Capitulo 1 El Primer Portador
Ha pasado bastante tiempo desde la gran guerra que ocurrió en el imperio hace más de 1000 años. La guerra en la cual el primer emperador tuve que combatir, junto a sus mejores soldados quienes empuñaban sus Teigus. Está guerra no había sido igual a otra que el imperio haya tenido antes. Esta fué una más difíciles y largas que tuvo afrontar el imperio. Era una que nadie quisiera recordar. Debido lo sangrienta que fue. Una guerrera dónde muchos soldados que pelearon por el imperio perecieron. Incluso, quiénes tenían Teigus. Una guerrera en la cuál se llevo muchas vidas inocentes. Hasta el mismo emperador había caído en la batalla. Sin el emperador presente, sus responsabilidades y control con él imperio tuvieron que pasarse a su sucesor. Pero no más importante fue lo que pasó después con las armas quedaría crear. Sus Teigus. Algunos habían sido destruidas en la guerra. Otras fueron esparcidas hacía otros lugares lejos del imperio. Pero el imperio había conservado la mayoría de estos y estaban guardados en una bóveda dentro del palacio real, esperando a que se volvieran a usar por algún portador, digno de ellos.
El imperio había recolectado información de cada uno de ellos y cuantos eran. Eran en total 48 Teigus. Muchos dentro del imperio y quienes servían al emperador. Conocían algunos estos y que hacían o eran capaces de hacer. Pero nadie de ellos, conocía de la Teigu número 49. Nadie sabía como era o que hacía. Nadie sabía como se llamaba. En otras palabras. Nadie sabía de su existencia.
El tiempo siguió pasando. Cada cierto tiempo, otro emperador ocupaba el asiento donde el primer emperador se había sentado tiempo atrás. Y por cada emperador, la forma de gobernar el imperio también cambiaba. Hasta que un día, el siguiente Emperador que gobernaría el tiempo. Se sentó en el trono real. Para la sorpresa de muchos era tan solo un niño.
Mucha gente al verlo, se preguntaron, ¿Como iba poder gobernar todo el imperio él sólo?. La respuesta que obtuvieron, fue aún más grande. El no venía solo, sino también venía acompañado de un hombre mayor de edad. Su nombre era Honest, era el cuidador del Joven emperador. El se encargaría de gobernador el imperio, junto al joven emperador. Debido a que los anteriores sucesores, nunca habían tenido ha alguien en que los ayudará a gobernar. Mucha gente de la capital, estuvieron confundidos por esta acción.
Pero como la mayoría de las personas dentro del imperio, se sentían más cómodo al saber que tendrían una persona de mayor edad y al parecer con sabiduría que los pudiera gobernar. En lugar de un niño. Nadie se puso en contra de este idea. Y como nadie se puso en contra, el imperio pasó a manos de joven emperador y el hombre mayor. Desde ése día algo cambio en el imperio. Algo que cambió de forma muy repentina a las personas dentro de la capital. Un cambio que para nada fue bueno. Ni para ellos. Ni para la capital. Ni tampoco, para las Tiegus que estaban dentro de la bóveda.
En la actualidad a varios kilómetros lejos, de la capital. Por un camino dónde pasaba las carretas de diferentes personas que transportaban objetos se encontraban tres personas, eran dos jóvenes hombres y una mujer. Todos ellos estaban vestidos con ropa para el invierno. Chaquetas, botas, guantes, etc. Todos ellos se dirigían hacía la capital y mientras lo hacían conversaban sobre algo importante.
"Ya te dije que mi culpa". Dijo no de los jóvenes, este chico tenía una banda de color blanco en su frente. Llevaba una mochila junto con un par de hachas colgando detrás de ella. Su caballero de color negro y estaba con algunos mechones hacia arriba.Parecía estar tratando de defenderse.
"Claro que fue tu cupa, y será mejor que lo aceptes y te calles. Sino quieres que te vuelva a golpear". Le gritó enojada la chica del grupo. Tenía el cabello de color negro, en éste llevaba lo que parecía ser una espada de broche, con forma de flor. Llevaba una mochila con un arca y su carcaja. Ella lo estaba acusando de algo.
El chico de la banda de color blanco desvío la mirada, un tanto aterrado por la amenaza de su compañera. Sin embargo, aún molesto decidió hablar. "Por lo menos, yo no me demoré tanto haciendo mis cosas". Dijo en un susurro.
Lamentablemente, para el chico. Su compañera si lo escucho. Por lo que, acto seguido se detuvo en seco. Sacó su arco y sus flechas. Se giro a su derecha y se preparó para disparar a su compañero. "Di éso de nuevo. Vamos, te retó". Le gritó enojada.
El Joven de la banda, di un salto hacia atrás. Dejó caer su mochila de su espalda y alistó sus dos hachas preparando para pelear. Ambos se miraron a los ojos, listos. Para atacarse y resolver esté conflicto de una vez. Pero antes de que hicieran eso una tercera voz se escuchó.
"Basta, chicos. No peleen". Demandó la persona que se había metido entre estos dos. Esta persona era el tercer miembro del grupo. Era un joven de cabello castaño y ojos de color esmeralda. Tenía una edad entre 17 años, al igual que sus compañeros. Tenía una mochila en su espalda, al igual que una espada con su vaina atada atrás de ella.
"Ella empezó". Dijo el joven de las hachas.
"¿Yo?, tu tienes la culpa de ésto". Gritó la joven con el arco.
El joven de cabello castaño dejó escapar un suspiro. "Creó que la culpa es de todos". Dijo.
Estás palabras hizo que llamaran la atención de sus compañeros. "¿De que hablas, tatsumi?". Preguntó la joven arquera a su compañero.
"Lo que quiero decir, Sayo". El castaño de se cruzó de brazos y miro a su compañero a los ojos. "Que no es culpa del todo de Leyasu".
"Lo vez. Te los dije". Gritó Leyasu señalando a con su dedo a su compañera. Está acción solo hizo que Sayo se enojará más y levantará su arco apuntando por encima del hombro de tatsumi en dirección de la cabeza de Leyasu.
Tatsumi vió ésto y se volteo a Leyasu. "Leyasu, mejor cállate. Sino tendrás una flecha en tu frente". Advirtió enojado a su compañero. El pelinegro asintió a asustado. Vió la dirección en la que Sayo apuntó, Decidió mejor no hablar y dejar que tatsumi lo saque de éste problema. Siempre lo hacía.
"Como decía, Leyasu no tenía toda la culpa. Tu también la tienes, Sayo y Yo".
Sayo levantó una ceja, confundida por las palabras de su compañero. Atrás de Leyasu, también parecía un poco confundido. Pero aún tenía una sonrisa de burla en su rostro. Algo que la arquera vió y la molestó. "Será mejor que expliques bien eso que la culpa no es de ése. Porque sino, me aseguraré de hacerle algo de lo que después. Probablemente, me haga sentir culpable". Pidió la joven arquera. Aún con su arco apuntando a la cara de su compañero.
"Lo haré si bajas el arco". Pidió el castaño a su amiga.
"Bien". Sayo a regañadientes, aceptó. Bajo el arco y esperó a que el castaño hablará.
"Bien, para que me puedan entender los dos". Tatsumi se giró hacía atras de él. "Debemos recordar como llegamos aquí, Ok?".
"Vale". Dijeron los dos al mismo tiempo.
Los tres comenzaron a recordar. Los tres habían partido de su aldea. Como los tres elegidos que la salvarían de la horrible situación en la que estaban. Ellos fueron escogidos por el jefe de su aldea. Los había escogido por los fuertes, inteligentes y maduros que eran. Cada uno de ellos era especial. Cada uno de ellos tenía habilidades que los hacía especial. Al menos a su modo. El pueblo entero contaba con ellos. Ellos por supuesto que lo aceptaron sin dudar. Se hizo una gran fiesta para celebrar su partida. Y al día siguiente el jefe de la aldea, los despidió a cada uno de ellos. Cuando se despedía del castaño, el jefe de la aldea le dió algo. Una estatuilla de madera. El jefe le pidió que lo llevará consigo todo el tiempo. Según lo que dijo fue. "Lo Dioses lo protegerían siempre a dónde fueran".
Con ésas últimas palabras, los tres jóvenes partieron. El tiempo que les tomaría llegar a la capital era bastante. Aproximadamente algunas semanas, si en que iban en caballo. Para su fortuna, su aldea aún tenía algunos caballos que ellos tomaron para hacer el viaje más fácil. En el trayecto del viaje, descansaron acampando todos juntos. Siempre asegurándose de atar los caballos a algo para que no huyeran. En su viajé se había topado con una posada, que ofrecía alojamiento y comida incluida. La posada era una casa de tres pisos. Estaba hecha de ladrillos y cemento, por el aspecto que tenía por fuera parecía ser bastante antigua, pero se veía en buenas condiciones. Los tres al verla conversaron si descansar en ella o si seguir avanzando. Después de unos minutos, decidieron optar por descansar.
Descansaron sólo 3 días, aunque podían descansar más gracias al dinero que habían obtenido cazando bestias peligrosas en su viaje. Decidieron no hacerlo, para ahorrar dinero en caso de alguna emergencia. Cuando los tres se alistaron para montar de nuevo sus caballos. Sayo se percató de que se había olvidado algo importante. Por lo que decidió volver a la posada a recogerlo. Tatsumi y Leyasu la esperaron por un tiempo, pero al ver que tardaba. Tatsumi decidió ir a verla. Dejando solo a Leyasu con los caballos. Cabe resalta, que éso no fue una buena idea. Ya debido a que sus amigos estaban tardando mucho, Leyasu no tuvo mejor idea que practicar sus movimientos con sus hachas. Junto a los caballos. En uno de esos movimientos, sin querer. Soltó una de sus hachas que cortó todos las cuerdas que sujetaban a los caballos hacía uno de los poste donde los habían amarrado. Debido al golpe del hacha y a que ya no se encontraban amarrados. Los caballos se asustaron y empezaron a correr lejos de la posada. Leyasu trato de detenerlos pero sus esfuerzos fueron en vano. Cuando Tatsumi y Sayo regresaron ya con todas sus cosas listas, solo encontraron a Leyasu totalmente quieto y solo, sin ningún rastro de los caballos. Aunque Tatsumi trato de preguntar qué había pasado, Sayo viendo la escena y conociendo muy bien lo que Leyasu provocaba cada vez que estaba solo.
Rápidamente pudo descubrir lo que había sucedido mientras no estaban. Y claro, no estaba para nada contenta. Después de unas horas de intentar calmar la situación los tres se dieron cuenta que ya no tenían forma de llegar al imperio de manera rápida. La posada lamentablemente, no tenía caballos que les pudieran dar o vender. Así que, resignados y para gran disgusto de la joven arquera. Tuvieron que continuar su camino a pie. Mientras caminaban Leyasu todavía seguía tratando defenderse diciendo que no es su culpa. Sayo por otro lado, no paraba de decirle que lo aceptará y se callara. Hasta que finalmente su paciencia llegó a su límite. Lo que le llevó a este momento.
"Y como puedes ver, Sayo". Habló el castaño de la espada. "Leyasu no tienen del todo la culpa. Tú también te olvidaste tus cosas en tu cuarto. Por eso yo fui a buscarte y dejé a Leyasu a cargo de los caballos. De no haber olvidado, aún podríamos conservar los caballos".
"Bueno, talvez tengas razón. Tatsumi". Dijo la joven arquera. Su enojo se había ido y comenzó a bajar el arco.
"Si, lo tengo y tu Leyasu". Se volteo para ver a su compañero. "No debiste practicar con tus hachas muy cerca de los caballos".
"Lo siento". Respondió el joven de las hachas, avergonzado y apenado por ser regañado por su compañero/amigó.
"Ahora, que tal si dejamos de hablar de eso y seguimos con nuestro..." Tatsumi dejó hablar. Sus sentidos le estaban advirtiendo que algo se acercaba. Escuchó como algo se movía alrededor de ellos. El castaño comenzó alejarse de sus compañeros.
"¿Pasa algo, Tatsumi"?. Le pregunto su amiga, al verlo alejarse.
"Alguien nos vigila". Dijo con un tono serio.
"¿A que te refieres?". Leyasu preguntó confundido por dicho por el castaño.
"No sé cómo explicarlo, pero siento que algo nos esta observando". Dijo el castaño mirando el bosque que estaba para ambos lados del camino.
Sayo comenzó a preocuparse, levantó su arco y alistó sus flechas. Preparada para pelear si es que lo que decía su compañero era cierto.
Leyasu por otro lado seguía confundido. "Amigó creo que tal vez está solo estresado. Digo, no hemos encontrado a nadie desde que partimos de la posada". Leyasu hablo tratando de calmar a su amigó.
Tatsumi siguió mirando el bosque durante unos momentos más, antes de voltear se para ver sus compañeros. "Creo que si. Talvez solo estaba exageran...". El castaño no puedo terminar de hablar, debido a que tuvo que dar un gran salto para esquivar el objetivo qué lo iba a golpear.
Leyasu y Sayo, vieron como una flecha aterrizaba en el lugar donde, su compañero estaba parado. Tatsumi aterrizó aun lado de ellos, con espada en sus manos, listo para la confrontación que iban a tener.
De la nada un grupo de personas salió de ambas lados bosque y rodeo al trío de jóvenes. Eran en total de 10 personas. Todas ellas vestían una armadura simple, pero muy maltratada. cada uno de ellos tenía diferente tipo de arma. Unos tenía espadas, otros lanzas y por uno tenía un arco bastante grande. Todos ellos tenían el cabello de color negro y una piel bastante oscura. Todos parecían tener una edad entre 30 a 40 años.
Leyasu y Sayo al verse rodeados, comenzaron a alistar sus armas. Tatsumi se puso al frente de ellos. Tenía su espada apuntando hacia uno de las personas que lo rodeaba.
"Pero miren, que tenemos aquí". Uno de los sujetos habló con burla. "Si son los unos niños, que perdidos". Este hombre en particular llevaba una armadura un poco grande en comparación del resto, tenía un espada colgada de su cintura.
"¿Quienes són?". Preguntó el castaño con su espada en mano. Sus compañeros estaban con sus armas listas. Esperando pacientemente a que su compañero le diera la señal para atacar.
"Oye, respeta a tus mayores niño". Le gritó enojado. "Y para contestar tu pregunta mocoso, nosotros somos un grupo qué es dueño de esta carretera".
"Y ustedes tuvieron la mala suerte, que cruzar por esta, que es de nuestra propiedad". Habló otro de los ladrones. El tenía una lanza apuntando a Leyasu.
"Eso es mentira". Gritó Sayo. " Nadie es dueña de las carreteras, cada una de ellas es propiedad de todos. Seguro ustedes, solo son tipos que les roban a las personas que transitan por aquí".
"Tiene razón". Apoyó el castaño a su compañera. "Seguro todos ustedes, son sólo una clase de bandidos".
El hombre de la gran armadura, soltó una gran risa. "Es inteligente la mocosa, pero tiene razón. Nosotros les robamos a todos los que pasan por aquí". El hombre con la gran armadura adoptó un tono más siniestro. "Incluyendo, sus vidas si muestran resistencia".
Los tres jóvenes hablaron con más fuerza sus armas y empezaron a prepararse. "Nosotros no tenemos nada que darles". Leyasu trata de mentir para hacer que estos hombres se fueran.
"No mientras, mocoso. Los hemos estado siguiendo desde aquella posada y hemos visto que tienen mucho dinero en sus manos".
Tatsumi comenzó a recordar los días que estuvieron en la posada. Mientras estaban almorzando, se percató de que un grupo de personas los había estado mirando durante mucho tiempo. Aunque eso lo puso incómodo, no le tomó mucha importancia. Ahora mismo, vio que había sido un error no haberse percatado y encargado de esas personas .
"Pero le diré algo". El de la gran armadura extendió su mano hacia el grupo de jóvenes. "Si me entregan todo el dinero que tienen, junto con todas sus armas. Con mucho gusto, los dejaremos ir".
"¿Crees que te vamos a entregar todo nuestro dinero que nos a costado conseguir con todo nuestro esfuerzo?, Estas loco". Le gritó Leyasu.
Tatsumi y Sayo estuvieron de acuerdo con lo que dijo su amigo. Por nada en el mundo, le iban a dar a estos tipos. Todo lo que ellos poseían. Ya que la mayor parte del dinero que traían era lo que su aldea les había dado.
"¿Sino nos entregan lo que queremos?. Entonces, solo tendremos que quitárselos de sus fríos y muertos cadáveres". El Hombre de la gran armadura. Saco su espada y apunto hacía el castaño. "Ustedes deciden".
Tatsumi miró al hombre frente. Luego, rápidamente giró para ver a los demás hombres los rodeaban. Eran demasiadas personas. Su mente comenzó a buscar una forma de salir de este problema. Hasta que una idea le llegó. Aún con su espada en sus manos se giró para ver a sus compañeros. "Ya lo oyeron, chicos". El castaño habló con una voz triste, comenzó a bajar su arma lentamente.
Sus compañeros vieron esto sorprendidos. El grupo de bandidos también vieron lo que el castaño así y sonrío eran con satisfacción.
El líder de estos, también lo miro como sonrisa en su rostro. "Sabía elección, Chico. Se nota querés el más maduro de ellos".
El castaño dejó caer la punto espadas hacía la tierra, donde todos ellos están parados. Se quedó mientras sacaba de su mochila una bolsa llena de dinero.
"Dámelo". Ordenó el hombre frente a él.
El castaño asintió y le tiró la bolsa. El líder de los bandidos estiró la mano se arriba para tratar la bolsa. Justo cuando iba a atraparla con su mano, sintió como un fuerte golpe lo hizo retroceder varios metros hacia atrás. La bolsa de dinero siguió cayendo hasta aterrizar en la mano del castaño. Quién tenía su espada extendida hacia arriba y con la otra sostenía el dinero que había tirado antes.
El castaño tenía una sonrisa en su rostro. El bandido quien ahora estaba en el suelo, comenzó a levantarse. Pero sintió como su cara empezó a presentar un gran ardor. Llevó una de sus manos hace su rostro solo para ver que había sangre saliendo de esta. Los compañeros de tatsumi y los bandidos miraron sorprendidos como su líder tenía un gran corte en su rostro. El corte pasaba por su frente a su ojo y su mejilla del lado izquierdo.
"Tendrás nuestras cosas, pero no antes que de nosotros te pateemos el trasero a ti y a todos tus amigos". Anunció el castaño moviendo su espada hacia él.
Sayo miró divertida la escena y Leyasu compartió una con su compañero. "Ese es nuestro, Tatsumi".
El líder de los bandidos comenzó a levantarse, mientras todavía se agarraba con una de sus manos su cara. El ardor comenzó a aumentar, al mismo tiempo que un profundo dolor se esparció por todo su rostro. Levantó su vista para mirar al castaño. Con su único ojo le dedico una mirada de muerte y odio. "Date por muerto, maldito mocoso". Con sus dos manos sacó su espada y gritó con todas sus fuerzas. "Maten los a todos".
Los bandidos sin dudar atacaron al grupo de jóvenes, quienes también devolvieron el golpe. El sonido de las armas chocando entre sí recién resonó por toda la carretera. Tatsumi estaba manteniendo a raya a tres de los bandidos que llevaban espada, sin ninguna dificultad. Leyasu movía y lanzaba sus hachas hace dos de los bandidos. Sayo lanzaba sus flechas y esquivaba las que el otra bandido le disparaba. A diferencia del bandido, Sayo era muy bueno usando su arco no solo lograba recargar y disparar flechas de forma tan rápida y eficiente. Sino también, cuando uno los bandidos se acercaba para atacarla y no tenía flechas que dispararle, tomaba su arco con las dos manos y daba golpes precisos en partes expuestas que había en la armadura de ellos.
El líder de los bandidos no se había movido para atacar. El dolor que él castaño le había hecho en su ojo izquierdo, evitaba que él pudiera moverse.
Tatsumi siguió combatiendo con los tres bandidos al mismo tiempo. Mientras esquivaba los cortes y bloqueaba otros. Espero pacientemente a que alguno de ellos descuidara su guardia, esta que, ¡Ahí!. El castaño vio su oportunidad y la aprovechó. Había una apertura en cada uno de los bandidos. Sin perder tiempo el castaño tomó su espada con sus dos manos y corrió en dirección de estos. Corrió en dirección del primero alzando su espada, el bandido intentaba levantar su espada, para evitar que el castaño lo hiriera. Pero el golpe nunca llegó, ya que el castaño había bajado su espada hasta la altura de su cintura y le dio un corte profundo a su estómago. Un hilo de sangre salió de este y el bandido gimió de dolor, antes de caer al suelo agarrándose el estómago. Tratando vagamente de evitar el sangrado.
Los otros dos vieron eso y se enojaron aún más. Por lo que, decidieron atacar juntos al castaño. El castaño los vio acercarse y sin inmutarse corrió en dirección de ellos. El segundo bandido alzó su espada para darle un corte en dirección de su brazo. Tatsumi sin esfuerzo lo esquivo moviéndose rápidamente hacia la izquierda, mientras él seguía corriendo. Al hacerlo puedo ver la espalda del hombre y sin pensarlo le dio un profundo corte en esta. Al sentir el corte en su espalda, el bandido dió un grito de dolor que fue rápidamente callada al sentir como el castaño lo pateaba con fuerza en esa herida. El golpe lo hizo caerse en el suelo.
El tercer bandida miró como sus dos compañeros habían perdido por lo que enojado tiró su espada y le gritó el castaño. "Ya basta de trucos, no tienes honor. Pelea como un hombre". Incitó al joven de ojos verdes.
Tatsumi se sorprendió por esta acción y lo pensó por un momento. miró su espada y el bandido. Para acto seguido, tirar su espada a un lado y adoptar una cosa de combate con sus dos manos. El bandido sonrío al ver esto, adoptó una pose de combate mostrando una sonrisa maliciosa. Sin que el castaño lo supiera el bandido tenía escondido un pequeño cuchillo cubierto por unos de los venenos más letales que había, en una de sus mangas que se salía con el mínimo movimiento. Apenas lograr conectarle un golpe, lograría envenenar al castaño de una forma lenta y horrible.
Ambos se miraron a los ojos. Mientras todavía se podía escuchar el sonido de sus compañeros peleando entre sí. Después de unos segundos, que parecieron horas. Los dos corrieron en dirección del otro, levantaron un puño listo para golpear precisamente a su oponente. Finalmente ambos puños golpearon a sus oponentes. El golpe del castaño impactó en el rostro del tipo. Mientras que el golpe del bandido impactó en el pecho del castaño. Al mismo tiempo, se pudo escuchar como algo era perforaro.
Este sonido hizo que todos giran su atención para ver qué había pasado. Tanto el líder como los demás bandidos, estaban sorprendidos de que dos de sus compañeros estaba en el suelo desangrándose. El otro de ellos estaba peleando con el castaño a puño limpio. Sayo y Leyasu, vieron con horror como el castaño tenía la cabeza agachada y empezó a arrodillarse. El bandido para otro lado, seguía ahí parado aún con su puño en el pecho de éste.
El líder de los bandidos miró con una sonrisa victoriosa está escena. "Bien hecho, Saiko. Ahora nos que esa pequeña mierda esta muerta. Podremos encargarnos del resto de éstos". El comenzó a acercarse con confianza hacia su grupo y hacia los dos jóvenes restantes.
Pero ni bien dio unos pasos hacia adelante Vio como su compañero, Saiko estaba empezando a temblar y comenzó a hacer unos sonidos extraños. Antes de que pudiera preguntar qué le estaba pasando. Miró como el caí al suelo de espaldas, tenía espuma saliendo por su boca y sus ojos estaban con las pupilas dilatadas, demostrando que no tenía un rastro vida. Esto confundió a todos los presentes. y confundió aún más al líder. Confundido miro más de cerca el cuerpo de su ahora excompañero. Se percató que en una de sus manos tenía enterrada una navaja muy familiar.
"Fue un buen truco, lo admito". La voz el del castaño se escuchó mientras se levantaba y se limpiaba un poco su ropa. "Casi no me percató de la navaja que tenía escondida".
"¿Pero cómo lo?"
"Descubrir". Interrumpió el castaño de ojos verdes al líder de los bandidos confundido. "Te lo diré para que te des cuenta de que ya no tienes ninguna ventaja sobre nosotros". El dijo los brazos cruzados entré si. "Noté que tu compañero movía mucho una de sus brazos mientras nos mirábamos fijamente. Así que, pude anticipar de que tenía unas bajo la manga. Aunque no esperé que fuera una navaja envenenada". Tatsumi dirigió su vista al hombre y así muerta en el suelo por el veneno. Lo miro con algo de lástima y tristeza. "Su error creó qué fue subestimar me, igual que ustedes nos subestimaron a nosotros".
Dirigió su vista hacia el líder que lo miraba con una expresión de asombro y enojo. "Te sugiero que te rindas, ya has perdido tres de tus hombres de verdad quieres perderlos a todos. Si es así, entonces me da pena por los que te siguieron. Ya que murieron sabiendo que nunca les importaste". El castaño terminó de hablar. Sayo y Leyasu lo miraron sorprendidos y orgullosos por las palabras que dijo. Del mismo modo lo miraban los demás bandidos que aún siguen vivos, algo en las palabras del castaño los hacía pensar si era buena idea seguir con este combate.
El líder de los bandidos miró con ira y odió al castaño. ¿Quien era éste mocoso para reclamarle?. ¿Quien se creía?. ¿Se creía superior?. ¡No!. No lo era, solo era un mocoso arrogante y el no iba a permitirle que nadie le hablara así. Metió una de sus manos en su armadura y sacó un objeto redondo. "Te crees fuerte, no?". Le gritó enojado.
"No la verdad, solo algo inteligente". Dijo con burla.
"Pues". El líder de los bandidos, comenzó a mostrarle algo a todos. "Si eres tan inteligente, ¿Por qué no sobrevives a ésto?". Él sacó de su armadura una pequeña granada del tamaño de una pelota chica. Quitó el seguro de esta y la arrojó hacia los demás. Tanto el castaño, como sus amigos estaban confundidos, el por qué le había hecho eso. En cambio los demás bandidos temblaron de miedo al ver como el objeto que hay a la tierra. No perdieron tiempo y abandonaron todos el campo, tratando de alejarse lo más posible de ahí.
"¿Que es éso?". Preguntó el castaño.
"Eso niño idiota, es una granada muy especial, altamente explosiva a cualquier golpe que reciba. Provoca una explosión de varios metros a su alrededor. Una vez que se le quita el seguro cualquier contacto con materia orgánica la hará estallar inmediatamente. Tienen como unos díez segundos antes de que explote. Suerte, Idiotas". Respondió con maldad. Antes de correr hacia uno de los lados del bosque.
Los ojos de Tatsumi, Sayo y Leyasu se abrieron con horror y miedo.
"Maldición, ¿Ahora que hacemos?". Preguntó asustada la arquera.
"Atrás, voy a golpearla con mis hachas para tratar de alejarla". Leyasu se preparó para intentar destruirla.
"No seas idiota, dijo que si la golpeamos o si la tomamos con nuestras manos iba a explotar". Le gritó Sayo.
"Entonces, ¿Qué hacemos?". Le preguntó enojado Leyasu.
"Ahí que correr". Sayo sugirió y Leyasu asintió. Ambos jóvenes comenzaron a correr en dirección opuesta. Tratando de alejarse lo más posible del rango de explosión de la granada. Tatsumi por otro lado no se había movido.
Los segundos seguían pasando, pero el castaño todavía no se movía. Su mente recordaba lo que el bandido le había dicho. Con los pocos segundos que quedaban antes de la explosión. Sabía plenamente que aún si corrieran con todas sus fuerzas, no estaban tan seguro que lograrían escapar del todo de la explosión. "¿No lo lograremos, no vamos a escapar?". Se dijo en sus pensamientos resignado. "¿O al menos no todos los lograremos?". Una idea paso por su cabeza. "Esperó que ellos estén bien, con lo que estoy por hacer". Pensó con amargura.
El castaño comenzó a acercarse hacia el cuerpo de uno de los bandidos ya muertos que estaba en el suelo y le arrancó parte de su armadura. Le quitó la parte superior que tenía y se acercó al otro haciendo lo mismo. Había estado contando los segundos que habían pasado desde que el líder de los bandidos le había quitado el seguro. Le quedaban 3 segundos.
Las puso una encima de otra, se quitó su mochila la colocó encima de estas. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia la granada. Salto encima de ella con las placas de la armadura y su mochila. Le quedaban 2 segundos.
Cuando quedaban 1 segundo. Sayo se dió cuenta que tatsumi nos los estaba siguiendo. Cuando se giró para ver el porqué. Vió con horror como su amigo estaba sobre la granada con varias placas de armadura y su mochila. El castaño levantó su vista para ver la expresión de horror y dolor que tenía su amiga. Lo único que pudo decir antes de lo que iba a ocurrir fue. "Lo siento".
'Explosion'. El sonido de una gran explosión se escuchó por todo el lugar. Ésto provocó que una gran cortina de tierra se esparciera por todo el lugar. El mismo que hizo que los jóvenes que todavía estaban cerca, salieron volando varios metros lejos. Todo la carretera tembló. Después de unos momentos, la cortina de humo se disipó y el temblor comenzó a parar. Leyasu y Sayo comenzaron a levantarse del suelo algo aturdidos por la explosión.
"¿Estás bien, Sayo?". Preguntó a su amiga. Estaba algo herido, pero no tenía heridas fatales.
Pero su amiga no respondió. En cambio corrió hacia la dirección de donde había sucedido la explosión. Al acercarse más vio que no había más que un gran cráter de color negro. Los cuerpos de los bandidos que habían quedado cerca, quedaron totalmente destruidos por la explosión. Ambos le faltaba la mitad de su cuerpo y se les podía ver sus órganos expuestos. El tercer no estaba por ningún lado. Probablemente, fue desintegrado por la explosión.
Sayo no vió nada más que los cuerpos y el cráter. Lentamente la fuerza en sus piernas comenzó a abandonarla, se arrodilló y las lágrimas salían de sus ojos. "No, No, No, No, No".
"Sayo, ¿Que pasá?". Leyasu se acercó a su amiga. "¿Porque estas llorando?".
"Tatsumi está, esta...".
"¿Tatsumi, que?". Preguntó sin entender que estaba diciendo su compañera.
"Tatsumi estaba en el centro de explosión". Dijo con lágrimas aún saliendo de sus ojos.
"¿Que? ¿Porque, él?". Leyasu dejó de hablar al entender el porqué su amiga hizo éso. La explosión los iba a matar. No importaba cuánto hubieran corrido. No iban a escapar a tiempo. El intentó contener la explosión, para salvarlos. El los salvó.
"No, no, no, no maldición, ¿Porque?". Leyasu golpeó el suelo con ira e impotencia. Las lágrimas salieron de sus ojos.
"¡TATSUMIIIII!". Sayo dejo escapar un fuerte grito sus pulmones, llenó de un profundo dolor y tristeza.
Los dos se quedaron ahí de rodillas al frente del cráter. Donde su amigo se había sacrificado para protegerlos. Un sacrificio que ellos nunca olvidaron.
En una parte alejada de la carretera. Por un bosque, se encontraba un estanque bastante grande con piedras alrededor de éste. Había varios árboles y arbustos rodeandole. Había unos pequeños animales que estaban cerca de este. El agua del estanque era tan clara, que se podía ver el reflejo del Sol y las nubes que estaban en el cielo. También se podía ver como una nueva figura comenzó a aparecer en el cielo, que poco a poco. Comenzó a hacerse más grande, anunciando que estaba callendo en pica hacia el estanque.
El cuerpo del castaño cayó de forma brusca en el estanque lo que provocó varias salpicadas de agua salieras, que asustaron a los animales a su alrededor. El castaño comenzó a hundirse poco a poco dentro del estanque. Luego unos segundos su cuerpo enteró quedó en el fondo de éste.
Pasaron unos minutos antes de que unas burbujas comenzaran a salir del estanque. Finalmente, un par de manos comenzó a moverse de forma brusca. El castaño se despertó y entrando en pánico, nado hacia la orilla para tratar de salir del estanque. Con las pocas fuerzas que tenía, logro salir del estanque y quedó tendido en la suave hierva verde.
Mientras trataba recuperar el aliento, se preguntó si es que era un sueño. "¿Acaso, estoy vivo?". Se reviso el cuerpo, tenía sus ropas algo rotas y algunas heridas en algunas partes de su cuerpo, pero nada grave. Por lo que vió. "¡Estoy vivo!". Gritó alegremente. Pero su alegría duró poco al notar toda la fauna que lo rodeaba. "¿En dónde estoy?". Se preguntó. El castaño se levantó de la suave hierva y miro a su alrededor. "Creo que la explosión me mandó lejos. Debo levantarme y buscar a mis amigos". Apenas dió unos pasos sintió como todo su cuerpo empezó a sentir los efectos de la explosión que había tratado de contener. Cayó al suelo de rodillas agarrándose fuertemente ambos brazos. Todo su cuerpo tembló sin parar, incluso pudo sentir sus órganos temblar.
"Creo que me quedaré unos minutos aquí". Dijo su voz sonaba muy débil.
Tatsumi se quedó ahí tirado en el suelo por varias horas hasta que el dia se convirtió en tarde. Para entonces, el cuerpo del castaño parecía ya haberse calmado un poco. "Ok, creo que yo estoy bien". Tatsumi vió como el sol ya se estaba ocultando. "Debo hacer una fogata para acampar". Tatsumi comenzó a quitarse toda su ropa que había quedado destruida por la explosión. Para luego caminar por el extenso bosque donde había caído. Tratando de recolectar madera y también algunas frutas que pudiera comer. En su mochila había traído bastante comida y provisiones. Pero debido a que lo uso para contener la explosión de la granada, su mochila había sido destruida. Su tampoco la tenía a la mano. Ya que la había dejado de la para enfrentar aquel bandido. Por lo que, sin armas o comida a su alrededor la tendría difícil. Pero a pesar de éso, estaba contento había logrado salvar a sus amigos. O al menos, eso esperaba. "Espero que esten bien". Se dijo en su mente.
Alrededor de unos minutos Tatsumi ya tenía varias ramas en atadas a su espalda. Afortunadamente, la correa de su vaina de su espada no se había roto en la explosión. Por lo que la pudo utilizar para atar las ramas a su espalda. En su mano izquierda llevaba unas cuantas vayas que recolectó de unos arbustos que se topó. Todas estaban atadas en un sacó de color crema. Esté sacó lo había hecho de su suéter, que había quedado hecho jirones luego de la explosión. Actualmente, solo vestía su camisa blanca sus pantalones negros y sus botas. No tenía puesto sus guantes, porque habían quedado muy maltratados y sin posibilidades de que el pudiera repararlos.
Mientras caminaba por el bosque, tratando de buscar una zona lo bastante agradable, donde pudiera encender su fogata. Se topó con algo que le llamó mucho la atención. Había encontrado una espada clavada en el suelo.
"¿Que hace una espada aquí?". Se preguntó confundido por el objetivo que estaba frente a él. El castaño dejó sus cosas en el suelo y se acercó a la espada. La miró detenidamente. Tenía una forma bastante rara, no era como las otras que el había visto antes. La hoja de está, estaba algo sucia. También era algo grande y largo. Tenía el mango de color marrón. En su pomo había una especie de gema de color blanco.
"Que arma tan rara, no había visto una así antes en mi vida". Dijo extrañado por el diseño de está. Tatsumi decidió recoger sus cosas y reanudar su camino. Sin embargo, rápidamente recordó que no tenía su arma para defenderse. En caso, de que alguna bestia peligrosa apareciera o si los bandidos volvían a aparecer. Necesitaba un arma defenderse. Se giró para volver a ver la espada que seguía ahí clavada. "Talvez pueda quedarmela, o hasta que pueda recuperar mis cosas, luego la devolveré a su sitio". Pensó mientras se acercaba nuevamente a la espada y la agarró con sus manos. Era algo pesada. Por lo que tuvo que aplicar algo de fuerza. A pesar, de que todavía se sentía mal la explosión, pudo sacar por completo la espada del suelo.
"Bien, ahora vamos a acampar". El castaño guardo la espada en la vaina de su espalda, cogió sus cosas se dispuso a seguir buscando un lugar donde pudiera cambiar. Sin que él se diera cuenta, la espada en su espalda comenzó a brillar. Pero debido a que estaba guardada en la vaina no se había dado cuenta.
Para cuando el Sol se ocultó por completo, ya era de noche. Tatsumi se encontraba cerca del estanque, donde había aterrizado, junto a una fogata y comiendo algunas de las frutas que había recolectado.
Mientras se calentaba con el calor que le proporcionaba la fogata. Tomó la espada que había sacado con anterioridad y comenzó a limpiar la hoja de está. "Listo, ahora estas mejor". Dijo con alegría, paso una de sus prendas ropas por la hoja de esta, haciendo que esta quedé reluciente. Observó la espada por momento aún preguntándose qué hacía una espada en medio del bosque. "¿Porque estabas ahí?". Le preguntó directamente a la espada, antes de soltar una risa. "Si claro, como si la espada misma me respondiera". Dijo entre risas. "Creó que necesito descansar, mañana tengo que ver como salgo de aquí". El castaño se acomodó en la suave hierva y miro las estrellas que estaban en el cielo. Los siguió observando hasta que el sueño comenzó a apoderarse de él. Sus ojos finalmente cedieron y se cerraron. Mantuvo la espada cerca de él, en caso de que sus instintos le alertaran si algo se acerba. Cuando Tatsumi, finalmente se quedó completamente dormido. La espada que estaba a su lado comenzó a brillar con intensidad. Esté brillo comenzó a rodear al castaño por todo su cuerpo. Después de unos momentos, la espada dejó de hacer ése brillo y quedó completamente apagada. El castaño comenzó a girarse aun lado, sin sentir ningún dolor en su cuerpo al hacerlo. Sin que el lo supiera todo su cuerpo había sido curado. Cada pequeña herida que había obtenido por la explosión, había sido curada y desaparecida. Como si nunca hubiera estado ahí.
Para cuando sea de mañana, el castaño se llevaría una gran sorpresa al ver todo su cuerpo ya curado. Pero esa no sería la única sorpresa que él se llevaría.
Muy buenas noches a todos. ¡Sí!, ya sé que es tarde, pero finalmente terminé de escribir este capítulo. La verdad he tenido problemas para seguir escribiendo los capítulos de mis historias. Pero no se preocupe, he tratado de que estos problemas no afecten tanto. Agradezco mucho a la persona Gia Dinh Hang que esta siguiendo esta historia. Muchas gracias y hasta la próxima.
