Nota de la autora: Me gustaría expresar mi gratitud a todos los que aún siguen con esta historia.

Gracias, stgulik, el mejor beta en fanfiction, por nunca transigir y nunca tener miedo de decirme la verdad. Gracias por estar ahí. Todos mis gemidos entrecortados son para ti.

Este capítulo está dedicado a la memoria de una gran escritora de fanfics de SSHG, Leni_Jess, quien falleció el 24 de mayo de 2012. Una luz brillante en este fandom se ha apagado y nuestro mundo es un poco más oscuro por haberte perdido.

Este capítulo contiene contenido sexual explícito.

Nota de la traductora: muchas gracias Angel Maria 15 por unirte a esta historia, espero que la disfrutes y aunque en partes puede ser algo oscura, también hay mucho amor en ella. Saludos!

Tómame, soy tuyo

He cruzado el desierto para saludarte con una sonrisa, mi camello parece tan cansado que no vale la pena

Para contarte mis viajes por el este dorado; Veo que tus preparativos me invitan primero a un festín.

... He pasado algunos momentos fantasmales con nativos en las colinas, registrados aquí en papel mis escalofríos, emociones y derrames

... Mi águila vuela mañana, es un juego que atesoro - Para buscar el futuro indefenso, mi amor, al fin estoy aquí

Tómame, soy tuyo porque los sueños están hechos de esto. Por siempre habrá un cielo en tu beso.

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En la oscuridad, justo antes del amanecer, cuando realmente es más oscuro, Hermione escuchó un suave golpe. La puerta se abrió y sus padres estaban de pie, inseguros, en el umbral.

La culpa se mezclaba con la alegría. Había estado tan absorta en su dolor que ni siquiera había ido a ver cómo estaban sus amados padres. En medio de la maraña de la muerte de Severus, no había hecho espacio en su corazón para celebrar que estuvieran vivos. Jean y Martin Granger. El dúo dinámico, como siempre los había llamado. Que le dijeran que habían muerto la había dejado a la deriva, huérfana no solo en cuerpo sino en espíritu. Darse cuenta de que estaban vivos en el mismo momento en que pensó que su propia vida estaba perdida la había abrumado con confusión.

Ahora que estaban allí, recuperándose de su terrible experiencia, sintió que la opresión que le aplastaba el corazón se aliviaba. Si alguien podía o querría entenderla, serían sus padres.

"¡Mamá, papá!", gritó, extendiendo los brazos, y como uno solo corrieron a su lado. Los tres comenzaron a hablar a la vez.

"Hemos estado muy preocupados…"

"No puedo creer que esto haya sucedido…"

"Ha sido demasiado. Lo siento…"

"Oh, cariño, detente. ¡No tienes por qué disculparte!" sollozó su madre. Las lágrimas de Hermione comenzaron de nuevo. Los dos pares de brazos que la habían sostenido al principio ahora la envolvían de nuevo. Su consuelo seguro y sólido había sido la base de todo lo que Hermione sabía sobre el amor, todo lo que le había enseñado a Severus sobre su poder. Fue un consuelo repentino y devastador; así como la declaración final y verdadera de devoción de Severus había tenido lugar a raíz de lo que ella había pensado que eran las muertes de sus padres, ahora ellos retomaban su lugar en su vida al final de la de él.

Era el único consuelo verdadero que había encontrado desde que él había sido asesinado.

Jean Granger fue la primera en apartarse y limpiar las lágrimas del rostro de su hija. Se veía más delgada y tenía líneas en el rostro que Hermione no había visto en esa última visita de Pascua antes de que se desatara el infierno. Y el pelo áspero de su padre, tan parecido al suyo, ahora estaba completamente blanco, en lugar de ligeramente canoso como había sido en aquella visita lejana. Pero sus ojos amorosos eran iguales.

Su madre empezó a decir vacilante al principio. "Hermione, cariño. Lamento mucho lo de tu prof... Sev…" —Hizo una pausa, claramente insegura de cómo llamarlo. Mordiéndose el labio, añadió—: "¿De verdad... estabas casada?"

Hermione asintió con tristeza. Miró a su madre y a su padre, odiando la forma en que las lágrimas brotaban contra su voluntad. "No creo que pueda superar esto." —Su cuerpo le dolía de tristeza, mientras su madre la acunaba contra su pecho. La mecía como lo hacía cuando Hermione era una niña, y hacer eso lo curaba todo.

Apoyó la cabeza sobre el hombro de su madre. "Era la persona más única e increíble, mamá. Me cuidó tan bien. Sé que te habría agradado. Él me amaba y me protegía con tanta fuerza, fe y pasión." —Empezó a jadear—. "Era complicado e intrincado y lleno de contradicciones, pero era tan feroz, leal, valiente y hermoso. Oh, dioses, mamá. Nunca volveré a abrazarlo, y cada vez que pienso en él, no puedo respirar."

"Lo sé, querida. ¡Lo sé! Lo siento mucho. Pero debes entender que el tiempo ayudará…"

"¡Mamá, no es solo cuestión de tiempo! Él y yo teníamos un vínculo especial. Un vínculo mágico, en lo profundo de nuestras mentes. Estábamos unidos. Nuestras almas estaban unidas, mamá." —Hermione se apartó de su madre para mirarla—. "Y no me refiero solo a esa tontería romántica sobre "dos corazones latiendo como uno solo". Era un vínculo real, mágico. Estábamos unidos. Nuestras almas estaban unidas."

Y entonces, con una claridad cristalina, Hermione comprendió. Estaba rota, tan ciertamente como si hubiera sido una varita partida por la mitad, con solo su núcleo manteniéndola unida. "Mi alma está con él."

Martin Granger le dio unas palmaditas suaves en la mano. "Por supuesto que sí, cariño. Te conozco. Amas profundamente…"

"¡No! Quiero decir, mi alma está literalmente con él. Por eso no puedo... Oh, ¿no lo ven?" —dijo, con lágrimas corriendo, aferrándose a sus manos—. "Nunca volveré a estar completa. Nunca volveré a estar verdaderamente viva, porque cuando él se fue, ¡se llevó una parte de mí con él!"

Sollozando, se dejó abrazar. Intentaron consolarla, pero ahora que sabía por qué no podía dejar de sufrir, Hermione dejó que su dolor la ahogara. Ya no tenía sentido intentar ser valiente.

No quedaba suficiente de ella con vida para fingir valentía.

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Durante casi una hora se sentaron y trataron de calmar y distraer a Hermione contándole lo que había sucedido desde la última vez que se vieron. "Pasó tan rápido", decía su madre. "En un momento, estábamos en la consulta y entraron estas personas extrañas. Bueno", dijo encogiéndose de hombros, "supimos de inmediato que eran del mundo mágico. Ya sabes lo inútiles que pueden ser para mimetizarse con nosotros, la gente muggle..." Sacudió la cabeza, recordando.

El padre de Hermione puso una mano reconfortante sobre la de ella y retomó el hilo de la historia, como era su costumbre cuando estaban juntos. Hermione no podía recordar un momento en el que sus padres no hubieran hecho esto: hacer equipo para contar sus historias, intercambiar información. Le recordaban absurdamente a los gemelos Weasley cuando lo hacían.

"Tu madre y yo estábamos solos. Era tarde y el resto del personal se había ido. Nos aturdieron, y lo siguiente que supimos es que estábamos en una especie de celda. No teníamos idea de dónde estábamos ni por qué estábamos allí. Parecía que habían pasado días antes de que nos dieran comida o agua. Hasta el día de hoy no sé cuánto tiempo nos dejaron allí".

Frunció el ceño y Hermione sintió lástima por él. Decidió no decirles que habían estado encerrados durante la mayor parte de un año. Decirles que los habían declarado muertos y que su casa se había quemado había sido lo suficientemente traumático.

Su madre continuó: "Con el paso del tiempo, otras personas se unieron a nosotros. Trajeron al señor Ollivander, ese dulce anciano que hace varitas". Sacudió la cabeza, con una mirada amarga en sus ojos. "Lo trataron con tanta crueldad. Tu padre y yo ayudamos lo mejor que pudimos, pero atormentaron al pobre hombre de manera abominable. Estaba bastante débil cuando finalmente nos rescataron".

Martin continuó con la historia. "Entonces, no hace mucho tiempo, trajeron a una jovencita. Se hacía llamar Luna". Sonrió con su estilo paternal y cariñoso. "Un alma tan encantadora. Un poco extraña, incluso para ustedes, pero, aun así, una persona de buen corazón. Nos habló de ti y…" —dudó, luego suspiró con dureza—. "De ti y de tu marido. Nos dijo que tú... dijo que tú... que tú mataste al profesor Dumbledore." —Sacudió la cabeza—. "Bueno, tu madre y yo le aclaramos eso. «Mi Hermione no haría daño a nadie», le dije." —La miró con convicción preocupada.

"Pero nos dijo que era verdad" —dijo Jean, y tomó la mano de su marido—. "Y el señor Ollivander dijo que había salido en El Profeta" —miró de Martin a su hija—. "¿Qué pasó, Hermione?" Ella asintió, como si estuviera de acuerdo con algún monólogo interno—. "Si es verdad, entonces debe haber habido una razón."

Y así, Hermione les contó todo lo que había sucedido, hasta el momento en que los habían sacado de su celda justo a tiempo para ver a Bellatrix maldiciéndola en la alfombra de la Mansión Malfoy. A medida que se desarrollaba la historia, Martin y Jean se quedaron horrorizados, aturdidos, sorprendidos, encantados y devastados por turnos.

"¿Así que el anciano se estaba muriendo de todos modos?" dijo Martin, frunciendo el ceño. Hermione asintió. Parecía enojado. "¡Qué cosa más manipuladora! Obligarte a ti y a tu marido... Severus", se corrigió, tratando de mostrarse dispuesto, "Severus, a hacer esto. Dios, esa gente mágica tienen su propio código de ética, ¿no?"

"Papá", replicó Hermione, con voz ligeramente reprochadora. "Yo soy parte de esa gente mágica".

Parecía un poco avergonzado, pero se mantuvo firme. "Pero, ¿quién obliga a personas inocentes a matarlos solo para preparar un plan elaborado?"

Hermione se encogió de hombros. "El tipo de persona que querría ver al Señor Oscuro derrotado más que cualquier otra cosa. No era perfecto, pero Dumbledore quería que tuviéramos todas las ventajas cuando se trataba de ayudar a Harry a derrotar a Ya-Saben-Quién. Incluso si eso significara que nos tildaran de asesinos para que pudiéramos infiltrarnos con el enemigo."

Jean Granger reflexionó un momento. "¿Así que tú y Severus eran espías?" —Su voz sonaba impresionada, como si en esto también estuviera orgullosa de su talentosa hija.

Hermione asintió. "Y hasta anoche, éramos buenos en eso." Cerró los ojos mientras el dolor la invadía, como una ola de náuseas. ¿Dejaría alguna vez de sentir esas oleadas de dolorosa y desconsolada pérdida?

Por ellos, se enteró de que Dobby, el elfo doméstico, había aparecido poco después de que se desmayara por el dolor del Crucio y los había llevado, junto con los demás, a El Refugio, la más segura de las casas seguras restantes. Había regresado para buscar a Hermione y Severus, pero no los había rescatado a tiempo.

Al parecer, Harry se había visto obligado a dar la orden más imperiosa a Dobby de no dañarse permanentemente. El desventurado elfo doméstico se culpaba por completo. Había llorado durante horas, desconsolado por su fracaso.

"La mujer de cabello oscuro que te estaba torturando", dijo Martin, estremeciéndose. "Es una persona horrible. Nos llamaba con nombres horribles, amenazaba con hacernos las cosas más indescriptibles. Gracias a Dios no la veíamos a menudo".

Moviéndose incómoda en la cama, Hermione explicó: "Bellatrix Lestrange los retenía allí para usarlos en mi contra. Estaba celosa de la forma en que el Señor Oscuro favorecía a Severus y a mí en lugar de a ella." Y apuesto a que planeaba invitarnos a su casa una noche muy pronto, y presentarlos exactamente como a la pobre Profesora Burbage, solo para probar nuestra lealtad frente al Señor Oscuro. Lucharé por el privilegio de destriparte como a un pez, Bellatrix Lestrange.

Como si sintiera los pensamientos vengativos de su hija, Jean Granger acercó a Hermione. "Oh, cariño, todos hemos pasado por un infierno. De verdad que no sé cómo tú y tu Severus pudieron aguantar tanto tiempo."

Hermione se encogió de hombros. "Aguantamos porque nos amábamos." No podía hablar de esa última y horrible discusión. Apenas podía pensar en ella.

Jean continuó: "Pero somos una familia, y los Granger somos duros. Vamos a superar esto, Hermione, y tú también." Miró a su esposo, que asintió y rodeó a su hija con sus brazos.

Hermione sintió su amor como un bálsamo para su espíritu roto. Era algo muy típico de ellos. El día que recibió la carta de Hogwarts, se quedaron atónitos, por decir lo menos. Pero la increíble noticia de que su hija era una bruja fue recibida con fuerza y una firme determinación de aceptar y prosperar dentro de los cambios en sus vidas. Incluso su padre, que se ponía nervioso si el Daily Mail no llegaba a la misma hora todos los días, aceptó la singularidad de su hija, porque su amor por ella anuló su necesidad de hábito. A lo largo de su vida, habían sido el dúo más imperturbable, afrontando extraordinarios cambios de paradigma en la estructura de sus días con un desconcertado ánimo.

Cuando le había insinuado a su madre ese día lejano que estaba enamorada de Severus, su madre había tomado la noticia de esa manera característicamente abierta y confiada que incluso ahora conmovía a Hermione. Cuando se trataba de la hija que amaban, nada estaba fuera de consideración. Nunca habían sido del tipo que rehuye una verdad, incluso si los asustaba, y le habían inculcado esa misma actitud.

"No hemos recuperado del todo nuestras fuerzas para luchar, pero casi lo hemos logrado. Esa preciosa chica francesa nos ha estado administrando pociones y, personalmente, me siento cien por ciento mejor" —añadió mirando fijamente a su hija—. "Vamos a ayudar. Sea lo que sea que necesitemos hacer, estamos contigo, Hermione. Si eso significa luchar, estaremos con los médicos. Tanto tu madre como yo estamos entrenados en primeros auxilios, así que podemos ayudar allí. Pero, sea lo que sea que necesites, cuenta con nosotros."

Se le quebró la voz y, por primera vez en la vida de Hermione, vio lágrimas en los ojos de su valiente padre. "Vamos a luchar para honrar a ese hombre tuyo. Nos aseguraremos de que todos sepan que Severus Snape y Hermione Granger estaban del lado correcto."

Hermione abrazó a su padre con fuerza. Cuando se apartó, lo corrigió con suavidad. "Hermione Granger-Snape, papá." El orgullo le tensó la columna.

"Mi nombre es Hermione Granger-Snape".

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Martin y Jean se marcharon poco después, prometiendo volver con algo de comer, y tal vez un poco de Poción de Sueño sin Sueños. Hermione les dio las gracias, pero sabía que no estaba en condiciones de comer. La idea de eso la hacía sentir mal.

Mientras esperaba a que regresaran, el cansancio de la horrible noche la encontró. Cayó en un sueño ligero e inquieto y soñó con Severus. Estaba de pie en medio de lo que parecía un desierto, y estaba hablando con alguien. De repente, sus rasgos severos se suavizaron, y él y su compañero se giraron y la miraron directamente. Aunque Hermione no podía escuchar la conversación, supo instintivamente que estaban hablando de ella.

Una ráfaga de viento levantó la capa que llevaba Severus, agitándola alrededor de su cuerpo. El hombre que estaba con él se estiró y se la quitó de los hombros. Estaba desnudo como su madre lo trajo al mundo, y se veía tan pálido y vulnerable que todo el amor protector de Hermione se extendió hacia él. En ese momento, caminó hacia ella como para darle la bienvenida.

Justo cuando ella se dirigía hacia él, desapareció con un destello de luz brillante que quemó las retinas de Hermione, y la luz fue reemplazada por un sonido, un sonido que comenzó como un zumbido distante y llegó rápidamente llegó a su conciencia como un tren de carga.

ÉL ESTABA AQUÍ, ESTÁ VIVO, ESTÁ AQUÍ, AQUÍ, AQUÍ, ESTOY AQUÍ, ESTOY VIVO, ESTOY AQUÍ, ESTOY AQUÍ, ESTOY AQUÍ, ESTOY AQUÍ.

Un gran trueno estalló dentro de la cabaña. Los relámpagos marcaron la noche con una iluminación tan deslumbrante que podía verse a través de los ojos cerrados de todos los habitantes, despertándolos de golpe.

Martin y Jean entraron apresuradamente en la habitación de Hermione justo cuando ella se incorporó de golpe en la cama, gritando el nombre de su marido.

"¡SEVERUS!"

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Hermione pasó volando junto a sus padres hacia el pasillo y entró en la habitación contigua, que estaba bañada de luz y sonido, como si un enorme foco brillara desde dentro. Comenzó a correr directamente hacia la luz, sin prestar atención a las manos y las voces que la instaron a tener cuidado, pero luego se congeló y todo el aire abandonó sus pulmones. Por un momento, Hermione se quedó quieta, sin aire, pensando que era solo un sueño y rezando para que no lo fuera y pensando que si lo era, iba a morir y...

Él estaba allí.

Severus Granger-Snape estaba de pie junto a la cama: vivo, desnudo, brillando como plata.

Se miró a sí mismo, luego la miró a ella. Su expresión cambió de confusión a conmoción, luego a miedo y luego a alegría, y el brillo se volvió cegadoramente blanco mientras le tendía los brazos. Su voz rugió en su cabeza con el poder y el triunfo de un himno. ¡Hermione! ¡Pequeña, he regresado a ti!

Hermione corrió hacia la habitación, tropezando con su larga túnica mientras se tambaleaba hacia él. Con un grito de sorpresa, ella cayó, sus brazos se movieron como molinos de viento salvajemente, pero él la atrapó sin esfuerzo en sus brazos y la estrechó contra su pecho antes de que cayera al suelo. Ella sollozó su nombre, agarrándose de sus hombros, arrojando sus brazos alrededor de su cuello, totalmente abrumada por su fuerte abrazo, su luz cegadora, su vitalidad.

La levantó hasta que estuvo envuelta alrededor de él, aferrándose a él como una enredadera, y cubrió su rostro de besos. "Hermione", susurró, una y otra vez, sus besos cálidos y frenéticos, su rostro tan cálido como el desierto en su sueño. "Hermione, mi niña", gimió, y ella respondió de la misma manera, besándolo con la misma euforia salvaje.

El resplandor de la milagrosa energía que había llevado a Severus de regreso a sus brazos se desvaneció gradualmente, dejando la habitación a oscuras, iluminada solo por las velas negras de luto que Luna había transfigurado. Hermione enterró su rostro contra su garganta pálida e impecable. Sus brazos la apretaron dolorosamente, como si ella fuera el sueño. Entonces una mano ahuecó su barbilla y sostuvo su cabeza para que sus ojos se encontraran. Hermione miró hacia arriba a la cara de su esposo, estudiándola, memorizándola de nuevo: esos preciosos ángulos y planos encantadores, sus ojos negros, líquidos y oscuros, su boca finamente esculpida, sus cejas expresivas. Él estaba realmente allí, y no era un sueño. Su cuerpo, que había estado frío y quieto apenas unos momentos antes, estaba cálido y palpitaba con vida, y el latido del corazón que había escuchado contra su oído era tan fuerte, seguro y constante como siempre.

Con una sonrisa irónica, su hermosa voz inundó la habitación como la luz del sol. "¿Crees que algo podría interponerse entre nosotros, pequeña?"

Hermione jadeó; desde dentro, su alma se regocijó, restaurada instantáneamente por su voz sanadora. Era el mismo barítono profundo y melifluo que conocía tan bien, pero sonaba, si era posible, incluso más seductor. Tenía armonías y matices que nunca había escuchado antes. Era como oír una voz familiar, procedente de una garganta más joven. Tenía un tono juvenil en las notas graves profundas, lo que le daba una calidad musical. Era el sonido más dulce que creía no volver a oír nunca.

Acercándose lo más que pudo, susurró: "Di algo más".

Él se rió suavemente. "¿Y qué quieres que diga, mi niña?"

Hermione rió temblorosamente. "Cualquier cosa. Sólo para escuchar tu voz de nuevo".

Sus cálidos labios rozaron su frente. En una voz tan baja que era un susurro oscuro en su oído, respondió: "Diré lo que quieras, siempre y cuando me dejes hablarte". Le tocó la mejilla con ternura, y la expresión de su rostro reflejó su asombro por volver a la vida, su alegría por tocarla de nuevo, todo ello unido a la abrumadora comprensión de que literalmente había regresado de la tumba. Sus palabras temblaron de emoción mientras la miraba, con una expresión de asombro en su rostro anguloso. "Lo único que quiero decir es que, gracias a Merlín, estás bien y que te amo."

Entonces, él le agarró la cabeza entre las manos y le besó la boca con el beso más ardiente y apasionado que jamás le había dado.

Vagamente, escuchó un jadeo colectivo de la multitud que estaba parada en la puerta. Sin prestar atención a la audiencia, Hermione se entregó a su esposo, saboreando el beso que, en teoría, nunca debería haber probado de nuevo.

Finalmente, escuchó el sonido inconfundible de una garganta que se aclaraba y Severus levantó la cabeza de mala gana. Mientras la envolvía protectoramente en sus brazos, murmuró: "Creo que el momento de recitar Shakespeare tendrá que esperar, pequeña. Parece que tenemos compañía."

Hermione asintió y luego se volvió hacia la multitud de brujas y magos que se agolpaban justo dentro de la puerta de la habitación, con sus rostros sorprendidos y en conflicto. Con la excepción de sus padres, que miraban con una mezcla de alegría y asombro, todos los presentes tenían varitas en las manos. Colocó su cuerpo entre Severus y los demás. Se secó las lágrimas y declaró: "Si están aquí para hacer algo más que darle la bienvenida a mi esposo de regreso a la tierra de los vivos, les advierto que tendrán una pelea muy dura por delante."

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Ron fue el primero en encontrar su voz. Tenía el rostro pálido detrás de sus pecas. "¿Qué, buscar pelea contigo? Maldita sea, Hermione, acabamos de ver a alguien resucitar de entre los muertos. Dudo que pueda lanzar un hechizo para atar los cordones de los zapatos ahora mismo."

Severus sonrió, arrastrando las palabras. "Y hay quienes se preguntan por qué temo por el futuro del mundo mágico, señor Weasley."

Ron se sobresaltó, luego sonrió con arrepentimiento. "Cállate, Snape. El hecho de que hayas hecho una hazaña digna de Merlin no significa que todavía tengamos que soportar tu sarcasmo."

Desde atrás, Hermione escuchó la suave risa de respuesta de su esposo, y la tensión se alivió un poco. Entonces Harry entró en la habitación, con la varita levantada.

Hermione se mantuvo firme. "Harry "—dijo en voz baja, en tono de advertencia.

"Hermione, sé que quieres que este sea tu marido…"

"Es mi marido, Harry" —respondió ella, levantando su propia varita en una pose defensiva.

Harry se negó a dar marcha atrás. "La gente no resucita de entre los muertos, ni siquiera en el mundo mágico, Hermione." —Hizo un gesto hacia la esquina trasera—. "Había alguien con él en la habitación. Lo vi. ¿Cómo sabemos que esto no es algún tipo de truco?"

"Oh, ese era Regulus Black."

Todas las cabezas se volvieron hacia Luna. Había estado de pie junto a la cama sin que nadie se diera cuenta, sus ojos mágicos tan serenos y tranquilos como siempre. "Estaba velando al profesor." —Se volvió hacia Severus—. "Por cierto, es encantador verlo con vida de nuevo, señor."

"Me encuentro haciendo eco de sus sentimientos, señorita Lovegood. Gracias."

Hermione sonrió a pesar de la tensa situación. Sólo Severus Snape podía ser tan firme con su esposa actuando como su único escudo entre una banda de magos hostiles y sus partes vulnerables.

"De todos modos" —continuó Luna, examinando sus uñas—, "Reg me dijo que el profesor Snape tenía asuntos pendientes y tenía que volver." —Se volvió hacia Hermione con una sonrisa—. "Estaba a punto de ir a despertarte cuando te escuché llamar al profesor. Y luego, por supuesto, estaba despierto."

"Y muy desnudo. ¿Qué pasó con su ropa?" —preguntó Ron, mirando más allá de Hermione hacia la figura desnuda de Severus. Cuenta con Ron para que esté boquiabierto mirando tus partes privadas mientras todos los demás están reflexionando sobre los misterios de la vida, pensó Hermione.

Yo pensé lo mismo, fue la respuesta irónica, y Hermione pudo escuchar una sonrisa en su tono.

"Ustedes dos están haciendo eso otra vez, ¿no?" —dijo Ron. Se volvió hacia los demás—. "Pueden escuchar los pensamientos del otro, ¿saben?" —Hizo una mueca—. "Me vuelve paranoico. Siempre tengo la sensación de que dicen cosas sobre mí a mis espaldas."

"Eso es porque normalmente lo hacemos, señor Weasley", replicó Severus, ganándose una risita del grupo.

Poniendo los ojos en blanco, Hermione rápidamente transformó la ropa de cama en una capa y la colocó sobre los hombros de Severus. Él la soltó sólo el tiempo suficiente para que realizara esta tarea, luego la rodeó con sus brazos nuevamente.

"Sospecho que la luz quemó su ropa", respondió Luna. "Verán, era extremadamente brillante. Si Reg no me hubiera advertido que me protegiera los ojos, creo que podría haber quedado ciega. Regresar de más allá del velo requiere mucha energía, ¿saben?".

Armados con esta información, el grupo se miró entre sí. "No sé qué pensar", dijo Harry, inseguro.

"Te lo digo, Harry, este es mi esposo. Tengo formas de saberlo", gruñó Hermione con los dientes apretados.

"Harry, te lo acabo de decir "—dijo Ron, mirando a su amigo con inquietud—. "Se leen los pensamientos entre sí."

Ignorando a su amigo, la varita de Harry permaneció apuntando hacia Severus. "Dime algo que solo tú y yo sepamos."

Severus respiró en voz baja. "Muy bien, señor Potter."

Hermione podía sentir la indignación y la ira creciendo en su pecho. "Harry, el hombre acaba de regresar de entre los muertos. Severus no tiene que demostrarle nada a nadie. Por la forma en que te comportas, cualquiera pensaría que estás celoso de que ya no eres el único que sobrevivió al Avada de Ya-Sabes-Quién."

Desde atrás, Severus le apretó los hombros y ella se giró para ver un ceño familiar en su rostro. "Está bien, Hermione. Intenta verlo desde su punto de vista." —Miró hacia el cuadro en la puerta—. "Yo sería igual de cauteloso."

Bill Weasley lo interrumpió. "Vamos, todos. Esta no es una conversación que debamos escuchar." Empezó a sacar al resto de la familia de la habitación.

Los padres de Hermione se quedaron un momento más. Jean Granger miró a su hija. "Estaremos afuera, si nos necesitas, querida." —Tomó la mano que Martin le ofrecía y luego se volvió hacia su yerno—. "Supongo que, en estas circunstancias, decir "encantada de conocerte" suena un poco insulso. Uno no sabe cómo dirigirse a un yerno que no sabía que tenía incluso en las mejores circunstancias, pero en este caso…" —Se quedó en silencio.

Severus se compadeció de ella. "Sí, señora Granger, es una situación que me está desconcertando. ¿Bastaría con decir que me alegro de que estén vivos y que espero que ustedes, a cambio, estén contentos de que yo sea su nuevo yerno?"

Martin asintió. "Es un buen comienzo para mí."

Jean se inclinó más cerca. Confidencialmente, agregó: "Espero que podamos hablar pronto. Debo decir que la vida como padres de Hermione nunca ha sido aburrida, pero creo que esto se lleva el premio."

Severus se inclinó ante su suegra. "En efecto. Hablaremos pronto". Observó a los padres de Hermione pensativamente y luego agregó: "Gracias".

"¿Gracias por qué?", preguntó Martin.

Severus miró la cabeza rizada de su esposa y luego a su padre. "Por ella".

Martin y Jean intercambiaron una mirada, como si ellos también pudieran leer los pensamientos del otro. Jean respondió: "Llámenos si nos necesitan".

Hermione vio cómo sus padres salían de la habitación y la puerta se cerró suavemente, dejando a Severus, Hermione y Harry solos. Se volvió hacia Harry, preparada para el ataque. "Di lo que tengas que decir, Harry".

Harry negó con la cabeza. "Hermione, solo quiero la verdad. Estoy tan harto de que me digan medias verdades, pistas e insinuaciones veladas. Nos estamos quedando sin tiempo." —Miró más allá de ella hacia Severus—. "He descubierto que tengo que morir para cumplir la profecía. Sé que soy un Horrocrux." —Con una mirada de súplica en sus brillantes ojos verdes, Harry dijo—: "Sólo quiero saber las cosas que no le dijiste a Dumbledore en tus recuerdos."

Severus parecía sombrío pero aliviado. "¿Así que los viste?" —preguntó. Cuando Harry asintió, Severus se encogió de hombros. "Entonces pensaría que mis motivos eran evidentes, señor Potter."

Harry asintió, pero se mantuvo firme. "Quiero escucharlo de ti."

Sintiendo que el punto de ebullición de Hermione estaba llegando a niveles críticos, Severus puso una mano sobre su hombro. "Muy bien. Responderé a tus preguntas y aceptaré tu condena, pero luego debo pedirte que también discutamos este Horrocrux que no has podido destruir."

Los ojos de Harry se abrieron. "¿Cómo sabes eso?"

Severus casi, pero no del todo, puso los ojos en blanco. "El hombre que lo robó me ha informado de forma fiable." —Hizo una pausa por un momento, como para ordenar sus pensamientos, y luego comenzó—: "Su madre y yo nos hicimos amigos antes de empezar la escuela, señor Potter. Me enamoré de ella, pero nos distanciamos, y debido a la profecía que escuché, ella se convirtió en un objetivo para el Señor Oscuro. Y debido a eso, él mató a sus padres y trató de matarlo a usted."

Cuando Harry no respondió, Severus continuó. "Señor Potter, fui un hombre tonto y egoísta que creyó con todo mi corazón que Lily me habría elegido si James Potter y sus amigos no hubieran realizado todos esos actos de humillación sobre mí para reducirme ante sus ojos. Yo en verdad lo creía."

"Pero fui yo quien llamó a su madre sangre sucia. Fui yo quien la alejó." —Bajó la cabeza. —"Y sí, cuando Señor Oscuro dijo que usted y el señor Longbottom eran las dos posibilidades para cumplir la profecía, me prometió que perdonaría la vida de Lily como recompensa. Así que, aunque yo no le dije directamente que fuera tras usted, tampoco lo desanimé."

Su voz sonaba hueca por el arrepentimiento. "Debería haber sabido que no tenía intención de salvar a Lily por mí. En la mente del Señor Oscuro, nadie puede ser más importante para un mortífago que él. En el momento en que declaré mis intenciones hacía su madre, ella fue marcada para morir. Cuando descubrí que había matado a Lily y a James, me arrojé a los pies de Albus y le supliqué que me llevara a Azkaban. En cambio, me llevó a una prisión diferente: Hogwarts, donde me convertí en su espía."

Harry respiraba con dificultad. "¿Así que no sabías que Colagusano era su guardián del secreto?"

Severus negó con la cabeza. "No. Hasta que se reveló lo contrario en su tercer año en Hogwarts, había creído con todo mi corazón que Sirius había…"

"Lo sé" —interrumpió Harry, con el rostro marcado por el dolor—. "Vi el recuerdo de él burlándose de ti cuando él... trató de lastimar a Hermione." —Sacudió la cabeza—. "Sirius también estaba enamorado de mi madre, ¿no?"

Severus se encogió de hombros. "No me corresponde a mí decirlo." —Su expresión se suavizó y agregó en voz baja—: "Muchos de nosotros lo estábamos." Hermione pensó que parecía melancólico, pero sin la horrible y aplastante culpa que lo había perseguido durante los primeros días de su floreciente relación—. "Ella había sido mi primera amiga, y como tantos chicos, confundí esa amistad con algo más de lo que realmente era." —Frunció el ceño—. "Mi familia era muy pobre. Nunca había tenido nada que pudiera llamar mío antes de que Lily llegara a mi vida. Estaba lleno de celos mezquinos e inseguridad, y esa es una poción muy volátil en el caldero del corazón, especialmente en el corazón de un joven tan resentido y codicioso como yo."

Harry se frotó la frente, como si le doliera la cicatriz. "V-vi por los recuerdos que le pediste que te perdonara, pero ella no lo hizo." —Miró a Severus con algo casi parecido a la lástima—. "Tal vez si lo hubiera hecho, las cosas podrían haber resultado diferentes."

El trío permaneció en silencio por un tiempo, el tictac del reloj como su único acompañamiento. Finalmente, Harry dijo: "Realmente no estoy seguro de cómo me siento sobre esto. Quiero odiarte, por poner a mis padres en la mira. Pero tú no traicionaste su escondite, y tú no lanzaste la Maldición Asesina sobre mi madre."

"No. Una parte de mí murió esa noche, Sr. Potter" —respondió Severus, aferrándose a la mano de Hermione. "Durante muchos años me dije a mí mismo que era imperdonable."

"No." —Los dos hombres se volvieron hacia Hermione. Ella estaba mirando a Severus—. "Dumbledore te dijo que eras imperdonable." —Se volvió hacia Harry—. "¡Severus ni siquiera tenía veinte años! Era un niño atrapado entre las mentiras de un loco y las maquinaciones de un mago arrogante que lo veía como nada más que una herramienta. Severus ha pagado por lo que hizo. Harry, desde el momento en que tus padres fueron asesinados, ¡este hombre ha dedicado su vida a protegerte! Viste los recuerdos. ¡Lo has visto una y otra vez mientras estábamos en Hogwarts! ¿Crees que eso va a cambiar?" Ella apretó la mano de Severus. Suplicante, dijo: "Concédele su perdón, Harry. Se lo merece."

Severus le devolvió el apretón. Pacientemente, dijo: "Hermione, la historia compartida entre el Sr. Potter y yo no es agradable. Lo miré y vi en él a su padre. Le hice pagar por los pecados de James Potter cada vez que tuve la oportunidad. No he sido amable con él, ni siquiera cuando buscaba protegerlo. No puedo esperar nada del señor Potter más que su desprecio y su desconfianza." —Miró a Harry—. "Pero al menos será un odio sincero, por las razones correctas, y no por medias verdades, indirectas e insinuaciones veladas."

Harry y Severus se miraron en silencio. Finalmente, Harry dijo: "No puedo permitirme odiarte, Snape. Si alguna vez aprenderé a quererte o no es otro asunto, pero al menos puedo perdonarte." Harry le tendió la mano.

Cuando se dieron la mano, Severus respondió: "Eso era lo máximo que esperaba recibir, señor Potter."

La tensión en la habitación se disipó y, gradualmente, los tres se relajaron. En voz baja, Harry preguntó: "¿Los viste? ¿A alguno de ellos? ¿Cuándo estabas, ya sabes, dondequiera que estuvieras?"

Severus se quedó quieto y su cuerpo irradió un calor repentino. Hermione podía sentirlo, y él se apoyó contra ella. "Los escuché. Escuché su amor, su alegría y su propósito." —Hermione miró hacia su rostro pálido y ascético, y se quedó atónita ante el asombro y la reverencia que vio en sus ojos. Su voz era tan suave y aturdida como la de un niño—. "Están allí, y nos están cuidando a todos." —Después de la más mínima vacilación, Severus agregó—: "Pero también le diré esto, Sr. Potter. Yo también fui uno de los Horrocruxes del Señor Oscuro."

Hermione jadeó en estado de shock, y él se volvió hacia ella con una sonrisa. "Te lo explicaré todo más tarde, pequeña, pero sí, yo también era una posibilidad para la profecía, como el Sr. Potter y el Sr. Longbottom." —Miró a Harry—. "Entonces, tal vez, si mi experiencia es algo para juzgar, el futuro puede no ser tan sombrío como piensa."

Los tres permanecieron en silencio, perdidos en sus pensamientos: Harry esperanzado, Severus sereno, Hermione aliviada. El día se fue haciendo más claro a medida que el alba se desprendía sobre el mar, bañando la habitación con una luz perlada, color melocotón, pero no le prestaron mucha atención. Hermione podía sentir los pensamientos de Severus mientras lamían los suyos como suaves olas en la orilla. Eran relajantes, y se apoyó en él, absorbiendo su calor sólido y generoso.

Harry fue el primero en romper el silencio. Observó a Snape pensativamente. "Cuando llegamos por primera vez a Hogwarts nos dijiste que podías enseñarnos a poner un alto a la muerte. Y todo este tiempo pensé que era solo en sentido figurado." Sacudiendo la cabeza ante la maravilla de todo eso, Harry se dirigió a la puerta, luego vaciló y se dio la vuelta de nuevo. "Sabes, el Sombrero Seleccionador casi me coloca en Slytherin."

Severus asintió. "Lo sé. Me lo dijo" —añadió secamente—. "A veces pensaba en usted y Draco Malfoy juntos en mi casa y me estremecía ante las implicaciones."

Para su sorpresa, Harry se rió. "Yo también." Él se calmó, luego asintió, como si ya hubiera tomado una decisión. "Hay mucho por hacer. Tenemos que crear un consejo de guerra, Snape."

Harry miró a Hermione y le dio una sonrisa torcida. "Tenemos que repensar nuestras tácticas. Dicen que se necesita un ladrón para atrapar a un ladrón." —Miró a Severus—. "Creo que se necesitará un Slytherin para derrotar a un Slytherin." —Sus brillantes ojos verdes estaban sombríos—. "Contigo fuera de Hogwarts, tengo miedo incluso de pensar en cómo les irá a Ginny y los demás."

"Yo también, señor Potter…"

"Harry. Si vamos a ganar esta guerra juntos, creo que las formalidades son probablemente una pérdida de tiempo en este punto del proceso."

La boca de Severus se torció, y Hermione sintió las emociones conflictivas en su interior. "En ese caso, Harry, tal vez podamos reunirnos con los demás más tarde en el día y discutir la estrategia. La estrategia Slytherin" —añadió con ironía.

Harry asintió. "Se lo diré a los demás." —Puso la mano en el pomo de la puerta y se dio la vuelta—. "Yo descansaría, si fuera tú. Matar ese Horrocrux no va a ser tan fácil como crees." —Sonrió—. "Incluso para ti, el Profesor-Que-Vivió."

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Harry cerró la puerta detrás de él, dejándolos solos. Con una velocidad indecente, Hermione cerró la puerta con llave, la protegió como si fuera una bóveda de Gringotts y colocó un hechizo silenciador pesado como una manta alrededor de la habitación. Se dio la vuelta y corrió hacia sus brazos que la esperaban, mirándolo con una alegría simple y atónita.

Él suspiró cuando ella se fundió contra su cuerpo. Ahuecó su mejilla sedosa y la miró a la cara. "Hay tantas cosas que debo decirte", dijo, su cuerpo respondiendo a su suave calor, "pero por mi vida, no puedo pensar en ni una sola de ellas".

"Puedes contarme todo más tarde", dijo, sus suaves ojos absorbiéndolo. "Ahora mismo, todo en lo que puedo pensar es en desnudarte y mostrarte lo feliz que estoy de que estés vivo. Pero primero", agregó con seriedad, "hay algo importante que tienes que ver".

"¿Qué?", preguntó, alarmado por el cambio repentino. "¿Te encuentras mal? ¿Pasa algo?"

Ella negó con la cabeza, con el rostro lleno de asombro. "No pasa nada, Severus. ¡Mírate!" —Hermione señaló un espejo sobre un pequeño tocador. Obedientemente, Severus la siguió y se inclinó hacia delante para ver el reflejo de un hombre diferente.

Sus patas de gallo, fruto de años de entrecerrar los ojos en calderos oscuros... las duras líneas de un millón de ceños fruncidos... la raya vertical entre sus cejas por cada ceño fruncido que había dibujado, todo había desaparecido.

Parecía tan joven como Hermione. No era de extrañar que Potter no creyera que era él.

"Merlín" —suspiró, mirándolo más de cerca. Como cualquier hombre que miraba su rostro todos los días, estaba muy familiarizado con cada aspecto de él. Su cabello todavía estaba lacio y no muy bien cortado, su nariz seguía prominente y sus dientes tenían la misma configuración torcida que tenían cuando habían crecido por primera vez en sus encías. Eran parte de la hoja de ruta de su dura educación y de la vida aún más dura que había elegido para sí mismo. Pero incluso estos se veían mejor, maltratados, más aceptables.

Desde detrás de su hombro, Hermione captó su mirada en su reflejo. Envolvió sus brazos alrededor de su cintura. "Eres aún más hermoso", dijo, su sonrisa brillante cálida con orgullo.

Él resopló. "Nunca he sido hermoso, a los ojos de nadie más que a los tuyos, Hermione". Sin embargo, no podía dejar de mirar su reflejo. Reconoció este rostro; oh, sí. Había estudiado este rostro con el mismo cuidado, la noche en que había tomado su Marca Tenebrosa. Pero incluso entonces, no se veía tan sereno o atractivo.

Se le había permitido presionar el botón de reinicio y comenzar de nuevo.

Se volvió del espejo hacia Hermione. Mirándola a los ojos color miel, su amor por ella lo inundó como una brisa del desierto, y su cuerpo renovado respondió de inmediato. Sus ojos se abrieron, luego brillaron con aprobación.

"¿Todavía quieres desnudarme, bruja?" dijo, su voz sedosa y sensual para sus propios oídos.

Hermione le dio una pequeña sonrisa maliciosa. "Más que nunca."

"Entonces ven aquí" —ordenó, con la voz llena de promesas. Ella corrió a sus brazos, llevando consigo un fuego que lamía su cuerpo, instalándose en sus venas como un vino embriagador. Él sintió el mismo rubor embriagador dentro de su mente; era profundo y sólido, un orgasmo en sí mismo. La acercó más. Ella cerró los ojos y se frotó contra él como un gato.

Ha pasado tanto tiempo, Severus. ¡Dioses, te deseo! La comunión entre ellos se sentía dichosa, saludablemente buena, como una mano sabia que le rascaba la espalda en todos esos lugares difíciles de alcanzar. Mientras sus pensamientos se entrelazaban, sus cuerpos se calentaban mientras se frotaban uno contra el otro, tratando de encontrar esa dulce fricción que necesitaban.

Con un gemido entrecortado, él agarró la parte de atrás de su cabeza y la besó desesperadamente, separando sus labios en forma de corazón y succionando su lengua dentro de su boca. Ella arrastró sus dedos a lo largo de su espalda mientras él la saqueaba con abandono. Sus besos siempre lo habían intoxicado, y bebió con avidez sus gemidos, alimentándola con sus propios gruñidos.

Casi le arrancó la bata del cuerpo mientras ella se retorcía contra él con hambre pagana. Sus manos estaban por todas partes: acariciando su rostro, deslizándose sobre su pecho, dejando un rastro de fuego por su cuerpo hasta que finalmente lo tomó en sus manos, acariciándolo con movimientos que eran a la vez emocionantes y familiares.

Con un jadeo, ella se apartó de su beso sofocante y se inclinó hacia adelante, golpeando su pezón con la lengua. Él siseó cuando ella lo succionó en su boca, enviando chispas de excitación chisporroteando por su columna vertebral. Sus manos se entrelazaron en su cabello, acariciando su cuero cabelludo, presionándola cerca, instándola a chupar más fuerte, a marcarlo con sus dientes, labios y lengua.

Sus ojos se cerraron cuando ella soltó su pezón y se deslizó hacia abajo sobre sus rodillas. Una suave palma ahuecó sus bolas, y se estremeció cuando ella lo acarició. "Oh, Merlín". gimió mientras su boca lo envolvía. Los pulsos de calor que surgían por todo su cuerpo hicieron que sus rodillas se doblaran y sus ojos se pusieran en blanco.

Casi desmayado, Severus se desplomó sobre la cama mientras Hermione lo acariciaba. Cayó hacia atrás, con las piernas colgando del borde, sus caderas se agitaban mientras ella lo lamía desde el perineo hasta la punta de su ya brillante polla. El placer lo atravesó como un relámpago antes de una tormenta.

Con un movimiento rápido y seguro, se levantó de la cama y la levantó hasta colocarla sobre ella, luchando por girarlos hasta que estuvo encima de ella. La presionó contra el colchón, besándola febrilmente, separando sus muslos hasta que estuvo acurrucado entre ellos, su furiosa erección gritando por ella. Sus dedos se cerraron ciegamente sobre sus suaves y cálidos pechos, y amasó los hermosos montículos, perforando sus palmas con sus apretados y rosados pezones. Estaban duros y rogaban por su boca. Inclinándose hacia adelante, pasó la lengua sobre la carne dura, deleitándose con su maullido de placer. Sus labios acunaron la deliciosa teta pequeña y la succionaron con fuerza, como a ella le gustaba. Ella gemía con cada respiración, apretando su cabeza contra su pecho, queriendo más. Raspó los dientes contra la punta, lo que envió una descarga de electricidad desde su mente directamente a sus bolas. Su pene le dolía, haciendo notar su presencia, resistiéndose a ser negado un segundo más.

"Hermione" —dijo con voz áspera—, "te necesito…"

"¡Sí!" —Ella ya lo estaba atrayendo hacia donde quería que estuviera, con los ojos vidriosos y ardientes por la lujuria—. "Podemos tomarnos nuestro tiempo más tarde. Te necesito dentro de mí ahora, por favor, Severus."

"Oh, dioses, sí" —gimió, suspendido sobre ella. Había querido ir despacio, para compensar las últimas semanas de negación, pero en el momento en que la punta de su pene se deslizó dentro de su núcleo caliente y húmedo, se perdió. Se hundió en ella y ambos gritaron cuando su polla codiciosa la abrió, la estiró y la llenó.

En ese momento asombroso, Severus se quedó quieto, tratando de respirar, tratando de no correrse. Esto era más glorioso que la primera vez que se había acostado con ella y había tomado su virginidad. Esto era pura inocencia y magia; todo el léxico del sexo y la pasión, reescrito por sus cuerpos. Mientras se alejaba para la siguiente embestida profunda, la sensación que recorría su pene casi lo cegó.

"Oh, joder, Hermione" —gimió, con los dientes apretados. Ella lo miró, su rostro reflejaba su felicidad, y él se zambulló de nuevo en ella, haciéndoles gritar a ambos en la habitación—. "Dioses, eres perfecta" —gimió—. "Tan apretada, caliente y dulce…" La acunó contra su pecho y comenzó a moverse, su ritmo sólido y seguro, cada embestida profunda arrancando un jadeo de sus labios.

"Quiero más" —jadeó ella, y él sintió su cuerpo empujarse contra el suyo, sus caderas retorciéndose contra las suyas. Sonaba frenética y hambrienta—. "Más, Severus, por favor. Quiero más."

Sus súplicas lo encendieron, y se levantó sobre sus antebrazos. Su mano se extendió entre ellos y acarició su clítoris, pellizcándolo y golpeándolo sin piedad. Ella comenzó a estremecerse. "Si quieres más, pequeña" —gruñó, sintiéndola hincharse bajo sus dedos—, "te daré todo lo que puedas soportar."

Ella cerró los ojos, una mirada de casi dolorosa anticipación revoloteó por su hermoso rostro. "Entonces hazlo" —gritó—. "Fóllame, Severus. Duro." Cerró los ojos y gimió febrilmente mientras él se sacudía contra ella.

La besó salvajemente, sus dedos acariciando el pequeño botón nacarado. —"Duro y rápido, como te gusta, mi niña. ¿Es eso lo que quieres? ¿Mi chica quiere que la folle duro?"

No esperó una respuesta. Se incorporó apoyándose en sus manos y dejó que sus caderas se balancearan libremente, como un péndulo, sintiendo su delicioso y apretado calor quemar su polla mientras se mecía dentro de ella. Separó las rodillas para tener un mayor agarre y se estrelló contra ella, follándola hasta que ella gimió su nombre con cada respiración. Ella respondió a sus embestidas con las suyas; sus cuerpos chocaron salvajemente. Su ritmo era despiadado, destruyendo el pensamiento coherente. Enganchó sus rodillas sobre sus brazos, inclinando sus caderas más arriba, hasta que sus implacables embestidas encontraron el suave y pequeño anillo de carne en su interior. Ella echó la cabeza hacia atrás y aulló como un animal. Su clímax los golpeó a ambos como un trueno, y Hermione gritó mientras se corría en grandes y extáticos espasmos.

"Eso es. Oh, ", rugió, mientras su cuerpo se tensaba. "Eso es lo que quiero. Dámelo, Hermione". Severus maldijo impotente mientras cada pulso se aferraba a su polla como cien bocas diminutas lamiendo y chupando su eje. Soltó sus muslos mientras cabalgaba las olas de su orgasmo, ralentizando sus embestidas mientras ella se retorcía impotente debajo de él. Le canturreó, llamándola por dulces nombres, besando sus labios hinchados, deleitándose con su glorioso cuerpo. Ella lo abrazó, diciéndole cuánto lo amaba, cuánto lo necesitaba, lo deseaba.

Él cerró las manos debajo de la parte baja de su espalda y abrió los muslos. Sosteniendo su torso inmóvil, la folló, sus caderas se balanceaban hacia adelante y hacia atrás, rodando, girando dentro y fuera de su coño. "Vamos, pequeña", siseó, su boca cerca de su oído. "Tan buena... sííí... Así... Oh, pequeña, eres tan dulce para follar..." Hermione enganchó sus muslos alrededor de su cintura y lo instó a continuar, sus gemidos entrecortados calientes en su oído. Sus caderas palpitantes se volvieron borrosas mientras él se alimentaba de su calor apretado. "Tan... cerca... tan... jodidamente... cerca..." canturreó, con los ojos cerrados, su liberación hormigueando la punta de su polla con chispas de placer al rojo vivo.

Como si estas chispas la hubieran encendido, su magia floreció libre. Instintivamente, Severus presionó sus labios entre sus pechos, empujando la magia hacia su cuerpo. Su ingle se inundó con lava fundida y ladró un agudo sonido de anticipación. Se estaba corriendo, oh dioses, sí, se iba a correr, y los incineraría a ambos, purificándolos, refinándolos y haciéndolos perfectos...

La magia voló salvajemente sin restricciones desde él, y en ese instante Severus se corrió con un rugido de éxtasis, derramando su semilla en el útero de Hermione. Su cabeza se echó hacia atrás y gritó su liberación mientras pulso tras pulso le robaban el pensamiento, la vista y el habla, y vio manchas rojas detrás de sus ojos. Ella gimió entrecortadamente mientras llegaba al clímax de nuevo, atrayéndolo hacia ella como si nunca lo fuera a dejar ir de nuevo. Él gritó su nombre con cada embestida punzante, hasta que ambos estuvieron aturdidos y agotados y reducidos a un revoltijo de brazos y piernas jadeantes y espasmódicos.

Poco a poco, el corazón palpitante del Severus se fue calmando. Miró a Hermione, con el corazón tan lleno de amor y gratitud que quería llorar. Ella estaba acostada debajo de él, sonrojada, jadeante, sus propias lágrimas de liberación resbalaban por sus sienes. Las besó para retirarlas. Ella gimió su nombre y él la tranquilizó, obligándola a volver a acostarse. "Shh. Está bien, pequeña" —murmuró con voz ronca. Se movió, retirando su peso de las caderas de ella y secándose el sudor de la cara.

Miró su cuerpo y sonrió ante lo que vio. Desde entre sus pechos, hasta los rizos empapados de placer de su monte de Venus, la cicatriz por la maldición de Dolohov ya no existía.

Acarició la hermosa e impecable piel. Aunque lo emocionaba, no lo sorprendía. Durante todo su matrimonio, Hermione había dirigido su magia hacia él, sanando sus cicatrices, su alma, sin tomar nada para sí misma. Ahora le había devuelto lo que le había dado y por fin comprendía por qué ella permitía que su magia volara tan libremente sobre él, bañándolo. Era bueno dejarla ir, enviarla justo donde era necesaria.

Severus besó cada centímetro del milagro. "Mi amor" —murmuró mientras la acunaba en sus brazos—. "Mi Hermione."

Nota de la autora: letra de inicio Take Me I'm Yours - Squeeze

Nota de la traductora: bueno, esta historia está de regreso... AL IGUAL QUE SEVERUS!

Pero primero lo primero, esta versión de los padres de Hermione es una de mis favoritas en fanfics, ya que, como le pasa a Regulus y a muchos otros personajes, canónicamente no sabemos mucho de ellos y pueden ser usados prácticamente como un comodín, en este caso su valentía, su amor incondicional por su hija y su aceptación por Severus los vuelven personajes adorables, creo yo.

Me gustó mucho la forma en la que la autora manejó la conversación entre Harry y Severus, sobre todo porque ahora Harry obtiene mucho antes TODA la información que necesita, además tiene un poco más de esperanza respecto al futuro.

Y esa escena final! Severus es ahora el Profesor Que Vivió y al parecer él y su señora quieren celebrar muy bien que está vivo. Y quien los puede culpar? Espero que disfrutaran el capítulo tanto como yo. Un abrazo a todos!