SenHaku Week – Agosto 2024 del Grupo Senku & Kohaku

Día 1

Tema: Tentaciones

Título del fanfic: Hasta el hombre más lógico sucumbe a sus instintos

Ilógico. Sencillamente era ilógico.

Él simplemente estaba estresado, sí, eso era, los instintos eran cosas demasiado primitivas, demasiado ajenas a Ishigami Senku, quien no tenía nada de eso de lo que hablaban sus amigos, pero ese estúpido mentalista siempre se salía con la suya para intentar meterse en su mente y dejarlo pensando en sus percepciones ilógicas y su psicología barata.

Y estaba estresado por algo completamente lógico, no por lo que pudieran decir Gen o Ryusui.

"Aunque son persuasivos, no lo negaré" —pensó indignado, pero terminando de hacer los complejos cálculos para darle más precisión a su cohete.

Él tenía todo lo que necesitaba ahí, en su laboratorio, en su enorme laboratorio de su gigantesca empresa de ingeniería aeroespacial, mientras hacía sus preparativos para su viaje a Marte. Los seres humanos, con sus grandes avances científicos, habían conseguido empezar a construir algunas casas y mejorar las condiciones medioambientales al punto de que los primeros humanos nacidos en Marte eran una realidad y él, como partícipe de todos los avances científicos del Siglo XXIII no iba a dejar que su viaje a Marte se arruinara por las opiniones de un par de idiotas que pensaban como retrógrados del Siglo XXI.

¡Ja! ¿Vacaciones? ¿Para qué?

Ella no necesitaba vacaciones, ella quería seguir trabajando en los preparativos de la NASA para viajar a Marte en el siguiente viaje. Definitivamente, sus superiores, especialmente el Capitán Snyder estaban demostrando escaso juicio con lo que planteaban. Ella era la mejor guerrera y, en vez de darle vacaciones, debería seguir luchando para ganar el cupo en la misión a Marte.

—Kohaku… si no descansas lo suficiente, no vas a vencer a nadie en el entrenamiento de resistencia y perderás el cupo que tanto anhelas —le reclamó Stanley Snyder, mientras encendía un cigarrillo, de esos que estaban prohibidos en la sala de entrenamientos, pero que a su capitán le importaba poco encender, pese a las reprimendas que había llegado a recibir—. Más bien, deberías tomarte un descanso por hoy y volver mañana para entrenar tu puntería, que deja mucho que desear —le reafirmó, recordándole su talón de Aquiles y la razón por la que había perdido el reconocimiento para ser aceptada en el viaje a Marte del año anterior.

Porque sí, desde que Kohaku era astronauta, le había costado mucho ser aceptada en los viajes a La Luna y, cuando eso ya se había vuelto rutina, su nueva meta había sido Marte, para demostrar que era la mejor astronauta-guerrera del planeta.

Y ese justamente había sido el problema el año anterior… se había tenido que enfrentar a Shishio Tsukasa por el honor de ir a proteger a los investigadores que estaban trabajando en las reformas acuíferas y la transformación climática para garantizar el abastecimiento del agua a través de un ciclo del agua eficiente para Marte… algo de lo que, por supuesto, Kohaku no entendía tanto, pero sabía que era un honor protegerlos.

Pero no iba a perder esa vez… demostraría estar a la altura del viaje y sería la primera guerrera femenina en proteger a los investigadores.

—¡Ja! ¡No descansaré todavía! ¡Tengo que ser capaz de vencer a Tsukasa!

Stanley suspiró.

—Sabes perfectamente que eso es una locura, ese japonés es muy bueno y aparentemente quiere ir porque han seleccionado a Ishigami Senku como investigador y ellos son grandes amigos desde la infancia —explicó Stanley.

Senku… Ishigami Senku… una de las razones por las que ella quería ir a ese viaje… porque su crush de la adolescencia iría.

No, Kohaku no podía darse el lujo de tomar ningún descanso.

Debía vencer a Shishio Tsukasa.

Senku no dejaba de estar irritado, estaba teniendo que verse en la penosa necesidad de tomar medicamentos para dormir en la noche… y aún así no podía controlar esa intranquilidad desmedida… intranquilidad que se notaba cada vez que se reunía con sus amigos.

Y ese día, en la mansión de Ryusui, no fue la excepción, especialmente siendo que Gen había llevado a su ninfómana loca.

—Te falta sexo —le había dicho la ojerosa mujer, con total indiferencia.

Por supuesto, eso había sido seguido de la imperiosa necesidad de Ryusui y Gen de burlarse como nunca de él.

—¿Qué clase de comentario es ese? Me acabas de conocer —expresó Senku con irritación, porque si bien ya estaba bastante enojado, había pasado a sentir deseos de comportarse como un completo imbécil con esa insoportable mujer.

Sin embargo, la muchacha, que no parecía tener más de 15 años, se encogió de hombros simplemente, mientras sus ojos negros y ojerosos seguían manteniendo una mirada de indiferencia, como si no hubiera dicho nada extraño.

—Es eso, te falta sexo. Tus instintos animales han trascendido por encima de esa apariencia lógica que tienes. No ganas nada fingiendo… necesitas follar con alguien lo antes posible. ¿Eres virgen? ¿Qué edad tienes? —preguntó ella, pareciendo más interesada.

Gen y Ryusui, tras ella, no dejaban de burlarse de cómo esa chica lo humillaba, mientras él contenía sus deseos de decirle improperios, al fin y al cabo, no podía insultar a la chica de uno de sus amigos.

—Elise-chan~ —la llamó Gen, haciendo que ella volteara a verlo con ojos brillantes, como si estuviera viendo una obra de arte—. Senku-chan no está acostumbrado a interactuar con mujeres tan… liberales, como tú~ —expresó con ternura, acariciándole el cabello con suavidad, mientras ella cerraba los ojos como un borreguito.

—Deberías controlar a tu loca, mentalista, realmente sus comentarios no son para nada apropiados —se quejó Senku.

—Sí, Senku-chan~. El problema es que Elise tiene razón. Sí es cierto que se te nota bastante que necesitas tener sexo, por lo que sugeriría contratarte alguna dama de compañía, al fin y al cabo, será algo de una noche~ —se burló el mentalista, enfatizando la palabra "necesitas" de una forma que no le gustó para nada a Senku.

Senku chasqueó la lengua y los miró con molestia, antes de llevarse el dedo meñique al oído para rascárselo.

—Eso es lo más ilógico que han dicho todos ustedes.

—¡Ja-ja, Senku! ¡Un hombre de verdad no niega sus deseos! —se unió Ryusui, quien ya había pasado mucho tiempo sin hablar y seguramente sus palabras incluirían una propuesta incómoda para Senku—. Deberíamos buscarte una chica para que puedas dejarte llevar por tus instintos… ¡es mi deseo!

—Deseo = Justicia —lo secundó su mayordomo, Francois, quien estaba llegando a la sala donde se encontraban, donde se llevaría a cabo la reunión de Senku con sus amigos para hablar de los próximos planes de la empresa y, por supuesto, conocer a la "gran neurocientífica" que parecía estar dispuesta a ayudarle con los procesos de inteligencia artificial para mejorar las características de sus robots de última generación, mismos que serían utilizados por primera vez en el próximo viaje a Marte.

—¿En serio esa cosa es una neurocientífica? —preguntó Senku con fastidio, mientras se acercaba a servirse un poco de vino, para intentar que su cuerpo se mostrara más tranquilo.

—Sí, es la mejor de todas —aseguró Gen con seriedad, mirando con ternura a la ninfómana loca, lo que hizo que Senku diera un suspiro.

La eficiencia era más importante en situaciones como esa.

¡Lo había logrado!

Sí, Tsukasa se había rendido a último momento y le había cedido la oportunidad diciendo a su oído antes de rendirse: "Supongo que mereces más que yo estar junto a él en este viaje".

Y por supuesto que Kohaku se había sonrojado como nunca, pero lo había logrado… iría a Marte y podría estar con Senku.

Tenía que contárselo a su hermana lo antes posible… aunque no le gustaba mucho que Chrome se enterara, pues seguramente le diría a Senku y la verdad no sabía cómo Senku lo interpretaría.

¿La recordaría a ella? Una simple compañera de clases, que no había llegado a ser ni siquiera una amiga cercana.

"No importa si Chrome dice algo, lo importante es seguir contemplándolo en la lejanía…" —pensó con añoranza.

Estúpido, era una grandísima tontería que cada vez que esa ninfómana loca lo veía, repetía siempre lo mismo: "Te falta sexo". Pero sí, a pesar de todo, Senku empezaba a darse cuenta de que estaba bastante alterado ante la forma en que sus instintos parecían jugarle una pesada broma todos los días.

Y más cuando entraba a las redes sociales de Yamada Kohaku, quien se había convertido en su obsesión en la distancia hacía ya algunos años. Pero no dejaba de verla, de desearla y de pensar en tantas cosas que deseaba del cuerpo de esa leona, cosas que fácilmente podrían considerarse "indecentes" a los ojos de cualquiera.

La cuestión era, justamente, que él no era cualquiera. Se suponía que él sí era un ser racional, un ser capaz de controlar esos impulsos carnales.

Y lo había intentado todo, ir a yoga, meditar, incluso acercarse ilógicamente a grupos en templos sintoístas para "rogar por su impura alma".

Nada de eso era suficiente para dejar de pensar en esos muslos tan firmes y marcados, esos que veía en las fotos que se tomaba después de correr kilómetros con esos shorts tan marcados.

Ni hablar de esas caderas perfectas, esos glúteos que tanto deseaba tocar y nalguear, y esos pechos que se veían a la vez tan firmes y suaves, esa piel que parecía delicada pese a las horas que pasaba exponiéndose al sol.

Todo en esa leona era perfecta… y lo peor era que la vería pronto.

Chrome, uno de sus mejores amigos, le había comentado que ella estaría en el viaje a Marte, pasarían juntos varios meses de viaje y, por supuesto, otros meses más de actividades en el planeta mientras trabajaban en mejorar el ciclo del agua.

Meses… cerca… de… la… leona.

Parecía poco probable que Senku pudiera luchar contra sus instintos durante ese viaje, por lo que solo le quedaba una cosa.

Volteó a ver a la ninfómana loca, inmersa en uno de sus experimentos en donde anotaba los resultados del robot en el que estaban trabajando en ese momento en su empresa. Ella pareció percibir la mirada de Senku y volteó hacia él.

—¿Sucede algo? —preguntó ella con tranquilidad, Senku nunca la miraba, pero ese día no había quedado otra opción.

—Ninfómana… necesito tu ayuda… tienes razón, mis instintos me están controlando.

La sonrisa de pervertida de Elise Coutta apareció, esa que solamente aparecía cuando alguien mencionaba algo sexual y que la hacía pasar de esa actitud indiferente que solía tener la mayoría del tiempo, a parecer una persona totalmente distinta y, particularmente con su cara de adolescente, eso a Senku le parecía realmente perturbador.

—Con gusto…

Senku sabía que estaba haciendo una locura… pero Kohaku valía la locura que él estaba haciendo.

El entrenamiento de Kohaku había durado cinco meses, y había sido más extenuante que todos los entrenamientos que había tenido que hacer para ir a La Luna; sin embargo, lo había logrado, e iría junto con Stanley Snyder a proteger a los cinco investigadores seleccionados para ese importante viaje: Xeno Houston Wingfield, DJ Ions, Elise Coutta, Ishigami Senku e Ishigami Suika (su preciosa mejor amiga y hermana de Senku).

Se sorprendió al ver que, además de los investigadores que iban a trabajar con todo el sistema "acuático" de Marte, también irían Asagiri Gen y Nanami Ryusui (junto con su mayordomo, Francois), pero estos irían por temas diplomáticos y para conocer la situación de Ciudad Central, en Marte.

Después de meses de espera, finalmente estaba a punto de subir a la nave espacial en la que viajarían, una nave totalmente avanzada, capaz de no solo llevarlos, sino de darles soporte vital y un ambiente único e irrepetible durante el viaje.

—¡Senku! —lo saludó Kohaku, nada más verlo, esperando que se acordara de ella.

—¿Leona? —Senku volteó a verla rápidamente, tanto que pareció casi antinatural la forma en que giró en ese momento.

Pero ella arqueó una ceja.

De todas las cosas que Senku podía recordar de ella, se atrevía a recordar ese estúpido apodo que le había puesto en la preparatoria.

Kohaku gruñó con indignación.

—¡No me llames leona! —se quejó ella.

Él sonrió ladinamente.

—Pero si eres una leona… siempre lo has sido.

—¡Escoria! —le reclamó ella y decidió girar para irse a otro lugar, pero sintió la mano de Senku tomarla por la muñeca, de una forma rápida, pero luego soltándola como si lo quemara.

—Eh… lo siento… yo… solo quería —titubeó él y ella lo miró confusa.

—¿Qué…? —empezó a decir Kohaku.

Pero en ese momento fue interrumpida por su superior.

—¡Kohaku! ¡Ven aquí! ¡Necesitamos preparar algunas cosas para el viaje antes de abordar!

Ella miró de soslayo a Senku y suspiró.

—Te veo luego… y no vuelvas a llamarme leona.

Esperaba que en el viaje pudiera tener otra oportunidad para hablarle.

Golpeó su cabeza contra la pared del camarote de la nave espacial unas cuantas veces cuando despertó después del despegue.

Los habían petrificado para hibernación especial desarrollada con el dispositivo "Medusa" hasta que atravesaran las zonas peligrosas. Su mente, que había estado contando desde el momento en que se petrificó hasta la despetrificación, ocurrida, según sus cálculos tres días después, había hecho una jugarreta de recordarle la estupidez que le había dicho a Kohaku cuando la había visto antes de abordar.

Era un grandísimo imbécil.

"No puedo creer que apenas la vi, mi cuerpo reaccionó sin pensarlo y… bueno, y mi pene, que parece tener vida propia, también" —pensó mirando hacia abajo, en donde podía percibir otra vez cómo se elevaba su excitación.

No era seguro encontrársela en la nave, y él tenía que hacer algo para controlar esos impulsos.

Pero antes… tenía que encargarse de la erección que estaba experimentando.

Estúpidos instintos.

Terminó de bañarse y se dirigió hacia el área de entrenamiento. Stanley le había dicho que estuviera a tiempo, porque necesitaban comprobar el funcionamiento muscular tras la petrificación. A pesar de que todos decían que era muy segura y que Kohaku ya la hubiera experimentado antes, pero notoriamente Stanley quería hacerlo lo mejor posible.

Se vistió con ropa para entrenar, algo ajustada, porque le habían entregado la ropa más cómoda posible para sus días en el espacio. Y, evidentemente, ella no tenía problema con eso.

Salió de su habitación utilizando una camiseta de tirantes, acompañada de un short tan corto que en la parte trasera había tenido que acomodarlo lo mejor posible para que no marcara tanto.

Caminó por los pasillos con tranquilidad, al no ser muchos en la nave era más fácil moverse de un lado a otro.

Sintió que alguien la miraba y volteó repentinamente, pero parecía que no era nada.

"Que extraño, mis sentidos suelen ser muy agudos" —pensó, aún buscando de dónde provenía la sensación—. "Puede ser por la petrificación" —justificó y siguió su camino.

Nadie lo preparó para eso, ¿ver a Kohaku con tan poca ropa mientras iba camino a entrenar? Pese a que fue un suceso un tanto fortuito mientras revisaba las cámaras desde la computadora de su habitación para verificar que funcionaban bien, no había podido quitarle la mirada desde el primer momento.

Esas piernas tan perfectas, esos glúteos marcados e impresionantes que tanto anhelaba tener en su cara, esa espalda tan esculpida, como tallada por un dios.

Y luego, justamente se había volteado cuando él ya prácticamente estaba empezando a toquetearse con esa imagen, haciéndolo sentir como si su cuerpo le jugaba una mala pasada. Sí, se había volteado en el instante perfecto para mostrarle el movimiento bamboleante de sus pechos mientras daba la vuelta, sin sujetador, lo suficientemente libres para moverse al compás de sus movimientos, pero lo suficientemente firmes para mantenerse en su lugar a pesar de la sorprendente velocidad con la que se había movido.

Senku no podía evitarlo, se comía con la mirada a Kohaku en ese momento y no quería dejar de hacerlo.

Pero el hecho de que ella estuviera buscando, como si se hubiera dado cuenta de que alguien la observaba, lo hizo ponerse nervioso y buscar otras áreas para inspeccionar. Por supuesto, encontró a Gen besándose con su ninfómana loca en uno de los pasillos, de una forma que le dio genuino asco a Senku y lo ayudó a olvidarse por un momento de Kohaku.

"Creo que enloqueceré mientras convivo por estos meses con la leona" —pensó algo molesto, recordando que se trataba de un viaje de casi tres meses hasta Marte, en donde tenía muchas investigaciones importantes por hacer.

Decidió mejor salir de su habitación, era peligroso (para él) que siguiera buscando a la rubia que tanto lo obsesionaba.

La doctora que los había evaluado a Stanley y ella había indicado que Kohaku tomara pastillas anticonceptivas, pese a que ella insistía que era virgen, tomarlas era un fastidio, pero tenía que hacerlo. Dicho fuera de paso, había insinuado que Kohaku podría tener algo con Stanley, a lo que ambos habían puesto cara de asco, especialmente Stanley, a quien ni siquiera le gustaban las mujeres.

Kohaku sabía que tomar esas pastillas generaría cambios hormonales en ella, la doctora lo había informado, pero no pensó que al punto de que sus sueños húmedos serían más frecuentes, ¿o era simplemente la presencia de Senku en la misma nave espacial que ella?

Tenía que apartar esos pensamientos, especialmente porque despertarse y sentir su entrepierna húmeda y caliente, mientras su cuerpo parecía estar impregnado de electricidad, por el cosquilleo derivado de su propia excitación, no era lo más agradable, especialmente estando en una misión espacial con el objeto de sus más profundos deseos.

Tenía que ser fuerte… aunque la presencia de Senku fuese su más grande tentación.

Senku no podía más, después de una semana encontrándose con Kohaku, tropezándose incluso cuando ella se encontraba con esa ropa que utilizaba todos los días para ir a entrenar con su capitán, lo estaba volviendo loco.

Además, no dejaba de pensar en que quizás utilizaba esa ropa porque tenía algún tipo de relación con el Capitán Snyder y a Senku eso lo tenía realmente irritado, de modo que decidió hablar con una de sus compañeras de trabajo, con la cual se llevaba realmente mal, pero no podía negar que era muy buena en temas más o menos sentimentales.

—Ninfómana loca… necesito hablar contigo —la llamó Senku, rascándose el oído con el meñique, mientras le pedía que lo acompañara a su oficina.

Ella parecía confundida, pero también lo miraba con diversión.

Cerró la puerta tras ellos cuando estuvieron en la oficina.

—Escucha… tú y yo no nos llevamos bien, pero me has ayudado mucho a orientar mis emociones, así que… nuevamente, te necesito.

La sonrisa de Elise pasó a ser maliciosa y pícara, haciéndolo temblar por las cosas que podían estar pasándole por la mente a esa loca.

—Gen-chan me había dicho que seguramente volverías a preguntarme cosas, especialmente ahora que ella está con nosotros. Es innegable cómo la miras cada vez que entra al cafetín… eres demasiado obvio, al menos para los expertos ojos de mi amado y yo —señaló con toda su malicia Elise Coutta, sorprendiendo a Senku por denominación que había dado a Gen, "mi amado".

—¡Kukukukuku! Se ve que te gusta mucho el mentalista —rio Senku, alegrándose de que su amigo pudiera ser feliz, pese a que fuese con esa mujer tan extraña—. En fin… iré al grano. Mi cuerpo no está comportándose lógicamente, Nymph —le habló, dirigiéndose a ella con el apodo de su página web, en la que ella subía actualizaciones sobre "La Bioquímica del Amor y el Sexo"—, y necesito que me ayudes a conseguir que… bueno… al menos que mi cuerpo resista estos meses —pidió.

Senku no solía dejarse llevar por su lado más emocional, mucho menos por el más instintivo… y ni hablar de pedirle consejo a semejante loca, que bien podría ser catalogada como "científica loca" si la viera en una serie de televisión. Pero, contra todo pronóstico, ahí estaba, mirando fijamente a la ninfómana loca mientras esperaba que ella pudiera decirle algo.

—A ver, Senku… el amor no es más que un conjunto de reacciones bioquímicas, pero para que estas se den, es necesario el impulso de una reacción bioquímica superior, que es la que sucede cuando tienes encuentros sexuales con esa otra persona, cuando dentro de ti estalla la combinación perfecta entre oxitocina, serotonina y dopamina y te permite analizar de forma más clara si quieres o no a esa persona más allá de lo físico. —Como siempre, las palabras de Elise Coutta eran certeras, con su componente científico, pero con ese ápice de romanticismo que solamente esa mujer podía lograr.

—Siento que tengo una especie de obsesión por la leona, una obsesión que me impide ver más allá, que me impide ver que es imposible que una mujer como ella se fije en alguien como yo —se quejó él, sintiéndose abatido.

Elise parpadeó varias veces.

—Espera, ¿por qué crees eso?

—¿No la has visto? Con esa ropa sugestiva con la que entrena con su capitán. Es… frustrante. Quisiera que ella fuese mía, solamente mía, pero sé que no puedo reclamar como mío algo que nunca lo ha sido.

—A ver, Senku, ¿qué te hace pensar que Kohaku tiene algo con Stanley? ¿Estás loco? Stanley es pareja de Xeno hace muchos años —explicó abiertamente Elise, mirándolo como con, ¿indignación? No había pensado que la ninfómana loca defendería relaciones ajenas de ese modo.

—¿Y por qué se viste así?

—Le gusta, supongo. No es como si me preguntaras a mí por qué escondo mis pechos gigantes, que lo hago porque no me gusta ser vista como un pedazo de carne… aunque creo que igual no ayudaba demasiado, siempre terminaba acostándome con más hombres de los que deseaba hacerlo. —Puso una mirada de tristeza luego de esas palabras—. No tienes idea de lo horribles que son los hombres en el sexo. La mayoría de las veces no saben satisfacer a una mujer y solamente buscan su propio placer, buscan usarnos, excepto mi Gen.

La aclaratoria era innecesaria, a él le importaba poco si Gen era mejor que todos los demás con los que había estado, pero sus palabras fueron como un puñal para Senku, ciertamente, no podía buscar a la leona solo por su propio placer, si por un caso excepcional ella llegase a querer algo con él.

—¿Y cómo puedo hacer para controlarme? Deseo a Kohaku, la deseo demasiado, pero no quiero aprovecharme de ella.

—Pues… lo único que te queda es experimentar, Senku. Parece obvio, pero para muchas personas no lo es. No puedes saber si tu bioquímica responde correctamente ante ella si no has intentado tocarla, besarla y… bueno… llegar a tener sexo con ella que, sinceramente, no creo que sea algo muy difícil para ti. —Elise se encogió de hombros, dejándolo completamente confundido.

—Estás loca, de verdad, ¿por qué no sería difícil? Es una leona capaz de matarme si llegase a darme siquiera un puñetazo.

Elise se volvió a encoger de hombros.

—Ya he dicho demasiado y tú y yo ni siquiera nos llevamos bien. Así que te toca hacer el resto de la tarea —dijo con diversión—. En fin, Senku, si me disculpas, tengo que verificar cómo un brazo mecánico consigue reparar un motor para presentar mis resultados más recientes a DJ. Así que, si me disculpas, me retiro.

Estaba más confundido que nunca, pero al menos sabía que Kohaku no tenía nada con Stanley, así que… ¿por qué no intentarlo?

Kohaku se despertó con otro de esos sueños húmedos y decidió levantarse antes de la "hora" que generalmente lo hacía. Aunque, técnicamente, no tenían horas como tal. Vivir en una nave espacial no era lo mismo que estar en La Tierra y tener cambios de luz solar, no, siempre estaban con las mismas características.

Caminó por los pasillos, estaban oscuros porque todavía estaban en el "horario" establecido para dormir y las luces se encendían en un par de horas.

Llegó al área del comedor de la nave, quizás calentar algo de comida la ayudaría a sentirse mejor y dejar de pensar en tantas tonterías.

Suspiró mientras buscaba algo de cappuccino para calentar en una de las máquinas que le entregaba la comida ya preparada, la comida de astronauta definitivamente era bastante peculiar.

—No debería estar pensando en Senku de ese modo —habló al aire, antes de darle un primer sorbo a su cappuccino.

—¿De qué modo, leona? —inquirió él con su voz ronca característica, quien estaba peligrosamente cerca de ella y ella no se había percatado se su presencia sino hasta que había hablado.

Estuvo a punto de sobresaltarse y moverse, pero su cuerpo no respondía como ella hubiera querido, y es que la voz tan provocativa de Senku había hecho que sintiera un cosquilleo en su entrepierna con solo ese pequeño comentario, como si todos sus sentidos empezaran a estremecerse ante él.

Estaba peligrosamente cerca… y su cuerpo no quería responder para apartarlo.

—Senku… —La voz de Kohaku, susurrante, sonó casi como un gemido.

No era posible que en ese momento estuviera pasándole eso. Justamente a ella, que intentaba reprimir todas las ganas que le tenía desde que se habían reencontrado.

—¿Qué ocurre? —preguntó él, con esa voz ronca, realmente cerca, al punto de que pudo sentir su respiración en el cuello.

Estuvo a punto de irse hacia adelante, sus piernas flaquearon, pero caería encima de las máquinas y podría tumbar todo, causando un estruendo en la nave. Así que giró en el último momento como pudo, con esa agilidad que la caracterizaba y se volteó hacia Senku, empujándolo al piso y cayendo sobre él.

—¡¿Pero qué rayos te pasó, leona?!

Ella se concentró en eso último que él había dicho y lo miró con enojo.

—¡No me digas leona, escoria!

—¿Por qué no, leona? —se burló él, con esa sonrisa ladina que tanto le encantaba a ella.

—Porque no soy una leona —insistió ella, pero su voz era un susurro, mientras miraba esos ojos rojos que estaban fijos en los turquesas de ella.

—¿Por qué tan nerviosa, leona? ¿Por qué me miras de ese modo?

—No lo sé…

Estaban demasiado cerca, podían sentir la respiración el uno del otro y Kohaku no quería separarse, sabía que, si lo hacía, no habría otra oportunidad para hacer lo que ella en ese momento quería hacer.

—Dame una razón para irme, Senku.

—¿Por qué?

—Porque sino tendré que hacer algo que no sé si te molestará…

—¿Qué cosa?

—Esto… —Y sí, definitivamente sus impulsos fueron más fuertes que ella.

Kohaku no pudo evitar, en ese momento, darle un beso a Senku… un beso que anhelaba hacía ya unos diez años.

¡Y eso es todo! ¡Volví con la Semana SenHaku del grupo Senku & Kohaku! Esta historia tiene una dedicación especial para Celeste Kaomy, porque está inspirada en algo que ella sabe.

Y bueno, como saben, los personajes de Dr. Stone no me pertenecen, sino a Inagaki y Boichi, pero los utilizo para traerles estas hermosas historias.

Espero que a todos les guste y sí, la tuve que dividir en dos capítulos para poder incorporar el +18 más adelante.

Espero que puedan dejarme comentarios, que me motivan a seguir escribiendo. Los amo.