Cuando Elsa oyó aquella afirmación, su furia se acentuó peor, y con ello, el hielo en sus tobillos.

"Alguien más".

Aquello resonó durísimo en su cabeza haciéndola enloquecer, logrando que pierda los pocos estribos que le quedaban. Empezó a respirar agitadamente, su pecho a retorcerse y su cabeza la traicionó, volviéndole a recordar su maldita cruz.

- Ella no necesita a nadie…- dijo totalmente cegada por la rabia – Ni a ti ni a nadie más…

- Estás equivocada – dijo la castaña neutra en sus palabras – Así que anda haciéndote a la idea ya.

- ¡CÁLLATE!

En ese momento, su poder perdió el control, las púas de hielo llenaron el salón, y con ello, parte del cuerpo de la castaña. Rapunzel se asustó y en acto reflejo usó su poder intentando liberarse. Daba gracias que a raíz de la calidez y propiedades que este poseía, podía disipar, aunque lento, ese tipo de sustancia, de lo contrario, le habría sido difícil.

Así que, poniendo manos a la obra, empezó a derretir aquel hielo que la envolvía, aquel que solo volvía a subir nuevamente sin dejar de acentuarse. En esa batalla silenciosa se hallaron, Elsa rodeándola con más y Rapunzel luchando por quitar aquel trozo helado de su ser.

Sus miradas se encontraron en esa fracción de segundo, sin que ambas dieran su brazo a torcer, aquel poder amenazaba con crecer más y, antes de que Elsa hiciera más estragos con este, Anna apareció al ver la magnitud del asunto y finalmente pudo intervenir:

- ¡Elsa basta! – Anna se le acercó y la agarró fuerte del brazo para evitar que continuara.

- No te metas Anna. – dijo Elsa concentrada en la castaña.

- No, si me meto, suéltala ya – al no escuchar respuesta de su hermana, Anna finalmente estalló, había perdido la paciencia.

- ¡Suéltala! – gritó - ¡Ya deja de actuar así!

- ¡¿Ahora la defiendes?! – vociferó cegada.

- ¡Elsa por favor! – lo intentó una vez más, esta vez agarrando fuerte sus manos gélidas, exponiéndose para que parara, exponiéndose a ser congelada. Lo hizo con tal intensidad que Elsa al sentir su contacto sintió derretirse, dándose cuenta que no solamente un beso podía lograr tal efecto.

La castaña al notar tal distracción, aunque con dificultad, finalmente pudo derretir el hielo restante que la rodeaba con su poder, quedando libre sin más.

Volviendo a su porte de antes, solo se atrevió a decir unas cuantas palabras antes de salir. Tenía muchas dudas respecto a lo acontecido, pero eso ya lo hablaría con Anna luego, tenía que acicalarse para lo que avecinaba – Iré a cambiarme Anna – articuló seria, mandándole una mirada de severidad a Elsa, la cual la miraba fijamente – Debo de alistarme para la exposición del tratado.

- Punzi lo siento, yo…

- No te preocupes – dijo la castaña, cruzando miradas con la pelirroja y aligerando un poco sus gestos. Sabía que Anna no tenía la culpa de lo sucedido. – Te paso a buscar al rato.

- Ok gracias.

Cuando Rapunzel dejó la estancia y ambas hermanas quedaron solas, Anna, ya cansada, tomó la palabra nuevamente. Su comportamiento había sido demasiado.

- ¿Qué ocurre contigo Elsa? ¿Te das cuenta de lo que casi ocasionas?

Elsa aún se mantenía en su sitio, tenía el semblante furioso, tembloroso, la respiración agitada y su pecho quemaba. Sus ojos se hallaban mirando al vacío, mirando aquel lugar donde Rapunzel se hallara segundos atrás. Su forma de enojarse no era como la de Anna, ella no era demostrativa, ella ocultaba y mucho. Se estaba volviendo loca, su cruz que tanto tiempo la había torturado estaba a flor de piel y ese acontecimiento había sido su límite. Sentía que quería estallar también.

- ¡Elsa! – la volvió a llamar para hacerla reaccionar, y cuando le giró el rostro, vio que sus ojos se hallaban endurecidos. Los tenía vidriosos y parecía que ocultaban algo.

- Necesito estar sola. – articuló para luego salir de aquel comedor a zancadas, aguardando el llanto para que Anna no la viera así, para ocultar lo más que pudiera, aunque en ese momento solo quisiera desplomarse.

Sin embargo, eso a Anna no la detuvo, necesitaba saber qué le pasaba, no podía permitir otro numerito de tal calibre otra vez. La exposición se daría dentro de poco y ella necesitaba aclararlo todo, aclarar de una buena vez aquel tema por el cual había venido en primer lugar y quitarse ese peso de encima antes de hacer eso tan importante, de lo contrario, sentía que no podría más.

- No, ahora vamos a hablar – Anna la siguió, pero Elsa seguía sin mirarla, esquivando sus ojos.

Cuando llegaron a la habitación la rubia quiso cerrar la puerta, pero ella no se lo permitió, abriéndola de golpe y cerrando la puerta tras de sí.

- ¡Te dije que quería estar sola! – gritó al borde del llanto - ¡Déjame!

- No hasta que hablemos – articuló Anna con seriedad – Esto ya no puede seguir así.

- Te dije – advirtió Elsa temblorosa – Que quiero estar sola Anna.

- Yo no me voy a mover de aquí – dijo cansada - No hasta que me digas que rayos te pasa, ya me canse Elsa.

- ¡¿De verdad?! – Elsa estaba temblando durísimo, aguardando la furia y las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos, sin poder creer su pregunta. La tranquilidad que desbordaba la puso peor - ¡¿Quieres saber qué me pasa?! – empezó a hiperventilar – ¡Rapunzel, eso es lo que pasa! – Escupió finalmente votando todo - ¡Todo el maldito tiempo te la pasas con ella! - Nuevamente su cruz estaba calando - Claro, es guapa, es… hacendosa y yo… yo soy gélida ¡¿verdad?! – siguió hablando al borde del colapso - ¡¿Te gusta no es así?!

- ¿Qué? – ahí Anna volvió a descolocarse como la primera vez que hablaron – Elsa entre ella y yo no hay nada, nuestro trato es meramente comercial, no estás en posición de ponerte así – la miró seria – la que me sacó de su vida fuiste tu si mal no recuerdo – no pudo evitar encararla, eso le había dolido demasiado después de tantas luchas.

- Entonces quédate con ella – eso acentuó peor su rabia -, no se ni para qué vine – cuando intentó salir Anna le volvió a cerrar el paso.

- Ella y yo no somos nada ¡maldita sea! – bramó exasperada – ¡Ya deja de portarte así! –repitió cansada por enésima vez – Rapunzel me ha ayudado bastante pero como amiga - Sabía que no debía darle explicaciones, pero era demasiado para ella.

- Te entendí Anna.

- ¡¿De verdad?! – ahora la cabreada era Anna - ¡¿Y qué harás?! – volvió a decir levantando la voz - ¡¿Vas a volver a cerrarte?! ¡¿Regresarás al bosque y te volverás a enredar con esa desgraciada?! – articuló estallando, votando también lo que ella sentía - ¡¿Te volverás a entregar sabiendo que todo eso es una vil mentira?! – Le giró el rostro para que la viera - ¡Tú no la amas, Elsa!

- ¡Pues al menos tú sabes que no la amo! – arremetió finalmente sin poder contenerse – ¡Al menos tú sabes que mi corazón te pertenece, que no he hecho nada más que pensar en ti, de amarte, de añorarte! – continuó con la voz quebrada - ¡Lo sabías, siempre lo supiste!

- Pues claro si…

- ¡En cambio yo he sufrido todo este tiempo creyendo que no era nada para ti! ¡Creyéndome insuficiente! ¡Poca cosa! ¡Sin entender que había hecho mal para que te fueras con él! ¡Para que lo eligieras por encima de mí! ¡Me he sentido una inservible! ¡Incapaz de poder ser algo para ti!.

Anna quedó muda y en shock cuando escuchó sus palabras, buscando su mirada nuevamente, pero Elsa había vuelto a girar el rostro al borde del llanto. Mantenía aún la voz resquebrajada y su cuerpo le temblaba duramente. Ver esa escena le estrujó el corazón durísimo.

¿Cómo podía decir eso?

- ¡Todo este tiempo creí que fácilmente podías reemplazarme por alguien más! – habló derrumbándose, votando finalmente esa cruz que la atormentaba - ¡Cuando dijiste que dejarías la corona y te vi con él yo pensé lo peor! – prosiguió al borde del llanto – ¡Me cegué, creí que te había perdido, creí que había sido reemplazada para siempre…crei que…

- Elsa…

- ¡No, déjame terminar! – la interrumpió, su boca tenía vida propia, su ansiedad estaba haciendo mella de su persona y aquellas lágrimas estaban haciéndose propiedad de su rostro poco a poco – Luego vine a verte y te vi con Rapunzel, a lo mejor entre tú y ella no hay nada… a lo mejor y tienes razón solamente son amigas, pero yo… no sé… yo solo… - No pudo continuar, se había desplomado en llanto, cayendo de rodillas, cubriéndose su rostro, llorando sin más. – No puedo con esta maldita inseguridad Anna… me cuesta, me está matando, no puedo dejar de sentirme así, no… no puedo…

Odiaba verse de ese modo, pero su semblante hablaba por sí solo. Las lágrimas la recorrían fatalmente y su voz amenazaba con trabarse debido a la intensidad de su llanto.

- No se expresarme, me cuesta abrirme emocionalmente, me guardo las cosas, soy un asco de persona, tú siempre has tenido a todo el mundo contigo, pero yo siempre he estado sola y solo te he tenido a ti – dijo eso ultimo con verdadera fragilidad viéndola por primera vez - Me aterra pensar que puedo perder a la única persona que tengo, a la única persona que amo en este mundo. – acentuó volviéndose a cubrir el rostro, sin cesar su llanto desconsolado y desesperado. Las palabras habían comenzado a atascarse en su garganta pero no podía seguir guardándolo más.

- Y lo lamento, no debí cerrarme de ese modo, debí escucharte, pero eso pudo más que yo y…

Luego de escuchar aquello, el corazón de la menor quedó estrujado, al verla llorar de ese modo inconsolablemente y de rodillas, Anna se puso a su altura y no hizo más que abrazarla fuerte, dejando que botara todas sus lágrimas.

Elsa lloraba sin tapujos, desesperada y sin poder contenerse. Verla tan vulnerable la hizo caer a ella también, votando todo su dolor y sus lágrimas inmersas. Sabía que Elsa era compleja, pero no sabía que aquello la había marcado tanto, que lo de Kristoff la había hecho sentirse así.

Ahora entendía muchas cosas.

Cuando Elsa sintió su tacto no hizo más que aferrarse por inercia a su cuerpo, como si su vida dependiera de ello, como si solamente con él fuese capaz de respirar, vivir, amar.

- No vuelvas a decir eso Elsa – Soltó con firmeza sin romper el abrazo, acunándola por completo en su pecho. Las lágrimas ya bordeaban su rostro a ese punto.- Tú jamás podrás ser reemplazada, por nada ni nadie, ¿entendiste?

- No quiero perderte Anna. – acotó sin fuerzas – No podría vivir sin ti - en ese instante volvió a intensificar el abrazo, aferrándose a ella sin ganas de dejarla ir, dejando a la menor sin habla, afianzando su rostro en el hueco de su mandíbula y su pecho.

Anna al verla aferrarse de ese modo la acunó aún más, besando ligeramente sus cabellos al tenerla en esa posición – No vas a perderme Elsa – dijo determinante y con seguridad– Eso jamás va a pasar – escuchar aquello le revolvió el alma, el corazón, el cuerpo entero.

- Lo sé es solo que…

- No, si fuera así no estaría haciendo esta locura de dejar la corona – habló finalmente soltando su verdadera razón - Mi único motivo eres tú.

Ante esa afirmación Elsa volvió a abrazarla fuerte, sintiéndose frágil en sus brazos, quedando rendida en ellos. Su cuerpo gélido había dejado de serlo, y parte de su corazón roto se había armado por completo. Cuando Anna quiso verla al rostro para buscar su mirada, la puerta se abrió, era Rapunzel.

- Anna, lamento interrumpir – dijo con cautela al ver aquella escena, sus ojos verdosos se posaron en Elsa, la rubia tenía el rostro escondido y acunado en el pecho de su hermana desbordando fragilidad, y con obvios signos de haber estado sollozando.

- ¿Qué ocurre?

- La exposición del tratado, ya es hora.