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CAPÍTULO 32
El cumpleaños de Gojo sería el próximo lunes, estaba dándole vueltas pensando en cuál sería la manera correcta de atajar ese asunto. Menos mal se habían arreglado antes de que pasara la fecha, estaba nerviosa pues sería la primera vez que lo pasarían como pareja. No sabía si Satoru ya tenía planeado algo o si quería hacer algo en particular con ella. Utahime pensaba en ello como si se tratase de algo de vida o muerte. Solo era una celebración.
Su última visita fue el día que se encontraron con Haru la semana pasada, aunque eso no contaba propiamente como visita, fue algo de entrada por salida. Se habían mensajeado casi todos los días, cosas normales como saludarse con los buenos días, preguntar si había almorzado, contarse a grandes rasgos cómo había ido el día, darse las buenas noches. No era mucho, pero era lo que había para ellos que estaban a tantos kilómetros de distancia.
Satoru Gojo
[Supongamos que de pronto me aparezco tocando el timbre de tu puerta]
[Soy cortés ya que sé la clave]
[¿Qué probabilidades tendría de que me dejaras pasar la noche?]
Utahime Iori
[¿Ahora mismo?]
[Ninguna]
Satoru Gojo
[Eeehhhhh]
Utahime Iori
[Estoy en la escuela]
[Tengo trabajo que hacer]
Satoru Gojo
[Entonces debería escabullirme a la escuela]
[¿No crees?]
Utahime Iori
[¡Ni se te ocurra!]
Satoru Gojo
[No funcionaría]
[Eres tan ruidosa ]
[Te escucharían hasta primer tori de la recepción]
Utahime Iori
[¡Gojo!]
Satoru Gojo
[No, así no. Más bien sería algo como…]
[SATORU~]
Utahime Iori
[...]
Satoru Gojo
[Ding ding ding]
Utahime Iori
[Idiota…]
Satoru Gojo
[Piensa en mí al dormir]
Utahime Iori
[No, gracias]
[Por cierto ¿qué quieres para tu cumpleaños?]
Satoru Gojo
[UTAHIME]
[ ]
Utahime Iori
[Hablo en serio…]
[¿Hay algo que quieras hacer en especial?]
Satoru Gojo
[¿Te lo digo a base de emojis o te lo escribo?]
[ ]
Utahime Iori
[¡Eres un idiota!]
Satoru Gojo
[¡Tú me preguntaste!]
Utahime Iori
[Hablo de ir a cenar o algo así]
Satoru Gojo
[Ahhh… Eso]
[Me da igual…]
[Siempre y cuando el postre sea…]
[U–T–A–H–I–M–E]
[ ]
Utahime Iori
[Me quedaré el fin de semana en Tokio]
[Veré que puedo hacer]
Satoru Gojo
[¿Así de fácil?]
[El poder de convencimiento del gran Gojo Satoru]
[Tienes un novio increíble]
[¡Qué suerte la tuya!]
Utahime Iori
[Buenas noches]
Satoru Gojo
[Buenas noches]
…
Nunca acordaron como serían sus visitas estando en ciudades diferentes, es decir, ¿se habían tomado la molestia de pasar por todo aquello como para solo dejarlo en una relación a distancia? Obvio no, pero la realidad era que alguno debía ir a donde el otro, la lógica hubiera planteado que fuera Gojo quien se moviera, sin embargo, la teletransportación tenía condiciones para ser usada y emplearla indiscriminadamente para ir y venir a Kioto sería irresponsable.
Utahime llegó a Tokio el sábado después de medio día, apenas arribó su primer destino fue la que ahora sería su residencia cuando visitara la capital fuera de asuntos relacionados a su trabajo.
Él estaba esperándola desde temprano. Había movido toda su rutina para estar libre el fin de semana. La casa ya no olía a polvo, tenía un ambiente más fresco y estaba mejor iluminada. Mentiría si dijera que no sintió vergüenza de llegar al departamento de Gojo luego de que él supiera que "revisó" sus cosas.
—Compraste un purificador de aire.
Fue lo primero que dijo tras pasar el corredor del recibidor, ni siquiera un "buen día", "gusto en verte" o simplemente "hola". Satoru notó de inmediato su nerviosismo. Sinceramente para él también todo eso era nuevo, así que… habría que improvisar.
—Sí, el departamento pasa mucho tiempo solo, así que pensé que le vendría bien.
Satoru estaba en el sofá leyendo un libro.
—Espero que hayas sacado también todo lo que no necesitas —espetó irónica, obvio estaba refiriéndose a pertenencias que no eran de él.
—Bueno, al menos ya no hay polvo.
—Se agradece.
Gojo se acercó a ella, le quitó la maleta que cargaba consigo para ponerla a un lado y procedió a apretar el cuerpo de la pelinegra con fuerza hasta que se quejó de su efusividad. El ojiazul posó su mirada iridiscente sobre ella, quien tenía un leve sonrojo en las mejillas. Satoru besó sus labios, despacio y de forma tierna.
—Extrañé esto —dijo Gojo.
—Hace dos semanas que no nos vemos —dijo, insinuando que no era mucho tiempo—, hemos pasado meses sin saber uno del otro.
—¿Tú no me extrañaste? —preguntó ofendido al no compartir su sentir.
—Mensajeamos casi todos los días.
—Pero no es lo mismo…
Utahime se rio de la molestia de Gojo, solo estaba jugando, claro que lo había extrañado, pero él no tenía porqué saberlo.
—Le dije a Shoko que vendría. Dijo que podíamos ir a su casa a cenar.
—Pero quería pasar la noche solo contigo… —se quejó haciendo puchero.
—Podemos ir un rato y luego volver temprano.
—O podemos empezar de una vez, ir con Shoko, luego seguir más tarde.
—¿Cómo que empezar de una vez? Acabo de viajar durante dos horas…
—Prepararé la tina en ese caso —dijo como una revelación divina.
—Gojo… —refunfuñó.
—Más tarde estarás diciendo mi nombre…
—¡No lo haré!
—¿Quieres apostar? —la retó con una mueca egocéntrica.
—No… no quiero —dijo entre dientes, porque bien sabía que acabaría perdiendo.
—Lo supuse —sonrió con satisfacción—. Te mostraré donde puedes dejar tus cosas.
Satoru avanzó a su habitación para mostrarle el sitio. Su walk In closet estaba lleno de cosas, había bastantes prendas de vestir desde lo más formal hasta lo más casual, además de zapatos para toda ocasión y accesorios de los pies a la cabeza.
Entre todo el mundo de prendas, había un espacio que ella podía disponer como propio para sus pertenencias, que no eran muchas.
—Si necesitas algo más, lo compraré para ti —afirmó Gojo muy complaciente.
—Gracias, es más que suficiente.
—Prepararé el baño —dijo muy contento. Salió de la habitación y fue a la tina, que estaba prácticamente al lado del closet.
—Acomodaré lo que traje, aunque no es mucho. Por cierto, ¿no tienes demasiada ropa?
—Solo la necesaria ¿crees qué es mucha? Tuve que deshacerme de varias cosas para dejar espacio para tí.
—No tenías por que hacer eso, pero gracias.
—Será más cómodo si tienes todo lo que necesitas aquí, así no viajas con equipaje ¿no crees?
—Tienes un buen punto.
—Pienso en todo —dijo muy orgulloso.
—¿No será abrumador para ti? Encontrar tu casa invadida por pertenencias de alguien extraño.
—Tú no eres una extraña…
—Me refiero a… No estás acostumbrado a compartir tu vida con nadie —le explicaba Utahime desde dentro del closet, Gojo seguía afuera llenando la tina.
—¿Estoy exagerando? Solo pensaba en tu comodidad.
—Pero no quiero que después esto sea demasiado para tí.
—Lo llevaré a un ritmo que pueda manejar, aunque tampoco quiero hacerte sentir incómoda —Hubo un resquicio de pena en sus palabras, que no pasó desapercibido para su novia.
—Voy a tomar mi espacio del closet y veremos qué pasa —asomó la cabeza afuera y sonrió para él.
—Me parece bien.
Utahime se quitó el cárdigan y besó a Gojo, quien estaba sentado en el borde de la bañera, la cual ya estaba a un buen nivel de agua caliente. El albino le sacó la blusa y depositó pequeños besos en las zonas donde su sostén no cubría el pecho. Le quitó los pantalones y acarició suavemente el firme trasero de la pelinegra. Llenó su abdomen con pequeños besitos también. Utahime me peinó el cabello que se sentía como seda entre sus dedos, él estaba siendo muy gentil.
—Métete a la bañera si no quieres que te lo haga aquí…
—¿Y si sí quiero? —dijo de forma divertida.
—Entonces no podría dejar insatisfecha a mi mujer.
—¿Por qué no te metes conmigo? Así me das un masaje en la espalda.
—¿Estás estresada por algo? —Gojo la observó curioso y con un atisbo de preocupación en su mirada.
—Los alumnos entrarán pronto en exámenes, he tenido mucho trabajo.
—Aprueba a todos y no hagas exámenes.
—No seas indulgente —lo regañó y además le golpeó la cabeza suavemente con el puño. Se apartó de su abrazo dando dos pasos atrás.
Utahime se quitó el sostén delante de él, mostrándole cara a cara la belleza de sus senos al desnudo. Las facciones en el rostro de Gojo tomaron otro tono, uno más lascivo. Utahime bajó sus pantaletas tan lento que Satoru aguantó la respiración inconscientemente hasta que ella las pateó a un lado. Cada vez que Utahime le ofrecía su desnudez quedaba embelesado pensando que esa mujer tan perfecta era suya.
—Última oportunidad ¿te meterás a la bañera conmigo?
Satoru se levantó y Utahime entró al agua, estaba tibia, justo en el punto exacto para relajar su cuerpo, se recostó a gusto en la tina y se dispuso cómodamente a ver a su hombre.
Jamás se cansaría de apreciar el perfecto cuerpo de Gojo. Era una lástima que nadie más pudiera ver, ni sentir lo que era que Gojo Satoru se desvistiera para ti mientras te veía directo a los ojos con la sonrisa soberbia en los labios de saber que disfrutabas del espectáculo.
Se quitó la ropa de la parte superior de su cuerpo de una sola tajada, sus pezones estaban firmes sobre los pectorales, juraría que su espalda se veía aún más ancha que la última vez. Antes de quitarse el pantalón deportivo, metió la mano para sacar su miembro, quien también estaba ya despierto y listo para lo que fuera. Lo sujetó con su mano, la cual de forma lenta, empezó a moverse de arriba a abajo por todo el cuerpo de su erección. Lo hizo para ella, para provocarla, estaba presumiendo de la carne acrecentada en su entrepierna que ahora le pertenecía exclusivamente a la pelinegra.
Los ojos de Utahime brillaron ante la magnificencia de lo que él estaba haciendo, sentía que el agua comenzaría a burbujear por la fiebre que le recorría de pies a cabeza, apretó las piernas y siguió viendo el cuerpo entero de su amante: sus muslos fuertes, la mano que seguía tocando juguetonamente su miembro, el abdomen marcado, sus bíceps voluminosos, los pezones duros, un largo y hermoso cuello, la mandíbula perfecta, los labios grandes que sabían a algodón de azúcar, sus ojos azules que la miraban ardiendo de lujuria entre un mar de pestañas blancas.
Utahime no pudo resistirse y le pidió que se acercara, en un paso estuvo al lado de ella, quien se puso de rodillas dentro de la bañera. No lo pensó dos veces cuando decidió meterse la erección en la boca, que era sostenida por Gojo. Le tomó el pantalón con ambas manos y se lo fue quitando. Encajó sus delgados dedos en el trasero del albino mientras su boca devoraba el sexo de Gojo.
Satoru apretó la mandíbula y cerró los ojos para dejarse llevar ante el placer que Utahime le ofrecía. Le quitó el cabello de la cara y dejó que ella marcara el ritmo. Exhaló jadeando al verla lamer el glande con la punta de su lengua. El calor de su boca solo hacía que su erección palpitara más, era una completa delicia el complemento de todo: los dedos enredados entre sus largos cabellos, la suavidad de su lengua acariciándolo, la cálida humedad de su boca, sus delicados dedos encarnados sobre la piel. Gojo gimió con un pequeño "ah" cuando Uta volvió a engullir su hombría por completo antes de decidir parar al fin. Había tenido la necesidad de probar su sabor luego de ser provocada por él, ¿quién podría culparla si se veía tan apetitoso?
Uta se lamió los labios al verle a los ojos, él sonrió con suficiencia. Era como si le estuviera diciendo "gracias por la comida".
Al ojiazul no le molestó que solo hubiera sido un tentempié. Se metió a la bañera, detrás de Utahime.
—Entonces, un masaje en los hombros ¿Eso quieres?
—Te lo agradecería.
—Lo que tú pidas… —cantó feliz.
Hubiera querido usar alguno de los jabones de baño para la tina que tenía por ahí, pero con lo perspicaz de Utahime se daría cuenta de inmediato que no los había comprado para usarlos solamente él y muchos menos para usarlos con ella estando ya abierto el paquete. Así que mejor se quedó con el agua tibia y el jabón normal, después compraría unos nuevos y se lo haría saber. Definitivamente no quería malos entendidos como los del labial.
Estuvo buen rato masajeando su espalda alta, los hombros y su cuello. Sus músculos estaban algo tensos, podía notarlo cuando presionaba ciertas zonas. Acarició sus brazos y sus pechos de forma agradable, también como parte del masaje. Pasó sus dedos por el cabello azabache, peinándolo como aquella vez en casa de Utahime.
—Gojo… —pronunció muy seria, eso llamó la atención del peliblanco.
—¿Qué sucede?
—Ya envié mi respuesta a Hokkaido.
Hubo un silencio de un par de segundos.
—¿Cuánto te vas? ¿Iniciando el año? ¿Quieres una fiesta de despedida? Podría organizar algo, déjamelo a mí. ¿Quieres que sea en Kioto para que estén tus amigos del bar? ¿Ya les dijiste? Será más complicado vernos, pero encontraré la manera de que podamos hacerlo. ¿Ya encontraste donde vivir? ¿Qué dijo Gaku…?
—Gojo, cierra la boca por un segundo… —dijo de mala gana. Solo había hecho una mención y él ya se había imaginado toda su vida en Hokkaido.
Satoru guardó silencio y apretó los hombros de Utahime. Sus manos bajaron hasta los codos y la abrazó, posando su boca contra la cabeza de Utahime. Esperaba poder decirle que no se fuera antes de que ella decidiera definitivamente su respuesta ante Ando. De todos modos ya estaban en una relación a distancia, unos cuantos cientos de kilómetros más no debería hacer diferencia, ¿cierto?
—No voy a irme…
—En ese caso te recomiendo probar las papas horneadas con mante… ¿cómo?
—Dije que no.
—¿Por qué? —sus brazos apretaron aún más a Utahime. Estaba listo para pedirle que no lo hiciera, aun si lo que salía de su boca era todo lo contrario.
—Estoy feliz haciendo lo que hago. No quiero cambiar eso.
—¿Y estás completamente segura? ¿No tiene nada que ver con que ahora tengas un increíble novio?
—Tomé la decisión antes de eso. No tiene nada que ver contigo.
—¿Puedo dar mi opinión?
—Lo harás de todos modos… —suspiró resignada.
—Me alegra que no te vayas.
—¿Qué pasó con mi fiesta de despedida?
—Eran mentiras. Te iba a atar a la cama, ya tenía la cuerda escondida debajo.
—Eres un tonto…
—Quería apoyarte sinceramente en esto, pero… Tampoco quería que te fueras. Estaba dispuesto a usar cualquier método para convencerte de que te quedaras.
—¿Está hablando tu hipotético Gojo?
—El auténtico.
—Eres egoísta, pero no te metes en las decisiones de otros. Me sorprende que me digas algo como eso.
—¿Verdad? Yo también estaba sorprendido. ¿Qué clase de conjuro maléfico has usado en mí?
—Gojo, sabes que puedes decirme lo que sea ¿cierto? No importa que tan bueno, que tan malo o egoísta sea.
—Quédate conmigo —susurró contra su cabello—. Eso quería decir.
—Me quedaré. No te preocupes.
Gojo presionó sus labios contra el cuello de su amada, fue dejando pequeños besitos hasta el hombro. La tuvo en sus brazos en silencio durante algunos minutos hasta que la animó a irse a la cama.
—¿Por qué no duermes un rato antes de irnos? Aún es temprano.
—¿No te molesta?
—Descansa.
Se puso su pijama de invierno, poco sexy pero muy cómoda. Se tiró a la cama, que era inmensa.
—¿Qué lado usas? —preguntó Utahime. Desde la cama podía ver el baño y a Gojo secarse el cabello con una toalla.
—Por lo regular el lado más cercano a la ventana.
—Ocuparé el otro lado entonces.
—Duerme donde quieras, no me importa.
—Despiértame en una hora.
—Bien.
Utahime cerró los ojos y se dispuso a caer rendida. Gojo la miró acurrucarse entre las almohadas y el edredón.
Si él estuviera dispuesto esa podría ser la vista del resto de sus días.
…
—Yuuji ¡Eres un novato, te mandaré a volar!
"¡No debería ser tan rencoroso cuando juega!" Se quejó Megumi.
"¡Vas a caer, Lucina!". Gritó Itadori.
—Eso quisieras, ¡ahí va mi súper combo especial!
"Fushiguro, preocúpate por ti mismo".
"¡Kugisaki es muy molesta!, Itadori ¿qué carajos haces? ¡Es la segunda vez que sales volando!".
—¡Bien hecho Nobara, te ayudaré con Inkling!
"¡Los aplastaré a todos!". Vociferó impetuosa.
"¡No si yo lo permito! Peach aún sigue lista para dar batalla".
—Admiro tu espíritu, Yuuji. Pero no eres mejor que la Daisy de Nobara.
"¡Ataquemos juntos, Itadori!".
"¡Profesor es hora del Girl Power!"
—¡Veamos si son más fuertes que el combo Daisy–Lucina!
—Gojo, ¿qué estás haciendo?
Utahime se asomó al área de ocio, Gojo tenía puestos los audífonos y por lo que veía en la televisión parecía estar jugando videojuegos. Satoru sonrió y se quitó el aparato de las orejas.
—Ya despertaste —dijo sonriente y feliz.
—Sí, te dije que me dejaras dormir una hora, pero ya pasaron casi tres.
—Parecías muy cómoda, no quise interrumpir tu sueño.
Del otro lado de la comunicación, Itadori, Megumi y Kugisaki estaban escuchando la conversación de su maestro.
"¿Esa no es la voz de la profesora Utahime?", preguntó Itadori con bastante asombro.
"Si, eso parece", confirmó Kugisaki.
"¿El profesor Gojo está en la escuela de Kioto jugando? Pero ¿mañana no es…?", volvió a preguntar, con la ingenuidad que lo caracterizaba.
"Cállate. No seas tonto ¿cómo va estar en la escuela?", lo regañó Fushiguro.
"¿Y qué? ¿No estamos nosotros jugando desde la escuela también?".
"Pero eso es distinto. Ese idiota"
"Si está en Kioto no precisamente tiene que estar en la escuela…", dijo Kugisaki, sospechando de un lugar en especial.
"¿por qué es tan des…"
"¿Por qué es tan descuidado?" quiso decir Megumi, justo antes de escuchar —junto a los otros dos—, lo que sonaba como un beso y algunos otros ruidos que definitivamente no deberían estar escuchando. Los tres sintieron vergüenza de imaginar lo que pasaba del otro lado del aparato.
—Iré a cambiarme para irnos, termina tu juego —dijo Utahime.
—Solo esta partida —Gojo volvió a ponerse los cascos—. Bueno, ¿en qué íbamos? ¿Eh?
La pantalla mostraba el menú de inicio y sus tres compañeros fuera de línea.
—¿Tan rápido nos acabaron? —dijo muy sorprendido.
…
Shoko tenía una casa súper linda en un vecindario muy familiar. De cierta forma, Utahime tenía un poco de envidia que hubiera podido conseguir una casa así. Era un buen lugar para descansar cuando necesitaba escapar de la vida de hechicera. Ahora, como vivía con Ijichi, no le sería posible a Utahime tener sus noches de chicas como solían hacerlo. Tendría que acostumbrarse a reuniones cortas, además, no creía que Gojo quisiera dejarle una noche libre, al menos no por ahora.
—Bienvenidos, pónganse cómodos —saludó Shoko al recibirlos.
—Traigo cerveza, Shoko —anunció Uta levantando dos six pack.
—Mira lo que me han regalado —dijo Shoko, mostrándole una botella de whisky Suntory. Una joya de Kioto —. Directamente de la destilería Yamazaki —enfatizó mirando a Gojo.
"Cabrona", pensó Satoru, era obvio que no le perdonaría su movida con Yuri. Apretó los dientes y fingió que el comentario no tuvo efecto en él.
—¿Ijichi? —los ojos de Uta brillaron ante tan exquisita bebida, sin sospechar nada.
—Un viejo, es lo único bueno de ser directora.
—Beberé solo un poco —dijo para autoconvencerse, mirando de reojo a Gojo.
—Bebe lo que quieras, no hay problema. Ahora no deberías sentir vergüenza por que te lleve a cuestas.
—Eres un novio tan complaciente, que lindo —se burló Shoko. El comentario le dio más pena a Iori que al peliblanco, que estaba sudando frio.
Quién lo hubiera dicho, que Shoko, Ijichi, Utahime y Gojo estarían en una misma habitación, siendo pareja y compartiendo una velada agradable. Hasta hace unos años incluso solo reunirse de manera despreocupada parecía imposible. Como ya había dicho Ijichi "las cosas apenas comenzaban a calmarse".
Justo después de todo lo ocurrido las labores para ellos se triplicaron, tanto en el campo como burocráticamente. Había incesantes reuniones y más misiones, fue por ese entonces que Shoko asumió el rol como directora, Kusakabe fue el primero en levantar la mano para proponerla a ella (posiblemente con el fin de escaparse de que a alguien se le ocurriera vociferar su nombre).
Shoko e Ijichi en la escuela eran bastante discretos, aunque a partir de que decidieron vivir juntos también optaron por no esconderse más, no eran del tipo que mezclaban relaciones personales y trabajo, en el horario laboral eran jefe y subordinado, salvo en las ocasiones que estaban en descanso y podían relajarse un poco. Gojo vio a su par de amigos, en su nicho, en el espacio más íntimo para ellos, podía notar que ya no solo estaban las cosas de Shoko, sino que también Ijichi le había dado su toque al lugar.
Lo encontraba increíble, cómo es que Uta se recargaba en su hombro mientras le acariciaba el brazo, justo a la altura donde la mesa podía ser cómplice de su afecto sin que un tercero lo supiera, estaba ya un poco pasada de copas gracias al whisky de Shoko.
La directora, un poco más cuerda que su novia, también se mostraba afectuosa, pero a diferencia de quien discretamente le mostraba su cariño físicamente, a ella le importaba un bledo lo que pensaran: besó a Ijichi en los labios, fue un beso pequeño que destilaba amor.
—¿En qué momento ustedes se enamoraron? En serio, siento que la cabeza me hace un corto circuito cuando veo a Shoko ser tan melosa —Gojo se quejó.
—Sí, Shoko… yo también quiero saber —Uta los miró curiosa. Necesitaba escuchar algo interesante para acompañar lol delicioso del whisky. La cerveza ya se había terminado.
—Bueno… —Shoko jugó con su cabello mientras miraba a Ijichi con una sonrisa burlona.
—A mí siempre me gustó Shoko… así que…
—No, no me salgas con siempre ¡tuvo que haber algún momento! —renegó de nuevo Gojo. Él quería detalles.
—Es que… tú siempre fuiste muy exigente conmigo desde que éramos estudiantes…
—O sea malvado —le corrigió Ieiri.
—Y Shoko siempre fue amable cuando tenía dificultades.
—¡Yo también he sido amable contigo! —Satoru golpeó la mesa, haciendo respingar a Ijichi.
—¿Estás compitiendo contra Shoko? —Utahime se rio de su novio. Ahora sabía que Gojo podía sentir un poco de celos también de sus amigos.
—Admiraba su dedicación e inteligencia. Además… me parecía muy hermosa. Y podía reconocer mi trabajo sin pedírselo. Era un amor platónico, supongo —Ijichi se rio nervioso.
—Aún así él me besó antes de declararse —lo señaló Shoko, un poco orgullosa—. Me tomó con la guardia baja, su valentía me pareció atractiva.
—Eres un descarado —dijo Gojo con asombro.
—No eres quien para hablar —le dijo Utahime mientras se servía más alcohol en el vaso. Gojo y ella habían hecho cosas peores.
—Creo que nuestras citas eran: Kiyotaka conduciendo para mí. Nos divertíamos mucho mientras hablábamos.
—No teníamos mucho tiempo, así que tomé un poco de valor para ser más cercano a ella en ese tipo de momentos. No es que lo hiciera pretendiendo algo en concreto—negó efusivamente con sus manos–. Solo quería conocerla más.
—Hasta que por fin se me declaró.
—Te esforzaste mucho Ijichi, espero que sean muy felices —dijo Utahime con una sonrisa enorme. Alzó su vaso y brindó por ellos empinándose todo de una.
—Ojalá se hubiera confesado antes, tiene habilidades que no hubiera imaginado —Shoko miró a su pareja con esa mirada sedienta que él ya conocía bien su significado—. Kiyotaka aguanta muy bien en el se…
El director asistente le puso la mano en la boca a su novia, estaban con sus amigos más cercanos, pero tampoco era para decir ese tipo de verdades. A Gojo desde hace tiempo ya le había quedado claro que sus amigos disfrutaban de una muy plena sexualidad.
—Ya está pasada de alcohol —Ijichi se rio nervioso.
Shoko le lamió la palma de la mano e Ijichi se puso de todos colores.
—Puedo entender ese sentimiento, Shoko… —Utahime suspiró.
—¿Eh? —la cabeza de Gojo volvió a hacer un corto circuito ante sus interpretaciones.
—Apuesto que lo hicieron en el auto ¿cierto? —afirmó Utahime con atrevimiento, chocando el vaso vacío contra la mesa.
—¿Cómo lo supiste? —respondió indirectamente de forma traviesa, la directora.
—Tan atrevida, usando los autos de la empresa para sus cosas pervertidas —Uta se hecho el cabello atrás, fanfarroneando de haber acertado. Conocía bien a su amiga—. No te preocupes, no se lo diré a la directora.
—Tendré que hacer de la vista gorda cuando Gojo y tú follen en el dormitorio…
—Que sea un trato…
Ambas estrecharon su mano, muy sonrientes ante su complicidad. O eran unas descaradas totales o simplemente se habían olvidado que sus novios estaban ahí también escuchando todo.
—Suficiente, hora de irse, ya estás muy tomada —Gojo levantó a Utahime y se la hecho al hombro.
—Aún queda whisky… —renegó ella.
—Shoko, mañana hay cosas que hacer, igual vayamos a descansar.
—¿Me estás proponiendo ir a la cama?
—Shoko~ —seguía quejándose Utahime, pidiendo por ayuda.
—Lo siento, Utahime, tendré que atender primero a Kiyotaka.
—Ijichi, voy a lobotomizar mi cerebro para olvidar esta noche. Espero que hagas lo mismo.
—Lo lamento, lo lamento —chilló el director asistente.
—Kiyotaka~
Shoko se le echó encima, Gojo rodó los ojos ante su fogosa amiga y su novia pataleando aún por liberarse.
Nota mental: visitar a esos dos en terreno neutral. No volver a preguntar cosas íntimas.
