"SINFONÍA DE LA PRINCESA Y EL HÉROE"

Por Light of Moon


NOTA DE LA AUTORA: ¡Hola a todos! Nuevamente saludándoles en un nuevo episodio de este fanfic que ustedes han recibido con tanto cariño y apoyo, les agradezco nuevamente su paciencia.

En este nuevo capítulo, que será un poco breve en comparación de sus antecesores (les adelanto que el otro también será un poco relajado) veremos una pequeña introducción de Link al mundo de la realeza y cómo será la convivencia con los campeones, la cual por lo que sabemos no se va a dar fácil, debido a que varios personaje tendrán diferencias con él, pero bueno, no les haré spoilers.

espero que disfruten tanto este capítulo como yo de escribirlo. ¡Saludos a todos!


RESPUESTA A REVIEWS:

Iku of Katalan: Me da mucho gusto que la historia te este gustando y para nada me molestan las críticas, al contrario, trataré de ser más cuidadosa en los detalles, sólo que con el capítulo 7 tuve problemas con esta plataforma para subirlo y también debido a la extensión del mismo, como me mareé de tanto contenido y no pude revisar al 100, pero ya seré más precavida a los detallitos como ese. Trato de que eta historia sea lo más canon posible, por lo que trato de adaptar situaciones del videojuego aquí lo mejor posible, por eso quizás veas cosas que ya pasaron el BOTW aquí, todo tiene un propósito, paciencia. En cuanto a las interacciones de Kai y Revali con Link, hoy tendrás una pequeña probadita de todo el lío que se viene, pero no te spoileo más, prefiero que lo descubras por ti mismo. ¡Saludos y disfruta de la lectura!


[ Summary]: "Miró en su mesita de noche una capa de los caballeros reales y recordó que Link se la había puesto en los hombros para cubrirla; la joven se hizo un ovillo en la cama, aunque le doliera reconocerlo, tenía que admitir que su guardaespaldas era bastante bueno en su trabajo. "


CAPÍTULO 9: CANCIÓN DEL SOL

—¿Zelda? ¿Zelda?

Al oír su nombre, la chica abrió lentamente sus ojos, sintiendo que el exceso de luz la deslumbraba.

—Está despertando. —Comentó a una de las mucamas. —Rápido, avisa al Rey.

La joven obedeció y fue a avisarle al monarca que la chica estaba volviendo en sí.

—¿Impa? —Habló la princesa. —¿Qué fue lo que pasó?

—Es lo que yo quiero saber, ¿qué fue lo que pasó?

La princesa se quedó pensando, hurgando entre sus últimos recuerdos antes de perder el conocimiento.

—Lo último que recuerdo fue haber estado orando en la fuente del valor.

—Te desmayaste por haber estado horas allí, estabas ardiendo en fiebre y Link te rescató.

—¿Link?

—Sí, en cuanto te desmayaste te trajo al rancho del lago; una vez allí te dieron un elixir curativo para que resistieras el viaje de regreso al Castillo, el muchacho te trajo a caballo para que fuera más rápido.

Ahora recordaba un par de cosas; en cuanto se desmayó sintió unos brazos cargándola y llevándola al galope y, sintiéndose tan débil recordó haberse abrazado a su caballero, rodeando su cuello con los brazos.

—¿Recuerdas algo? —Preguntó su nana.

Zelda se sonrojó al recordar lo que había sucedido y enseguida respondió:

—No. —Dijo frunciendo el ceño.

—¿Qué es lo que pasa? —La cuestionó su nana

—Ahora le debo la vida. —Dijo con sarcasmo.

—Zelda… —Comentó en tono reprobatorio.

La joven se volteó al otro lado y se abrazó a su almohada.

—Bueno, ya vuelvo. Te traeré algo de comer. —Mencionó dejando a solas a la princesa y desapareciendo por la puerta principal.

En cuanto estuvo a solas, la rubia se sentó sobre su cama y miró que estaba en su habitación, sintiéndose débil, pero con una mejoría considerable. Recordó el frío de las aguas de la fuente calarle los huesos hasta que terminó por desfallecer. En medio del desmayo, recobró por unos segundos el conocimiento y se descubrió en brazos del joven caballero y lo miró de cerca; tenía unos mechones rubios cenizos que le caían libremente en la frente, ojos intensamente azules, cubiertos por una gruesa cortina de pestañas y facciones finas pese a ser varón, llevaba un arete de color celeste en la oreja izquierda y el cabello amarrado en una media coleta. Se quedó observando durante un corto tiempo al muchacho que la llevaba en brazos cuando él se dio cuenta de su escrutinio, bajando la vista para encontrarse con su mirada esmeralda; Zelda iba a decir algo cuando nuevamente se desmayó debido a la fiebre y terminó cediendo otra vez a la inconsciencia.

Miró en su mesita de noche una capa de los caballeros reales y recordó que Link se la había puesto en los hombros para cubrirla; la joven se hizo un ovillo en la cama, aunque le doliera reconocerlo, tenía que admitir que su guardaespaldas era bastante bueno en su trabajo.

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Permanecía recargado en uno de los pilares cercanos a la recámara de la Princesa esperando por noticias, rememorando en su cabeza los últimos acontecimientos. Cuando miró a la princesa desmayarse no tuvo otra opción que luchar por salvarla y eso fue lo que hizo; la tomó en brazos y salió con ella a todo galope hasta llevarla a la posta del lago y de ahí al castillo lo más pronto posible. Mientras cabalgaba no pudo evitar sentirse culpable de no haberla vigilado mejor, estando realmente preocupado de que algo malo pudiera sucederle a su Alteza. No obstante; otra sensación desconocida lo invadió; por algún motivo, se sentía demasiado inquieto cuando recordó que en algún punto del trayecto, Zelda se abrazó a su cuello y su aliento frío le rozó la piel; ese leve contacto físico lo alteró y lo hizo estremecer, ya que nunca antes había tenido un tacto tan cercano y próximo a una persona ajena y mucho menos, de la que sería la futura reina de Hyrule. Recordar su piel cálida, el olor frutal de su cabello, le aceleraba el corazón aunque desconocía la razón.

Se encontraba sumido en sus cavilaciones cuando Impa lo miró recargado cerca de los aposentos de la princesa y se acercó para llamar su atención.

—Joven caballero. —Saludó la nana de la Princesa.

Link al reconocer a la mujer como la doncella de la hija del Rey le rindió una reverencia.

—Tranquilo, no tiene porque haber tanta formalidad entre nosotros, soy Impa. —Dijo para intentar romper el hielo con ese joven tan serio y agregó: —Noté que has estado de pie ahí por mucho tiempo y quería decirte que no te preocupes, su Alteza ya volvió en sí y está mejor.

—Impa. —Escuchó la aludida a sus espaldas, una voz que ambos reconocieron inmediatamente. —Déjame un momento a solas con el caballero de mi hija. —Explicó Rhoam a lo que la sheikah se marchó haciendo una reverencia, llevando consigo la bandeja de comida para la heredera de Hyrule.

Nuevamente, el elegido por la Espada Maestra iba a hacer una reverencia para rendirle sus respetos al Rey; sin embargo, este negó con una mano, dando a entender de que esta sería una conversación más informal.

—Sé del desmayo que tuvo mi hija en la fuente del valor y de la oportuna intervención que has tenido para salvarla, lo cual te agradezco infinitamente. —Informó el monarca del reino, haciendo que Link relajara su postura al escuchar eso. —También estoy consciente que este es tu primer día como guardián oficial de mi hija y que tu deber es vigilarla siempre que sea necesario y es por ello, que debo darte un par de indicaciones porque evidentemente no conoces a mi hija.

El de ojos azules prestó toda su atención; ahora no estaba hablando la autoridad máxima de Hyrule, ahora estaba hablando el padre de Zelda.

—Zelda tiene un carácter regularmente dócil; es dulce, se interesa por los demás y también es dedicada en sus deberes reales, aunque estos no hayan dado los resultados que esperamos.

En eso coincidía totalmente con el Rey; él mismo había descubierto de primera mano las rutinas y dedicación extrema que la próxima reina prestaba a sus ocupaciones como futura jefa de Estado.

—En ese afán de cumplir con sus objetivos, mi hija muchas veces es imprudente; se pone en riesgo, se olvida de su autocuidado y también es muy tozuda; por lo que te pido que prestes especial atención en sus actividades y vigiles con ojo de halcón su seguridad. Independientemente de lo que ella te pida, ya no es el Rey quien te ordena esto, es el padre quien te ruega que veles por su integridad; ella no sólo es mi hija, es la esperanza de todo el Reino por lo cual y hay que protegerla a toda costa, incluso a pesar de ella misma. —Describió el Rey al más joven, poniéndolo en contexto de futuras situaciones incómodas que pudieran presentarse con Zelda y advirtiendo también sobre su temperamento obstinado.

Link asintió y decidió para sí mismo que cumpliría la petición del Rey al pie de la letra, aunque se preguntó si esto le traería problemas con la heredera real.

Después de dar un par de instrucciones más, el Rey se retiró a los aposentos de su hija y el caballero real se disponía a retirarse hacia las caballerizas para revisar que su yegua se encontrara bien, cuando escuchó que una voz poco amable lo llamaba a sus espaldas:

—¡Oye tú!

Desconcertado, el hyliano detuvo su camino y volteó a mirar para saber de donde provenía esa voz, cuando se topó frente a frente con el poeta de la corte.

—Se supone que eres el caballero de la princesa, deberías tener más cuidado con ella. —Reprochó.

Por la arruga de su frente y la petulancia de su voz, se dio cuenta que esta no sería una conversación, era un reclamo.

—Si no sabes hacer tu trabajo, aún estás a tiempo de declinar tu cargo ante el Rey. —Finalizó dándose la vuelta y dirigiéndose al bastión central, no sin antes, dirigirle una mirada amenazante al más joven.

Link suspiró hondo y reprimió su sorpresa. Independientemente que, a nivel de rangos, el de él era mucho más alto que el del poeta de la corte y por tanto, ese individuo no estaba en posición de darle una orden, lo que realmente le había molestado es que el tal Kai hablara con tanta propiedad sobre la princesa, como si se sintiera con algún derecho sobre ella. No tenía ninguna duda que el sheikah estaba interesado románticamente en la futura reina de Hyrule, lo cual consideraba que era un atrevimiento —y una osadía—, de su parte, pero que ese hombre demostrara sus sentimientos tan abiertamente, lo consideraba una desfachatez.

Tenía la sospecha de que esta no sería la única vez que tuviera roces con el poeta de la corte.

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—Muchas gracias, Impa. —Agradeció la Princesa, dejando de lado la bandeja de comida, una vez que terminó sus alimentos.

—Bueno, al menos comiste un poco más que otras ocasiones. —Dijo la sheikah, una vez que retiró el plato de la chica y llamó a las mucamas para que se lo llevaran.

—¿Cómo te sientes?

—Mejor, aunque no me siento lo suficientemente animada para continuar con mis deberes.

Impa se cruzó de brazos y se le ocurrió contarle de un buen plan.

—Oye, te tengo noticias de Prunia y Rotver.

Al escuchar el nombre de los dos científicos, los ojos de la más joven se iluminaron.

—Me contaron acerca de un posible descubrimiento, una especie de santuarios que surgieron al mismo tiempo del hallazgo de la Espada Maestra.

La Princesa saltó de la cama y se entusiasmó enormemente.

—¿Es en serio? ¿Quieres decir que tenemos avances acerca de los antiguos sheikah's que lucharon contra el cataclismo?

—Eso parece.

—Al fin buenas noticias. —Se regocijó. —Siento ganas de ir hoy mismo y reunirme con Prunia y Rotver para iniciar la investigación de inmediato. —Argumentó la princesa corriendo al tocador para cepillar su cabello.

—Oh, espera Zelda, aún estás muy débil. Al menos aguarda hasta mañana. —Dijo Impa deteniendo el ímpetu de la joven. —¿Qué te parece si, mientras tanto, pides la autorización del Rey para realizar la expedición?

—Es justamente lo que haré.

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Al día siguiente, iban sentadas en el carruaje real tanto la heredera de Hylia como su leal doncella y nana, cuando esta última, notó un atisbo de molestia en la más joven.

—¿Qué sucede? ¿No estás contenta de que tu padre haya autorizado esta expedición tan rápido? Regularmente, su Majestad es más quisquilloso. —Comentó Impa, mientras cerraba el cuaderno que llevaba en las manos.

—No, no es eso. —Mencionó la de rubia cabellera. —Es sólo que me molesta que la autorizó con la condición de que ese héroe nos acompañara.—Se quejó refiriéndose al hyliano.

—Bueno, Link es tu caballero real, su deber y función es cuidarte de todo peligro y en estos tiempos, mira que han aumentado. —Respondió la sheikah. —Con ese clan Yiga rondando por ahí y el aumento de monstruos en los caminos.

—Aún así, me molesta que aceptó este viaje no porque quisiera complacerme o porque le importara esta investigación, sino porque sé que en el fondo quiere que me acostumbre a la presencia de mi caballero.

—¿No te agrada, cierto?

—No, no es eso. —Negó moviendo la cabeza. —Es sólo que me parece que es un joven presuntuoso.

—¿En serio te ha dado esa impresión? A mí me ha parecido todo lo contrario; me parece un muchacho muy educado y modesto. —Respondió la de mayor edad. —En cambio, Revali o Kai son dos ejemplos perfectos de lo que podría personificar la soberbia.

—Yo pienso que Revali es de un temperamento competitivo y que por eso reacciona como lo hace. —Justificó la ojiverde. —Además, no olvides que los ornis son orgullosos por naturaleza, más los varones. Y respecto a Kai, realmente no noto ningún problema con él.

—Oh claro. —Dijo Impa con sarcasmo. —Su único problema es que se siente tallado por Din, educado por Nayru y bendecido personalmente por Farore. No digo que sea mala persona porque no creo que lo sea, pero de que tiene una actitud bastante altanera, la tiene. Es un sujeto al que le encanta la atención y lucirse. Y más lo hará ahora que se acerca la fecha del gran baile.

Zelda se encogió de hombros y suspiró. Ese era otro tema que no le hacía nada de gracia.

—En verdad no entiendo a algunas personas del Consejo Real; piensan que estas investigaciones son una pérdida de tiempo, pero se niegan a cancelar el baile anual de debutantes. ¡Como si con estos tiempos estuviéramos para fiestas!

—Así son los nobles. —Concordó Impa. —Más preocupados por sus frivolidades que por los verdaderos intereses del Reino. Pero ya sabes, si no se les complace en su baile, tu padre no se los quitará de encima lo que resta del año.

Zelda hizo una mueca. Sabía perfectamente que su padre no era un pusilánime que se dejara manipular por nadie y que tenía el temperamento suficiente para mandar al demonio a los nobles y sus caprichos tontos, pero en el fondo, sabía que Rhoam había cedido a sus pretensiones tontas por su causa; debido a que sus poderes aún no despertaban, la crema y nata de Hyrule iban a ser los primeros en criticarla y echarsele encima debido a su "falta de vocación."

—Realmente me frustra tener que asistir a ese baile. —Dijo la joven cruzándose de hombros.

—Bueno, ve el lado positivo; este será el primero presidido por ti y es parte de los actos para que el pueblo te conozca y reconozca como una verdadera figura de autoridad.

Continuaron hablando de trivialidades, cuando el cochero anunció que habían llegado a la Meseta de los Albores, estacionando el carruaje cerca a donde estaba un campamento improvisado por parte de Prunia y Rotver junto con algunos de sus aprendices.

—¡Su Alteza! Dichosos los ojos que la ven. —Dijo Rotver bromeando, haciendo alusión a sus extraños globos oculares que parecían ser un producto artificial.

La princesa saludó amistosamente y luego fue Prunia la segunda en acercarse.

—¡Click, click! ¿Qué tal su salud, Alteza?

—Mucho mejor. —Respondió de buen humor.

—De cualquier forma, tenemos aquí elixires y cualquier tipo de medicinas que se ofrezcan.

Mientras Impa y Zelda charlaban amenamente con los científicos, Link se quedó a unos metros de distancia prudente vigilando, tomando el arreo de Epona con una de las manos.

—¡Y tú debes ser Link! —Mencionó Rotver acercándose con verdadera curiosidad, seguido por Prunia.

—El famoso héroe. —Soltó Prunia mientras lo veía de pies a cabeza. —Excelente decisión el haberlo traído al campamento, Zelda. —Elogió la hermana mayor de Impa a la princesa, quien los miraba con desconcierto.

—Así es, nos será de mucha ayuda. —Dijo el científico mientras se acercaba invasivamente a Link y comenzaba a medirlo con una cinta métrica. El chico se mostraba igual de desconcertado que la heredera de Hylia.

—Lo imaginaba más alto. —Comentó la mujer de ciencia.

—No, no, no, la estatura es perfecta, el héroe debe tener un diseño compacto y aerodinámico. —Contestó el sheikah. —Espero que tu dieta sea rica en proteínas, muchacho.

—Necesitarás más masa muscular. —Respondió Prunia. —Pero bueno, a lo que vinimos. La cueva de la que te contamos está allá, así que caminemos. —Señaló.

—Acompáñanos, héroe. Serás de gran ayuda.

Aún con el descontento de Zelda, Link les siguió el paso, sintiéndose ligeramente incómodo mientras Rotver parloteaba acerca de lo útil que sería el hyliano para su lucha con Ganon y de su papel crucial en este ciclo de reencarnación.

Caminaron un par de metros más hacia el norte y miraron allí la enorme cueva descrita por los científicos, la cual estaba en lo más alto de una colina desde donde se podía tener una vista perfecta de todo el Reino.

—¿Y bien? —Preguntó la futura monarca de Hyrule.

—Hay que entrar, su Alteza. —Dijo Rotven encabezando la expedición y llevando una antorcha, dándole una igual a Link para que los acompañara en la travesía.

El grupo formado por Zelda, Link, Impa, Prunia y Rotver se adentraron en lo que parecía ser una enorme cueva con varios metros de profundidad, la cual, oscura cual boca de lobo, se veía amenazante vista desde fuera.

—Esta cueva no se encontraba antes de que Link apareciera, se suscitó después del sismo. —Explicó Prunia.

—Además, creemos que hay algunas inscripciones sheikahs en los grabados y tenemos la teoría de que hay algo más allá al fondo de la misma, pero creemos que hace falta el poder de la espada maestra para descifrarlo.

Continuaron con su camino, andando con cuidado debido a la oscuridad cuando de repente se escuchó un ruido seco a sus espaldas y el héroe de Hyrule, sacó su espada por puro instinto.

Cuando este desenvainó la Espada Maestra, una luz de color azul brillante comenzó a iluminarse del filo de su arma y, con ella, una especie de glifos que estaban en la pared.

Cual si fuera un desfile de luciérnagas, poco a poco la cueva fue iluminándose en su interior hasta bañarse casi en su totalidad de esa luz celestial que guió el camino de sus visitantes, hacia una especie de cámara que se encontraba al fondo del pasillo.

—¡Eureka! —Mencionó Rotver con fascinación.

—¡Nuestra hipótesis era cierta! —Continuó Prunia mientras caminaba con entusiasmo detrás de su compañero.

Zelda contemplaba con admiración como estaban ante una cámara antigua que al parecer estaba hecha con tecnología ancestral de los antiguos sheikah, a la vez que que tomaba varias fotografías con la tableta.

Impa, que caminaba en silencio mientras los demás tomaban notas de los glifos, se recargó sobre una especie de encimera que, al darse cuenta que esta era fija, al remover una vieja y maltratada sábana, se dio cuenta que se trataba de algún tipo de camilla.

—¡Hey! Miren esto.

Todos los presentes se acercaron, mientras Prunia y Rotven se miraron a los ojos.

—Apenas lo puedo creer. —Dijo el científico de gafas extravagantes.

—Estamos en el Santuario de la vida.

—¿El gran santuario de la leyenda? —Preguntó Impa, estando igual de sorprendida.

—Explíquense, por favor. —Pidió Zelda al sentirse levemente excluida al no entender de qué estaban hablando.

—Este es el gran Santuario de la Vida; cuenta la leyenda que en la guerra de hace diez mil años, fue diseñado por los antiguos sheikah para restaurar la salud completa del portador de la Espada Maestra en caso de que se pudiera necesitar. —Contó Prunia, mientras miraba unas pequeñas inscripciones en la pared con el uso de una lupa.

—El papel del héroe en esta guerra parece ser más crucial de lo que pensábamos. —Murmuró Rotver, para desagrado de Zelda.

Y Link, lejos de sentirse halagado, se sintió aún más presionado de lo que ya estaba.

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Después de la expedición, la futura reina de Hyrule convocó a una reunión de los campeones en la biblioteca del castillo, en donde, entre otras cosas, comenzaron a planear cómo sería su ataque contra la amenaza de Ganon.

A la izquierda de la Princesa se encontraba Urbosa, a su derecha Daruk; luego se encontraba, Mipha, Revali y Link, quedando justo frente a ella.

—El manejo de las bestias divinas es parte primordial para que nuestro plan de derrotar a Ganon sea exitoso y, es por eso que requiero de su total colaboración y compromiso para que podamos seguir adelante con nuestros planes. Lady Urbosa, tengo entendido que has estado practicando en solitario el manejo de Vah Naboris. —Mencionó la rubia a la lideresa de las Gerudo.

—Entre mejor conozca a Naboris, más rápido podré adaptarme a ella; no tengo problemas en empezar como autodidacta, princesa. —Mencionó la mujer del desierto.

—Yo tampoco tengo ningún problema en aprender por mi cuenta a manejar a Medoh, su Alteza. —Dijo Revali sin quedarse atrás y en un tono presuntuoso. —Será una tarea sencilla para alguien de mi calibre; use su tiempo restante para ayudar a "otros" que seguramente necesitarán su ayuda. —Terminó, mirando a Link con desdén.

—Yo sí deseo su ayuda, su Alteza. —Habló Daruk un poco apenado, rascándose la cabeza. —No quisiera cometer errores a la hora de manejar a Darunia y provocar un accidente.

—Claro que sí, Daruk, podemos organizar varias expediciones a la ciudad Goron y auxiliarte con el manejo de Rudania, confío en que aprenderás muy rápido. — Respondió la princesa con amabilidad. Iba a dirigirse a Mipha, cuando el guerrero orni tomó nuevamente la palabra.

—Antes de que esta reunión siga, Princesa, tengo una inquietud. —Manifestó Revali reclinándose sobre su asiento. —Si esta reunión es exclusivamente de los campeones y el manejo de las bestias divinas, ¿qué hace aquí el caballero? —preguntó con malicia, refiriéndose nuevamente a Link. —¿Acaso tiene una bestia divina y no tenemos conocimiento de ello?

Zelda iba a responder algo, cuando la princesa zora se adelantó casi por impulso.

—Link es el portador de la Espada Maestra y luchará a nuestro lado para vencer a la Calamidad, su presencia es necesaria en estas reuniones. ¿No es así, su Alteza?

—¿Él forma parte de los campeones? ¡Vaya, no lo sabía! No lo vi en la ceremonia ni tampoco portando el atuendo de nuestra estirpe. —Dijo Revali con sarcasmo.

—Desde el momento en que Link fue nombrado el héroe portador de la Espada Maestra, forma parte de los campeones y aunque no luche con una bestia divina, lo hará con los poderes que la conferido la bendición de Farore. —Aclaró la ojiverde.

—Creo que, para que no haya más confusiones, sería bueno que Link también sea nombrado parte del equipo en una ceremonia, tal como sucedió con nosotros. —Sugirió el líder de los goron en un tono más conciliador. —¿No lo cree, su Alteza?

Urbosa miró de reojo a Zelda, esperando cuál sería su reacción y la rubia se limitó a encogerse de hombros y dar un suspiro hondo.

—Sí, tienes razón, Daruk. —Admitió sin sonar convencida. —Creo que es necesario integrar al nuevo campeón como es debido; así que, terminando la reunión, lo espero en mi laboratorio, caballero. —Dijo dirigiéndose por primera vez a Link, quien se notaba serio pero su postura estaba tensa. —Hoy mismo empezaré a confeccionar su túnica de campeón y les haré llegar la fecha en que será nombrado uno de nosotros, esperando que nos brinden el honor de su asistencia. —Finalizó y cambió de tema. —Dicho esto, me gustaría que pasaramos a hablar de otros asuntos que nos incumben a todos, por favor.

El joven hyliano apretó los puños en señal de tensión por debajo de la mesa, cuando sintió el tacto cálido de Mipha en su hombro, haciéndolo voltear hacia su mirada de ojos dorados, quien le sonreía en señal de complicidad. Al sentir el confort que le brindaba la hija del rey zora, poco a poco se fue relajando en la reunión donde francamente se sentía como un extraño.

Apenas llevaba unos días viviendo en el Castillo Real y no terminaba de acoplarse; ya había recibido tratos groseros por parte del poeta de la Corte, Revali no escatimaba en demostrar su desagrado por él y aunque no lo expresara tan abiertamente, sentía también el rechazo de la Princesa Zelda; entendía que la futura monarca del reino no tenía porqué tener tratos especiales para con él, pero tampoco comprendía porqué mostraba tanto desdén hacia su persona; en un inicio, pensó que la joven tenía una personalidad distante con los demás, pero con el resto de los campeones su trato era cordial y amable y con el tal Kai, su trato era incluso hasta afectuoso, se preguntaba qué estaba haciendo mal. No quiso pensar más en ello y trató de concentrarse en la reunión.

—Si tienes tiempo, a mí me encantaría que me enseñaras un poco más sobre el combate con armas; me gustaría aprender a manejar mejor mi tridente. —Mencionó la princesa de los zora al heredero de la Espada Maestra, quién accedió con un asentimiento y brindándole una sonrisa a la joven; acción que no pasó desapercibida por la hija del rey Rhoam.

Una vez que se terminó la reunión, Zelda llamó a Impa a su laboratorio para que le ayudara a tomar las medidas de Link, adelantándose a llegar primero que su caballero a sus aposentos.

—Me pareció un gesto muy noble de tu parte que vayas a incluir a Link a los campeones con una ceremonia y confeccionando una túnica para él. —Comentó la sheikah mientras ayudaba a la princesa a sacar un maniquí, alfileres y demás instrumentos.

—No tuve opción. —Dijo la aludida. —Daruk me acorraló y Revali estuvo acusando directamente al héroe de no pertenecer a los campeones. Sólo quise evitar problemas. —Dijo distraídamente mientras sacaba su cuaderno de apuntes.

—Aún así, ha sido un gesto noble.

—Tal vez, pero a él no pareció importarle. —Comentó mientras sacaba unos patrones de costura.

—¿Por qué lo dices? —Mencionó mientras sostenía el cuaderno que Zelda acababa de entregarle.

—Nuevamente no dijo nada y se quedó en silencio, como siempre.

—Ya te dije, se ve que el chico es tímido. —Insistió la de cabellera blanca.

—No lo creo, vi a Mipha cuchicheando con él durante la reunión, mientras él asentía con la cabeza y le sonreía.

—¿Ya habíamos hablado de eso, no? Teníamos la teoría de que posiblemente Mipha tenga sentimientos por tu caballero. —Comentó la nana distraídamente.

—Ahora ya no tengo dudas de eso, incluso lo defendió de Revali hoy.

—Bueno, es que ese cucco es bastante boquisuelta. Supongo que alguien tenía que hacer algo. —Mencionó la de más edad. —Si lo que piensas es cierto, supongo que sólo es cuestión de tiempo para que la princesa zora le cuente sobre sus sentimientos y él acepte casarse con ella. A menos, que él no quiera.

—¿Por qué no lo haría? —Dijo Zelda a la vez que se colgaba una cinta métrica en el cuello.—Mipha es linda y va a ser la futura reina de los zora, lo que lo convertiría a él en automático, en el gobernante, amo y señor de Lanayru. Un matrimonio bastante conveniente para él.

—No todos se casan para obtener ventajas o privilegios, Zelda. —Mencionó. —De hecho, la mayoría lo hace por amor.

—Pero Mipha es una princesa.

—¿Y eso qué? Él es el portador de la Espada Maestra, una posición que, aunque no es de nobleza es de bastante respeto, honor y prestigio en el reino, quizás él está buscando algo más.

—¿Qué más?

En ese momento, tocaron a la puerta de los aposentos y Zelda supuso que se trataba de su caballero y le hizo una seña a Impa de que guardara silencio; por ningún motivo deseaba que Link escuchara que ella estuvo hablando de él.

—Adelante.

El dueño de la Espada Maestra empujó la puerta con timidez y la Princesa le hizo una seña que se adentrara en el aposento, mientras miraba de reojo el laboratorio de la heredera de Hyrule.

Pudo notar que, aunque era un espacio pequeño había bastantes cosas allí adentro; un estante con muchos, muchos libros, un escritorio con un cuaderno de anotaciones, vasos y tubos de ensayo, un pizarrón tapizado de muchos dibujos de lo que parecían ser las bestias divinas e incluso había frascos con muestras de hongos del bosque y una salamandra que estaba dentro de una pecera de cristal y que parecía vivir dentro de la misma.

Por un momento Link se quedó mirando a los dibujos hechos por la princesa cuando la aludida lo sacó de su ensoñación cuando le habló:

—Quítate la armadura de caballero y quédate únicamente en camisola, por favor. —Pidió Zelda mientras tomaba la cinta métrica entre sus manos.

—Puedes dejar aquí la armadura, Link. —Señaló Impa a un banquillo que descansaba en una de las esquinas del laboratorio.

El caballero obedeció despojándose de la pesada pechera de metal y el resto de sus artefactos en donde la nana de la princesa le indicó, quedándose únicamente con las grebas y la prenda superior puestas.

—Por aquí, por favor. —Señaló Zelda y una vez que estuvo donde le solicitó, pidió:—Párate derecho y estira ambos brazos hacia los lados; quédate quieto, usaré alfileres.

El chico obedeció y se quedó inmóvil como una estatua de piedra, mientras Zelda se acercó a él para registrar sus tallas, con su rostro quedando a centímetros del de su caballero con el objeto de tomar medidas del cuello y los brazos.

Este ejercicio, ya lo había repetido antes con Urbosa, Mipha, Daruk y Revali; sin embargo, tener tan de cerca a Link, por alguna razón la había puesto nerviosa; cuando observó la medida de sus hombros se sorprendió que realmente eran más anchos de lo que esperaba, ya que pese a su forma esbelta, el joven era corpulento.

—Son ciento ocho centímetros en la medida del pecho, Impa. —Mencionó la rubia, tratando de ocultar su nerviosismo de sentir tan cerca el aliento del caballero.

La joven continuó con su faena y puso observar de cerca las facciones del chico; nuevamente comprobó que el muchacho que tenía enfrente, ciertamente no tenía aspecto de cualquier pueblerino. A pesar de que no vestía ropa fina, ni su piel estaba tan cuidada como la de Kai, el héroe también era de bastante buen ver, teniendo un toque varonil en los rasgos andróginos que llamaba bastante su atención desde la primera vez que tuvo la oportunidad de verlo tan de cerca, como aquélla ocasión en que se había desmayado en la fuente del valor. Y ahora, estar tocando su piel, tan cálida, tan pulcra.

—Listo. —Dijo finalmente, retirando ambas manos de uno de los brazos del joven, como si hubiera estado tocando hierro ardiente. —En un par de días estará hecha la túnica y te avisaré sobre la fecha para tu ceremonia de bienvenida a los campeones. Puedes vestirte. —Finalizó sin mirarlo y abriendo la puerta para retirarse. —Impa, ¿puedes acompañar al héroe mientras recoge su armadura? Olvidé que tengo un asunto que resolver con mi padre.

—Claro, pero, ¿estás segura que no quieres que te acompañe? —Preguntó Impa que la miró desconcertada; conocía bastante bien a Zelda y sabía cuando esta quería huir de algún lugar. Y esta era una de esas ocasiones.

—Oh, no hace falta, te veo después. —Dijo mientras se encaminó hacia la puerta. —Con permiso. —Terminó para despedirse del caballero que estaba igual de desconcertado que la nana, pero aún así, hizo una reverencia para despedirse de la Princesa, que salió despavorida rumbo al bastión central.

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—Entonces, ¿dices que el Rey nombró al portador de la Espada Maestra como el nuevo guardaespaldas de la Princesa? —Dijo el Maestro Kogg mientras descansaba en una especie de trono.

—Así es.

—¡Maravilloso! Las cosas están saliendo mejor de lo que esperábamos.

—Podemos ordenar una emboscada en contra del héroe y la princesa, para así acabar con ambos de un sólo golpe. El héroe podrá ser diestro, pero no podrá contra una legión de nosotros. —Mencionó el capitán Sogg.

—No, no haremos nada de eso. —Negó el líder de los anarquistas. —Después de la ejecución de Yiram, el Rey estará esperando nuestra respuesta y no dudes que ahora está armado hasta los dientes. Además —dijo rascándose el mentón —, un ataque contra la Casa Real no es algo que Ganon tenga por prioridad ahora; nuestro objetivo ahora es el héroe, es el único que puede frustrar nuestros planes.

—¿Y qué hay de la princesa Zelda? —Preguntó el Capitán de los Yiga.

—Esa princesa sólo es una chiquilla malcriada que, al paso que va, nunca va a despertar su poder interior; ya estamos al tanto de sus intentos inútiles en la fuente del valor, esa niña es débil y enfermiza y es más probable que muera en un intento por despertar ese poder del que tanto se habla a que logre sus objetivos.

—Siendo así, ¿cuál es el plan ahora, Maestro Kogg?

—La malicia de Ganon poco a poco va retomando más fuerza, por lo que habrá más monstruos en los caminos aterrorizando a Hyrule, lo que mantendrá ocupada a la caballería del Rey, así que, quiero que por lo pronto, espíen a la Princesa y al Héroe; vigilen sus pasos, su rutina y cómo se llevan, necesitamos saberlo todo de ellos para no tener errores en nuestro ataque.

—Enviaré a un par de los nuestros a la ciudadela vestidos de campesinos y comerciantes, señor. —Respondió el Capitán.

—Vayan cuanto antes, entre más pronto contemos con la información, será mejor para nosotros.

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SIGUIENTE CAPÍTULO: Bolero de fuego