Disclaimer: Los Anime/Mangas de Katekyo Hitman Reborn! y Sekirei no me pertenecen, solo juego con sus personajes para mi entretenimiento y el de mis lectores.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
Capítulo 5.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
En la elegante oficina de Sahashi Takami, la luz de la puesta de sol se filtraba por las ventanas, pintando patrones de sombras en los muebles elegantes y modernos. La formidable mujer se encontraba absorta en sus pensamientos mientras reflexionaba sobre la reciente videollamada con Tsunami y sus Sekirei. La preocupación por la seguridad de la joven y éstos pesaba en su mente. Las luces de la oficina se encendían automáticamente a medida de que caía la noche mientras el reloj avanzaba con lentitud, y la peligrís suspiró, frotándose las sienes.
—¿Qué puedo hacer para ayudarlos de forma discreta? —murmuró para sí misma, sus ojos oscuros fijos en el paisaje urbano que se extendía más allá de la ventana. Mucho estaba en juego y si Tsunami-san llegara a estar en problemas a causa de esto, estaba consciente que los chicos no dudarían en usar sus poderes para protegerla, revelando que no son hombres normales y atrayendo más miradas sobre ellos. Sabía que ellos no eran tan descuidados, y si atacaban lo harían siendo cuidadosos de no mostrar sus verdaderas habilidades públicamente, pero si las circunstancias lo ameritaban, golpearían con todo y al diablo las consecuencias—. Hmm. Creo que ya tengo una idea de que hacer -murmuró.
El sonido de alguien tocando a la puerta rompió su concentración. Tras un simple "adelante" Kochō, la Sekirei #22, la cual trabajaba en la división de Inteligencia de MBI, entró con un semblante bastante serio en su hermoso rostro. —Takami-sama, necesito informarle de algo urgente.
Takami asintió, indicándole a Kochō que continuara.
—Hubo un intento de intrusión en nuestra base de datos esta mañana —explicó la peliplata—. Por suerte, nuestros sistemas de seguridad fueron capaces de repeler el ataque sin problemas, sin embargo, esto nos preocupa. No sabemos quién lo intentó ni con qué intenciones.
Takami frunció el ceño, pensativa. —Infórmales a todos los trabajadores de la división de Inteligencia que se mantengan en alerta máxima. Es imperativo que estemos preparados por si vuelven a intentarlo.
Kochō asintió con seriedad y salió de la oficina para poner en marcha las medidas de seguridad adicionales. Takami se quedó sola, reflexionando sobre la conexión entre este incidente y los Vongola. Era una posibilidad que no podía descartar. Las circunstancias apuntaban en esa dirección, especialmente después de las recientes revelaciones.
Los dedos de la mujer golpeaban nerviosamente la superficie de su escritorio. Profiriendo un suspiro, tomó su teléfono celular. No podía perder más tiempo, había mucho por hacer, órdenes que dar y personal de MBI que movilizar a Namimori y rápido.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
Esa misma tarde, el futuro Décimo Vongola y los miembros de su familia seguían reunidos en la sala de estar de la residencia Sawada atendiendo una videollamada con los dos técnicos más jóvenes de la Vongola, Irie Shoichi y Spanner.
–Lo siento, Ieharu-kun, pero no pudimos acceder a los sistemas de MBI. La seguridad es demasiado estricta –les informaba Irie, claramente frustrado por su fracaso–. Es como si tuvieran un muro impenetrable –comentó, con voz tensa, pasando una mano por sus rojizos cabellos.
Spanner asintió, su expresión estoica. –Lo máximo que hemos logrado es evitar que detecten nuestra presencia. Pero entrar directamente... parece ser imposible –dijo.
Ieharu suspiró compartiendo una sombría mirada con el resto de los presentes y su padre, quien había despertado hace unos minutos.
—Entiendo. Agradezco sus esfuerzos, chicos —respondió finalmente el castaño—. Definitivamente no podemos arriesgarnos a ser descubiertos por MBI. Sin embargo, esto nos deja en una posición complicada. Necesitamos una estrategia diferente –la mirada del subjefe del CEDEF se centró en los dos técnicos–. Al ser un conglomerado empresarial líder en tecnología podrían darse cuenta si se continúan haciendo investigaciones sobre ellos por medio de otras fuentes en la web, ¿no es así, Irie-kun, Spanner-kun?
Ambos asintieron, sus expresiones graves.
—Es lo más probable. De todos modos, intentaremos obtener más información sobre sus empleados y cualquier vulnerabilidad que puedan tener por otros medios –dijo el pelirrojo.
—Estamos en ello —agregó Spanner—. Les informaremos de cualquier avance.
—Excelente —les dijo el joven castaño—. Estaremos pendientes.
La videollamada terminó, y los presentes en la sala intercambiaron miradas de preocupación. Ieyasu suspiró, apoyando los codos en las rodillas.
—Parece que tenemos que redoblar nuestros esfuerzos —comentó, mirando a todos—. ¿Alguna otra idea?
—¿Qué tal si usamos un enfoque más directo? Podríamos intentar infiltrarnos desde dentro. Hay menos probabilidades de ser detectados si tenemos un contacto interno —propuso Gokudera, con una cara seria y calculadora.
Ieharu frunció el ceño, pensativo. — Eso podría funcionar, pero también es un riesgo. No sabemos qué tipo de personal tiene MBI.
El silencio se hizo pesado en la habitación, cada uno sumido en sus propios pensamientos sobre cómo proceder.
—¡Mi pobre niña. Aún atrapada en las redes de esos extraños y sobrenaturalmente atractivos hombres, y papá no puede hacer nada para salvarte, mi pequeño atún! -comenzó a sollozar Iemitsu, cómicas lágrimas cayendo de sus ojos como cascadas.
"Oh, Maldición. ¿Por qué no se pudo quedar inconsciente durante unas horas más?", pensó Reborn, empezando a alcanzar su pistola con claros deseos homicidas.
—Kufufu. Hay que ver el lado bueno, los nietos le van a salir preciosos -dijo burlón Mukuro, esbozando una sonrisa, la cual se amplió al ver como el padre de su Cielo casi sacaba espuma por la boca del shock.
—Jaja, es cierto —le dio la razón Takeshi a su compañero guardián.
—¡Idiota fanático del béisbol, no le sigas la corriente a la piña! –lo regañó Gokudera.
—¿A quién le dices piña, perrito faldero? —siseó Mukuro, lanzándole una mirada asesina al Guardián de la Tormenta.
—Estúpidos herbívoros, serán mordidos hasta la muerte si no se callan —gruñó Hibari, sacando sus tomfas. Ya de por si estaba irritado al haber estado rodeado de tanta gente durante horas debido a esta maldita reunión y la falta de progreso no ayudaba a su estado de ánimo y ahora el ojigrís tenía que soportar el ruido que hacían esta vola de idiotas.
Después de ello, para exasperación de Ieharu, comenzaron a discutir y a lanzarse insultos.
Sin prestarle atención a la pelea entre los guardianes del Cielo menor que ya estaban a poco de sacar sus armas, Daemon prosiguió con la tortura mental hacia el León Joven del Vongola. —Nufufufu. Y siendo seis esposos los que tiene Tsunami-chan, de seguro serán muchos, pero muuuchos nietos -añadió maliciosamente, dando el golpe de gracia, pues tras lo dicho por éste, Iemitsu se desmayó.
Apenas reprimiendo hacer un puchero (el era Reborn, el mejor Hitman del mundo, no hacía pucheros) guardó su pistola a regañadientes, pues ya no era necesaria.
En ese momento, el sonido de la puerta principal abriéndose hizo que todos se calmaran. Nana entró alegremente con Lambo, I-pin y Fuuta, quienes la seguían con entusiasmo después de una tarde de compras. Saludó a todos con una sonrisa cálida mientras se dirigía a la cocina para preparar la cena, ajena a la pelea que casi estallaba en la sala de estar y a su marido inconsciente en el piso.
Los niños ayudaban a acomodar las compras en la alacena felices de ayudar a la matriarca Sawada. Bianchi, quien llegó con Nana y los niños, se acercó a Reborn, saludándolo con una sonrisa amorosa, llevando unos lentes oscuros para no causarle malestar estomagal a sus hermanos.
—Mi amor, me encontré con Nana y los niños de camino aquí y decidí acompañarla —dijo Bianchi—. ¿Cómo va la investigación? —Éste la había mantenido al tanto de la situación por mensajes y llamadas, ya que ella había estado en la ciudad de Menton, Francia por motivos de trabajo.
—Hasta ahora no hemos obtenido ningún avance significativo. La situación con MBI sigue siendo un misterio -le respondió el Sol Arcobaleno, haciendo una mueca de disgusto.
—¿De verdad? —la pelirrosa se sorprendió—. Esperaba que al menos ya tuvieran alguna pista.
—Estamos trabajando en ello —aseguró el Hitman—. Vamos a seguir intentando. Ya tengo a varios de mis contactos investigando de forma independiente.
La bella asesina asintió, segura de que su amado Reborn pronto resolvería el misterio que rodeaba a la menor de los Sawada.
Sin más que hacer por el día, los guardianes de Ieyasu y Ieharu se retiraron a sus propios hogares, declinando con mucha fuerza de voluntad la invitación de Nana para que se quedaran a cenar, debido a que sus familias ya los esperaban en sus respectivos hogares. Para hacer tiempo en lo que la cena estaba lista, los dos hermanos Sawada se pusieron a revisar algunos documentos que tenían pendientes, con su padre, quien ya se hallaba despierto (cortesía de Leon Martillo empuñado por un más que sonriente Reborn), con respecto a Vongola. Los tres frustrados hombres guardaban la esperanza de que pronto algunos de sus contactos o sus trabajadores se pusieran en contacto con ellos con resultados. Alguien debía poder hacerlo, o al menos eso esperaban.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
En la residencia de Tsunami, el ambiente en la gran casa estaba en calma, salvo por las ocasionales risas que se podían escuchar provenientes del piso de abajo. En el segundo piso, a diferencia del primero, reinaba el silencio, únicamente estando el Sekirei Número 36, Mitsukuni.
Él estaba en su habitación revisando unos documentos importantes sobre los nuevos avances tecnológicos de MBI que serían lanzados al público en cuatro meses, cuando su ordenador portátil emitió un pitido. Era un correo electrónico de Matsu, la Sekirei Número 02.
El rubio se enderezó en su asiento, su mirada se volvió más aguda al leer el contenido del mensaje.
—Mitsukuni-tan, —decía el mensaje—, alguien intentó infiltrarse en la base de datos de MBI esta tarde, pero logramos detener el intento sin problemas.
El Sekirei Tecnópata frunció el ceño, sus pensamientos ahora dirigidos completamente hacia esta nueva información.
—¿Fue un intento serio? ¿Tienen alguna idea de quién pudo haber sido? —le preguntó. Se sentía internamente nervioso por la noticia, pese a ello, el ojivioleta no permitía que dichos nervios lo dominaran, manteniéndose exteriormente impasible.
—Aún no lo sabemos. Hemos revisado los registros y todo parece indicar que fue una operación encubierta y profesional. No obstante, hemos reforzado las medidas de seguridad. También Takami-tan ha dado la orden de que todo el personal de la división de inteligencia se mantenga en alerta máxima –le escribió respondiendo la pregunta rápidamente la pelirroja.
— Gracias por avisarme, Matsu. Por favor, manténganme informado y si hay algo en lo que los pueda ayudar, solo díganme. Que tengan una buena noche. —Con un clic, envió el mensaje y se levantó de su silla.
Bajó las escaleras y se dirigió a la sala de estar, donde encontró a sus compañeros en diferentes actividades. Mutsu estaba sentado en un elegante sillón de cuero ubicado en un rincón de la sala, absorto en la lectura de un libro, su expresión relajada y serena. Karasuba estaba dormido en uno de los sofás, con su nodachi descansando a su lado. Sentado en un cómodo sillón individual, Homura observaba entretenido a Tsunami, quien estaba completamente inmersa jugando Mortal Kombat contra los gemelos, a los que llevaba aplastando sin piedad desde hace un rato en cada partida.
—¡Toma eso, Hikaru-kun! ¡Nunca podrás ganarme con esa técnica! —exclamó, riendo mientras el personaje de su pantalla se movía con agilidad. La linda castaña apretaba con firmeza los botones del control sonriendo triunfante.
Hikaru frunció el ceño muy frustrado. —No es justo, Tsunami-hime –el rubio platinado hizo un puchero cuando su personaje fue derrotado por novena vez.
Kurayami, quien ya había sido derrotado unas once veces por su hermosa esposa estaba sentado al lado de ésta y su hermano, sonriendo de forma burlona por la desgracia del Sekirei de la Luz.
—Es inevitable, ella es demasiado buena en los videojuegos de todo tipo —bromeó Kurayami, sin dejar de mirar el juego.
—¡Hey, todos! —llamó el Sekirei Tecnópata, llamando la atención de la sala—. Requiero de su atención unos momentos.
El tono serio en la voz de Mitsukuni hizo que todos se giraran hacia él. Tsunami pausó el juego y miró con curiosidad, mientras Homura levantaba una ceja.
—¿Qué ocurre? —preguntó la ambarina, su tono siendo una mezcla de interés y preocupación.
—Matsu me ha informado que alguien intentó acceder a la base de datos de MBI esta tarde. —Mitsukuni explicó mientras se sentaba en una de las sillas cercanas.
—¡¿En serio?! —exclamó Homura, su expresión se volvió seria—. Los Vongola no pierden el tiempo, ¿eh? —comentó, con una sonrisa irónica.
—Pero qué osados —dijo Mutsu, cerrando su libro y dándole toda su atención al asunto.
—Estoy tomando medidas para proteger toda la información personal de cada uno de ustedes en la red. —anunció Mitsukuni con firmeza.
Hikaru, quien había estado escuchando en silencio, chasqueó la lengua con desdén. —Las cosas se están tornando feas,. Aunque era de esperarse, siendo quiénes son, que también nos estén investigando. –dijo con un tono irritado.
Kurayami frunció el ceño, cruzando los brazos. —Lo malo es que por afiliación, MBI y por consiguiente el resto de nuestros hermanos y hermanas Sekirei, así como sus Ashikabi podrían terminar involucrados.
Karasuba se estiró perezosamente en el sofá y abrió un ojo. —Lo que sea, si desean entrar a la boca del lobo, adelante. Probarán de primera mano su mordida. —dijo, esbozando una sonrisa depredadora. Tal vez las cosas se pondrían más entretenidas, dado que desde que los sucesos del Plan Sekirei fueron cancelados por la muerte del idiota exasperante de Minaka, todo había caído en la monotonía aburriéndolo mucho, ya que no tenía nada que hacer, aunque continuara siendo el líder del Escuadrón Disciplinario, pero parecía que esto cambiaría muy pronto, y lo esperaba con ansias. Una sanguinaria sonrisa se abrió paso en su bello rostro, asustando a todos, menos a Tsunami, quien únicamente levantó una ceja adivinando los pensamientos del más peligroso de sus Sekirei.
Suspiró. Tendría que dejarle en claro que su padre y sus dos hermanos debían estar fuera de su lista de futuros cadáveres.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
Fin del Capítulo.
