Cuando contactaron al abogado, Billy le invitó una comida más formal en un restaurante cerca de Broadway, ¿cómo había hecho tanto dinero? No era difícil de averiguar cómo había hecho tanto dinero. Tenía una cuenta de ahorros a la que, con ayuda de familiares, pudo acceder. Además, la había incrementado con trabajos informales ocasionales.
Comieron con tranquilidad, bueno, con la que le podía brindar la sensación de que con ayuda, podía llegar a alguna parte.
—Sigo sin creer que hoy en la mañana estaba apenas platicando contigo, y ahora tengo una acusación de encubrimiento en mi contra —reveló la laboratorista mientras comía un pequeño pedazo de su carne. El hambre no estaba muy presente, se notaba por la manera en como mascaba su comida, lentamente y sin mucho ánimo.
—Las cosas se mueven de maneras inesperadas —exclamó Coen mientras él, por el contrario, devoraba su plato, pero sin degustar de la comida que tenía enfrente, pero notando que aún su amiga tenía ese extraño gusto adolescente por las cosas ultraprocesadas que no podía comprender del todo.
—¿Comes por ansiedad? —preguntó la chica mientras ella apenas podía tragar por la impresión.
—Algo así. Deberías comer tú también.
—Esta situación me pone muy tensa, no me da hambre cuando estoy tensa.
—A mí se me abre el estómago.
—Cosa de viejitos que necesitan su silla de ruedas —dijo entre risas la chica.
—Tú misma dijiste que 38 años no es exactamente ser una niña —le contestó el hombre con algunas risas, recordando por qué en ocasiones se veía pensando en ella, tal vez recordando la camaradería que tenían, muy similar a la de los compañeros de combate —pero podemos decir que sigues siendo pequeña, con esos gustos por cosas de color naranja artificial.
—Ya tienes 46 años, es increíble que hace veinte años estábamos en Arklay.
—La vida se va en un parpadeo para los que sobrevivimos —exclamó Billy mientras le sonreía y la miraba de nuevo.
Prácticamente no había cambiado, seguía usando ropa verde como el uniforme con el que la había conocido, y su rostro se veía casi igual a cuando era una pequeña niña jugando con pistolas y equipos médicos en el campo de batalla, pero podía apenas percibir muy pocas arrugas.
—Tú te ves casi igual —remarcó Coen.
—Se lo agradezco al virus A —dijo la chica mientras veía su vaso de agua atentamente.
—¿Virus A? ¿qué es eso?
—Era un virus que causó muchos problemas en 2014, me contagié en Chicago, pero pude desarrollar una vacuna que me salvó de terminar como una de esas… cosas…
—¿Y qué tiene que ver con tu aspecto?
—Es posible que tras neutralizar el virus en el cuerpo, este cause una lenta degradación celular, lo que significa que envejeces más lento de lo normal. Es una teoría, pero no me he arrugado desde los 34 años, y la chica que conociste, Jill, ella tiene en su cuerpo un virus T diferente, físicamente se quedó estancada en los 23 años, la edad en la que se contagió.
–¿Entonces cuántos años tiene ella? —preguntó sorprendido por lo que estaba aprendiendo con su compañera.
—44 años.
El chico silbó de la impresión.
—Supongo que eso explica por qué te reconocí tan fácilmente —dijo mientras le sonreía de lado y suavizaba la mirada —a pesar de todo lo que pasa, es bueno verte, 'lindura'.
La chica sonrió ligeramente mientras por unos segundos, olvidaba la situación en la que se encontraba, porque de alguna manera, aún sabiendo el contexto en el que había conocido a su interlocutor, ese hombre le estaba brindando paz.
Tal vez era porque pudo hacer cosas por él, a él sí lo pudo salvar en esa planta de aguas residuales, a él sí lo había podido ayudar, así la ayuda hubiera durado menos de veinte años, pero para ella ya era algo.
—Igual es bueno verte —contestó un poco más calmada, cuando notó que el apetito volvía a ella, y le tomaba la mano por encima de la mesa, pero tengo muchas dudas aún.
—¿Qué necesitas saber? —preguntó Billy mientras aún dejaba que la pequeña, como le decía, posara sus manos por encima de las suyas, entonces sintió que presionaba con más fuerza.
—¿No deberías estar en prisión preventiva? —dijo ella mientras le miraba atentamente.
—Reactivaron la acusación en mi contra, pero como no hay mucha gente que me ubique y he dado una identidad falsa, no me han encontrado, pero en teoría sí, tendría que estar ahí —explicó mientras volteaba la mirada a la mesa y tensaba los hombros, un suspiro se escapó y entonces sintió lo mismo que Rebecca al momento de no comer —si me encuentran, me van a encerrar por los presuntos delitos que supuestamente cometí.
—Chris dijo que teníamos que probar nuestra inocencia limpiamente, y por eso llamé al abogado y lo cité para vernos en dos horas. Él nos podrá decir que hacer.
—Solo espero que lo que tengo que hacer no involucre prisión preventiva.
—Ya somos dos.
Tras terminar de comer y hacer un esfuerzo por engullir la comida, Rebecca y Billy siguieron platicando acerca de sus vidas, claro, la chica evitando cuando fue secuestrada por Glenn Arias, y él tratando de no volver a tocar ningún tema que tuviera que ver con bioterrorismo.
Billy trató de recapitular su vida en Washington, cómo comenzó a realizar trabajos eventuales y se ocupó rápidamente en una labor tranquila de barista cerca de la Casa Blanca, donde por años estuvo trabajando mientras dormía en un albergue para personas sin hogar con el fin de no usar el poco dinero que le quedaba ahorrado. Aunque en ese tiempo las pesadillas no fueron pocas, pudo sobrellevar mucho del trauma de su pasado únicamente apagando las noticias, especialmente cuando entrevistaban a algún pelotón de la B.S.A.A. o de Blue Umbrella, nombre que detestaba escuchar, narró cómo apagó el televisor luego de ver a un equipo en las noticias en China en el año 2013, era un pelotón de Chris Redfield.
Había intentado que su vida fuera lo más tranquila posible, porque las noches, así no le platicara nada de ello, eran un martirio al levantarse durante la madrugada después de las pesadillas y asegurarse de cada ventana del lugar que con el tiempo pudo arrendar.
A los pocos años de haberse establecido en Washington, fue cuando León entró a la cafetería que atendía y pudo saludarlo tranquilamente, manteniendo un trato cordial porque no eran amigos del todo. Tras una actualización en la charla, ambos encontraron que habían pasado por un trauma similar en la zona de Arklay.
"Sí, mi primer día como policía fue horrible", remarcó el agente rubio, "entré a una ciudad casi destruida y no pude salvar a nadie allá en Raccoon".
"De Raccoon ni me hables, que meses antes de eso fui testigo de como se mataban todos en los bosques, una cosa horrible", sentenció Billy mientras le servía su café a Leon. "¿vas a querer algo para llevar antes de irte a España?", le preguntó.
"No, gracias, mañana me darán algo", respondió "la información que se maneja ahí adentro es horrible, pero lo de los bosques fue aún más turbio".
"¿Y tú como sabes eso?".
"La hermana de Redfield, una gran amiga mía, Claire, me contó todo lo que pasó en Raccoon y cómo salió ese maldito virus a las calles, también me platicó lo que su hermano vivió en la mansión, algo muy parecido a lo que me dijiste que pasaste tú".
"¿La Mansión?", preguntó recordando a Rebecca, cuando ella le dijo que se iría a una que se veía a lo lejos a encontrarse con su equipo "¿qué pasó ahí?".
"Solo sobrevivieron cinco, la novata de S.T.A.R.S., Redfield, Valentine, Vickers y Burton, no puedo decir más".
"Entonces Rebecca está viva…" dijo en voz baja, pero Leon no le escuchó.
Esa noche, Billy pudo dormir más tranquilo.
—Vaya, fue mucho lo que hiciste —comentó Rebecca —te dedicaste a una vida de bajo perfil.
—No me quedaba otra opción.
—¿Cómo llegaste a Louisiana? —preguntó ella mientras le seguía tomando la mano, ahora de manera inconsciente, a lo que Billy volteó a ver esta reacción de la chica.
—Necesito mi mano para agarrar cosas, pequeña —le indicó con una sonrisa corta, a lo que ella, más sonrojada que otra cosa, la soltó para tomar su bebida —vi en las noticias que una hacienda explotó por los aires por allá, las imágenes me trajeron recuerdos. Estaba harto de las pesadillas, así que solamente fui.
—¿Qué querías encontrar?
—No lo sé —respondió mirando al techo y colocándose las manos en la frente. Con un suspiro continuó —tal vez quería encontrar alguna parte perdida de mí mismo en ese lugar, o algo en mi interior me decía que una explosión así no puede ser producto de una simple fuga de gas. Ya vi una en vivo y a todo color una vez, eso no podía ser una fuga de gas —sus cejas comenzaron a fruncirse, y su voz se quebró de a poco —talvez, solo tal vez, quería averiguar si la misma tragedia que vivimos era real y no una invención de mi mente hecha para torturarme.
—El caso de la familia Baker… —murmuró Rebecca para sí, pero Billy logró escucharla.
—¿Qué?
—Nada —repuso la chica, pero la mirada de su amigo se clavó directo en ella, así que dijo: —bueno, prepárate para una historia de terror.
Contó que la B.S.A.A. estaba investigando a una empresa por el tráfico de armas biológicas, pero que las cosas se pusieron más turbias cuando desde Louisiana, recibieron el reporte de un civil que estaba atrapado en lo que describió como una pesadilla. Una casa del tamaño de una hacienda con acertijos y trampas como las de las mansiones en las que estuvo, cuando Redfield fue a liberarlo. Tras la entrevista a las víctimas, Ethan y Mía Winters, se supo que Mía era una agente de Las Conexiones que transportaba a una arma biológica de nombre Eveline que corresponde a la serie E de nuevos virus para controlar la mente y evitar el enfrentamiento innecesario en el campo de batalla, entonces tras un huracán en 2014, el barco donde la llevaban terminó encallando cerca de la casa de la familia Baker, la que quedó infectada. De todos ellos, solamente se pudo salvar la niña Zoe y su tío Joe, y la casa explotó, pero la B.S.A.A. encubrió los hechos con una fuga de gas.
—Ya veo —dijo Billy —otra amenaza biológica.
—Así es —terminó Rebecca —los Baker solamente intentaron ayudar a las víctimas de un huracán y eso fue suficiente para que terminaran así.
Un fuerte enojo crecía adentro del exmarine, quien tras su pequeña actualización de hechos, notó que el mundo se había sumido en un caos del que aparentemente no tendría salida, con armas biológicas yendo a todas partes, y a pesar de su enojo, encontró rápidamente que la resignación era una salida triste, pero posiblemente efectiva ¿no era eso lo que había hecho por veinte años? Dejar que las cosas siguieran su rumbo y vivir de una manera tranquila y de bajo perfil era una opción decente si se veían las cosas desde su perspectiva. Pero ahora el trauma y el enojo no le dejaban vivir tranquilamente.
Eso ya no funcionaba.
—Creo que me gustaría hacer algo al respecto…
—Por eso hago virología con Chris y la B.S.A.A. —reveló —siento que aporto algo diferente para contrarrestar a la basura del mundo, aunque no sostenga un arma.
—Eso es admirable, Rebecca. Hace mucho que no sostengo una.
—¿Extrañas la vida militar?
—Extraño salvar a gente que lo necesita, y nadie sobrevive por servir café afuera de la Casa Blanca.
Sin darse cuenta, había pasado el tiempo que habían pactado con el abogado que Chris les sugirió.
—¿Rebecca Chambers? —preguntó un hombre elegantemente vestido, de cabello castaño y un portafolios en la mano izquierda.
Cuando la chica confirmó su identidad, se dieron la mano y entonces tomó asiento.
—Redfield me habló poco antes, pero no me dio todos los detalles —volteó a ver al exmarine ¿Billy Coen, correcto?
—Ese soy yo —dijo mientras cruzaba los brazos.
—Mucho gusto, mi nombre es Edward Frost, abogado especialista en Ley militar.
—Igualmente, mucho gusto.
—La situación es esta, señor —comenzó a explicar Rebecca.
Con atención, él le preguntó a ambos si de verdad estaban siendo honestos con sus declaraciones, y aparte de todo, vio que la opción de que Rebecca sea testigo en favor de Billy no era viable, debido a su propia investigación, pero las buenas noticias para ella son que si se muestra cooperativa con las autoridades, no tendrían por qué darle prisión preventiva, a diferencia de Billy, que él si tiene un delito militar encima que no prescribe y que se persigue de oficio.
—¿Y qué podemos hacer? —le preguntó nerviosa mientras tomaba la mano de Billy de manera notoria, situación que el abogado no pasó por alto.
—Para empezar, tienen que mostrarse neutrales entre ustedes, y tienen que dar a conocer que están dispuestos a colaborar para dar con la verdad, especialmente tú, Billy —señaló —tú eres el que tiene más por perder porque te saltaste una condena de ejecución, así que si el caso se retoma, pueden volver a ejecutarte, así que es hora de que ayudes a limpiar tu propio nombre.
—¿Eso puede reducirme la sentencia?
—Podría limpiar tu nombre, más si encontramos testigos de la corrupción de este general que mencionas.
—Seguramente mis compañeros están retirados, o muertos.
—Eso es una desventaja —volteó a ver a Rebecca —por tu parte, dices que los testigos de la parte que involucra la misión de capturar a Billy están…
—Muertos. Todos están muertos —contestó con tristeza —eran mis compañeros.
—Pues entonces bajo esa óptica, es tu palabra y tu percepción de los hechos. Podríamos decir que los cuerpos estaban tan deformes y destruidos que supusiste que se trataba de Coen, pero después de todo lo ocurrido no lo pudiste corroborar.
—Pero no fue así, colaboré con él, me salvó la vida…
—Sí, puedes decir eso y te condenas a ti misma. Necesitamos una estrategia —remarcó el abogado mientras anotaba los datos completos de Billy y cual fue su historial en la Marina, lo mismo procedió a hacer con Rebecca sobre su estancia en los S.T.A.R.S.
Tras recabar toda la información por escrito, procedió a retirarse y decirles que la tarifa iba ser gratuita para Rebecca, debido a que la B.S.A.A. había logrado contener un brote vírico que salvó la vida de su hermano más pequeño con una de las vacunas de la científica.
—Pero si esto va a salir bien, ustedes tienen que fingir que no se conocen —sentenció el abogado —no puedes ir por ahí tomándole la mano, ¿me entiendes?
—Supongo que sí —contestó Rebecca mientras Edward se levantaba de la mesa.
Finalmente, el abogado salió del lugar y les dijo que se pusieran en contacto con él la siguiente semana en cuanto encontraran testigos para defender al exmarine, pero con la advertencia de que, para poder defenderse, tenían que encontrar pruebas sólidas de que el exmarine fue víctima de un complot.
