Esto empezó como un one-shot en wattpad y ganó más capítulos, así que lo subiré como una historia aquí. Ambientado en la última temporada después de Un Nuevo Héroe.
Here We Go...
A pesar de la victoria contra Rick Twitler y que se había comportado como todo un héroe, Henry no podía evitar sentirse desalentado por haber perdido sus poderes incluso días después de haberlo aceptado. Llevaba tantos años con ellos que sentía el vacío dentro de él, aunque no pudiera explicar la sensación en palabras. Claro, frente a sus amigos, aunque había demostrado tristeza al recibir las noticias, trató de tranquilizarlos y asegurarles que todo seguiría bien. Se había mostrado despreocupado para no preocupar a nadie, actuando como si en realidad no le afectará tanto. Pero estaba mintiendo, la angustia de haberlos perdido todavía lo molestaba, era como... como un aguijón en su pecho, que pinchaba su corazón cada vez que trataba de usarlos por puro instinto y no le respondían, un doloroso recuerdo de que ya no tenía eso que lo había hecho especial.
Frente a todos seguía tratando de mostrarse seguro y hacer como que todo estaba bien y que ya lo había superado. Pero su amiga Charlotte, quien siempre había estado a su lado y lo conocía muy bien, era consciente de lo profunda que era su angustia. Podía percibir en su mirada y en los pequeños gestos de su rostro que Henry aún no lo había superado a pesar del paso de los días, así que una noche después de que él y Ray regresaron de una misión, ella decidió ir a su casa y quedarse con él para hablar y aclarar el asunto.
La habitación de Henry estaba apenas iluminada por su lámpara de noche. El chico estaba en su cama, en camiseta y pantalones de jogging, sentado al borde de esta mirando videos en su celular porque no podía dormir. Charlotte lo vio desde la ventana de su cuarto y suavemente toco al vidrio. El chico alzó la mirada, y sonrió débilmente al ver la silueta de su amiga. Dejó su dispositivo a un lado y se levantó para abrirle y ayudarle a entrar a su cuarto.
—Buenas noches, Char ¿Qué haces aquí, pasó algo?
—No te preocupes, Henry, no es nada malo —respondió Charlotte en tono suave—. Solo vine aquí porque... quería hablar contigo.
El chico se la quedó mirando, tratando de descubrir sobre que podría querer hablar su amiga a esas horas de la madrugada.
—Bueno... ¿De qué?
Henry fue a tomar asiento en su cama de nuevo, acción que la chica imitó, sentándose a su lado. Desde ahí tuvo una vista de lo que había en su celular, y suspiró cuando vio que era una recopilación que alguien había hecho de sus peleas captadas por cámaras de seguridad, cuando aún tenía su poder. Él notó que sus ojos se detuvieron en su celular y lo tomó, apagando la pantalla y arrojándolo más lejos. Ella se humedeció los labios antes de empezar.
—Hen... Se que desde lo de Twitler, has tratado de mantener una actitud fuerte para no preocuparnos, pero me doy cuenta de lo mucho que eso te afecta todavía —señaló la chica.
Henry desvió la mirada hacia la oscuridad de su cuarto por un momento, luchando contra sus emociones. Estaba avergonzado, decaído, frustrado, decepcionado. Su amiga estaba en lo cierto, cómo siempre. Había esperado que dejándolo pasar, enterrando lo que sentía, con el tiempo se sentiría mejor, pero evidentemente no estaba funcionando. Añoraba sus poderes, lo importante e imparable que lo habian hecho sentir. Y ahora se sentía completamente inútil. Entonces regresó la mirada a su amiga, y la calidez y la preocupación en sus ojos lo animaron a abrirse con la verdad. Sabía que si había alguien en quien confiar, era ella.
—La verdad... es duro aceptar que ya no tengo mis poderes, me avergüenza y me preocupa no ser lo suficientemente útil ahora, no poder proteger a las personas de la misma manera, me siento impotente —admitió con tono frustrado, hundiendo sus hombros y sus manos en su cabello, desordenándolo.
Ella asintió en comprensión, y entonces envolvió sus brazos alrededor de Henry, brindándole consuelo. No eran ajenos a compartir tal cercanía, era común que cuando uno estaba decaído, el otro recurriera a muestras de afecto físicas como abrazos.
—Este trabajo es en lo único que soy bueno, y mis poderes eran lo que me hacía un superhéroe, sin eso no soy más que un ayudante... —se lamentó con amargura, bajando la mirada al piso.
Charlotte apoyó su cabeza en el hombro de Henry y acarició suavemente su brazo.
—Henry, no digas eso, eres más que tus poderes —aseguró su amiga de forma reconfortante—. Eres valiente y fuerte, lo eras antes de tenerlos y lo seguirás siendo sin ellos, podrás seguir protegiendonos a todos, recuerda todas las veces en las que has salvado el día sin necesidad de habilidades sobrenaturales.
Henry se quitó las manos del cabello, dejándolas sobre su regazo, levantando la mirada y encontrando los cálidos ojos de Charlotte mirándolo con ternura.
—¿Lo dices en serio o solo son palabras bonitas para animarme? —preguntó en un susurro, dudando.
Ella no borró su sonrisa suave mientras alzaba la mano para apartar unos mechones de cabello que habían caído sobre su frente y poder mirarlo mejor a los ojos, posando luego esa mano en la mejilla de su amigo.
—Estoy siendo sincera, Hen, recuerda cuando Ray te eligió para que lo ayudaras, en ese entonces no tenías poderes ¿O si? —él negó con la cabeza—, te eligió porque demostraste que eras capaz de arriesgarte por otros, porque eres valiente, y peleaste contra muchos villanos antes de obtener tus super reflejos —ella se reacomodó para poder verlo de frente—. Lo que esos poderes hicieron no fue convertirte en un héroe, o hacerte especial, fue resaltar cualidades de héroe que tú ya poseías, que todavía conservas a pesar de ya no tenerlos —le recordó su amiga.
Henry miró a Charlotte sintiéndose reconfortado, sus palabras resonaron en su corazón, lo hicieron reflexionar un momento en su pasado, y lo cierta que eran esas palabras. Recordó su primer enfrentamiento con el Niñote, su encuentro con el Cambiatiempos, aquella batalla sobre el tren contra todos esos villanos... Entonces sonrió débil pero sinceramente, e inclinó un poco la cabeza para apoyar la mejilla en su cálida y reconfortante mano.
—Sabes, Charlotte, siempre has creído en mí incluso en los momentos más difíciles, incluso cuando yo mismo no lo hago... creo que nunca te he dicho lo importante que eres, lo importante que es para mi el que siempre hayas estado aquí para apoyarme... —declaró Henry, su voz llena de gratitud y admiración.
Charlotte sonrió dulcemente y acercó su rostro al de Henry, pegando sus frentes.
—Y siempre estaré aquí para ti, Henry, pase lo que pase, tengas o no tengas poderes, no importa lo riesgosa que sea la situación, te ayudaré a superar cualquier desafío que se te presente, tal como sé que harías tu conmigo, te lo prometo.
Henry sintió una oleada de alivio y gratitud. Saber que tenía a Charlotte a su lado, confiando en él y recordándole su verdadero valor, lo llenó de ánimo. Ahora, con la seguridad de siempre contar con su apoyo incondicional y su amistad, Henry se sentía listo para enfrentar cualquier obstáculo y demostrar que en él residían el coraje y la determinación de un verdadero héroe, independientemente de tener poderes o no.
Con una sonrisa suave, Henry tomó la mano de Charlotte y la apretó suavemente.
—Gracias, Char, gracias por estar siempre aquí para mi y saber que decir para hacerme sentir mejor.
—De nada, Hen.
Ella se inclinó un poco hacia él para depositar un pequeño beso en su mejilla, uno que envió escalofríos por su cuerpo. Y el chico en ese momento, a pesar de su ánimo, todavía se sentía vulnerable, necesitaba consuelo de manera física. El abrazo habría sido suficiente, pero la cercanía de la chica, el roce de su piel, su aliento cálido, su dulce perfume, la sensación de sus labios rozando su mejilla, tan tiernos y suaves... Henry supiró suavemente, cerrando los ojos y deleitándose en esa pequeña muestra de afecto, pero antes de que ella pudiera alejarse una distancia prudencial, él abrió los ojos y capturó su boca en un beso lento y suave.
Ella se sorprendió de su avance, pero la forma desesperada en que sus brazos rodearon su cintura y la atrajeron hacia él le indicó que él lo necesitaba en ese momento, necesitaba su contacto, y él ya había perdido algo valioso, ella no quería lastimarlo más, rechazar su toque podría llevarlo a sentirse peor de lo que ya se sentía. Así que simplemente lo dejó seguir.
Además, era una sensación increíble ser besada y tocada de esa manera tan intensa. Ningún chico la había tocado así nunca, nunca se había sentido tan necesitada a ese nivel.
Henry no se detuvo luego de unos segundos, no se contentó con un poco de afecto, continuó explorando su boca y palpando su cuerpo, encontrando consuelo en su cálida y tersa piel cuando sus manos se colaron bajo la tela de su blusa, haciéndola estremecer de una forma que lo impulsó a acelerar el ritmo de forma paulatina. Ella dirigió sus manos a su cabello entonces, enredando sus dedos en sus mechones aún húmedos por la ducha que había tomado, masajeando su cuero cabelludo de forma casi relajante. Tampoco protestó cuando él dejó su boca para bajar por su mentón y cuello probando su piel, solo echó la cabeza hacia atrás, suspirando y ronroneando de placer.
Esos sonidos, su disposición y su afecto demostrado en suaves caricias nubló la mente de su amigo, Henry solo podía concentrarse en las sensaciones evocadas por esos gestos. Después de tantos días sintiéndose vacío y amargado, sentir aunque fuera euforia y éxtasis momentáneamente bastó para que no se detuviera a pensar lo que estaba haciendo, solo limitándose a sentir algo más que dolor, tristeza y amargura.
Esa noche, la complicidad y la conexión entre ellos los llevaron a un lugar inesperado. En un instante, el abrazo reconfortante, el tierno beso amistoso se convirtió en algo más, en un momento de pasión compartida que fue imposible de detener y que los llevó a estrechar aun más el lazo que compartían, de una manera que nunca esperaron.
/
Fue una experiencia nueva y única para la chica, y aunque Henry se sintió culpable cuando terminaron y se dio cuenta de lo que habían hecho, ella lo tranquilizó y consoló, asegurándole a su amigo que no había motivos para sentirse culpable o avergonzado. Se rió suavemente, diciéndole a Henry que estaba tranquila porque su primera vez había sido con él, con alguien en quien confiaba y por quien sentía afecto. Aunque decidieron dejarlo así y evitar el asunto después de aquella noche, prefiriendo mantenerlo en secreto entre ellos, una anécdota divertida que guardar en sus mentes.
Sus vidas continuaron como siempre después de esa noche. Henry comenzó a sentirse mejor, recuperó su confianza poco a poco, con cada cosa que hacía como un héroe, teniendo siempre las palabras alentadoras de Charlotte en el fondo de su mente como motivación. Su amistad no flaqueó a pesar de su desliz, se mantuvo tan fuerte como siempre, y pensaron que no necesitarían tratar el tema nunca más, sin imaginarse que sus vidas iban a cambiar por eso.
Al cabo de unas semanas, Charlotte se dio cuenta de que algo había cambiado en su interior. Se le atrasó la regla y ella, como chica lista que era, hizo cuentas y fue a la farmacia a conseguirse una prueba de embarazo para confirmar sus sospechas. El resultado le dijo que su encuentro con Henry había dejado más secuelas que un momento íntimo entre mejores amigos. Las dos líneas verdes le indicaron sin error que tenía el bebé de Henry creciendo en su vientre.
Estaba sola en su casa en ese momento porque su madre estaba en el trabajo. Cuando confirmó sus sospechas, sintió que un torrente de emociones la asaltaba. Pero las más fuertes eran la incertidumbre y la confusión. No sabía cómo reaccionar, qué hacer. Sintió que se le acababa el aire y que se le llenaban los ojos de lágrimas y solo atinó a tumbarse en la cama en posición fetal, llorando desesperada y temblando.
Tras dos horas en las que se le secaron las lágrimas, se incorporó y miró alrededor de su habitación, encontrando su teléfono en la mesilla de noche. Lo tomó para comprobar la hora, encontrando varios mensajes de Henry preguntándole si iba a trabajar y si se sentía bien porque no contestaba a sus whatsapps y llamadas. Tenía llamadas perdidas de Henry, pero había dejado el teléfono en modo silencio y no las había oído.
Miró el rostro de Henry en la imagen de contacto y se sintió desgarrada. Por un lado, necesitaba decírselo, pero por otro, no sabía cómo, y temía su reacción. ¿Qué pensaría él?
Le temblaba la mano, se mordió el labio y se llevó una mano al vientre. Dedujo que estaba de dos meses. Con lo agitadas que eran sus vidas, se había olvidado de controlar su periodo hasta que se dio cuenta del atraso.
No podía ocultarlo para siempre, pronto su vientre se abultaría y tenía que explicarse antes. Pero el primero en saberlo debía ser el padre.
La pantalla de su teléfono parpadeó con otra llamada de Henry.
Dudó antes de decidirse a contestar, deslizando el dedo sobre el icono verde y acercándose el teléfono a la oreja.
—Hola —dijo con un hilo de voz.
"¡Char!" Dijo Henry al otro lado, con un tono de alivio. "Estamos preocupados por ti... ¿Por qué no viniste a trabajar? ¿Por qué no contestabas a mis llamadas? ¿Estás bien?"
Ella sonrió reconfortada ante su clara preocupación por ella. Pero entonces su sonrisa vaciló y se esforzó por hablar.
"¿Char?" Preguntó Henry, preocupado al oírla trastabillar.
Ella suspiró profundamente y optó por ser honesta con él. Él necesitaba saber la verdad.
—Henry, hay algo importante que tengo que decirte —empezó Charlotte, con la voz llena de emoción contenida.
"Por supuesto, puedes contarme lo que quieras." Le aseguró él. "¿De qué se trata?"
—Será mejor que vengas a mi casa, es... algo serio —le explicó ella.
"Claro... Iré lo más rápido que pueda." Prometió.
—Bien, y por favor... Ven solo, ¿quieres?
"Lo haré."
Colgó y exhaló temblorosa, levantándose de la cama para bajar a esperar a su amigo.
/
Henry llegó cuarenta minutos más tarde, dándole tiempo suficiente para pensar sus palabras cuidadosamente. No era algo que pudiera soltar alegremente.
Abrió la puerta a su amigo y éste entró, con una sonrisa que se le borró al ver su aspecto cansado y nervioso.
—Char, ¿qué pasa? —preguntó, poniendo sus manos sobre sus brazos y mirándola con preocupación.
Ella intentó sonreír, pero solo consiguió una mueca torcida.
—De eso tengo que hablar contigo... Sígueme.
Se dio la vuelta y se dirigió hacia la cocina, con Henry detrás de ella, con su intriga creciendo a cada segundo.
Le hizo tomar asiento en la mesa y le ofreció una taza de chocolate caliente que había preparado para calmar los nervios de ambos.
Después de servirse, tomó asiento junto a él, con su propia taza y dio un sorbo, sin atreverse a mirarlo a la cara todavía. Henry no sabía que pensar, que podía estar pasando que su amiga estaba actuando tan extraña y misteriosa.
—Char —ignoró su taza y tomó sus manos, haciendo que ella lo mirara, notando sus ojos acuosos e inseguros—. ¿Qué tienes? ¿Qué te pasó? ¿Alguien te hizo algo?
Ella sollozó, alzando la mirada despacio y posandola en los ojos de su amigo, que lucian suaves y cálidos.
—Henry —empezó en un susurro, su voz quebrándose—. Tengo que confesarte algo...
—Si, lo que sea, te escucho —su amigo le apretó las manos en un gesto de cariño—. Dime.
Ella tomó aire, y la sintió empezar a temblar mientras se preparaba para hablar.
—¿Recuerdas esa noche... Hace unos meses?
Henry se sonrojó y no necesitó que le aclarara a cual se refería. La recordaba perfectamente, aunque no había planeado que eso pasara, había sido maravillosa, y era un momento que atesoraria en su corazón por siempre.
—Sí, la recuerdo... ¿Por qué?
Ella suspiró y fue su turno de apretar sus manos.
—Bueno... Hace unos días noté que... Mi periodo se había atrasado, así que fui a la farmacia por una... Prueba de embarazo...
Henry la miró con los ojos agrandándose a cada segundo y su rostro empalideciendo. Él también había empezado a temblar y sudar, pero no mencionó nada, ella todavía no había terminado de explicarse.
—Henry... La prueba que me hice salió positiva, estoy embarazada —declaró.
Henry quedó atónito por las palabras de Charlotte, sintiendo cómo su mundo se detenía por un momento. Los latidos de su corazón se aceleraron y resonaron en su cabeza, mientras procesaba la noticia que acababa de recibir. Entonces parpadeó y su visión se aclaró.
—Charlotte... ¿estás diciendo que... que voy a ser padre? —balbuceó Henry, su voz ahogada por la emoción.
Charlotte asintió suavemente, con un nudo en la garganta que le impidió contestar con palabras.
Las emociones se agolparon en el pecho de Henry hasta hacerlo jadear por aire, una mezcla abrumadora de sorpresa y miedo. Charlotte buscó su mirada, esperando nerviosa su reacción. Entonces, una sonrisa lenta e insegura floreció en sus labios. No era para nada lo que se había imaginado cuando Charlotte le dijo que viniera, y fue impactante descubrirlo, pero a pesar de que casi se desmaya de la impresión, no podía menos que sentir alegría.
—Yo... No me lo puedo creer, Charlotte. Vamos... vamos a ser padres —exhaló, dejando escapar una risa nerviosa y llena de asombro—. Es... es increíble.
Charlotte frunció el ceño, fue su turno de preocuparse por su amigo.
—Henry, ¿comprendes que todavía estamos en el colegio, verdad? —le recordó ella—. Ni siquiera estamos aún en condiciones de mantenernos por nuestra cuenta.
Gracias a esas palabras, Henry pareció procesar mejor la situación en la que se encontraban, y caer en cuenta de que quizás no todos iban a reaccionar de la misma manera tan jubilosa en cuanto lo supieran.
—Tu mamá va a matarme —comentó en un jadeo—. Mi mamá va a matarme... Mi papá seguro se lo tomé mejor, pero de todas formas habrá dos personas que trataran de matarme —dijo con la mirada perdida.
A pesar de la situación, eso le sacó una risita húmeda a la chica porque había empezado a llorar despacio.
—Si te sirve de consuelo, seguro que Ray se alegra y te proteje de tu madre y mi madre —comentó en broma.
El chico regresó la mirada a su amiga y volvió a sonreír cálidamente, tomando las manos de Charlotte entre las suyas, inclinándose ligeramente hacia ella.
—Me doy cuenta de que aunque estoy emocionado por la idea, aún no te pregunté que quieres hacer tú.
Charlotte apretó los labios y se tocó el vientre con una mano. Ser madre estaba entre sus planes para el futuro, pero no tan pronto, no antes de terminar la escuela y sus demás estudios, y nunca pensó que con su mejor amigo, pero ahora que sabía que estaba gestándose, no podía imaginarse no llevarlo a término.
—Me gustaría tenerlo... —reveló y miró a su amigo con incertidumbre—, aunque sé que será un desafío enorme.
La mirada de su amigo se tornó más suave y cálida y él soltó una de sus manos para acariciar su mejilla.
—Entonces tendrás todo mi apoyo, yo voy a estar contigo en todo el proceso —prometió el chico.
—¿Estás seguro? —preguntó con vacilación—. No va a ser una tarea facil, tendremos muchas dificultades y será desgastante.
—Me apoyaste en los peores momentos de mi vida, y por lo que estás pasando ahora es consecuencia de mis actos también —le recordó, con sus mejillas sonrojándose al recordar esa noche—. Es lo justo, y no podría vivir sabiendo que llevas a mi hijo y yo no estoy aportando nada, eso no sería algo que un héroe haría ¿O si?
Su amiga negó tímidamente con la cabeza y el le sonrió.
—Entonces está decidido, yo formaré parte de esto también —declaró el chico.
Charlotte miró a Henry, sintiendo que el peso que le parecía tener en sus hombros desde que sus sospechas aparecieron se aliviaba. Seguía ahí y seguía siendo considerable, pero ahora, sabiendo que Henry iba a acompañarla y que estaba emocionado con la idea, ya no era tan abrumador.
—Tenemos que decirle a nuestros padres —mencionó la chica.
—Le diremos juntos, primero a tu mamá, y luego a los míos —dijo Henry.
—¿Cuándo?
El chico lo pensó un momento.
—Bueno, mejor pronto que tarde, tú mamá llega en un rato ¿No? —ella asintió—. Entonces me quedaré y le diremos en cuanto llegue.
Charlotte se sintió insegura, removiendose inquieta en su silla.
—Es que... La verdad, me da miedo decirle —confesó—. No quiero que se enfade conmigo, ni contigo.
Henry acarició su mejilla con ternura.
—No te preocupes, dijiste que una de mis cualidades es ser valiente, bueno, le voy a plantar cara a la situación, si se enoja con alguien, tendrá que ser conmigo —declaró con decisión el chico.
Eso tranquilizó a Charlotte y le dió más confianza para enfrentar a su madre con la verdad.
/
Como Charlotte predijo, su madre no estuvo precisamente contenta con la noticia de convertirse en abuela a la temprana edad de treinta y ocho años. Y menos aún con la idea de que su hija, aún en el instituto, estuviera embarazada de su mejor amigo. Henry, un chico al que había considerado de la familia, un chico en el que había confiado, y ahora resultaba en esto.
Así que, obviamente, Candace se enfadó, reprendió a su hija y a Henry por su descuido y derramó unas cuantas lágrimas porque, a sus ojos, su hija estaba arruinando su propia vida, su brillante futuro. Ella también había sido madre soltera y conocía las dificultades de cuidar a un bebé, sólo tenía un par de años más que Charlotte cuando la tuvo y había tenido que criarla sola. Pero sus circunstancias no eran similares, porque al contrario que el padre de Charlotte, que había sido más mayor que este chico por mucho, Henry no se había comportado cobardemente cuando se enteró de la noticia. Se había quedado allí para enfrentarse valientemente a la madre de la mamá de su bebé, para responsabilizarse de sus actos y afrontar las consecuencias. Quería ayudar a criar al bebé, apoyarla a ella o a él y a la madre. Se mantuvo firme ante ella, tomando la mano de Charlotte, diciéndole a su madre que habían decidido que querían quedarse con el bebé, que él lo reconocería y ayudaría a criarlo.
Candace tuvo que admitir que Henry Hart era un joven con dignidad y valiente.
Aun así, era una píldora difícil de tragar, se sintió abrumada y la asaltó una oleada de mareos y tuvo que tomar asiento. Rápidamente Henry la ayudó a sentarse y la abanicó, mientras Charlotte le traía una bebida calmante.
Una vez recuperada, Candace les dio las gracias en voz baja y envió al chico una sonrisa arrepentida.
—Perdón por haber reaccionado de esa manera, chicos, y por haberte maltratado, Henry, es que...
—No pasa nada, señora, lo comprendo —le sonrió comprensivo el joven—. Pero puede estar segura de que no me echaré atrás en mi decisión, le prometo que haré todo lo que esté en mis manos para cuidar de Charlotte y de nuestro bebé.
La mujer los miró a ambos y a sus manos entrelazadas, y asintió lentamente.
—Estan decididos ¿Eh? En ese caso, solo me queda aceptarlo... ¿Ya hablaste con tus padres?
—No, usted es la primera persona a la que decidimos decirle —contestó el joven—. Pero pensaba ir a hablar con mis padres una vez que hablaramos con usted.
—¿Quieres que te acompañe? —preguntó Charlotte.
—No, quédate con tu mamá, ella te necesita y si mis padres hacen una escena, te podría afectar aún más y no quiero que corras riesgos.
La chica le sonrió enternecida por su preocupación y le dió un beso en la mejilla. Candace le dió una mirada de respeto.
—Gracias, por todo lo que estas haciendo —dijo tímidamente.
—Es mi deber, no hace falta que me des las gracias —Henry le sonrió.
Después de eso se despidieron. Henry le envió un mensaje a Ray diciéndole que por ese día ya no iba a regresar por asuntos personales y silenció su teléfono para no ser molestado, luego se dirigió a casa caminando armandose de valor para contarle la situación a sus padres.
/
Jake estaba en el sofá viendo la tele y Kris en la cocina preparando la cena. Sus hijos no estaban en casa y no esperaban que regresaran todavía, pero sorprendentemente la puerta principal se abrió y Henry entró, con aspecto cansado y nervioso.
Su padre sonrió al verle.
—Henry, que bueno verte en casa tan temprano.
Su hijo sonrió pero el gesto no llegó a sus ojos, parecía preocupado. Jake frunció ligeramente el ceño, intuyendo que algo le pasaba.
—¿Todo bien, querido? —preguntó su madre, Kris, desde la cocina cuando le vio detenerse en medio de la sala.
Henry se quedó en silencio, mirando de su padre a su madre. Intentó calibrar cómo reaccionarían ante la revelación que iba a contarles. Su padre era alegre la mayor parte del tiempo, pero dudaba que el señor Hart se tomara la noticia con su entusiasmo característico. Su madre era más seria pero también gentil y sensible.
Pero, independientemente de sus reacciones, tenía que decírselos, había tomado una decisión por voluntad propia. Les diría la verdad y afrontaría las consecuencias, como había hecho con la madre de Charlotte.
—Mamá, papá... Hay algo que tengo que decirles —empezó.
Jake, dándose cuenta de la pesadez del momento y que debía tratarse de algo grave, se levantó del sofá, apagó la televisión y Kris salió de la cocina para dirigirse a la sala y ponerse al lado de su marido. Ambos miraron a Henry con preocupación.
—¿Qué pasa, Henry? —preguntó Jake.
Henry se humedeció los labios y abrió la boca. Había ensayado una explicación de camino a casa y estaba a punto de utilizarla.
—Hace unos meses... me acosté con Charlotte —empezó.
Sus padres jadearon e intercambiaron miradas confusas, porque pensaban que aquellos dos se veían sólo como amigos. Pero Henry tenía algo más que confesar.
—Y... Ahora está embarazada.
Henry estaba completamente colorado para ese momento, pero sus ojos no se apartaban de los de sus padres. Estaba decidido a mantenerse valiente y firme a pesar de que confesar su desliz a sus padres era vergonzoso.
Su padre se tapó la boca sorprendido y su madre parpadeó incrédula.
—Hen... ¿Qué...?
A su padre le costó hablar, lágrimas brotaron de sus ojos como él imaginó. Se abrazó a su esposa en busca de consuelo y miró a Henry con desconcierto. No parecía disgustado ni enfadado, sino decepcionado y con el rostro pálido.
—¿Cómo pudiste ser tan descuidado? ¿No pensaste en lo que podía pasar si no usabas protección? —le reprochó.
Los ojos de Henry brillaron de arrepentimiento y vergüenza. Nunca quiso decepcionar a sus padres ni herirlos, pero era inevitable si quería ser sincero con ellos.
—Sé que cometí un desliz, pero estoy dispuesto a afrontar las consecuencias —volvió a mirarlos con firmeza.
Kris, con sus propias lágrimas, entrecerró los ojos con recelo.
—¿Qué quieres decir?
Henry flexionó los dedos y tomó aire antes de responder.
—He hablado con Charlotte, y después de considerarlo... hemos decidido quedarnos con el bebé y criarlo —reveló.
Su padre se secó las lágrimas con el dobladillo de la manga y miró a Henry con incredulidad.
—Pero Henry, ustedes dos aún están en la escuela, son demasiado jóvenes para cuidar de un bebé —le recordó.
Henry exhaló profundamente.
—Sabemos que no será fácil, y mentiría si dijera que no me asusta un poco lo que nos depara el futuro, pero estamos dispuestos a superar cualquier obstáculo para hacerlo posible. Haré todo lo que esté en mi mano para ayudarla a ella y a nuestro bebé, ya lo he decidido, sólo quería anunciarles porque será obvio en unos meses más.
Su última declaración Henry la dijo sin titubear, manteniendo la mirada en sus padres todo el tiempo. Estaba decidido a dejar claro que no iba a dejarse influir para cambiar su decisión. Hacía tiempo que no se sentía tan seguro de algo. Y, aunque nervioso, le entusiasmaba la idea de tener algún día a su hijo en brazos.
Jake observó atentamente a su hijo, tratando de calibrar hasta qué punto estaba seguro de sí mismo, y se sorprendió cuando se dio cuenta de que Henry no estaba bromeando ni se dejaba llevar por sus emociones. Su hijo había tomado la decisión porque sentía que era la opción correcta. Dudaba que hubiera algo que pudiera hacerle dar marcha atrás, así que, no había otro camino que hacia delante.
Pero antes debía advertir a su hijo de lo que le esperaba.
—Criar a un hijo no es un juego, requiere paciencia, tiempo y energías —empezó, sorbiendo por la nariz—. Un bebé necesitará apoyo emocional, físico y económico, tendrás que trabajar duro, acabarán agotados y perderan noches de sueño.
—Muchas noches de sueño —añadió su madre, resoplando en un pañuelo.
—¿Estás seguro que quieres afrontar ese reto? ¿Qué puedes hacerlo? —preguntó seriamente.
—Para ser honesto... Solo estoy seguro de que quiero intentarlo, es mi responsabilidad y tengo que afrontar las consecuencias de mis acciones.
El señor Hart suspiró derrotado, pero Henry detectó una pequeña sonrisa de orgullo formándose en sus labios.
—Si estás dispuesto a afrontar ese reto, entonces... Creo que no puedo hacer más que desearte la mejor de las suertes.
Henry esbozó lentamente una sonrisa, empezando a lagrimear él también.
—Quieres decir... ¿Estás de acuerdo con mi elección? ¿No te... opones? —preguntó, con un nudo en la garganta.
La mirada de Jake se volvió más suave y asintió.
—Acabas de decirme que no vas a dejar que nadie te impida criar a tu bebé, así que no importa lo que yo te diga, tú ya lo has decidido, aún con las advertencias que te di, y yo quiero conocer a mi nieto cuando llegue al mundo, así que no me queda más remedio que desearte lo mejor y prometerte que te ayudaré todo lo que pueda para afrontar este reto.
Henry resopló, secándose los ojos porque no quería llorar y parecer débil, pero era inevitable. Su padre le estaba dando su apoyo.
—Gracias... —susurró.
Su padre se apartó de su madre para abrazarlo con fuerza, con sus lágrimas que caían como un río de sus ojos. Kris se acercó a ellos y se unió al abrazo con una sonrisa.
—Felicidades, hijo... Pero aún tienes que terminar el instituto con un promedio normal al menos, no se te ocurra dejar la escuela —le advirtió Jake una vez que se separaron.
Henry asintió. Había imaginado que algo así sería una de sus condiciones, y quería ser un ejemplo para su futuro hijo, así que haría un esfuerzo.
—¿Por qué no traes a Charlotte y a su madre a cenar con nosotros esta noche? —le ofreció su madre—. Quiero felicitar a la mamá también.
—Se lo preguntaré.
/
Tras la revelación, Henry dejó a sus padres lidiando con la idea de ser abuelos y se dirigió a su habitación para cambiarse. Estaba entusiasmado, sabía que no sería una tarea fácil la que le esperaba pero estaba preparado para el reto. Mucha gente tenía puestas sus expectativas en él -la señora Page, Charlotte, su madre y su padre, su futuro hijo- no podía defraudarles.
Entonces tomó el teléfono y llamó a Charlotte. Ella contestó al primer timbrazo, lo que indicaba que había estado esperando su llamada.
"¿Cómo te fue?" Le preguntó apresuradamente, sin saludarle siquiera.
Él se rió suavemente ante su reacción.
—Tranquila, Char... Mis padres me dieron su apoyo... Vamos a tener este bebé.
La oyó suspirar aliviada.
"Gracias al cielo, me preocupaba meterte en problemas."
—Fui yo quien me metió en problemas, no tú —aclaró.
"Aún así, no quería que tus padres pensaran que estaba arruinando tu futuro." Dijo ella en un susurro.
—No lo harías, si hay alguien capaz de arruinar las cosas aquí, ese soy yo —bromeó él.
Ambos rieron, sintiéndose más relajados y felices.
—Mi madre quiere que vengas a cenar con nosotros esta noche... —le informó—. Quiere felicitarte.
"Le preguntaré a mi mamá, espera un segundo."
Esperó mirando al techo de su habitación. A su mente vinieron pensamientos como que tendría que estudiar más y dejar de saltarse las clases para graduarse si quería que su hijo estuviera orgulloso de él en el futuro. Sabía que a Ray no le haría ninguna gracia, pero no le importaba, ahora tenía un deber con alguien más importante.
Ray y Schwoz, Jasper y Piper. También tenían que decírselo a ellos. Piper lo sabría primero esta noche. A Jasper quería decírselo él mismo. Se rió suavemente cuando pensó que Schwoz saltaría de las paredes al enterarse de la noticia.
"¿De qué te ríes?" Preguntó Charlotte, que le había oído a través del teléfono.
—De la reacción de Schwoz cuando se entere —respondió.
Ella también se rió, una dulce melodía para sus oídos.
—¿Qué dijo tu madre?
"Esta de acuerdo, ahora salimos para tu casa," anunció ella.
—Bien, se lo diré a mis padres... Hasta luego, Char.
"Adiós, Henry."
Colgó y bajó corriendo las escaleras. Allí vio que Piper había llegado.
—Henry, ven aquí —le llamó su madre—. Tenemos que revelar la noticia a tu hermana.
Fue hacia la cocina, donde sus padres intentaban explicarle a Piper por qué era importante que se quedara a cenar.
—Por favor, díganmelo ya, mamá y papá están actuando de forma extraña y misteriosa y es molesto —se quejó ella, cruzándose de brazos.
—No tenemos derecho a decírtelo pero Henry sí —afirmó Jake—. Hijo, por favor.
Henry asintió y se acercó a la mesa.
-Charlotte y su madre vienen a cenar.
Piper puso los ojos en blanco, frustrada.
—Eso ya lo sé, lo que no sé es por qué tengo que quedarme, mis amigos me invitaron a una fiesta.
Henry sonrió, estaba demasiado alegre como para enfadarse con ella.
—Pues vienen porque papá y mamá quieren felicitarla, verás... —se relamió los labios—. Va a tener a mi bebé.
—¡¿Qué?! —exclamó, sus brazos cayeron laxos a los lados.
Los ojos de Piper se desorbitaron ante la noticia y miró a su hermano con incredulidad y desconcierto. Henry sonreía suavemente, luego miró a sus padres que la miraban pacientemente hasta que digiriera la noticia. Nadie se reía como si fuera una broma.
—No es una broma... ¿No? —preguntó para asegurarse.
Henry negó con la cabeza. Ella parpadeó y miró desconcertada a su familia.
—¡¿Quieres decir que voy a ser tía?!
—Sí —respondió con simpleza Henry.
—¿Cómo... Cómo ha ocurrido?
Todos los presentes le enviaron una mirada de obviedad y Piper resopló.
—No me refiero a eso —aclaró rápido, con las mejillas coloradas—. Es que... Siempre creí que eran solo amigos ¿Cómo es entonces que tendrán un bebé?
Kris puso las manos sobre los hombros de Piper y empezó a empujarla suavemente hacia el sofá.
—Henry, querido, explícale esto a tu hermana, ¿por favor?
El chico asintió y se acercó al sofá para tomar asiento junto a Piper, que seguía desconcertada y confusa.
Se lo explicó a Piper lo más tranquila y rápidamente que pudo, aunque no dejaba de interrumpirlo con preguntas. Al final de su relato, estaba entusiasmada con la idea de tener una sobrina o un sobrino. Quería publicar algo en su cuenta, pero no se lo permitió. Todavía tenía que contárselo a Jasper, a su jefe, Schwoz, y no quería exponer a Charlotte al juicio de la gente, no quería que los chicos del colegio contaran cosas sobre ella o sobre ellos. Tenían que hacerlo despacio.
Piper, afortunadamente, entendió y aceptó la petición de su hermano. Luego subió al desván a buscar en su vieja caja de juguetes, quería regalarle al futuro bebé algo suyo, bueno, a Charlotte para que le diera cuando naciera. Henry la vió subir las escaleras con una suave sonrisa, conmovido por su calidez. Quizá esta nueva vida que habían creado mejoraría las cosas.
Hubieran llamado a Jasper también, pero Jake y Kris no creyeron prudente estresar de esa manera a la futura madre. Ya había sido suficiente ruleta rusa de emociones, primero enterarse de las noticias, decirle al padre, confesarlo a su madre, tener que hablar con los padres de Henry y luego soportar la efusividad de Piper. Cuando Charlotte cruzó la residencia de los Hart y fue recibida por la mamá de Henry, ella la abrazó con lágrimas en los ojos, y luego le siguió Piper, quien había regresado del desván con un oso de peluche que le obsequió para su futuro sobrino o sobrina.
Esa noche, Kris y Candace hablaron seriamente con la jovencita, para dejarle claro las dificultades a las que iba a enfrentarse, como una manera de prepararla. También hablaron con Henry, recordándole todo lo que debería esperar que sucediera y como lidiar con la situación. Por supuesto, solo lo entendería cuando atravesara por esas dificultades.
Esa cena en la residencia de los Hart hizo que Candace se sintiera mejor sobre el futuro de su hija y su nieto. Ella ya sabía que eran buenas personas, pero al ver cómo el matrimonio Hart acogía a su hija, lo emocionada que estaba Piper y lo dispuesto y responsable que estaba siendo Henry con todo esto, sus preocupaciones se calmaron. Por supuesto que iba a ayudar a su hija, pero era bueno saber que tendría a otras personas cuidándola. No tenía nada de qué preocuparse.
/
El siguiente al que tenían que decírselo era Jasper, su amigo. Henry le preguntó a Charlotte cuándo quería hacerlo, y ella eligió hablar con él al día siguiente, iba a ser sábado. Henry aceptó pero prefirió que esta vez fuera en casa de Charlotte, así no tendría que hacer el viaje hasta su casa otra vez y cansarse. Ella le recordó que apenas estaba embarazada de un par de meses, pero él insistió porque no quería arriesgarse. Ella puso los ojos en blanco ante su exagerada reacción pero, viendo que podía dormir un par de horas más, cedió. Candace estuvo de acuerdo también y prometió que les daría privacidad, por lo que saldría de la casa para que pudieran hablar con Jasper con tranquilidad.
Jasper recibió un mensaje de texto de Henry, diciéndole que fuera a casa de Charlotte antes de ir a trabajar porque tenían algo que hablar con él. A Jasper no le pareció nada raro, aunque sí le pareció extraño que se reunieran en casa de Charlotte en lugar de en la de Henry.
Fue allí, siendo recibido por la anfitriona, que parecía nerviosa e inquieta. Henry parecía emocionado e intentaba reprimir una sonrisa.
—Bueno, chicos, están muy raros... ¿qué pasa? ¿qué tenían que decirme? —preguntó una vez que sus amigos le hicieron sentarse en el sofá.
Los otros dos adolescentes tomaron asiento a cada lado de su amigo, ya habían decidido que le contarían la verdad entre los dos.
Henry empezó.
—Jasp... ¿recuerdas que perdí mis poderes?
—Sí, luchando contra Twitler.
Henry suspiró profundamente.
—Bueno, después de eso, traté de actuar tranquilo y despreocupado, como si no estuviera triste, pero en verdad, me sentía totalmente abatido —confesó.
Jasper frunció el ceño y puso cara de pesar.
—Siento no haberme dado cuenta, amigo.
Henry sonrió.
—No pasa nada, ya lo he superado, pero antes lo ocultaba porque no quería preocupar a nadie.
—Pero noté que algo le pasaba y, una noche después de una misión, decidí hacerle una visita —comentó Charlotte.
Ambos se quedaron en silencio e intercambiaron miradas, Jasper miraba de uno a otro, curioso.
—¿Chicos?
—Le confesé lo que sentía, que aún echaba de menos mis poderes... —Henry bajó la mirada.
—Y le di una charla para levantarle el ánimo... y, bueno... —la joven vaciló, sintiendo que se le calentaban las mejillas.
Henry, con un rubor que empezaba a extenderse por sus mejillas, miró a Jasper.
—Sentí alivio después de hablarle de cómo estaba lidiando con todo, y ella me abrazó, y me había estado sintiendo tan vacío y amargado que, cuando sentí que me abrazaba, que me tocaba... no pude evitarlo...
Jasper ladeó la cabeza, confundido. Todavía no podía hacerse a la idea de a dónde querían llegar sus amigos.
—Compartimos un beso —aclaró Charlotte.
Jasper se volvió para mirarla, pero no parecía sorprendido ni asombrado.
—¿Entonces...?
—No fue sólo un beso, Jasper —el adolescente miró a su amigo—. Como ya dije, ansiaba consuelo, lo necesitaba y el beso se descontroló, y... Acabamos teniendo relaciones —confesó Henry, rojo como un tomate.
Los ojos de Jasper se abrieron cómicamente y le lanzó una mirada de asombro.
—¿Qué...?
Miró de Henry a Charlotte, como si aún no se creyera lo que había oído. Él y Schwoz solían bromear sobre ellos dos, pero nunca pensó que de verdad fueran a hacer algo así.
—Pero eso no fue todo lo que pasó aquella noche... —añadió Charlotte.
Jasper la miró boquiabierto, todavía desconcertado e incapaz de decir nada.
—No medimos las consecuencias de nuestros actos —continuó su amiga, igualmente avergonzada—. No utilizamos ningún tipo de protección, no esperábamos en absoluto que eso ocurriera y no estábamos pensando.
Jasper cerró la boca y su expresión cambió ligeramente al darse cuenta de a dónde iba esa conversación.
—No me digas que tú... —se interrumpió y tragó saliva, no le salían las palabras.
—Charlotte está embarazada —reveló finalmente Henry, confirmando sus sospechas.
Jasper giró rápidamente la cabeza hacia él, aún atónito por la noticia, pálido como el papel.
—Y, elegimos tenerlo —explicó la chica, posando una mano en su vientre de forma inconsciente.
Jasper se quedó paralizado unos segundos, mirando a la mano que Charlotte tenía sobre su vientre. Aún no podía asimilar lo que se había enterado. Sus amigos tuvieron un desliz y a causa de ello iban a ser padres...
Él mismo iba a...
—¿Voy a ser tío? —preguntó con un hilo de voz.
Charlotte dió una risita a la respuesta de Jasper y Henry lo palmeó en la espalda con una media sonrisa.
—Así es, amigo.
Jasper parpadeó, sintiendo cómo su mente daba vueltas intentando procesar la noticia. Ser tío. La idea resonaba en su cabeza como una melodía desconocida. Aunque el shock inicial lo invadía, no pudo evitar que una pequeña chispa de alegría se encendiera en su interior.
Charlotte, con una mirada cálida, le tomó suavemente la mano.
—La noticia la supe apenas ayer, así que entiendo que te lleve un tiempo asimilarlo, yo apenas lo estoy haciendo, pero eres como un hermano y queremos que formes parte de nuestros planes para el futuro también.
Las palabras de Charlotte calaron profundamente en Jasper. Siempre habían estado allí para él, compartiendo risas, aventuras y también momentos difíciles. Y ahora, él tenía la oportunidad de estar para ellos.
Jasper miró a Henry, quien había permanecido en silencio, observándolo con complicidad. La media sonrisa en su rostro parecía decir más de lo que sus palabras expresaban.
—Henry, Charlotte, no sé qué decir...
Sus amigos le dieron su tiempo para que se recuperará del shock de la noticia, y el chico batalló para encontrar las palabras correctas hasta que habló con claridad.
—Estoy feliz por ustedes, y orgulloso de ser su amigo porque sé que esta no es una decisión sencilla y les esperan muchos retos y aún así quieren enfrentarlos con valentía, y les prometo que voy a apoyarlos todo lo que pueda para que todo salga bien.
Los tres amigos se abrazaron en un gesto lleno de afecto y complicidad. Era el comienzo de una nueva etapa en sus vidas, una etapa que los uniría aún más como familia.
/
Henry no quería que Charlotte se enfrentara a más estrés, pero su amiga insistió en que quería estar presente cuando Henry les revelara la noticia de que iban a ser padres a Ray y Schwoz, no quería dejarle toda la responsabilidad solo a él. Así que decidió que iría con él a la Capi Cueva para hablar con sus amigos, pero Henry le puso la condición de que fueran por los tubos, ya que la caída libre con el ascensor podía perjudicar a su bebé no nacido. Charlotte quiso rodar los ojos a la exageración de Henry porque apenas estaba de un par de meses, pero a la vez era tierno que fuera así de protector. Estaba siendo como a ella le hubiera gustado que fuera su padre...
Jasper también decidió que estaría presente para la ocasión, cómo apoyo y también por si Charlotte necesitara algo, él también ya se estaba preocupando mucho por su futuro sobrino o sobrina. Así que los tres amigos se aparecieron juntos en los tubos de la Capi Cueva, Henry insistiendo en que Charlotte viajará con él, y ella lo hizo porque sino su amigo no estaría tranquilo sino se aseguraba de que ella estaba bien.
Cuando llegaron, Ray estaba sentado frente a los monitores viendo la tele, mientras Schwoz estaba haciendo algún experimento en una mesa al otro extremo de la sala. Cuando escucharon los tubos, Schwoz subió la visera del casco de seguridad que estaba usando para verlos y Ray miró en su dirección, sonriendo cuando vio a sus amigos aparecer y apagando la TV. Henry le había dicho que necesitaba que los dos estuvieran ahí porque tenían una noticia importante que darles.
—Hola chicos ¿Qué sucede? ¿De qué querían hablarnos?
Sus amigos lo saludaron pero de inmediato notó que Henry y Charlotte lucían nerviosos e tímidos. Jasper en cambio estaba luchando para que una enorme sonrisa no torciera sus labios, se estaba esforzando para permanecer serio. Schwoz en cambio notó algo más.
—¡¿No me digan que por fin son novios?! —exclamó emocionado cuando vio sus manos entrelazadas.
Ambos chicos lo miraron extrañados y luego bajaron la mirada a sus manos. Henry le había tomado la mano a Charlotte en cada ocasión que dieron la noticia para infundirle tranquilidad, seguridad y valor a su amiga, y al salir del tubo la tomó de nuevo de forma inconsciente, porque sabía que lo necesitaría. Y Charlotte había aceptado el gesto sin vacilar, apretando su mano en cambio, sintiéndose más calmada se esa manera sabiendo que tenía el apoyo de su amigo.
—No, no se trata de eso —aclaró Henry, ruborizandose ligeramente mientras Charlotte bajaba la mirada avergonzada.
El entusiasmo de Schwoz se desinfló un poco ante eso pero Ray siguió viéndolos con curiosidad.
—¿Entonces de qué se trata? —preguntó Ray, mirándolos expectante.
Ambos adolescentes se miraron durante unos segundos, luciendo todavía nerviosos de revelar la noticia pero sabían que no había vuelta atrás. Habían tomado la decisión y debían comunicarselo a su jefe y amigo para que supiera que las cosas iban a cambiar. Charlotte apretó la mano de su amigo y le dedicó una sonrisa pequeña y tímida que le indicó que le daba permiso para hablar primero. Henry asintió y miró a Ray.
Sea lamió los labios antes de explicarle la situación.
—Bueno... Charlotte y yo... Vamos a tener un bebé —respondió.
Hubo un silencio raro en la cueva durante varios segundos en los que los dos adultos asimilaron la noticia. Ray se quedó estupefacto observando a los chicos, parpadeando incrédulo, creyendo que tal vez había oído mal. Schwoz en cambio reaccionó más rápido, soltando una gran carcajada mientras dejaba todo de lado e iba junto a la pareja.
—¡¿De verdad?! ¡Es increíble, felicidades, estoy tan feliz por ustedes!
Charlotte sonrió enternecida por la calidez y sinceridad de Schwoz, y envió a Henry una sonrisa de complicidad porque así era como se habían imaginado la reacción del científico. Ray sin embargo seguía sin poder entender.
—Un momento —dijo, mirándolos a ambos con sospecha—. Ustedes siempre dijeron que no son más que amigos, ni siquiera son pareja, y ahora... ¿Salen con esta noticia?
Henry suspiró, entendiendo que sería difícil y vergonzoso de explicar pero necesario. Ray tenía razón de sentirse confundido y desorientado.
—Es que, verás... Charlotte y yo... Yo me sentía muy mal después de perder mis poderes, así que...
—Pasamos una noche juntos y no usamos protección y... Pasó esto —explicó Charlotte al notar que a Henry se le hacía difícil decírselo a Ray.
Ray los miró a los dos con algo parecido a decepción e incredulidad.
—No puedo creerlo, nunca me los esperé de ustedes dos —comentó con un deje de desilusión y regaño—. Los creía más responsables que eso ¿Cómo pudieron ser tan descuidados?
Los dos chicos miraron al suelo, sintiéndose mal por la reacción de Ray. Ciertamente no esperaban que les diera una felicitación, sus padres mismos habían reaccionado de diferentes maneras. Pero en esos casos, se habían esperado la desilución y el enojo, la decepción. De Ray habían esperado otra cosa, era su amigo y les gustaría tener su apoyo.
Jasper de inmediato salió en apoyo de sus amigos, dando un paso al frente para defenderlos.
—Esta bien que tuvieron un desliz, pero lo aceptaron y están enfrentando las consecuencias, no deberías ser tan duro con ellos.
Schwoz también salió en apoyo de los dos jóvenes, parándose junto a Charlotte y apoyando una mano en su hombro.
—No debió ser fácil venir aquí a revelar esto —comentó—. Son muy valientes.
La chica sonrió agradecida al científico, quien le acarició el hombro dándole una mirada de cariño fraternal. Henry miró a Ray con seriedad.
—Fuimos descuidados, lo acepto, pero ya tomamos la decisión y vamos a criar a este bebé —repitió con decisión.
—Pero aún son muy jóvenes —insistió preocupado Ray—. Siguen en la escuela, apenas empieza el año, tú tienes un trabajo y tú quieres estudiar —mencionó mirando a Henry y Charlotte respectivamente—. ¿Cómo harán con todas esas responsabilidades?
La pareja de futuros padres compartieron una mirada de decisión.
—Vamos a adaptarnos a la situación —respondió Charlotte—. Terminaré la escuela aún en este estado.
—Y de ahora en adelante voy a ahorrar lo que gano aquí para nuestro bebé —añadió Henry.
Luego vaciló un momento pero se decidió a explicarle a su jefe y amigo la conclusión a la que había llegado.
—Y también necesito terminar la escuela si quiero ser capaz de proveer para nuestro hijo, así que... No podré seguir saltandome clases, tendré que ayudarte en horas que no sean escolares.
Los ojos de Ray se agrandaron y miró preocupado a su compañero.
—Pero, Henry, te necesito a mi lado —declaró el adulto—. Eres mi compañero, tu trabajo es cubrirme la espalda, no puedes distraerte.
Charlotte soltó la mano de su amigo y se acercó a su jefe. Entendía que para Ray, ellos eran como su familia y tal vez creía que iban a abandonarlo o algo. Incluso podía ser que estaba celoso. Debían asegurarle que no iba a dejarlo de lado.
—Ray, Henry no va a abandonarte -le aseguró con tono dulce y una sonrisa—. Ninguno de nosotros lo hará. Henry solo no estará disponible para ti a toda hora, pero seguirá ayudando.
Henry se unió a su amiga.
—Claro, amigo -colocó una mano en su hombro—. Kid Danger no se irá a ninguna parte, solo reduciré la cantidad de horas.
Ray los miró a ambos, dudoso y todavía preocupado. La verdad era que temía el día en que sus amigos crecieran y se fueran a vivir sus propias vidas, dejándolo solo una vez más, y el hecho de que fueran a ser padres aumentaba sus miedos e incertidumbres, porque le indicaba que ese día estaba cada vez más cerca.
Notando que solo necesitaba un empujoncito para ceder, Charlotte volvió a hablar.
—Eres cómo un padre para nosotros, queremos que estés igual de feliz que el resto de nuestra familia, porque te apreciamos mucho y queremos que también formes parte de la vida de nuestro bebé.
—Vamos —Henry le sonrió con complicidad—. Imagínate lo orgulloso que va a estar nuestro hijo de ti cuando le contemos que eres un superhéroe.
Una pequeña sonrisa asomó en los labios de Ray, que seguía intentando mantenerse firme en su postura de que la decisión de sus amigos no era una buena idea, pero las palabras de los chicos estaban surtiendo efecto. Y comprendiendo que recurriendo a su ego podían hacerlo rendirse y estar de acuerdo con ellos, Schwoz se unió a los chicos.
—Imagínate lo adorable que se vería con un mameluco de Capitán Man.
—Hasta puedes contarle tus anécdotas para hacerlo dormir y no va a poder huir de ti —añadió Jasper.
Ray le envió una mirada molesta pero no era sincera. Lo que decían sus amigos era tentador, y pensando que tal vez él nunca podría tener hijos propios y por ende tampoco nietos de sangre, esto sería lo más cercano a ser... Abuelo...
—Solo si prometen que seré el tío Ray y no el abuelo.
Los chicos rieron y lo abrazaron, y él los aceptó, aceptando también que las circunstancias cambiaban, que el tiempo transcurría, pero que todo dependía de como se enfrentaba a esos cambios. Y que los cambios no tenían porque ser necesariamente malos.
/
Así que la historia de la serie cambia un poco debido a estas nuevas circunstancias. Eso sería todo por ahora, en breve subiré las otras partes.
Hasta la próxima!!
