DESEO PROHIBIDO


Kagome estaba obsesionada…

A sus 23 años, recién graduada de la universidad y con un trabajo estable, se dispuso a vivir la vida como ella quisiera, sin importar las críticas de la sociedad ante sus decisiones, fueran cuestionables o no.

Los fines de semana - a veces entre semana- salió y bebió, tuvo sexo casual y se besó con algunos chicos bonitos simplemente por el placer de hacerlo. Ella era una adulta independiente que estaba viviendo a su antojo.

Con su grupo de amigas habían encontrado este pequeño bar lleno de rock clásico con mesas de billar y una gran cantidad de licor y cervezas en la barra. Lleno hasta el tope de hombres para coquetear y tal vez, si le gustaban lo suficiente llevarlos al callejón o a su cama para follar como conejos.

En una de sus recurrentes salidas en jueves para aprovechar la noche de chicas y la promoción de bebidas al 2x1, lo vió por primera vez…

Su compañero en el crimen Jakotsu había tirado de su cabello para llamar su atención mientras charlaba con una de sus otras amigas. Se giró lista para reclamarle por su grosería cuando vió hacia donde señalaba discretamente su dedo pintado en rojo sangre, cuando lo contempló en todo su esplendor entendió por completo la sonrisa complacida que lucía.

Se relamió los labios mientras se lo comía con los ojos…

Alto, musculoso, guapo, cabello plateado corto y revuelto. Estaba recargado contra una de las mesas de billar con los brazos cruzados, llevaba pantalones de mezclilla desgastados y una camisa blanca de manga larga, tan pegada a su cuerpo como una segunda piel que dejaba ver los contornos de cada uno de sus músculos. Poseía una sonrisa pecadora, sus colmillos le hicieron temblar las rodillas, al mismo tiempo que las orejas de cachorro en su cabeza le hicieron arrullar de emoción. Un yokai, nunca había tenido uno. Todas sus parejas anteriores habían sido humanos. Siempre había existido en ella la tentación y curiosidad de acostarse con alguien de ascendencia yokai pero Jakotsu le dijo que eran salvajes e impredecibles en la cama, además de insaciables. Ahora que había terminado con la escuela y estaba probando sus límites era un buen momento para probar nuevos y sexys horizontes.

Le encantaba lo que veían sus ojos, todo varonil, irradiando testosterona sin siquiera darse cuenta.

— Ese semental es mío — dijo él hombre a su lado.

— Veremos quién se lo gana primero.

Durante el resto de la noche lo observaron detenidamente. Él nunca se percató de su acoso visual, o si fue así nunca lo demostró. Caminaron a su alrededor pero el hermoso yokai nunca les regaló una sola mirada, eran prácticamente invisibles. Cuando menos se dieron cuenta él objeto de su lujuria desapareció de su vista y terminaron lléndose a casa sin su premio.

El ritual continuó durante días, se vestían de manera provocadora y rondaban por el bar, la misión era llamar su atención y atraerlo, el premio sería probar que tan rápido podían llevarlo a la cama.

Su juego se prolongó por semanas, él siempre estaba ahí, siempre rodeado de los mismos tipos, en algunas ocasiones algunas mujeres se acercaban con claras intenciones pero él las ignoraba. Un ceño fruncido y palabras desdeñosas terminaban alejando a las zorras que cazaban hermosos cachorros plateados.

Jakotsu había descubierto por medio del barman que el hombre se llamaba Inuyasha y era dueño del bar.

Kagome estaba a punto de sugerir que tal vez era gay y Jak tendría más oportunidad. Pero de pronto una noche las estrellas y los planetas se alinearon a su favor. Él la miró, de arriba a abajo, su mirada quemaba y la hacía estremecer. Su mirada era depredadora y sensual, prácticamente mojó sus bragas sin moverse de su lugar, sin siquiera recibir una sola de sus caricias. Pero sus ojos, ellos lo decían todo, era su oportunidad. Kagome regresó la mirada, barriendo la totalidad de su delicioso cuerpo de mármol mientras se mordía los labios. Cuando sus miradas se encontraron de frente ella se dió la vuelta y lo ignoró. Esperaba que cayera en su red, que él mismo viniera por ella, que su desafío fuera aceptado.

Jakotsu que estaba a su lado en la esquina de la barra suspiró en derrota.

— Eres una maldita zorra con suerte. ¡Disfrútalo bebé!

Kagome solo le sonrió y le guiño un ojo mientras seguía bebiendo de su bebida demasiado dulce para su gusto. Su acompañante se levantó de su asiento y se fue directo a la pista de baile buscando una nueva presa.

Ella espero pacientemente, él vendría, no era la primera vez que jugaba este juego con un tipo. Siguió bebiendo de su vaso y se perdió unos segundos en la música que sonaba en el lugar.

Una voz ronca y sensual le habló al oído.

— Me has estado mirando por semanas.

Ella se estremeció de pies a cabeza y lo miró de reojo, cabello plateado en conjunto con ojos dorados, una combinación peligrosa, él estaba estableciendo un nuevo estándar en lo que quería en un hombre.

Sin mirarlo directamente todavía, tomó un breve sorbo y le respondió de forma desinteresada.

— Tengo ojos, puedo ver lo que se me venga en gana.

— Y yo tengo un excelente olfato, hueles a perra en celo, cada vez que pasas junto a mi y me miras tu excitación aumenta y me pica la nariz.

— ¿Quién dice que es por ti? — no pudo evitar sonrojarse de vergüenza. Pero lo usaría a su favor.

— Es por mí, un par de mis amigos te han mirado, incluso se acercaron pero ni siquiera les das la hora, estoy seguro que no los recuerdas. — le susurró — Incluso en este momento tu excitación es tan espesa que casi puedo saborearla.

Kagome se rió divertida, apoyándo el codo contra la barra descanso su cabeza en su mano y lo miró a los ojos por fin.

— Me atrapaste, ¿Qué vas a hacer conmigo?

Era una clara invitación, solo esperaba que él captará la indirecta.

La noche estaba en pleno apogeo, la gente cantaba y bailaba ajenos a su entorno, las pocas personas que los acompañaban en la barra mantenían sus propias conversaciones. El objeto de su ardiente deseó seguía a sus espaldas, respirando justo en su oído haciéndola desear más de él con fuerza y urgencia.

— ¿Qué es lo que estás buscando? Tal vez…

Se estremeció de pies a cabeza cuando sus garras comenzaron a acariciar su muslo, tuvo que morderse los labios para no gemir sonoramente mientras él levantaba su falda a alturas peligrosas. Se detuvo cuando llegó a su cadera y se topo con la barrera de sus bragas, una de sus tantas piezas de tela diminutas que había optado por usar cada vez que aparecía en el bar por si esa noche tenía algo de suerte.

— ¿Qué haces? — miró a los lados nerviosa, pero nadie les prestaba atención. Además de que él la cubría con su enorme cuerpo, una barrera extra que la protegía de convertirse en una exhibicionista.

— ¿No es lo qué viniste a buscar?

Sus dedos y uñas letales siguieron moviéndose por su piel, cuando llegó al interior de los muslos ella automáticamente abrió un poco las piernas para darle libre acceso. Su respiración era agitada, casi frenética al igual que su corazón, su toque dolía de la forma más deliciosa y apenas estaban comenzando. En cambio la respiración del pecado con piernas era tranquila en su oído acompasada con el movimiento de sus manos. Cuando rozó la base de sus bragas Kagome se mordió los labios con más fuerza para evitar cualquier sonido indecente.

— Estás empapada para mí.

— Te oyes muy orgulloso de ti mismo.

— Me deseas. — podía escuchar la burla en sus palabras.

— Deseo muchas cosas. — arremetió.

— Pero más esto…

En un movimiento rápido tenía sus dedos debajo de su ropa interior, tocando sus labios mojados. No pudo sostener su cabeza que cayó sobre su duro hombro, cerrando los ojos con fuerza abrió la boca para respirar y gemir al compás de sus dedos. La tocaba como a un instrumento bien practicado, en unos pocos minutos la tenía temblando con un orgasmo inminente mientras aún seguía sentada en el mismo banco. El movimiento de sus dedos se volvió más rápido sobre su clítoris y la hizo estremecerse, su mano libre subió para tapar su boca evitar que los demás escucharán su gemido hedonista mientras terminaba en sus dedos. Quería más, necesitaba más…

— Asombroso — susurró. Quería levantarle el ego para que él levantará su falda y se la follara.

— Me alegro que te haya gustado, es lo único que tendrás.

— ¡¿Qué?! — exclamó con sorpresa.

Cerrando las piernas con rapidez se giró por completo para mirarlo cara a cara, el idiota tomó la servilleta que estaba junto a su bebida y se limpió los dedos. La miró con una ceja alzada y una sonrisa burlona.

— No me acuesto con niñas.

— ¡Tengo 23 años, muchas gracias! — se defendió indignada.

— Y yo tengo 45. — le guiñó un ojo.

— ¡¿45?! Pareces mucho más joven.

Definitivamente estaba sorprendida, si se veía maduro pero no aparentaba tener la edad que él mencionaba, sabía que los yokai se mantenían jóvenes por mucho tiempo pero no esperaba esto.

— Y cuando tenga 50 o 60 probablemente me veré igual, sangre yokai ¿recuerdas? — se dió la vuelta y se alejo de ella — ¡La casa invita!

Se fue, dejándola empapada, necesitada y sorprendida. Era mucho mayor que ella, le dijo que era una niña y eso definitivamente le había pegado en el orgullo. Pero después del orgasmo que le había regalado solo con sus dedos quería experimentar lo que era venirse sobre su dura polla yokai. Kagome estaba obsesionada y lista para quemarse con fuego jugando con él.

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Su obsesión estaba alcanzando nuevos niveles, lo quería todo de él con profunda desesperación.

Con la ayuda de Jakotsu eligió nuevos atuendos, lo suficientemente sexys pero con clase, sin que la hicieran parecer una prostituta… no demasiado.

Acudía constantemente al bar buscando miradas de oro caliente. Él nunca la miró más de dos segundos y eso la frustraba. Así que cambio de táctica.

Bailó mucho, con muchos hombres. Se contoneo alrededor de la pista de baile pegando su cuerpo a quién quiera que fuera su acompañante en turno, quería provocar cualquier reacción de su parte. Pero no estaba obteniendo nada, solo frustraciones e irá reprimida.

Se estaba desesperando y dando por vencida. Este día sería el último, antes de darse un tiempo y replantear su estrategia de caza.

Se presentó en el lugar en un diminuto vestido rojo de hombros descubiertos y manga larga. Elegante y sexy al mismo tiempo, quería regalarle la mejor vista antes de desaparecer por algunas semanas.

Mientras bailaba sola en el centro de la pista sin prestar atención a nada más, sintió una caricia en su hombro, giró la mirada entrecerrada y se encontró con ojos rojos y cabello negro y corto. Una chica bonita, muy irreal en belleza y sensualidad. Solo se sonrieron y comenzaron a bailar juntas, una danza llena de pecado. Se frotaban y tocaban de formas provocadoras, una antesala al baile sincronizado en una cama. La noche se estaba calentando, Kagome lo sentía.

Mientras seguían sus movimientos lentos y sensuales, se perdió en esos ojos rojos y esas manos que la recorrían con descaro. Quería sexo, con desesperación, quería desahogarse de toda la frustración de las últimas semanas. Ella deseaba nuevas experiencias.

— Nombre… — susurro.

— Yura.

No necesito nada más, se acercó y la beso, Yura respondió de buena gana mientras se seguían moviendo. Una de las piernas de su compañera se metió entre sus piernas mientras bailaban y Kagome se frotó de buena gana, provocando su centro con una fricción deliciosa que extrañaba. Las manos de Yura se posaron en su trasero y prácticamente guío sus movimientos mientras las manos de Kagome se enredaban en su cabello para controlar el beso.

Se estaba perdiendo, todo era sensaciones ardientes en su piel.

Pero algo tenía que arruinar su momento íntimo. Un gruñido estruendoso se escuchó a sus espaldas, Kagome fue separada muy bruscamente de su cálida compañera y el mundo se puso de cabeza cuando la arrojaron sobre un fuerte hombro, el movimiento fue tan rápido y brusco que le saco todo el aire del estómago.

— ¿Qué mierda? — gritó.

— ¡Eso es lo que yo me preguntó! ¿Qué mierda fue esa?

— ¿Qué?

Sorprendida se giró y lo vió. Inuyasha estaba saliendo del bar por la puerta trasera con ella como si fuera un saco de papas.

— ¿Qué crees que estabas haciendo casi follandote a la estúpida Yura enfrente de todos?

— Puedo follarme a quien quiera, cuando quiera y donde quiera. — se defendió.

— ¡A la mierda si puedes!— gritó a cambió.

Sonada furioso y eso a ella le encantaba. Quiera provocar más de esa furia.

— Dejaste claro que no querías follarme, así que tenía que buscar a alguien. Cada que me frote sobre cada tipo en el bar ni siquiera te importó.

— Eso fue porque lo hacías para provocarme, ellos ni siquiera te interesaban. En cambio con Yura, olías a deseo y sexo. Estabas excitada por esa puta y me pone furioso. Maldita sea si se el porque.

— No me importa, bájame para que pueda ir a buscarla.

Llegaron a una sección apartada del estacionamiento donde estaba aparcada una suv 4x4 en color negro. Inuyasha abrió una de las puertas con fuerza y la arrojó en el asiento trasero sin delicadeza.

— No te vas a follar a Yura.

— ¿Por qué no?

— ¡Porque tú deseo me pertenece!

Le gruño con furia en la cara antes de empujarla contra el asiento.

— ¡Hueles a esa maldita y me está volviendo loco!

Ni siquiera la dejó pronunciar una sola palabra antes de alzarle las piernas sobre sus hombros, y así recostada sobre el asiento de su camioneta enterró el rostro entre sus piernas abiertas. Kagome no pudo hacer nada más que gritar de sorpresa y aguantar el viaje, se la estaba comiendo con furia y sin descanso, ella apenas podia respirar y gemir. Las palabras no estaban a la orden. Él chupo y mordió a su antojo, de alguna manera sentía que estaba marcando su territorio y a ella le encantaba. Era lo que buscaba, celoso y posesivo, que desquitará toda esa furia en la cama.

No le llevo mucho tiempo hacerla gritar hasta el orgasmo. Se quedó completamente floja con el vestido hasta la cintura y las bragas empapadas a un lado mientras él bebía hasta la última gota de su humedad. No le importaba donde estaban, el placer nublaba su mente.

Después de un par de minutos Inuyasha se levantó y se limpio la boca con el dorso de la mano, junto sus piernas y las doblo para hacerlas a un lado y poder cerrar la puerta. Inmediatamente se subió tras el volante y comenzó a conducir en completo silencio.

— ¿A dónde me llevas? — salió en un susurro roncó.

— A mi departamento, te voy a follar a fondo como rogabas.

— ¿Seguro que no me vas a matar?

— Seguro — resopló — te necesito viva para que grites mi nombre hasta que no tengas voz por días.

Fueron minutos de completo silencio dónde Kagome se sentía necesitada y saciada al mismo tiempo. Dulce neblina que la estaba haciendo dormitar mientras seguía manejando en silencio. No sabía cuánto tiempo había pasado hasta que el auto se detuvo. Inuyasha bajó y se dirigió hasta la puerta trasera para sacarla, la ayudó a levantarse y arreglarse el vestido para caminar unos pocos pasos hasta su casa.

Se encontraban en un barrio bastante tranquilo, lleno de casas con jardines delanteros y cercas blancas. Una casa familiar y no un piso de soltero. Le llamó la atención que parecía más un lugar para criar a tus hijos, le hizo preguntar si tal vez tenía familia o si estaba divorciado. Tomando en cuenta su edad no sería raro.

— Linda casa, ¿tu esposa no se molestará si me ve?

Inuyasha se detuvo a medio camino y la miró con una ceja alzada.

— ¿Esposa?

— Bueno esto parece una casa familiar. Niños corriendo por el jardín con un cachorro, prácticamente puedo verlos.

— Pff — se burló — es la casa de mi infancia. Fue herencia de mi madre. Y no hay una esposa, el amor es una mierda y yo no tengo relaciones largas, ya cometí esa estupidez en mi juventud.

— ¿Ni siquiera una novia?

— Misma mierda. Las aventuras casuales sirven para lo mismo. — siguió caminando hasta llegar a la puerta y la abrió — adelanté.

Kagome asintió y atravesó el umbral mirando hacia todos lados, un lugar bastante normal para sus estándares.

Apenas dió dos pasos más y grandes manos con garras la tomaron de la cintura y del cuello. En un giro fluido la tenía presa de nuevo, sus labios reclamaron su boca con exigencia, ella no se resistió y tomó igual que dió. Labios, lenguas y sonidos obscenos se abrieron paso durante todo el intercambio. Siguieron avanzando hasta llegar a una puerta, la cual el hombre de sus sueños húmedos abrió de una patada. Dentro de la alcoba el beso se rompió y su vestido rojo fue alzado de su cuerpo, desecho a un lado dejándola solamente con la tanga roja. Se tomó su tiempo para observarla detenidamente, ella disfruto de sus ojos quemando su piel, dejo que la absorbiera, le encantaba la atención.

Inuyasha gruñó bajo y ronco, como un cazador salvaje esperando a saltar por su presa. La tomó del cabello de manera brusca y la hizo caer de rodillas ante él. Al parecer está noche sería dura y exigente, la hizo humedecer al imaginar todas las posibilidades.

— Abre esa bonita boca y saca la lengua. — ordenó.

Kagome obedeció con gusto mientras él mismo se abría el pantalón y sacaba su miembro a medio endurecer. Era grueso y largo, sintió como su boca se llenaba de saliva con espectativa por probarlo.

Lo puso sobre su lengua y comenzó a frotarlo arriba y abajo humedeciendolo. No resistió por mucho tiempo la provocación por lo que ansiosa lo introdujo en su boca con un largo y decadente gemido. Sus movimientos al inicio fueron lentos, probando sus propios límites, su punta tocó el fondo de su garganta lo que la hizo gemir más profundo y obsceno. Aumentó la velocidad y en conjunto con su mano para abarcar lo que no cabía dentro de su boca, siguió provocando dulces gruñidos del hombre frente a ella. Sus manos tomaron su cabello para guiarla a su gusto, haciéndola ir más profundo.

— Buena niña…

¿Cómo era posible que cualquier palabra susurrada por su voz profunda la hiciera estremecer hasta los huesos? La estaba volviendo loca y apenas habían comenzado, la noche aún era joven.

Uso su boca a su antojo, haciéndole que apenas pudiera respirar entre cada embestida. Era rudo y a ella le encantaba cada segundo. Quería más… mucho más.

Tal vez Inuyasha se dió cuenta de su ardiente necesidad porque así como la hizo caer de rodillas, la detuvo y la levanto por su cabello antes de inclinarla con las manos sobre el colchón de la cama.

— Eres una zorra tan necesitada, ¿qué es lo que buscabas provocándome?

— Exactamente lo que conseguí — se giró para mirarlo sobre uno de sus hombros— yo siempre ganó.

Ni siquiera terminó de desvestirse, solamente se quitó la camisa y le arrancó la tanga en un fuerte movimiento que la hizo gemir con fuerza. Y sin perder ni un minuto le dió una fuerte nalgada, la hizo gritar de sorpresa. Continuó con su asalto en cada uno de sus globos gemelos hasta que ardieron, estaba en una delgada linea entre el placer y el dolor que la emocionaba. Brevemente pensó que Jakotsu tenía razón, los yokai eran salvajes y exigentes. Cuando sintió que estaba a punto de gritar por piedad él se detuvo y se empaló dentro de ella en un fuerte movimiento.

— ¡Mierda! — gritó.

— Joder muñeca, estás completamente empapada y caliente. ¿Te gusta el trato duro?

— ¡Joder si, dame fuerte papi!

— Maldita zorra provocadora.

Siguió golpeándola con fuerza, cada una de sus embestidas era castigadora y realmente deliciosas. Gritó tan fuerte como pudo, quería que todos la escucharán mientras disfrutaba, quería que escucharán lo bien que se la estaba follando. En un momento estaba con la cara enterrada en el colchón y de la nada ya estaba sobre su espalda viendo el techo blanco y con las piernas abiertas al aire, no le dió tiempo de respirar o siquiera pensar cuando ya lo tenía enterrado hasta el fondo de nuevo. Gritar palabras a medias y soltar gemidos largos es todo lo que podía hacer, definitivamente era aún mejor que sus recurrentes fantasías desde que lo había visto por primera vez.

No pudo tomar consciencia del tiempo, estaba perdida completamente en las sensaciones. Su cuerpo bañado en sudor mientras él la doblaba, agradeció internamente sus clases de yoga. Tenía sus piernas sobre los hombros y su musculoso cuerpo sobre el de ella mientras reclamaba sus labios de nuevo, susurrando todo tipo de cosas lascivas que tenía planeado hacer con ella a lo largo de la noche. La llevó al límite en poco tiempo, la hizo gritar con todo el aire que pudieron reunir sus pulmones.

Apenas dejó de estremecerse cuando Inuyasha abandonó su calidez interior, Kagome se quejó por la pérdida de inmediato, había esperado demasiado por él, aún no era suficiente. Se movió a lo largo de la cama buscando que él que la miraba con deseo regresará a ella.

— ¿Estás segura de que puedes seguir? — preguntó con una ceja alzada.

— No tienes idea…

Inuyasha sonrió y de inmediato la cubrió con su cuerpo reclamando sus labios, descendiendo con besos abrasadores y castigadores por su cuello y hombros hasta llegar a sus senos los cuales mordió y pellizco, estaba segura de que mañana contaría con una colección de chupetones para rememorar la mejor noche de sexo de su vida.

Lo dejo disfrutar por unos momentos antes de empujarlo con fuerza y tomar el control, con un fluido movimiento estaba sobre sus caderas frotando su centro goteante sobre su dureza y con lentos giros lo introdujo de nuevo en ella, lo vió cerrar los ojos e inclinar su cabeza hacia atrás debido al placer. Sus grandes manos con garras se posaron en su trasero y lo apretaron con fuerza haciendo que las garras la rozaran creando un delicioso ardor en su piel. Lentamente comenzó a rebotar en su regazo, quería cerrar los ojos debido al placer de tenerlo enterrado hasta el fondo pero no quería perderlo de vista, era simplemente glorioso, su cuerpo enrojecido cubierto de sudor, ojos ardientes con párpados pesados, mechones de cabellos despeinados y húmedos, era una visión pecaminosa.

Apoyó las manos en su pecho para mejorar el ángulo, sus movimientos lentos y ondulantes, quería hacerlo sentir cada pequeño movimiento. Él solo gruñó y empujó sus caderas hacia arriba para encontrarse con ella con cada nueva embestida enviando fuertes descargas de placer a su sistema. Sus manos se deslizaban entre su trasero y su cintura presionandola más fuerte con él, como si quisiera fundirla en su piel.

Vio pequeñas gotas de sudor recorrer su mentón hasta su cuello y no pudo resistirse a inclinarse y pasar la lengua por su piel caliente, era completamente delicioso, quería su sabor salado siempre en su lengua. Sus ojos se abrieron y la observaron con un brillo caliente, se levantó siguiendo sus labios para robarle un beso demandante mientras sus cuerpos seguían moviéndose sincronizados en la búsqueda de su placer, el cambio de posición le dió un nuevo ángulo, dejando que su clítoris se frotara contra él, la hizo romper el beso para jadear y gemir su nombre mientras aumentó la velocidad de sus movimientos. El calor floreció en su vientre casi haciéndole arder por dentro y con la sensación de las garras de Inuyasha enterrándose en su trasero, se corrió fuerte, un grito ahogado la abandonó mientras lo escuchaba a él ahogarse con una respiración, su cuerpo lo apretó queriendo exprimirlo y con embestidas rápidas lo escucho gruñir al mismo tiempo que la invadía la sensación de líquido caliente llenándola por completo.

Inuyasha se dejó caer de espalda sobre las almohadas, mientras que Kagome se quedó tendida sobre su pecho. Sus respiraciones eran agitadas, nadie dijo nada por sabe cuánto tiempo.

— Eso fue… — comenzó él.

— Simplemente asombroso. — susurró a cambio.

— ¡Joder sí!

Después de eso Kagome no pudo decir nada más, Inuyasha la hizo girar para estar sobre ella y se introdujo en su calor nuevamente.

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Mierda si iba a tolerar estás tonterías.

Ella acababa de llegar al bar, acudía con regularidad al menos dos veces a la semana e Inuyasha la llevaba a su casa para follar sin descanso toda la noche. Pero hoy justo al llegar una hora antes del cierre, lo vió entrar a su oficina con una mujer alta y delgada. Dudaba por la forma tan reveladora en que ella iba vestida que hablarían sobre negocios. Ella reconocía a una puta cuando la veía.

Cuando pasaron 5 minutos y ninguno salía de esa habitación, Kagome vió rojo, así que vestida con su diminuta falda de cuero negra, top blanco y botas altas hasta los muslos, pisoteó furiosa rumbo a arruinarles el momento. ¡Nadie se metía con el hombre que le había dado tanto trabajo conseguir!

Así que llena de furia abrió la puerta de una patada y con el ceño fruncido miró a los dos ocupantes dentro. Inuyasha estaba recargado en su escritorio con los brazos cruzados mientras que la puta de pelo lacio y largo estaba demasiado cerca para su gusto, una de sus delgadas manos tocaban el antebrazo de Inuyasha y eso la hizo enfurecer aún más.

— ¿Interrumpo algo? — gruñó entre dientes.

— ¿Y tú eres? — habló la mujer con un claro tono de desprecio.

Inuyasha la miró con los ojos aburridos por un momento antes de ponerlos en blanco, de un manotazo alejó la mano que lo tocaba.

— Cómo ya te lo explique, no estoy interesado. Puedes buscar otra polla para follar, yo ya estoy ocupado.

La mujer parecía genuinamente sorprendida, miró entre ella que estaba aún parada en la puerta con los puños apretados e Inuyasha. La barrio de pies a cabeza con mirada crítica e hizo una mueca de desagrado antes de hablar.

— No sabía que estabas interesado en las niñitas Inuyasha. Has caído muy bajo.

— Eso no es algo que te importe. Así que fuera de aquí, puedes buscar la compañía que cualquier otro.

— Tienes razón, me sobran opciones. Cuando quieras regresar a las mujeres de verdad, llámame.

Se alejó del hombre y le lanzó un guiño y un beso sobre el hombro. Era obvio que estaba provocando aún más la ira de Kagome que en ese momento temblaba de furia celosa, no había podido pronunciar una sola palabra durante todo el desagradable intercambio. Pasó justo frente a ella y cuando salió de la habitación Kagome cerró la puerta tan rápido y con tanta fuerza que esperaba haberle dado en el culo con ella.

— ¿Quién es ella? Y ¿Qué mierda quería Inuyasha?

— Lo mismo que tú Kagome. Es una ex amante que quería que regresará a su cama. — contestó aburrido.

— ¿Ibas a hacerlo?

Estaba cada vez más enojada, su cabeza se sentía a punto de explotar, quería golpear algo o a alguien. Inuyasha respiró hondo y se pasó una mano con cansancio por todo su rostro antes de responderle. Se alejó del escritorio y se acercó a ella, la tomó por la parte posterior del cuello y la acercó a su rostro.

— Escúchame bien Kagome, no acostumbro tener varias amantes al mismo tiempo. Una vez que me follo un coño, lo hago solo con ese hasta que me canse. Y ¿a quién me estoy follando ahora? Contesta.

— Me estás follando a mi. Pero ¿eso es lo que piensas hacer? Joderme hasta que te aburras y busques al siguiente reemplazo… — no sabía si estar más enojada o herida con sus palabras.

— No me gustan las escenas de celos Kagome, son estúpidos e infantiles. Me hiciste parecer lo suficientemente estúpido al ponerme celoso de Yura, no quiero que me hagas escenas en mi trabajo. ¿Entendiste?

— ¡Entonces no metas zorras en tu oficina cuando no estoy!

— ¡Mierda!

Así sin decir nada más la beso, con furia y deseo. Kagome se abrió fácilmente a él, dejándolo saborear el interior de su boca, enredando sus lenguas mientras luchaban por el dominio del beso. Ante el primer gemido que salió de ella la hizo girar y puso sus manos sobre su escritorio, le dió dos fuertes nalgadas que la hicieron gritar de dolor.

— ¡Deja de ser una mocosa malcriada Kagome!

— ¡Házme!

Su falda fue alzada sobre su trasero y su ropa interior arrancada de su cuerpo, escuchó más que vio el cinturón y la bragueta abrirse, cuando menos lo esperaba Inuyasha estaba enterrado hasta la empuñadura dentro de ella, fue doloroso porque no estaba lo suficientemente mojada para recibirlo.

— ¡Duele! — gimió.

— Lo mereces, tus celos son estúpidos porque no pienso follarme a ella ni a ninguna otra zorra. Este coño que tengo ahora es mío, ¿entiendes? Tu coño me pertenece solo a mi. Tus gemidos y gritos, todos tus orgasmos son míos niña. Si te vas a correr será por mi boca, mis dedos o mi polla nada más. Así que tú tampoco puedes follarte a nadie más.

No dejó de embestirla con fuerza mientras hablaba, puntando sus palabras con fuertes empujones en su interior. Era enloquecedor, le encantaba cuando tenían sexo enojados, era crudo y lascivo, perfecto para ellos.

— Tú dijiste que no tenías relaciones estables. ¿Cómo piensas mantenerme solo para ti? — jadeó.

— ¡Al carajo lo que dije! — la alzó del cuello pegando su espalda en su pecho mientras seguía empalandola— Eres mía, solo mía. Mataré a cualquiera que te toque así. Dime qué eres mía…

— ¡Soy tuya, solo tuya!

La mano que sostenia su cuello la soltó para posarse sobre su clítoris y con frenéticos movimientos circulares la hizo venir con fuerza y rapidez, mientras que seguía introduciendo su polla una y otra vez. La respiración de Kagome se quedó atorada en la garganta mientras se doblaba para sostenerse sobre el escritorio de nuevo. La flexión de sus músculos internos lo hizo aumentar el ritmo de sus caderas hasta que con un fuerte empujón se detuvo mientras sentía como se derramaba dentro de ella.

Con el cuerpo tembloroso se levantó para mirarlo, Inuyasha ni siquiera la dejo hablar, la abrazo y la beso, siempre igual de tosco y ardiente.

— Algo tienes que me vuelve loco, no quiero compartirte con nadie. Eres mía Kagome.

— Lo mismo digo — alzó sus brazos para rodear su cuello y reclamar sus labios de nuevo, un beso lleno de promesas lujuriosas por cumplir.

Inuyasha la levantó por el trasero, ella envolvió sus piernas a su alrededor de inmediato chocaron con la pared del fondo y en un segundo su amante estaba enterrado en su calidez expectante.

Kagome estaba dispuesta a ahogarse en las aguas oscuras o quemarse en el infierno por su ardiente deseo por él.


Bien espero que hayan disfrutado esto, para mi fue realmente mortificante de escribir, además de incomodo. Una amiga ficker de otro fandom me reto a escribir algo mas sucio y tóxico de lo que escribo normalmente. Tú sabes quien eres y sé que vas a leer esto...

Y obviamente esto tenía que salir justo hoy porque es viernes de smut sucio y pecaminoso!!!