Capítulo 1. Bienvenidos a la Clase de Elite.

Con su permiso, me gustaría plantearles una interrogante que exige profunda reflexión: ¿Qué pilar fundamental sustenta la auténtica paz?, ¿Acaso es el poder, con su capacidad de dominio, o el amor, con su fuerza conciliadora? ¿Cuál es la respuesta a este anhelo universal?

Algunos, cegados por la ambición, creyeron en el poder como garante de la paz. Imaginaron un mundo donde la fuerza doblegaba la disidencia, imponiendo un orden artificial y frágil. Pero el poder, cual tirano despiadado, solo engendra resentimiento y rebelión. La paz nacida de la coerción es un espejismo, una ilusión que se desmorona ante el menor soplo de libertad reprimida.

Otros, con corazones idealistas, depositaron su fe en el amor como bálsamo universal. Soñaron con un mundo donde la comprensión y la empatía erradicaran los conflictos. Sin embargo, el amor, en su pureza, es vulnerable a la manipulación y la corrupción. Puede ser utilizado como herramienta para adormecer conciencias, para atar voluntades y perpetuar la injusticia. La paz basada únicamente en el amor es una quimera, una ilusión que se desvanece ante la crudeza del egoísmo humano.

Algunos más astutos buscaron un equilibrio entre el poder y el amor, creyendo que solo la unión de estas dos fuerzas antagónicas podría traer la paz anhelada. Pero tal equilibrio es tan efímero como la danza macabra de dos titanes. El poder, por su naturaleza, devora al amor, corrompiéndolo y convirtiéndolo en un instrumento de control. Y el amor, en su ingenuidad, sucumbe ante el poder, siendo utilizado como fachada para encubrir la sed de dominio. La paz nacida de este pacto faustiano es una ilusión fugaz, una burla a la verdadera esencia de la paz.

Finalmente, aquellos que osaron mirar con valentía al abismo de la realidad comprendieron la verdad más amarga: la auténtica paz no existe. Es una utopía que persigue la humanidad desde sus albores, una ilusión que se alimenta de la esperanza y se extingue con la crueldad.

Es iluso pensar que la humanidad alcanzará un entendimiento total y definitivo. La historia, plagada de innumerables conflictos, nos brinda una cruda realidad: la incapacidad intrínseca del ser humano para coexistir en perfecta armonía.

Imaginemos a un individuo que, con la noble intención de imponer la paz, se embarca en una cruzada por la sumisión. Si hipotéticamente, logra doblegar la voluntad de sus opositores,¿acaso esa paz impuesta sería genuina?, ¿No sería una falsa paz construida sobre los cimientos de la tiranía?

La paz conquistada a través de la guerra, la guerra librada en aras de la paz...¿No constituye una paradoja cruel y vacía? ¿Acaso vale la pena perseguir un sueño que, por su propia naturaleza, está condenado a la frustración?

Sigamos adelante con una última hipótesis: milagrosamente, la paz se convierte en el anhelo universal.¿Qué desenlace esperaríamos?Lamentablemente, mi predicción no es alentadora. De la búsqueda de una paz absoluta, solo surgirían nuevos conflictos. Cada individuo posee su propia definición de paz, su propia lucha por intereses particulares, y no dudaría en aplastar a aquellos que obstaculizan su camino.

"Tu justicia contra la mía", es la frase que resume la esencia de esta pugna interminable.

Capitulo 1. Bienvenidos a la clase de Elite.

El sol de la mañana se colaba entre los edificios de la moderna ciudad, bañando las calles en una cálida luz dorada. Un joven de cabello rubio despeinado y ojos azules como el cielo, caminaba distraídamente por la acera, sumido en sus pensamientos. Su expresión era una mezcla de desgana y resignación, como si cargara con el peso del mundo sobre sus hombros.

— Menuda lata— murmuró entre dientes, frotando sus ojos con una mueca de fastidio. —Comienzo a arrepentirme de haber tomado esta decisión.

Un ser intangible, invisible a los ojos ordinarios, habitaba en el interior del joven. Su voz ronca resonó en la mente de Naruto, como un eco fantasmal.

— ¡¿Estás bromeando?! ¡Ni siquiera has tomado el autobús que te llevará al Instituto! - exclamó con enojo.

—Oh, vamos, Kurama. Sabes que odio madrugar — respondió Naruto con desgana, sin siquiera inmutarse por la reprimenda.

—Te has vuelto un completo vago — refutó Kurama con un tono de molestia.

Naruto soltó una risita burlona. — No soy un vago. Simplemente he mejorado mis capacidades a tal punto que parece que no me esfuerzo en nada. Si fuera un vago, ¿crees que aceptaría la idea de tener que acudir a un Instituto?

Un silencio momentáneo se instaló entre ellos. Kurama permaneció en silencio, meditando sobre las palabras de Naruto.

—Por cierto, no te tomes tan en serio mis comentarios — aclaró Naruto con una sonrisa traviesa. — Solo bromeaba.

—Pues a mí no me sonó como una broma — replicó el Zorro con un dejo de desconfianza.

—Lo sé, lo sé. A veces tengo un humor peculiar — admitió Naruto, encogiéndose de hombros. — No negaré que me causa un profundo malestar el tener que tomar clases durante un largo periodo de tiempo. Pero debo hacerlo si quiero llevar una vida un poco más tranquila y común, ya sabes, conseguir una profesión, luego una esposa y finalmente una gran familia. Aun si no lo consiguiera, me conformo con que esta Escuela me haga liberar algo de mi verdadero potencial. Hace mucho que no me esfuerzo, quisiera volver a sentir lo que es un verdadero desafío.

Una chispa de emoción brilló en los ojos azules de Naruto, contrastando con la monotonía de su rutina.

—Quieres un verdadero desafío ¿eh? — reflexionó Kurama con intriga. —Sería interesante saber si hay alguien capaz de causarte problemas, aunque las posibilidades son muy bajas. No creo que sean cero.

El sonido de un vehículo acercándose los sacó de su ensimismamiento. Naruto levantó la vista, observando el autobús que se aproximaba con lentitud.

—Parece que el autobús llegó —murmuró con resignación.

Suspiró profundamente, despidiéndose de la libertad efímera que había disfrutado durante su breve caminata. Era hora de afrontar la realidad.

Avanzando con pasos lentos y pesados, Naruto subió al autobús y se dirigió sin prisa hacia un asiento en la parte trasera. Su mirada se posó en un pequeño libro de tapa naranja que sacó de su mochila, sumergiéndose en sus páginas con la intención de escapar del bullicio que lo rodeaba.

En cuestión de minutos, el autobús se llenó mayormente de estudiantes, quienes, con una mezcla de entusiasmo y nerviosismo, ocuparon los asientos disponibles. Pronto, el vehículo emprendió su marcha a una velocidad moderada, dejando atrás la bulliciosa ciudad y dirigiéndose hacia su destino.

Naruto, ajeno a cualquier acontecimiento que se desarrollaba a su alrededor, continuó absorto en su lectura. Sin embargo, su tranquilidad se vio abruptamente interrumpida por una aparente discusión que provenía de los asientos centrales.

Una voz femenina, teñida de indignación, se elevó por encima del murmullo general:

—¡Estás ocupando un asiento prioritario! Deberías dejar que la señora se siente.

Naruto levantó la vista del libro, intrigado por la disputa. Sus ojos se posaron en una chica de cabello beige que dirigía su mirada hacia un joven de cabello rubio, largo y liso. La expresión de la chica era una mezcla de frustración y reproche, mientras que el joven mantenía una postura desafiante, con una mueca de arrogancia en su rostro.

— ¿Hay alguna buena razón por la que debería dejar mi asiento? Aunque se trate de un asiento prioritario, ninguna ley me obliga a cederlo — Respondió el joven con un tono despectivo.

Una oficinista, con el rostro enrojecido por la ira, intervino en la discusión:

—¿Acaso no ves que la anciana tiene problemas? Es egoísta e inhumano negarle un asiento cuando claramente lo necesita — Dijo mientras lo fulminaba con la mirada.

—No lo sé. Los problemas de la gente común no son asunto mío —Replico El joven. Su respuesta, llena de superioridad, dejó claro su desinterés por la situación de la anciana.

Naruto observó la escena con desdén. La actitud de aquel chico le revolvía el estómago. Sin embargo, no se involucró en la discusión. Prefirió regresar a su libro y continuar su lectura, buscando refugio en las palabras escritas.

Mientras tanto, la discusión continuaba subiendo de tono. La chica de cabello beige y la oficinista insistían en que el chico le cediera el asiento a la anciana, quien permanecía de pie, aferrándose a un bastón con manos temblorosas. El chico, por su parte, se negaba rotundamente, escudándose en su supuesta libertad individual.

Sin otra opción, la chica de cabello beige, elevó su voz para pedir ayuda al resto de los pasajeros.

—¡Por favor, escúchenme! ¿Alguien podría ceder su asiento a la señora? ¡Cualquiera! — Pidió en un tono casi de súplica.

Un murmullo de incomodidad recorrió el autobús. Algunos pasajeros bajaron la mirada, otros fingían estar ocupados con sus teléfonos, y unos pocos se limitaron a mirarla con indiferencia.

Naruto, que hasta ese momento había permanecido ajeno a la discusión, suspiró con resignación.

— Qué molesto. Solo quería leer un poco. Será mejor que acabe con este problema de una vez.

Levantándose de su asiento y alzando la mano, Naruto respondió al llamado de la joven.

— Eh... No tengo ningún problema en ceder mi asiento. Puede tomarlo si gusta.

La chica de cabello beige lo miró con sorpresa y agradecimiento.

—¡Gracias! Te debo una — exclamó mientras ayudaba a la anciana a tomar asiento.

— Al fin algo de calma. Todos se pusieron algo incómodos por la petición de la chica. O bueno, tal vez no todos.

Naruto dirigió su mirada hacia dos chicas que se encontraban sentadas a unos asientos de distancia. Ambas parecían estar completamente ajenas a la discusión que acababa de tener lugar, concentradas en sus propios asuntos. Una de ellas, de cabello castaño oscuro y ojos color violeta, miraba por la ventana, mientras que la otra, de cabello negro azabache y mirada penetrante, mantenía su mirada fija en un pequeño libro de tapa azul.

—Qué extraño. ¿Habrán notado lo que sucedió? — Se preguntó el Uzumaki internamente.

El autobús continuó su recorrido, acercándose cada vez más a su destino. Naruto observó por la ventana cómo el paisaje urbano daba paso a un entorno más verde y arbolado. Era evidente que se aproximaban a la prestigiosa "Advanced Nurturing High School", la institución a la que había decidido acudir de forma inesperada.

Al llegar a la parada, Naruto bajó del autobús y se dirigió lentamente hacia la entrada del instituto. El aire fresco de la mañana le llenó los pulmones, mientras observaba el edificio, imponente y moderno, que se erguía ante él como un símbolo de la élite académica. Sin embargo, antes de cruzar la puerta, una voz lo detuvo.

—Me miraste en el autobús. ¿Por qué?

Naruto se giró para encontrar a la chica de cabello negro azabache que había visto antes. Su mirada era penetrante, como si quisiera leer en su alma.

—¿Ah?... Sobre eso, lo siento — respondió Naruto con un tono ligeramente avergonzado. — Estaba sumido en mis pensamientos y no me di cuenta de que te estaba mirando. Me disculpo si te causé alguna incomodidad.

—Si no quieres nada, estoy bien — dijo con una voz suave antes de darse la vuelta y continuar su camino.

Naruto la vio marchar, fascinado por su belleza natural y su aura de misterio.

—Es linda...

Las palabras de Naruto resonaron en el aire, cargadas de una mezcla de admiración y timidez. De repente, una voz casi imperceptible llegó a los oídos del Uzumaki, como un susurro travieso que jugaba con sus pensamientos.

—Halago de enamorado. Debería anotarlo, puede que me sirva en algún momento.

Naruto se giró bruscamente, buscando la fuente de la voz. Sus ojos se posaron en una chica que se encontraba a unos metros de distancia, observándolo con una mirada serena. Su cabello castaño oscuro caía en suaves ondas, enmarcando su rostro, y sus ojos violetas que brillaban con inteligencia. Su tez clara y su expresión indiferente la hacían aún más atractiva.

—Definitivamente es mi tipo. Ese cabello, esos ojos. Su mirada serena y analítica. ¡Me encanta! — Un grito interno escapó de sus labios del pelirrubio, deseando con todas sus fuerzas no haberlo dicho en voz alta. La chica podría confundirlo con un acosador o algo peor.

—Cof, cof. ¿Podrías dejar de mirarla tanto? Pareces una estatua. No es que me importe que lo hagas, pero este no es el mejor momento — Hablaría Kurama, devolviendo a su contenedor a la realidad.

Naruto suspiró con molestia. Odiaba la escuela, pero aún más odiaba cuando el Zorro lo interrumpía mientras estaba sumido en sus pensamientos. En cuestión de segundos, había logrado imaginar un escenario fantástico con aquella chica, y al igual que en ocasiones pasadas, su compañero había arruinado el momento.

—Rayos, otro estupendo escenario arruinado— Murmuro Naruto mientras dirigía su mirada hacia el lugar donde se encontraba la Castaña, solo para notar que ya se había marchado. Sacudió la cabeza para alejar esos pensamientos de su mente y se dirigió hacia la entrada de la escuela. —Debo dejar de perder el tiempo. No quiero llegar dos horas tarde... bueno, no esta vez.

Sin más dilación, el Uzumaki tomo una gran bocanada de aire y cruzó la puerta de entrada. Una vez más, dirigió su mirada hacia el gran edificio que se cernía frente a él, como si con cada paso que daba, su majestuosidad aumentara.

—Así que esta es la famosa "Advanced Nurturing High School". Si no me equivoco, fue fundada por el gobierno japonés con el objetivo de formar a los jóvenes que en el futuro serán el sustento institucional del país. Este será el lugar al que asistiré a partir de hoy... espero que valga la pena — Murmuro para sí mismo.

Un toque de nostalgia cruzó por su rostro al recordar su pasado en la Academia.

—Vamos, puedo mostrar una sonrisa al menos.

Cambiando su expresión desinteresada por una falsa sonrisa de entusiasmo, Naruto se dirigió hacia el aula que le habían asignado. Quería jugar consigo mismo psicológicamente, con la intención de comenzar con el pie derecho en esta nueva etapa de su vida. Sin embargo, en el fondo, sabía que sus ganas de estar allí eran equivalentes a las de cualquier hombre que desea ser pateado en la entrepierna: cero.

Tras un rato deambulando por los pasillos, repletos de estudiantes que charlaban animadamente, Naruto finalmente llegó a su destino:Clase 1-D. El cartel sobre la puerta, con letras doradas y un diseño elegante, confirmaba que había encontrado el aula correcta.

Sin dudarlo un segundo, el Uzumaki se adentró en el interior de su salón de clases. De inmediato, una oleada de miradas curiosas lo invadió. Los alumnos, que ya se encontraban en aquel lugar, observaban con atención al recién llegado, como si se tratara de un espécimen extraño y fascinante.

Naruto, acostumbrado a este tipo de atención, decidió ignorarla. Con pasos lentos y seguros, prosiguió con su camino, dirigiéndose hacia el lugar que tenía su placa de identificación. Un asiento en la parte trasera del salón y cerca de la ventana. En general, un buen lugar desde el que podía observar a sus compañeros sin ser el centro de atención.

El aula se encontraba medio llena y aquellos que anteriormente miraban con curiosidad al recién llegado, rápidamente perdieron el interés. Algunos regresaron sus miradas hacia sus materiales escolares, otros optaron por hablar con sus amigos y conocidos y unos pocos simplemente se dedicaron a observar por la ventana.

—Tan aburrido —pensó Naruto con desanimo —. Creo que no debí haberme acostumbrado a un estilo de vida tan energético y lleno de caos. Esto se volverá un infierno, un infierno verdaderamente aburrido.

A pesar de sus pensamientos negativos, Naruto mantuvo una expresión alegre, no quería dar una mala primera impresión a sus compañeros. Sin embargo, la indiferencia general del aula lo desanimaba. Parecía que nadie estaba interesado en él, ni siquiera en conocerlo.

—Tú, otra vez.

La voz lo sacó de sus pensamientos. Naruto giró la cabeza hacia su costado derecho y vio a la chica que había visto en el autobús y en la entrada de la escuela. Su cabello negro azabache caía en una larga trenza atada con un lazo rosa, sus ojos, de un rojo intenso que degradaba a un tono más claro en el iris, brillaban con intensidad.

Un silencio incómodo se instaló entre ellos. Naruto se preguntó si debía presentarse, pero la chica no le daba muchas pistas. Finalmente, decidió tomar la iniciativa.

—Soy Uzumaki Naruto, encantado de conocerte — dijo con una sonrisa amable.

Al finalizar su breve presentación, una expresión de sorpresa cruzó por los ojos de la chica, pero solo por un breve instante. Su mirada volvió a ser fría e inexpresiva, como si no le importara en absoluto la presencia de Naruto.

—¿Una presentación repentina? ¿Te importa si rechazo tu saludo?

Naruto, sintiendo una punzada de desilusión, bajó la cabeza y miró al suelo.

—Preferiría que no lo hicieras. Eso dañaría mi autoestima. Además, incluso si lo llamas repentino, esta es la segunda vez que hablamos. Aunque si lo pienso mejor, en la ocasión pasada solo nos dirigimos un par de palabras, puede que no deba contar eso como una primera interacción.

La chica de cabello negro lo miró con atención por un momento, como si analizara sus palabras. Finalmente, negó con la cabeza y se dirigió a su asiento, colocando su mochila y sentándose sin mostrar interés en revelar su nombre.

— Eso sí que fue cortante. No lo sé, pero me recuerda a cierto emo con problemas mentales... Que va, debe ser mi tonta imaginación.

Sin embargo, para su mala suerte, Naruto había pensado en voz alta. La chica de cabello negro lo fulminó con la mirada, haciéndolo sentir incómodo. Rápidamente, apartó la vista y miró hacia el frente, solo para encontrarse con otros ojos fríos que lo observaban fijamente.

—¿Qué pasa con esta gente? ¿Todos aquí son máquinas o qué?

Pareciendo algo exaltado, el Uzumaki miró con curiosidad a la persona frente a él. Era la chica castaña de la entrada, aquella que había logrado atraer algo de su atención.

—Hola. Soy Ayanokouji Kiyomi, encantada de conocerte— fueron las inexpresivas palabras que salieron de la boca de aquella chica.

Con algo de nerviosismo debido al tono tan monótono de aquella chica, Naruto decidió contestar.

—E-encantado de conocerte, Kiyomi-San. Yo soy Uzumaki Naruto, espero que nos podamos llevar bien.

—Ah, ¿estoy molestando? — preguntó la chica, mirando con curiosidad al Uzumaki.

—No, para nada— respondió rápidamente. —Esta chica es bastante extraña, su voz y su mirada no muestran ninguna emoción, puede que sea algo exagerado, pero su mirada me recuerda a la de una asesina experimentada. ¿Acaso ella será...? — se preguntó a sí mismo.

Por otro lado, en la mente de Kiyomi, una serie de pensamientos comenzaban a arremolinarse.

—Inesperado. Un resultado positivo. Parece que tomar la iniciativa fue acertado. Sin embargo, no albergaba muchas esperanzas de recibir respuesta. Y sin embargo... él... Naruto, se presentó ante mí. El día anterior dediqué tiempo a practicar la interacción social, algo en lo que soy inexperta. Parece que valió la pena. Aun así, me embarga una pregunta existencial: ¿Qué es la amistad? ¿De dónde surge? Me temo que la respuesta tardará en llegar. ¿Es acaso algo profundo? Definitivamente, una cuestión a meditar. Espero que este primer paso me conduzca a encontrar mi primer amigo, no solo en este entorno académico, sino en el sentido más puro de la palabra. Sería una pena transitar estos tres años en soledad, aunque en el fondo no me atormenta... poseo mis propios ideales, y la amistad, los amigos... no son elementos que condicionen significativamente mis acciones ni respuestas a los estímulos.

Naruto estaba a punto de empezar una breve conversación con Kiyomi, pero antes de que lo hiciera, sintió como lo que parecía ser la punta de un lápiz lo picaba en la mejilla de manera repetitiva.

Al girar la cabeza en dirección al lápiz, vio que este se quedaba quieto a escasos milímetros de entrar en contacto con su ojo.

—Horikita Suzune— Fue lo que dijo la chica azabache a su costado, antes de continuar con lo suyo.

—¿Horikita Suzune? Ya veo, ese es su nombre— Pensó Naruto, mostrando una sonrisa alegre a la azabache, quien lo volvió a ignorar.

Pasados cinco minutos, el salón se llenó completamente. Todos los estudiantes de la clase 1-D habían llegado. Y después de un par de minutos más, sonó la primera campanada.

Casi al mismo tiempo, la puerta se abrió y una mujer de cabello castaño oscuro y ojos marrones entró en el aula. Vestía un traje formal negro que resaltaba su figura esbelta y elegante. Su rostro era serio y sus ojos emanaban un aura de autoridad.

—Buenos días, nuevos estudiantes— dijo con una voz clara y firme—. Mi nombre es Chabashira Sae y estoy a cargo de la clase D este año. Yo enseño historia japonesa.

Un murmullo recorrió el aula mientras los estudiantes observaban a la nueva profesora con atención. Naruto, intrigado por la seriedad y el porte de Chabashira Sae, no pudo evitar prestarle especial atención.

—De antemano quiero avisar que no se cuenta con una reorganización de clases en esta escuela— continuó la profesora—. Lo que significa que estaré a cargo de ustedes durante los próximos tres años hasta que se gradúen. Espero conocerlos a todos.

Un pequeño suspiro de alivio recorrió el aula. Al parecer, la idea de tener un solo profesor durante tres años era reconfortante para algunos estudiantes.

—Para empezar, les daré el reglamento escolar. Tomen uno y pasen el otro— dijo Chabashira, colocando un fajo de papeles sobre los primeros lugares de cada fila.

Rápidamente, las hojas fueron distribuidas entre todos los alumnos. Naruto tomó una de ellas y comenzó a leer con atención. El reglamento era extenso y detallado, cubriendo desde las normas de vestimenta hasta las sanciones por mala conducta.

—Tenemos reglas especiales aquí— explicó la profesora mientras los estudiantes terminaban de leer el reglamento—. En primer lugar, se requiere que todos los estudiantes vivan en el campus y se les prohíbe contactar con alguien ajeno a la escuela. Incluso contactar a la familia cercana es imposible sin el permiso de la escuela. También se prohíbe abandonar los terrenos escolares.

Un murmullo de sorpresa recorrió el aula. Las reglas parecían más estrictas de lo que algunos estudiantes habían imaginado.

—Pero no se preocupen— dijo Chabashira Sae con una ligera sonrisa—. Dentro de la escuela hay muchas otras instalaciones para que los estudiantes no sufran por estar encerrados. Hay karaokes, salas de teatro, cafés, todo lo que necesiten se encuentra aquí. Se puede decir que es un pequeño pueblo.

La idea de vivir en un campus con todas las comodidades necesarias pareció calmar un poco los ánimos de los estudiantes.

—Ahora voy a entregar las tarjetas de identificación de estudiante— dijo la profesora, sacando un fajo de tarjetas de su maletín—. Con esta tarjeta, pueden comprar cualquier cosa en cualquiera de las tiendas e instalaciones del campus. Funciona como una tarjeta de crédito.

Chabashira comenzó a repartir las tarjetas, una por una. Naruto recibió la suya y la examinó con curiosidad. Era una tarjeta verde con su nombre y número de estudiante impresos en ella.

—Sin embargo, tengan cuidado de cuántos puntos utilizan— advirtió la Sensei—. No hay nada que no puedas comprar en la escuela. Las tarjetas de estudiante se usan deslizándolas en las máquinas. El uso de las máquinas es realmente fácil, por lo que no tendrán ningún problema con ellas. Los puntos se abonarán automáticamente el primer día del mes. Todo el mundo debería tener ya 100.000 puntos en su tarjeta. Si tienen alguna duda sobre sus puntos restantes, pueden verificarlos mediante el sistema oficial de la escuela. Además, cabe aclarar que 1 punto vale 1 yen. Cualquier otra explicación es innecesaria.

Tras la entrega y explicación acerca de las Tarjetas de Identificación de Estudiante, toda el aula se llenó de ruido. La mayoría de los alumnos se encontraban bastante conmocionados por la gran suma de dinero que tenían a su disposición.

—100.000 yenes— pensó Naruto—. No es una suma de dinero tan grande, o al menos, no para mí. Sin embargo, recibir este dinero siendo un simple alumno lo hace verdaderamente impresionante. Es sorprendente de lo que es capaz una escuela creada por el gobierno japonés.

—¡¿Cien mil?!— exclamó un estudiante en voz alta.

—Esto debe ser una broma— dijo otro, con incredulidad.

—No hay manera de que recibamos tanto dinero— murmuró una chica.

—¿A quién se le ocurrió esta locura? — preguntó un chico con asombro.

—¿Y eso a quién le importa? — respondió otro con desdén—. Cien mil yenes, son cien mil yenes.

—Al fin recibo lo que me merezco— dijo una chica con una sonrisa.

Esa y muchas cosas más eran las cosas que se escuchaban dentro de aquella aula. La mayoría de los alumnos seguían atónitos ante tal información.

—La cantidad que se les ha asignado es, sin duda, significativa. Esta institución tiene como objetivo evaluar las capacidades de sus estudiantes. Cada uno de ustedes, al haber superado el riguroso examen de admisión, ha demostrado un nivel notable de mérito y potencial. La cantidad de puntos que se les ha otorgado es un reflejo directo de sus habilidades. No duden en utilizarlos sin restricciones. Sin embargo, es importante recordar que, al graduarse, todos los puntos acumulados se eliminarán. Dado que no es posible intercambiarlos por dinero real, no tiene sentido ahorrarlos.

La decisión de cómo emplearlos recae en cada uno de ustedes. Inviértanlos en aquello que les apasione o necesiten. Si consideran que no utilizarán la totalidad de sus puntos, pueden transferirlos a otro estudiante. No obstante, les advierto que cualquier intento de extorsión o acoso, ya sea físico o psicológico, para obtener puntos de otros compañeros será severamente sancionado. Esta institución toma muy en serio este tipo de comportamiento. Si no tienen preguntas, esto sería todo. Les deseo una fructífera experiencia en este lugar— Dijo la Profesora, concluyendo con su explicación.

—¿Qué es lo que traman? — Preguntó Naruto, con un tono serio y suspicaz, observando como su profesora se retiraba del aula sin dar ninguna explicación adicional.

—Es una escuela menos estricta de lo que pensaba— comentó Kiyomi en un tono neutro, intentando iniciar una conversación con el pelirrubio.

—Lo mismo digo. Esto es solo el inicio, así que sería tonto creernos que esta aparente amabilidad es todo lo que nos espera — respondió Naruto.

—Nos tratan tan bien que hasta da miedo— comentó Suzune, uniéndose de forma repentina a la conversación, algo que pareció alegrar al Blondo. Su tono era serio, y su mirada penetrante reflejaba una cierta inquietud.

—Todas las cosas tienen otro lado de la moneda— dijo Naruto, con una mirada divertida —. Estoy ansioso por saber cuál es la trampa en esto. Míralos, ellos ni siquiera lo han notado. No parecen sospechar o cuestionarse el porqué del dinero que obtuvieron.

El Uzumaki observó a sus compañeros, quienes hablaban animadamente sobre cómo podrían gastar sus puntos. Un escalofrío recorrió su columna vertebral. Algo no cuadraba.

—¿Trampa? ¿De qué hablas? La profesora ya dijo que el simple hecho de haber ingresado es lo que nos hace merecedores de esto — dijo Suzune, con un cierto tono de incredulidad.

—Te equivocas— respondió Naruto con convicción—. No hay razón para dar 100000 yenes a unos simples estudiantes de nuevo ingreso. El simple hecho de aprobar el examen no basta. Estoy seguro de que más del 70% de los estudiantes que ingresaron, lo consiguieron por mera suerte, no hay ningún mérito en eso. Es simple sentido común. Piénsenlo un poco, no tiene sentido asignarle el mismo valor a un alumno de alto nivel y a uno de bajo nivel.

—Parece que él también lo ha notado. Naruto no se asemeja al resto. Intuyo que he realizado una acertada elección. Es probable que se convierta en alguien de gran utilidad en el futuro. En cuanto a lo que menciona, tiene razón. La explicación de la profesora ha dejado numerosas interrogantes. Sin embargo, todos se mostraron tan ansiosos por gastar sus puntos que no formularon ninguna pregunta. Recuerdo con nitidez sus palabras: "Esta escuela mide las habilidades de los estudiantes". Al ser estudiantes de nuevo ingreso, carecemos de méritos previos. Por lo tanto, en mi mente solo existen dos posibilidades: o bien ingresamos como individuos sin valor y debemos ganarnos nuestro lugar, o bien ingresamos como la élite, pero corremos el riesgo de convertirnos en escoria si no nos esforzamos por mantener nuestra posición actual — Reflexiono Kiyomi.

—¿Cómo es que tú...? — intentó decir Suzune, dirigiendo su mirada hacia Naruto.

Antes de que pudiera terminar su oración, una voz resonó en el aula, llamando la atención de todos.

—¡Todos! ¿Pueden escucharme un momento?

Un chico joven, rubio, de ojos marrón claro y estatura promedio se encontraba de pie frente a la clase, con una sonrisa cautivadora en el rostro. Su tono de voz era entusiasta y lleno de energía.

—A partir de hoy, estaremos en la misma clase por los próximos tres años. Por lo tanto, creo que sería genial si todos pudiéramos presentarnos y hacernos amigos. Todavía tenemos tiempo hasta la ceremonia de entrada, ¿Qué les parece? — propuso el chico, extendiendo sus brazos hacia el frente como una invitación.

Un murmullo de aprobación recorrió el aula. La mayoría de los estudiantes estaban de acuerdo con la idea. La propuesta del chico rubio era una buena manera de romper el hielo y comenzar a conocerse.

—Buen movimiento. Creo que ya sé quién se convertirá en el líder de esta clase. Eso me ahorra el trabajo, aunque no tendré problemas en quitarle el puesto si es que fracasa como líder — pensó Naruto con una sonrisa ladina

—Mi nombre es Hirata Yousuke— continuó el chico al frente de todos—. Siéntanse libres de utilizar mi nombre de pila. Aunque me gustan todos los deportes, me gusta el fútbol en particular y también planeo jugar en el equipo de la escuela. Quedo a su cuidado, encantado de conocerlos.

Al finalizar su presentación, Hirata recibió una gran cantidad de aplausos. Había logrado convertirse en el centro de atención en tan solo un día.

Poco a poco, los estudiantes se fueron presentando uno a uno, algunos con más entusiasmo que otros. Algunos compartían sus hobbies, otros sus aspiraciones para el futuro, y algunos simplemente se limitaban a decir su nombre.

Finalmente, llegó el turno de Kiyomi. Se levantó de su asiento con una ligera incomodidad y se dirigió al resto de la clase.

—Bueno... Um, mi nombre es Ayanokouji Kiyomi. El, este... no hay nada particular sobre mí, voy a hacer todo lo posible para llevarme bien con todo el mundo, uh, un placer conocerlos —dijo con voz baja y un tono casi monótono.

Su presentación fue breve y poco memorable, en contraste con la de Hirata. Algunos estudiantes la miraron con curiosidad, mientras que otros ya habían perdido el interés.

—Me siento algo mal por ella— pensó Naruto, con un dejo de lástima en su voz.

Hirata, atento y servicial, se apresuró a intervenir para tratar de animarla.

—Encantado de conocerte, Kiyomi-san. También quiero llevarme bien con todos, así que hagamos nuestro mayor esfuerzo— dijo con una sonrisa cálida y extendida.

Sin embargo, Kiyomi no pareció reaccionar ante sus palabras. Simplemente asintió con la cabeza en un gesto apenas perceptible y volvió a sumirse en su silencio.

—Es mi turno. Hagamos que valga la pena— Pensó Naruto, notando como Hirata dirigía su mirada hacia él.

Se levantó de su asiento con una sonrisa radiante que iluminó la sala. Su energía contagiosa era palpable, atrayendo la atención de todos los presentes.

—Mucho gusto, mi nombre es Naruto Uzumaki, pueden usar mi nombre de pila si así lo desean— dijo con una voz clara y segura.

Hizo una breve pausa, recorriendo la sala con la mirada.

—Lo que me gusta, bueno... Me gusta leer, entrenar y, sobre todo, el ramen— continuó, notando como las miradas hacia el se intensificaban. —En mi tiempo libre me gusta disfrutar de un buen paisaje o un momento con amigos. Me encanta ayudar a mis compañeros y amigos, así que, si tienen un problema, no duden en pedir de mi ayuda, haré todo lo posible para cumplir con sus expectativas. Y finalmente, lo que me disgusta, son los pervertidos, eso es todo.

Naruto finalizó su presentación, provocando un momentáneo silencio sepulcral en el aula. La mayoría de los presentes se encontraban atónitos, procesando la información que acababan de escuchar. El apellido "Uzumaki" era un nombre que resonaba con poder e influencia, y su asociación con Naruto los llenaba de una mezcla de sorpresa, admiración e incluso temor.

—Fu. Al fin alguien de clase alta, su estilo es admirable. Casi al mismo nivel que el de nosotros, los Koenji — Dijo el Chico pelirrubio del autobús.

—¿Uzumaki?, ¡¿Él dijo que se apellida Uzumaki?!— exclamó un chico de cabello negro y lentes redondos, visiblemente sorprendido.

—¿Uzumaki?, ¡¿Él dijo que se apellida Uzumaki?!— exclamó un chico.

—¿Qué tiene eso de importante? — preguntó otro chico con desdén.

—¿Acaso no lo sabes? — respondió el chico de lentes con un tono de superioridad—. La familia Uzumaki, ellos son como la nobleza. Son la elite del país, además es considerada como una de las familias más poderosas en el mundo.

—Naruto Uzumaki, había escuchado de el en múltiples revistas, es el heredero de su familia. Un absoluto prodigio desde su nacimiento— comentó una chica de cabello largo y rubio, admirando al Uzumaki.

—El hijo de Kushina-Sama y Minato-Sama, nunca espere que alguien de su nivel estuviera en mi clase. Esto es genial.

—Espera un momento... ¿Es hijo de Minato-Sama? ¡Esto debe ser una broma!, este tipo nació en la maldita cima, no solo es el heredero de la Familia Uzumaki, sino que también de los Namikase— exclamó otro chico, incrédulo ante la revelación.

Los comentarios y murmullos continuaban entre los estudiantes, generando un ambiente de agitación en el aula. Naruto, por su parte, no pudo evitar sentir una oleada de incomodidad. Aunque ya estaba acostumbrado a la atención que su apellido generaba, no esperaba que su presentación provocara tal revuelo en sus nuevos compañeros.

—Creo que debí ahorrarme el decir mi apellido— pensó el pelirrubio, sintiendo una punzada de arrepentimiento.

—Aunque lo ocultaras, tarde o temprano lo sabrían. Mira el lado bueno. Al menos serás popular entre las mujeres— le dijo una voz en su mente.

—Uzumaki... Sí, ahora lo recuerdo. He escuchado ese nombre antes. Ahora todo encaja. Afortunadamente, parece que hay alguien de valor en esta clase. Incluso podría alcanzar el nivel de mi hermano. Será la única persona con la que valga la pena establecer una conexión en este lugar — Pensó Suzune.

—Uzumaki y Namikase... Ambos son nombres que resuenan familiarmente en mi memoria. He oído hablar de ellos. Prodigios absolutos desde su nacimiento. La cúspide de la excelencia en todos los ámbitos, tanto físicos como intelectuales. Indudablemente, figuras dignas del título de "prodigios". La única persona a la que debo prestar verdadera atención. En su interior, puedo percibir un aura de liderazgo natural, por lo que dudo que albergue intenciones ocultas. Sin embargo, como con cualquier otro individuo, si las tuviera o si intentara arrebatarme mi libertad, el resultado sería el mismo — Reflexiono Kiyomi, con un brillo frio saliendo de sus ojos.

Cambio de Escena.

El aire acondicionado de la tienda de conveniencia envolvía a Naruto, Kiyomi y Suzune en una ola de frescor mientras exploraban los estantes repletos de productos. La luz artificial iluminaba cada rincón del lugar, revelando una gran variedad de snacks, bebidas, alimentos instantáneos y artículos de primera necesidad. El aroma a café recién hecho se mezclaba con el olor de los bollos dulces creando una atmósfera acogedora, aunque no exenta de un toque de artificialidad.

Naruto, con un renovado entusiasmo, se movía con rapidez entre los pasillos, sus ojos brillantes escudriñaban cada producto como si se tratara de un tesoro escondido. Su mirada se detuvo en una sección de ramen instantáneo, donde una gran variedad de sabores y marcas competían por su atención.

—¡He encontrado lo que buscaba! — exclamó, tomando un paquete de fideos con sabor a miso picante. La imagen en el empaque lo mostraba con una textura suculenta y un color rojo intenso que prometía una explosión de sabor.

Kiyomi, por otro lado, observaba con detenimiento los precios de cada artículo antes de seleccionarlo. Su mente analizaba cada compra, buscando la mejor relación calidad-precio. En su cesta, se acumulaban productos básicos como arroz, pan, atún en lata y algunos snacks saludables.

Suzune, en cambio, parecía más interesada en las bebidas. Su mirada recorría las filas de refrescos, jugos y tés buscando algo que saciara su sed. Finalmente, se decantó por una botella de agua con sabor a limón y una lata de café frío.

—¿También tienes cosas que comprar? — preguntó Kiyomi, con un tono de voz neutro, mientras observaba a Naruto buscar entre los estantes.

—Así es. Y por suerte encontré lo que quería — respondió Naruto con una sonrisa, mostrando el paquete de fideos instantáneos.

—¿Comida? Bueno, es mejor que ir por compras sin sentido — dijo Suzune con un tono serio, mientras colocaba cuidadosamente los artículos de primera necesidad en su cesta.

—Uh, ahora que presto atención, has seleccionado artículos de un precio bastante reducido — comentó Naruto, observando el contenido de la cesta de Suzune con una pizca de curiosidad.

—Pensé en poco en tus palabras... puede que tengas razón y haya una trampa detrás de todo esto. Así que seré cuidadosa con mis gastos durante el primer mes — respondió Suzune con un tono cauteloso, alejando su cesta del Uzumaki. No quería que este siguiera husmeando entre sus cosas.

—Oigan, ¿qué piensan de estos precios? ¿son caros o baratos? — preguntó Kiyomi, levantando un tazón de fideos instantáneos que tenía un precio de 156 yenes. Su voz reflejaba una mezcla de sorpresa e indecisión.

—¿Eso realmente importa? Es ramen después de todo, vale la pena, o al menos para mí lo vale — contestó el Uzumaki con entusiasmo, tomando el tazón entre sus manos y examinándolo con detalle.

—No creo que sea realmente bueno para el cuerpo — pensó Kiyomi en silencio, cuestionándose la calidad nutricional del producto.

—Bien, creo que todo está listo — dijo Naruto con satisfacción, guardando los fideos en una bolsa.

—Esto será suficiente... al menos por ahora— Contesto Kiyomi, mirando su cesta, la cual contaba con algunos productos de necesidad básica al igual que algo de comida enlatada. Su pragmatismo la guiaba a no gastar más de lo necesario.

—Realmente son sencillos— Pensó Suzune, observando a sus compañeros.

El trio se acercó a la máquina de pago, listos para finalizar su compra. Sin embargo, antes de que Naruto introdujera su tarjeta, la voz de Kiyomi lo interrumpió.

—¿Oye, ¿Para qué sirve esto? — Preguntó Kiyomi, señalando un estante ubicado cerca de la máquina de pago. En este estante, se encontraban apilados productos de diversas categorías, todos ellos con un cartel que decía "Gratis".

—¿Gratis? Esto es raro — Dijo Suzune, acercándose al estante para examinar los productos con más detenimiento.

—Ayuda de emergencia. Ya veo... cada vez toma más sentido — Murmuro el Uzumaki, teniendo una leve idea.

Después de realizar su pago, el trio salió de la tienda, encontrándose con una escena algo inusual.

Tres individuos de mayor tamaño y aspecto intimidatorio acorralaban a un estudiante de la clase 1-D, Sudou, quien intentaba mantener una postura desafiante a pesar del evidente nerviosismo que lo consumía.

—Sudou, es un compañero de clase— señaló Naruto con una voz que denotaba cierto grado de sorpresa.

—¿Cómo lo sabes? No recuerdo que se haya presentado— replicó Suzune con un tono neutro, ajena a la situación que se desarrollaba ante sus ojos.

—No importa. Veré que puedo hacer— respondió Naruto con seriedad, dirigiéndose hacia grupo con paso firme.

—¿No vas a intervenir? — preguntó Kiyomi, con un dejo de curiosidad en su voz.

—Mi reputación se vería manchada si me involucro en este tipo de conflictos— respondió Suzune con una expresión despectiva, sin la menor intención de brindar ayuda.

Sudou, a pesar de la evidente desventaja numérica, se mantuvo firme, enfrentando a sus agresores con una mezcla de rabia y valentía.

¿Quieren pelear? ¡Vamos, anímense! ¡Puedo con los tres!— exclamó Sudou con voz temblorosa pero desafiante.

El trio de mayor año lo miro con desprecio. Uno de ellos, con una sonrisa burlona, se dirigió a Sudou:

—¿Lo has escuchado? Ja. Lárgate. Malcriado mocoso de primer año.

Sudou apretó los puños con fuerza, conteniendo su ira. La tensión en el aire era palpable.

—Dejemos al idiota, no vale la pena. Seguramente es de la clase D — dijo otro miembro del grupo.

Sudou no pudo contenerse más.

—Y eso que? ¡No me importa su año ni su clase, siguen siendo unos imbéciles! — gritó, arremetiendo contra ellos.

Sin embargo, antes de que pudiera siquiera alcanzarlos, un brazo se interpuso en su camino, impidiéndole el paso.

Naruto, con una sonrisa confiada en el rostro, miró a los Senpai con una mirada fría y penetrante.

—Oh, vaya. Tal parece que tienen un problema con mi compañero. ¿Habrá alguna forma de solucionarlo? — preguntó con una voz suave, pero que contenía un tono de amenaza velada.

—¿Quién rayos se supone que eres? Bah, no importa. Seguro que eres otro idiota de la clase D. Lárgate antes de que te demos una paliza — dijo uno de ellos con un tono arrogante.

Naruto sonrió con frialdad.

—Vaya... tan aterrador. Clase D, clase A ¿La clase realmente importa? Realmente lo dudo, después de todo, yo soy superior a ustedes tres juntos — dijo con aparente indiferencia.

Contrario a sus palabras, su tono era cortés, casi educado, pero la frialdad que emanaba de sus ojos y la postura firme que adoptó enviaban un mensaje claro: no estaba dispuesto a tolerar ningún tipo de hostilidad.

El trio lo miró con sorpresa. No esperaban que otro estudiante interviniera, y mucho menos uno que irradiara tanta confianza y seguridad.

—Imbécil, no te creas tanto— Dijo uno de los chicos, levantando su puño en forma de amenaza, tratando de recuperar el control de la situación.

Naruto sonrió aún más, una sonrisa que no era amistosa ni burlona, sino más bien un indicio de la tormenta que se avecinaba.

—Si eso es lo que creen, adelante, intenten algo. Muéstrenme de qué son capaces — incitó el Uzumaki, desafiándolos con una mirada que los helaba hasta los huesos.

El segundo chico, con el puño aún en alto, se detuvo en seco. No esperaba tal respuesta.

—Ocho puntos. Ahora, ¿Cuál será mi punto de ataque? — se preguntó Naruto en voz alta, como si estuviera analizando la situación en un juego de estrategia. La sonrisa en su rostro desapareció y un aura pesada pareció invadir el lugar.

Sudou no entendía lo que estaba pasando, pero podía sentir que algo había cambiado.

En ese preciso instante, uno de los chicos del trio se dirigió a sus compañeros.

—Tenemos mejores cosas que hacer —dijo con una voz que sonaba algo ansiosa—. Vámonos.

Sin esperar respuesta, el chico se dio la vuelta y salió corriendo, seguido por sus dos amigos. Naruto los vio alejarse sin sorpresa, ya que había anticipado su reacción.

—Sorprendente, los asustaste —comentó Sudou, todavía algo desconcertado por lo que acababa de ocurrir.

—No fue nada —respondió Naruto, retomando una expresión despreocupada—. Lo importante es que no te molestaron más. Por cierto, toma, vi que los buscabas en la tienda hace un momento. Compré bastantes, no tengo problema en dártelo —dijo Naruto, entregándole un tazón de fideos a Sudou, quien lo recibió gustoso.

—Gracias, Uzumaki. No sé qué habría hecho sin ti —dijo Sudou con sinceridad.

—No hay problema. Entre compañeros hay que ayudarse —respondió Naruto, dando una palmada en la espalda de Sudou. Luego de esto, el pelirrubio camino de regreso hacia Kiyomi y Suzune, quienes lo esperaban a unos metros de allí.

—Te debo una. ¡Si necesitas algo, no dudes en pedirlo! — Exclamo el Pelirrojo, viendo como Naruto se alejaba.

Fin de Capitulo.

¡Y bueno gente, hasta aquí el primer capítulo de esta nueva aventura! Espero que lo hayan disfrutado tanto como yo. Ha sido un placer traerles esta historia y sé que lo que viene será aún mejor.

Un agradecimiento especial a todos los que comentaron y se quedaron hasta el final ¡Su apoyo significa muchísimo!

Al igual que no olviden dejar sugerencias en los comentarios. Me encantaría saber qué les pareció y qué les gustaría ver en el futuro.

¡Muchas gracias por su apoyo y nos vemos en el próximo capítulo!