Capítulo 10: Una cena en Alderaan

PALACIO REAL DE ALDERA, ALDERAAN

—Padre —susurró Leia con voz entrecortada, su rostro reflejaba preocupación, pero también determinación—. La gente de Ralltiir ha sido echada de sus hogares. Acorralados como animales. Ejecutados sin juicio. Se han erigido cámaras de tortura por todos lados, las llaman centros de interrogatorios. Lo peor es que no sé si esta brutal respuesta del Imperio fue provocada solamente por la resistencia ralltiiriana a que el Imperio use su sistema financiero como arma, o eso fue una excusa, y estaban intentando frustrar nuestra investigación sobre la Estrella de la Muerte.

—Es el procedimiento imperial habitual, Leia. Has tenido suerte de salir con vida —le aseguró Bail—. Si realmente quisieran entorpecer nuestra investigación, entrar y salir no te hubiera sido tan fácil.

Leia apretó los puños, sintiendo la impotencia de no poder hacer más por los habitantes de Ralltiir.

—Pero debemos ayudar. ¿De qué sirve que Alderaan no tenga ningún arma cuando el Emperador sigue construyendo sus ejércitos y sus flotas estelares? —dijo la princesa con determinación—. ¡Ya destruyeron Despayre! Debemos encontrar una forma de detener esta atrocidad antes de que la Estrella de la Muerte cause más destrucción.

—Ya has hecho un gran trabajo por nuestra causa, Leia. ¿Qué más te falta hacer? ¿Vas a tomar las armas tú misma? ¿Estás preparada para matar? —inquirió Bail, con tono grave.

—Yo no empecé esto —respondió Leia con convicción—. Lo hizo el Imperio. Yo solo quiero detenerlo.

Bail la miró con comprensión y ternura, sabiendo que la joven princesa estaba lidiando con decisiones difíciles y desgarradoras. Admiraba su valentía y dedicación, pero también quería protegerla de las realidades más crueles del conflicto. Sonrió con orgullo a su hija, sabiendo que la Rebelión estaba en buenas manos con Leia a su lado.

—De todos modos, los dos ya estamos demasiado involucrados en esto para echarnos atrás —dijo Bail con otro suspiro—. El rebelde herido que trajiste a casa nos trajo información valiosa sobre la Estrella de la Muerte.

—¿Qué información? —preguntó Leia, interesada.

—El mismo Emperador había ordenado que los planos de la Estrella de la Muerte se mantuvieran fragmentados, para que nadie conociera las especificaciones técnicas completas de la estación —explicó Bail.

—Eso explica por qué nos ha resultado tan difícil conseguirlas, sin importar dónde buscáramos —dijo Leia—. Todos eran fragmentos deliberadamente parciales.

—Pero ahora, el Emperador quiere guardar una copia completa en las bóvedas imperiales. Lord Tion es uno de los subordinados del temible Gran Moff Tarkin en este proyecto. Creemos que él posee el conocimiento sobre cómo se reunirán y enviarán esos datos —agregó Bail.

—¿Tion…? —preguntó Leia confundida.

—Necesitamos más información, Leia —dijo Bail mirándola fijamente—. Tendrás que ayudarme a conseguirla de Lord Tion.

—¿Cómo?

—Lord Tion viene en camino hacia aquí —dijo Bail, empezando a revelar su plan—. Ha aceptado una oferta de hospitalidad que yo le había hecho hace tiempo, y se ha invitado solo a Alderaan. Parece estar convencido de que tú estás enamorada de él.

—¡Eso fue un engaño! —aclaró Leia, riendo ante la idea absurda.

—No ignoro tus verdaderos sentimientos hacia él, Leia. Sé que lo encuentras repugnante… He organizado una cena privada, sólo nosotros tres… —Leia parecía sorprendida, pero Bail continuó—… y tú y yo veremos lo que podemos averiguar.

—Bueno… supongo que es sólo por una noche —dijo Leia resignada—. Espero que pase rápido… Y podamos encontrar las respuestas que necesitamos.

La mesa elegante en uno de los comedores del palacio era imponente, pero solo tres platos estaban dispuestos cerca de una de las puntas. Aunque varias fuentes de alimentos decorados con delicadeza adornaban la mesa, la mayoría del espacio y el salón permanecían vacíos, creando una sensación de soledad y anticipación.

—Ahora les diré algo de estos traidores y terroristas que se llaman a sí mismos rebeldes y luchadores de la libertad —dijo Tion, su risa llena de burla resonando en el aire—. Realmente no entienden la guerra. Los necios de ese planeta en particular en verdad pensaban que el Imperio negociaría con una banda de fanáticos…

—Oh, no —dijo Bail, forzándose a unirse a la risa de Tion, aunque su corazón se hundía en su pecho.

La risa de Tion continuó, deleitándose con su propio relato.

—Así que cuando aparecieron estos presuntos líderes de la resistencia para parlamentar, cerramos las puertas desde afuera y quemamos el edificio —rió de nuevo, satisfecho con su anécdota.

Bail siguió riendo, tratando de ocultar su incomodidad ante la crueldad de Tion. Mientras tanto, Leia golpeaba los cubiertos con fuerza, mostrando su creciente irritación.

—¿Hay algún problema, princesa Leia? ¿No la estoy divirtiendo? —Tion dirigió una sonrisa hacia Leia.

Bail intervino rápidamente para proteger a su hija y suavizar la tensión.

—Lord Tion, mi hija está disgustada de que haya escogido portar un arma. Alderaan es un mundo de paz… No tenemos armas.

—Por eso es que vine sin guardias… —respondió Tion, con cierto aire de superioridad—, para una pequeña cena íntima y pacífica entre gente pacífica. Pero soy un soldado del Emperador, y un soldado siempre debe estar listo para el servicio.

—Estoy segura de que debe sentirse muy a salvo siendo el único armado aquí… —replicó Leia, mostrando su descontento.

—Ah… lord Tion, ¿puedo ofrecerle un poco de l'lahsh? —intervino Bail, tratando de desviar la atención.

—No gracias, no —declinó cortésmente Tion—. ¡Qué maravillosa idea es prescindir de sirvientes en la mesa, y de una larga lista de invitados!

Bail asintió, intentando mantener el ambiente cordial.

—Nadie valora más la tranquilidad y la informalidad que nosotros, Lord Tion. Se lo aseguro.

Ambos hombres soltaron risas cordiales.

—¿Cuáles son sus planes en Alderaan? —preguntó Leia, intentando encaminar la conversación.

—Bueno, quiero ir a su continente de Thon y tomar parte en la cacería —respondió Tion, con una sonrisa.

—¿Cacería? No hay cacerías en Alderaan —interrumpió Bail.

—Vamos, vamos, sé de buenas fuentes que su servicio de vida silvestre quiere reducir el tamaño de los rebaños —continuó Tion.

—Sólo se van a sacrificar animales demasiado enfermos o viejos para pasar el invierno. El forraje será escaso esta temporada —explicó Bail.

—Pero, alguien tiene que ir a hacer esos «sacrificios», como usted los llama —respondió Tion sin remordimientos.

Leia, indignada, no pudo contenerse y respondió.

—¿Y así es como pasa sus vacaciones, ejecutando animales débiles?

—¡Leia…! —Bail trató de advertir a su hija que eso no era lo que necesitaban en ese momento.

—Le ruego me disculpe, lord Tion… —intentó disculparse Leia.

—No hay problema, usted ha sido criada entre algodones —rió Tion, restándole importancia al comentario—. No se puede esperar que aprecie cómo piensa un soldado y un amante de las actividades al aire libre.

—¿De verdad? —esta vez Leia logró disimular mejor su repugnancia.

—Pero en verdad debería mirar más allá de sus filosofías alderaanianas y considerar el valor de otras cosas… —insinuó Tion.

—¿Como cuáles? —preguntó Bail, fingiendo interés y esperando obtener información valiosa.

—La tecnología —dijo Tion con una sonrisa, convencido de su propia genialidad—. Aunque debo admitir que aquí en Alderaan viven con comodidad, podrían expandir su economía tres veces si adoptaran métodos más eficientes.

—Si nos interesara hacerlo —dijo Leia, sospechando lo que implicarían los métodos que Tion llamaba «más eficientes».

—Considere nuestras dos actitudes, su majestad —empezó Tion condescendiente—. Su pueblo le da la mayor importancia a ser uno consigo mismos…

—¿Y usted no lo aprueba? —inquirió Bail, instándolo a continuar.

—Bueno… considere el otro lado de la moneda. Una tecnología y métodos para reorganizar a la gente que puede cambiar la forma de planetas enteros. Y poner la galaxia bajo un único régimen —Tion seguía entusiasmado por su propio relato.

—Sin importar si la galaxia lo desea o no —declaró Leia con escepticismo y desafío.

—Alderaan podría obtener grandes ganancias con un vínculo más estrecho con el Imperio —continuó Tion, confiado en su argumento—. Y yo podría proveer ese vínculo.

—¿Quizás pueda explicarlo con más claridad, milord? —solicitó Bail, esperando hacerlo hablar más.

—Un matrimonio entre su hija y yo sería beneficioso para todos nosotros —respondió Tion, lleno de seguridad.

—¿Y qué es lo que ofrece? —preguntó Leia, apenas logrando ocultar el desprecio en su voz.

—¡Bien dicho! —exclamó Tion, tomando la pregunta de Leia como una respuesta afirmativa—. En este momento solo soy un noble menor de una casa pequeña, pero pronto estaré en una de las posiciones de más autoridad en el Imperio.

—Hasta donde puedo ver, usted no es más que el muchacho de los recados del Gran Moff Tarkin —comentó Leia.

—El proyecto que estamos completando cambiará todo eso —contrapuso Tion con determinación—. Al servir a Tarkin, ganaré una posición de importancia para mí mismo.

—¿Y cuál es este «proyecto» que debería persuadirme a casarme con usted? —inquirió Leia fingiendo ignorancia.

—Bueno, aún está clasificado… —comenzó a decir Tion, pero Leia no estaba dispuesta a dejarlo escapar tan fácilmente.
—Entonces regrese cuando sea desclasificado —lo desafió Leia con una sonrisa.

Tion rió, desafiante y un tanto arrogante.

—Oh, ¿cree que tengo miedo de romper una regla de vez en cuando? El proyecto, como he dicho, casi está completo, y el próximo convoy del cuartel del gobernador Tarkin transferirá los planos a las bóvedas imperiales.

Leia mantuvo su sonrisa en su lugar, ocultando su triunfo interno. Tion acababa de mencionar al pasar algo de lo que querían averiguar.

—¿Ese convoy suena como un crucero que recorre la galaxia? —dijo Leia con fingida coquetería, insinuando su interés en la conversación—. Imagina, un viaje romántico siguiendo la misma ruta. Partiendo de Eriadu y pasando por mundos exóticos y paradisíacos, para terminar en Coruscant… quiero decir Centro Imperial. Sería una luna de miel inolvidable después de nuestra boda, ¿no crees?

Tion se dejó llevar por la ilusión del momento, cautivado por la idea de una luna de miel extravagante.

—Sí, sería un comienzo magnífico para nuestra vida juntos —respondió Tion, sonriendo. Pero no pudo resistir la tentación de corregir a Leia acerca de la elección de la ruta—. Aunque debo decir que la ruta del convoy no parece ser la mejor opción. Los mundos donde se han diseñado los planos del proyecto del Emperador no son precisamente destinos turísticos.

—¿Por qué lo dices? —Leia se esforzó por sonar tan ingenua como le fue posible.

—Son planetas remotos, carentes de grandes instalaciones, excepto por las bases de investigación del Imperio, por supuesto. Tomemos por ejemplo Toprawa, la última parada, no cuenta con hoteles de lujo ni nada similar. Es solo un mundo industrial en decadencia. Y aunque tiene extensos bosques, ni siquiera albergan grandes animales para cazar.

Toprawa, eso era. Ese planeta le resultaba familiar. Había una célula rebelde allí y uno de los agentes de la Operación Gancho Celestial ya se había infiltrado en la base imperial. Debían ponerse en contacto con ellos lo antes posible para planear una emboscada contra el convoy que Tion mencionaba.

—Supongo que tienes razón —concedió Leia—. Pero creo que estabas a punto de sorprendernos revelando qué es este proyecto secreto —dijo Leia. Cuando la pausa se alargó demasiado, lo instigó a continuar—. Estamos esperando.

—El Imperio ha construido una estación de combate —dijo Tion, con una sonrisa maliciosa, como si estuviera revelando algo grandioso.

—Claro que no hay nada nuevo en una fortaleza espacial —dijo Bail fingiendo no entender a qué se refería.

—No me refiero a una mera plataforma cañonera orbital, su majestad —se jactó Tion—. Ésta es una máquina de guerra como nunca se ha visto en el universo. Es colosal, del tamaño de una luna clase cuatro, y posee un poder de fuego sin igual en la historia de la guerra.

—¿Y este fortín volador va a convertirlo en un miembro de la élite imperial? —lo incitó Leia.

—Es mucho más que un fortín, princesa. Esgrime un arma principal capaz de destruir planetas enteros —alardeó Tion.

Aunque Leia ya conocía las capacidades de la Estrella de la Muerte, encontraba irritante que Tion lo dijera de forma tan alegre e insensible.

—¡Planetas enteros! —exclamó, incapaz de disimular su indignación.

—A partir de ahora, el Emperador señalará una fuente de problemas —prosiguió Tion, sin percatarse de la expresión de horror en el rostro de Leia—. Y lord Tarkin y aquellos de nosotros que le servimos simplemente haremos que ese problema deje de existir.

—¡Pero… eso es impensable! —exclamó Bail, fingiendo incredulidad.

Tion continuó con su monólogo, sin captar el descontento creciente en la habitación.

—¡Es el progreso! Un nuevo orden está emergiendo, ¡y yo tengo la intención de estar entre sus líderes! —continuó Tion, rebosante de ambición y arrogancia—. ¡Su hija puede compartirlo conmigo y Alderaan puede prosperar gracias a…!

Leia ya no pudo contenerse ante el torrente de palabras que glorificaban la opresión y el derramamiento de sangre.

—¿Un Imperio revolcándose en sangre y muerte? —masculló Leia, incapaz de ocultar su furia y desprecio.

Bail intentó calmar a su hija, consciente de la delicada situación.

—Leia, creo que… —intentó interceder, pero sus palabras se perdieron en el calor del momento.

—¡…a un Imperio que regirá sin ningún desafío gracias a esa estación espacial! —continuó Tion entusiasmado, sin percatarse de la situación a su alrededor.

—Una galaxia de esclavos. ¿Es eso lo que cree que quiero? —no pudo evitar gritar Leia.

—Leia, cálmate. Lord Tion es nuestro invitado —intentó mediar Bail.

—¡Le ofrezco un lugar en el Imperio, Leia! ¡Y sí, una galaxia a sus pies! —concluyó Tion, calmándose.
Leia no estaba dispuesta a ceder ni un ápice en sus principios.

—¿Un Imperio de opresión? Bajo una Estrella de la Muerte que destruirá… —continuó Leia, incapaz de tranquilizarse.

—¡Estrella de la Muerte! ¿Cómo conoce ese nombre? —preguntó Tion con calma helada, sospechando.
Al darse cuenta de su error, Leia intentó devolver la conversación al tema anterior.

—El tema era el matrimonio, lord Tion. Me parece que su propuesta… —dijo casi gritando.

Pero Tion no iba a dejarlo pasar.

—¿Cómo conoce ese nombre clave? ¡Yo no lo mencioné! —la interrumpió.

—Yo no usé ningún nombre clave, estaba…

—¡Sí lo hizo! Yo la oí: ¡«Estrella de la Muerte»! —la interrumpió con enojo Tion—. Sólo alguien con contactos rebeldes podría haberlo averiguado.

—Es sólo una mera metáfora, lord Tion —intentó justificar Bail—. Mi… mi hija…

—Esa elección de palabras no fue accidental —acusó Tion.

Bail luchaba por controlar la situación, pero Tion estaba decidido a seguir adelante.

—Lord Tion…

Ignorando las palabras de Bail, Tion se levantó de su silla, desafiante.

—¡Su majestad! Voy a llamar a las autoridades imperiales y asegurarme de que usted y su hija sean interrogados —anunció, sacando un comunicador.

Bail, desesperado por calmar la situación, intentó razonar con él.

—Debo recordarle que usted es un invitado bajo este techo.

—¡Quédense donde están! Pronto veremos cuánto saben los Organa acerca de la Alianza Rebelde —advirtió Tion, su voz llena de malicia.

Leia, sin embargo, no iba a permitir que se saliera con la suya. Se puso de pie de un salto, decidida a arrebatarle el comunicador antes de que llamara a sus hombres. Una mirada de determinación ardía en sus ojos mientras se abalanzaba sobre él, lanzando un ataque sorpresivo.

—Apártese, princesa —exclamó Tion, intentando detenerla—. Solo está empeorando las cosas para su padre y usted.

Bail se encontraba atrapado en la indecisión, sin saber cómo intervenir en la pelea que se desencadenaba frente a él. La preocupación y el temor se reflejaban en su rostro mientras buscaba desesperadamente una manera de poner fin al conflicto.

—¡No podemos permitirle hacer esto, padre! —insistió Leia, determinada a impedir que Tion cumpliera sus amenazas.

Leia parecía ser más fuerte de lo que Tion esperaba, por que no podía deshacerse de ella.

—Sólo se lo volveré a pedir una vez… déjeme ir …¡traidora!

—¡Basta, Leia! —gritó Bail, acercándose rápidamente para separarlos.

En medio del forcejeo, Tion empujó con fuerza a Bail, lanzándolo contra la mesa. El estallido de platos rotos llenó el aire, añadiendo aún más caos al ambiente tenso de la habitación.

—¡Te lo advertí! —rugió Tion, desenvainando el bláster con su mano libre.

Leia, desafiante, logró hacer tropezar a Tion, pero su victoria fue efímera. El cuerpo del tirano cayó sobre ella con un impacto brutal, aplastándola contra el suelo. Sin embargo, la princesa se negó a rendirse y continuó luchando desesperadamente, su vida pendiendo de un hilo mientras intentaba arrebatarle el arma.

En medio de aquel frenesí de combate, un disparo resonó en la habitación. Un instante de desconcierto invadió a Bail, mientras los dos cuerpos yacían en un desordenado amasijo de carne y hueso, envueltos en un silencio y una inmovilidad repentina. Fue entonces cuando el cuerpo de Tion rodó por el suelo, revelando una horrible herida en su pecho.

Leia se incorporó con lentitud, su rostro reflejando estremecimiento ante las horribles consecuencias de la feroz pelea. Bail la rodeó con un abrazo, sabiendo que necesitaba un momento para desahogarse, aunque ella se recompuso rápidamente. Juntos se dirigieron a la consola holográfica, donde establecieron una conexión segura con la base Grenna.

—Tenemos información crucial. Hay un convoy que pronto partirá del palacio gubernamental de Tarkin en Eriadu para transportar fragmentos de los planos a las bóvedas imperiales. Su última parada será en Toprawa —explicó Bail, sintetizando los datos—. Debemos reunirnos con el alto mando, y con el líder de la resistencia local de Toprawa. El tiempo apremia. Debemos idear un plan de acción de manera urgente.


Nota del autor

Originalmente el Radio Drama indicaba que el soldado de Ralltiir fue el primer contacto de Leia con la Alianza Rebelde, y que allí recibieron las primeras noticias sobre la Estrella de la Muerte. Con todas las referencias que la ubican en acciones anteriores, y otras referencias a la estación, todo eso suena bastante ridículo.

Aquí estoy intentando rescatar partes del diálogo y la escena original, mientras intento actualizarla para que encaje mejor en las circunstancias.