Gracias por todos sus reviews. Lamento no responderlos todos, era eso o publicar antes.

Me sorprendió mucho la respuesta. Espero que este capítulo sea de su agrado también.

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Vodka y chocolate

Hermione llenaba su tina con agua caliente y ese aceite de lavanda con limón que tanto le gustaba, cuando escuchó el timbre de la puerta. Esta vez, Luna había tardado menos tiempo del esperado. Ginny siempre le daba la oportunidad de ponerse antes la fea y peluda pijama con estampado de gatos. Ese vejestorio que le encantaba usar cuando estaba deprimida y que desagradaba hasta a su mismísimo gato.

Caminó resignada hasta la cocina, tomó el enorme tarro con helado y una cuchara y se dirigió a la puerta. Gracias a Dios que había hecho una escala en la tienda de comestibles antes de llamar a sus amigas o las habría recibido con las manos vacías.

-Confió en que hayas traído vodka suficiente.

Dijo a Luna mientras habría la puerta y le tendía el helado y la cuchara.

- Vaya, no sabía que tenías ese requisito de entrada Granger.

La ronca voz arrastrada de esa sierpe le encendió todas las terminaciones nerviosas y la obligó a mirar a la puerta con los ojos desorbitados.

-Ma... ma...

Tartamudeo asustada retrocediendo hasta la isla central de su cocina.

-Draco, Granger, aunque si tú quieres, puedes llamarme Papi.

El guiño qué siguió a esta frase fue tan devastador, que Hermione debió hacer un esfuerzo controlado para cerrar la boca y que las rodillas no le flaquearan.

El rubio avanzó hacia ella, como un depredador. A Hermione le recordó más a una pantera de sinuosos movimientos calculados que al aspid que se suponía debería ser.

Tomando el helado de manos de la castaña, lo puso en la encimera a su lado, la tomó a ella de la cintura y la levantó para dejarla sentada frente a él.

Mas por el deseo sorprendido que la abrumaba en ese momento, que por algún sentimiento de temor, su boca se calló las protestas cuando él separó sus rodillas para acercarse a ella, poniéndose entre sus piernas.

Tampoco protestó cuando la besó, ni cuando empezó a quitarle aquella pijama tan espantosa.

Le descubrió rápidamente el pecho, y aprovechando la ausencia de ropa interior, descendió repartiendo besos por su cuello y por su pecho. Hizo un alto en el ombligo, donde sumergió su cálida y serpentina lengua.

Curiosamente, la lengua de Malfoy sobre su cuello se sentía extraña. Excesivamente caliente. Fue por eso, y porque apenas podía mantenerse cuerda, que se retorció cuando sus labios llegaron a una parte de sí misma demasiado sensible.

Su aliento la rozó mientras sus dedos separaban sus pliegues, húmedos ya. Hermione tembló con expectación cuando los ojos plateados le dirigieron una oscura mirada que la envolvió en llamas.

Lo vio, como a cámara lenta, relamerse los labios antes de sacar la lengua y dirigirla hasta su inflamado clítoris.

Hermione se revolvió y el rubio se alejó de ella mostrándole esa sonrisa cínica que le mostraba en el colegio cuando le ganaba puntos para la casa de las serpientes.

-Draco, por favor...

Su voz resonó en el pequeño espacio, evidenciando su necesidad. Y la hizo saltar un poco sorprendida.

Abrió entonces los ojos para ver cómo Crookshanks la veía de forma interrogante.

-Oh Merlín, ese sueño era tan bueno...

Respiró abrumada y algo frustrada debido al calor corriendo en sus venas.

¡Pero si a ella no le caía bien Malfoy!

Antes de que sus pensamientos siguieran por esos derroteros, el timbre de la puerta la sobresaltó. Y entonces escuchó unos gritos que provenían de fuera de su apartamento.

-¡¡Abre Herms, trajimos mucho vodka!!

Salió rápidamente de la bañera y poniéndose su fea pijama con un movimiento de varita, fue a abrir la puerta a sus amigas.

-Oh Merlín, debe ser grave Luna.

Dijo la pelirroja en cuanto vio el feo pijama.

-Entonces hicimos bien trayendo una botella más de vodka.

La castaña las abrazó, dudando entre saltar emocionada como una adolescente que muere de ganas por contar su primer beso; o esconder la cabeza entre los sillones del sofá como cuando se vergonzó a sí misma frente al wizengamot en aquella junta por culpa de Ronald.

Luna la abrazó fuertemente.

-Sea lo que sea, tengo el presentimiento de que todo irá bien.

-Desembucha chica, ya dinos qué pasó que te tiene en ese estado. ¿Malfoy te vio ahí y te echó?

La pelirroja la cuestionó mientras la empujaba al sofá, metiéndole una cucharada de helado en la boca y le ponía un vaso en la mano, que Luna se apresuró a llenar con vodka.

Hermione tragó el helado con un trago del fuerte alcohol y tosiendo un poco le reclamó.

-En realidad, la culpa fue de ustedes y de ese tanga descarado que me convencieron de comprar.

-¡Ahá!, lo sabía. -gritó exultante Ginny- Te avergonzaste cuando se te cayó en medio de la recepción.

-No... en realidad...

-No me digas que se te notaba con la falda, lo hubiéramos notado. La tela del traje es la adecuada. - La interrumpió Luna reflexivamente.

-Nooo. Pero era demasiado pequeña.

-¿Sufriste entonces una rozadura? En mi bolsa tengo una pomada que mamá prepara y es buenísima...

Mientras la pelirroja buscaba frenéticamente en su bolso. Hermione sacó su varita y levantó las manos.

-Esperen chicas, cálmense y mejor veámoslo.

Acercó la varita a su sien y retiró de ahí el hilo plateado del recuerdo que deseaba mostrarles y lo lanzó a la televisión, que había preparado previamente.

-Por favor, no digan nada hasta que termine.

Dijo la castaña mientras abrazaba el bote de helado y la botella de vodka.

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Draco Malfoy, reciente empresario destacado, arrojó su costoso abrigo al sofá mientras se servía un vaso de wisky de fuego. Su mente no le estaba dando ninguna tregua. No dejaba de repetirle imágenes de la castaña, como en una de esas película muggles.

Granger en el elevador, sonrojada y mirándolo con deseo. Granger caminando por sus oficinas, directo a la oficina de Magnolia, contoneando su pequeño y deliciosos trasero sobre esas piernas y tacones perturbadores. Granger entrando a su oficina, como el mismo desde vestido de color rojo. Granger huyendo de él, atrapada en la puerta, donde se giró hacia él y le plantó ese beso que le voló las neuronas.

Maldito fuera Merlín y mesa redonda. Las ansias que tuvo de arrancarle la ropa, como un salvaje, cuando ella emitió esos sonidos entre gemidos y maullidos. La sedosidad de sus rizos cuando sujeto su nuca para dejarla inclinada en el escritorio.

¡La muy descarada le había exigido su varita!

Y vaya que él se la había dado. Se la había dado a fondo y a conciencia. Hasta hacerla llegar.

Pensar en eso lo había mantenido con un humor de perros en la reunión del corporativo Malfoy durante la tarde. Mal humor derivado, principalmente, de la necesidad de ocultar la pulsante ereccion que se negaba a ceder.

Y lo había intentado. Incluso al terminar las reuniones, cuando se apareció en el departamento de Astoria, sorprendiéndola durante su siesta vespertina en el sofá.

Había aparecido como un demente, abriéndose el abrigo y los pantalones en cuanto la vio en el sillón. Ella abrió lo ojos y sin mostrar rastro de sorpresa, abrió la boca para recibir su erección.

Llevado por la locura, cambió los rasgos de Astoria y en su mente fue la imagen de Granger la que lo rodeó con sus labios cálidos. Bombeo en su boca salvajemente, casi llegando a la culminación, pero el hechizo se rompió cuando sujetó su cabeza y sus manos tocaron la lisa melena de Astoria; con ese tacto artificial de las pociones y extensiones mágicas, tan diferente a la sedosidad de Granger.

Como criminal perseguido por dementores, huyó de Astoria, ignorando su voz seductora. Se apareció en la plena sala de su casa, ahuyentando a sus elfos domésticos y ahora estaba así. Bebiendo wisky de fuego con la esperanza de que el alcohol acabara con sus funciones conscientes.

Debió prever que se trataba de una mala, malísima, pésima idea. Pero su razón estaba nublada por el deseo y no hizo lo único viable en su caso: lanzarse a sí mismo un desmaius.

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Secándose el sudor que corría por su nuca, la pelirroja soltó un fuerte resoplido. Luego miró a su amiga.

-Pobre Harry, no tiene idea de lo que le espera cuando llegue hoy a casa.

Hermione intentó borrar de su mente la imagen de su mejor amigo, desnudo y moviéndose como un semental enloquecido encima de Ginny. Porqué por Merlín, que así lucía Malfoy, moviéndose sobre su propio cuerpo en el recuerdo que acababan de mirar.

-Por favor chicas, ni una palabra...

-Obviamente no diremos nada Herms, y aunque lo intentara, creo que Harry y mi hermano me encerrarían en San Mungo de inmediato.

La tranquilizó la pelirroja.

-Es una lástima que yo no tenga nadie a quien ir a violar ahora mismo.

Fue el comentario de Luna, dicho con su voz soñadora, sonaba extrañamente perturbador.

Las tres prorrumpieron en carcajadas, que fueron calmadas con más helado y tragos de vodka, mientras reflexionaban lo que acababan de ver en silencio.

-¿Y que piensas hacer ahora Herms?

De nuevo, Luna rompía el hilo de pensamientos del grupo de chicas.

-Pues que va a hacer si no. Seguir buscando un nuevo trabajo. Obviamente.

-O quedarme en la oficina de aurores, después de todo, no es un trabajo tan malo.

Hermione trataba de hilar sus pensamientos que corrian como grindilows. Sólo deseaba apagar el fuego encendido en su vientre, con urgencia, y volver a su vida normal.

-No, no me refiero al trabajo chicas. Me refiero al bebé.

Un trueno resonó en los cielos mientras la luz se apagaba y las chicas gritaban en la oscuridad.

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Saludos

Pandora