Se sentía cansado, por un instante creyó qué era a causa del entrenamiento del día anterior, sin embargo podía asegurar qué su falta de vitalidad se debía a otra cosa, pero cómo era costumbre desde qué comenzó la semana y esa mañana de miércoles del mes de Octubre no sería la excepción para eludir cualquier pensamiento qué lo llevará directamente al rubio de ojos grises.

Se levantó de la cama más temprano de lo habitual, no podía permanecer un minuto más acostado dando vueltas y pensando en algo qué de ninguna forma le agradaba.

La hora en su reloj digital qué se encontraba sobre la mesita de noche marcaban las 5:45 AM. Harry hizo su cama cómo todas las mañanas, buscó algo de ropa en el closet qué dejó sobre la cama y fue directo a la ducha.

Sentir el agua tibia, casi fría, lo relajó durante un par de minutos y se duchó cómo de costumbre. Una vez cambiado y arreglado salió de su habitación rumbo a la cocina, al llegar vio a su madre frente a la estufa preparando el desayuno.

—Buenos días hijo, ¿te caíste de la cama? —preguntó la mujer, el reloj de pared marcaba las 6:10 AM.

—Algo así —respondió el azabache, no le iba a explicar a su madre la razón de sus desvelos, cuando él mismo no lo aceptaba.

—El desayuno tardará un poco, pero no me vendría mal algo de ayuda —dijo la mujer.

Harry aceptó ayudar a su madre, en su intento por concentrarse en otra cosa qué no fuera Draco Malfoy.

Media hora después James Potter se reunía con su familia para desayunar. Al terminar, el mayor llevó a su hijo a la universidad. Normalmente Harry se iba sólo en su coche pero esa semana, le había prestado su auto a Sirius, pues el suyo se encontraba en reparación, esperaba qué no tardase mucho, en días cómo ese le habría encantado ir sólo y más temprano, con el fin de meditar un poco sobre lo qué le estaba ocurriendo.

—Ten un buen día Harry —dijo el hombre abrazando rápidamente a Harry.

—Gracias papá —respondió el menor saliendo del auto con su mochila en la mano qué segundos después colgó sobre sus hombros.

Harry vio marchar a su padre por la estrecha calle rumbo a la casa de Sirius para luego ir a "The camp Rock". El chico soltó un suspiró antes de mostrar su gafete y entrar, la primera clase de ese día era Efectos visuales, una de las favoritas del azabache. Caminó durante algunos minutos debatiendo si debía o no entrar a la cafetería, necesitaba su dosis de cafeína pero no quería verle la cara al rubio, al menos no por ahora, quizá Ron podría comprar ambos cafés, se detuvo poco antes de llegar al lugar, sacó su celular del bolsillo de su pantalón y se dispuso a textear al pelirrojo con la intención de preguntar su ubicación.

Harry escribía el mensaje cuando escuchó su nombre, el chico no volteó de inmediato, sabía qué no era la única persona con ese nombre, siguió en lo suyo hasta qué una mano se posó sobre su hombro, el azabache se sobresaltó enviando sin querer el mensaje, afortunadamente era claro, o eso creyó.

—Harry, disculpa la interrupción pero necesito hablar contigo —habló el chico frente a él en tono suave.

—Hola, qué sorpresa —respondió Harry, reuniendo toda la amabilidad posible.

—Sí, ¿Verdad? —comentó el muchacho, con una amplia y brillante sonrisa plasmada en el rostro.

—¿Necesitas algo? —preguntó por mera cortesía.

Ron todavía no devolvía el mensaje y deseaba qué lo hiciera o qué llegará y poder irse de ahí, ese día no le apetecía hablar con nadie qué no fuera su mejor amigo.

—Sí, para el trabajo de artes de la profesora Mathilda necesitamos un compañero del turno contrario y quería preguntarte si ¿te gustaría trabajar conmigo? —cuestionó Cedric, con aquella sonrisa amplia y dulce.

Por un instante olvidó, qué Cedric Diggory era del turno contrario y qué en ocasiones iba en las mañanas por eventos deportivos, a la biblioteca o hablarle por mera causalidad, al menos eso creía él. Y fue en ese instante qué se percató de cómo lo miraba, ¿acaso siempre lo había visto así? ¿O es qué ahora era un imán de hombres?.

Harry estuvo a punto de responderle qué ya tenía pareja (aunque fuera mentira), cuando alguien más lo hizo por él.

—Lo siento pero Harry es mi compañero de trabajo —respondió aquella voz qué una vez más le aceleró el corazón.

Cedric cambió el semblante amable qué usó con Harry para mirar a Draco con todo el desprecio posible. Harry se percató de ese detalle, no obstante no hizo comentario alguno.

—¿Es verdad eso? —preguntó Cedric sin apartar la mirada de desprecio del rubio.

—Sí lo es, justo ayer quedamos cómo compañeros —confirmó Draco sin esperar a qué Harry respondiera.

Cedric al fin apartó la mirada de Draco y observó a Harry con algo parecido a la tristeza.

—¿Quién es él? —preguntó el castaño, observando detenidamente los ojos verdes de Harry.

—Malfoy, Draco Malfoy —se presentó Draco, en tono firme— Y tú el payaso qué quiere quedar bien con Harry, ¿No?

Cedric enfureció al instante, le fulminó con la mirada y apretó las manos, formando puños qué quedaron a cada uno de sus costados.

—Cedric Diggory —se presentó, y volvió a mirar a Harry—, ¿De verdad harás equipo con… este?

—S-sí —titubeó el de anteojos a causa del nerviosismo qué le daba tener a Draco cerca y por la incomodidad de Cedric.

—Es una lástima —respondió Draco encogiéndose de hombros.

—Nos vemos luego Harry —le dijo Cedric, el castaño giró sobre sus talones y avanzó lejos de ellos.

Draco al igual qué Harry sintió alivio cuando se marchó, esperaba no tener qué volver a verlo.

—¿Tienes algún tema interesante? yo tengo varios anotados en el cuaderno ¿te lo muestro? —preguntó Draco, colocándose frente a Harry, dónde segundos atrás había estado de pie Cedric.

Harry se ruborizó ante la curiosa pregunta, negó con la cabeza, parpadeó confundido y molesto, esa bromita ya había llegado demasiado lejos, y aunque podría agradecerle por quitarle a Cedric de encima, no iba a permitirle una burla más.

—¿Todavía sigues con eso? —preguntó Harry a punto de estallar.

—¿De qué? —preguntó Draco mirándolo confundido.

—Esa bromita de ser mi pareja —el color carmín en las mejillas de Harry se intensificó cuando terminó de hablar y ver qué Draco le miraba con una ceja levantada lo enfureció más—. De equipo —añadió segundos después.

Draco se río abiertamente, la melodiosa risa le aceleró el corazón.

—Tú querías ¿no? yo te hice el favor de aceptar y no es momento de discutir, llegué más temprano por qué necesitaba ponernos de acuerdo —dijo Draco.

—¿Es enserio? ¿Haremos juntos el trabajo? —preguntó Harry, observando al rubio buscar algo en su mochila, dando con una libreta forrada de verde con algunas figuras en plateado.

—Sí —respondió Draco, cómo si fuera lo más normal del mundo.

—Entonces ya me disculpaste —murmuró Harry, deseando hacer las paces con el rubio.

—No, pero te daré una oportunidad de conocerme y dar una opinión acertada de mi persona —informó el rubio.

Harry dio un respingo, no daba crédito a lo qué estaba escuchando.

—Muchas gracias —dijo sarcástico.

—Es un placer —respondió el rubio con una sonrisa burlona en el rostro, mientras hojeaba la libreta en busca de algo—, ajá, aquí está

Draco le tendió a Harry la lista con los posibles temas del proyecto, el cual debía tener varios puntos cómo visitas a exposiciones, museos, conciertos o alguna actividad presencial qué fomentará el aprendizaje. Harry no sabía si enfadarse o saltar de alegría al darse cuenta qué iba a pasar más tiempo con el rubio de lo qué imaginó pues no sólo se iban a ver en la universidad sino también fuera de esta.

El azabache examinó la lista durante un momento, percatándose de lo bonita qué era la letra cursiva del rubio, en la actualidad ese tipo de letra era poco común, pero algo dentro de él no veía a Draco escribir de una mejor manera qué esa.

—Me parece interesante el tema de pintura, arquitectura y danza —dijo el azabache.

—¿Tú tienes alguna idea? —preguntó Draco.

La lista de los temas de Harry era mucho más pequeña qué la del rubio, el chico rebuscó en su mochila, sacando su libreta con fondo blanco y sobre este varias pinceladas de todos colores.

—¿Puedo verla? —pidió cortés el rubio.

Harry asintió y le tendió la libreta, cuando lo hizo, sus dedos rozaron y el azabache sintió una corriente eléctrica qué le recorrió toda la espina dorsal.

—Es muy bonita —halagó el rubio.

—Gracias, la hice yo mismo —respondió con entereza a pesar de sentirse tan extraño.

Draco le miró sorprendido pero no dejó de sonreír. El chico rebuscó en la libreta alguna lista con posibles temas, encontrando a su paso una letra no tan bonita y los apuntes garabateados. Harry no pudo evitar sentir vergüenza.

Cuando al fin encontró la lista analizó los temas, tenía cinco menos qué él, Draco tenía 12, y Harry 7, coincidiendo en algunos de ellos, cómo el de la pintura y arquitectura.

—Música es buena opción —opinó Draco—, también dibujo y artes plásticas

—Podemos elegir alguna de las más interesantes —sugirió Harry.

—Concuerdo —Draco le tendió su libreta y no pudo evitar decir—: Lo único rescatable es la portada.

Harry rodó los ojos recibiendo la libreta para guardarla y a su vez le tendió la suya de regreso.

—Gracias

—Es un gusto —respondió Draco—. Podemos vernos más tarde para elegir un tema

—Claro, ¿A qué hora te queda bien?

—Salgo a las 12 de la cafetería, podría ser a esa hora

—Sí, tengo tiempo libre —confirmó Harry.

—De acuerdo, nos vemos

Sin esperar respuesta Draco giró sobre sus talones y tomó rumbo a la cafetería, todavía era temprano y no había señales de su amigo, lo único qué deseaba era tener su café y no tener qué volver a ver al rubio.

—¿Qué me está pasando? —expresó en voz baja, sólo para él.

Tenían un tiempo libre de la atención a los clientes qué dedicaron a la organización de la cafetería, cómo colocar servilletas en el despachador principal y en cada una de las mesas, rellenaron los cajones con sobres de azúcar, palitos de madera para revolver el café y colocar en orden los vasos y tapaderas, además de limpiar el área de trabajo.

Draco había terminado de limpiar el piso de la cafetería y fue a dejar los instrumentos de trabajo al almacén cuando alguien lo alcanzó.

—¿Puedes guardar esto, por favor? —pidió Ginny, tendiéndole un balde color plata, ya vacío y limpio.

—Claro —respondió Draco colocando el balde en su lugar y cerró la puerta del almacén.

Draco pudo notar a Ginny mirarle con algo parecido a nervios qué sabía ocultar muy bien, no obstante por la forma en qué se quedó de pie frente a él, con una sonrisa en su rostro le indicó qué deseaba decirle algo.

—¿Qué ocurre Ginny? —preguntó Draco.

—Quería preguntarte; ¿ya tienes pareja para el proyecto de artes de la profesora Mathilda? —soltó la pelirroja, mirándolo esperanzada.

Draco no sabía qué responder a pesar de tener muy clara la respuesta en su mente, no quería lastimar a Ginny, ella había sido muy amable con él desde antes de su llegada oficial a la universidad.

Y cómo todos ahí lo habían recibido bastante bien (sin contar a Harry Potter), sentía qué debía corresponder a ese afectuoso trato, sin embargo el chico en cuestión había desatado algo en él qué realmente no podía explicar, o mejor dicho no quería sentir, por él, por Ginny ni por nadie.

Lo qué había detrás de tan radical decisión nunca lo sabría nadie (a excepción de Hermione).

—Lo siento Ginny pero ya tengo pareja —respondió Draco con sutileza, o eso intentó.

Ginny pareció decepcionada e hizo una mueca de disgusto.

—¿Y… quién es tú pareja? —preguntó.

Draco no sabía si responderle con la verdad o con una mentira, analizó unos segundos la situación mientras cerraba el almacén y dejaba el juego de llaves dentro de una caja de metal qué se encontraba a un costado de la puerta, optó por decir algo intermedio, de todas formas se enteraría.

—Harry Potter, él me pidió ser su compañero —respondió, no era mentira pero tampoco la verdad.

La expresión de Ginny cambió a una de sorpresa.

—¿Qué? —preguntó, al mismo tiempo qué ladeaba la cabeza.

—Decidí aceptar para demostrarle qué no soy lo qué él piensa y darle una lección —comentó Draco.

Ginny sonrió más tranquila qué al principio, no parecía molesta, más bien divertida y algo relajada de saber qué el rubio tenía de pareja a un hombre y no una mujer, lo qué la pelirroja no sabía era qué Draco guardaba un pequeño secreto.

—Me parece razonable —respondió al fin—, en ese caso le diré a Neville, si no es qué Luna ya le pidió ser su compañero —expresó la chica.

Draco asintió, no dijo nada más y regresaron a la cafetería dónde Hermione ya tomaba la orden de los nuevos clientes. Los muchachos se apresuraron a tomar sus lugares y continuar preparando órdenes de cafés y algún tipo de pan o sándwich, los cuales llegaban listos para degustar y entregar a los clientes.

El rubio se mantuvo entretenido la media hora qué le restaba de servicio antes de entregar cuentas al siguiente turno qué les haría relevo.

Intentando a toda costa no pensar en Harry, y en la sensación de opresión en el pecho qué le causó ver a ese tal Diggory hablando con el azabache, era obvio qué le había caído mal a primera vista y lo qué tenía no eran celos, para nada.

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¡Hola! casi se me ha olvidado subir el capítulo pero seguimos aquí, disfrutando del drama jajaja. Draco no puede disimular, no es lo suyo jajaja, en fin, esto se pone cada vez más interesante, ¿creen qué Harry y Draco acepten lo qué sienten algún día? yo les doy un par de capítulos más, no diré cuantos, por qué tampoco voy a spoilear mucho el drama qué se viene por qué...

Muchas gracias por leer, nos vemos en la próxima 3

Ale 3