V
Sombras
El invierno era duro en Hateno, la cercanía con el monte Lanayru hacía que el clima generalmente templado de la aldea se volviera frío hasta el punto de congelación.
Las semanas restantes antes de la primera nevada, Link se enfocó en preparar el establo para Kharon.
Le había comentado a Zelda su idea de dejarle en el establo de los picos gemelos por la temporada invernal, pero no se sentía cómodo estando lejos de su compañero tanto tiempo, ciertamente la tableta le permitía viajar a cualquier lugar, pero Kharon era más que un medio de transporte, había estado junto a Link todo su viaje y su compañía era irremplazable.
Fue así como la princesa vio a su caballero tomar martillo y demás herramientas para reforzar el pequeño establo donde su corcel descansaría.
Link había demostrado tener habilidades que nadie conocía, la primera vez que le vió cocinar hace más de cien años ciertamente se sorprendió, pero no fue hasta que probó un bocado de una de sus preparaciones que simplemente se cuestionó cómo era posible que fuera tan bueno en ello.
Y ciertamente, así como Link había sido talentoso con la cocina, también lo fue con la carpintería, no pasó más de medio día para cuando el trabajo estuvo terminado.
Zelda le observó en silencio sentada bajo el árbol a un costado del estanque.
Link era una persona regia en un sentido que ella misma, incluso siendo parte de la realeza muchas veces veía imposible alcanzar, pues él parecía que todo lo podía y en parte fue eso lo que causó su resentimiento cuando apenas le conocía.
El decía no recordar su tiempo junto a ella antes de la calamidad y eso no le aliviaba, pues así como le juzgó equivocadamente Zelda enmendó su error con una amistad sincera, pero a momentos se cuestionaba si esta vez eso sería suficiente.
¡Fue solo un niño al que todos ustedes utilizaron y permitieron que le arrebataran todo!
Aquellas palabras aún resonaban en su mente, hace cien años él nunca pareció resentido hacia su destino como campeón, pero al mismo tiempo le hizo pensar en cómo Link realmente nunca cuestionó su caminó.
No, él abrazó la crueldad de su destino sin siquiera rechistar.
Ella simplemente observó.
La base de toda investigación era observar, quizás con ello entendería más a Link.
Quizás entendería más de sí misma.
…
Contrario a lo que muchos podrían pensar, Link nunca fue bueno para dormir, es más, pocas veces dormía lo que realmente necesitaba, durante su viaje solo se entregaba al sueño profundo en los establos o asentamientos dónde sabía que nada le atacaría, pero en el camino nunca dormiría profundamente ni siquiera cuando él mismo hubiera matado a cada monstruo a su alrededor y aun así no dejaría de aferrarse a su espada.
Eso nos llevaba a sus mañanas en su casa en Hateno, Link despertaba al amanecer, a veces incluso antes y sabiendo que Zelda aún dormía, su rutina diaria comenzaba.
Realmente no recordaba cuando comenzó con ello, pero en cierto modo se sentía como una necesidad, era parte de él y de quién era, por ello no lo dejo de lado una vez su viaje terminó, pues así lloviera o nevara lo primero que hacía cada día Link al despertar era tomar su espada y practicar.
Debió ser algo qué quedó en el de sus días de soldado en entrenamiento, eso supuso sin saberlo del todo, pero se sentía cómodo con ello de todas formas.
A un costado de su casa, lo suficientemente lejos para no despertar a la princesa y aun así lo cerca como para oír su llamado en caso de apuro, Link balanceaba su espada en un ejercicio de sombra.
La espada destructora del mal era parte de su ser, era una extensión de su brazo y voluntad, él era su amo y ella era el poder que necesitaba.
Desde que le recuperó ni una sola vez se separó de ella y nunca hubo día donde no la desenvainara.
"Todo lo que tengo y soy es la espada."
…
La primera lluvia les tomó por sorpresa, extrañamente Link había decidido quedarse en casa y fue Zelda quien salió temprano por la mañana hacia el laboratorio.
Él solo miró desde la ventana cómo rápidamente todo se cubrió de agua y aunque trato de ignorar el obvio hecho de que ella no había salido vistiendo nada más que un vestido y seguramente Purah entre toda la amalgama de papeles, piezas tecnológicas y basura que acumulaba en el laboratorio seguramente no tenía una sombrilla o capa para cubrirse del agua.
Link solo suspiró para sí mismo.
La princesa últimamente sentía que nunca estaba lo suficientemente pendiente de su alrededor y honestamente comenzaba a molestarle, claro que no podía adivinar cuando iba a llover. Es más, hace cuatro horas, cuando salió de casa, el cielo lucía tan despejado como siempre y, sin embargo, ahora intentaba cubrirse inútilmente de la lluvia con sus manos.
Quizás Purah tenía una sombrilla en alguna parte, pero honestamente devolverse ya estando a mitad del camino era tan estúpido como resistirse a mojarse cuando ya estaba empapada.
Zelda solo se resignó a seguir hacia adelante.
—¡Whoa!
A penas alzó la vista y todo lo que vio fue a Link cubierto por su capucha montando a Kharon frente a ella.
—¿Link qué h…?
Intentó hablar en vano, pues él solo le tendió la mano en un gesto claro.
"Sube"
Zelda la aceptó y en un movimiento fluido, él se movió hacia atrás para luego ayudarle a subir, quedando sentada con las piernas hacia un costado y entremedio de los brazos de Link y las riendas.
—Aférrate, iremos a toda velocidad.—fueron las únicas palabras que dijo antes de comenzar a avanzar.
La chica ni siquiera cuestionó sus palabras, simplemente pasó sus manos tras su cuello y escondió su rostro en su pecho, buscando un poco de refugio ante la lluvia.
Link agitó las riendas una vez más y esta vez Kharon aumentó la velocidad a todo lo que podía.
No pasó mucho hasta que estuvieron frente al puente que separaba la casa de la aldea, aunque a Link no le importó pasarlo a todo galope ni que su capucha hace bastante había dejado de cubrirle.
Zelda bajó primero una vez se detuvieron, no obstante la mano de Link en su hombro le retuvo de entrar a casa.
—Te preparé un baño. —dijo con calma.—También te dejé una muda de ropa. Ve antes de que te resfríes.
Él fue a dejar a Kharon a su pequeño establo y ella dio la vuelta hasta el cuarto de baño.
Abrió la puerta y el vapor cubrió su vista, frente a ella había una tinaja de madera sobre una placa de piedra.
Zelda miró a un costado y ahí junto a una sombrilla estaba una muda de ropa como se le prometió. Incluso un par de botas y ropa interior.
Algo se estremeció en incomodidad ante la idea de que el mismo tomo su ropa y la dejo ahí, pero también le hizo sentir cuidada y atendida.
Cómo una princesa…
Sacudió su cabeza y solamente dejó su vestido caer.
Link seco su cabello con lentitud, estaba vistiendo solo un pantalón mientras Zelda se bañaba.
Probablemente, tomaría tiempo, quizás unos veinte minutos en el peor de los casos, preparo, leña de sobra para que el agua no perdiera temperatura, también agua fría para que pudiera temperarla en caso de que lo necesitará, incluso le dejó ese aceite de safflina que Riju le dio para su cabello.
Pero incluso aun así, no estaba seguro si había hecho lo correcto.
Ella era su invitada, debía tratarla como tal ¿No?
No estaba seguro. En esos momentos nada parecía obvio en su mente, era como una nebulosa dónde apenas podía distinguir lo que sabía y lo que no.
Dejo la toalla sobre la mesa para ponerse su camiseta de lino.
Las mangas le quedaban cortas y pensar en que aún tenía ese trapo viejo, el anciano se burlaría de él por ello.
La puerta se abrió.
¿Había pasado tanto tiempo ya?
Zelda se abrió paso y con cuidado cerró la sombrilla para luego hacer lo mismo con la puerta.
—¿Vas a tomar un baño también? —preguntó mirando al joven que se mantenía de pie.
—No.
—También puedes resfriarte. —dijo viendo como su cabello aún goteaba.
Link no dijo nada, solamente se sentó.
Zelda suspiró, no con disgusto, pero sí algo exasperada.
—Al menos déjame secar bien tu cabello.
No le dio tiempo de refutar rápidamente tomo la toalla y se puso tras él.
Dejo la caer pieza de tela sobre su cabeza y con cuidado comenzó su labor.
Ni un solo bufido salió de él, no tenía caso, era lo suficientemente listo para saber que una vez que Zelda se proponía hacer algo lo lograba.
Quién sabe cuándo la última vez que alguien hizo algo tan simple como secar su cabello, era fútil y, sin embargo, ante la duda, un sentimiento amargo surgía.
El vago recuerdo de una voz cálida venía a él, una que llenaba su corazón de un sentimiento burbujeante.
La voz de un pasado distante.
—Gracias. —de pronto la voz de Zelda le saco de su distracción.
Le hubiera gustado hacer un gesto de duda, pero obviamente no lo vería, así que hablo.
—¿Por?
Los movimientos circulares sobre su cabello se detuvieron ligeramente mientras es respondía.
—Ir a buscarme y preparar el baño para mí.
—No es nada, después de todo…somos amigos.
Esa era la palabra correcta.
Zelda sonrió suavemente, era dulce oírle decir eso.
…
Hay muchas cosas que marcan a un hombre, Link lo sabía bien, por ello no se sorprendió mucho cuando recordó su primera batalla.
No tenía más de doce años, llevaba ya dos años en el fuerte de Akkala, dos largos años desde aquel fatídico día.
Marchaba a pie con el resto de los soldados, aunque mantenía cierta distancia de ellos, por alguna razón prefirió estar en la retaguardia.
Solo era una incursión aun nido de monstruo oculto en las cercanías del lago, algo simple que una unidad de soldados podía abarcar.
Aunque claro que no lo fue.
En retrospectiva, la emboscada de aquel día de un grupo tan grande de monstruos debió ser un presagio de la llegada del mal al reino en los años venideros, pero seguramente sí llego a pensarlo, el joven Link nunca lo dijo.
Superados en números y con heridos, el joven soldado solo pudo ver a sus camaradas una vez antes de que todo se volviera completamente rojo.
Honestamente, ni en esa entonces pudo identificar que pasaba por su mente, solamente se movió, entre ese mar de alimañas y sus alaridos de dolor.
Cargó solo y para cuándo volvió en sí lo único que halló fue sangre, tripas y el hedor de la muerte cubriéndole.
Había matado a más de veinte bokoblins sin ayuda de nadie.
Las palabras de su padre vinieron a su mente y solo miro hacia atrás para ver las miradas llenas de espanto de sus camaradas.
Incluso antes de ser el portador de la espada que sella la oscuridad, Link fue temido entre sus propios pares.
Cuando se trataba de luchar era incluso más brutal que los monstruos.
"No hay nada poético en las espadas, hijo mío, existen para matar y matar, siempre será horrible y cruel"
…
Fue una noche fría, nieve comenzó a caer y el calor del brasero no era suficiente, el frío le transportó hacia las gélidas paredes del castillo.
El crujir de la cama y los persistentes quejidos fueron su señal, Link abrió los ojos sabiendo que sucedía, se estremeció al sentir el frío con sus pies descalzos, pero eso no hizo que aumentará su paso, no, caminó con lentitud y como siempre hizo sonar sus pasos premeditadamente sabiendo que ella los escucharía.
¿Cuándo se volvió una rutina?
Realmente no importaba, lo cierto era qué cada noche que sus terrores le despertarán, él subiría escaleras arriba para hallarle sentada con la mirada cristalina.
Cada vez sería igual, él llegaría hasta ella
y luego de una rápida inspección solamente se sentaría en un banco a su lado.
Algunas veces le contaría lo que fue, no siempre era igual.
Ciertas noches era la voz putrefacta de Ganon, otras el día en que todo se perdió, las peores era cuando se veía así misma tratando de desbloquear su poder una y otra vez para solo fracasar y ver cómo todo y todos los que amaban morían frente a ella.
Link escucharía en silencio cada una de sus palabras, pero no diría nada, ella no necesitaba palabras vacías de consuelo y él tampoco las sabía, pero estaba ahí y eso le calmaba.
Con cuidado secaba sus lágrimas y le arropaba con gentileza; ella terminaría de cubrirse parte del rostro, pero con cuidado y pensando que él no lo notaría, sacaba su mano temblorosa por el costado de las colchas.
Link la sostuvo entre la suya cada vez y no la dejaría hasta que Zelda finalmente se durmiera.
Aquella noche fue igual, en parte, pues Zelda no dijo nada, tampoco lloró, solo tembló y tembló, presa del temor.
Debía hacer algo, quizás un poco de té le ayudaría, alguien una vez le dijo que una infusión de flor sigilosa ayudaba a relajarte.
Soltó el agarre de su mano con cuidado y se puso de pie para la sorpresa de Zelda, pero no alcanzó a dar un solo paso cuando rápidamente le tomó la mano con apuro.
Fue solo en ese momento en que Link lo vio, lo que esa mirada ocultaba.
Temor a estar solo.
Ella negó y con cierta reticencia prosiguió.
—Por favor, quédate conmigo esta noche.
Ni él mismo sabía qué expresión tenía, pero quizás fue lo bastante clara como para que Zelda se sintiera avergonzada.
—Por favor. —musitó tratando de ocultar su rostro.
Sabía que no era correcto, tanto en el sentido moral como en las sutiles implicaciones, pero no pudo negarse, no a ella en sí, sino a esa subconsciente servidumbre que le debía.
Zelda se movió hacia un lado y Link abrió las mantas para tenderse a su lado, la cama era pequeña, pero no lo suficiente como para incomodarlos, pero sí lo justo para que ambos sintieran todo el tacto y calor del otro.
Una mirada sutil fue todo lo que le dio, ni palabras ni gestos, solo una mirada y tras ella simplemente cerró sus ojos.
Aunque claramente no ignoro aquellos delgados brazos que le envolvieron y se aferraron a él.
No abrió sus ojos, ella no lo quería, pues incluso antes de que pudiera moverse un milímetro se apresuró a esconder el rostro en su pecho.
—No es correcto. Lo sé. —dijo con suavidad.—Pero quizás así pueda tener algo de tu valor. Quizás si estoy a tu lado, él no volverá a por mí en mis sueños.
Su brazo rodeó su cintura y la atrajo hacia sí mismo
—No lo hará.
Fue la única vez en toda la noche que Link habló
Su toque era cálido, delicado de una forma extraña para alguien que había vivido en la batalla, era reconfortante y amable, tan distinto a lo que siempre expresaba su mirada, tan ajeno a lo que muchas veces eran sus palabras; tan diferente a ese hombre de mirada oscura que recordaba llamar por su nombre.
Zelda cerró sus ojos y halló el descanso en aquel apacible abrazo.
…
Los soldados de Hyrule cargan espada y escudo.
"La espada es nuestra fuerza y el escudo nuestra vida."
Un escudo es símbolo de aquello que se desea proteger.
Link nunca llevó escudo.
Sí, puede sonar burdo, pero el hombre que se hizo famoso por reflectar un ataque mortal con una tapa de cacerola como escudo, hace cien años no cargo uno.
¿El motivo?
Alguna vez alguien le escuchó decir que le quitaba agilidad, lo cual podría sonar lógico para los oídos inexpertos, pero un verdadero guerrero podía ver más allá del chico y sus palabras.
—Es tan solitario. —dijo Urbosa de pronto llamando la atención de la princesa.
Se encontraban dando un paseo por el castillo, ahí donde podían ver el campo de entrenamiento
—¿Que es solitario? —preguntó la chica dirigiendo la mirada hacia donde su amiga lo hacía.
—Link. —fue todo lo que dijo la gerudo, mientras veía al chico golpear el maniquí completamente solo.
Zelda aún no era capaz de dirigirle la palabra desde el incidente del desierto, de hecho, se había quedado por dos semanas en el castillo para así evitar estar a solas con él.
Los recuerdos de aquel día aún le perseguían, el terror, la resignación, los gritos de dolor de aquellos hombres y luego estaba él.
Él y la mirada oscura y llena de ira que le dedicó mientras avanzaba hacia ella con su espada cubierta de sangre.
La visión de aquel que era la prueba de su fracaso.
La visión del hombre que luchó a muerte por proteger a una princesa inútil como ella.
—Siempre entrena solo. —continuó la mayor ignorando las tribulaciones de la chica. —Nunca le he visto hablar con nadie que no sea Mipha e incluso así parece que cada vez habla menos. Link es tan solitario.
Era cierto que Link no habla con nadie, que no fuera Mipha, al menos en el sentido literal de la palabra, pues con el resto del mundo Link no usaba palabras, señas y gestos, eran más que suficientes, especialmente porque generalmente solo tenía que lidiar con sus superiores, quienes solo le daban órdenes o gritaban en el caso de Zelda.
—Es lo que él prefiere. —dijo la princesa con cierto grado de molestía.
—Y eso es lo que lo hace una pena. Princesa dígame ¿Sabe lo que significa el escudo para un caballero de Hyrule?
—Es su vida. —constestó por inercia. —El escudo les protege y es símbolo de aquello que desean proteger.
—Exacto y Link no ha llevado un escudo nunca desde que dejó el fuerte de Akkala.
—¿Eh? —volteó a verle un tanto fuera de sí; sin embargo, no tuvo que decir más.
—Sé que has sido particularmente fría y agresiva con él, también sé cómo te sientes al tenerle cerca, pero déjame decirte algo Zelda. —la mirada de Urbosa se llenó de seriedad. —Ese chico no es tu enemigo y lo que sucedió en el desierto es prueba de ello.
—¿Cómo es que...?
—¿Crees que nadie notaría los cadáveres? La gente del bazar les vio venir desde la misma dirección donde luego los encontraron.
Zelda solo guardo silencio.
—Honestamente, incluso si no los hubieran visto, de todas formas, me hubiera dado cuenta de que Link estuvo involucrado. He limpiado muchos de sus desastres.
La mirada inquisitiva de Zelda fue veloz y tajante en darle a entender a la gerudo que no entendía a lo que refería ¿Acaso Urbosa y Link mantenían una complicidad que ella desconocía?
—Realmente no sabes nada sobre él ¿Cierto? Y aun así, te esfuerzas tanto en despreciarle.
El desdén de sus palabras le golpeó duro, más antes de que pudiera replicar la mayor siguió hablando.
—Princesa, Link se ha dedicado a cazar a los miembros del clan Yiga desde que tiene quince años.
Por supuesto, él, el poderoso y aclamado héroe, se dedicaría a tal noble misión, puesto era su deber con el pueblo, al que le debía toda su gloria. Pensó Zelda con hastío al creer que Link hacía tales cosas solo por la grandeza.
—Claro.—dijo la princesa con calma mientras preparaba su comentario lleno de veneno.
—Zelda. —le llamó con una dureza que rara vez Urbosa utilizaba. —El yiga asesinó a la familia de Link.
Su sangre se congeló.
—Veo que ni siquiera Impa te informo al respecto.
—¿Cuándo? — fue todo lo que dijo.
—Hace nueve años. El padre de Link, su madre y hermana de tan solo seis años fueron emboscados de camino hacia la ciudadela.
—Nueve años... era un niño ¿Entonces él? ¿Cómo es que es un caballero?
—Link fue criado en el fuerte de Akkala. —su tono se volvió melancólico. —Tu padre, el rey, dispuso volver a Link, el portador de la Espada Maestra en el arma definitiva de Hyrule. Un niño criado para ser soldado.
El recuerdo de aquel día en el desierto volvió a Zelda.
La sangre goteando de sus manos.
Un niño criado para matar.
Comentarios Finales.
¿Cómo les va?
No les voy a mentir, a momentos me quedo sin ideas para esto y eso que tengo bastantes borradores, pero el agotamiento de mi vida diaria y el hecho de que parte de Tears of the Kingdom me decepciono ha hecho que retrase esto un poco. También está el pequeño detalle de que me enfrasque en una aventura de 140 horas en Elden Ring. Sí, soy bastante disperso.
De poco vamos dando más y más forma al pasado de Link como caballero, desde un principio considere darle un tono oscuro al hecho de que Link fuera un soldado, especialmente porque en el juego se declara como si nada que siendo un niño vencía a hombres adultos y desde ahí nace el cuestionamiento de cuan justificable es haber permitido que ese niño cargara con el peso del mundo.
¿Qué puede causar que un niño tome una espada por voluntad propia?
Normalmente, Link habla más en las historias basadas en BOTW y Zelda suele hablar mucho más, pero de algún modo siento que ambos hablan poco, mientras que Zelda se enfrasca en sus pensamientos, Link se mantiene en silencio incluso para el lector.
Explicar que lleva a cada cosa muchas veces entorpece la narracion, la satura, prefiero dejar algunas ideas implícitas sobre otras explícitas; como el porqué Link no conoce palabras de consuelo.
Espero que la lectura haya sido de su agradado, también agradezco sus comentarios, pues realmente anima ver que la gente se siente atraída por mi historia.
Eso es todo por hoy, como siempre siéntanse libre de dejar cualquier comentario o critica constructiva.
Hasta la próxima.
J_Leblanc.
