Bueno, aquí estoy con un nuevo capítulo de esta historia.
Empezó siendo un one shot, pero me he venido arriba. Ya veremos en qué acaba.
Lo primero de todo, muchas gracias por vuestros comentarios, me ayudan a seguir escribiendo.
Lo segundo, recordar que todos los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto.
Lo tercero, advierto de que aquí hay lime. No es muy explícito pero si no te gusta, no te lo recomiendo.
Ahora sí. Aquí el capítulo:
Había pasado los siguientes días de laboratorio escondiéndose de Mitsuki, que había vuelto a ayudar al equipo de Katatsuke con algunas cosas. Sumiré empezó a comer en su despacho, cosa que nunca hacía porque odiaba comer con el humo del tabaco de Amado flotando por la sala. Sin embargo, pensaba que era mucho peor la vergüenza de ver a su amigo, a quien tarde o temprano tendría que ver por eso de que tenía que devolverle el yukata.
-Normalmente eres rara, Kakei, pero lo de estos días no tiene nombre- Amado se giró para encontrarse cara a cara con su pupila- ¿se puede saber qué te pasa?
-¿A mí?- Sumire fingió de mala manera que no sabía de qué le hablaba- no me pasa nada.
-Kakei-kun, te engañas a ti misma- dijo el científico con una sonrisa- por cierto, el chico de Orochimaru vino esta mañana preguntando por ti.
Sumire no dijo nada, simplemente enterró su cabeza en la montaña de papeles que tenía delante con la esperanza de que esa situación incómoda con su amigo no se diera demasiado pronto. Pero era algo que tarde o temprano tendría que afrontar.
A la hora de comer salió del despacho, intentando evitar que Mitsuki hiciera algún alarde de su habitual sinceridad delante del científico. Sumiré estaba muerta de vergüenza y aun así, decidió tomar las riendas de la situación. Caminó deliberadamente por delante de donde el chico trabajaba y se sentó en su mesa en la sala de descanso que estaba vacía.
-Hola, ¿me estabas evitando? – preguntó el albino al acercarse.
-No- mintió- simplemente tenía mucho trabajo.
-Pensé que querrías salir luego, mañana tengo una misión con el equipo 7 y quería despedirme.
-Me quedaré trabajando hasta tarde – sentenció Sumire en su intento de evitarlo.
-Bueno, entonces me pasaré a última hora a decirte adiós- sin decir nada más, Mitsuki se levantó y continuó con su trabajo.
Pasaron las horas y Sumire no se concentraba en su labor. No atendía a las indicaciones de Amado, quien a estas alturas sospechaba algo, y se abstraía con facilidad. La jornada terminó unas cuantas largas horas después y Sumiré se sorprendió al ver que su superior se levantaba y se iba a tiempo.
-Kakei, ¿te quedas?- preguntó mientras se encendía un cigarro.
-Sí, quiero revisar una cosa…- una gota de sudor recorría su sien.
-Entiendo- empezó a decir con calma- tengo una reunión con el Hokage, pero seguramente vuelta en un par de horas.
Sumiré asintió y le deseó suerte. Tan pronto como Amado salió por la puerta suspiró. ¿Le había advertido sobre su regreso al despacho por algo en concreto? Se sacudió la cabeza para sacudir también las ideas absurdas que se amontonaban en ella y empezó a revisar unos documentos que estaban en su ordenador. A los veinte minutos escuchó a alguien llamar a la puerta.
Respiró hondo antes de dejar que Mitsuki entrase. Era inevitable, tenía que recoger su yukata, desde la silla y sin atreverse a mirarle a la cara se quedaron en silencio unos minutos en los que el chico aprovechó para cerrar la puerta.
-Sumi, yo…-tampoco él sabía muy bien qué se decía en estos contextos.
-Te doy ahora mismo tu yukata- Sumire le tendió la prenda mientras le hacía una tímida reverencia con la cabeza- huele un poco a tabaco, lleva aquí todo el día, lo siento…
Mitsuki alargó las manos para tomar la prenda, rozando deliberadamente las manos de la chica que no pudo evitar que su piel se erizase. Dejando a un lado la excusa que le había llevado hasta ahí, tomó las manos de la chica entre las suyas y la acercó poco a poco a él.
Sumire notaba la aspereza de sus manos como si fuera un reptil, se había quedado bloqueada mirándole a los ojos, atrapada en su mirada. Había algo en él que le atraía inexplicablemente. En sus ojos, en su piel, en su forma de hablar…el hecho de que Mitsuki fuera un humano artificial, creado, le causaba curiosidad. Algo le decía que todo eso estaba mal, pero otra parte de ella gritaba "adelante".
Sin darse cuenta, ambos habían ido acortando la distancia y sin decir nada estaban a escasos milímetros el uno del otro. De repente, Sumire recuperó la cordura:
-¿Qué estamos haciendo?
-Continuar el experimento
Sin darle tiempo a réplica Mitsuki acercó sus labios a los de la chica, que se estaba dejando llevar por la situación. Estaban de pie, el uno frente al otro, sus labios se movían al mismo ritmo y, poco a poco, como de una manera casi instintiva fueron caminando hasta que Sumire se apoyó ligeramente en la mesa. Apenas estaba sentada, pero la postura le obligaba a abrir un tanto las piernas, dejando que la mano del chico recayese sobre su muslo, acariciándolo con suavidad y subiendo lentamente por debajo de la falda.
Una pausa, se separaron un momento y se miraron a los ojos mientras Mitsuki dejó entrever una ligera sonrisa en sus labios. No era muy común verlo sonreír y esa era una reacción que la científica no se esperaba. Sin pensarlo mucho más, se abalanzó a abrazarlo, a la espera de otra reacción que pudiera surgir en él.
Le devolvió el abrazo con sus brazos largos y flexibles y la apartó un poco para acariciar su flequillo, justo antes de fundirse en otro beso apasionado que no supieron decir si duró minutos u horas. Las manos de Sumire jugueteaban con el pelo blanco del chico que la tenía tomada de su cintura estrecha. No se habían movido de posición, sin embargo, la temperatura de la sala había subido considerablemente. Besos, caricias, breves separaciones para respirar, suspiros, un jadeo…habían perdido la noción del tiempo cuando un ruido vino desde fuera y les sacó de su burbuja.
Sumire dio un salto desde la mesa al suelo. Se adecentó la falda y el pelo mientras Mitsuki miraba los movimientos histéricos de la chica que se había sonrojado. El pomo de la puerta empezó a moverse, muy despacio, como si quien quisiera entrar supiera que estaba interrumpiendo algo.
Amado entró en el despacho y los dos interpretaron la mejor de sus improvisaicones:
-Bueno, muchas gracias por esto, de verdad. Tengo que irme a entrenar.
-Claro, dale recuerdos a Sarada de mi parte.
-Así hare.
Al abandonar la habitación Mitsuki, los dos científicos se miraron fijamente, haciendo que Sumire apartara la mirada con vergüenza. No tardó mucho en recoger las cosas y despedirse de Amado.
El equipo 7 había salido de misión y la chica no tenía que lidiar con la vergüenza de ruborizarse al cruzarse con Mitsuki en los pasillos del laboratorio. No podía dejar de pensar en lo que pasó el otro día y eso la mantenía distraída la mayor parte del tiempo.
Intentó evitar a Ada, que la llamaba constantemente para salir a una cafetería a tomar algo, pero fue imposible decirle que no todas las veces. Si había alguien que la pillaría en esa mentira, sin duda era Ada. Así que ahí estaba, sentada en una silla de terciopelo mientras se tomaba un matcha latte frente a su amiga, ante quien, además, tenía que fingir que estaba cautivada.
-A ti te pasa algo…-Ada sonreía mientras le daba vueltas a su bebida con la pajita.
-No, qué va, tengo mucho trabajo en el laboratorio y tengo la cabeza en otro sitio.
-Sabes que si no me lo cuentas tú puedo verlo yo…
Una gota de sudor empezó a caer desde su sien. Si el hecho de ser casi pillados por Amado le daba vergüenza, no quería ni imaginar qué sentiría si Ada veía lo que había pasado. Dejó caer un suspiro e intentó decir con cierta seguridad:
-Vale, te lo cuento, pero prométeme que no lo vas a mirar.
-Te lo prometo- Ada levantó su mano en señal de promesa.
-¿Te acuerdas de que el otro día salí con Mitsuki al museo?
-¡Lo sabía! Sabía que había pasado algo.
-¿Lo miraste?- Sumire estaba un tanto agobiada.
-No, no me gusta mirar esas cosas. Tranquila.
Un suspiro de alivio salió por sus labios. De alguna manera le reconfortaba haber hablado del tema con alguien, aunque fuera con Ada, cuya amistad a veces se sentía forzada, todo parte de una misión. La chica estaba emocionada con la idea y empezó a hablar y a hacer planes.
-Entonces, podemos salir los cuatro. Kawaki, Mitsuki, tú y yo. Sería genial, cuando vuelvan de la misión se lo digo a Kawaki.
Esa sí que era una mala idea. Sumire no soportaba a Kawaki, lo que le hizo a Boruto no tenía nombre. No se fiaba de él y mucho menos quería pasar tiempo a su lado. Ya no era ese niño que conoció años atrás en el laboratorio, era un tipo engreído que trataba mal a los demás y, especialmente, a Ada. Odiaba ver cómo la trataba así de mal y odiaba fingir que no sabía nada cuando lo sabía todo.
-Creo que no es una buena idea- empezó a decir con timidez- lo que pasó con Mitsuki es algo que no se va a repetir.
-Sumi, yo creo que te gusta de verdad- Ada se deleitaba con ese tipo de cotilleo.
Sumire abrió la veda a una Ada que solo anhelaba hablar de cosas "de chicas". Se pasó la tarde hablando de Kawaki y de lo mucho que le gustaba y de lo mucho que sentía que Sarada estuviera sola. Lamentó la inseguridad de su amiga con respecto a su relación y le ofreció toda clase de consejos amorosos que a uno se le pudieran ocurrir.
Apenas iba a regresar a su apartamento cuando vio aparecer a Sarada, con cara de cansancio y suciedad en sus sandalias. Llevaba una bolsa a su espalda que dejó caer con desdén sobre la silla. Acababa de regresar de una misión de tres días. Desde que Ada llevaba en Konoha casi tres años, las misiones de vigilancia se habían ido reduciendo. El octavo confiaba cada vez más en ellos y la chica daba señales de no querer ningún conflicto con nadie.
-Sara, ¿donde están los demás? – quiso saber Sumire, quien provocó una sonrisa tonta en Ada.
-Se han ido a casa y yo debería hacer lo mismo, es solo que no me apetecía volver.
Sarada evitaba pasar tiempo en su casa. Desde que su padre se marchó con Boruto no hacía más que entrenar y pasar tiempo con Sumire. También evitaba a Kawaki, aunque su situación era peor que la de su amiga, tenía que fingir a su lado que no pasaba nada, que no sabía la verdad de las cosas y que no echaba de menos a su amigo.
Sumire se excusó con las chicas y se dirigió a su casa en tren. Le dio muchas vueltas por el camino, pensó mucho en lo que le había dicho a Ada y no pudo evitar ruborizarse al pensar en lo que había pasado con su compañero en el último día.
Algo inexplicable la condujo hacia el apartamento del albino, quien estaría dentro descansando. No quería molestarle, de hecho, no sabía qué hacía ahí. Por un lado, quería decirle que lo suyo se había acabado y, por el otro, quería pasar tiempo con él, descubrirlo, indagar en ese misterio que suponía el chico.
Llamó a la puerta y enseguida pensó en darse la vuelta. Quizá había sido un error ir hasta allá. Demasiado tarde, Mitsuki abrió la puerta casi al momento. Llevaba una yukata abierta hasta el pecho, el pelo mojado y olía a nuevo.
-Creo que no ha sido una buena idea- dijo la chica en cuanto le vio
-Claro que si- Mitsuki tiró del brazo de la chica hacia él y cerró la puerta detrás.
Se besaron con intensidad. Sumire no quería alargar el beso, pero el olor a gel de ducha, el tacto fresco y húmedo de su piel le hizo quedarse y rendirse a shinobi. Las manos del chico empezaron a viajar por la cintura de la científica hasta que llegaron al final de su falda, pasando seguidamente por debajo, acariciándola los muslos que estaban suaves y tersos. Sumire, por su parte acariciaba el cuello del chico, pasando una de sus manos por el pecho, que estaba liso y duro.
No parecía que eso fuera lo único duro que tenía el chico, que la empujó contra la pared para continuar con ese arrebato pasional. Empujó su cuerpo contra el suyo y empezó a desabrochar el lazo que se ataba al cuello de la camisa de la chica, pasando seguidamente a los botones que dejaban visibles su cuello, sus clavículas y el comienzo de sus pechos. Abrió el cuello de la camisa un poco más, con delicadeza y empezó a besarla por el cuello. Era bastante más alto que ella, así que pasando las manos por detrás de sus muslos abrió sus piernas y la elevó con la fuerza de sus brazos hasta su cintura, donde ella enlazó los tobillos para no caerse.
Con la espalda contra la pared, Sumire experimentaba algo que era completamente nuevo para ella, pero que no podía dejar de hacer. Entendiendo que el chico no tenía las manos libres por estar sujetándola se desabrochó del todo la camisa, dejando ver sus pechos y un bonito sujetador de color morado. Rebosaba el sujetador y Mitsuki aprovechó la situación para seguir lamiendo de ese fino hueco que quedaba entre los dos y subir hasta la clavícula.
Mitsuki se alejó de la pared, acercándose poco a poco a la cama que se encontraba en medio de la habitación. Dejó a la chica sobre el colchón y se apartó un momento para verla mejor. El largo cabello de la chica caía con gracia sobre su vientre, dejando que Mitsuki pudiera contemplar una estampa inolvidable. Le quitó la falda con delicadeza, dejándola en ropa interior. Habían sido tan rápidos que ni siquiera le había dado tiempo a quitarse las botas.
Se echó encima de ella, sin quitarse todavía la yukata. Solo quería disfrutar de ese momento un rato más. Empujó su pelvis contra la de la chica, quien emitió un gemido y se aventuró a romper el silencio:
-Nunca había hecho esto…
-Ni yo- respondió en un susurro.
-Nunca creí que podría hacer esto con alguien…-empezó a pensar que igual estaba hablando de más.
-¿Ni con Ada?- Mitsuki no dejaba de besarla ni de lamerle por el cuello, mientras sus dedos acariciaban por debajo del sujetador. No se había dado cuenta de lo que acababa de pasar.
-¿Ada?- Sumire lo detuvo en seco y se incorporó de la cama.
-Bueno, supongo que es cosa de su habilidad…
-¿Por qué me hablas ahora de Ada?- Sumire estaba muy molesta. Ni siquiera se paró a pensar que quizá el chico tenía razón. Nadie escapaba a los encantos de Ada.
-Bueno, tu has dicho…-no tardó en darse cuenta de lo que había pasado- supongo que esto es diferente.
Cuando quiso darse cuenta Sumire se había ido dando un portazo detrás de sí.
Bueno, aquí lo tenéis, espero que os haya gustado.
Me apetecía poner algo de Ada y de sus poderes, que por supuesto tienen a todos cautivos.
Recordemos que a Sumiré no le afectan y eso puede causar un cisma en su relación con los demás que sí se ven afectados.
Aunque he continuado escribiendo, tardaré unas semanas en subir el siguiente y estoy pensando en meter a otros personajes como Sarada o Kawaki…ya veré.
Como siempre espero vuestros comentarios y aquí os dejo un pedacito de lo que vendrá en el próximo, para que os animéis a comentar:
Supongo que de alguna manera tienes suerte. No tienes que sufrir por ningún chico.
Sarada se cruzó de brazos al recordarle a su amiga que ella sufría todos los días por el destino de Boruto y de su padre, de quienes no había oído nada en los últimos años. Si bien es verdad que estaba sola, tenía que aguantar a Kawaki en su equipo como si fuera un shinobi más de Konoha. Como si pudiera libremente sustituir a su amigo, quien era un apoyo más que una traba para ella. Y luego estaba esos intentos torpes de flirteo que tenía que aguantar con cierto estoicismo si no quería que cayera sobre ella también la ira de Ada.
Besis
