Capítulo 6
La noticia de que Viktor Krum estaba en Inglaterra duro en secreto aproximadamente 3 segundos después de que paso por la zona de aterrizaje de trasladores internacionales del ministerio. De alguna forma, Rita Skeeter se enteró y la noticia corrió como un reguero de pólvora, así que cuando Hermione Granger recibió una carta del ex-astro búlgaro del quidditch, había una lista muy larga de chicas que querían que Hermione les dijera que le estaba diciendo el búlgaro en la misiva.
Extrañamente, la única chica que no quería saber el chisme, era la reina del chisme de Gryffindor, Lavender Brown. Lavender Brown era la clásica chica rosa, es decir, su objetivo en la vida era casarse, tener bebés y ser una ama de casa. Ella no veía por qué elegir esa opción de vida era motivo de discordia con su familia.
Contrario al caso de Hermione Granger que buscaba un puesto en lo más alto de la sociedad mágica laboral, Lavender quería permanecer en el escaño más cómodo y no acercarse para nada al ministerio o cualquier trabajo mágico. Y toda la culpa de este deseo recaía en una muggle en América.
Martha Stewart.
Lavender vio un día un programa de televisión. Había tomado Estudios Muggles por un TIMO y EXTASIS fácil, y terminó gustándole la materia. La tarea de esa ocasión era encontrar varios programas de televisión, escoge decir su contenido y que opinaban de ellos.
Fue el primer Extraordinario que gano Lavender luego de explicar el maravilloso mundo de las telenovelas muggle y los programas de Martha Stewart. Las telenovelas por el nivel de drama que no existía en el mundo mágico (si existía, pero como todo el mundo, prefieren fingir que no) y Martha Stewart porque dignificaba lo que significaba ser Ama de Casa.
Ama de Casa. Martha no necesitaba magia, elfos domésticos, ni nada, solo su ingenio y tenía una casa enorme, atendida y funcional, solo con su ingenio. Es decir ¡Merlín y Nimüe! Como es que sus compañeros no podían entender lo genial que era Martha, como es que su madre podía sentirse decepcionada de ella por querer emular a esa mujer tan genial.
La madre de Lavender era reportera de El Profeta y había estado picando piedra como le dicen, para tener al menos un par de artículos publicados mientras Rita Skeeter tenía las primeras páginas y la portada, siendo que era una chismosa, mentirosa y en general, pésima reportera. Esa competencia desleal, era el motor de su madre… y la razón de que hiciera miserable a Lavender con sus modestos sueños.
Su madre quería que su hija buscara un trabajo donde fuera la mejor, que ningún hombre o mujer pudiera ser mejor que ella.
Lavender no entendía por qué su madre quería eso para ella. No todas las mujeres querían ser Amas de Casa, al igual que no todas querían trabajar en puestos importantes. Ella estaba bien con mujeres como Amelia Bones, que era la jefa de aurores. Estaba bien con los sueños de Susan, la sobrina de Madame Bones que quería ser Ministra de Magia. Estaba bien con los sueños de su mejor amiga Parvati de llevar la empresa de su familia a mayores horizontes. Entonces ¿Por qué nadie podía entender que ella quería ser madre y esposa, y que no imaginaba nada mejor para su propia vida?
Luego estaba el asunto de que desde Cuarto Año le gustaba Ron Weasley. Sabía que el hombre era terco y mercurial, pero ella sabía que en el fondo, el chico en realidad necesitaba una firme guía, pero con voz suave. Ella pensaba que podría ser un excelente esposo y padre si tuviera a la mujer adecuada para nivelar su temperamento. Y ella quería ser esa mujer.
Sin embargo, no era una zorra, a pesar de lo que dijeran algunas de sus compañeras de otras casas. Ella no tenía la culpa de que sus novios babearan por sus pechos, ni de que hubiera heredado ese tamaño de su abuela. Nunca beso a alguien que tuviera pareja y había abofeteado a una buena parte de estúpidos sin cerebro que pensaban que era un revolcón seguro.
No, Lavender no era tonta, no era sumisa, y no era fácil. Solo quería encontrar un buen esposo y tener una casa linda, un perro o gato o ambos, quizás una lechuza y varios niños. Y quizás, cuando los niños ya estuvieran en Hogwarts, escribir libros de hechizos caseros, y con suerte, programas de Red Mágica Inalámbrica que pudieran fundar su propio programa para ayudar a las amas de casa primerizas.
¿Era tan difícil de entender?
Como fuera, Lavender estaba en una misión. Ronald Weasley estaba soltero y ella tenía que aclarar algunas cosas con Hermione Granger antes de ir tras su objetivo.
Encontró a Hermione en su lugar preferido, la biblioteca y se acercó tranquilamente—¿Puedo sentarme? —.
Hermione levanto la vista de su pesado tomó y parpadeo ante la vista. No es que no conociera a Lavender, es solo que no podía imaginar que quería la Bomba Sexy Rubia de Gryffindor con ella, pero Hermione era curiosa así que asintió—Gracias Hermione, me preguntaba ¿Querrías dar un paseo conmigo alrededor del lago? Hay algo de lo que me gustaría hablarte—.
—¿Conmigo? ¿Quieres hablar conmigo? —Ahora Hermione estaba intrigada.
—Sí, si no estás muy ocupada, podría ser en este momento. Pero si lo estas, te parece ¿Después del almuerzo? —.
—No, no. Está bien. Estaba solo leyendo para relajarme—Hermione cerró el libro y lo hizo levitar hasta el carrito. Luego convoco todas sus cosas y las metió en su bolsa sin fondo—Guía el camino—.
Lavender sonrió y ambas chicas salieron de la biblioteca.
Cada paso que daban en dirección al lago, la tensión crecía así como la curiosidad de Hermione. Observando a Lavender, vio que esta tenía una cara de determinación que no le conocía a la chica. Hermione podía aceptar que mujeres como Lavender existieran, pero de alguna forma, esa existencia la irritaba.
Su madre siempre le había hablado de ellas y luego las conoció en la escuela primaria, chicas rubias, lindas y angelicales que se ganaban el cariño de todos. No cargaban su mochila, ni libros y obtenían todo lo que querían, incluso se daban el lujo de ser crueles, jugar con los sentimientos de los incautos chicos que cargaban sus libros y tener admiradoras en vez de amigas.
Hermione detestaba a las mujeres así. Pero esa mirada… esa mirada la obligaba a ver detenidamente a Lavender. Ese brillo Hermione lo conocía de sobra porque era el mismo brillo que tenía su madre cuando lograba un proyecto difícil. Era el mismo brillo que tenía Harry cuando volaba y era el mismo brillo que ella tenía cuando recibía sus calificaciones.
Determinación, satisfacción, metas. Lavender tenía una misión que la involucraba a ella y ahora estaba más que curiosa sobre que tendrían que hablar. Y ya no tuvo que esperar más, porque habían llegado al lago.
Lavender saco su varita y erigió unas impresionantes protecciones anti-escucha. Hermione estaba sorprendida mientras Lavender guardaba su varita—Listo, no quiero que nadie escuche nuestra conversación—.
—Ahora estoy más que curiosa y confundida sobre lo que quieres decirme—.
—Se trata de Ron…—.
—¿Te pidió que hablaras conmigo en su nombre? —.
—¿Qué? No, no—Lavender suspiro y empezó a caminar. Hermione iba a su lado—No, lo que quiero preguntar es si ustedes terminaron definitivamente, ya que parecían una pareja solida—.
—No sé porque me preguntas algo así, estoy segura de que Parvati puede darte el chisme. A menos que prefieras una fuente directa—Lavender se pasó la mano por su cabello en frustración. Quizás sería mejor un ataque frontal.
—Me gusta Ron—Hermione paro de caminar igual que Lavender—Me gusta desde Cuarto y quiero saber si ustedes terminaron definitivamente—.
—¿Quieres ir tras Ron? —Hermione estaba sorprendida, no esperaba algo así—¿Por qué? ¿Por qué me preguntas eso a mí? —.
Lavender bufo—Mira, contrario a la fama que me han hecho, no me meto con los novios de otras chicas. Esos miserables van tras de mí y los he hechizado hasta que se me cansa la mano o recurro al viejo estilo muggle—.
—¿Los pateas en sus bolas? —.
Lavender parpadeo y luego rió—No, pero lo haré la próxima vez—La risa que broto de la rubia, pareció aliviar el ambiente opresivo—Mira, te parecerá extraño pero creo que Ron sería un buen esposo y padre, pero necesita una mujer que pueda "guiarlo"…—.
—Entonces no es solo que lo quieres de novio, quieres casarte con él ¿Correcto? —Lavender asintió—¿Y me preguntas, por qué…? —.
—Porque si ustedes solo terminaron en un momento de furia y deciden regresar, no quiero perder mi tiempo cuando podría estar conociendo a otro chico—.
Hermione asintió y luego reanudo sus pasos con Lavender al lado. Las chicas estuvieron en silencio varios minutos, observando a sus compañeros pasear o acostarse en el pasto, y otros tantos lanzándole comida al calamar gigante.
Hermione estaba pensando en lo que le dijo Lavender y en su ruptura con Ron ¿Era permanente? Si era sincera, si, era permanente. Ambos querían cosas distintas de la vida. Ron quería una familia tradicional, y ella quería comerse el mundo. Quería un compañero que la apoyara y al cual apoyar, hacer locuras y vivir cosas nuevas, buscar un trabajo que la llenara. Sus padres siempre la llevaron de vacaciones a destinos por todo el mundo, así que la vida nómada sonaba maravillosa para ella.
¿Pero qué quería Lavender?
—¿Qué piensas hacer? —Lavender parpadeo ante la pregunta—Me refiero a cuáles son tus planes a futuro—.
—Quiero casarme y tener hijos, ser Ama de Casa—Hermione frunció el ceño—Hey, no hagas esa cara. Se lo que estás pensando, que mis aspiraciones son un reflejo de una sociedad que me ha condicionado a pensar que ese es mi lugar, pero te equivocas, mi madre es periodista y la he visto trabajar sin descansar. He conocido a Madame Bones y la admiro, pero admiro más a Martha Stewart ¿Cómo no puedes admirar a la Ama de Casa perfecta? Puede llevar un hogar y aun así tener su propia empresa de cosas para el hogar y sus programas de televisión, libros y demás—.
—¿Estás diciéndome que "estas eligiendo ser ama de casa"? —.
Lavender bufó—No todas las mujeres quieren ser Amas de Casa, y no todas quieren un trabajo. Es mi decisión ser Ama de Casa. Por eso es que aunque me han hecho esa fama de golfa, jamás han podido comprobarme nada. Todo son meros chismes. Mi objetivo es convertirme en esposa y madre, y cuando mis niños empiecen Hogwarts, empezar a escribir nuevos libros de hechizos caseros, hacer programas de RMI para amas de casa primerizas. Nadie nos enseña a ser amas de casa, pero esperan que sepamos cosas como el hechizo desterrador de mugre. O el de empacado—.
Hermione estaba asombrada. Si, Lavender quería ser Ama de Casa, pero también quería crear un nicho inexplorado en el Mundo Mágico. Lavender era ambiciosa, ella quería todo: ser madre, esposa, empresaria, escritora, locutora, creadora de hechizos al parecer, y quizás pocionera, cocinera y demás. Lavender aspiraba a superar a Martha Stewart.
—Ron y yo hemos terminado de forma definitiva, queremos diferentes cosas y se portó muy grosero con Harry, y conmigo—.
Lavender sonrió—Entonces, ¿Cuento con que no veras extraño que persiga a tu exnovio? —.
—Si, pero te advierto que es bastante visceral—.
Lavender sonrió—Tranquila, hay una razón por la que Ron me gusta y creo que pronto lo tendré donde quiero. Gracias Hermione, ¿Amigas? —Lavender extendió su mano. Era una apuesta arriesgada, pero sentía que podía ser amiga de Hermione, a pesar de las extrañas circunstancias en que se habían hablado.
Hermione sintió que muchas cosas estaban cambiando, pero como Harry le dijo una vez, a veces solo necesitas dar un salto de fe—Amigas—Hermione Granger, acaba de estrechar la mano de Lavender Brown, y dicho que podía perseguir a Ron Weasley.
En otra parte de Hogwarts, Ron Weasley sintió un frio repentino que le helaba los huesos.
Hermione se despidió de Lavender en la entrada al Gran Comedor y se fueron a sentar cada una con su mejor amigo. Harry se veía radiante y ella sabía la causa. Ya fuera que se diera cuenta o no, su amigo estaba enamorándose lenta pero inexorablemente, de Severus Snape. Casi todas sus conversaciones de esa semana, luego de aquel fin de semana donde Harry fue a la casa de Severus, fueron alrededor de Severus.
Sobre cuan guapo era, lo impresionante que lucía, lo lindo que lo trataba, lo tierno que le parecían sus celos, como se vería su bebé, y como habían hablado ya de si sería niño o niña. Aún les faltaba hablar sobre su casa y arreglos de vivienda, pero ambos llegaron a un acuerdo sobre que la casa debía tener un campo de quidditch, ya fuera que vivieran en Inglaterra o en Estados Unidos.
Hermione también estaba segura de que la llegada de Víctor no era algo "casual", sino que tenía que ver con ella. Luego de esa noche maravillosa que pasaron juntos, ella sintió que podrían ser algo más que compañeros ocasionales, pero Ron fue insistente, y ella había estado enamorada de él desde primer año. Dejo ir esa potencial relación por intentarlo con Ron.
¿Podrían darse una oportunidad? Quizás, pero luego del chasco que se llevó con Ron, primero tendría que averiguar qué es lo que esperaba Víctor. Ella no quería a otro "Macho". Quería un compañero de verdad.
Mientras ella decidía esto, Harry seguía parloteando alegremente mientras agarraba doble ración de todo, ya que su apetito había estado subiendo bastante esos días. Los elfos domésticos parecían saber que necesitaba Harry porque los platos a su alrededor jamás habían sido tan saludables antes: muchas verduras frescas y cocidas, carnes magras, algunos pocos carbohidratos, aceites buenos y granos en varias presentaciones.
Harry sabía que conforme avanzara el embarazo, tendría otros síntomas pero por el momento agradecía que en vez de las náuseas matutinas, tuviera hambre como si fuera una aspiradora. Además, el siguiente fin de semana, Harry y Severus quedaron de hablar de las casas y definir el estilo de casa que querían antes de pensar seriamente en si vivirían en Inglaterra o se mudarían a los Estados Unidos.
Pensar en dejar Inglaterra lo llenaba de cierto temor, pero viendo que solo sus amigos y su hermana, así como su vice-padrino apoyaban su relación, sumado al hecho de toda esta segregación anti-omega del Reino Unido, los Estados Unidos empezaban a sonar muy atractivos. Había hablado un poco de la vida en los Estados Unidos con Severus, y parecía algo completamente irreal. Harry no podía pensar en un lugar cuyas comunidades mágicas no tuvieran una separación de géneros ni de "color" de magia.
Severus le dijo que tenía sus defectos, pero las cosas positivas superaban con creces esas fallas. Tan solo que los matrimonios entre hombres lobos y magos no fueran estigmatizados, ponía a los Estados Unidos en los buenos libros de Harry.
Mientras todo esto ocurría en Hogwarts había más sucediendo en el Reino Unido, pero los adolescentes y adultos jóvenes que habitaban el castillo, eran felizmente ignorantes de cuanto cambiaria su mundo antes de que acabara ese año escolar.
Corina y Remus habían estado coordinando los detalles de varios ítems que necesitaban fabricarse desde cero y revisando la correspondencia que tenían con sus agentes durmientes en otras latitudes. Las más prometedoras venían de 2 países de la Commonwealth: Australia y Nueva Zelanda. Una tercera posibilidad para sus planes era Estados Unidos. Los demás países interesados podían repartirse varios de los planes.
Remus de vez en cuando pensaba en Sirius y sus hijos, pero eran estos últimos los que lo instaban a seguir. A él no lo engañaron cuando trajeron sus papeles de Segundo Genero. Él sabía que sus niños eran Omegas como él, pero no había dicho nada cuando pudo oler el miedo en sus cuerpos: miedo al rechazo.
Remus sabía que Sirius jamás los hubiera repudiado o alejado, pero luego de ver cómo estaba buscando a través de libro tras libro, tratando de encontrar una "cura" para su ahijado, podía entender por qué sus propios hijos querían mantener un perfil bajo. Corina también sabía ahora sobre el verdadero genero secundario de Leo y Aquarius y lo entendía.
En su caso, sus padres no había hecho mucho alboroto alrededor de su segundo género y su madre consiguió suficiente literatura para poder guiarla. Su madre era una bruja nacida de muggles Beta y su padre un sangre pura considerado un Traidor de Sangre por una de las razones más estúpidas del mundo: algo que había hecho un ancestro.
Ahora ya no importaba esa historia, el plan de Corina y su organización planeaba no solo liberar a los Omegas de la opresión del Reino Unido sino también ayudar a todos aquellos que quisieran un cambio radical. No se hacía una Revolución sin un buen alboroto, y lo que estaban planeando era justamente eso.
Tenían meses para producir suficientes ítems y encontrar más agentes durmientes en otros países. Luego de eso, solo quedaría elegir una fecha del cisma y decirles a los Omegas, y otras personas insatisfechas con el gobierno, que había un plan en marcha para ayudarles.
Remus no tenía dudas de que sus hijos y él participarían de esto, quedaba por ver si Sirius veía la luz y los seguía o en cambio, prefería quedarse sumergido en el Status Quo. Sirius era su Destinado, pero entre arrancarse el corazón y ver sufrir a sus hijos, prefería tener un agujero en el pecho. Sería menos doloroso.
Severus Snape estaba organizando varias cosas en su vida. Luego del fin de semana que vivió al lado de su compañero, estaba seguro de que, aunque no comprendiera en su totalidad el vínculo de destinados, era evidente que nunca iba a encontrar una mejor pareja que Harry. Incluso sin ese vínculo, es posible que pudieran haberse enamorado.
Contrario a la creencia de los ex-merodeadores, él no los odiaba… ya no más. Cuando era joven quizás les guardaba rencor, pero a estas alturas de su vida, guardar rencores infantiles solo sería un lastre para cualquier plan de vida que tuviera.
Y no era por presumir, mientras Black y Potter eran muy ricos, solo eran conocidos como "el padre" y "el padrino" de Harry Potter, él era un maestro tres veces certificado y un duelista profesional con varias preseas. No era tan rico como ellos, pero definitivamente no tenía problemas de dinero. Y si sus investigaciones en alquimia y pociones daban frutos, en un futuro sería asquerosamente rico.
La cereza del pastel en su vida actual, era haber encontrado a una pareja tan hermosa e inteligente como era Harry, pero a esa mezcla se sumaba un alma generosa y gentil. En un punto en su interior, sabía que Harry era tanto la razón por que en algún momento de su vida se interesó románticamente en Lilly Evans y también la causa de porque jamás pudieron conectar.
Dicen que el destino obra de formas misteriosas, y ahora su vida tan desgraciada de joven, se veía tan brillante que casi dolía verla. Brevemente se preguntó cómo se vería su hijo o hija. Si era niño ¿Qué le enseñaría? ¿Pociones? ¿O Harry insistiría en comprar escobas de juguete? Regulus seguro insistiría. ¿Y Fenrir? ¿El saco de pulgas también le haría caballito a Harry como a sus hijos? Mucha gente no podría creer que ese hombre lobo tan feroz en realidad era manso como un cachorro cuando tenía enfrente a sus cachorros.
¿Pero si era niña? Severus podía verse a si mismo gruñéndole a todo chico o chica que se le acercara a su princesa, a Regulus amenazando con envenenar a su pareja y Fenrir solo le enseñaría sus dientes con la promesa de que en luna llena, tendrían una cita en el Bayou, ayudado por sus cachorros.
Y hablando de cachorros, tendría que hablarle a Harry de Selene, Elena, Elián y Lovel antes de que conociera a Regulus y Fenrir o la dinámica de su familia podría abrumarlo. Sabía que los Weasley lo habían invitado a sus cenas familiares, pero el caos que era la familia Black-Greyback era algo más intenso que la reunión más animada de los Weasley.
Severus sonrió al pensar en cómo sus ahijados tomarían la noticia de su propio emparejamiento y futuro primogénito. Seguro que se volverían locos, y quedaba otro asunto que atender ¿Debería proponérsele formalmente a Harry? Severus era algo anticuado y le gustaría casarse con Harry antes de que naciera su bebé, pero tampoco quería imponerle su visión de las cosas a su pareja. Quizás navidad era una buena ocasión para sacar el tema, luego de que hubiera conocido a sus dos amigos más cercanos.
Había tanto que planear. Era la primera vez que planeaba una Navidad y también debería decirle a Harry que invitara a quién quisiera, incluso si significaba invitar a sus padres y Black, no, Sirius. Debía hacer un esfuerzo sincero por pensar en los parientes de Harry como parte de su familia, no importa que ellos no pudieran considerarlo a él parte de la misma. Él no sería quién traería problemas a su incipiente relación.
Mientras tanto, Sirius Black había llegado a la siguiente bóveda. James y él habían recorrido casi todas sus bóvedas, pero habían evitado activamente las bóvedas más profundas de sus familias. Contrario a la creencia popular, los Potter no habían sido siempre una familia ligera y tenían en su haber varios magos oscuros. La familia más prominente ligada a los Potter que habían sido magos oscuros, eran los Peverell.
También, contrario a la creencia popular, la magia oscura no era mala y Sirius Black lo sabía mejor que nadie porque para poder convertirse en jefe de familia, debió tener el entrenamiento en rituales y magia de sangre de su familia.
Tanto James como Sirius eran parte del grupo del Wizengamot que apoyaban la vuelta de las artes oscuras a Hogwarts, pero aún no podían hablar abiertamente de ello. No estaban muy felices con Severus pero eso se debía más a que se había convertido en compañero de su único hijo varón de James y menos con su estatus de mago oscuro.
Tampoco ayudaba que las viejas rivalidades siguieran vivas a un nivel profundo. Sirius pensaba que Severus disfrutaba la situación porque le permitiría vengarse de los Merodeadores a través de su vínculo con Harry, mientras James pensaba que el vínculo había ocurrido porque Severus estuvo enamorado de su ahora esposa. Remus era el único que defendía que el vínculo no se formaba por cosas como esa y es por lo que Sirius había estado durmiendo en el sofá durante estas semanas.
Las bóvedas profundas de Potter y Black eran la última esperanza de poder cambiar el género secundario de Harry y que este pudiera cumplir sus sueños de jugar quidditch. Ni Remus ni Lilly entendían por qué era tan importante para ellos que Harry cumpliera su sueño, pero ellos no estuvieron cuando Harry hizo su primera inmersión, cuando atrapo su primera snitch… a la edad de un año y meses.
Si Lilly creía que Harry volando con su escoba de juguete fue terrorífico, se alegraban de que no hubiera estado cuando, de alguna forma, Harry logro sacar la escoba profesional de James y estuvo jugando con ella y la snitch que encontró en el mismo cofre de la escoba.
Ver ese talento puro y luego, con los años, verlo desarrollarse, nutrirse… sabían que Harry era un prodigio y esperaban con ansias a que se revelara su género secundario, esperando que fuera un Alfa o Beta, jamás pensaron que Harry podría ser un Omega. No era muy bajo, de hecho, era solo un poco más bajo que James, aunque Severus era un poco más alto que James, así que se veía bajo respecto a su vínculo. Tampoco era débil o enfermizo, ni siquiera era delicado en cuanto a apariencia, aunque muchos habían dicho que Harry era guapo.
Remus había sido delicado en su juventud, sumado a su aflicción lunar, su apariencia era frágil. Con los años y la poción de Wolfsbane, su salud era genial ahora y su apariencia aunque seguía siendo algo delicada, había perdido sus bordes finos por unos más robustos.
No, nada en Harry indicaba un Omega, así que ambos nunca pensaron en un plan de contingencia para un Omega. Sabían cómo funcionaba su sociedad y sabían que ningún equipo aceptaría a un Omega en sus filas, por el simple hecho de que era la ley.
Era una ley ministerial. Pocos sabían de ella y los equipos de quidditch así como los aurores, tenían prohibido aceptar a Omegas en sus filas activas. Es decir, podían contratar Omegas para tareas de escritorio como representantes, secretarios, contadores y demás, pero jamás como jugadores o aurores de campo.
La ley estaba vigente pero jamás se publicó adecuadamente y quienes sabían de ella, tenían prohibido hablar sobre ella. No era solo la discriminación imperante, sino que de verdad había leyes que prohibían a los Omegas acceder a puestos donde tuvieran contacto cuerpo a cuerpo con otros, y puestos donde podrían influir en otros.
No había un solo jefe Omega en el ministerio debido a estas leyes.
Lo extraño de ellas, es que nadie sabía desde cuando existían pero todo el Wizengamot las refrendaba cada año en la sesión de verano. Algunos de los historiadores del Wizengamot sostenía que había buenas razones para prohibir el acceso de los Omegas a ciertos puestos, pero no querían hablar de ello.
Como Lores de sus respectivas familias, James y Sirius sabían sobre esas leyes y de ahí su ansiedad porque Harry pudiera cumplir su sueño, sabiendo que jamás podría ser contratado por un equipo, no importa lo bueno que fuera jugando. Todo equipo en el Reino Unido debía seguir las leyes del ministerio.
Si encontraban algo que cambiara el género secundario de Harry, no solo podría cumplir su sueño, sino que podría alterar ese vínculo. Sabían en un nivel profundo que eso no pasaría, pero también seguían siendo esos niños mimados que durante sus años de Hogwarts, siempre creyeron que se saldrían con la suya.
Ron Weasley no sabía que estaba pasando. Lavender Brown, la chica más despampanante de su año se sentó junto a él durante la cena y empezó a servirle un plato con todo lo que le gustaba, pero con la mitad del mismo lleno de ensalada. La chica se lo puso en frente y tenía una linda sonrisa.
No dijo nada, pero esa mirada que le dio junto con la sonrisa, le dijo a Ron que tenía que comerse también las verduras. Para su completo asombro, Ron de hecho se comió todo el plato y ella le acerco entonces su postre favorito y una taza de chocolate caliente, que tenía algo menos de azúcar que el habitual.
Luego de la cena se encontró revisando su tarea junto con Lavender y Ron seguía asombrado de que él estuviera haciendo todo lo que ella le sugería ¡Cuando ella nunca dijo nada! Eran más bien pequeñas miradas, sonrisitas, guiños. Era algo tan silencioso que él no sabía cómo es que captaba la esencia del mensaje. Hermione siempre lo acusó de tener las emociones de una cucharita de té, pero ahora captaba perfectamente lo que Lavender quería decirle.
Lavender era una hermosa chica Beta que era asediada incluso por años mayores, pero ella los rechazaba a todos. Ron no creía lo que decían de ella sobre su "comportamiento lascivo". Una chica como ella, tan dulce, no podía ser eso. Además, él sabía mejor que nadie que las apariencias eran engañosas, su hermanita parecía una persona dulce y tierna pero podía poner a los gemelos contra la lona cualquier día de la semana.
Por eso no entendía por qué Lavender querría pasar tiempo con él. No era muy listo, se había peleado con su mejor amigo, perdido a su novia y había alienado a su familia, excepto sus padres, contra él, aunque nadie había sido más vocal que los gemelos. Este año la navidad iba a ser algo que quería evitar.
Pero mientras tanto, aquí estaba, Ron Weasley, procrastinador casi profesional, revisando su tarea bajo la atenta mirada de la chica más sexy que él haya visto, y… ¿Ese botón superior se abrió? ¡Oh, Merlín! ¡Sus pechos eran más grandes de lo que había imaginado!
—Este… Lavender…—Empezó Ron, con la cara tan roja como un tomate.
—¿Sí? ¿Qué sucede Ron? —Lavender le sonrió con una cara tan angelical.
—Yo… tu… —Ron no sabía cómo decirlo, pero… ahí iba otro botón y ahora se alcanzaba a ver la hendidura que se formaba en medio de aquellos turgentes y cremosos senos. El Pequeño Ron de su cerebro le dio una bofetada mental para que se concentrara.
—¿Qué sucede Ron? —Lavender siguió con el acto de inocencia, sabiendo que el hechizo en sus botones estaba funcionando a las mil maravillas. Ahora Ron asociaría la comida saludable y las tareas con pechos grandes.
—T-tus botones…—Logro decir por fin Ron.
—Mis botones… ¿Qué? —Lavender bajo la mirada hacia su blusa y vio que solo se habían desabotonado 2. Interesante. Se pregunto qué haría Ron cuando los viera sin nada. ¿Se pondría tan rojo como ahora? ¿Sería un hombre de aquellos que quería hundir su cara en medio de sus pechos? ¿O por el contrario fingiría ser panadero y los amasaría? Oh miren, "mini-Ron" ya estaba muy despierto.
Lavender calculaba que antes de Navidad podría besarlo a la francesa y dejarlo muy turbado hasta año nuevo como mínimo—Oh Merlín—Lavender se abotono rápidamente y notó que Ron se había movido de forma que la cubría y nadie vería sus pechos, excepto él, que estaba desviando la mirada hacia cualquier lado. Lavender finalmente terminó de abotonarse y se levantó de su asiento—Gracias Ron, eres un caballero. Cualquier otro chico no me habría avisado—Lavender terminó su actuación dándole un beso en la mejilla a Ron.
Ron se quedó pasmado en la mesa, sin oír en realidad al resto de su casa y preguntándose qué había pasado en estas pocas horas y porque tenía una erección tan dura, que tendría que esperar a que todos se fueran para poder irse a algún sitio a encargarse de ella.
