General
—Y bien, Fugaku—el hombre con traje gris se inclinó en su asiento hacia la dirección de la cabeza de la mesa—, ¿qué piensas hacer?
Ante la evidente duda y desesperación en la mirada del hombre una sonrisa apareció en los rostros de todos los demás presentes, quienes estaban como tiburones al asecho.
—Sólo digo, es tu única salida, querido amigo, socio… Si no vendes la empresa y la sigues manejando por tu parte muy pronto estarás en la ruina.
—Así es, sabemos que te preocupas demasiado por la empresa, ya que es todo el trabajo que hicieron tus antepasados.
—¿Y qué mejor si se la dejas a tus buenos colegas?, los cuales somos nosotros.
—Así que, ¿qué piensas al respecto, Fugaku?
El hombre pelinegro seguía sumido en sus pensamientos, pensando en más posibilidades, pero era inútil, en ese momento su cabeza estaba hecha un lío tras ver aquellas gráficas durante la junta.
Todas esas estrategias de marketing no habían funcionado y la competencia estaba ganando.
—No tienes que decirnos tu respuesta hoy, pero-
El rechinar de una silla se escuchó, interrumpiendo al hombre, el hombre, Fugaku Uchiha, se había dirigido a la puerta y salió de la sala de reuniones, dejando a todos esos hombres con la palabra en la boca.
—¿Crees que cederá?
—Tiene que hacerlo, es su única salida.
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Capítulo 1. Una Decisión Apresurada.
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Izumi
Hoy comienzo con mi nuevo empleo, estoy tan emocionada, será mi primer trabajo en mi vida… Pensándolo bien, sí estoy nerviosa.
—Hija, ¿ya te vas?
—Sí, mami, ¿por qué? —antes de que me respondiera me adelanté—Ya ordené la habitación de Ryota y Hana que, por cierto, deberías decirles que empiecen a ordenarla ellos mismos, ¡ya van en primaria!, es momento que empiecen hacerlo.
—Sí, sí, lo haré, —mi madre sonrió—pero no era eso, sino que quiero que lleves esto para tu primer día de trabajo.
Mi madre sacó de una cajita de madera un broche de un ángel.
—¿Sabes de quién era este broche?
—De la abuela. —respondí.
—Así es, ella lo llevaba en su primer día de trabajo y ese mismo día conoció al abuelo, luego yo lo llevé y al segundo día conocí a tu padre. —hizo una breve pausa y me miró—Por lo que ahora tú lo llevarás puesto.
—¿En serio? ¿Acaso quieres que ya te consiga un nuero? —pregunté burlona.
—No te adelantes, —se acercó a mí y me lo puso en la blusa blanca—también es de la suerte, aunque no estaría mal que empieces a salir con alguien.
—¿Disculpa?
—Hija, en tu vida te he visto que traigas algún novio a la casa, estoy preocupada por ti.
¿De qué? Ni que me fuera a quedar solterona… ¿cierto?
—Mamá, sabes que no soy buena haciendo dos cosas a la vez.
—¿Mantener una relación mientras asciendes en tu trabajo?
—Así es… Así que… Si me permites, ya me voy, que se me hace tarde.
—Bueno, te dejo ir ahora, pero luego tenemos que sentarnos a hablar de esto, Izumi. —nos abrazamos—Suerte en aquella empresa.
—Gracias, ma.
Salí de la casa rumbo a la parada del camión, iba en buena hora, así que nada podría salir mal.
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—Este es tu uniforme, cámbiate y te veré aquí en quince minutos.
Asentí y fui al baño de empleados a cambiarme de ropa.
Siempre he sido rápida en cambiarme de ropa, por lo que no me tomó más de cinco minutos, eso creo.
—Bien, ahora, —tras ella había un carrito con cosas de limpieza—este será tu carrito de limpieza, si algún producto se te acaba puedes ir al almacén por él o llamar a… —tronó los dedos, tratando recordar el nombre de aquella persona—No me acuerdo de su nombre, así que no te sientas mal si olvido el tuyo—asentí—, pero como sea, puedes llamarlo mediante el radio y si puede él mismo te lo traerá, ¿de acuerdo?
Volví a asentir.
—Esta es la lista de habitaciones que tienes que limpiar hasta medio día, cuando las termines tendrás que avisar a recepción y así ellos te asignarán más habitaciones, ¿lo entendiste?
—Claro, no hay problema. —sonreí, estaba un poco entusiasmada.
—De acuerdo, empieza ahora.
Tomé el carrito y me di la vuelta.
—Ah, por cierto, —me detuve—si un cliente se pone problemático o pasa algo grave en una de tus habitaciones, no dudes en avisar vía el botón rojo, ¿okey?
—Sí.
Y con eso me subí al elevador de empleados de limpieza rumbo a mi primera habitación.
Sí, ya sé que le había dicho a mamá y papá que trabajaría como secretaria en una empresa pequeña de la ciudad, pero si les decía que iba a trabajar como mucama en un hotel se habían negado rotundamente, aunque fuese en el mejor hotel de la ciudad, que es en donde estoy.
Pero necesitamos el dinero, con el trabajo de papá no es suficiente, aparte de él la persona que trabajaba era Akane, pero ella ya no está aquí, así que seré yo quien tome ese lugar.
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General
El aún jefe de la empresa Uchiha se encontraba conduciendo su auto a toda velocidad por la carretera, tenía la ventana de su lado un poco baja para que el aire se estampara contra su piel.
«Dios… ¿Qué haré ahora?» Pensaba el hombre mientras tenía la mirada puerta en el camino.
«Todo lo que construyó mi familia por generaciones está arruinado.» Una lágrima salió de sus ojos.
«¿Qué legado dejaré ahora a mi familia? Mis hijos…» Por un momento bajó la mirada y suspiró hondo para volverla a poner en el camino.
Un letrero indicaba que faltaban unos cuantos kilómetros más para llegar a la próxima ciudad.
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—¿Están seguros de que el viejo Uchiha nos cederá la empresa? Digo, se le veía angustiado en la mañana, pero no creo que esté tan desesperado.
—No seas impaciente, confía en nuestras tácticas, por suerte logramos convencer a los líderes de cada departamento para que hicieran las cosas que nos convenían. Mal manejo de ingresos, marketing mediocre… entre más.
—Me sorprende que después de tantos intentos en robarle la empresa a los Uchiha al fin lo hayamos conseguido.
—El hijo de Izuna es débil, una vergüenza para el clan.
—Es fácil de manipularlo, créanme, yo lo he hecho por años y sigo siendo tratado como "de la familia".
—¿Y qué pasa si los hijos se dan cuenta del fraude que cometimos?
—¿Hablas en serio? Aún así no tendría de dónde agarrarse, ¡son unos completos inútiles! Totales vividores.
—No estés tan seguro, amigo mío, escuché que el hijo menor está estudiando finanzas en el extranjero, quién sabe y en una de esas y se entera de las cuentas de la empresa.
—¿Y el hijo mayor?
—¿Él qué? Ese es la definición de la palabra "vago". Se la pasa viajando a todos lados sin importar cuánto dinero tenga que gastar en el camino.
—Así es, definitivamente no es una amenaza para nosotros.
Tras estas palabras, un pelinegro de bonitas pestañas sonrió de lado y se alejó con gran sigilo de aquellos hombres con traje.
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—Tome, su habitación es la número 314.
Un hombre de cabella pelinegra tomó las llaves sin mirar a la señorita de recepción, dirigiéndose a su habitación asignada, tomando el elevador.
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Izumi
—¡Acabé! ¡Urra! —me dejo caer en la gran cama, pero al instante recuerdo que acabo de acomodarla, así que me levanto rápidamente.
Esa era la última habitación que tenía en la lista…
—¿Sí?
—La habitación 206 se desocupó.
… por el momento.
Suspiro y sigo con mi día.
Iba bajando por el elevador hasta que me acordé de que había olvidado avisar que una habitación se había desocupado.
Toqué mi bolsillo, pero no se encontraba la bendita radio, me examiné completa y el carrito de limpieza también, pero no había rastro.
«¿Y dijo mamá que este broche me daría suerte?» Pensé.
Pero otra angustia invadió mi mente.
«¡El broche!»
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General
El pelinegro entra a la habitación, se quita el saco y lo deja caer en una silla que se encuentra cerca de la puerta.
Se desajusta la corbata, pensando que iba a respirar mejor, pero no es así.
Se sienta en la cama y mira durante un minuto a la nada, con la mente en blanco.
—¿Qué hice, dios mío? —cubre su cara con ambas manos.
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Izumi
Esos fueron los dos minutos más eternos de mi vida, la gente entraba y salía del ascensor, y eso que sólo era el de los empleados de limpieza, pero por fin estoy aquí, en el último piso que atendí para recuperar mi radio.
—Veamos… Habitación 315…
Caminé por todo el gran pasillo hasta encontrarla.
Por suerte, nos dieron una tarjeta especial, la cual podemos usar para abrir cualquier habitación.
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General
El hombre suspiró y exhaló, dejando caer en la gran cama, cerrando los ojos a su vez.
«Quizás un baño me haga reflexionar mejor las cosas.» Pensó, para luego abrir los ojos.
—¿Qué es eso? —frunció el ceño.
En el ventilador del techo había un hilo sobresaliente.
El hombre bien pudo haberlo ignorado, pero le molestaba tanto por alguna razón que eso colgase sobre su cuerpo que decidió pararse en la cama, pero aunque se pusiera de puntitas no alcazaba aquel hilo, así que puso unas cuantas almohadas para subirse en ellas.
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Izumi
—Te tengo.
Había vuelto a recuperar mi radio, no puedo perderlo, ¡y más en el primer día!
Tengo que mantener este trabajo al menos unos cuantos meses más.
—Habitación 315, lista. —avisé, guardándola en mi bolsillo.
Cuando salí de la habitación me disponía a ir a la siguiente que tenía que limpiar, pero una de las puertas del pasillo estaba entreabierta, por lo que me dispuse a cerrarla, pero…
Un hombre estaba encima de unas cuantas almohadas… ¡¿Poniendo un hilo al ventilador?!
«No me digas que…»
La imagen de mi hermana aquella noche se me vino a la mente.
Y como si fuera una bala en una pistola y esta se hubiera disparado, entré abruptamente a la habitación y lo abracé por las piernas.
—¡No lo haga, por favor! ¡Piense en su familia, hijos, esposa, si es que tiene! ¡Piense en todo lo bueno que tiene la vida y que esto es sólo un mal momento! ¡Y aunque piense que a nadie le imparta, a mí me importa! ¡Pero por favor, no lo haga!
¿Por qué lo hice? No sé.
¿Fue un impulso? Lo más probable.
Lo cierto es que nada desde ese momento fue igual.
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Continuará…
