Capítulo 3
Sabotaje
BLOQUE DE CELDAS 2180, ESTRELLA DE LA MUERTE, EN ÓRBITA SOBRE DESPAYRE, SISTEMA HORUZ
Aunque la explosión tuvo lugar a varios kilómetros del bloque de celdas donde residían los esclavos wookiees, el estruendo resonó a través de la estructura de la estación, sintiéndose claramente. Tal como estaba planeado, la bomba estalló cuando la nave cisterna de oxígeno estaba por aterrizar en el muelle de la cuadrisfera noroeste. La devastación fue de proporciones monumentales. La nave, a punto de acoplarse en el muelle principal, se convirtió en una infernal bola de fuego al explotar las válvulas, desatando una cadena de destrucción letal. En un instante, meses de arduo trabajo se redujeron a escombros ardientes, borrando cualquier rastro del muelle y su portal, elementos vitales para los planes de construcción del Imperio.
Katarra y sus valientes compañeros se permitieron un breve momento de celebración. Sus wookiees se lo merecían. Habían arriesgado sus vidas en una misión llena de peligro y sacrificio. Desde la obtención de los explosivos hasta la meticulosa planificación de la detonación, habían trazado una venganza ardiente contra sus opresores. En ese fugaz instante de triunfo, un destello de esperanza se encendió en sus cansados ojos.
Sin embargo, en lo profundo de su corazón, Katarra sabía que su lucha estaba lejos de terminar. Aquella victoria efímera no sería suficiente para detener la construcción de la Estrella de la Muerte ni para liberarlos de la esclavitud. Era solo un retraso, un obstáculo en el camino de los opresores, pero el muelle sería reconstruido en poco tiempo. Todo volvería a ser como antes, y tal vez, incluso ellos mismos se encontrarían en las filas encargadas de reconstruirlo.
Pero no se darían por vencidos. Estaban dispuestos a hacerlo una y otra vez. Aunque sabían que, pese a todas sus precauciones, tarde o temprano los supervisores imperiales descubrirían sus acciones, estaban dispuestos a arriesgarlo todo. No tenían otra opción.
En ese momento, otro esclavo, un humano, señaló una posible vulnerabilidad en las naves de provisiones. Si lograban explotar esa brecha de seguridad, podrían establecer comunicaciones con el resto de la galaxia. Y si pudieran coordinar sus esfuerzos con la Resistencia de Kashyyyk y la Alianza Rebelde, quizás sus sacrificios podrían servir para algo más.
OFICINA DE LA OPERACIÓN GANCHO CELESTIAL, BASE GRENNA
Las notas, cifradas en el lenguaje secreto xaczik de los wookiees, llegaban a cuentagotas. Ocultas en las entrañas de las naves automatizadas, tardaban en encontrar su camino hasta los rebeldes. Fue por pura casualidad que la primera de ellas cayó en manos de la resistencia, pero esa afortunada coincidencia les permitió descubrir los lugares estratégicos donde debían colocar a sus agentes para recogerlas y enviar respuestas clandestinas. Aunque los mensajes seguían siendo escasos y el proceso lento, eran un destello de esperanza en medio de la oscuridad, mucho más de lo que se había tenido hasta entonces. Cada nota cifrada representaba una victoria en sí misma.
El Dr. Blissex apartó los bocetos holográficos que flotaban sobre su consola para examinar detenidamente la nota que le entregó el agente Riij Winward. Gracias a su amplio conocimiento en ingeniería y experiencia en el diseño de naves espaciales, se había vuelto una figura invaluable para el equipo.
—Comparando lo que los wookiees informan con las grabaciones de Juno Eclipse —dijo el Dr. Blissex después de estudiar el informe—, estimo que la estación de combate estará completa en menos de un año.
Aach se acercó para escuchar el análisis. No era una buena noticia. El tiempo se les estaba agotando para acabar con la amenaza de la Estrella de la Muerte antes de que comenzara a sembrar el terror en toda la galaxia.
—La idea del sabotaje no es mala. Por el momento no se me ocurre una forma mejor para destruir la Estrella de la Muerte. Pero para destruir la estación, tenemos que pensar en grande.
—¿A qué se refiere? —preguntó Aach, tratando de entender los varios diagramas en la consola de Blissex. A pesar de que eran especulaciones basadas en los fragmentos de información que habían logrado reunir, intuía que, si la Rebelión tuviera los recursos necesarios, podrían construir una Estrella de la Muerte completamente funcional e incluso superior a la original siguiendo esos diseños.
—Para que la Estrella de la Muerte sea capaz de hacer lo que Ackbar describió, necesitaría mucha energía. —Al ver que Aach asentía, Blissex continuó—: La única fuente de energía lo suficientemente poderosa que puedo imaginar es algún tipo de reactor de hipermateria. ¿Sabe lo que es eso?
Aach y Riij permanecieron en silencio, incapaces de responder. Fue entonces que Ta'al Pierc, que trabajaba junto a su droide en una consola en un rincón de la habitación, se aclaró la garganta y se unió a la conversación.
—La hipermateria es una materia taquiónica que sólo existe en el hiperespacio —dijo—. Los reactores de hipermateria comprimen las partículas taquiónicas hasta las dimensiones inferiores del espacio real, generando cantidades masivas de energía.
Blissex asintió.
—Eso tendrá que bastar. No hay tiempo para lecciones avanzadas de física —declaró con impaciencia. Miró a Aach como un profesor reprendiendo a un alumno que no dio la respuesta esperada antes de continuar—. Dígame, comandante, ¿ha oído hablar alguna vez del Lanza de batalla?
Aach negó con la cabeza.
—No me sorprende —continuó Blissex—, el Imperio ha hecho todo lo posible por ocultar la información relacionada con ese accidente. Pero los rumores se han extendido entre aquellos de nosotros que trabajamos en el diseño de naves.
—Un reactor de hipermateria fue la causa de aquel accidente del que habla —dedujo Aach, su voz apenas un susurro cargado de sombras.
—Exactamente —confirmó Blissex—. Un accidente en el que el Destructor Estelar Imperial-II Lanza de batalla, con un reactor experimental de hipermateria, fue destruido en un instante.
Los ojos de Aach se abrieron como platos.
—¿Está diciendo que es posible sabotear el reactor de la Estrella de la Muerte para que ocurra lo mismo? —preguntó, sintiendo algo de alivio y esperanza.
—En teoría, por supuesto que sí. Si logramos desestabilizar el reactor de hipermateria de la Estrella de la Muerte, provocará una explosión catastrófica que destruirá la estación. —Antes de que la esperanza de Aach pudiera crecer, Blissex continuó en un tono más sombrío—. Sin embargo, no será una tarea fácil de lograr. Desafortunadamente, desconocemos los detalles de su diseño, así como las contramedidas y sistemas de control implementados para evitar que algo así suceda. —Blissex señaló varios diagramas que, aunque se veían diferentes, no tenían mucho sentido para Aach—. Por eso es que sigue siendo una prioridad averiguar detalles técnicos.
—Y seguimos trabajando en ello, Dr. Blissex —intervino Ta'al—. Ya hemos identificado a varios miembros del equipo de Bevel Lemelisk, parece haber varias bases secretas que siguen trabajando en los diseños, pero todavía no pude averiguar qué están investigando ni dónde están. También he estado investigando pistas sobre unos cuantos proyectos de investigación del Imperio. He encontrado referencias que me hacen sospechar que un proyecto con el nombre Hammertong está relacionado con el diseño del superláser, y tal vez también con el reactor, aunque por ahora, tampoco he podido precisar detalles al respecto.
—De cualquier modo —dijo el Dr. Blissex, con tono más optimista—, considerando el estado incompleto actual, se puede suponer que una explosión lo bastante grande, en las inmediaciones del reactor de hipermateria, puede o hacerlo explotar, o, como mínimo, perturbar los sistemas de control lo suficiente como para que se requieran largas y delicadas reparaciones antes de que pueda operar a plena potencia.
—Ya entiendo lo que quiso decir con que hay que hacer un sabotaje pensando en grande —concluyó Aach.
—Necesitaremos una bomba más poderosa que la que improvisaron los wookiees —agregó Riij.
—Según los datos que he estado rastreando —dijo Ta'al—, muchos de los suministros para la Estrella de la Muerte pasan por una base de Aprovisionamiento Naval que el Imperio tiene en Gall. Y parece que los explosivos de alto poder no son algo inusual en los envíos. Es poco probable que alguien se percate que el envío contiene una gran bomba en vez de las municiones habituales antes de que sea demasiado tarde.
—Entonces, averiguamos cuándo la Estrella de la Muerte solicite algunas de esas municiones, y alertamos a los wookiees que están allá, para que puedan interceptar el envío y hacer explotar la bomba cerca del reactor —concluyó Riij.
—Ojalá fuera tan fácil —dijo Aach—. Pero la comunicación con ellos es lenta, nunca podremos avisarles a tiempo. Y aunque nunca subestimaría la capacidad de combate de un wookiee, están ampliamente superados en número y armamento. Pedirles que capturen la bomba, y la lleven cerca del reactor, mientras luchan contra una legión de soldados de asalto imperiales sería demasiado.
—Además, según la rutina que describen los wookiees —agregó Ta'al—, el material de uso militar, como municiones, no llega a los mismos puertos que los materiales de construcción como los que usan para enviar sus notas. Supongo que es una medida para impedir que los prisioneros puedan apoderarse de las armas.
—Entonces, tendríamos que lograr infiltrarnos en las dos puntas —concluyó Riij—. En el Área de Aprovisionamiento de Gall para enviar la bomba. Y en la misma Estrella de la Muerte, pero entre los soldados imperiales, no entre los trabajadores, para poder recibirla y llevarla al lugar adecuado. Suena complicado.
—Claro que es complicado —concordó Aach—. Pero si queremos destruir la Estrella de la Muerte, tenemos que encontrar la manera.
PASILLOS, ESTRELLA DE LA MUERTE
Riij y Ta'al avanzaban por los largos pasillos de la Estrella de la Muerte, vestidos como oficiales imperiales. A su lado, R3-L9, su droide astromecánico, ahora pintado de negro, los seguía como una sombra silenciosa. Detrás de ellos, un equipo heterogéneo de trabajadores, compuesto por wookiees, bothan, mon calamari, sullustanos y humanos, avanzaba en silencio. Ninguno de los soldados, oficiales u otros funcionarios imperiales con los que se cruzaron les prestó la menor atención. Al menos hasta ahora, nadie sospechó de las credenciales y órdenes falsas que había creado Ta'al.
—Katarra dice que después de su sabotaje, Darth Vader estuvo aquí —le traducía Rijj a Ta'al después de hablar con la wookiee—. Parece que Tarkin lo llamó para investigar. Vader interrogó y ejecutó al capataz a cargo del funcionamiento de la nave cisterna.
—Es una atrocidad. Pero supongo que son las tácticas brutales habituales del Imperio —dijo Ta'al preocupado.
—Pero eso no es todo —continuó Riij, aumentando la gravedad de la situación—. Vader ha desplegado soldados de su legión 501 para reforzar la seguridad de la estación.
—Eso complicará las cosas. Pero si somos cautelosos y nos aseguramos de que nada nos delate, unos cuantos soldados más no deberían ser un problema —dijo Ta'al, intentando mantener la esperanza.
La multitud de trabajadores avanzaba por el pasillo, guiada por Riij y Ta'al. Su destino era el muelle de carga provisional, donde se suponía que debía haber llegado el contenedor con la bomba. Ta'al señaló la lanzadera de carga que transportaba los materiales de trabajo. Se colocaron en una pequeña cola, esperando su turno frente al droide de protocolo que distribuía los suministros a los equipos de trabajo. Cuando llegó su turno, Riij entregó al droide las órdenes que Ta'al había preparado.
—Lo siento, señor, pero este envío no está disponible —dijo el droide al procesar las órdenes—. El sistema indica que la solicitud ha sido denegada.
—¿Qué? Estoy seguro de que estos materiales se solicitaron cumpliendo con todas las regulaciones pertinentes —respondió Riij.
—El sistema indica "falta de disponibilidad" como motivo. Tendrá que esperar a que llegue otro embarque desde el exterior.
—¿Cómo es posible? Yo mismo verifiqué que los materiales estaban en el almacén antes de presentar la solicitud —dijo Ta'al, dando un paso hacia el droide. Empezaba a temer lo peor. Sabían muy bien que un contenedor marcado como municiones, normalmente nunca sería entregado a los trabajadores, pero estaba seguro de que las órdenes modificadas que había preparado deberían haber eludido esa limitación.
—El almacén recibe muchas solicitudes —explicó el droide impasible—. Es posible que alguien más los solicitara antes que usted. ¿Desea que llame a mi supervisor para verificar las solicitudes?
—Eso no será necesario —dijo Riij—. Continúe con su trabajo. Yo resolveré esto con mi supervisor.
Los dos falsos oficiales imperiales se alejaron del droide, caminando por el pasillo por el que habían venido, seguidos por los trabajadores. Riij miró a Ta'al, tratando de comprender lo que estaba sucediendo. Habían planeado todo meticulosamente y ahora se encontraban con este obstáculo inesperado.
—¿Qué está pasando? —preguntó Riij en voz baja una vez que estuvieron fuera del alcance del oído—. ¿Nos habrán descubierto? ¿O crees que la parte de Aach y el moff Kalast puede haber salido mal?
—No creo que Aach haya fallado. Lo que le dije al droide es cierto, la bomba estaba en el almacén.
—¿Y por qué no ha llegado aquí? —insistió Riij.
—Algo salió mal aquí —dijo Ta'al desconcertado, y después de una pausa añadió—: Me temo que el plan no contemplaba que alguien más presentara una solicitud. Es mi culpa, debería haberme imaginado que con tantos soldados no sería raro que alguien solicite "municiones", que es lo que indicaba la etiqueta del contenedor de la bomba.
—No es momento de encontrar culpables. ¿Qué hacemos ahora? —preguntó Riij en voz baja.
—Vamos a la sala de control —propuso Ta'al—. Necesitamos que R3 acceda al sistema para averiguar qué ha ocurrido.
Riij asintió y se dirigieron rápidamente a la sala de control, evitando a los soldados imperiales que patrullaban los pasillos. Al llegar, Ta'al se sentó frente a una terminal, mientras R3 se conectaba a un enchufe de la computadora y comenzaron a buscar en los registros de los materiales. La cuadrilla de trabajadores también entró a la sala, y permanecieron en silencio mientras observaban. Después de unos minutos, su expresión se volvió aún más preocupada.
—El droide tenía razón —dijo Ta'al, frustrado—. Otra solicitud fue presentada antes que la nuestra.
—¿Puedes ver quién la presentó? Tal vez todavía estamos a tiempo de interceptar la bomba —dijo Riij.
—Aquí está, parece ser solo un droide de inventario… —dijo Ta'al concentrado en la pantalla—. ¡Oh, oh! Es el droide de inventario de una de las naves que patrullan la zona. Un destructor estelar.
—¿Entonces nuestra bomba va en camino a un destructor estelar? Supongo que deberíamos abortar la misión, y pasar al plan de escape antes de que la encuentren.
Antes de que pudiera responder, Ta'al vio que R3 hacía aparecer en la pantalla información de la nave en cuestión.
—La bomba ya debe estar llegando al Intrépido, pero con suerte pasará un tiempo antes de que abran el contenedor para verificar su contenido.
—¿Cómo hacemos que la manden de regreso? ¿O deberíamos ir a buscarla? —preguntó Riij.
—Es difícil. La devolución de un contenedor de municiones ya entregado no es un procedimiento habitual, resultaría muy sospechoso —dijo Ta'al pensativo, mientras los wookiees a su espalda conversaban en shyriiwook.
—¿Un premio consuelo? —dijo Riij volviéndose hacia los wookiees, uno de ellos contestó con un rugido—. No es mala idea, Katarra. Esa bomba sería suficiente para destruir completamente un destructor estelar como el Intrépido.
—¿Qué proponen? —preguntó Ta'al, curioso.
—Katarra sugiere que nos enfoquemos en una pequeña victoria en lugar de intentar el objetivo original de detonar la bomba aquí, cerca del reactor de la Estrella de la Muerte. Destruir un destructor estelar es mejor que nada —explicó Riij.
Ta'al asintió en acuerdo. Los wookiees tenían razón, había que adaptarse a la nueva situación y encontrar la mejor manera de causar el mayor daño posible al Imperio. Destruir un destructor estelar sería una victoria significativa, aunque no fuera el objetivo original.
—Uno de nosotros debería ir al destructor y armar la bomba —dijo Ta'al, ya pensando en el plan alternativo—. Necesitaré preparar órdenes falsas, pero suena más factible que unas órdenes para ir a recuperar el contenedor de la bomba.
BAHÍA DE ACOPLAMIENTO 33, DESTRUCTOR ESTELAR INTRÉPIDO
—Teniente Kaebt, bienvenido a bordo —dijo el hombre con la insignia de capitán, recibiendo a Riij—. Lamento informarle que el almirante Helaw está ocupado con un visitante. Tendrá que esperar.
—Eso podría ser conveniente. ¿Es usted el primer oficial, el capitán Ebris? —respondió Riij.
—Sí —asintió Ebris, mirándolo con curiosidad.
—Traigo órdenes de lord Darth Vader, dirigidas a usted, capitán.
Ebris frunció el ceño, evidentemente confundido.
—Es curioso, lord Vader nunca ha tenido motivos para darme órdenes directamente.
Riij extrajo las órdenes falsificadas de su bolsillo y se las entregó al capitán, quien las examinó detenidamente.
—Esto es altamente irregular —dijo Ebris, mirando a Riij con desconfianza—. ¿Qué está pasando aquí?
—Las órdenes son claras. Debe relevar del mando y arrestar al almirante Helaw. Desconozco los detalles, pero es evidente que lord Vader tiene motivos para sospechar de su lealtad. Yo debo esperar aquí para llevar al prisionero a la Estrella de la Muerte.
—Esto es completamente inesperado —dijo Ebris, sin saber qué hacer. Era poco probable que sospechara que las órdenes eran falsas, y menos aún que pensara en desobedecerlas por ser más leal a Helaw que a Vader o al Imperio—. Helaw se encuentra reunido con el almirante Motti. Debería esperar a que se retire, ya que él es demasiado fiel al viejo Helaw y se pondrá de su lado.
—Como usted lo crea conveniente, capitán.
Ebris se dirigió a los soldados de asalto y habló en voz baja con ellos antes de regresar junto a Riij.
—Espere aquí, teniente —dijo Ebris, y se fue con todos los soldados de asalto, excepto uno al que claramente había ordenado que vigilara a Riij.
Riij permaneció en el hangar, esperando pacientemente mientras observaba a su alrededor. El soldado de asalto restante no alcanzó a ver cómo la wookiee Jowdrrl, envuelta en una oscura capa con capucha, salía de la lanzadera y se desvanecía entre las sombras del sistema de ventilación.
Moviéndose con sorprendente agilidad, considerando su tamaño, la wookiee avanzó rápidamente por el conducto de ventilación y pronto llegó a la bodega de carga del destructor estelar.
Caminó a lo largo de la hilera de contenedores, revisando los números indicados en ellos. Finalmente, encontró el que buscaba y presionó el teclado en la puerta.
La puerta se enrolló y se abrió, permitiéndole ingresar al contenedor. Fue sencillo ingresar el código que le habían proporcionado para activar la bomba y poner en marcha la cuenta regresiva. Salir del contenedor también fue rápido, todo en menos de treinta segundos. Ahora sólo tenía que ayudar a Riij para que salieran de allí.
Mientras tanto, Riij no había permanecido inactivo mientras esperaba en el hangar. Con un disparo aturdidor de su bláster oculto, se deshizo del guardia que el capitán había dejado y lo ocultó detrás de unas cajas. Luego, corrió hacia la sala de control del hangar y aturdió al operador antes de que pudiera dar la alarma. Tomando su lugar, esperó un momento hasta que vio al almirante Motti dirigirse a su lanzadera y abrió la compuerta del hangar, dejándola abierta.
Jowdrrl llegó justo a tiempo. Subieron a la lanzadera y despegaron rápidamente mientras la nave imperial se desvanecía en la distancia. A medida que se alejaban, pudieron presenciar una enorme explosión sacudir el destructor estelar en el que habían estado momentos antes.
Riij suspiró aliviado y se dirigió de regreso a la Estrella de la Muerte. Ahora solo tenía que encontrar a Ta'al, y a Katarra y a todos los demás prisioneros que pudieran rescatar, y largarse de allí. No había sido la gran victoria que esperaban, pero volverían otro día para destruir la Estrella de la Muerte.
La lanzadera aterrizó sin problemas en el Hangar 84G, pero al descender por la rampa de abordaje, se encontraron rodeados por soldados de asalto.
—¡Teniente Kaebt, ríndase en nombre del Emperador! —exclamó la voz filtrada de un soldado.
Los sabotajes de la nave cisterna y del Intrépido, y la mención del Lanza de Batalla, vienen de la novela Estrella de la Muerte, esto es mi intento de verlos desde el punto de vista rebelde.
Katarra es una líder de la resistencia de Kashyyyk, y Jowdrrl es miembro de la misma, y prima de Chewbacca. Vienen de Han Solo: Amanecer Rebelde, aunque es invento mío que estuvieron prisioneras en la Estrella de la Muerte, y participaron en el sabotaje.
