Alguna vez existió un sabio que dijo: 'A veces es mejor esperar a que algo ocurra para después pensar sobre qué hacer después.' Quien quiera que haya sido ese sabio, porque su nombre no quedó registrado en los libros de historia, Henry Stickmin concuerda con él en solo una cosa.
Y eso es esperar.
Henry se limitó a realizar dicha acción en aquel deprimente espacio con cuatro paredes durante mucho tiempo, comienza a creer que esperaría por toda la eternidad hasta que el carcelero del complejo vuelve por él.
Grigori Olyat arroja a Henry en otro ambiente con mal trato, el mismo que brinda a todo criminal que viene a parar dentro de estos muros ubicado en el fin del mundo. Culminada la orden de su superior, cierra la puerta y se retira.
Henry se pone de pie, un poco adolorido, dando una mirada a su 'habitación' por así decirlo. No era algo nuevo para él, es más, le recuerda en cierta manera a la celda donde estuvo encarcelado durante su estancia en West Mesa excepto que en esta ocasión sí cuenta con un colchón de verdad.
No por ello significa que Henry Stickmin se haya dado por vencido. Ni de chiste aceptará el hecho de ser un reo más del Muro, mucho menos ser el trofeo de guerra de ese viejo sabroso. Con las herramientas adecuadas, y mucha suerte, Henry abandonará el complejo antes de que salga el sol. Justo cuando va a ponerse a trabajar en su plan de escape, oye algo en el pasillo.
Si Henry no se l equivoca, el sonido se trata de pasos que vienen a lo lejos en dirección a su celda. A medida que avanzan, los pasos se hacen más fuertes cuando de pronto se detienen a la altura del portón. Teniendo curiosidad, Henry se acerca lentamente a la puerta apoyando su cabeza de costado sobre la superficie metálica esperando averiguar qué ocurre allá afuera.
Cuál fuese la respuesta que Henry buscaba lo halla en la forma del portón abriéndose de golpe para dar paso a un individuo quien es empujado de manera brusca por el guardaespaldas de Dimitri, llevándose abajo a Henry consigo.
¿Y quién podía ser esa persona? Pues nadie más que una mujer.
La misma mujer de cabello rojo quien anteriormente estuvo retenida en el otro cuarto cuando Henry fue traído al Muro. Solo que se la llevaron primero antes que a él, y nuevamente Grigori la trae de regreso como si fuese por obra del destino.
Hablando de Olyat. "Se harán compañía hasta nuevo aviso, pero no vayan a disfrutarlo. No se les ocurra ponerse cariñosos entre ustedes."
Un comentario de mal gusto dicho por el soviético sin perder ese frío y duro tono de voz que lo caracteriza; y así tal como vino, se va dejando encerrados a los convictos. La pelirroja se incorpora apoyándose sobre sus rodilla, mirando la puerta con enojo.
"Tch, imbécil… " Dice la fémina. Luego de calmarse agacha la mirada percatándose sobre en quién está sentada ella.
"Uy, perdón. No me fijé que estabas ahí abajo. A ver, déjame ayudarte."
Extendiendo su mano la dama levanta a Henry, y a sí misma a la vez. Ahora que se encuentran uno en frente del otro, la pelirroja reconoce a Henry.
"Oye, ¿de casualidad no eres el mismo sujeto que estuvo conmigo es ese horrible cuarto antes de que me transfieran?"
Henry Stickmin asiente en afirmación con la cabeza.
"Heh, quién lo diría. No esperaba volver a ver una cara familiar tan pronto. Qué bueno que la celda donde iban a encerrarme presentó un desperfecto con el inodoro; no entraré en detalles porque fue muy asqueroso de presenciar.
Soy Ellie Rose. Puedes llamatme Ellie."
"Henry."
"Bueno Henry, gusto en conocerte." Ellie le estrecha la mano amistosamente. "Entonces… ¿por qué te arrastraron a este sitio?"
La razón sobre el por qué de su aprehensión y posterior encarcelamiento es una pregunta de múltiples alternativas a la cual Henry Stickmin no sabría – o no podría – responder teniendo en cuenta su peculiar antecedente. Aún así haría el intento de contestar a la interrogante de Ellie Rose tanto como pueda.
"… Umm…"
"Descuida, no tienes que decírmelo si no deseas hacerlo." Ellie le asegura. "Si yo te contara todas las cosas que he hecho para terminar aquí, pero no te gustará saberlo. Créeme."
Por la forma en que ella se expresó Henry decide seguir su consejo y no hacer preguntas al respecto. Lo último que desea ahora es recibir una brutal paliza por meterse en donde no le incumbe.
Ellie vuelve a tomar la palabra. "En fin. No pasará mucho tiempo para que el feo ese vuelva por mí y esta vez me encierre de por vida. Tiene que haber una forma de abandonar este mugrero."
Por alguna razón un sentimiento de simpatía comienza a brotar desde el fondo de Henry; puede notar en Ellie el mismo anhelo que él: libertad. Sin tener que pensarlo por segunda vez, Henry Stickmin decide ofrecer su ayuda incondicional a la pelirroja en su huida de El Muro. No había motivo alguno para dejarla sola a su suerte.
Además, es como dice otro dicho: Dos cabezas piensan mejor que una.
De esta manera los ahora amigos comienzan a rebuscar por todos los rincones de la celda por alguna herramienta que los ayude en su misión, o quizás un punto débil en la estructura que puedan aprovechar.
Hasta el momento nada.
Hurgando debajo del colchón de la celda los convictos sacan un bloque de piedra, aunque al juzgar por la apariencia del objeto no era como cualquier otro que hayan visto.
El objeto en sí esta conformado por pixeles, como en los videojuegos. Esto les recuerda a ese juego fantasioso de minería que a los jóvenes de hoy les fascina. Qué loco.
Es entonces que en una repentina secuencia de sincronización mental ambos prisioneros llegan a la misma idea y se ponen a sacar más bloques pixelados, tantos como puedan en el menor tiempo posible.
A medida que van acumulando los objetos, los van organizando de tal manera que le brindan a su obra un aspecto de marco geométrico. El resultado final es un pozo que debería funcionar como un portal hacia otra parte; al menos eso ocurre en el juego.
Y sorprendentemente una luz emerge del interior del pozo rectangular. Henry y Ellie quedaron satisfechos con su trabajo, pero no había tiempo de celebrar. Inmediatamente los convictos aliados saltan al portal antes de que Grigori u otro guardia vengan, desapareciendo en el acto así como el portal pixelado dejando la habitación totalmente vacía.
Un adulto joven, de zapatos azules y un gorro del mismo color con una insignia en forma de tres C interpuestas, se sirve una taza de café en lo que va de regreso al pequeño escritorio donde su laptop se ubica para seguir trabajando dentro del pequeño espacio que es su oficina.
Es la rutina diaria que Kyle Baxter, miembro del Centro de Contención de Caos, va realizando desde que llegó como enlace entre su organización y El Muro según un convenio establecido entre ambas instituciones por un salario un menor a los que reciben los empleados de bajo rango del complejo.
Cualquiera renunciaría en estas condiciones, pero a Kyle no parece molestarle.
"Bueno Kyle, unas cuantas horas más y te irás a casa a descansar para volver aquí mañana temprano," se dice para sí mismo. "Es tedioso, por no decir agobiante… mediocre… o deprimente… sin embargo, esto me otorga una gran ventaja y es que no tendré que lidiar con cualquier evento caótico que ponga en riesgo mi vida.
A decir verdad, jamás ocurrió algo extraordinario en este lugar y espero que así se mantenga siempre."
Ojalá Baxter no hubiera pronunciado esas palabras porque nada le advirtió sobre un portal que aparece de la nada en el techo de su oficina por el cual Henry y Ellie caen. En vez de tumbar al agente del CCC como debería esperarse lo desaparecen con un puff al hacer contacto, desparramando sus pertenencias por doquier.
Ellie Rose echa un vistazo a la oficina. "Hmm… no es lo que tenía en mente, pero hay que verlo por el lado positivo. Por lo menos no terminamos en algún ambiente aislado repleto de prisioneros infectados; eso hubiera sido una falla épica."
Henry no podía estar tan de acuerdo con su compañera como ahora. Lo único que les queda es continuar con su ruta de escape si no quieren ser recapturados.
Mirando a su alrededor Henry Stickmin encuentra el teléfono móvil del ya desaparecido Kyle. Recogiéndolo del piso, comprueba que el dispositivo aún está operativo.
Esto le da una idea.
Rápidamente presiona los botones del teclado y coloca el celular a la altura de su cabeza. Ellie no tarda en descifrar la intención de Henry: quiere contactarse con un conocido suyo para que venga a rescatarlos.
Una idea audaz aunque demasiado arriesgada dado que el lugar donde se encuentran es un complejo altamente protegido. Como sea, solo espera que dicha persona sea alguien de fiar.
Al cabo de unos minutos una voz se escucha desde el auricular del teléfono.
