IV
"Heridas"
La primera vez que le vio, solo pudo pensar que era una niña, cubierta de seda y una mirada mesurada, pero que sin duda ocultaba algo más.
Pero tampoco se molestó en reflexionar más, después de todo ella era su deber.
El capitán del puesto fronterizo del desierto, Link de la aldea Mabe, de tan solo dieciocho años, se había vuelto la persona más joven en ser ascendido a guardia real y no solo eso, sino que también en el escolta personal de su alteza, la princesa Zelda.
¿El motivo?
Él era el campeón de las diosas, el elegido por la espada destructora del mal.
Misma espada que en ese instante, la princesa miraba con recelo al igual que a él.
Fue durante esa ceremonia privada de juramento que Link entendió cuán difícil sería su trabajo o al menos eso creyó.
"¡Ya deja de seguirme!"
…
Durante la primera semana tanto Link como Zelda se mantuvieron en casa, rara vez salían al pueblo y más raro fue que lo hicieran juntos, bien ciertamente fueron a comprar ropa para Zelda quien sin duda necesitaba algo más que su ropa de viaje y el trapo sucio que era su túnica de oración y Zelda quedó encantada con los vestidos que logró conseguir, aunque sintiéndose ligeramente culpable de que Link pagará por todo.
—No tiene importancia.
Fue todo lo que dijo una vez pagó todo y le dejó junto a la tímida chica de la tienda para poder hablar sobre las prendas íntimas que le faltaban.
Pero una vez el guardarropa de la princesa estuvo lleno le siguió la despensa y con ello el merecido descanso llegó.
…
Sus mañanas comenzaban con calma mientras el aroma del té le inundaba al despertar, el suave tarareo de su así llamado caballero era de lo más curioso, pues hasta donde recordaba él nunca lo había hecho antes, sin embargo, no podía negar que le resultaba un tanto lindo.
Zelda se estiraba con lentitud para luego salir de la cama y bajar aún llevando su camisón blanco, el frío tacto en sus pies le ayudaba a despertar y una vez estaba escaleras abajo, Link procedía a servirle los alimentos mientras le daba los buenos días.
Se habían cumplido dos semanas desde que llegaron a Hateno, faltaba aún para la llegada del invierno, pero Link había decidido comenzar a juntar leña desde ya y por ello una vez comía su desayuno, se preparaba para salir y volver siempre una hora antes del mediodía.
Zelda no se sentía del todo a gusto saliendo, aún se sentía demasiado agotada y en cierto punto las personas le abrumaban, especialmente porque sentía que de alguna forma sabían quién era ella. No es que se lo hayan dicho, pero parecía que muchos ya deducían que Link fue quien liberó al castillo de la tenebrosa figura de Ganon y aparentemente durante un siglo se contó la leyenda sobre la princesa que le encarceló en aquel lugar, por lo que si unían los puntos era fácil de pensar.
Aunque claro, eso era lo que la joven creía.
Fue por ello que halló su pequeño rincón de paz en la casa de Link, específicamente en el segundo piso de esta, donde pasaba horas leyendo y haciendo pequeñas anotaciones.
Por supuesto que le pidió a Purah cuántos libros pudo en su segunda visita, dónde también pudo conocer a su asistente, Symin, quien parecía ser también un gran entusiasta del estudio de la flora y fauna de Hyrule.
Pero también le sorprendió ver que su caballero tenía una colección propia en su casa, aunque sin duda estaba bastante olvidada.
A Link por supuesto que no le importó que tomara sus libros prestados, puede que hace cien años tuviera tiempo para leer, pero una vez consiguió la casa y Bolson le entregó el resto de cosas que había, el molino no pudo prestarles menos atención a los libros que a pesar del tiempo se mantenían conservados.
Se suponía que debía descansar, pero de algún modo tampoco quería estar sin hacer nada, eso la llevó de nuevo a encerrarse en los libros y ese deseo inherente a ella de conocimiento.
Paso una hora y medio leyendo un libro de botánica y ciertamente podía recitar de memoria la mayoría de las cosas que decía, pues ya las sabía, por lo que su idea de entretención se vio opacada ante esa realidad.
Se puso de pie y se estiró con cuidado, su ropa nueva era cómoda y no quería dañarla, especialmente cuando Link no escatimó en conseguir cada prenda que ella pidió.
Dio la vuelta y se topó de frente con aquella foto que había dado por perdida. El retrato de ella y sus campeones, de sus amigos.
La primera vez que le vio le preguntó cómo es que Link la tenía y este solo respondió que el último aprendiz del poeta de la corte se la entregó y eso solo la lleno de más preguntas, pero al mismo tiempo ver la imagen golpeó su corazón.
Zelda se culpaba, no hubo día durante su espera centenaria en qué no se culpará, la pérdida y el dolor, los cuestionamientos, el miedo.
Miedo a no poder enmendar sus errores, a fracasar más allá de lo imaginable, de no poder ver nuevamente su amado reino.
A qué todo sucumbiera ante la oscuridad.
La chica dio la vuelta tratando de escapar de sus recuerdos, pero de pronto todo se sentía demasiado borroso, pequeño y lejano, un zumbido en sus oídos persistía, no podía enfocar su mente y antes de que pudiera pensar más en ello, todo se volvió negro.
…
—¿Por qué tengo que tener un escolta?
—Porque suele escaparse cuando nadie la vigila.—la voz calmada de Impa respondió incluso sabiendo que Zelda no necesitaba la afirmación.
—¿Y por qué es él de todas las personas?
—Link es un guerrero excepcional, su padre quiere que el mejor de sus hombres cuide de usted, su hija.
La princesa río con amargura.
—Querrás decir que tiene alguien absolutamente leal a él, vigilándome, juzgándome. El maestro de la espada destructora del mal verificando la virtud de la princesa que no despierta sus poderes.
Impa solo miro la espalda de la chica que se mantenía erguida frente a su escritorio.
Ciertamente, Zelda no era la princesa que todos esperaban, pero su juicio sobre Link era tan equivocado como el que la demás gente tenía sobre ella.
Zelda creía que Link había conseguido todo fácil, pero Impa viendo ahora a esa chica vestida de seda y portando oro hacer un berrinche por estar obligada a tener un escolta, solo le hizo pensar en las circunstancias del joven caballero.
Link era un prodigio, o al menos eso suponían todos, pero la sheikah y unos pocos más sabían la verdad, que aquel joven no había sido ningún afortunado.
La princesa no prestaba suficiente atención a lo que no le interesaba, por ello solo sabía lo superficial de él, y así mismo estaba demasiado centrada y mortificada por la presión hacia su persona, que nunca se había percatado de que últimamente cuando la gente del castillo le veía pasar y murmuraba a sus espaldas los comentarios no eran hacia ella si no hacía el joven que le seguía.
No, la heredera de Hylia nunca se percató y cuando lo hizo no fue capaz de entender del todo el porqué la gente decía con tanto recelo su nombre.
Claro, hasta que finalmente vio lo que había tras la mirada estoica de su guardián.
Zelda vivió semanas de ignorancia y disgusto hasta que finalmente decidió huir al desierto.
…
Se sintió solo como un instante, fue solo uno en que cerró sus ojos buscando centrarse hasta ahora que los abrió, debería seguir ahí de pie, pero no fue así, no estaba de pie, estaba recostada en su cama, cubierta por las mantas.
Intento reincorporarse, pero una mano en su hombro le detuvo.
Era Link, luciendo una mirada preocupada.
—¿Qué pasó? —preguntó la chica aún confusa.
—Te hallé en el suelo inconsciente.
—¿Cuánto tiempo?—dijo lentitud y antes de que pudiera responder, reformulo.—¿Cuánto he estado durmiendo?
—Un par de horas.
Miró hacia el costado, tras él, dónde el sol aún se veía en la ventana, pero los tonos naranjas indicaban ya el atardecer.
—Lo siento.—dijo suavemente con aprensión la chica.
—No es tu culpa, aún estás débil.
La voz de Link no demostraba emoción alguna, pero Zelda podía notar el alivio en su expresión.
—Te traeré un poco de sopa. —se puso de pie, pero tan rápido cómo lo hizo ella le detuvo.
—Por favor quédate. —tomo de su mano en un impulso y una vez Link volteo a verle se sintió avergonzada.
No dijo nada, solo volvió a su lugar, sentado a un lado de la cama, mientras que ella volvió a cubrirse con la manta.
El tiempo pasó y el silencio reinó, Zelda no estaba realmente con ánimos de charlar, pero la presencia de Link calmo esa inquietante sensación en su pecho, por su lado él siempre había preferido el silencio y no es algo que haya cambiado particularmente luego de su despertar. Las horas pasaron y finalmente la chica cayó en un sueño profundo.
Link no durmió esa noche, tenía un mal presentimiento, pero no fue hasta tres noches después que finalmente comprendió él porque.
No fueron gritos, más bien fueron lamentos, cubiertos de un tono angustiado, fue eso lo que despertó a Link aquella madrugada.
Subió a toda velocidad hacia donde se hallaba Zelda, solo para hallarle retorciéndose en lo que se podría definir como dolor, mientras su voz quebrada dejaba salir llantos inconexos.
Se acercó a ella y aunque solo quería despertarle al instante en que puso una mano sobre ella, sus movimientos se volvieron más bruscos.
—¡No! —gritó con fuerza, mientras luchaba por alejar al joven.
—Zelda. —le llamó con cuidado y sin ser demasiado brusco, pero seguí sin reaccionar.
—¡Aléjate de mí! ¡Déjame ir! —dijo entre lágrimas.
Incluso antes de que pudiera decir más, el forcejeo de la princesa se volvió más errático y agresivo, llegando incluso a golpear y arañar a su caballero.
—Zelda reacciona. —le llamo una vez más mientras intentaba detener sus manos, aunque sin lograrlo.
Un último movimiento de su mano logró darle de lleno en el rostro.
—¡No te me acerques! ¡Aléjate!
Link finalmente reaccionó por instinto, dejó sus manos y le tomó de los hombros para su último llamado.
—¡Zelda despierta! ¡Soy yo, Link!
No le sacudió, pues temía ser demasiado brusco, pero luego de un par de intentos finalmente ella abrió sus ojos.
Una bocanada ahogada llenó sus pulmones y de pronto la completa oscuridad llena de malicia dónde estaba sumergida se volvió la vista de Link mirándole con preocupación.
—Link. —dijo en voz baja, las lágrimas aún caían por su rostro y sin duda aún parecía desorientada. —¿Qué pasó?
—Solo fue un mal sueño. —fue lo único que dijo, dejando por fin su agarre sobre ella.
Zelda ni siquiera se preocupó de sí misma o de como lentamente sangre comenzaba a correr por el labio de Link, simplemente se abrazó a sí misma mientras se estremecía ante la sensación de angustia que le llenaba.
—Aún recuerdo su voz, cómo mientras le contenía clamaba con ira y perversión las formas en las que me mataría, cómo destruiría todo, cómo iría tras de ti.
Ella estuvo cien años conteniendo al mal, protegida por su poder sagrado, sin embargo, no siempre su voluntad se mantuvo lo suficientemente fuerte para contener toda la esencia de Ganon.
Purah, le dijo a Link que Zelda estaba físicamente perfecta, no había ni una secuela, pero finalmente ahora estaba sucediendo lo que más temió una vez le liberó.
Así como él, las heridas de la princesa estaban en su alma, sangrantes y aún frescas ante la realidad que afrontaba.
Había cumplido su destino, pero a qué costo.
Esa fue la primera de muchas noches en que Zelda tuvo pesadillas.
…
Durante mucho tiempo se sintió vacío, completamente solo, sin familia, sin amigos, solo él… él y su espada.
Tras la muerte de su familia, Link dedicó su vida a la espada, día tras día entrenaba junto a los demás reclutas hasta el agotamiento solamente para escabullirse en las noches para seguir.
Una y otra y otra vez blandía su espada, golpeaba los muñecos hasta que sus brazos se entumecían y aun así muchas veces seguía golpeando.
Día tras día, noche tras noche, Link entrenó y entrenó, los años pasaron y junto con el creció un sentimiento muy en lo profundo de su corazón, uno que definiría a su persona hasta el último día de su ya olvidada vida.
Los primeros meses de su despertar, una sensación nostálgica llenaba su ser cada vez que tomaba una espada, como si algo faltará, pero esa misma sensación se volvía un impulso ciego e iracundo cada vez que debía luchar, una sensación que fue capaz de entender hasta que finalmente recordó.
La primera vez que fue Hateno no se tomó la molestia de entrar a la tienda de ropa, pero fue en su segunda visita y ante la necesidad que le visitó y una vez allí la visión de aquella armadura le abrumó, el blasón real cubriendo su pecho le hipnotizó, no tenía dinero para ella, pero la sensación fue clara. Su mente recordaba esa armadura.
Había sido un caballero, eso fue lo que dijo Impa y ciertamente pudo recordar algo de ello la primera vez que vio a la anciana, pero había algo más.
Link no tardó mucho en recordar.
Junto con la visión de esa armadura, un nombre vino a su mente.
Uno por el cual muchos le llamaron.
"Me costó mucho tiempo entenderle, es decir, las penas de la princesa era algo que podía entender a simple vista, pero incluso siendo un sheikah al ver a Link solo veía un abismo... y ese era el problema… él era un abismo inconmensurable, pero dentro de ese abismo habitaba nuestra mayor y quizás única esperanza"
…
Zelda no habló de ello, no, la mañana siguiente al despertar y bajar para su ya rutinario desayuno no dijo ni una sola palabra al respecto, incluso cuando notó la herida en el labio de Link no dijo nada.
¿Por qué?
Pues porque ella misma no sabía cómo afrontarlo, se suponía que ahora todo debería ir bien, todo había acabado, ella por fin podría tener paz, pero no podía negar su sentir, una parte de ella aún no lo asimilaba y la que lo había hecho le llenaba de preguntas sobre el futuro.
Una vez terminaron de comer, Link salió a por más leña, según sus cálculos esta debía ser la última semana antes de que el clima comenzara a cambiar, así que debía hacer el último esfuerzo para tener suficiente leña y morir congelados.
Los minutos pasaron, intentaba concentrarse en su lectura, en buscar algo que le hiciera pensar, en algo más, pero no lo logro.
El libro se cerró de golpe y finalmente tomo una decisión.
Zelda salió hacia el pueblo.
…
Por alguna razón se sintió extraño salir sin Link, casi como si estuviera cometiendo una travesura o escabulléndose de él como solía hacer.
Llegó hasta el poblado sin novedad, pero una vez paso más allá de la tienda de abarrotes pudo notar como dos mujeres se apresuraban a voltear para cuchichear, un escalofrío recorrió su cuerpo ante la similitud de lo que solía pasar cuando caminaba por el castillo.
—Veo que ha decidido salir a explorar.
La voz suave de una mujer le hizo detener si cavilaciones y finalmente mirar hacia adelante.
—Buenos días, jovencita. —le llamó con calma, Uma sentada en su ya típico banco junto al camino.
—Buenos días. —correspondió ella con cortesía.
Link les presento ese mismo día de su llegada, luego terminar sus asuntos con Purah, Uma sabía quiénes eran, lo dedujo por sí sola; sin embargo, no parecía importarle realmente, no, para ella Link era su joven vecino con quien simpatizaba y Zelda la vieja amiga de este, tal cual como el joven rubio le había presentado.
Fue interesante verlos interactuar, Link era amable y cercano con la anciana, algo que pocas veces había visto, pues aunque caballeresco Link siempre fue distante con las personas.
—¿Vas a ver a nuestra vecina? —preguntó sabiendo que Zelda iba hacia el laboratorio.
—Sí. —dijo con cierto desánimo.—Espero hallar consejo. —dejó salir sin pensar.
—A diferencia de él, puedo ver qué tú eres mucho más abierta con tus sentimientos.
La chica se sorprendió ante el comentario y también se avergonzó un poco ante su desliz.
—No te preocupes, los chismes no son lo mío, además si te llegará a incomodar, seguro que Link se molesta.
—Él nunca lo haría, Link le respeta demasiado.
—Tienes una mirada igual de perdida como cuando lo vi por primera vez.
—¿Eh?
—Pero tú difieres en algo. —entrecerró sus ojos y le miró detenidamente como si buscará algo. —Tú ojos brillan con vida, incluso ahora me sorprende lo sombríos que eran sus ojos en aquella entonces. Como si con cada paso buscará la muerte.
La expresión de Zelda se desfiguró ante sus palabras.
—¿Cuál es tu sueño, Link?
La anciana notó la tensión en su expresión.
—Sé que él perdió a quienes más amaba. No fue hace mucho que me lo confesó.
Ahora Zelda le veía incrédula, Link nunca le gustó hablar sobre su familia, es más, nunca ningún campeón supo sobre su pérdida de su propia boca, ni siquiera ella.
—Nunca le gustó hablar de ello. —fue todo lo que dijo la joven.
—No es muy hablador de por sí, pero intenta lo mejor que puede.
Ella tampoco es muy habladora últimamente.
—Hay mucho que no conozco aún de él.—lamento Zelda.
—Pues conózcanse. Si el consejo que buscas es sobre ello, entonces ese el mejor que le puedo dar.
No lo era, pero ciertamente lo tomaría en cuenta.
—Quien sabe, quizás terminé aprendiendo más que solo de él, a veces la mejor forma de conocerse es a través de los demás.
La princesa asintio y agradeció las palabras de la mujer mayor.
…
Link término de amarrar la leña ahora solo le quedaba llevarlo a casa. Ya era mediodía estaba pasado de su rutina habitual, pero hoy luego de desayunar tomo un rumbo distinto al de siempre.
—¿Lloraba en pánico? —pregunto Purah mientras anotaba en un cuaderno.
—Sí.
—¿También se movía bruscamente como si tratara de huir?
—Ya, te lo dije, lo hizo.
—No es bueno.
Purah termino con sus notas y miro hacia el joven rubio.
—Link, hay heridas que no se ven, heridas que sangran más allá de la carne y sé que lo entiendes, la princesa tiene que recuperarse más allá de lo físico y me temo que tú eres la única persona que puede ayudarle.
—¿Cómo?
—Apóyala, mantente ahí para ella, sé su soporte. Entiendo que tienes tus propios temas con lo que lidiar, pero no podemos dejar que ella empeore. Incluso si deja de ser una princesa, ella es nuestra esperanza.
Link, bajo la mirada y asintió en silencio, sabía que no era fácil despertar, no lo fue para él, no lo sería para ella.
—Haré lo mejor que pueda.
Purah suspiro con suavidad y al notar que Link se puso de pie para irse, solo preguntó.
—¿Cómo va tu memoria?
—Sigue igual.
—¿No has tenido ataques?
—No.
—¿Cuándo fue el último?
—El día antes de luchar con Ganon.
Purah abrió sus ojos con sorpresa.
—¿Link acaso tú…?
—Lo recuerdo, Purah, sé muy bien que paso ese día. Cada mísero detalle. Estoy bien. —respondió él un tanto ofuscado.
—No intentes jugar al fuerte conmigo, sabes muy bien que esto es más complicado. Que tus memorias no hayan vuelto del todo luego de tanto tiempo es un mal presagio.—debatió también con los ánimos encendidos.
—No estoy jugando, ahora mismo hay algo más importante. —dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta.
—Tú también eres valioso, Link.
…
El primer paso de toda investigación es la teoría, bajo está todo tomaba forma y rumbo, luego le seguía la práctica o aplicación, Zelda era bastante buena en eso también o eso creyó, pues nunca en su vida pensó que pelar una papa se le haría tan complicado.
Fue donde Purah, pero finalmente no le comento lo que sucedió la noche anterior, simplemente fue y habló con ella de los avances que había hecho con la tableta mientras aprisionaba a Ganon.
De algún modo sentía que la investigadora sheikah no era la más adecuada para pedir la clase de consejos que necesitaba.
Eso nos lleva de vuelta a su pequeño enfrentamiento con el cuchillo y el vegetal entre sus manos. Link había tardado por algún motivo y Zelda decidió que no podía seguir abusando de la voluntad del joven, literalmente de dio de todo incluida su cama y ella no había hecho nada para agradecerle, por ello lo mínimo sería recibirlo con el almuerzo.
¿Zelda había cocinado alguna vez?
Pues solo elixires y siendo honestos, los elixires no llevan absolutamente nada comestible en la mayoría de los casos, pero eso no le detuvo, cómo toda erudita, los libros siempre eran su primera opción en la búsqueda de respuestas y por supuesto Link debía tener un libro de cocina en su casa.
Solo era estofado de carne, la cual compró con unas rupias que Link había insistido en dejarle, por si necesitaba algo.
Y ahí estaba, preguntándose por qué usar un cuchillo era tan complejo cuando la mayoría de la gente hacía ver dicha tarea como algo simple. Por lo menos no se había cortado, aún.
Zelda continúo la tarea sin mejoría significativa, la papa en cuestión ya era menos de la mitad de su tamaño original.
Hasta que finalmente la puerta se abrió.
Link había sido recibido de formas extrañas, una vez Paya le dio de lleno con la escoba a penas entró a la casa que compartía con su abuela. Robbie le hizo desnudarse a penas, le conoció en Akkala y las hijas de Kass le obligaron a cantar antes de poder cenar, sin embargo, a pesar de todo eso, llegar a su casa y ver a la princesa de Hyrule pelando una papa de la forma más horrible posible le extraño como nunca nada había logrado.
Aunque lo mejor fue ver su rostro lleno de vergüenza.
—¡Link!—dijo con nerviosismo soltando el cuchillo y la papa —Yo… Estabas tardando… Así qué pensé que…
De no ser que estaba tan empeñada en justificarse, habría notado como él sonrió con gracia.
Link solamente avanzó hasta ella y con cuidado tomó una papa y miró el libro que mantenía abierto sobre la mesa.
—El problema con las papas y con pelar verduras en general es que dependiendo del cuchillo y de la verdura misma, la fuerza en el movimiento varía.
Volteó su vista hacia ella y le tendió un cuchillo que mantenía en su cinturón.
Zelda lo miró, era de hoja pequeña, no más larga que su dedo, con una empuñadura de madera, muy distinto al gran cuchillo que estaba usando
—Ciertamente, puedes pelar una papa con una daga del gerudo si eres lo suficientemente hábil, pero en lo personal prefiero las hojas pequeñas para ello.
Zelda lo tomó solo para que Link le tendiera la papa que tenía en su mano y una vez la recibió dio la siguiente instrucción.
—Pon la hoja contra la papa y con tu mano izquierda hazla girar lentamente.
Es el cuchillo quien debe hacer todo el trabajo, mientras menos filo tenga es más probable que te cortes al tener que aplicar más fuerza, por ello un cuchillo afilado es fundamental.
La chica le miró y asintió para luego hacer el intento.
De algún modo se sentía nerviosa, pero Link no parecía consciente de ello, aunque ciertamente su mirada estaba totalmente fija en ella.
—Puedes hacerlo. —fue todo lo que dijo antes de que Zelda finalmente se decidiera a actuar.
En un principio el movimiento fue descoordinado resultando en cortes profundos e inconexos, y aunque espero que él le regañara, lo único que recibió fue su mirada comprensiva mientras le daba tiempo para adaptarse, lo intento y lo intento, y una vez la papa estuvo completamente pelada, Link le tendió otra, Zelda no protestó, el mejor que nadie sabía que la práctica hace al maestro.
Fueron exactamente cuatro, y luego de resultados que la misma princesa consideraba deplorables, finalmente pudo pelar una papa sin mermar la misma en el proceso.
Su sonrisa victoriosa contagio a Link quien le devolvió el gesto y solo una vez la chica dio crédito de su aprendizaje con dos papás más, él finalmente habló.
—Entonces ¿Qué comeremos hoy?—mientras tomaba una zanahoria de la mesa.
—Estofado de carne. ¿Vas a ayudarme?
—Será una placer.
Ninguno podía conocer el sentir o pensar del otro, ninguno aún sabía qué papel jugarían por el resto de sus vidas y cómo incidirán en el del otro, no obstante, por ahora sí podían afirmar algo.
Ella iba a sanar y él la iba a acompañar.
…
No siempre sus juicios de valor fueron correctos, muchas veces se equivocó, pero ninguna como lo hizo con él
Zelda nunca creyó que algo u alguien podría hacer que Link perdiera la calma, para ella el joven parecía inamovible, sin importar que clase de desprecios le lanzará, él no se inmutaba, que perdiera los estribos le parecía imposible.
O al menos eso supuso ingenuamente.
Cuando cerró sus ojos esperando que la hoz de aquel Yiga le matara, nunca creyó que el único grito de dolor que escucharía sería el de su atacante.
—No se atrevan a tocarle. —fue la primera vez que escuchó su voz con claridad y para mayor asombro, una nota de ira le cubría.
—Link…—musitó suavemente mientras le veía ponerse entre ella y sus atacantes.
Si le escuchó o no, nunca lo supo.
Fue la primera vez que presenció a su caballero luchar.
Fue la primera vez que sintió verdaderamente miedo de Link.
Ambos esbirros del Yiga se abalanzaron hacia ellos, más Link solo se mantuvo firme y bloqueó sus espadas, dando inicio a un intercambio mortal.
Sin escudo y con alguien a quien proteger el joven caballero estaba en desventaja, o eso al menos se suponía, pero lo cierto era que no pasó mucho hasta Link les dominó a punta de fuerza bruta.
No parecía lógico, pero aquel chico tenía la fuerza suficiente para que con cada golpe los brazos de sus enemigos temblarán ante el impacto, finalmente les hizo retroceder.
Zelda veía todo consternada, frente a ella el hombre al que había insultado y despreciado desde que le vio por primera vez estaba ahora luchando a muerte por su bien.
Había matado a alguien por defenderle.
La lucha continuó frente a Zelda y aunque Link sin duda era más hábil, hubo un momento que lo cambió todo.
Fue solo un instante, uno en que uno de los soldados del clan logró separarse de Link y su arremetida mientras su compañero le cubría, y fue solo ese instante el que casi marcó el inicio de una tragedia.
El Yiga junto sus manos y desapareció entre risas.
Link intentó detenerle, pero el segundo renegado se interpuso y una vez que le vio salir de su campo de misión supo que solo había un lugar a donde ir.
—¡Corre! —gritó con todas sus fuerzas a Zelda que le veía estupefacta. —¡Princesa, corre!
La chica le vio fuera de sí y no fue capaz de entender hasta que el sonido de talismanes quemándose y la ligera risa resonó en aire, más un grito bestial y lleno de ira le sofocó.
Link había golpeado a su contrincante con un mandoble y aunque logró bloquearlo, su hoz quedó inutilizable, al igual que él fue enviado unos metros ante la potencia del ataque, lo que dio a Link la oportunidad de correr hacia donde estaba Zelda.
La técnica de teletransportación del clan era un movimiento embustero, jugaba con tus sentidos; sin embargo, se podía contrarrestar, aunque solo había un instante y era cuando el conjurador reaparecía.
La Espada Maestra apuntó hacia el cielo y sabiendo que no sus pies no llegarían a tiempo, Link la lanzó con todas sus fuerzas hacia donde podía ver los talismanes materializándose el silbido del aire siendo cortado se volvió un ruido sordo y ahogado en dolor cuando el filo atravesó por completo el pecho del miembro del clan Yiga ante una aterrorizada Zelda que solo logró retroceder aún en el suelo.
El golpe le derribó hacia un costado a poco más de un metro de ella, donde la sangre comenzó a teñir las arenas y los quejidos de dolor llenaron sus oídos hasta que no hubo más.
Su mirada volvió a Link quien solo dio la vuelta y avanzó con calma hacia el Yiga restante, quien permanecía en el suelo contuso.
La princesa solo miró atónita cómo el joven se posicionó sobre su enemigo reteniendo sus brazos con sus piernas, se sentó sobre su pecho y sin atisbo de duda comenzó a golpear su rostro cubierto aún por la máscara.
Sus puños descendieron con furia y no pasó mucho hasta que se tiñeron de rojo, sin embargo, Link no se detuvo, continuó golpeándolo mientras su enemigo intentaba forcejear y gritos de dolor mezclados con terror llenaban el lugar, pero él no dio piedad y así continuó hasta que finalmente el único sonido que perduró fue el de sus puños.
Un último impacto llegó a los oídos de Zelda y de no ser por el rugido que el mismo Link liberó con ira y quizás frustración habría sido capaz de escuchar el ruido sangriento de la carne, siendo aplastada hasta la deformación.
El guerrero se puso de pie y la princesa sintió que ahora temblaba mucho más, sus piernas ya no reaccionaban y aunque deseaba ponerse de pie solo pudo verle avanzar con el cabizbajo mientras la sangre goteaba de sus manos.
Llegó hasta donde había caído su otro atacante y sin importarle manchar su sagrada arma le tomó y arrancó del ahora cadáver inerte y no fue hasta ese momento que Zelda fue capaz de verlo.
La razón de porque muchos temían de Link, porque entre las filas y la guardia real se decía con tanto recelo su nombre.
Su mirada carente de luz y llena de una oscuridad que engullía todo, la muerte en sus manos y la indescriptible furia que podía sentir emanar de él.
"Muchos le llamaban Kishin, la encarnación de la guerra"
Comentarios finales.
Ha pasado un tiempo.
Tears of the kingdom fue una experiencia genial, literalmente no había tenido en años un juego que me tuviera horas y horas jugando sin parar, el gameplay es tan distinto a BOTW que me obliga a explorar y aprender de todo de nuevo. Valió totalmente la pena.
Para este ex
Bien, pasando al capítulo solo quiero un par de cosas.
Primero, el tema de la amnesia es complejo, literalmente es de esas cosas que ni la ciencia puede comprender del todo, así que por ahora las explicaciones aquí será un tanto inverosímiles para el caso, pues no puedo ofrecer algo científico sin que suene estúpido.
Segundo, aquí hay flashback, por doquier, para que el Link del presente tenga sentido, el Link del pasado debe ser presentado y honestamente no quiero crear un par de capitulos completos dedicados al "Arco del caballero asignado de la princesa" prefiero presentar todo por partes que den sentido a la narración misma.
Y tercero quiero comentar una cosa en especial y es que la palabra que se menciona al final de este capítulo es un epíteto que se le da a Link y también que la misma tiene su significado dentro de la historia, pero aquí solo quiero explicar su procedencia y a qué hace referencia.
Un kishin es una deidad de ciertas ramas budistas, las cuales luchan contras las fuerzas malignas que se cruzan en el camino hacia la iluminación de las personas y se caracterizan por ser implacables y furibundas en su labor. Esa sería la explicación más simple.
Así mismo, lo que en español conocemos como la Fiera Deidad de Majora's Mask es un kishin, tal así que en japonés la transformación que sufre Link al usar la máscara se denomina Kishin Link. Por ello, en el contexto de esta historia, Kishin sería sinónimo de Fiera Deidad, pero cuando se ocupa como sobrenombre o epíteto para Link se refiere que es alguien que destaca por su talento en combate y también su fiereza, ya sea en un sentido positivo o negativo.
Bien, ya van cuatro capítulos y este en tiempo récord para esta historia, honestamente no quisiera hacer una historia muy larga, pero no sé si sea capaz de contar la historia que deseo en un número acotado de capítulos, no obstante creo podría llegar a un punto medio.
Últimamente, me cuestionó el porqué nadie comenta… No quiero hacer el berrinche de" quiero x cantidad de comentarios", pero se sentiría bien tener un poco más de feedback aparte de votos y favoritos, a veces no sé si realmente el trabajo está causando el efecto deseado, así que no me vendría mal.
Bueno, eso ha sido todo por hoy. Espero hayan disfrutado su lectura y como siempre cualquier duda, comentario, crítica será bienvenida.
Hasta luego.
J_Leblanc
