Capítulo 6: Comunicaciones imperiales

BASE LOGÍSTICA IMPERIAL 115, ORRON III

—Claro que después de lo que le pasó al Fortressa, no se puede culpar a Ackbar por su renuencia a considerar un ataque directo —decía Aach mientras trabajaba con sus ganzúas—. La misión que propuso tiene el potencial de proporcionar pistas clave que hasta ahora no hemos podido obtener para neutralizar la Estrella de la Muerte.

—Entonces, ¿qué es lo que no entiendes? —preguntó Winter.

Aunque ambos habían estado presentes en la reunión a bordo del crucero Independencia, donde Ackbar les había informado sobre sus descubrimientos y habían planeado la operación en la que estaban inmersos en ese momento, la memoria de Winter era mucho más precisa que la de Aach. Además, ella había revisado otros documentos relacionados.

—¿Cómo se enteró de la existencia de esta red de comunicaciones segura del Imperio? —dijo Aach—. Parece que fue por casualidad, pero también mencionó historias sobre pilotos que escaparon del Confín de las Estrellas y esclavos wookiees.

—Podríamos decir que fue una serie de coincidencias —concedió Winter, mientras trataba de organizar los hechos que conocía—, pero Ackbar también fue persistente al seguir las pistas que iba encontrando. Todo comenzó con unos pilotos que lograron huir de Mytus VII y se pusieron en contacto con la flota de Ackbar. Él les envió ayuda.

—Continúa —dijo Aach sin levantar la vista de la cerradura en la que estaba trabajando.

—Esos pilotos se habían hecho amigos de algunos wookiees y escucharon rumores relacionados con la Estrella de la Muerte —prosiguió Winter.

—Ya sé que el Imperio sigue capturando wookiees para obligarlos a trabajar como esclavos en la construcción de la Estrella de la Muerte —comentó Aach—. Riij y Ta'al estuvieron allí, y los rescatamos junto con algunos de ellos.

—Bueno, los pilotos de la flota de Ackbar hicieron lo mismo. A través de los contactos de los pilotos fugados, descubrieron la ruta utilizada por los esclavistas imperiales. Los emboscaron y lograron capturar una nave, rescatando a todos los prisioneros wookiees sin sufrir bajas.

—Eso es genial.

—Pero cuando lo hicieron, también encontraron el plan de vuelo completo de la nave capturada —continuó Winter—. El carguero Toral iba a unirse a un convoy de naves cerca de este planeta antes de dirigirse al sistema Horuz. Actuando rápidamente, Ackbar envió a sus pilotos para interceptar el convoy, con la esperanza de que causar daños a las líneas de suministro demorara la construcción. Destruyeron la mayoría de las naves del convoy, pero también capturaron algunas que contenían información valiosa.

—Ah, ahí es donde obtuvieron la información sobre la red de comunicaciones... Ya casi —dijo Aach, presionando con la ganzúa.

Un clic resonó en el aire, indicando que el pestillo se había liberado. Aach empujó la puerta con satisfacción y notó cómo se abría.

—Listo, R3. La puerta está abierta —dijo a través del comunicador.

El único pequeño escollo que tuvieron que sortear fue esta cerradura mecánica, a la que R3 no tenía acceso desde los sistemas de computadora.

Aach y Winter se cruzaron con los droides de carga que se dirigían en dirección opuesta para recoger los contenedores de los satélites mientras regresaban al carguero Fénix.

Aach verificó los sistemas de la nave mientras los droides terminaban su tarea. Luego, el programa se encargaría de hacer que los droides continuaran transportando cajas de manera aleatoria dentro del almacén, creando un desorden que dificultaría la detección de lo que faltaba.

—Ya sé que este es solo el primer paso de una operación más larga, pero hoy logré completar una misión con éxito después de mucho tiempo —dijo Aach mientras hacía despegar la nave—. Gracias, Winter. No habría sido tan fácil sin tu ayuda.

—Contábamos con una buena inteligencia y los programas que Ta'al Pierc cargó en R3-L6 hicieron la mayor parte del trabajo —respondió ella con modestia.

—Aun así, en la división de Adquisiciones y Suministros se especializan en "liberar" materiales del Imperio. Seguro que tienes experiencia o entrenamiento para misiones como esta…

Fueron bruscamente interrumpidos por un crujido estridente proveniente del comunicador.

—Carguero Fénix, aquí el servicio de aduanas imperial —declaró un oficial con aburrido desdén—. Hemos detectado una irregularidad. Detengan sus motores de inmediato y esperen a nuestros inspectores para aclarar la situación.

—Parece que hablé demasiado pronto —suspiró Aach resignado.

Sin molestarse en responder al oficial imperial, sintonizó rápidamente la frecuencia de la flota rebelde.

—Aquí el Fénix, misión cumplida, pero necesitaremos apoyo para asegurar nuestra salida.

El carguero había dejado atrás la atmósfera del planeta y se adentraba en el vasto espacio, tratando de alcanzar la máxima velocidad que su pesada estructura permitía. Sin embargo, en ese momento crítico, las naves imperiales aparecieron ominosamente en la pantalla del radar, acercándose rápidamente.

—¡Transportes de soldados de asalto DX-9! ¡Quieren abordarnos por la fuerza! —exclamó Aach con una mezcla de angustia y frustración, sus ojos escudriñando frenéticamente el panel de control en busca de los controles de las inexistentes armas.

—La escolta de la flota llegará pronto —dijo Winter sin perder la calma.

En ese momento, el Fénix fue violentamente sacudido por el impacto del fuego de los transportes enemigos. El parpadeo de las luces le indicó que estaban usando sus cañones de iones. Era evidente que los imperiales buscaban capturar el carguero intacto. Aach intentó maniobras evasivas desesperadas, pero la pesadez y lentitud de la nave parecían condenarlos a un destino inevitable.

—¡Fénix, aquí Rojo 1! —una nueva voz resonó a través del comunicador, cargada de determinación—. No se preocupen, me encargaré de que esos imperiales dejen de molestarlos.

Aach observó en la pantalla del radar cómo una nave emergía del hiperespacio. Sin embargo, su decepción se hizo evidente al darse cuenta del mínimo tamaño de la fuerza de rescate.

—¿Un solo Ala-Y? —dijo Aach, con un dejo de incredulidad en su voz—. Espero que sea suficiente.

Sus ojos siguieron atentos cada movimiento del Ala-Y, que ignoró las lanzaderas enemigas y se dirigió directamente hacia ellos. Un estallido de torpedos de protones alcanzó a uno de los DX-9, y Rojo 1 siguió hacia el transporte, destrozándolo con la furia de sus láseres.

El piloto del Ala-Y no cedió, enfrentándose ahora a las lanzaderas restantes, pero nuevos transportes DX-9 se aproximaban y volvían a disparar implacablemente con sus cañones de iones.

—No te preocupes —dijo Winter, tratando de mantener la calma a pesar de la situación crítica—. Estamos en buenas manos. Reconocí al piloto del Ala-Y; es el chico de Lynia.

—¿De qué estás hablando? —preguntó Aach confundido, luchando por concentrarse en la conversación mientras los cañones enemigos castigaban la nave sin piedad.

—Lynia Delline, la ayudante de Mon Mothma, ha trabajado contigo varias veces.

—Sí, conozco a Lynia. Ha sido de mucha ayuda en la Operación Gancho Celestial. Pero no sabía que…

La constante lluvia de disparos de iones comenzó a afectar los sistemas del carguero, y la pantalla del radar parpadeó y se apagó abruptamente.

—¿No notaste que Lynia, por lo general tan profesional y reservada, estaba notablemente nerviosa y distraída cuando fuimos al Independencia? —Winter continuó hablando tranquilamente, como si estuvieran compartiendo chismes en una cafetería de Alderaan en lugar de a punto de morir en una frágil caja de metal que flotaba indefensa en el espacio.

Aach decidió seguirle el juego, al menos eso lo distraería del abrumador peligro que los rodeaba.

—No, pero ahora que lo mencionas, recuerdo haber visto a Lynia y a un piloto hablando con Mon Mothma después de la reunión.

—Sí, ese era el novio de Lynia. Se llama Keyan Farlander y es uno de los mejores pilotos de Ackbar.

—Después de lo que le sucedió a su hermano, me sorprende que Lynia se relacione con un piloto.

—Bueno, supongo que ella tampoco está contenta con que sea piloto —dijo Winter encogiéndose de hombros. Después, inclinó la cabeza, compartiendo la información con una sonrisa cómplice—. Dicen que después de hablar con Mon Mothma, ambos desaparecieron juntos y nadie pudo localizarlos durante horas.

—Supongo que Lynia tiene derecho a un poco de diversión y relax de vez en cuando. Siempre y cuando no afecte su trabajo.

Los disparos de iones cesaron de repente, pero un estruendo resonó por toda la nave. Aach reconoció el sonido de una nave acoplándose en la escotilla exterior, una maniobra de abordaje. Si era uno de los transportes DX-9, los soldados de asalto caerían sobre ellos en cualquier momento.

Aach y Winter se prepararon para vender caras sus vidas, la cabina del carguero tenía una única entrada pequeña y fácil de defender, aunque eso no cambiaría el resultado final, se llevarían a varios soldados imperiales antes de morir. Pero respiraron aliviados al ver que quienes habían abordado eran sus amigos, Riij Winward y Jan Ors.

Trabajando juntos, los cuatro se apresuraron a restablecer los sistemas del Fénix. Cuando el radar volvió a funcionar, Aach quedó horrorizado al ver que un destructor estelar había aparecido, saliendo del hiperespacio y acercándose peligrosamente hacia ellos. Afortunadamente, las reparaciones previas incluyeron los cálculos necesarios para un salto al hiperespacio. Tan pronto como Riij y Jan regresaron a su lanzadera, ambas naves escaparon a la seguridad del hiperespacio.

Más tarde, confirmaron que el piloto del Ala-Y había sido Keyan Farlander, quien informó haber enfrentado numerosos cazas TIE y bombarderos TIE para asegurar su escape.

PUESTO DE ESCUCHA AX-235, CRON DRIFT

Después de que escaparon con su carga, y dar algunas vueltas que a Aach le parecieron innecesarias, los satélites finalmente llegaron a los talleres ubicados en el crucero calamari Maximus. Allí Ta'al Pierc y un equipo de técnicos e ingenieros rebeldes analizaron las sofisticadas computadoras y equipo de criptografía integrado en los satélites, y les agregaron equipo de espionaje rebelde. Después hubo más de esas vueltas innecesarias antes de cargarlos en la corbeta que los lanzó al espacio en lugares estratégicos donde podrían reemplazar varios de los satélites del Imperio.

Ahora, Aach y Lynia Delline se encontraban en un remoto puesto de escucha ubicado en un asteroide distante, captando y descifrando las comunicaciones del Imperio que eran interceptadas por los satélites. Los equipos no tardaron en recibir las transmisiones imperiales, y los datos fluían a través de las conexiones, llenando las pantallas con información vital. Los agentes rebeldes se sumergieron en la revisión de los datos, esperando encontrar algo que les llamara la atención.
—Esto es un auténtico caos. Parece que todos los mensajes relacionados con la Estrella de la Muerte son simples quejas —exclamó Aach, dejando escapar su frustración con impotencia.

—«Necesitamos más personal cualificado»;«Los planos enviados no se corresponden con lo construido» —añadió Lynia, leyendo ejemplos que respaldaban la opinión de Aach—. Si nos tomamos en serio todo esto, podríamos concluir que la construcción de la Estrella de la Muerte es un caos descontrolado, y que nunca se podrá terminar.

—Ojalá fuera cierto —respondió Aach con una sonrisa irónica—, pero no podemos permitirnos dejarnos llevar por esa esperanza. Siento que muchos solo están exagerando la gravedad e importancia de sus problemas para obtener más recursos para solucionarlos.

El trabajo se estaba volviendo tedioso y monótono, pero Aach y Lynia se negaban a dejarse vencer por la desilusión. Persistieron en su empeño, comparando los mensajes recibidos con la información que ya tenían en su poder.

Poco a poco, un patrón comenzó a emerger entre las sombras de los datos. Los mensajes provenían siempre de los mismos lugares. Todos tenían nombres confusamente similares y poco descriptivos: Estación de Investigación Imperial, Instalación de Investigación Imperial, Instalación Imperial Secreta de Investigación y Desarrollo, Complejo de Diseño Experimental, Centro de Investigación. Sin embargo, al prestar más atención, empezaron a distinguirlos.

—El complejo central es donde trabaja Bevel Lemelisk —dijo Lynia mientras resumía las conclusiones a las que habían llegado—, aunque la mayoría de los mensajes son respondidos por el director twi'lek llamado Tol Sivon.

—No sabemos su ubicación exacta, pero el acceso está restringido y controlado por tu vieja amiga, la Almirante Daala —dijo Aach, recordando la trampa que les había tendido la imperial—. Parece que las únicas visitas regulares a ese lugar son las de Lemelisk. Infiltrarnos en secreto será prácticamente imposible.

—Otra fuente frecuente de mensajes es el propio sitio de construcción —continuó Lynia—. Allí, Benits Stinex lidera un equipo de arquitectos que supervisa el trabajo de los obreros y droides, realizando modificaciones y adaptaciones de último momento en los planos.

—Ya hemos estado allí, y regresar será aún más difícil —comentó Aach—. Pasemos al siguiente.

—Las antiguas instalaciones de la guarnición imperial, convertidas en Complejo de Investigación en Danuta —prosiguió Lynia—. Parece que se encargan de realizar cambios en los diseños de ingeniería secundarios para cumplir con las especificaciones y normas de la Armada y el Ejército, que no fueron considerados en el diseño original. Mientras tanto, discuten los motivos estratégicos detrás de sus decisiones.

—Aunque siga siendo una guarnición imperial, esperemos que no esté tan bien protegida como las anteriores —dijo Aach—. ¿Qué más tenemos?

—La Estación de Investigación en Toprawa. Está dirigida por Druth Anamor, y parece que están refinando los programas de control del superláser. Anamor se queja de la falta de personal cualificado.

—Ese definitivamente es un punto débil por el que podremos infiltrarnos...

Repentinamente, una alarma comenzó a sonar en una de las consolas. Aach se apresuró a acercarse a la consola, intentando averiguar la causa de la emergencia.

—¡Maldición! El Imperio está empezando a sospechar. Alguien está revisando los satélites uno por uno. Tarde o temprano descubrirán nuestra presencia y nos encontrarán —advirtió Aach con angustia—. Rápido, haz una copia de todo lo que tenemos. Ha llegado el momento de dar por terminada nuestra misión aquí.

Aach fue a la consola de comunicaciones, tratando de establecer contacto con la flota rebelde, pero fue en vano. El equipo de comunicaciones se comportaba de manera inusual, evidencia clara de que estaban siendo hackeados.

—¡Las comunicaciones no funcionan! —exclamó con frustración—. Creo que un corta-códigos imperial ha logrado acceder a nuestro sistema y nos está bloqueando.

Lynia miró a Aach, preocupada por su situación comprometida.

—Quieren atraparnos aquí. ¿Qué vamos a hacer? —preguntó Lynia ansiosamente.

—Voy a activar la baliza de emergencia. Alguien en la flota rebelde debe escucharla. Es nuestra única esperanza.

Pasaron largos y angustiosos minutos de espera hasta que vieron un Ala-X azul acercándose a gran velocidad. La nave aterrizó con brusquedad, y Biggs Darklighter, un piloto con el que habían compartido peligrosas misiones en el pasado, bajó apresuradamente de la nave y le dieron la bienvenida. Aunque el Ala-X no era una nave de evacuación, al menos sus sistemas de comunicaciones no estaban comprometidos, lo que les permitió establecer contacto con la flota rebelde.

Sin embargo, la esperanza se desvaneció rápidamente cuando detectaron la llegada de naves enemigas. Eran las temibles cañoneras de asalto, pequeñas pero mortales naves de largo alcance.

—¡Aún no nos han visto! Pero son demasiadas como para que yo pueda eliminarlas antes de que den aviso al Imperio —se lamentó Biggs con frustración, mientras observaba la amenazadora flota enemiga acercándose.

—¡Debe haber algo que podamos hacer! —exclamó Lynia con desesperanza.

—El generador del puesto funciona con energía de iones. Si lo sobrecargamos, generará un pulso iónico que deshabilitará todas las naves cercanas —propuso Aach.

—¡Pero la explosión nos mataría a todos en el proceso! —objetó Lynia.

—No si logran subirse al Ala-X y alejarse a toda velocidad. Aunque el pulso iónico los alcance, la inercia los impulsará fuera del sistema, lejos de esta amenaza, hasta que lleguen los refuerzos —explicó, mirando a Lynia y luego a Biggs, quien observaba la escena con seriedad.

—El Ala-X es una nave monoplaza —empezó a protestar Biggs—. En una emergencia, tal vez puedan entrar dos personas, pero tres es imposible… Lo que propones implica sacrificarte para que nosotros podamos escapar —dedujo al final.

—No puedo dejarte hacer esto, Aach. La Rebelión te necesita. Todos te necesitamos —dijo Lynia, con la voz entrecortada.

Aach miró a Lynia, su mirada llena de determinación y un profundo sentido del deber.

—Es la única forma, Lynia. La Rebelión necesita desesperadamente que estos datos lleguen a salvo a la base, y tú eres la analista más hábil para interpretarlos. Además, tienes mucho por lo que vivir, mucho por lo que seguir luchando. Keyan te está esperando —dijo Aach con voz firme—. Yo haré lo que tengo que hacer para que puedas regresar con él… y también continuar nuestro trabajo en nombre de la Rebelión.

Biggs observó la escena en silencio, asimilando la gravedad de la situación y reconociendo el inmenso sacrificio que Aach estaba dispuesto a hacer.

—Que la Fuerza te acompañe, Aach —dijo Biggs solemnemente—. Tu valentía y sacrificio nunca serán olvidados.

Informaron rápidamente el plan a la flota rebelde, y el Ala-X azul despegó con Lynia acomodada en el regazo de Biggs, llevando consigo los valiosos datos obtenidos. El corazón de Lynia dio un vuelco mientras observaba cómo Aach se quedaba atrás, saludándolos en la distancia mientras se alejaban del asteroide que se convertiría en su tumba. Con una mezcla de determinación y pesar, se volvió hacia Biggs, su mirada llena de determinación.

—No podemos permitir que el sacrificio de Aach haya sido en vano, Biggs. Tenemos que cumplir con la misión. Se lo debemos a él y a todos los que han luchado y dado sus vidas por la Rebelión.

Las cañoneras de asalto reaccionaron en ese momento, girando en su dirección cuando aparecieron en los radares. Pero, tal como estaba planeado, antes de que pudieran acercarse lo suficiente, una poderosa explosión sacudió el asteroide. El pulso iónico se propagó en todas direcciones como una ola devastadora, desactivando todas las naves en su camino. Los sistemas del Ala-X se apagaron repentinamente, sumiéndolos en un silencio absoluto.

ESPACIO, CERCA DEL CRON DRIFT

«Ala-X Azul está varado en el espacio. Vigílalo hasta que llegue la ayuda», esas habían sido las palabras con las que el almirante Ackbar resumió la misión.

El resplandor del hiperespacio se desvaneció mientras el Ala-A rojo de Keyan Farlander emergía, seguido de cerca por sus dos compañeros de ala. La nave averiada, el Ala-X, yacía adelante, una silueta solitaria en el vacío.

Sin embargo, no había tiempo para saludos o alivio. Los sensores de las naves escudriñaban el espacio, alertas ante cualquier indicio de actividad enemiga. Apenas pasó un minuto antes de que dos grupos de cañoneras, en formación de ataque, surgieran del hiperespacio a tres clics de distancia.

Keyan apretó los puños, sus ojos llenos de determinación. Sabía lo que estaba en juego y lo que tenía que hacer.

—Atacaremos al grupo de lanzaderas más cercano —ordenó, su voz firme y resuelta—. Tenemos una misión que cumplir y un compañero en apuros para rescatar.

Con letales ráfagas láser y evasivas maniobras, los Alas-A rojos se abrieron paso entre las cañoneras de asalto enemigas. El espacio se llenó de explosiones y estelas de fuego mientras la batalla se intensificaba. No se permitirían descansos ni retrocesos.

Más lanzaderas imperiales salieron del hiperespacio y se unieron al combate, desesperadas por capturar al Ala-X. Pero Keyan no permitiría que eso sucediera.

—Ataquen esa lanzadera. No podemos permitir que capturen al Ala-X —ordenó, su voz resonando con autoridad—. Rojo 3, vigila tu espalda. Una de las cañoneras te tiene en la mira.

Keyan apuntó a la cañonera de asalto y fue al rescate de Rojo 3, mientras Rojo 2 remataba la lanzadera. La coreografía de la batalla se desplegaba en un ballet de maniobras arriesgadas y disparos certeros. Los Alas-A rojos demostraban su habilidad y valentía mientras enfrentaban a las fuerzas enemigas. El espacio temblaba con la furia del combate.

Los misiles de conmoción y los rayos láser destrozaban los escudos de las naves rebeldes, pero no podían ser frenados.

Rojo 3 finalmente sucumbió a otro misil, pero Rojo 2 y Keyan pudieron acabar con esta última lanzadera enemiga. A pesar de las bajas, el objetivo seguía claro: proteger al Ala-X y asegurar su supervivencia.

La lucha parecía interminable, pero finalmente, la lanzadera rebelde de rescate, llamada Rescate 1, irrumpió en el campo de batalla. Tres corbetas escoltaban la nave, su presencia inspiradora.

—¡Mantén la presión, Rojo 2! ¡No podemos permitir que se acerquen al Ala-X ni a la Rescate 1! —gritó Keyan, su voz resonando con ferocidad.

Con renovada determinación, Keyan y su compañero de ala centraron su atención en las cañoneras restantes. Los enemigos parecían inagotables, pero los rebeldes no se rendirían. Su deber era claro, su compromiso inquebrantable.

Finalmente, el Ala-X Azul fue reparado y saltó al hiperespacio, liberándose del abrazo mortal de la batalla. La Rescate 1 y los Ala-A del grupo rojo los siguieron a casa, hacia la seguridad de la flota rebelde.

Mientras el eco de la batalla resonaba en sus oídos, Keyan se enteró de que Lynia Delline, había estado a bordo del Ala-X. Quizás fue mejor que Ackbar no le revelara ese detalle, ya que la incertidumbre no habría hecho más que debilitarlo.

Aunque el peligro aún acechaba en el horizonte, la valentía y el sacrificio de todos los que habían luchado les otorgaban fuerzas renovadas y una esperanza inquebrantable. La Rebelión había prevalecido una vez más, y Lynia, junto con los datos vitales, estaba a salvo gracias a la determinación y el coraje de Keyan y sus compañeros. Unidos, continuarían la lucha por la libertad, honrando el sacrificio de Aach y de todos aquellos que habían entregado sus vidas en aras de la causa.


Nota del autor

Este capítulo se basa en las referencias en las descripciones de misiones del juego Ala-X (1993). El juego es muy vago en los detalles, y la guía novelizada se centra en la mecánica de las misiones y el día a día de los pilotos (de ahí sale Lynia Delline, y su relación con Keyan Farlander), sin ni siquiera mencionar el contexto de la historia, así que tuve que inventarme una gran parte.

Winter es un personaje a la que me hubiera gustado dar un papel más importante, pero las referencias en Scoundrels indicaban que estuvo lejos en un trabajo para la división de Adquisiciones y Suministros, y no se va a enterar de la supervivencia de Leia y el resultado de la batalla de Yavin hasta que se lo cuente Han Solo en esa novela. Por lo tanto no podrá participar más cerca del final, y esta será su única aparición.

Star Wars: Rogue One: The Ultimate Visual Guide hace una referencia al personaje de Aach, mencionando que fue un alias usado por Cassian Andor en una misión senatorial en Darkknell. No voy a suponer que Cassian era el verdadero nombre de Aach en la continuidad de Leyendas, pero me inspiró a hacer que Aach se sacrificara al final igual que él.