General

—¡Lady Tsunade! —una pelinegra irrumpió en la habitación.

—¡Shizune! —contestó molesta la rubia que estaba detrás del escritorio, marcándosele una vena en la frente—¿Qué sucede?

—Él-Él-Eh… —le costaba hablar, estaba recobrando aire tras correr desde la entrada de la escuela hasta la dirección.

—¡Bueno habla ya, mujer! —dio un puñetazo al escritorio, haciendo que la pelinegra se enderezara y respirara profundo.

—El profesor Hatake ha llegado, mi lady.

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Capítulo 1. Hatake.

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Kakashi

Siempre había sido muy buen consejero, bueno escuchando a los demás y buen guardador de secretos, la gente confiaba rápidamente en mí que acababan por decirme su vida, ¿y qué hacía?, sólo escuchar. Aun así, no tuve muchos amigos, pero los que tengo me han acompañado durante toda mi vida, son los únicos los que puedo confiar.

Estudié matemáticas y filosofía en una muy buena universidad del país, con beca, pero lo logré. Con mi maestría ejerzo ambas como maestro dando clases en institutos o colegios de paga en la gran ciudad donde me mudé para vivir con buena calidad, sólo doy clases porque el sistema así me lo manda, necesito haber dado clases en por lo menos cinco escuelas y ya las había completado, pero por alguna razón no estaban del todo satisfechos con mi rendimiento, me dieron el permiso por fin para poder ejercer mis carreras como tales en una empresa, pero me subirían el sueldo si aceptaba trabajar en una escuela pública situada en el norte, Konoha, era tan pequeña que apenas y se lograba ver en el mapa.

Mi avaricia me ganó y acepté casi casi sin pensarlo, había dado clases en escuelas privadas, ésta iba a ser una pública, y no digo que está mal, yo hasta la universidad había ido a escuelas públicas, así que se puede decir que ya había familiarizado anteriormente, no iba a ser una situación nueva para mí.

O eso pensaba.

Al llegar a la preparatoria donde iba a dar mis últimas clases como maestro, me senté en los asientos fríos e incómodos que ofrecía la dirección para esperar en el pasillo. Detrás de mí escuchaba las voces escandalosas de dos mujeres, entre tanto parloteo no entendía bien lo que decían, así que me limité a seguir esperando.

—Profesor Hatake, —salió una mujer joven de cabello corto—puede pasar.

Asentí y me adentré a la oficina de la directora.

—Hatake Kakashi, —se levantó de su asiento y me extendió la mano, aceptándosela—Senju Tsunade, un gusto.

—El gusto es mío. —le devolví la sonrisa.

—Leí que viene desde la gran ciudad, Ryutan, ¿no? —nos sentamos.

—Así es, aunque provengo de Shukuba.

—Interesante. —parecía que escaneaba cada parte de la hoja de mi currículum—Dígame, Kakashi, ¿está interesado en la psicología?

¿Psicología? ¿De qué habla?

—Pues… No estudié como tal eso, pero sé conocimientos básicos por mi carrera de filosofía, supongo. —no tenía ni idea de a dónde quería llegar esta mujer.

—Sí, entiendo, pero, ¿está interesado? —su mirada era tan pesada.

—¿Quiere proponerme algo más que dar clases?

Una sonrisa leve se formó en sus labios pintados de un rosa suave.

—Es tan intuitivo, señor Hatake, —acomodó mis papeles y los metió a la carpeta con la que los había entregado—lo que un psicólogo necesita.

¿Intuición? No sabía si era verdad eso, pero, como dije, soy muy bueno escuchando a gente.

Y pretendiendo que me importan sus problemas.

—¿Qué le parece ser, aparte de un maestro, el psicólogo de nuestra institución educativa? —propuso.

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Tsunade

«Por favor, Dios, no soy religiosa, pero te suplico que hagas que este hombre acepte el trabajo… y que dure en él.»

Soy Tsunade Senju, la directora de la preparatoria pública de Konoha, la más popular de esta ciudad y con la que mejor nivel educativo tiene entre las otras… ¿dos que hay?

Konoha es básicamente un pueblo, sólo porque las calles están bien pavimentadas ya lo consideran como ciudad, la mayoría de gente de aquí es de clase baja, a lo mucho una que otra familia es conocida y es de nivel medio apenas, aquí no encontrarás mansiones porque no hay mucho terreno, apenas y el centro de la ciudad es visitado por personas que vienen de afuera.

Pero regresemos a lo que estábamos, me convertí en directora hace poco, unos tres años más o menos, nací y he crecido en esta ciudad y aunque me la viva quejándome de ella, no me iría de aquí, es mi hogar a final de cuentas y toda mi familia está aquí.

No sabía que al convertirme en directora de una preparatoria se resumieran las actividades de día a día en papeleo, siento tanto que estos jóvenes no tengan las actividades que se merecen para su desarrollo, pero así está en el sistema educativo actualmente.

Mi necesidad y urgencia por un psicólogo en la escuela es porque los jóvenes necesitan trabajar en su salud mental y social, y sí, me estoy refiriendo en específico a un grupo, el cual hizo que la última terapeuta que estuvo aquí renunciara.

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¡Me voy! ¡Renuncio! ¡¿Cómo es posible que los jóvenes de hoy en día sean tan complicados de tratar?!

—¿Pero qué pasa? —pregunté.

—Tsunade, sé que tu fe estaba en mí al tratar con estos muchachos… ¡Pero estoy harta de sus problemas! ¡Es un infierno! Si no los enderezas a mano propia o mandas a la escuela militar te aseguro que se convertirán en delincuentes… los que todavía no lo son…

Y dicho esto se fue llorando por los pasillos, dejándome a mí ahí con una montaña de papeles por revisar.

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Son un dolor de cabeza, me han hecho reventar varias venas de la cabeza por estrés, no tan literal, pero es casi casi sentirlo, pero dejando eso de lado, son buenas personas, pero están confundidas y en el entorno en el que viven no les ayuda mucho…

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Kakashi

Mi sueldo se multiplicaría si lo hacía, pero a cambio tendría que ser confidente y mayor apoyo de unos adolescentes.

¿Cumplir o dedicar más de mi tiempo libre a drama adolescente?

—Acepto.

Doble sueldo es doble sueldo.

Cuando volví a estrechar la mano de Tsunade Senju para confirmar el trato, no pensaba que lo que se me venía iba a ser mucho más complicado y que iba más allá que simples romances.

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Continuará…