uno de ellos unas cuantas veces antes de mirar fijamente a su hermana. Aurora asintió, tratando de sonreír de manera tranquilizadora.
Él sollozó. Su rostro se arrugó y, a pesar de los mejores esfuerzos de Leo por parecer fuerte, se derrumbó. "Eso fue aterrador" —dijo con un hipo.
Aurora lo abrazó e hizo todo lo posible por consolarlo. "Lo sé. Lo sé, pero estamos a salvo. Papá no habría dejado que nadie nos hiciera daño, se aseguró de que saliéramos. Sabía dónde estaríamos, fue allí para asegurarse de que fuéramos uno de los que salieran. Da miedo y es peligroso, pero estamos fuera, y nadie nos va a encontrar aquí" —dijo, mirando por encima del hombro a los gemelos—. "¿Verdad?"
"Nadie sabe que hay un apartamento encima de la tienda excepto nosotros" —aseguró George—. "No estaba en los planos."
"Solo lo sabe nuestra familia. Pero está muy protegido" —añadió Fred.
"Con protecciones de miedo."
"La gente piensa que la puerta es un estante."
"Lleno de ungüento para hemorroides."
"Nadie se acerca."
"Y si lo intentaran…"
"Se olvidarían de por qué lo iban a hacer." Fred sonrió.
"Ves" —le dijo Aurora a su hermano—. "A salvo. Tanto como podamos estar con estos dos de todos modos."
Leo se rió mientras los gemelos refunfuñaban.
"¿Hay algún lugar donde podamos dormir?", les preguntó Aurora.
"Tenemos un par de habitaciones libres", dijo George. "Leo puede quedarse en la habitación a lado de la mía".
"¿Puedo quedarme contigo?", preguntó en voz baja.
"¿No preferirías quedarte conmigo?", preguntó Aurora, intentando y fallando en no sonar ofendida.
Leo arqueó una ceja. "No puedes usar magia sin activar el Detector. Lo siento, Rory, pero quiero quedarme con alguien que pueda defendernos y no revelar nuestra ubicación", dijo mientras se acercaba para pararse al lado de George.
Bueno, ella realmente no podía discutir ese punto, ¿verdad?
—S—
¿Por qué no mató al chico? Su mano había estado alrededor de su cuello, y habría sido tan fácil. Exprimir la vida de él, el Weasley que se atrevió a tocar a su hija. Su hija que merecía mucho más. Su preciosa niñita que se suponía que debía ser tratada como una reina. ¿No se suponía que ella debía estar lo más cerca de la realeza que una bruja podría estar? Estaría a salvo con Draco, a salvo e inmaculada, intacta.
Severus negó con la cabeza. Sabía, en el fondo, que en realidad no pensaba eso. Pero había habido tortura. Tantas personas no escaparon de la boda. Había habido tantas personas a las que interrogar sobre la presencia de Harry Potter. Oh, algunos pensaron que había estado. Algunos pensaron que Malfoy había escapado con un chico que reconocían pero que no conocían.
Y se sintió tan bien aplicarles un Crucio para que le dijeran lo que necesitaba. ¡Merlín, el subidón! Era como whisky de fuego, cálido y ahumado en su lengua, recorriendo sus venas y relajándolo. Era un orgasmo largamente esperado. Eran pociones que podía tomar para el dolor, sin sentir nada y sintiendo todo.
Se había aparecido en una pequeña cabaña en el bosque, en lo profundo de las Tierras Altas de Escocia. Cerca de un Hogwarts oscuro y vacío. Estaría allí pronto, porque en solo un día o dos sería nombrado Director, y vagaría por los pasillos de su prisión con más libertad que antes.
Severus tenía planes, primero sobre cómo mancillar la oficina que alguna vez fuera del gran Albus Dumbledore, y luego cómo hacer que el lugar que amaba y odiaba fuera más suyo. Pero esos planes estaban enterrados, y no podía llegar a ellos. Esa Oscuridad seductora, esa sirena seductora que flotaba en su mente, le impedía Ocluirla. Lo dejaba con ganas de tomar su mano para que pudiera ahogarlo en el mar de corrupción que envenenaría su alma para siempre.
Entró en la cabaña y se quedó quieto. No se atrevió a moverse, no se atrevió a hablar, hasta que pudo controlar la Oscuridad.
Las manos de ella sobre su rostro le hicieron darse cuenta de que no había estado respirando, porque el suave toque hizo que todo el aire saliera de sus pulmones. Inhaló otra bocanada mientras esas manos, pequeñas pero fuertes, le acariciaban las mejillas y el cuello, luego le agarraron los hombros. Contuvo la respiración de nuevo, anticipando la sensación de sus labios sobre los suyos. No lo decepcionó, y el sabor del té mezclado con el aroma del pergamino y la lavanda lo hicieron sentir como en casa. Hogar, seguridad, y de repente recordó que había muchas cosas más placenteras que la Oscuridad.
"¿Ya has vuelto?", dijo Hermione contra sus labios.
"No", dijo, besándola brevemente. "Esta vez es mucho peor".
"Eres un buen hombre, lo sabes", afirmó ella antes de besarlo de nuevo, deslizando las manos hacia arriba para pasarlas por su cabello.
"Herí a un gemelo Weasley y casi estrangulo al otro" —confesó.
Hermione se apartó, estudiándolo con el ceño fruncido. Después de un momento, dijo: "Pero no fue tu intención."
"No" —dijo rotundamente, y ella volvió a besarlo.
Finalmente, Severus la rodeó con sus brazos, sintiendo que la Oscuridad retrocedía, metiéndola lentamente de nuevo en su lugar detrás de sus escudos.
"¿Rory? ¿Leo?" —preguntó Hermione mientras sus labios rozaban su barbilla.
"Los gemelos los ayudaron a escapar" —dijo—. "Potter y Draco desaparecieron antes de que pudiera encontrarlos."
"¿Están con los gemelos?"
"¿Rory y Leo? Lo más probable" —dijo Severus, alejándose un poco de su esposa. Ella no estaba disfrazada, gracias a los dioses, y verla claramente lo ayudó a centrarse más firmemente.
"¿Deberíamos estar preocupados?" —preguntó ella.
"No." —Severus negó con la cabeza—. "Creo que estarán a salvo. Se creía que Potter estaría en la Madriguera, pero eso es sólo porque en lo que respecta al Señor Oscuro, fue enviado allí después de la muerte de Dumbledore. Me da pena Petunia, puede que reciba pronto una visita que nunca quiso."
"¿Y tú? ¿Cómo estás ahora?"
Suspiró profundamente. "Cansado. Agradecido de tenerte para ayudarme con esto". La besó, aunque con menos sentimiento y pasión que antes, la fatiga se estaba instalando.
Hermione se rió entre dientes contra sus labios. "Vamos a la cama".
"Esta noche no, querida, me duele la cabeza", bromeó, y sonrió mientras ella echaba la cabeza hacia atrás y reía.
"Cállate", dijo mientras se alejaba, tomando su mano y llevándolo al dormitorio.
—A—
Una tormenta golpeaba contra su ventana y la lluvia la mantenía despierta. O, tal vez, eran los eventos de antes los que mantenían su mente zumbando. Había lanzado hechizos con su propia varita en la boda. ¿Y si la estaban rastreando? ¿Y si alguien del Ministerio lo notaba? Pero no había recibido una carta o un Vociferador, o lo que fuera que enviaban cuando se usaba magia siendo menor de edad. ¿Pasaban por alto los hechizos defensivos? ¿Era por la guerra? Si era así, entonces tal vez nadie en el Ministerio recién tomado vería que Aurora Snape había usado magia en la Madriguera.
Pero luego estaba el mortífago que la reconoció de la batalla en el Ministerio. Y luego estaba el hecho de que ella usó un hechizo de la propia creación de su padre. ¿Y si el Confundus no hacía nada y cuestionaban a su padre? Maldita sea, ¿y si ella había matado a ese mortífago?
Su mente corría y daba vueltas, y se frotó la cara, tratando de aclarar su cabeza. No ayudó.
Incapaz de dormir, con la mente demasiado ocupada, Aurora se levantó de la cama, metiendo su varita en su cintura. Fred había encogido un par de pantalones de franela y unas camisetas sencillas para ella y Leo, y ahora se los ajustó antes de salir de la habitación de invitados.
El aluvión de ronquidos que la golpeó cuando salió de su habitación la hizo tropezar y agarrarse al marco de la puerta para mantener el equilibrio. Una risa suave vino de la cocina, y se volvió hacia allí. La diversión de Fred apenas se distinguía a la luz de la luna y una sola vela, una taza en su mano mientras estaba sentado en la pequeña isla. Ella caminó hacia él descalza, mirando si había una tetera cerca.
"Puse a propósito el hechizo silenciador en tu habitación, así sé que George no es lo que te mantiene despierta", dijo antes de murmurar un hechizo para invocar una taza para ella.
"¿Seguro que ese no es Leo?" —preguntó, moviéndose hacia el mostrador donde descansaba la tetera siempre caliente, llevándola a la isla.
"Puede que él también" —dijo Fred, sacando la crema del refrigerador y colocándola junto a su taza mientras ella la servía—. "Puede que los dos estén compitiendo. Y George solo puede escuchar a medias lo fuerte que ronca."
Aurora sonrió mientras buscaba una cuchara para revolver su té, recordando los eventos de la noche. "¿Cómo estás?" —preguntó y no se dejó engañar por el encogimiento de hombros indiferente y la sonrisa despreocupada.
Fred parecía haberse dado cuenta de esto, porque suspiró y su sonrisa se desvaneció para revelar un rostro cansado. "No lo sé. Por un lado, quiero hechizar a tu padre hasta el olvido, por mutilar a George como lo hizo. Pero entiendo que no fue intencional. Aún así, verlo así, verlo... no es como yo. Ya no. Ya no podemos hacer el truco que hicimos en la boda, ¿verdad?"
"¿Estabas tratando de ponerme a prueba?" —preguntó con una sonrisa mientras agarraba su taza—. "¿Para ver si todavía notaba la diferencia?"
Fred se encogió de hombros. "En realidad, fue idea de George."
"¿Y tú la aceptaste?"
"Sabía que lo notarías" —dijo, volviendo la mirada primero a la pared y luego a su té—. "Siempre lo has hecho." —Tomó un sorbo, lo que provocó que Aurora hiciera lo mismo.
Era más que amargo, ciertamente había probado pociones medicinales con mejor sabor que este lodo. Quería escupirlo, y su cuerpo reaccionó como si fuera a hacerlo, pero mantuvo los labios apretados y se obligó a tragar el líquido. Se estremeció. "Merlín, esto es espantoso" —exclamó, ignorando sus risas silenciosas—. "Si preparas tus pociones como preparas el té, no es de extrañar que un niño de doce años pueda hacerlo mejor que ustedes dos."
"No, ojalá preparara té como preparo pociones. Es desagradable" —dijo, bebiendo su té sin pestañear, sosteniendo su mirada. Ella no pudo evitar reír cuando su ojo se movió levemente, y Fred escupió el té de vuelta a su taza cuando sonrió demasiado. "Rory, quiero agradecerte" —dijo cuando se puso serio, y ella lo miró con el ceño fruncido confundida— "Por lo que hiciste por George."
"Escuchaste a mi papá, sabía cómo contrarrestar la maldición." Ella se encogió de hombros, mirando su lodo amargo en una taza.
"Sí, es cierto. Pero... pero cuando tropezó, fuiste hacia él. Lo ayudaste a levantarse. Lo protegiste."
"Protegiste a mi hermano, por supuesto que yo haría lo mismo por ti" —dijo, sintiendo que su pecho se apretaba agradablemente cuando sus ojos se encontraron.
A pesar de la lluvia golpeando las ventanas, a pesar de los ronquidos vibrando en las paredes, estar con Fred en la cocina era como un retroceso a su tiempo juntos. Cuando se escabullían a la sala común y pasaban tiempo en el sofá. Era lo mismo pero diferente, antes de que Voldemort fuera una amenaza real, y sin embargo, sabían que había una guerra en curso cuando comenzaron. La guerra aún estaba en marcha, y su hermano había perdido una oreja. No habían tenido noticias de su familia, hasta donde ella sabía, y su padre tuvo que poner su mano alrededor del cuello de Fred para protegerse. No tenía idea de dónde estaba Draco, o Harry. Nada era seguro en absoluto y eso la aterrorizaba. Pero allí, en el apartamento sobre la tienda de bromas, estaba a salvo. Estaban a salvo.
Dejó su taza en la mesa, extendió la mano y tomó la de Fred de su mano, colocándola junto a la de ella. Podía decir que él se cuestionaba qué estaba haciendo, pero tenía miedo de preguntar.
Sin sus tacones, tuvo que ponerse de puntillas para alcanzarlo, para deslizar los dedos entre su cabello y bajar su cabeza a su nivel. Él se acercó voluntariamente, pero aún parecía mantener una distancia incluso cuando ella acercó sus labios a los suyos. Fue como una memoria muscular, besarlo de nuevo. Había pasado más de un año desde la última vez, y sin embargo, todavía lo recordaba. Como se movía, cómo encajaba contra su boca. Cuando su lengua rozó sus labios, él se apartó bruscamente.
"Rory, no... tú no... caray, necesito que la sangre vuelva a mi cerebro, dame un momento".
"Lo siento", dijo ella, observándolo con atención.
"No, maldita sea, no lo sientas. Nunca lo sientas. Solo que... pasaron muchas cosas esta noche y no quiero... tú no tienes que hacerlo... Sigue siendo como fue en Navidad, eso no ha cambiado, pero no quiero que pienses..."
"Creo que nos enfrentamos a algo bastante aterrador en un lugar en el que deberíamos haber estado a salvo, y ahora quiero sentirme viva. Creo que me quedé despierta contemplando todas las formas en las que podría haber dañado la tapadera de mi padre, y no pude aclararme la cabeza hasta que estuve aquí contigo."
"Ah, entonces me estás utilizando." —Le guiñó un ojo y ella torció el rostro en un esfuerzo por no reír.
"Puede que sí" —replicó ella, levantando una ceja—. "Así que, dime que no y volveré a la cama."
La sonrisa de Fred se hizo más grande. "¿Tú estás guiando, entonces?"
"Sí" —dijo ella, decidiendo ya hasta donde quería llevar esta reunión—. "Pero eso no significa que volvamos a estar juntos, Fred. Es... es una noche. Solo un poco de afirmación antes de que las cosas empeoren."
"Bueno, entonces" —dijo él, aclarándose la garganta. Luego se llevó la mano a la frente, actuando como si se estuviera desmayando. "Salvaste a mi hermano" —dijo con voz aguda, con la intención de sonar como una mujer, y Aurora se echó a reír—. "¡Mi héroe! ¿Cómo podré pagártelo alguna vez?"
Se secó las lágrimas del rostro y sacudió la cabeza ante su ridiculez. "Te he echado de menos" —confesó, acortando la distancia entre ellos otra vez.
"Bien" —dijo Fred mientras se inclinaba para besarla.
Usando sus hombros como palanca, lo pilló desprevenido, levantándose y envolviendo sus piernas alrededor de su cintura antes de asegurar sus brazos alrededor de su cuello. Él la atrapó, gruñendo contra su boca. "No eres ligera" —dijo contra sus labios.
"Jugué un año como golpeadora; ¿de verdad creías que era una flor delicada?" —preguntó, arqueando la ceja otra vez.
Él sacudió la cabeza. "Nunca lo hice" —dijo, besándola otra vez y llevándola por el pasillo hasta su habitación, donde cerró la puerta de una patada, silenciándolos de sus hermanos, y a sus hermanos de ellos.
Nota de la autora: Vale, siento MUCHO la demora. Tuve que ser anfitriona de una familia que hace que mi salud mental se vaya al traste, y me llevó un par de días aclarar mi mente lo suficiente para volver a esto. Intenté terminarlo antes de que llegaran, pero no sucedió. El capítulo extra largo lo compensa, ¿no?
Nota de la traductora: bueno, empezamos con el momento entre Harry y Rory, que me gustó mucho ya que nos recuerda que ella y Harry tenían una amistad previa a Howgarts, y me gustó como él intenta arreglar las cosas con Neville por su amiga y como Aurora nos recuerda que si no fuera por la existencia de ella y por la presencia de Draco en la vida de Harry, él también pensaría lo peor de Snape.
Como siempre es un deleite ver el amor entre Severus y Hermione y uno de mis aspectos favoritos en este fic es como uno puede sentir que son los mismos personajes que conocimos de adolescentes pero al mismo tiempo vemos como crecieron y si les creemos que tengan treinta y tantos.
Es difícil ver a Severus batallando con su lado oscuro pero me alegra que lo veamos por varias razones. La primera es que nos muestra porque en canon Severus se preocupaba por lo que matar a Dumbledore le haría a su alma, y porque para él es necesario aferrarse al recuerdo de Lily mantenido la foto y su escritura con él, en este caso el recuerdo no es necesario porque tiene a alguien que ama y que lo ama y que funciona como su faro para no perderse en la oscuridad. La segunda cosa que me gustó es ver como incluso en medio de su oscuridad el ama profundamente a su hija y quiere estrangular a quien no la trate como reina, pero vaya, en eso se parece a todos los padres del mundo, creo yo XD
Otro aspecto que me agrada de estar en el punto de vista de Severus es que nos muestra un poco más de lo que implica ser un espía y lo mucho que se está arriesgando, porque cuantas cosas hubieran podido salir mal solamente en este capítulo? Por eso jamás entenderé que exista gente que menosprecie su participación en la guerra argumentando que toda la orden peleo porque no es lo mismo pelear abiertamente que jugar para dos bandos y personalmente yo se muy bien lo que yo preferiría.
Una de las cosas que más me gusta de esta historia es como la autora mete elementos del canon en ella, por ejemplo la oreja de George, que si bien es horrible que siga pasando aquí al menos saben que fue realmente fuego amigo y Severus pudo ayudar diciéndole a Fred que Rory sabría que hacer. Por otro lado Aurora usando el Sectusempra sin pensarlo también me gustó sobre todo porque aquí no es Draco el que lo recibe. Me da pena ver a Leo tan afectado con todo pero nos ayuda a recordar lo pequeño que es. Y por último, no voy a comentar nada de Fred y Aurora como tal, solo diré algo que mencionó una lectora en la historia original que no se si ya les había comentado, pero, se dan cuenta que mientras Neville siempre señala que Aurora no es como su padre, Fred siempre señala las formas en las que SI es como él y las encuentra divertidas, aunque claro que tiene mucho sentido ya que Severus fue mucho más duro con Neville que con Fred y Fred encuentra divertido casi todo XD
Hasta la próxima.
