—Te escucho —dijo Redfield mientras la científica se acomodaba y le pedía a Billy quedarse a su lado.
—Fue cuando nos mandaron a los bosques de Arklay, encontramos una jeep destruida y a los soldados muertos. Transportaban a Billy. El equipo sacó la conclusión de que teníamos que arrestarlo, y fue cuando encontré en el bosque un tren… infectado con el virus T.
—Yo me había escondido en el tren cuando la jeep volcó —empezó a narrar Billy —vi que alguien entró y le seguí para ver que estuviera bien —ante esta confesión, Rebecca lo vio con otros ojos, unos que eran aún más compasivos que el día en que se separaron —vi que era ella, y aunque primero intentó arrestarme, la situación se volvió más difícil y para salir de ahí, tuvimos que hacer equipo.
—¿Hiciste equipo con un criminal? —cuestionó Chris molesto en su tono de voz. Billy mostró el ceño fruncido, denotando enojo por los cuestionamientos. Tantos años sirviendo a la patria y buscando salvar inocentes, para ser recibido veinte años después de su caída militar con dudas y frustraciones.
—Y salió bien, porque durante el trayecto me salvó la vida tres veces, le devolví el favor y encontramos que había un tercer fundador de Umbrella quien liberó el virus T en Arklay —terminó por revelar Rebecca.
—¿Y esto se relaciona con el encubrimiento a Coen porque…? —intervino Jill mientras daba sorbos a un vaso de café.
—Comencé a confiar en él por la manera en que me salvó varias veces. Cuando me contó por qué lo condenaron a muerte, no pude evitar empatizar y decirle antes de llegar a la Mansión Spencer que falsearía su muerte como agradecimiento por su ayuda o por justicia real para darle su libertad, ahora ya no sé por qué, pero no me arrepiento de haberlo hecho —finalizó la chica mientras respiraba con calma y cierta libertad.
Había liberado esa culpa de su pecho.
—¿Y es verdaderamente inocente? —preguntó Chris cuestionando al joven, a quien recién conocía, lo que causó la molestia de nuevo en el exmarine.
Solo dime que quieres que te diga que soy culpable y ya.
—Yo le creo —contestó Rebecca —si hubiera sido un asesino a sangre fría como decía ese informe, no estaría viva ahora.
El castaño solo pudo ver como el exsoldado tomaba de la mano a Rebecca tras decir esa frase y le sonreía ligeramente.
Chris se levantó de su asiento y se llevó a Jill al otro lado del laboratorio.
—¿Y qué opinas? —le preguntó a su amiga, quien aún los veía de reojo, notando la conexión surgida del trauma, una que se le hacía muy familiar, porque era muy similar a la que tenía con Chris —¿se puede confiar en él?
—Rebecca confía en él —dijo Jill sin dejar de mirarlos de reojo —y si ella le da el beneficio de la duda, es por algo.
—Sí, porque siente que le debe la vida —respondió Chris —pero una cosa es eso y otra falsear documentación, por esta clase de irregularidades puede caerse nuestra causa, y Rebecca puede perder más de lo que ganaría,
—Ella no es tonta, estoy segura de que pudo haber calculado ese riesgo.
—¿Pero arriesgarse tanto por alguien por agradecimiento?
—Tú me salvaste, Chris —recordó Jill sus malos momentos como esclava de Albert Wesker —yo no sé que tanto hubiera hecho si tú te vieras en una situación como la de ese chico. Juguemos la carta de la empatía ¿quieres?
—¿Por qué jugarías esa carta? —le preguntó a su amiga, quien lo vio fijamente a los ojos y confesó lo siguiente:
—Porque si no hubiera tenido empatía con Barry, no sé que hubiera pasado —explicó, rememorando cómo el experto en armas había sido chantajeado por Wesker para hacer caer a los S.T.A.R.S. en una situación mortal, y cómo ella había tenido que enfrentarlo y encararlo para después decidir darle una oportunidad, lo que al final, fue lo correcto.
Chris, derrotado, echó la cabeza para atrás y regresó con la dupla de Rebecca y Billy.
—Si vas a ser testigo o también estás siendo investigada, vas a necesitar toda la ayuda que la B.S.A.A. pueda ofrecerte —sentenció Chris —pero todo se hará limpiamente, y si tienen que pagar por algo, tendrán que hacerlo ¿está bien?
—Gracias, Chris —exclamó Rebecca mientras abrazaba a su también salvador en varias ocasiones —si me disculpas, Conrad mandó información sobre los avances de la serie E y la vacuna puede estar lista en solo unos dos meses.
—Sobre eso, Rebecca —comenzó a hablar Jill —hasta que tu situación legal no esté resuelta, no puedes tocar el laboratorio.
—Debí imaginarlo —dijo resignada la más joven del grupo mientras cruzaba los brazos, molesta porque esta situación podría retrasar la cura, aunque no volverla imposible.
Mientras tanto, Redfield se retiraba con el comunicador en las manos, indicando que mandaran a Rumanía más gente para seguir entrenando a Ethan Winters, pero por su lado tenía problemas.
Jill le siguió de cerca cuando escuchó el comando.
—¿Has averiguado algo sobre Ethan y Mía? —preguntó a su compañero cambiando el tema, quien solo mostró enojo en todo lo relacionado con el caso de los Winters —¿has averiguado por qué precisamente los mandaron allá?
—No —contestó tajante —todo esto está muy raro desde que fingieron la muerte de los Baker, no sé que está haciendo la B.S.A.A. pero si puedo preparar a Ethan para que sobreviva a algo, lo haré.
—Tal vez no lo haga —dijo sin el tono pesimista que esa declaración tendría.
—Jill, por favor —le pidió Chris a su amiga mientras seguían caminando directamente a sus oficinas.
—¿Por favor qué? Cuando nos dedicamos a esto tenemos que estar preparados para la pérdida —señaló la joven —los S.T.A.R.S., el equipo en Edonia, tu amigo Piers Nivans, en la casa de los Baker, yo… —señaló recordando los hechos en Kijuju y cuando se sacrificó para salvarle de Wesker —podrás preparar a Ethan todo lo que quieras, pero no es un militar, y aunque así fuera, la muerte es inevitable.
—¿Estás diciendo que no te importa que siga vivo?
—Al contrario, me alegra que siga vivo, ese no es el problema. El problema es ¿por cuánto tiempo? No importan todos nuestros esfuerzos para cuidarlo, de verdad no importan porque cuando nos dedicamos a esto, o vencemos o nos vencen, y siempre hay vidas que se pierden de por medio. Lo mejor es tratar de alejar a Ethan de todo, si me pides mi opinión.
—Desde que saliste de la cuarentena estás algo afectada, Jill —remarcó Chris —y lo de Alcatraz no te ayudó mucho.
—Trato de asimilar todo aún.
—¿Empezaste a ir a terapia con la psicóloga que te recomendó Rebecca?
—Sí —contestó Jill secamente —y creo que puedo aceptar la fatalidad como parte de la vida sin deprimirme, te vendría bien hacer eso, en caso de que le pase a Ethan cualquier cosa.
Jill se fue a su propia oficina mientras que Chris se sentaba en su escritorio para tratar de asimilar todo lo que estaba ocurriendo.
Apenas había llegado la notificación, su día se fue en picada, porque antes de eso, le había llegado la noticia de que encontraron pistas para dar con Madre Miranda en Rumanía, lo que no le parecía lo mejor dada la ubicación actual de su nuevo amigo, quien dijo que estaba en planes de ser padre con Mía y tenían planeados los nombres de su futuro bebé, aparte de esto, durante un entrenamiento, el chico se lesionó y tuvieron que mandar ayuda para atenderle. Y si eso no era suficiente, la empresa de Las Conexiones explotó sus laboratorios, eliminando las pruebas de la creación de Eveline.
El día no era el mejor, y cuando pensaba en Rebecca, una de las pocas personas en las que ya confiaba dentro de la organización y los avances de la vacuna, llegó la notificación que ponía en riesgo la credibilidad y ética de su querida amiga.
Pero ahora lo primero era ver por ella. Ethan estaba prácticamente custodiado y resuelto, además de que su identidad en algún momento fue borrada para vivir tranquilamente después de lo que vivió en Louisiana.
Rebecca se acercó a él en su oficina, y la recibió amablemente, pero pidiendo que su amigo, el tal Teniente Billy Coen, se mantuviera lejos para no tener un juicio equivocado acerca de él.
—Es buena persona, Chris —remarcó la chica —y si hice lo que hice…
—Te entiendo, Rebecca —dijo el soldado —es delicado, pero sé lo que es confiar en tu equipo.
En su directorio encontró un número de teléfono y se lo proporcionó a la joven.
—¿Quién es?
—Un viejo amigo, maestro en Ley militar, puede ayudarte en el caso, pero si quieres irte por lo fácil, puedes hablarle a Leon y…
—No creo que le permitan encubrir más cosas de las que ya encubre —dijo la laboratorista mientras guardaba la tarjeta —y no tengo nada que ocultar, bueno, ya no —exclamó ligeramente alegre mientras salía de la oficina —gracias, Chris.
—Tengo un buen presentimiento, les irá bien a los dos.
—Eso espero.
