Harry se molestó cuando escuchó la voz de Cedric, a pesar de no haberle sorprendido su presencia, le molestaba tener qué verlo en cada oportunidad que tuviera con Draco a solas.

—No te quedes callado ¿dónde está tú valentía Diggory? —musitó Draco.

—Tengo más de la qué piensas —respondió Cedric con frialdad.

—Lo dudo bastante —mencionó Draco.

—Harry sabe qué hay hombres mucho más valiosos qué otros —masculló Cedric.

—Por ejemplo Draco —intervino Harry.

Draco le sonrió socarrón a Cedric, sin embargo el qué Harry estuviese detrás de él, no le permitió percatarse de ese detalle.

Pero de lo qué sí fue testigo, era qué el castaño tenía expresión de pocos amigos.

—Te vas a arrepentir de haberlo elegido a él —refunfuñó Cedric, con las manos en los costados formando puños.

—No lo creo, Harry es muy inteligente y sabe lo qué hace, mejor ve a soltar veneno a otra parte —sentenció el rubio.

—Cedric si todavía te queda dignidad es mejor qué te vayas —habló Harry.

—Ya lo has oído —declaró Draco.

Cedric tenía toda la intención de darle su merecido a Draco por haberse metido (según él) con algo qué a él le correspondía, su amistad con Harry había sido buena hasta qué el rubio apareció.

—Yo nunca pierdo y les juro por lo más sagrado qué tengo qué esta no será la excepción —amenazó el castaño, fulminando a los dos chicos con la mirada.

—No tenemos miedo, mejor ve a conseguirte un novio qué falta te hace, pero a Harry no —recalcó Draco.

Harry se ruborizó al escuchar esa respuesta.

—Eso no lo vas a decidir tú —mencionó Cedric.

—Cedric, no tengo intenciones de estar contigo, además esas no son las formas de tratar a alguien ¿por qué no lo entiendes? —preguntó Harry.

—Por qué te amo —respondió Cedric, sus ojos se aguaron.

—Eso no es amor, es obsesión —aclaró Draco.

—Tú no te metas —siseó el castaño.

—Te recuerdo qué fuiste tú el qué se metió en mi conversación con Harry

—¡Ya basta! —sentenció Harry, y se coló entre ambos chicos—, Cedric vete por favor no quiero más problemas

—La vas a pasar mal con este —dijo con intención.

—No lo creo —dijo Draco.

—¡Vete! —ordenó Harry.

—Bien, pero esto no se va a quedar así Harry, tú vas a ser mío —amenazó.

Draco iba a protestar pero Harry lo hizo callar con una mirada, no necesitaba más problemas.

Observaron a Cedric marcharse y Harry giró sobre sus talones quedando frente a Draco.

—Lo siento, no pude evitar ponerlo en su lugar —murmuró el rubio, sin mirar a Harry.

El azabache sonrió aunque él no lo viera y se acercó un poco más a él.

—Se lo buscó —comentó Harry.

—¿Estás molesto? —preguntó Draco, observando al chico con ligera preocupación.

—Para nada, y no quiero hablar de eso, tú y yo tenemos un tema qué tratar —Harry no fue consciente de dónde salió tal valentía para decir eso.

El rubio se ruborizó notablemente y Harry sonrió.

—La verdad no sé cómo explicar esto pero… hay un chico qué me interesa —confesó, dejando frío a Draco—, no me he definido en cuanto a mi orientación y realmente no me interesa hacerlo, yo sólo quiero ser feliz y enamorarme…

—Es algo bueno en realidad —respondió el rubio—, pero yo quería decirte qué… nosotros, es decir qué tú… —titubeó—, tú me gustas Harry

Harry abrió mucho los ojos, no daba crédito a tal confesión, por un instante creyó estar soñar qué Draco correspondía sus sentimientos pero la imagen frente a él de un chico nervioso y ruborizado ante su reciente confesión le obligaron a creer qué todo era completamente REAL.

—Y tú me gustas a mi Draco —confesó Harry.

El rubio respiró aliviado y se acercó hasta él, tomándolo por la cintura.

—¿Qué sigue para nosotros? —preguntó Draco observando aquellos ojos verde brillante qué tanto le gustaban.

—Me gustaría conocernos más y descubrir si todo esto qué sentimos se puede transformar en algo más formal —respondió Harry observando los labios del rubio muy cerca de los suyos.

—A mi también me gustaría —respondió Draco, inclinándose un poco más.

Ambos cerraron los ojos con la intención de poner fin a la distancia. El calor de Draco era envolvente y protector, Harry tuvo la intención de no separarse jamás, sólo faltaban unos centímetros para juntar sus labios…

Pero el timbrazo del celular de Draco los obligó a separarse.

—¡Maldición! —gruñó el rubio.

Harry dejó escapar todo el aire retenido en sus pulmones, no fue consciente del momento en qué se había quedado sin aliento.

—Contesta —respondió el azabache con voz ronca.

Draco sonrió y sacó el celular del interior de la chaqueta, estuvo al teléfono durante unos segundos, lo último qué Harry le escuchó decir fue "Llego en cinco minutos".

—No recordaba qué tenía clase —murmuró Draco—, tengo que irme

—Claro —respondió Harry, no tenía claro cómo actuaría de ahora en adelante con él.

—Nos vemos pronto —dijo el rubio con la intención de alejarse pero antes de dar un paso más, se volvió hacía Harry y le plantó un beso en la mejilla.

El cuerpo de Harry se tensó, su corazón comenzó a palpitar con fuerza y sus mejillas tomaron un fuerte color carmesí.

—Adiós —murmuró Harry cuando Draco se alejó.

El azabache sonrió ampliamente y llevó su mano izquierda a su mejilla, sus dedos rozaron suavemente el lugar qué Draco había besado de forma fugaz. Harry se estaba enamorando muy rápidamente de Draco y no quería equivocarse con él, pero tampoco quería reprimir el sentimiento, y estaba seguro qué mientras más lo conociera más tendría su corazón.

—¿Por qué la demora? —preguntó Hermione cuando Draco tomó asiento junto a ella, cómo lo hacía habitualmente.

—Tenía qué resolver un asunto —respondió el rubio.

—¿Le confesaste a Harry lo qué hablábamos al salir del turno? —preguntó la chica tratando de contener su emoción.

—Algo así, en realidad discutimos con Diggory —confesó Draco.

—¿Otra vez? ¿Y qué quería?

Draco le había contado a su mejor amiga sobre los borrosos recuerdos de la noche de la fiesta, sin embargo ella había estado al tanto gracias a Harry de la discusión qué estuvo a punto de convertirse en una pelea con Cedric Diggory, no obstante los detalles del momento a solas con él lo supo por la boca de su mejor amigo.

—Decirle a Harry qué no soy bueno para él y qué él sí, qué arruiné su posible conquista y bla, bla, sólo tonterías —relató el rubio—, ¿pero sabes qué? el idiota ese mencionó qué había hombres mucho más valiosos qué otros y qué Harry lo sabía, entonces él dijo qué yo lo era

La sonrisa del rubio podría haberle dejado las mejillas entumecidas, la expresión de Hermione era de rebosante alegría.

—No sabes el gusto qué me da—dijo con sinceridad—, ¿y qué más pasó?

—Cuando al fin nos dejó solos después de qué Harry le aclarara qué no tendría nada con él por más qué hiciera drama me confesó qué le gustaba y yo lo hice también, quedamos en conocernos y ver si esto se puede formalizar —finalizó Draco.

Hermione se cubrió la boca con la mano, reprimiendo un grito de felicidad, y abrazó a su mejor amigo.

—Tú más qué nadie merece ser feliz Draco, te admiro tanto y agradezco compartir esta dicha contigo —confesó la chica, a punto de las lágrimas.

—No vayas a llorar por qué yo también lo haré y salen arrugas —mencionó el rubio.

Hermione se río y volvió a abrazarlo, en ese instante su profesor de literatura el señor Binns entró por la puerta, la clase se volvía aburrida al cabo de media hora de relatos, y muchos alumnos dejaban de prestar atención, la buena noticia era qué sólo tomarían clase una hora y qué su profesor estaba a punto de jubilarse al haber alcanzado la edad permitida para dar clase. No obstante el profesor deseaba culminar sus enseñanzas cómo era debido hasta el último día.

—Ya va a empezar tú clase favorita —se burló Hermione al apartarse de Draco.

El rubio rodó los ojos y soltó una risita, tenía la sensación de qué ese día no prestaría atención a la interesante clase del profesor Binns, sus pensamientos estarían enfocados en otra cosa, o mejor dicho en alguien.

Dentro de su enorme dicha, Harry estaba asustado, por el hecho de tener inclinaciones diferentes a las qué la gente estaba acostumbrada, sin embargo a él no le importaban las críticas de los demás, si la gente qué lo quería lo apoyaba tendría suficiente y si no, lo sentía mucho, él no renunciaría a su felicidad.

No obstante la reacción de su familia era lo qué llenaba de nerviosismo, Harry no estaba seguro de cuál sería la opinión qué tendrían sus padres en cuanto les confesara lo qué sentía por Draco o si llegado el momento daban el siguiente paso y formalizaban su relación.

Harry sabía qué al menos podía contar con su padrino, sin embargo a él le dolería mucho no tener el apoyo de sus padres, por qué una cosa era apoyar a su amigo y otra muy distinta a su hijo. Y Harry tomó la decisión de comenzar dicha confesión a su círculo social, y aunque en un principio lo dudaba, lo mejor era platicar dicha situación con Ron, su mejor amigo, y fue por ello qué al día siguiente de su plática con Draco y haber digerido con más calma lo qué estaba pasando, citó a su amigo a la hora de la salida para acompañarlo a casa.

—Llegué —anunció el pelirrojo.

Harry salió de su trance cuando escuchó la voz de Ron, a quién recibió con el mismo saludo cordial, sólo qué esta vez no podía ocultar sus nervios.

—¿Estás bien? —preguntó.

—Sí, o eso creo —respondió con nerviosismo.

—¿Qué ocurre? —Ron frunció el ceño y ladeó la cabeza, igual qué cuando no comprendía un tema escolar.

—Te explico en el camino, me urge hablar contigo, te llevo a casa —ofreció el azabache.

De vez en cuando Harry acompañaba a Ron a casa, en otras ocasiones su hermano Bill lo llevaba de vuelta junto a sus hermanos, pero la mayoría de las veces tomaba el bus, a pesar de qué él ofrecía llevarlo.

—Claro, gracias —respondió.

Harry le quitó el seguro a su Corolla del año en tono blanco y subieron a sus respectivos asientos, Ron de copiloto y él tras el volante.

El muchacho puso en marcha su auto y fue saliendo del lugar de estacionamiento para dirigirse a la caseta interna qué les cedía el paso, mostrando la tarjeta especial qué les permitía estacionar autos, motocicletas y bicicletas.

Una vez circulando sobre la avenida principal de Oxford, Harry tomó aire, apretó el volante y se dio valor para hablar:

—Estoy enamorado —soltó Harry.

—¿Qué? —Ron le miró sorprendido, con ambas cejas levantadas y la boca abierta.

—Me gusta alguien —los dedos de Harry tamborilearon sobre el volante.

—Wow —exclamó Ron—, ¡Eso es genial! No entiendo cómo puedes decirlo cómo si fuera algo malo

—Es qué no te he dicho de quién… —murmuró Harry en voz muy baja.

—No me asustes —dijo el pelirrojo, tomando una expresión seria.

Harry suspiró profundamente, y sin dejar de avanzar por la avenida, tomó de nuevo la palabra:

—Draco Malfoy —confesó sin despegar la vista del frente.

—¿Qué? —preguntó Ron, con la mirada fija en su amigo y una expresión de sorpresa.

—Me gusta Draco —reafirmó el azabache con la voz ligeramente temblorosa.

Ron no dijo nada durante varios minutos, parecía perdido en sus pensamientos. Harry tuvo la impresión de qué no le había parecido la noticia, y mentiría si dijera qué no le afectaba, Ron era más qué su mejor amigo, había sido cómplice en múltiples aventuras, se habían guardado secretos y las familias de ambos los apreciaban, y no quería encontrarse en medio de una situación dolorosa qué le obligará a decidir entre su mejor amigo y el chico del qué estaba enamorado.

—¡Sí era obvio! —se expresó Ron de pronto, obligando a Harry a frenar de golpe en medio de la avenida principal.

Harry volteó a ver a Ron con cara de susto.

—Lo siento, no quise asustarte —se disculpó.

—Casi me da un infarto —Harry respiraba con dificultad, tomó aire y continuó avanzando, por suerte no había coches cerca de ellos.

—Es qué todo me pareció tan lógico ahora, después de qué lo insultaste querías disculparte con él y tú no vas por la vida deseando el mal —comenzó Ron—, en un principio creí qué era por eso, después la forma tan repentina de ser compañeros de equipo y cómo surgió una extraña amistad, pareciera qué se evitaban o mejor dicho, negaban sus sentimientos —concluyó.

—Creo que sí, la realidad fue qué Draco me flechó cuando lo vi pero estaba muy confundido y no sabía cómo reaccionar, solo necesitaba su atención —confesó Harry.

—Ahora lo veo —dijo Ron.

—¿No estás enfadado? —preguntó Harry evitando la mirada de su amigo.

—Me sorprende —respondió—, pero las decisiones qué tomes respecto a tú vida privada no me incumben, tú eres mi mejor amigo por mucho más qué una preferencia y siempre qué quieras un hombro dónde llorar o compartir tus dichas estaré para ti —dijo Ron, curvando una sonrisa en sus labios.

Harry sonrió, en ese momento el semáforo en rojo los obligó a detenerse, el chico puso el freno de mano para poder abrazar a Ron.

—Gracias amigo, era importante para mi tú reacción —murmuró.

—Nunca te juzgaré —los dos amigos se apartaron con una sonrisa en sus labios y el ambiente más ligero—, pero eso sí, Malfoy te rompe el corazón yo le rompo la cara, aunque sea amigo de Hermione

Los dos amigos soltaron una sonora carcajada.

El tema de conversación de camino a casa de Ron fueron Draco y Hermione respectivamente, ambos deseaban invitarlos a salir pero no sabían cómo, o mejor dicho Ron no tenía idea de cómo proponerle una cita a Hermione y Harry le aconsejó ser el mismo e invitarla a un lugar dónde ambos se sintieran cómodos, el pelirrojo prometió darse a la tarea de buscar el lugar ideal y el azabache también lo haría.

Harry se estacionó frente a un edificio en Soho, casualmente uno de los más populares e iluminados de la ciudad con sus múltiples sitios para beber y qué no quedaba muy lejos de "The Camp Rock" el café karaoke de Sirius, quién por cierto vivía en uno de los departamentos del lugar en cuestión.

El hombre le había llamado con la intención de desviar el camino a su casa y fuera directo a su departamento pues James y Sirius se encontraban en medio de un asunto particular y les había tomado más de lo esperado en resolver, además su madre había ido a la academia de moda y belleza dónde trabajaba cómo diseñadora de imagen a un caso urgente, por lo qué no tendría tiempo de cocinar ese día. Dicho cambio de planes emocionó a Harry pues sólo podía significar qué comería algo menos saludable.

Harry bajó de su auto y le colocó el seguro antes de andar hacía la recepción, un hombre de alrededor de 50 años de nombre Greg Thompson ya conocía al muchacho y lo dejó pasar sin necesidad de completar el registro qué le daban a los visitantes, era cómo si Harry viviera bajo el mismo techo qué su padrino.

El azabache tomó el elevador y este se detuvo en el piso 7, buscó la ya conocida puerta de madera oscura con el número 21 en color dorado y tocó el timbre.

Harry esperó un instante, en el qué estando tras la puerta podía escuchar suaves murmullos, se preguntaba de quién se trataba cuando su padre abrió la puerta.

—Hijo, qué bueno qué llegas —saludó James efusivamente a Harry.

—Gracias, estaba cerca de aquí —dijo el chico.

—Ahijado qué alegría verte —dijo Sirius, sentado en el sofá individual.

En ese instante Harry se percató qué los dos amigos no estaban solos, dos mujeres los acompañaban, una aproximadamente de la edad de Sirius y la otra no más grande qué él.

El departamento de Sirius era amplio y cómodo, el recibidor y la sala de estar se encontraban a pocos metros de distancia, permitiendo qué Harry observará con detenimiento la nueva imagen frente a él.

—Él es mi ahijado Harry Potter, me sorprendería si lo recuerdas —mencionó Sirius observando a la mujer elegante sentada junto a aquella chica en el sofá para tres personas.

—En realidad muy poco —respondió la mujer—, ¿Cómo le va joven Potter?

—Muy bien, gracias —respondió Harry con amabilidad.

—Ella es mi prima Narcisa Black, y ella es su hija Pansy Black —las presentó respectivamente Sirius a Harry.

Harry intentó recordar si en algún momento en su vida las había visto. La chica sentada junto a la mujer le miraba con desconfianza, tenía la impresión de haber visto esos ojos gris azulados y aquella mirada fría en algún otro lugar, tal vez estaba desbloqueando algunos recuerdos.

—En fin, ya lo recordarán —dijo Sirius.

—Y dime Sirius, ¿Cuento con tu ayuda? —preguntó Narcisa.

El hombre suspiró largo y pesado, la mujer rubia le miraba con súplica, la chica a su lado de cabellos castaños también le hablaba con la mirada.

—Está bien, haré lo que pueda para encontrar a tú hijo —accedió Sirius.

—No sabes cuánto te lo agradezco —respondió la mujer, sus ojos se cristalizaron y una lágrima rodó por la sonrojada mejilla y se apresuró a limpiarla con un pañuelo blanco qué tenía en las manos.

Harry se percató qué había estado llorando.

—Yo también tío —la voz de Pansy era suave y aparentaba tranquilidad.

—Encontraremos a tú hermano, Draco Lucius Malfoy Black, o dejó el apellido Black —sentenció el hombre.

Harry quedó frío al escuchar ese nombre, no creía qué existieran dos personas o más con el mismo nombre y qué curiosamente él conociera. Y fue en ese instante qué la realidad cayó sobre él cómo balde de agua helada, ahora entendía por qué le era familiar el nombre de Draco desde la primera vez qué lo escuchó, y llegó a la conclusión de qué en su primer día de trabajo en la cafetería de la Universidad Central de Londres no era la primera vez qué se habían visto.

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¡Holaaaa! ¿Cómo van? espero qué bien. Las cosas comienzan a ponerse interesantes entre Harry y Draco, aún así la situación entre ellos irá calmada, cabe resaltar qué, el qué Harry se haya enterado de esto podría cambiar las cosas entre ellos, al menos hasta qué Harry decida contárselo y sabemos cómo es Draco, no voy a spoliear mucho pero les dejo ese pequeño dato 3

Muchas gracias por el apoyo, los tqm 3 Gracias por leer, nos vemos en la próxima 3

Ale 3