VII
Perdido
Su nombre era Aryll, tenía seis años de edad; le gustaba cantar como su madre y cuando no estaba con ella corretear tras los cuccos era su juego favorito.
Amaba jugar con ella en su tiempo libre.
Eso fue todo lo que alguna vez Link le dijo a Zelda sobre su hermana, no trato de indagar más, pues aunque él nunca demostraba sus emociones, la princesa sentía que ahondar más el tema solo haría que su caballero se rompiera.
No estuvo del todo errada.
Aryll era el corazón de Link, su luz y la persona que más amo en toda su vida, el día que le arrebataron a su hermana algo murió en él.
Perder a la persona que más deseaba proteger en el mundo marcó el fin de toda inocencia en su corazón.
La mirada afable de Link nunca más volvió a brillar como cuando estaba con Aryll.
Todo el amor por su hermana se volvió el fuego que consumió su alma.
…
Las lluvias y nevadas cesaron con el pasar de los días, pero no así las bajas temperaturas, lo que no impidió que finalmente salieran de casa.
Ambos caminaron con calma, Link iba unos pasos más adelante, Zelda por su parte solo le siguió con menor apuro.
—Iré a caminar ¿Me acompañas?
Esa fue la invitación que le dio luego que terminaron de desayunar.
Lo pensó por un momento, pero luego de esa última tormenta que les tuvo 3 días en casa, no podía negar que necesitaba aire fresco.
Zelda no quería manchar su ropa con salpicaduras innecesarias, después de todo Link no escatimó en gastos para ella, por ello sentía que lo mínimo que debía hacer era cuidar de la misma.
El vestido de verde pálido era simplemente encantador para Zelda, quien aunque ciertamente toda su vida visitó con los mejores materiales, no podía negar la calidad de la prenda oriunda de la aldea.
De mangas largas y acompañado de un corsé de cuero cubriendo su pecho, Zelda no recordaba alguna vez haber podido vestir con tal casualidad, incluso su cabello estaba libre de su típica trenza.
La verdad es que aún se sentía insegura de tratar con las personas del pueblo, especialmente porque cada vez que pasaba podía notar como algunos habitantes se ponían a cuchichear luego de verle.
Quizás era por su ropa, pensó, después de todo no podía negar que la ropa de viaje que había estado usando era ostentosa, incluso si estaba pensada para su comodidad, por ello Zelda decidió simplemente verse como una persona común y corriente.
Aunque debía admitir que había olvidado, lo incómodo que era usar enaguas y demás interiores para cubrirse del frío.
Una vez pasaron las peculiares casas cuadradas, la princesa pudo notar rápidamente como la aldea comenzaba a iniciar su día.
Hateno era una aldea agrícola por lo que era completamente autosustentable, todo lo que la gente producía se comerciaba entre ellos mismos sin mayores complicaciones, puestos aspectos como la especulación y monopolio no era algo que pudiera suceder en un lugar donde literalmente cada familia producía un servicio y/o producto específico, la cooperación entre todos era la base de todo.
—¡Link!
La voz de un niño hizo que Zelda mirara a su acompañante.
—Buenos días, Nebb. —le saludo Link con calma.
—¿Has venido a jugar? —fue lo único que dijo.
—Quizás más tarde. —su respuesta hizo que el niño pusiera un pequeño puchero, ante lo que él solo dijo. —También te mostraré un arma que no está en el libro de tu abuelo.
—¿En serio? —rápidamente volvió a animarse ante la mención.
—Sí, pero promete que cuidarás de tu hermana, seguro irá a cazar insectos y luego de las lluvias se puede caer.
—Lo haré.
El niño salió corriendo colina arriba y Zelda solo guardó silencio mientras veía con curiosidad a Link quién estaba sonriendo, pero no era una sonrisa fugaz como las que le dedicaba de vez en cuando, sino una sonrisa cálida y gentil, incluso diría hasta cariñosa.
La chica se preguntó a sus adentro si alguna vez sonrió así con ella.
O con alguien más.
Ambos siguieron su camino en silencio, curiosamente Uma aún no estaba en su típico lugar, pero Link no le dio mucha importancia, de hecho dobló a la izquierda varios metros antes de llegar hacia donde la anciana se sentaba.
Las antorchas con llamas azules trazaban un camino a través del campo y subiendo la colina, por supuesto la chica reconoció el horno de la llama que alimentaba el laboratorio.
—Me gusta este lugar. —comentó Link una vez estuvo frente a la estructura de piedra.
—¿Por? —preguntó la princesa.
—Está en la aldea y al mismo tiempo no, desde aquí puedes observar el pueblo y escuchar el fluir del río…
Zelda se acercó hacia él y notó que parecía confuso.
Link suspiró suavemente.
—No sé si alguna vez, antes, tuve tiempo para simplemente observar lo que había a mi alrededor, creo no fue así, por eso quizás hacerlo ahora se siente bien.
Nunca lo hizo y en cierto modo Zelda tampoco, investigar era una cosa, pero observar las cosas simplemente por el disfrute de ello es completamente distinto.
Caminaron hasta la orilla del río y simplemente apreciaron el paisaje.
La brisa y el fluir del agua, Link tenía razón ¿Cuándo fue la última que se detuvo solamente a ver el paisaje? ¿A disfrutar del simple hecho de estar vivos?
Zelda se había enfrascado en su burbuja dentro de la casa, en la comodidad de los libros o en laboratorio junto a Purah, claro era su pasión, pero si era honesta no sabía exactamente qué buscaba aprender exactamente.
En un primer lugar había decidido aprender sobre la tecnología sheikah por su rol como princesa y su deseo agónico de ser reconocida como digna de su título. Pero ahora solo huía de sí misma.
Prueba de ello era que esta era la primera vez que salía de casa a un lugar que no fuera el laboratorio.
—Es extraño, ¿No es así?
La voz de Link le sacó de su pequeño trance.
—¿Qué cosa? —preguntó sin saber a qué se refería.
—Despertar en un mundo que ha avanzado sin ti.
Sus ojos se abrieron con sorpresa, pero él solamente mantuvo la mirada fija en el río.
—Es difícil de aceptar. —fue toda su respuesta luego de un momento.
—Lo sé.
—¿Fue difícil para ti?
—Lo fue, a penas sabía quién era ni dónde estaba y para cuando lo entendí me encomendaron vencer a Ganon.—suspiró con pesadez. —Fue absurdo y aun así no dudé una vez recordé quién era.
—Lo siento. —dijo la princesa con lamento.
—No fue tu culpa.—su mirada estaba fija en ella.—De no ser por ti, Zelda, no podría apreciar esta vista, ellos tampoco.—volteó nuevamente hacia la aldea. —Todo tu esfuerzo y valor permitió a esta gente sobrevivir y crear un hogar.
Durante su espera, en los momentos en que mente recuperaba consciencia, Zelda solo podía recriminarse sus falencias, el cómo había condenado a todos a la muerte.
"Ambos han recibido una segunda oportunidad, Zelda"
Esta vez viviría sin arrepentimientos.
…
Para cuando regresaron a la aldea, la rutina de esta ya estaba en marcha, pero claro que todos voltearon sus miradas a verles.
Zelda pudo sentir el nudo en su estómago, pero el llamado a la distancia le hizo reaccionar.
Era Uma
—Me da gusto verles. —dijo con calma. —Veo que por fin decidiste dejar de ser un ermitaño.
El comentario iba dirigido a Link, pero Zelda sintió como se le erizaron los pelos al oírlo.
—Solo quería descansar. —dijo con suavidad el joven.
Ciertamente, Link había limitado sus visitas al pueblo a lo necesario e incluso así llevaba al menos dos semanas sin ir más allá del puente que unía su casa con el resto de la aldea.
—Ese es un vestido encantador. —comentó una vez posó su mirada en Zelda.
—Gracias, Link lo compró para mí. —dijo con un ligero deje de vergüenza.
—Por supuesto que lo hizo, no se atrevería a negar que una chica tan bella como tú luciera los mejores vestidos de nuestra aldea. ¿No es así, querido?
Quizás fue solo idea de Zelda, pero creía que había visto un toque de picardía y burla en la mirada que la anciana le dio al joven, pero mayor fue su sorpresa al ver como Link ni se inmutó para responder.
—Incluso yo puedo apreciar su belleza, Uma. Por supuesto, quería que se viera linda.
Ahora sintió que su quijada podía caer hasta el suelo. Link había hecho un comentario sobre su aspecto físico.
¿Le gustaba como se veía?
Sintió que sus mejillas comenzaban a arder.
La anciana solo rio complacida.
No hubo tiempo siquiera para mirarle, pues tan pronto como volvió la vista del suelo, Link fue empujado por una ola de niños a sus espaldas.
Era Nebb junto al resto de niños de la aldea.
—Cuide de mi hermana y le ayude a cazar un grillo. —dijo con satisfacción. —Ahora tienes que cumplir tu promesa.
Link sonrió con jovialidad.
—¿Qué quieren jugar? —preguntó
—¡Al escondite! — dijo Nebb.
—¡A las atrapadas! —dijo Karin, la hija de Reede.
Ambos se miraron de pronto con firmeza, era obvio que tenían opiniones distintas y no dudaban en demostrar su punto, todos en la aldea lo sabían e incluso Zelda lo notó al ver como ambos se prepararon para discutir, sin embargo, Link fue más rápido.
—Sin peleas. —dijo esta vez con su típico tono estoico que hizo que ambos niños le miraran de pronto.
—Pero…—intentó objetar Nebb.
—Podemos jugar a ambas cosas. —sentenció con calma Link, mientras posaba sus manos en la cabeza de ambos niños. —No es necesario que discutan siempre por quién tiene la razón.
Eso era algo normal entre ellos.
—Está bien. —dijo Karin mientras Nebb asentía.
La sonrisa gentil de Link volvió a su rostro tan pronto como los niños cedieron a sus palabras, pero una vez todos comenzaron a correr hacia el centro del camino donde solían jugar, el joven espadachín se detuvo, apenas dio un paso.
—¿Qué pasa? —preguntó Uma curiosa.
Pero él no respondió, solamente llevó sus manos a su pecho y con cuidado liberó el ajuste sobre la bandolera.
—Zelda. —le llamó. —¿Puedes cuidar de esto por mí?
Le estaba tendiendo sus armas.
La princesa solo asintió y tomó con ambas manos la pieza de cuero.
—Gracias. —fue todo lo que dijo para luego simplemente ir a dónde los niños le esperaban.
—Es la primera vez que deja eso con alguien. —comentó Uma.
—Lo sé. —dijo Zelda.
Link nunca se separaba de la Espada Maestra, era algo que sabía desde hace cien años, sin importar donde fuera o que hiciera, él siempre cargaría con su espada, pero ahora se la había dejado a ella.
No era pesada, eso fue algo que siempre recordó, la espada destructora del mal no era pesada, de hecho el escudo hyliano pesaba más que esta, aunque solo ahora se preguntó si había otro motivo para ello, pues no había lógica en que una arma de ese tamaño fuera tan liviana.
Dejó sus pensamientos para después y solamente observó desde la distancia como su caballero se preparaba para jugar al escondite, por su puesto él sería el primero en buscar.
Sonrió sutilmente al ver como tapaba sus ojos y comenzaba a contar en voz alta mientras todos los niños corrían en distintas direcciones.
No pasó mucho hasta que terminó de contar.
—¡Allá voy! —grito con ánimo advirtiendo a los niños para luego salir en dirección hacia la entrada de la aldea.
Zelda solo observó en silencio, era extraño ver a su caballero tan animado y alegre, pero era una extrañeza que disfrutaba, incluso notó como reía con soltura ante los ligeros reclamos de los niños cuando les atrapaba.
Inconscientemente, sonrió al pensar lo dulce que sería ver esa expresión siempre en él.
—Siempre cede a los caprichos de los niños. La primera vez todos quedamos estupefactos al ver cómo de pronto su expresión se llenó de alegría mientras correteaba con ellos —Uma también sonreía.
—Nunca lo había visto sonreír así.
—Sin duda los niños son capaces de sacar lo mejor de él. Es como si fuera el hermano mayor de todos.
Esa mirada llena de vida y sonrisa efervescente, eran los vestigios del hermano mayor, alegre y juguetón que alguna vez fue.
Zelda apretó con fuerza la espada contra su pecho.
…
—Dime, ¿Es necesario que golpees a nuestro hijo de tal forma?
La voz de una mujer le hizo alzar su mirada.
Su mirada de tono carmín era un claro indicativo de su herencia y, sin embargo, su cabello de un rubio ceniza le alejaba totalmente de sus ancestros.
—No puedo ceder ahora, no cuando él mismo se niega a hacerlo.
Sus ojos azules le miraron fijamente y, sin embargo, la culpa se filtraba en ellos.
—Desde aquel día que te has comportado extraño y ahora esto. Link es muy joven para decidir ser un caballero y más aún para esa clase de entrenamiento que le das.
El padre solo miró a su esposa mientras le reprochaba.
—¿Qué es lo que pasó?
Suspiró profundamente buscando la forma de explicar su sentir.
—Tengo miedo. —fue todo lo que dijo.
—¿Miedo? ¿A qué?
—A lo que el destino le depara a nuestro hijo.
Había otra leyenda que todo aquel que tomara por camino la espada conocía en Hyrule, una sobre el elegido para empuñar el arma que las mismas diosas bendijeron.
Y junto a ella había una profecía sobre el eterno mal que se alzaría en el reino.
—Lo vi, nuestro hijo derribó a un hombre adulto con su técnica de espada, un hombre que práctico por más años de los que Link tiene; lo hizo sin siquiera entender lo que hacía. Y es por ello que temo. —su mirada pasó de su mujer hacia el retrato familiar a un costado de la sala. —Se dice que ante el regreso del mal, las diosas enviarán a un campeón a reclamar su tesoro sagrado. Aquel que empuñe la Espada Maestra será invencible bajo los cielos.
—¿La Espada Maestra? ¿Crees que Link es el elegido por la espada destructora del mal?
Su voz llena de incredulidad solo hizo que el hombre afirmara su postura.
—La gente de tu pueblo ha profetizado el regreso de La Calamidad.
Solo el círculo real lo sabía, pero a veces la información podía llegar a oídos muy interesados en compartirla.
—Pronto la reina comenzará con el adiestramiento de la princesa.
—¿Estás seguro de ello? —cuestionó con preocupación la madre.
—La fuente es confiable y los aires en el castillo no ayudan a creer lo contrario.
—La Calamidad y nuestro hijo.—su tono ahora estaba lleno de aprensión. —No puede ser.
Finalmente, él dejó su asiento y llegó hasta ella para envolverle en un abrazo.
—Incluso si me equivoco respecto a Link no hay duda que se vienen tiempos oscuros y ante ello no puedo simplemente dejarlo ignorante. Así no sea el campeón de las diosas, nuestro hijo tiene un talento único y es mi deber como su padre ayudarlo a cultivarlo.
—Es solo un niño.
—Lo sé, es nuestro niño. Pero debemos proteger a nuestra gente. Es el legado de mi familia y también de la tuya.
—Espero que todo salga bien.
—Yo también.
…
—Abuela. —llamó Paya una mañana mientras limpiaba la reliquia al lado de la anciana.—¿Por qué el ojo de la verdad no funciona con el maestro Link?
Los sheikah dominaban las sombras, pero no solo las del mundo físico.
Las artes oscuras, como algunos ajenos al clan les denominaban, era una amalgama de técnicas y ritos pasados de generación en generación.
Uno de ellos era el ojo de la verdad, la técnica para ver a través de las sombras del corazón.
Usada muchas veces como recurso en los interrogatorios y así mismo para examinar a quienes mantenían relaciones con la realeza y así evitar cualquier conspiración en su contra, el ojo de la verdad permitía a su usuario ver lo que ocultaba en el fondo de la mente de las personas.
Impa solo alzó la mirada hacia su nieta y con calma respondió.
—No es algo que pueda decir con seguridad, pero quizás se debe a que Link tiene sangre de nuestro clan corriendo por sus venas.
—¿Eh? ¿El maestro Link tiene sangre del clan?
—Su madre era mitad sheikah, una de las pocas mestizas que nacieron, eso hace de Link un cuarto de sheikah.
—Pero la técnica funciona incluso entre los miembros del clan. —refutó la chica.
—Cierto, pero Link es un caso especial. No solo su herencia es fuerte en él, su mente también lo es.
Impa pudo ver a través de Link el día que llegó luego de su despertar, pudo ver la duda y el miedo en su corazón ante la tarea que se le encomendaba, sin embargo, una vez Link vio la pintura del lugar de su caída, algo cambió rotundamente, como si de otra persona se tratase el joven que abrió los ojos luego de desmayarse era completamente distinto. Tal así que su corazón estaba completamente cerrado.
Lo único que pudo ver con claridad fue la determinación fría en sus ojos.
—¿Siempre fue así? —la voz de su nieta sacó a Impa de sus pensamientos.—Me refiero a su forma de ser.
—En parte, ahora es más comunicativo.
La chica le miró con extrañeza.
—Créeme, querida. Él habla más ahora.
La anciana miró agraciada como su nieta salió sin decir más aún confusa.
Las nubes grises cubrían el cielo, probablemente llovería, pero Paya no se inmutó, pues debía atender un asunto importante.
Normalmente, ella iba a rezar a la tumba de sus padres al anochecer, pero desde hace unas semanas eso cambió.
¿El motivo?
Koko.
"Paya ¿Puedes echarle un ojo a Koko? Todas las mañanas al amanecer va a llorar en silencio frente a la tumba de su madre. Necesita de alguien que la consuele."
Fue eso lo que le dijo Link la última vez que le vio, era por ello que ahora caminaba hacia la niña para finalmente posar su mano en su hombro.
—Le dijo a Koko que la tristeza algún día se iría. —dijo la niña entre sollozos.
—¿Quién?—preguntó la mayor.
—Link.
"Sé que la extrañas y que sientes que debes ser fuerte por los demás, pero está bien llorar, Koko, yo estaré a tu lado, todos lo estaremos."
Paya envolvió a la niña en un abrazo y con delicadeza afirmó las mismas palabras de Link.
Ella también solía llorar oculta de todos, cuando su abuela no estaba cerca.
Entendía aquel sentimiento y probablemente Link también.
A veces es necesario ser el adulto que necesitábamos cuando niños.
…
Dorian respetaba a Link como a nadie en el mundo y al mismo tiempo una parte de él sentía compasión por él.
Sabía su historia desde el primer momento que le vio, después de todo el yiga le buscó por más de cien años tratando de completar su misión.
Y así mismo Dorian sabía que si Link algún día descubría su identidad como un desertor del clan, su destino estaría sellado.
Irónicamente, no pasó mucho tiempo hasta que llegara tal día
Una vez su atacante cayó ante la espada del héroe, sintió alivio, pero el mismo se vio ahogado ante la simple pregunta del joven frente a él.
—Eres un yiga ¿No es así? —un corte cubría la mejilla izquierda de Link y su espada estaba llena de la sangre de su enemigo caído; sin embargo, su mirada seguía siendo tranquila.
Dorian retrocedió ligeramente ante él, la pregunta era obvia y la implicancia también.
Toda bondad había desaparecido de aquel hombre.
—Responde mi pregunta. —dijo esta vez apuntando su espada hacia el sheikah.—No me repetiré una segunda vez.
—Es cómo has escuchado, soy un desertor del clan yiga.
—¿Impa lo sabe?
—No, nadie lo sabe, llegué a este lugar en busca de un nuevo comienzo y redención de mi pasado.
—¿Redención?— Link sintió que casi pudo reír. —Un asesino y ladrón buscando redención. ¿Por qué debería creer eso?
—Por la misma razón que aún no me has matado. No eres un monstruo.
Fue solo un instante desde que hablo hasta que el filo de la espada llegó hasta su cuello sin que pudiera reaccionar.
—No sabes nada sobre mí. —dijo el joven lleno de desprecio.
Dorian tragó en seco y sin mostrar duda habló.
—Ciertamente, lo sé, tu leyenda se extendió no solo en las ruinas del reino, sino también en los círculos del clan. Verdugo del desierto, Kishin en busca de venganza. El niño al que las hoces del clan no pudieron hallar y en retribución a nuestro pecado, él decidió purgarnos con sus propias manos.
—No eres más que escoria, igual que el resto.
—Puedes matarme si así quieres, no tengo derecho a pedir piedad a quien las diosas mismas han designado como nuestra salvación, solo prométeme que no les harás nada a mis niñas. Ellas no tienen la culpa sobre los pecados que cargo.
El filo rozó suavemente su cuello liberando un suave hilo de sangre.
—Me habéis quitado todo. Todo lo que amé, ustedes y Ganon me robaron lo que más amaba ¿Por qué debería tener misericordia y escuchar tu petición?
Él hablaba en serio.
Link nunca sintió piedad por el clan yiga sin importar quién o que fuera, ni una sola vez sintió compasión.
Por primera vez en la noche Dorian sintió realmente terror.
—No puedes hacerlo, son solo niñas...
—¡Aryll también era una niña! —gritó silenciándole. —¡Tenía solo seis años!
La misma edad que Koko y Cottla.
—¡No lo hagas!
La voz de una mujer desesperada detuvo cualquier movimiento.
Era Paya. Con el rostro aun con rastros de lágrimas y la respiración agitada.
Ella le siguió luego de ver la determinación de Link por ayudarle; sin embargo, nunca creyó que sería espectadora de todo lo acontecido, Dorian era un desertor del clan yiga y quien robó la reliquia, pero lo más sorprendente fue él.
En el instante que Link volteó a verla entendió finalmente que era aquello que le intrigaba sobre él.
Sus ojos estaban llenos de odio.
Desde que recuperó parte de su memoria, algo en Link había cambiado, eso fue lo que dijo su abuela, pero ella misma no lo entendió hasta mucho después de conocerle.
Tras su mirada afable y sonrisa gentil, se ocultaba algo más, Paya lo noto, pero no pudo definir realmente que era, por un tiempo pensó que era tristeza, muchas veces cuando lo veía podía jurar que al momento que dejara de verlo toda expresión en su rostro se volvería agria.
Link era un hombre triste.
O eso fue lo que creyó.
Pero ahora lo entendía.
Link estaba corrompido por el odio.
Su deseo de venganza era tal que de no ser por ella habría decapitado a Dorian.
—Maestro Link. —le llamó con suavidad. —No lo hagas.
—Puso en peligro a toda la aldea.—justificó mientras mantenía su espada aun contra su cuello.
—Lo sé, —concordó la chica—pero no puedo dejar que lo mates. —con cierto nerviosismo ante la idea
—¿Por qué?
Su postura firme y mirada férrea no daban paso a dudas y Paya pudo notarlo, si quería hacerle entrar en razón debía ser fuerte.
Debía darle una razón verdadera para bajar su espada.
—Porque... —comenzó mientras se acercaba lentamente—si lo haces no serás distinto a ellos.—Su postura se volvió firme y con cuidado extendió sus manos hacia su rostro.— Más niños inocentes perderán aquello que aman.
"Debo ser fuerte por Cottla, ahora qué mamá no está."
"La cocina de Koko es deliciosa como la de mamá"
"Tengo que pensar nuevas recetas"
"Juguemos"
Su expresión se volvió iracunda por un instante para temor de Paya, sin embargo, rápidamente pasó a una dolorosa y llena de tristeza, se alejó de la chica y su toque y solo miró a Dorian.
Alzó su espada para horror de ambos, pero el hombre solo bajo el rostro con aceptación.
La espada cortó el viento y finalmente impactó.
Dorian seguía de pie y a su lado la espada de Link quedó clavada en el suelo.
—El yiga y su cómplice han muerto.
Fue todo lo que dijo antes de marcharse hacia el interior del bosque.
…
Las semanas pasaron luego del incidente de la reliquia, tanto Paya como Dorian se negaron a mentirle a Impa al respecto, pero para la sorpresa de ambos ella estaba al tanto sobre lo que el guardia ocultaba.
—Qué él de todas las personas te haya perdonado la vida es prueba suficiente para mí de tu virtud. —la anciana alzó su vista al hombre. —Eres un hombre justo y me alegra que sigas aquí.
Curiosamente, no tuvieron noticias de Link en todo ese tiempo, ni un solo comerciante o viajero le había visto, era como si hubiera desaparecido de la faz de la tierra.
—Se mostrará a su debido momento. —dijo Impa para luego beber de su té. —Link es imposible de rastrear a menos que quiera ser rastreado, yo misma le enseñé hace ya décadas.
Eso no tranquilizó a Paya, su corazón se remecía ante la idea del desaparecido, la angustia de una pérdida se cernía sobre ella cada vez que pensaba en como se marchó sin siquiera voltear.
Su corazón dolía cuando pensaba en él.
A pesar de su aparente ingenuidad e inocencia, Paya sabía que sus sentimientos por el joven guerrero eran más que solo de amistad.
Había crecido escuchando historias sobre su bravura; historias que no retrataban del todo al hombre que llegó a conocer y aun así, una vez pudo interactuar con él, entendió lo particular que era su alma.
Un hombre implacable, con un corazón fuerte, pero que en el fondo solo estaba perdido en las sombras del mismo.
Sombras llenas de pequeños rayos de luz a los que se aferraba cuanto podía.
Link estaba destinado a luchar con el mal encarnado, sin embargo, su peor enemigo estaba dentro de él.
"El odio es el lugar al que van aquellos que no pueden afrontar la tristeza…"
Su corazón dolía cuando pensaba en él, dolía al saber que quizás nunca podría curar a quien lentamente comenzaba a amar.
Su corazón inocente había caído ante él, no el héroe de leyenda, sino el hombre complejamente, solitario que era.
Aquel que recorría un camino lleno de muerte y sangre.
Los días seguían pasando, carente de noticias y lentamente cayendo en la aceptación, Paya fue al bosque en busca de despejar su mente y quizás encontrar calma en su corazón junto al estanque de la gran hada.
No tardó mucho en llegar y aunque la gran hada apreciaba a los sheikah por velar su descanso, esta no se mostró ante la joven, en cierto modo lo agradeció, necesitaba de un tiempo a solas.
El sol estaba próximo al ocaso, pero sus rayos aún se filtraban ligeramente, dando una escena encantadora en el pequeño bosque; Paya camino con calma por él y aunque normalmente se detendría al llegar hacia el camino a las puertas de Lanayru, esta vez simplemente siguió hacia adelante.
A veces la casualidad es nuestra mejor aliada.
Tan pronto como avanzó lejos del bosque, sus oídos captaron ecos distantes, tenues voces que lentamente callaron y se volvieron impactos metálicos.
Ni siquiera pensó, simplemente corrió hasta llegar al cruce donde Link se estaba batiendo a duelo con una mujer portando una hoz.
Su escudo bloqueaba los ataques de la renegada, pero una vez intentaba contraatacar, esta simplemente daba una voltereta hacia atrás tomando distancia.
Una carcajada salió de ella mientras cargaba nuevamente y una vez estuvo en su rango su hoz dibujo un gran arco en espera de inutilizar el escudo de Link, pero para sorpresa de su contrincante este solamente le esquivó dando un ágil salto hacia el lado y en un movimiento fluido la espada atravesó su cuello.
Fue solo un instante en el que el cuerpo cayó al suelo y la espada salió de él, dando paso a un charco de sangre a los pies de Link.
Paya sentía que su respiración se cortaba ante la escena, pero él, él, ni siquiera parecía importarle el cadáver a sus pies, es más, no tardó en simplemente acercarse a él y revisar la mochila que llevaba en su espalda, no parecía buscar nada en particular y, sin embargo, fue desconcertante para la chica verle simplemente profanar el cuerpo de enemigo.
Link volvió a erguirse con un pañuelo y una bolsa en la mano, para luego simplemente limpiar la espada.
—Esto se está volviendo costumbre.—dijo sin emoción de pronto para sorpresa de la chica. — Tienes un talento para seguirme, Paya.
Curiosamente, Link había desarrollado un sentido del humor muy seco.
—Maestro Link. —le llamó con lentitud.
—Ha pasado un tiempo. —dijo con calma.
Su mirada, como siempre, era centrada y gélida, de cierto modo ayudo a la sheikah recuperar la compostura.
—¿Dónde ha estado?
—En Hebra, Vah Medoh a sido liberado.
Link no tardó mucho en llegar a la aldea de los rito y una vez pudo acceder a la bestia y liberar el alma de su camarada, procedió a ir a las altas cumbres en busca de más santuarios.
Lamentablemente una vez descendió de estas no tardó en notar como las emboscadas del clan yiga se volvieron más frecuentes, para ser exactos el día de hoy había enfrentado tres.
—¿Se encuentra bien? —preguntó Paya al notar como por un instante su expresión cambió. —¿Está herido?
—Solo cansado. Iré a ver a tu abuela y luego descansaré.
Link comenzó a caminar lentamente pero una vez intentó pasar a un lado de ella alzo sus brazos deteniendole.
—¿Qué sucede? —preguntó confuso.
—¿Va a dejarle ahí simplemente? —su mirada hacia el cuerpo de la mujer estaba cargada de congoja.
—Es solo comida de cuervos, una plaga —fue todo su comentario para luego continuar.
—¿Cómo puede decir algo tan cruel? También era una persona, así fuera un hereje, merece una sepultura.
Link hizo caso omiso y siguió su camino.
Paya era una mujer paciente y comprensiva, pero incluso ella tenía su límite y que ese hombre la ignorara simplemente le hizo estallar.
Corrió hasta él y le tomó de la muñeca.
—Espera. —dijo con clara molestia.
—Déjame ir, Paya. —fue todo lo que dijo aun sin voltear a mirarle.
—¿Tanto es tu odio que ni siquiera puedes sentir compasión por los muertos?
—¿Crees que lo entiendes? —preguntó con suavidad; sin embargo, la chica pudo sentir cómo todo su cuerpo se tensaba a medida que hablaba.
Paya solo le escuchó en silencio.
—Ellos, me lo quitaron, lo tomaron de mí, me lo arrebataron. —su tono lentamente comenzó a subir mientras su ceño se cubría de ira. —¡Mataron a quienes más amaba! ¿¡Por qué debería sentir compasión por ellos!?
Link finalmente dio la vuelta dejando ver como la rabia en su interior ardía, las memorias negadas y la felicidad olvidada, todo convergía en esa llama que lo consumía todo en su ser.
—¡Era solo un niño! ¡Y me lo quitaron todo! ¡Mi familia, mi hogar, mi felicidad! ¡No me importa si mueren como perros! ¡Si se los comen los cuervos o simplemente se pudren! ¡Lo único que quiero es que mueran todos y cada uno de ellos!
Por un instante el mismo fue consciente de su exabrupto y simplemente respiró hondo buscando calmar sus emociones.
Paya por su parte dejó el agarre de su muñeca
—Link. —le llamó con lentitud.
—Ellos incluso se llevaron mi alma. —dijo finalmente con su expresión llena de amargura. —¿Puedes entenderlo? El dolor y rabia que cargaba en esa entonces ¿La puedes entender, Paya?
Paya sintió que podría llorar, pero no por el miedo, no, no sentía miedo de aquel hombre frente a él, solo tristeza.
De ver cómo aquel hombre estaba completamente destruido por sus propias emociones.
Él que era capaz consolar a una niña en su duelo, que era capaz de preocuparse por ella más allá de solo palabras dulces, que corría por esta tierra para liberarla del mal.
Paya lo entendió en ese momento.
La persona que veía en ese momento no era el Maestro Link, no era el campeón de las diosas. Era el dios de la guerra, aquel que se erguía ante los cadáveres de sus enemigos.
Era el Kishin
"Quizás lo que hay en el fondo de su corazón es tan culpa nuestra cómo la de ellos"
Sus manos se acercaron hacia su rostro, al igual que aquella noche en el bosque, temblorosas, su rostro lleno de lágrimas y aun así frente quien solo podría ser llamado un demonio no dudo en acunar.
—Lo entiendo. —dijo suavemente, mientras ligeros sollozos se mezclaban con su voz. —La ira, la tristeza, el odio en tu corazón lo entiendo, pues ellos también me arrebataron a mi familia.
Él reaccionó ante sus palabras, sin embargo, no tuvo tiempo de hablar.
—También era una niña, una que perdió a su madre y padre sin entender por qué; una niña que lloraba cuando nadie le veía y creció con miedo. Miedo a quienes acechan en las sombras.
—¿Entonces por qué quieres que me detenga? Yo elimino a quienes nos lo han quitado todo.
Ella negó.
—Cada vez que tomas sus vidas, también tomas parte de ti. Tú que recorres una senda llena de sangre, al final solo acabarás con tu propia vida.
—No puedo detenerme, no ahora, no cuando por fin existe la posibilidad de acabar con ellos.
¿Cuántos niños más tendrían que perder a sus seres queridos?
¿Cuántos más perderían a sus hijos, padres y madres por culpa de esos maníacos?
Debía acabar, pero al precio que él estaba dispuesto a pagar.
—Debes dejar ir el odio. —él intentó alejarse de tu toque, pero le retuvo y le obligó a mirarle.—No eres una bestia sedienta de sangre.
Link tomó sus manos y las alejó con cuidado de su rostro, no había agresión en su expresión y, sin embargo, Paya pudo sentir nuevamente como todo su cuerpo se tensaba ante él.
Lo próximo que escuchó Paya fue algo que nunca podría olvidar.
Comentarios finales.
¿Cómo les va?
Ha llegado el momento favorito de su escritor, el apartado dónde me quejo como una p…
Honestamente, esto estaba a la mitad desde que se publicó el capítulo anterior, pero terminarlo fue complicado, últimamente no tengo muchas energías para nada que no sea dormir, trabajar y jugar Bayonetta 2 y 3.
Pero bueno, aquí está y antes de fin de año, todo un récord personal.
Honestamente, pensé en un punto volver la situación en Hateno centrada en la comidilla de la gente al ver que su vecino Link vivía con una hermosa chica de pronto, pero honestamente no se me ocurrió una situación o diálogos buenos, por otro lado, lo deje más al desarrollo de Zelda y su introspección.
Por otro lado, decidí tomar una segunda perspectiva en la que Zelda no participa, pero que tiene importancia para la narrativa, como lo es la relación de Paya con Link.
Paya es agradable de escribir, más que Zelda hasta cierto punto, pues su rol es más específico y centrado; sus emociones también al ya estar definidas ayudan a esa fluidez al escribirle, es reconfortante.
Así mismo que Paya también sea huérfana es algo que hasta cierto punto se puede entender del mismo juego, pero aquí claro se usa como un nexo entra ella y Link.
La frase "El odio es el lugar al que van aquellos que no pueden afrontar la tristeza" pertenece al manga Berserk, cuál es mi obra favorita de fantasía, la implicancia de la frase es tan profunda y humana que cuando comencé con los borradores fue la primera cosa que se me vino a la mente mientras le daba forma al carácter de Link.
Así me queje de ello, tiene algo que me resulta especial al escribirlo.
Bueno, como siempre ha sido un placer y espero hayan disfrutado de la lectura, dudo que haya actualización hasta el próximo año, así que nos leemos.
Y como siempre, cualquier comentario o crítica será bien recibido.
Se despide.
~J_Leblanc
