- . My Hero Academia 180 grados. -

6. Donde Uraraka se comporta extraño con Deku, Todoroki visita a su madre en el hospital y se habla del sucesor de All Might


Era un nuevo día, uno de esos en los que el aire fresco y el sol brillante parecían estar llenos de promesas. Los cerezos en flor adornaban el paisaje con sus delicados pétalos rosados que caían lentamente con la brisa. Uraraka estaba bajo uno de esos árboles, esperando pacientemente después del instituto. El sol se filtraba a través de las ramas, dejando caer pequeños rayos de luz que la obligaban a cubrirse con una mano para protegerse de su brillo.

—¡Uraraka! —escuchó una voz familiar que la hizo girarse de inmediato.

Se alegró al ver a Deku corriendo colina arriba hacia ella. Su expresión era de puro entusiasmo, aunque estaba claro que había corrido con todas sus fuerzas para no llegar demasiado tarde. Al llegar a su lado, Deku se inclinó hacia adelante, apoyando las manos en sus rodillas mientras intentaba recuperar el aliento. Sus mejillas estaban sonrojadas, no solo por el esfuerzo físico, sino también, pensó Uraraka, por la emoción de haberla visto.

—Siento haberte hecho esperar —dijo él, aún respirando con dificultad—. Kacchan intentó pelear conmigo de nuevo, pero logré evadirlo.

Uraraka sonrió, negando con la cabeza para restarle importancia al retraso. Le gustaba ver a Deku así, tan lleno de energía y siempre dispuesto a dar lo mejor de sí, incluso en situaciones que otros encontrarían frustrantes o molestas. Mientras él recuperaba el aliento, ella no pudo evitar notar lo adorable que se veía con las mejillas encendidas por la carrera.

El sol seguía subiendo, y sus rayos se hacían más intensos. Uraraka entrecerró los ojos y se cubrió un poco más con la mano. Deku, notando su incomodidad, miró a su alrededor buscando una solución.

—Deberíamos comprar unos helados en el puesto de allí —sugirió, señalando un pequeño carrito que se encontraba bajo la sombra de otro cerezo más adelante.

Uraraka parpadeó sorprendida; estaba segura de que ese puesto no estaba allí hace un momento. ¿Cómo no lo había visto antes? Pero no le dio más vueltas y asintió con entusiasmo.

—¡Buena idea! —respondió, sintiendo un alivio inmediato ante la idea de un helado fresco en un día tan caluroso.

Deku se adelantó con entusiasmo, corriendo hacia el carrito de helados. Lo vio conversar con alguien dentro del pequeño puesto, gesticulando mientras hablaba. Pero después de unos momentos, regresó con las manos vacías y una expresión de ligera decepción.

—Dicen que la máquina de helados se descompuso —anunció, apenado.

—Oh, eso pasa muy seguido —dijo Uraraka, intentando animarlo—. Hasta creo que se ha vuelto un chiste en internet. "¿Cuántas veces puede descomponerse una máquina de helados en verano?"

Deku rió suavemente ante su comentario, sacudiendo la cabeza. Luego, su rostro se iluminó como si una idea brillante acabara de cruzar por su mente.

—¡Ya sé! —dijo con emoción—. ¡Ya sé qué sería mejor que el helado con este calor!

Uraraka lo miró, curiosa por saber cuál era su nueva idea. Deku se acercó a ella con una bonita sonrisa que hizo que su corazón latiera un poco más rápido. Pero lo que hizo después la dejó completamente desconcertada. Deku tomó una de sus manos, acercándola suavemente hacia él. Su expresión cambió radicalmente; de ser la dulce y alegre sonrisa que tanto conocía, pasó a una mirada intensa y concentrada, tal vez incluso un poco provocativa.

—Tú, Uraraka —dijo él en un susurro, y sin previo aviso, besó la parte interior de su muñeca, su aliento cálido haciéndola estremecer.

Antes de que pudiera reaccionar, Deku pasó su lengua lentamente sobre la piel donde había besado, dejando un rastro de calor que hizo que todo su cuerpo se tensara de sorpresa. Un temblor recorrió su columna, y Uraraka sintió un escalofrío que le erizó la piel.

—¿Deku...? —murmuró, sin saber qué pensar, con la mente hecha un caos de emociones.

De repente, todo se desvaneció. Uraraka abrió los ojos de golpe, sobresaltada, y se encontró mirando al techo de su habitación. Su respiración era rápida, su corazón latía con fuerza, y su cara estaba completamente sonrojada. Sintió el calor en sus mejillas mientras se cubría con las manos, avergonzada.

—¿Por que había soñado algo como eso? —se preguntó en voz baja, su voz un susurro tembloroso.

Se giró en la cama, tratando de calmarse, pero las sensaciones del sueño aún la envolvían, como si Deku realmente hubiera estado allí, tan cerca de ella. Podía sentir el calor de su aliento en su muñeca Y la intensidad de su mirada.


Eran las 4 de la mañana y All Might se encontraba despierto en la oscuridad de su habitación. Su mente no lograba descansar. Había demasiadas preocupaciones, demasiados pensamientos rondando su cabeza como para permitirse el lujo de dormir. Shigaraki, y sus intenciones poco claras, era la principal de ellas. Pero lo que realmente le atormentaba era la sensación persistente de que All for One, aunque muerto, aún tenía su mano en todo este caos.

Hace cuatro años, todo había comenzado con una operación que debía ser secreta. Un movimiento cuidadosamente planeado, con un equipo pequeño para evitar filtraciones a los medios. Junto a él habían estado Endeavor, Best Jeanist, Eraserhead, y el novato del año, Hawks. A pesar de su corta edad, Hawks había demostrado ser excepcional. Su papel como doble agente había sido crucial; con su habilidad para infiltrarse, había logrado hacerse pasar por un joven prospecto de seguidor de All for One, descubriendo así la base de operaciones del villano.

All Might recordó vívidamente el día en que entraron en esa base. Las paredes húmedas y oscuras, los corredores angostos llenos de ecos de un pasado oscuro. A medida que avanzaban, habían encontrado los restos de un laboratorio grotesco. Fue allí donde los registros les revelaron la verdad más abominable: esos monstruos que All for One había creado, esos seres en sus primeras etapas de desarrollo... habían sido personas. Personas que alguna vez tuvieron sueños, esperanzas y familias. El villano los había transformado en herramientas para su propia ambición.

Incluso ahora, años después, All Might sentía una furia indescriptible al recordar cómo All for One había manipulado a sus propios seguidores, explotando sus deseos más profundos para su beneficio personal. Ese hombre había sido un maestro en aprovecharse de los anhelos y las desesperaciones humanas, en convertir las aspiraciones más nobles en armas de destrucción. Y eso era algo que All Might nunca podría perdonarle.

Cuando finalmente llegó el momento de enfrentarse a él, All Might no dudó en utilizar todo su poder. Recordaba cómo cada golpe retumbaba en su cuerpo, cómo la furia y la justicia se entrelazaban en cada movimiento. Había peleado con todo lo que tenía, con cada fibra de su ser, y cuando el polvo se asentó, All for One estaba muerto. Pero la victoria tuvo un costo. Él mismo había quedado gravemente herido, un precio que había estado dispuesto a pagar para detener al villano de una vez por todas.

Ahora, mientras sus pensamientos vagaban por esos recuerdos oscuros, su celular vibró en la mesita de noche, sacándolo de sus cavilaciones, era una noticia seguida de un mensaje de texto, que a pesar de la hora le hicieron terminar de levantarse.

...


—¿Estás seguro de que no quieres que te acompañemos? —preguntó Midoriya, su voz cargada de preocupación mientras se encontraba frente a la entrada del edificio de apartamentos donde vivía.

Todoroki, con la mirada fija en el suelo por un momento, negó suavemente con la cabeza.

—Creo que es algo que debo hacer por mi cuenta —respondió con voz firme.

Midoriya asintió, comprendiendo. Sabía lo importante que era para Todoroki enfrentarse a su pasado y a su familia, especialmente después de todo lo que había sucedido.

—De acuerdo. Escríbeme si necesitas cualquier cosa. Mi mamá y yo vamos a salir a correr un poco ya que el señor Yagi tuvo un asunto que atender. Pero tendré mi celular encendido en todo momento —dijo Midoriya, tratando de ofrecerle todo el apoyo que pudiera.

A unos pasos detrás de ellos, la madre de Midoriya, Inko, ya estaba haciendo ejercicios de calentamiento, estirando sus brazos y piernas con una sonrisa serena en el rostro.

Todoroki se tomó un momento, como si estuviera considerando cuidadosamente sus palabras. Luego, con una seriedad que era tan característica de él, dijo:

—Nunca te di las gracias por lo que has hecho por mí, Midoriya. —Sus ojos se encontraron con los de Midoriya. Hubo un breve silencio antes de que continuara—: Pero dado que no quiero parecer igual de frío que mi padre, te diré que... siento que eres el primer amigo que tengo.

Las palabras de Todoroki resonaron en el aire, cargadas de una sinceridad tan profunda que Midoriya se quedó sin palabras por un momento. Inko, quien había estado escuchando a la distancia, no pudo evitar sentir una oleada de emoción. Sus ojos se llenaron de lágrimas, conmovida por la honestidad de Todoroki y la conexión que su hijo había logrado con él.

—Todoroki... —Midoriya comenzó, pero se detuvo, sin estar seguro de qué decir. En lugar de eso, le ofreció una sonrisa cálida, una que irradiaba apoyo y comprensión—. Me alegra escuchar eso. Y también soy muy afortunado de tenerte como amigo.

Todoroki se rascó un poco la barbilla, un gesto inconscientemente nervioso que hacía cuando no estaba seguro de cómo expresar sus sentimientos.

—Debo irme —dijo finalmente, enderezándose y ajustando su mochila al hombro.

—¡Nos veremos después de la escuela! —se despidió Midoriya con una sonrisa amplia, levantando la mano en un saludo.

...


Uraraka se daba pequeñas palmaditas en las mejillas, tratando de sacudirse la somnolencia que aún sentía después de no haber podido volver a dormir. El sueño de la noche anterior seguía persiguiéndola, confundiéndola. Sus pensamientos volvían una y otra vez a ese momento, ese extraño sueño en el que Deku había sido tan... atrevido. La imagen de él besándole la muñeca y la sensación de su piel contra la suya la hacían ruborizarse solo de recordarlo.

Se detuvo en el andén de la estación de tren, mirando hacia las vías mientras el sol de la mañana comenzaba a elevarse en el cielo, bañando la ciudad con una luz suave y dorada. Uraraka solo deseaba que el tren llegara pronto para poder llegar a la escuela y tal vez encontrar un momento para descansar antes de que comenzaran las clases.

De repente, escuchó una voz familiar que la sacó de sus pensamientos.

—¡Uraraka! —Deku venía corriendo hacia ella por el andén, su respiración algo agitada pero con una sonrisa en el rostro.

—¡Ah, Deku! —exclamó Uraraka sorprendida, sus ojos se abrieron de par en par. —No sabía que tomabas esta línea de tren.

Se pellizcó ligeramente la mejilla, asegurándose de que no era otro sueño extraño. La sensación era real, así que este Deku no era una ilusión.

Deku se rascó la cabeza, un poco avergonzado.

—Normalmente no —explicó—, pero salí a correr con mi mamá y terminé antes de lo esperado. Decidí cambiar de camino y entrenar un poco en el gimnasio de la escuela antes de las clases.

Uraraka asintió, sintiendo cómo su corazón se aceleraba un poco más de lo normal al verlo. Intentó ignorar la sensación y forzar una sonrisa.

En ese momento, el tren llegó y, debido a la hora punta, una ola de oficinistas y estudiantes los empujó a ambos hacia el interior del vagón. Antes de que pudieran reaccionar, estaban juntos, apretados contra la ventana del otro lado del vagón. El espacio era reducido y sus cuerpos estaban casi pegados el uno al otro. Uraraka sentía el calor del cuerpo de Deku junto al suyo, y su rostro se ruborizó aún más.

—Parece que es la hora pico para los oficinistas —comentó Uraraka, intentando aliviar la incomodidad del momento con una risa nerviosa.

—S-sí —respondió Deku, su rostro también enrojecido mientras intentaba desviar la cabeza de ella. Pero era imposible ignorar lo cerca que estaba. "Puedo oler su champú... ¡y huele tan bien!" pensó, sintiendo su corazón latir con fuerza.

Mientras ambos trataban de encontrar una posición más cómoda, las voces de dos mujeres jóvenes, sentadas más adelante en el vagón, captaron su atención.

—¡Mira! Dicen que él será el nuevo símbolo de la paz cuando All Might se retire —comentó una de las mujeres, emocionada.

—Se llama Mirio Togata y está en segundo año de la carrera de héroes en la UA —respondió la otra, mostrando una foto en su celular a su amiga.

—¡Es muy guapo! Tal vez si yo tuviera 15 años menos... —bromeó la primera, riendo.

—¡Sonaste como toda una pervertida! —rió la otra mujer, provocando una carcajada entre las dos.

Al escuchar la conversación, Uraraka miró a Deku y notó que su expresión había cambiado. Su mirada parecía perdida, como si hubiera caído en una profunda reflexión. Ella ya había notado que, a veces, cuando mencionaban a All Might, Deku se volvía pensativo.

Sin pensarlo mucho, Uraraka tocó su brazo, buscando sacarlo de su ensimismamiento.

—Deku... —murmuró suavemente, pero cuando sus dedos presionaron ligeramente el músculo de su brazo, no pudo evitar sorprenderse por lo firme que se sentía. —Duro... —susurró involuntariamente, sus ojos abriéndose de par en par al darse cuenta de lo que había dicho.

—¿Ah? —Deku parpadeó, volviendo en sí y mirándola confundido.

La cara de Uraraka se puso roja como un tomate. —¡A-aquí bajo! —exclamó de repente, empujándose hacia adelante y abriéndose paso entre la multitud, tratando de escapar de la vergüenza que sentía.

—¡Pero esta no es tu estación! —gritó Deku preocupado, tratando de seguirla con la mirada mientras ella se bajaba apresuradamente del tren.

Una vez fuera, Uraraka se llevó las manos a la cara, abanicándose con la mano en un intento desesperado de enfriar su rostro ardiente. El tren se alejaba y ella respiraba profundamente, tratando de calmar los latidos de su corazón.

—¿Qué me está pasando...? —se preguntó en voz baja, mientras miraba hacia el tren que se alejaba, todavía sintiendo el calor del cuerpo de Deku contra el suyo y el firme músculo de su brazo bajo su mano. Las imágenes del sueño volvieron a su mente, y aunque trató de alejarlas, no pudo evitar sentir una extraña mezcla de emoción y vergüenza que no podía entender del todo.

Mientras tanto, dentro del tren, Deku miraba la puerta por la que Uraraka había salido, sintiéndose un poco perdido. No entendía qué había pasado, pero sabía que la expresión en su rostro, justo antes de bajarse, era algo que nunca había visto en ella antes. Una parte de él quería correr tras ella, asegurarse de que estaba bien, pero otra parte estaba paralizada, pensando en lo extraño que había sido.


Cuando Todoroki llegó al corredor de la clínica donde se encontraba la habitación de su madre, sus pasos se hicieron más lentos, casi vacilantes. Pero se armo de valor para continuar. Sin embargo, al doblar la esquina, su mirada se endureció al ver a su padre de pie, vestido de civil, esperando junto a la puerta cerrada de la habitación.

Por reflejo, Todoroki frunció el ceño, la tensión en sus hombros aumentó.

—No vine a verte a ti —anunció con voz firme cuando llegó a la puerta.

—Lo sé —respondió Endeavor, su voz baja, pero clara—. Pero quiero que hablemos, Shoto.

Endeavor extendió una mano, deteniendo la de Todoroki antes de que pudiera girar el pomo de la puerta.

—¿De qué? ¿De cómo continuar con tu plan de entrenamiento para que cumpla lo que tú no pudiste? —replicó con un tono mordaz.

Endeavor, en lugar de responder con enojo o defensa, se limitó a extender un sobre. Todoroki lo miró con suspicacia antes de tomarlo y sacar su contenido. Para su sorpresa, el sobre contenía un documento con una foto de un condominio y las escrituras del mismo.

—Si quieres ir a vivir con tu madre, no me opondré —dijo Endeavor, su mirada desviándose, evitando la mirada de su hijo—. Ahí podrán vivir alejados de mí, si así lo desean. Tu hermano se irá pronto a la universidad y tu hermana está a punto de casarse. No quisiera obligarte a vivir solo conmigo.

Todoroki observó los papeles en sus manos, sintiéndose conmocionado. La oferta era inesperada, una especie de tregua, pero la furia que siempre había sentido hacia su padre no se disipó. Todavía podía sentir el peso de cada grito, de cada golpe, de cada momento en que su madre había sufrido por culpa de ese hombre. Su mano se cerró en un puño, arrugando las escrituras.

—Esto ni siquiera empieza a remediar la mitad de lo que has hecho —espetó, su voz temblando de ira contenida—. Y, por cierto, aún no te he escuchado pedir disculpas.

Endeavor lo miró, su expresión oscurecida por una mezcla de arrepentimiento y obstinación.

—Shoto...

—¡No a mí! —gritó Todoroki, su voz llenando el pasillo con una intensidad que hizo eco—. ¡A mi madre!

En ese momento, la puerta de la habitación se abrió, y un enfermero con cubrebocas salió empujando una silla de ruedas en la que estaba su madre, la señora Todoroki, aparentemente inconsciente.

—¿Podrían tener más consideración por los pacientes? —se quejó el enfermero con voz firme, mirando a ambos hombres con desaprobación.

—¡Mamá! —Todoroki se inclinó rápidamente al lado de la silla de ruedas, intentando alcanzar su mano.

—Sólo está sedada —explicó el enfermero, su tono más suave—. Unos momentos antes de que llegaran, se sintió sobrecogida al saber que su hijo vendría a verla, y tuvimos que sedarla para calmarla. Ahora creo que fue lo mejor.

El enfermero pasó entre Todoroki y su padre, empujando la silla de ruedas con cuidado. A medida que lo hacía, Todoroki sintió algo extraño. Algo en la manera en que el enfermero miró a su padre... Algo no estaba bien.

—No se preocupen. Tal vez cuando logren resolver sus asuntos, puedan visitarla de nuevo —dijo el enfermero, probablemente sonriendo bajo su cubrebocas mientras continuaba su camino.

De repente, Todoroki sintió como si todo empezara a ir en cámara lenta. Su madre se alejaba, el sonido de las ruedas de la silla retumbaba en el suelo de linóleo. Podía ver el brillo plateado de su cabello blanco bajo las luces del pasillo. Algo estaba fuera de lugar, pero no podía entender qué era.

—¡Espera! —gritó Todoroki de repente, impulsado por un instinto que no podía explicar. Corrió tras el enfermero, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Giró rápidamente la esquina del pasillo, esperando alcanzarlos, pero para su sorpresa y horror, la silla de ruedas y su madre ya no estaban.

El pasillo estaba vacío.


Izuku caminaba por las concurridas calles de la ciudad, una ligera sonrisa iluminando su rostro mientras miraba su celular. Acababa de recibir un mensaje de Uraraka, y aunque al principio se había preocupado cuando ella había salido apresuradamente del tren, ahora se sentía aliviado.

—Había olvidado que vería a una amiga, así que bajé antes del tren —decía el mensaje—. No te preocupes, Deku, estoy bien.

Izuku no pudo evitar reírse suavemente. Por un momento, había pensado que quizás Uraraka se había sentido incómoda por algo. Tal vez porque él aún olía a sudor después de su trote matutino, o tal vez por la cercanía en el vagón abarrotado. Sin embargo, era reconfortante saber que simplemente había sido un cambio repentino de planes. Guardó su celular en el bolsillo y continuó su camino hacia la escuela, dejando que sus pensamientos vagaran.

De repente, una notificación emergente apareció en la pantalla de su celular. Era una noticia. Izuku, curioso, decidió abrirla. Mientras leía el encabezado, su expresión cambió a una mezcla de sorpresa e incertidumbre.

"Lemillion: El futuro símbolo de la paz."

Ese era el artículo del que las mujeres en el tren habían hablado antes. El título resonó en su mente, provocando un torbellino de emociones. Sin poder evitarlo, comenzó a leer el artículo mientras caminaba. A medida que absorbía las palabras, una sensación de inquietud crecía en su pecho.

La noticia detallaba los impresionantes logros de Mirio Togata, un estudiante de segundo año en la Academia UA. La agencia donde Togata estaba realizando su internado destacaba los innumerables éxitos que había alcanzado, incluso superando a muchos héroes profesionales en su corta carrera. Su Quirk, Atravesar, le permitía atravesar cualquier objeto, una habilidad que utilizaba con una fuerza física impecablemente entrenada. El artículo concluía con una declaración ambiciosa: Togata aspiraba a rescatar a un millón de personas, de ahí su nombre de héroe, Lemillion.

Izuku miró una foto de Mirio incluida en el artículo. Había algo en su sonrisa, en su postura confiada, que le recordaba a All Might. No era solo su apariencia física, sino la misma aura de esperanza y determinación que All Might irradiaba.

Mientras se acercaba a la entrada de la academia, Izuku seguía perdido en sus pensamientos

El sonido de algo golpeando contra las rejas metálicas de las canchas de fútbol lo sacó de sus pensamientos. Izuku parpadeó, dándose cuenta de que había llegado a las canchas sin siquiera darse cuenta. Lo que vio lo hizo detenerse en seco.

Allí estaba Kachan, pateando un balón de fútbol con una ferocidad que Izuku reconoció al instante. Bakugo estaba furioso, casi rabioso. Golpeaba el balón contra las rejas con tal fuerza que parecía que en cualquier momento podría romperse.

Izuku lo observó durante un momento mas. Podía ver la frustración en sus movimientos, el mismo sentimiento que él estaba tratando de reprimir. Por un breve instante, Bakugo miró hacia otro lado, pero al darse cuenta de que estaba siendo observado, su expresión se endureció aún más.

—¿Qué rayos miras, idiota? —gritó Bakugo, su tono mordaz.

Sin responder, Izuku bajó su mochila y comenzó a caminar hacia la cancha, sus pasos seguros.

—¡A ti nadie te invitó! —vociferó Bakugo, su enojo evidente—. ¡Así que desaparece!

Pero Izuku no se dejó intimidar. Ignoró las palabras de Bakugo y, sin pensarlo demasiado, corrió hacia el balón y le dio una patada con todas sus fuerzas. El impacto fue liberador, un estallido de emociones contenidas que se descargaron en ese único golpe. El balón rebotó en las rejas y regresó hacia ellos.

—¿Acaso eres sordo? —exclamó Bakugo, claramente irritado.

—¿Leíste el artículo también, Kachan? —preguntó Izuku con calma mientras observaba cómo el balón regresaba.

Bakugo atrapó el balón con su pie y lo pateó nuevamente, esta vez con aún más fuerza.

—¡Ese cara de tarado no le llega ni a los talones a All Might! —escupió Bakugo, su rabia evidente en cada palabra.

Para sorpresa de Bakugo, el tonto de Deku no intentó defenderlo y se remitió a patear el balón de nuevo. Cada golpe al balón parecía aliviar un poco la tensión que ambos sentían.

—¿Crees que de verdad All Might lo elija como su sucesor? —preguntó Izuku, su voz más baja, casi un susurro, mientras observaba el balón volar hacia las rejas una vez más.

—¡Si lo hace, lo mataré! —gritó Bakugo, pateando el balón aún más fuerte que antes.

Izuku esbozó una pequeña sonrisa. A pesar de todo, había algo reconfortante en saber que no era el único que se sentía así.

...


—Me sorprendió que aceptaras verme —comentó Sir Nighteye, ajustando sus gafas con un movimiento preciso y medido. Su voz era tranquila, pero sus ojos lo decían todo: esperaba este encuentro desde hacía mucho tiempo.

All Might no respondió de inmediato. En lugar de eso, sacó su celular y lo puso sobre la mesa, mostrándole un titular que parecía haberlo seguido durante todo el día, como una sombra persistente.

—Bueno, no fuiste muy sutil en tus intenciones —respondió All Might con un ceño fruncido. El titular en la pantalla de su celular decía: "¿Quién será el sucesor del símbolo de la paz?"

Nighteye mantuvo la calma, pero sus dedos se tensaron levemente sobre la mesa. No había necesidad de pretender. Ambos sabían por qué estaban allí.

—No me dejaste muchas opciones, All Might. Has estado ignorando mis peticiones de que te presente a Lemillion —continuó Nighteye, sin rodeos.

All Might dejó escapar un suspiro, su mirada cayendo momentáneamente al café en su taza antes de responder.

—Lo conoceré cuando dé clases en la UA el siguiente semestre. No hay necesidad de precipitarse.

Nighteye no se inmutó.

—Yo creo que sí, hay necesidad. Verás, Mirio desarrolló su quirk, que inicialmente era un defecto, y lo convirtió en su mayor fortaleza. Su fuerza física es completamente natural, resultado de un trabajo duro incansable. Además, su carisma es innegable; inspira a otros solo con su presencia.

All Might asintió, contemplando las palabras de su antiguo compañero. Había escuchado acerca de Togata y su excepcional potencial, tanto como héroe como símbolo de esperanza.

—Sin duda, podría llegar a ser un gran símbolo de la paz —reflexionó All Might en voz alta.

Una chispa de triunfo brilló brevemente en los ojos de Nighteye.

—Sabía que...

—Pero tal vez ya ha logrado demasiado por sí mismo —interrumpió All Might, manteniendo su mirada fija en Nighteye, quien pareció desconcertado por un instante—. Es innegable que el joven Togata se ha formado a sí mismo y eso es más que admirable. Pero mi poder, el One for All, es un poder que debe ser cultivado y luego pasado como una antorcha. Con el joven Togata, siento que, más que pasarle una antorcha, sería como avivar un fuego que ya está encendido. Una especie de "power-up", si lo quieres ver así.

Nighteye no respondió de inmediato. Sus lentes destellaron con un brillo que ocultaba lo que realmente pensaba.

—No digo que ya lo haya descartado, pero mi primera impresión es que él no necesita ser mi sucesor, dado que ya es un héroe por sí mismo —continuó All Might, con un tono más suave pero firme.

Nighteye continuó observando a All Might sin mostrar ningún tipo de sentimiento.

—Eso estuvo muy bien ensayado, All Might, pero a mí no me engañas —dijo finalmente Nighteye.

All Might frunció el ceño, un pequeño gesto de incomodidad cruzando su rostro.

—La única razón por la que desecharías a la opción más lógica y sensata para pasar el One for All es porque estás esperando algo o a alguien en específico. Así que dime, ¿qué o quién es?

La pregunta colgó en el aire, pesada e inevitable. Por un instante, el recuerdo de Hawks, haciendo casi la misma pregunta, pasó fugazmente por la mente de All Might.

—Sí... sí, estoy esperando algo —confesó finalmente All Might, su voz baja pero firme—. Siempre he pensado que, cuando conozca al que debe ser el sucesor del One for All, yo seré el primero en saberlo. Será un sentimiento claro, como el impulso de correr cuando alguien está en peligro, y sientes que tus pies se mueven sin pensarlo.

Para sorpresa de All Might, Sir Nighteye sonrió. Una sonrisa pequeña, pero genuina.

—Siempre he apreciado tu sentido del humor, All Might.

—Lo digo muy en serio.

—Totalmente tonto y sentimental... Eso es muy propio de ti. Pero bien, al final es tu decisión. Solo prométeme que observarás a Mirio cuando tengas la oportunidad —dijo Nighteye, ajustando sus gafas nuevamente, esta vez con un gesto más relajado.

All Might asintió, su expresión suavizándose.

—Está bien. Lo consideraré.

...


Al salir de la escuela, Izuku sintió el sol de la tarde calentarle suavemente la espalda mientras caminaba hacia la salida principal. La multitud de estudiantes dispersándose a su alrededor apenas lo registraba, cada uno sumido en sus propias conversaciones y planes para después de clases. Al revisar su celular, vio otro mensaje de Uraraka que le hizo detenerse.

—Voy a empezar a tomar clases de artes marciales después de la escuela —decía el mensaje—. Es un curso gratis para mujeres, para enseñarles principios de defensa personal. Lo siento, ya no podré caminar contigo a la estación desde ahora, pero nos veremos pronto en otro momento.

Izuku leyó el mensaje dos veces, sintiendo una mezcla de emociones que lo dejó con una extraña sensación de vacío en el estómago. Al principio, la noticia le desanimó un poco; después de todo, esos pequeños trayectos a la estación habían sido momentos que él atesoraba, una excusa perfecta para compartir unos minutos más con Uraraka al final de cada día. Pero rápidamente se corrigió a sí mismo, recordando que era algo bueno. Saber que Uraraka quería aprender a defenderse por sí sola, que estaba tomando medidas para protegerse, le hizo sentir un poco de orgullo por ella.

—Es genial... —murmuró para sí mismo, forzando una sonrisa mientras guardaba el teléfono en su bolsillo.

Sin embargo, la verdad era que tampoco tenía muchas ganas de hablar ese día, incluso si Uraraka hubiera estado allí. Mientras caminaba lentamente hacia la salida del campus, Izuku se sujetó las mangas de su mochila, apretándolas con fuerza. Un peso desconocido oprimía su pecho, y estaba listo para admitir, aunque solo para sí mismo, que estaba molesto por el artículo que había leído esa mañana. Aquel que afirmaba que Mirio Togata, Lemillion, sería el sucesor de All Might.

La mera idea lo carcomía por dentro. Aunque en ninguna parte del artículo se mencionaba directamente la opinión de All Might, la suposición de que alguien más, cualquier otra persona, podría tomar el lugar que él había soñado alguna vez ocupar desde que era un niño lo hacía sentir... ¿celoso? La palabra le ardía en la mente, como si fuera algo de lo que debería avergonzarse. ¿Era eso lo que sentía? ¿Celos? ¿Por una posición?

La multitud a su alrededor empezó a disolverse, y de repente, Izuku recordó qué tenía que hacer para sacar toda esa frustración que sentía arremolinándose dentro de él como una tormenta.

Sin pensarlo dos veces, Izuku ajustó las correas de su mochila y comenzó a correr en dirección a la playa


Al llegar al lugar donde tomaría sus primeras clases de artes marciales, Uraraka se sintió algo nerviosa.

Un grupo de chicas ya estaba sentado en círculo en el centro de la sala, esperando el inicio de la lección. Algunas charlaban entre ellas, mientras que otras revisaban sus teléfonos o estiraban sus extremidades. Al ver que una de las chicas la saludaba agitando la mano, Uraraka sintió una pequeña ola de alivio. Se obligó a sonreír, recordándose a sí misma que estaba allí para aprender y hacerse más fuerte.

—Hola —dijo al sentarse junto a la chica, tratando de sonar amigable y confiada—. Soy Ochako Uraraka.

—¡Hola! A mí me puedes llamar Camie —respondió la chica con una sonrisa relajada, sus ojos brillando con una chispa juguetona—. Parece que eres nueva en esto, pero no te sientas nerviosa.

Camie tenía una actitud relajada que inmediatamente hizo que Uraraka se sintiera un poco más cómoda. Su voz era suave pero segura, y sus ojos verdes, acompañados de su cabello rubio que caía en suaves ondas sobre sus hombros, le daban un aire amigable y accesible.

—Gracias. Lo intentaré —dijo Uraraka, soltando un pequeño suspiro de alivio—. ¿Has tomado clases antes?

—Unas cuantas —contestó Camie, encogiéndose de hombros con despreocupación—. Lo que pasa es que las calles ya no son tan seguras como antes.

—Dímelo a mí —dijo, su voz bajando un poco mientras sus ojos se oscurecían con el recuerdo—. Recientemente un extraño me sujetó del cuello e intentó utilizar su quirk en mí.

—Qué horror —respondió Camie, aunque su expresión seguía siendo curiosamente calmada, casi como si estuviera acostumbrada a escuchar historias como esa.

Uraraka se fijó en los rasgos de Camie con más detenimiento. Su piel clara contrastaba con su cabello rubio, y su figura era esbelta pero atlética, lo que sugería que estaba acostumbrada a cuidarse. "Debe de haber pasado por algo similar", pensó Ochako. Era fácil imaginar que, con su aspecto llamativo, Camie podría haber sido blanco de acoso más de una vez, lo cual quizás explicaba su actitud despreocupada ante situaciones peligrosas.

Del otro lado del círculo, otra chica las observaba en silencio. Tenía el cabello largo y verde, con grandes ojos redondos que parecían observar todo con una intensidad tranquila. Al notar la mirada de Uraraka, la chica bajó la vista tímidamente, como si no estuviera acostumbrada a la atención.

—Que linda. Tal vez sea un poco tímida, como Deku —pensó Uraraka, sonriendo suavemente.


Para sorpresa de Midoriya, Todoroki ya estaba en la playa cuando llegó, moviendo la chatarra con una intensidad inusitada. El sol de la tarde brillaba sobre las olas cercanas, reflejándose en los trozos de metal oxidado y en los escombros que se apilaban a lo largo de la costa. A lo lejos, el sonido del mar chocando contra las rocas ofrecía un contraste curioso con el eco metálico de la basura siendo lanzada al contenedor por Todoroki.

Izuku estuvo a punto de llamarlo, pero algo en la postura de Todoroki lo detuvo. Podía ver la furia contenida en cada movimiento brusco. La mandíbula apretada, las cejas fruncidas y esa mirada de acero clavada en la chatarra que estaba recogiendo le indicaron a Midoriya que algo no había ido bien en su visita a la clínica para ver a su madre. Izuku sintió una punzada de culpa al recordar cómo le había asegurado el día anterior que todo iría bien, creyendo que sus palabras podrían reconfortarlo.

'¿Por qué nada resultaba como lo planeaba?' se dijo apretando los puños y listo para comenzar a trabajar.

Todoroki no pareció notar su presencia, cuando empezó a mover la chatarra más pesada y ambos siguieron trabajando sin parar.


All Might caminaba con paso lento y reflexivo hacia la playa, sintiendo el peso de la responsabilidad en cada uno de sus pasos. Fiel a su palabra, su atención estaba fija en la pantalla de su celular, donde leía los últimos artículos relacionados con el joven Togata. Cada línea lo dejaba más impresionado que la anterior: historias de rescates audaces, enfrentamientos decisivos contra villanos y el incansable espíritu de lucha que Togata demostraba una y otra vez.

—¿Me estaré equivocado al esperar que el sucesor del One for All se revele ante mí por sí solo? —se preguntó en silencio, el ceño fruncido con preocupación. Las palabras de Mirai, su antiguo compañero, resonaban en su mente como un eco persistente—. ¿Tendría razón en que estaba siendo demasiado sentimental con ese asunto?

El héroe sintió un pinchazo de ansiedad al recordar cómo sus toses de sangre se habían vuelto más frecuentes en los últimos meses. El dolor en su pecho era un recordatorio constante de que su tiempo se estaba agotando. Tenía que asumir su responsabilidad, tal como se lo había enseñado su maestra muchos años atrás. Debía encontrar a su sucesor y pasarle la antorcha antes de que fuera demasiado tarde.

Con un suspiro, All Might se llevó una mano al costado, donde una herida invisible aún lo torturaba. Su sistema respiratorio había quedado dañado tras la batalla con All for One, y cada respiro le recordaba los límites de su cuerpo mortal. Pero su mente, su espíritu, siempre se negaba a ceder. Alzó la vista hacia la playa, esperando encontrar el familiar escenario de chatarra esparcida que había dejado a Midoriya y Todoroki.

Sin embargo, lo que vio lo dejó completamente sin aliento.

La playa, que durante tanto tiempo había estado cubierta de basura y escombros, estaba ahora completamente despejada. Toda la chatarra había desaparecido, como si nunca hubiera estado allí. All Might parpadeó, incapaz de creer lo que veían sus ojos. Soltó el celular de su mano, dejándolo caer sin siquiera darse cuenta.

Sobre dos pilas gigantescas de metal perfectamente apiladas, pudo ver a los jóvenes Midoriya y Todoroki. Estaban de pie en lo alto, gritando a todo pulmón con una mezcla de euforia y liberación. Lágrimas corrían por sus rostros, pero no eran lágrimas de tristeza; eran lágrimas de puro esfuerzo y determinación.

—¡Imposible...! —murmuró All Might, sus ojos muy abiertos de asombro. Su voz, apenas un susurro, se perdió en el viento que venía del mar.

El trabajo que demoraría normalmente diez meses, se había logrado en sólo cinco.


Notas de la autora.

Listo el sexto capitulo! Como siempre sus comentarios son bienvenidos. Saludos!