Capítulo 2½

Estación Desolación

GRANJA, A POCOS KILÓMETROS DE LAS RUINAS DEL ANTIGUO ENCLAVE JEDI, DANTOOINE

La brisa mecía los campos dorados de Dantooine, susurrando secretos de un pasado que X2 había intentado enterrar durante quince largos años. Desde aquel día fatídico en que dio la espalda a Vader y al Imperio, eligiendo proteger a los inocentes en lugar de destruirlos, había buscado refugio en la simplicidad de la vida agraria.

El rugido de los motores de una nave rompió la monotonía del día. X2 observó con recelo cómo aterrizaba junto a uno de los molinos de viento, levantando una nube de polvo. La rampa se abrió con un siseo, y de ella emergió una figura imponente.

Un hombre avanzaba con paso firme, su presencia emanaba una autoridad que contrastaba con la venda sucia que apenas cubría la horrible cicatriz donde alguna vez habían estado sus ojos. X2 sintió un escalofrío recorrer su espalda.

El desconocido se detuvo a unos metros de X2 y, con voz grave y cargada de desprecio, sentenció:

—Eres un necio.

X2, atónito por la audacia del intruso, respondió con indignación:

—¿Quién demonios te crees para venir a mi propiedad e insultarme?

Una sonrisa burlona se dibujó en el rostro del ciego.

—¿Acaso tus oídos funcionan tan mal como tu sentido del honor, clon?

X2 dio un paso adelante, su mano instintivamente buscando un bláster que ya no portaba.

—Tienes agallas para ser ciego. Pero te advierto, no soy alguien con quien se deba jugar.

El hombre soltó una carcajada amarga.

—¿Agallas? Tú eres el que carece de ellas. Eres una desgracia para la memoria de Falon Grey. Aunque, claro, nunca conocí a un clon que valiera la pena.

El nombre de su «padre» golpeó a X2 como un rayo. Sus ojos se entrecerraron, la desconfianza dio paso a una curiosidad punzante.

—¿Qué sabes tú de Falon Grey?

—Falon Grey fue mi padawan —respondió el ciego, su voz teñida de un dolor antiguo—. Vine a Dantooine buscando su legado. En su lugar, te encontré a ti… una pálida imitación.

X2 sintió que el suelo se movía bajo sus pies. Con voz temblorosa, preguntó:

—¿Quién eres?

—Soy Rahm Kota, uno de los pocos que aún se atreve a llamarse Jedi en estos tiempos oscuros. —Kota hizo una pausa, como si estuviera sopesando sus siguientes palabras—. Escucha, clon. Si tienes aunque sea una pizca del valor que corría por las venas de Falon, la Alianza Rebelde necesita tu ayuda.

X2 soltó una risa amarga.

—¿Y qué te hace pensar que me importa tu preciosa Alianza? He visto suficiente guerra para toda una vida.

Kota dio un paso adelante, su rostro se endureció.

—La Fuerza fluye en ti, lo puedo sentir. Y, sin embargo, aquí estás, escondiéndote tras cultivos y molinos mientras la galaxia arde a tu alrededor. ¿Es este el legado que quieres dejar?

Las palabras de Kota se clavaron en X2 como dagas. Tenía razón. Abandonar al Imperio había sido lo correcto, pero refugiarse en el anonimato... ¿acaso no era otra forma de cobardía?

X2 cerró los ojos, recordando las atrocidades que había presenciado, las vidas que había tomado. Quizás esta era su oportunidad de redención.

Con un suspiro pesado, X2 miró hacia su casa, hacia los campos que habían sido su refugio durante tantos años. Luego, con determinación en su voz, respondió:

—... ¿qué quieres que haga?

ESTACIÓN DESOLACIÓN, SECTOR ATRIVIS, A POCOS AÑOS LUZ DEL SISTEMA HORUZ

Los bothan habían vuelto a demostrar su valía con otra pieza crucial de inteligencia: una base imperial escondida en este campo de asteroides, pieza clave en la construcción de la temida Estrella de la Muerte. El viejo Jedi Rahm Kota, fiel a su estilo, había ignorado todo protocolo y se había lanzado a la misión con su nuevo aprendiz.

—Kota, aquí X2. He llegado al asteroide. ¿Qué es lo que estoy viendo?

La voz de Kota crujió a través del comunicador, cargada de urgencia:

—La instalación de Estación Desolación es donde se ensamblan los componentes —resumió el jedi—, antes de ser enviados al sitio de construcción de la Estrella de la Muerte. —Hizo una pausa—. Un transporte acaba de partir con el componente final del superláser. Nuestro objetivo primario es el pasillo de escudos que lo protege. Sin desactivarlo, no hay forma de detener esa nave.

—Entonces, ¿qué debo hacer? —preguntó, intentando mantener la calma en su voz.

—Deberás encontrar los controles del pasillo de escudos —explicó Kota—. Conociendo cómo opera el Imperio, puedes estar seguro de que estará bien defendido.

X2 asintió, aunque Kota no hubiera podido verlo aún si estuviera allí. Desenfundó sus pistolas blaster, el metal frío contra sus palmas un recordatorio de la gravedad de su misión.

—Que la Fuerza te acompañe —añadió Kota, su voz suavizándose por un momento antes de que la comunicación se cortara.

El caos lo recibió apenas cruzó el umbral. Las alarmas aullaban, su sonido estridente mezclándose con los gritos de órdenes y el eco de pasos apresurados. X2 se movía como una sombra, esquivando patrullas y derribando soldados imperiales cuando era inevitable el enfrentamiento.

ESPACIO, CAMPO DE ASTEROIDES, CERCA DE LA ESTACIÓN DESOLACIÓN

Un pequeño grupo de naves rebeldes emergió inadvertidamente del hiperespacio, a una distancia segura de los asteroides más cercanos. Aach observó la imponente Estación Desolación a través de la ventana de su cabina, su rostro una máscara de preocupación y determinación.

—Kota, maldita sea —gruñó Aach, sus dedos volando sobre los controles mientras evaluaba la situación—. ¿No podías esperar a que reuniera el equipo de apoyo? Un día de estos tu impulsividad nos va a costar caro.

La voz de Kota sonó serena a través del comunicador, pero con un deje de urgencia apenas contenida:

—El tiempo es un lujo que no tenemos, Aach. La Fuerza nos guió aquí, y debemos actuar. Cada segundo cuenta.

—Hay que detener ese transporte —dijo Aach, sus ojos escaneando rápidamente las pantallas tácticas—. ¿Rojo 1? ¿Cuál es nuestra situación?

La voz del líder del escuadrón de Alas-X crujió a través del canal:

—No podemos hacer nada mientras esté protegido por ese pasillo de escudos, señor.

—X2 ya está trabajando en ello —intervino Kota, su voz cargada de confianza en su aprendiz—. Prepárense para atacar tan pronto como caiga el escudo.

Hubo un momento de tensión mientras todos asimilaban la gravedad de la situación. Entonces, Kota habló de nuevo:

—Aach, el hangar parece despejado. Pueden aterrizar allí.

Aach escudriñó su pantalla, localizando el hangar mencionado.

—Entendido —respondió, ajustando su curso—. Kota, te estoy transmitiendo un mensaje de nuestros comandos wookiee. Están más que ansiosos por liberar a sus hermanos prisioneros a bordo de la estación.

ESTACIÓN DESOLACIÓN

En un breve momento de calma, oculto en un recodo oscuro, X2 revisó su comunicador. Un nuevo mensaje de Kota parpadeaba en la pantalla:

"X2, nueva información. Hay wookiees prisioneros a bordo. Sus celdas están al oeste de tu posición. La ruta este hacia la sala de control parece menos custodiada. La decisión es tuya."

X2 cerró los ojos, dejando que la Fuerza fluyera a través de él. Los ecos distantes de la batalla se entremezclaban con los rugidos ahogados de los wookiees cautivos. Con un suspiro profundo, tomó su decisión.

Con determinación renovada, se dirigió hacia las celdas. Dos soldados de asalto montaban guardia, sus voces cargadas de desprecio.

—Estas bestias peludas me revuelven el estómago —gruñó uno, golpeando su rifle contra los barrotes—. No son más que animales estúpidos.

Su compañero soltó una risa amarga.

—Pronto no tendremos que preocuparnos por ellos. Con el superláser completo, los mandarán a todos a Despayre. No extrañaré sus apestosos rugidos.

La ira burbujeó en el pecho de X2, pero la contuvo. Con un movimiento fluido, emergió de las sombras. Sus blasters rugieron, llenando el aire de luz y calor. En segundos, los guardias yacían inmóviles.

Liberó a los wookiees, que expresaron su gratitud en su idioma de rugidos. X2 les indicó la ruta de escape y se dirigió hacia su objetivo principal.

X2 partió en dirección opuesta. Apenas había dado unos pasos cuando el grito de alerta resonó por el pasillo:

—¡Ahí está el intruso! ¡Esta vez lo tenemos!

X2 se giró, viendo a un escuadrón completo de soldados de asalto convergiendo sobre él. Una sonrisa tensa se dibujó en su rostro mientras levantaba sus blásteres.

El pasillo se iluminó con el resplandor de los disparos láser. X2 se movía con una gracia sobrenatural, esquivando y contraatacando. En minutos, el escuadrón yacía derrotado.

Jadeando, llegó a la sala de control. Desactivar el pasillo de escudos fue rápido, pero las consecuencias fueron inmediatas.

—¡Maldición! Ahora toda la estación está en alerta... —dijo por el comunicador, tras informar de su progreso.

—Tranquilo, muchacho. Los refuerzos vienen en camino —le aseguró Kota—. Continúa hasta el hangar. Es una estación de combate de cazas TIE. ¡Tendrás que robar una de sus propias naves, y subirte al transporte!

X2 se abrió paso hacia el hangar, donde una batalla campal lo recibió. Wookiees armados con ballestas luchaban junto a soldados rebeldes.

—Soldados rebeldes... ¿aquí? —se preguntó X2 en voz alta al ver la lucha que rugía en el hangar.

—¡Somos parte de tu respaldo, X2! —gritó Aach en medio del caos—. ¡Salgamos de este lugar!

Con el hangar asegurado, X2 se apoderó de un caza TIE y se lanzó al espacio. La batalla continuó entre los asteroides, con cazas imperiales y Alas-X rebeldes entrelazados en una danza mortal.

—Alas-X rebeldes... ¡no disparen! ¡No soy el enemigo! —anunció X2 por el comunicador.

—No te preocupes, compañero. —respondió Rojo 1 entre risas—. ¡Kota nos envió para cubrirte la cola! Dirígete a la nave de transporte... ¡tenemos que detener a ese superláser!

X2 maniobró hábilmente, esquivando asteroides y disparos enemigos. Finalmente, logró abordar el transporte imperial. El interior era un laberinto de peligros: soldados, torretas y minas terrestres por doquier.

Tras una carrera frenética, llegó a la sala de control. La limpió de enemigos y se enfrentó a las pantallas de comando. El rayo tributario del superláser estaba listo para una prueba.

—Kota, ¿todos han evacuado la estación? —preguntó, su dedo sobre el gatillo virtual.

—Afirmativo. Haz lo que debas hacer, X2.

Con un profundo respiro, X2 apuntó el superláser hacia la Estación Desolación y disparó. El asteroide explotó en una lluvia de escombros y fuego.

—¡Bien hecho, muchacho! —la voz de Kota estaba cargada de orgullo—. Esto retrasará significativamente los planes del Imperio. La Alianza necesita guerreros como tú. Regresa a la base para tu iniciación formal.

X2 observó los restos flotantes de la estación, una mezcla de alivio y determinación llenando su pecho.

—Suena bien... —respondió, girando su nave hacia las estrellas—, voy en camino.

Mientras se alejaba del campo de asteroides, X2 sintió que este era solo el comienzo de una larga y peligrosa guerra. Pero con la Fuerza como su aliada y la causa de la libertad como su guía, estaba listo para enfrentar cualquier desafío que el destino le deparara.


Nota del autor

Se me había pasado esta misión, resulta que la versión para Nintendo DS de Battlefront: Elite Squadron, muestra misiones diferentes que la versión para PSP. Parece una buena forma de presentar a X2, que aparecerá más adelante en la Estrella de la Muerte.

Aunque la captura de todo un segmento del superláser parece un poco prematura a estas alturas, y no se lo vuelve a mencionar. Así que supondremos que se activó algún sistema de autodestrucción antes de que el equipo de Gancho Celestial pudiera estudiarlo.