Gracias a mi cómplice Li por su lectura previa. Aclaro que los errores siguen siendo míos.
Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.
Capítulo 1
Eructo.
El sabor amargo corre por mi garganta y baña mi boca por completo.
Soy consciente del guiñapo humano que represento.
No hay forma de que sea de otra manera cuando he bebido hasta el agua de los malditos floreros de ese bar de mala muerte.
Aclaro que no soy alcohólica, no. Estoy muy lejos de serlo.
Arrugo la nariz.
Apenas muevo un poco la cabeza sobre la almohada y gimo. Las punzadas en la sien son insoportables.
Anoche quise ser más idiota de lo que soy y me embriagué gracias a la decepción que el imbécil de mi exprometido provocó en mí. Sí, ese hombre que un día juró amor y alardeó con infinidad de sandeces, que tontamente llegué a creer.
Ya saben. Teníamos siete años de relación; compartimos viajes, hicimos planes y cuando vino la famosa pregunta obligada, dije sí. Estuve de acuerdo en qué pusiera un estúpido anillo con un pedrusco gigante que era más grande que el ancho de mi dedo anular.
Me quejo. El dolor punzante en las sienes me está acabando.
En serio. No comprendo en qué momento pensé que Sam era el indicado.
Probablemente sigo sin discernir acertadamente mis decisiones. Fue estúpido confundir sus acciones de perfecto y noble caballero al pensar qué ser el hombre más amoroso, dulce y leal, todo marcharía bien.
Grave error.
Sam era tan caballero y perfecto que terminó cogiéndose a medio gremio femenino en la oficina. Pero eso no es todo, para él no fue suficiente con hacerme la burla de todos, sino que tuvo que engañarme con mi mejor amiga, Leah. Con la misma perra que me desahogue todos los meses contándole sobre mis sospechas de que mi flamante prometido quizás tenía otra. Con ella.
Ahora me toca levantar la cabeza y fingir que no me han humillado.
― Tan ―gruño con un hilo de voz.
Mi rubia amiga no responde. Intento abrir los ojos, pero solo veo oscuridad.
Alarmada. Pateo las sábanas y remuevo con brusquedad el paño que cubre mis ojos.
Quedo arrodillada en la cama y mantengo mis labios entreabiertos.
¿Dónde estoy?
Juro que mi corazón quiere salir por mi boca.
Asustada miro a todos lados. Estoy en una habitación desconocida con acabados de madera, es elegante, aunque no espaciosa.
Mi corazón palpitaba con fuerza. Escaneo mi cuerpo y agradezco que sigo trayendo mi corto vestido negro y bragas.
Descalza, corro a la puerta. Tiro de la manija y esta no cede, está con llave.
― ¡Tanya! ―exclamo alarmada al darme cuenta que estoy encerrada―. Tanya, por favor responde ―suplico.
Mis nervios se disparan.
― ¡Ayuda! ―empiezo a gritar mientras golpeo con fuerza la puerta―. ¡Auxilio!
Comienzo a realizar un escándalo. Golpeo todo lo que puedo con tal de ser escuchada.
― ¡Abran la maldita puerta!
Sigo gritando hasta que mi voz se apaga y probablemente me quedo dormida…
.
Me despierto exaltada en algún momento. Me levanto del piso y comienzo a identificar el lugar; es obvio que es un dormitorio, no hay ventanas, la cama está destendida, el edredón negro cuelga del colchón al piso y la pantalla de televisión está apagada.
Comienzo a trasculcar; hay ropa de hombre en el pequeño guardarropa. También lociones.
Mis lagrimas caen. Empiezo a gimotear.
Estoy retenida en contra de mi voluntad, posiblemente secuestrada, tal vez en una red de trata.
¿Cómo fue? ¿En qué momento? ¿Por qué razón?
Miles de preguntas surgen al mismo tiempo. Estoy tan aturdida que mi mente no logra discernir lo qué pasa.
Enumero lo que hice, o mejor dicho, lo que recuerdo.
Lana Del Rey suena a todo volumen. Happiness is a butterfly.
No hay razón para que esté bailando, pero lo hago mientras mis lágrimas caen y sigo embriagándome y cantando a todo pulmón.
De alguna manera estoy sacando mi dolor y frustraciones, se supone que hoy debo estar celebrando mi despedida de soltera ―rio amargamente.
Después de todo, esta noche es de celebración, ¿no? Por ello invité a la única amiga que sobrevive del trío superpoderosas. Quince años de amistad no valieron para Leah.
― Hoy seré una jodida zorra.
Ruedo los ojos al escuchar a Tan. Ella no necesita un evento en particular para serlo, no puedo juzgarla, tiene tantas decepciones amorosas, que cada desilusión la tienen al borde de volverse lesbiana.
― Tan, deja de humillarte ―hipo, mirando fijamente mi botella de tequila a medio llenar.
Es la primera vez que estoy bebiendo este tipo de alcohol, la botella dice que está hecho con agave. Para mí es suficiente para poder olvidar.
― Mira flaca ―Tanya murmura en mi oreja― ese tipo de ahí, no deja de verte.
Volteo siendo la menos discreta; mis ojos intentan enfocar al hombre en el área VIP. Le sonrío cuando él levanta su bebida hacia mí, me hace gracia su cabello alborotado.
Mi cuerpo se estremece ante su enigmática mirada y juro que mis bragas se han humedecido con tan solo verlo. Ese porte de modelo Dior es imponente.
― Anda, Bella, búscalo y demuéstrale que no eres ninguna mojigata.
― ¿Quienes dicen que soy mojigata? ―indago, sintiéndome con la autoestima en el piso.
Casi puedo imaginarme barriendo algunos trozos de mi corazón roto.
Tanya bebe de golpe su shot de tequila y me ayuda a ponerme de pie. Tambaleante y sin tener idea de lo que hago, me acerco a la mesa, un hombre de aspecto mastodonte pone sus gigantescas manos en mis hombros.
― Emmett… ―dice una voz grave. Era el dueño de ese pelo indomable―. Déjala pasar.
― Muévete ―le señalo con mi índice al grandulón.
Sacando mi coquetería casi apolillada, camino seductora hacia el hombre que me llama en silencio. Al estar frente a él, aprecio que tiene una hermosa sonrisa torcida y un gesto de fanfarronería.
Eso me gusta.
― ¿Me invitas algo? ―pregunto.
Con su sonrisa jugando en sus labios, asiente lentamente, al mismo tiempo que pasa una mano por su pelo rebelde.
Exhalo al dejar mis ojos vagar en la camisa abierta que muestra su pecho y un poco de vello dorado, al menos creo que es dorado porque las luces del lugar lo reflejan.
Con su tremenda envergadura, acerca tu torso a mí. Sentado se ve muy alto, no puedo imaginar si está de pie.
Desliza sus largos dedos en mi hombro desnudo. La tensión extraña que ocurre entre nosotros es como encender una fogata.
― No me gustan las bebidas de aquí ―comenta muy pegado de sí mismo―. Prefiero que vayamos a otro lugar ―extiende su mano hacia mí―. Solo que antes quiero bailar.
Mordisqueo mis labios.
¡Santo cielo! El miedo se apodera de mi cuerpo, estoy empezando a temblar.
Esa punzada de nuevo en mi cabeza, me hace cerrar los ojos un instante.
― Abre la puerta ―escucho que dicen.
Es él. Es la misma voz llena de soberbia.
Escucho ruidos del otro lado de la puerta. Estoy aterrada y llena de miedo, mis piernas se debilitan, pero mi instinto por protegerme me hace subir a la cama y cubrirme con el edredón.
― Por favor ―musito―, no me haga daño.
Escucho que bufan.
Lentamente descubro mi rostro.
Entonces, lo veo.
Es el hombre misterioso de anoche, tiene el pelo de un raro color cobrizo y el semblante de un asesino a suelto.
― ¿Ya despertaste? ―gruñe―. ¿Así que ahora eres una chica tímida?
Me encantaría saber sus opiniones, ¿qué dicen? Les agradezco mucho su apoyo, por sus lecturas, favoritos, follows y reviews. ¿Quieren otro?
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