Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen, son propiedad de Masami Kurumada. Los personajes extras sí son de mi pertenencia (no son ni adoptables ni prestables), así como la trama del fanfic. Disfruten el fic.
Té… cuento mi historia?
Te extrañé, Patriar… Padre
Al día siguiente, domingo de cena familiar…
En la elegante y gran mesa de roble lacado para 16, los catorce de la elite de Athena comenzaban a llegar para compartir el pan. En general se sentaban por orden de signo los primeros días, pero conforme pasaban los días Shion les fue dando libertades de sentarse donde les viniera en gana pues la idea era convivir y si mantenían siempre la alineación no podrían convivir con todos, por eso se decidió que el domingo era día de silla libre, es decir, se podían sentar donde y cerca de quien quisieran.
Afro de todos modos acostumbrado a su puesto, llegó como siempre temprano, antes que otro gañan le fuera a quitar su sagrada silla, que por costumbre lo hacía sentir cómodo y que de paso quedaba al lado del patriarca, un hombre sensato que no estaba jodiendo y gritando por las papas el pan o la sal como los demás todo el tiempo, aseguró su lugar al posar ese lindo trasero en la silla, y esperó a que los demás fueran llegando. Estaba cansado y aburrido, llevaba días así, sólo quería irse a dormir, si no fuera porque tenía que presentarse, hubiera cenado en su cama algo ligero.
En general era un caballero obediente y respetuoso, sólo se ausentaba del deber cuando su salud o causas de fuerza mayor se lo impedían.
Cruzó sus brazos sobre la mesa y recargó su cabeza, metiendo la cara cual gato en el hueco que habían formado sus brazos. Y así estuvo hasta que sintió que alguien movía la silla a su lado y se sentaba en ella. Sin levantar la cabeza dijo de forma burlona.
- Te debes estar muriendo de hambre para llegar tan temprano Mascara de la Muerte.
- La verdad sí tengo algo de hambre.
Afro levantó de inmediato la cabeza y se encontró con Mu de Aries sonriéndole.
- Oh, una disculpa Mu, pensé que eras el descarriado de la cuarta casa, como es el único que se sienta conmigo.
- Pues, el que llega temprano se queda con la silla. –le dijo riendo.
Afro sonrió y un silencio apacible se acomodó entre ambos caballeros.
Los demás se estaban tomando su tiempo…
- Sabes –dijo Mu de pronto –yo respeto mucho al maestro Dohko, pero creo que ahora se le fue un poco la mano.
- ¿Hum? ¿Con qué?
- Mi maestro habló conmigo, sabes que él está muy de acuerdo en que formemos más alianzas y amistades entre caballeros dorados, y le agrada que esté amistando contigo, y… también me contó las ocurrencias del maestro Dohko. Él tiene sus ideas muy arraigadas. Hay que tenerle algo de paciencia.
- ¿Insinúas que es un viejito que ya chochea? –preguntó Afro con su coqueta malicia.
- ¡Eh? ¡No, no, yo…! Ejem bueno… es-es cuestión de paciencia.
- Si analizas tus palabras –dijo el otro levantando una ceja y mirando al costado –suena a que eso quisiste decir.
- Bueno… no quiero faltarle al respeto Afrodita. –aseguró Mu, ya que él era muy correcto en ciertas cuestiones… pero en esas mismas parecía que Afrodita era aplastantemente directo.
- Ni yo quisiera, pero, la verdad no se anda con subterfugios. Puede que Dohko de Libra sea el mayor de todos junto con nuestro respetable patriarca, pero, me temo que el Misopethamenos sólo se aplica al aspecto físico y no así al mental. A veces me temo que Dohko se comporta como un ancianito cascarrabias.
- Lo siento –dijo con una risilla ante las palabras de Afrodita.
- ¿El qué?
- Lo que dijo el maestro Dohko, espero no haya sido hiriente para ti. –culminó con seriedad, evidenciando su preocupación.
- ¿Hiriente? –dijo el otro confundido.
- No debió prohibirte acercarte a los demás, son tu familia, y mucho menos debió llamarte mala influencia.
- No te preocupes –dijo con una suave risa –su concepción de mi persona no está desprovista de razones. No me ofende ni me hiere que alguien diga la verdad. Realmente creo que sí podría ser una mala influencia.
- Afrodita no digas eso. Yo lo conozco bien y te puedo asegurar que la intención del maestro Dohko no fue mala, y ni siquiera creo que haya querido ofenderte o hacerte sentir menos, de eso estoy seguro que ni se puso a pensar, sólo… bien ya lo dije, tiene sus ideas… pero no está petrificado créeme, creo que si te conoce más, el mismo entenderá que eres una buena persona.
- No creo que quiera conocerme. No me preocupa Mu y si te soy honesto, he pasado la mayor parte de mi vida separado de ustedes así que tampoco es que sea un cambio radical. –dijo tranquilamente mirando al frente donde un florero ponía color a la mesa con unas peonias
- Ah, ya veo –dijo en un suspiro mirando también hacia la mesa -¿O sea que no te importamos? –preguntó el tibetano con esa serenidad tan suya.
Afrodita se descolocó y de inmediato volteó a ver a Mu a los ojos aclarando con vehemencia -¡Yo no dije eso Mu!
- Bueno, lo inferí. –dijo sin perder la calma.
- Pues no fue mi intención –dijo Afrodita suspirando y mirando la madera del comedor –La verdad es que, me gustaría llevarme bien con todos aquí, hasta, creo que en el fondo añoro la familia de la que hablas –dijo sin pensar demasiado sus palabras, sólo siendo honesto consigo mismo –es sólo que no me gusta hacer castillos en el aire. Creo que es muy clara la relación que cada caballero dorado lleva con cada uno de los otros once. A estas alturas creo que las cosas ya están como están, es algo tarde para cambiar lo hecho por el tiempo, que a fin de cuentas es lo que construye toda relación.
- Afrodita nunca es tarde. Sólo mira nuestro caso, el tiempo nos enfrentó a ambos en más de una ocasión, deberíamos ser entonces enemigos acérrimos, y mira, a pesar de las peleas descubrimos que ninguno le guardaba ningún tipo de rencor al otro, al contrario diría que ambos tomamos las cosas con bastante sensatez y madurez. ¿Por qué tiene que ser diferente con los demás? Quizá descubras sorpresas positivas.
- Oh claro, Aioria por ejemplo…
- ¿Qué tiene que ver?
- Sabes que no me tolera, y ahora ya sé el por qué peleaban aquella tarde en Barbados. Agradezco tu sensatez en no comentar nada para no entorpecer la misión, pero la boca de Aioria es tan impulsiva como su persona… Y ahora que se está reconciliando con algunos, habla de más.
- ¿Algunos?
- Específicamente Shura. Fue el quién me preguntó por el incidente y ahí me enteré. Ah… Mu respecto a eso, agradezco que hayas hablado en mi favor, pero como ves, eso te causó una pelea con Aioria.
- Aioria… -dijo cansado –cuándo aprenderá a usar la cabeza y cerrar la boca, tendría que dejar de ser tan impulsivo.
- Es más fácil que Dohko me quiera.
Mu soltó una sincera risa y dijo – Si te conoce estoy seguro que lo hará.
- Alabo tu optimismo Mu…
- Creo que debería hablar con Aioria, alguien tiene que hacerlo madurar.
- Sí claro e iniciar otra pelea entre tú y él por mi causa. Ya son legendarias las discusiones que han tenido tú y ese león terco, a ustedes les ha faltado casi nada para terminar a golpes, no quiero que de una buena vez terminen por romperse la nariz. Ah… ¿Lo ves Mu? quizá… a eso se refería Dohko cuando dijo que amistar conmigo no les traería nada bueno, directa o indirectamente puedo ser causa de problemas y discordias y si sacan a colación todo lo que tuve que hacer en la época de Arles, ja, entre reclamos, quejas, dimes y diretes seguro estalla una guerra de los mil días. –El sueco suspiró cansado –Por eso digo que estamos mejor así…
- Pues no estoy de acuerdo, creo que podríamos estar mejor. Y respecto a Aioria, créeme Afrodita, no necesito de ti para pelearme con él, por sí sólo me da mil razones para querer noquearlo dos veces por semana. En general nos llevamos muy bien, pero cuando la situación se pone seria y amerita sensatez y mente fría, puedo contar con Aioria para hacer todo lo contrario. ¡Si parezco el grillo de su conciencia! ¡¿Tienes idea cuantas veces he tenido que detenerlo para que no haga algo insensato que nos metería en problemas a todos?!... Ese se enoja y pelea con medio mundo, hasta a nuestra Diosa le tocó. Si Aioria no se pela con él mismo es porque no puede. Alguien debería de remover todos los espejos de la casa de Leo. –culminó el carnero con fastidio echándose sobre el respaldar de su silla.
Y mientras el ariano hablaba muy en serio, Afrodita no pudo evitar que el último comentario le hiciera gracia y soltara una carcajada.
- ¿Pero que dije? –dijo el carnero sin comprender y con una expresión de incertidumbre.
En eso entraba Shion y le agradó sobremanera ver así los dos muchachos, al parecer estaban tenido un momento de camaradería agradable. Como debía ser.
- Me alegra ver a ambos tan contentos.
Ambos jóvenes al ver al patriarca se pusieron de pie y le saludaron con la reverencia de rigor.
Shion fue a la silla de la cabecera y tomó asiento.
- Veo que has tomado en cuenta mis palabras Afrodita. Me alegro mucho hijo, espero verte pronto conviviendo tan amenamente con tus otros hermanos.
- Bueno señor –con duda y siendo honesto intentó decir –la verdad no creo que-
- Tarde mucho –completó Mu cambiando la frase -Sólo es cuestión de que le den una oportunidad de conocerlo.
Afrodita volteó a ver intencionadamente a Mu, pues contrario a lo que pensó Shion, ellos sabían que el tema de su charla no había sido uno precisamente ameno, al contrario, eran las miles de razones por las que tratar de unir de nuevo a la orden dorada como hermanos estaría peor que en chino. Pero Mu sólo le asintió con una leve sonrisa, diciéndole así en su particular estilo, que todo estaría bien, pese a lo mucho que Afro lo dudara.
En eso llegaron otros caballeros dorados y fueron tomando asiento en donde se les pegó la gana.
- Mu llegaste temprano. Pero veo que no tan temprano, este pez acaparador debió llegar primero, siempre se agenda la silla que está cerca de su santidad –dijo Milo riendo y tomando la otra silla que quedaba al lado de Shion –pero hoy no serás el único privilegiado sardina.
- Milo, respeta a tus compañeros.
- Siempre lo hago su ilustrísima, delante de otros claro, pero estamos en familia.
Shion sólo rio y negó con la cabeza, porque le gustó la palabra que usara Milo. Familia… eso es lo que quería que fueran de nuevo.
- Mu, ya que llegaste antes debiste tomar esa silla, ya te la ganó el bicho de covacha, por despistado. –dijo Kanon sentándose junto a Milo.
- No soy ningún bicho de covacha, Saga 2.0.
- Mira hijo de la aracn-
- Muchachos –reprendió Shion antes que Kanon y Milo iniciaran una de sus peleas infantiles.
- ¿De qué me perdí? –dijo Dohko llegando al salón, viendo que la silla al lado de su amigo ya estaba tomada por Milo. –Esa es mi silla Milo.
- Maestro con todo respeto –dijo Milo con su sonrisa ladina –es domingo de silla libre y el honor de comer al lado de su santidad me lo ha ganado mi puntualidad a la mesa.
- Milo tiene un punto Dohko.
- No importa –dijo tomando la silla al lado de Kanon y sólo al sentarse, se percató que junto a Afrodita estaba Mu.
- Hey pero si aquí está tu hijo putativo Shion.
- Dohko…
- Todos lo pensamos Shion –dijo bailando las cejas. -¿Mu que haces allá? No me digas, Milo llegó primero y te robó el asiento.
- No –dijo amablemente -yo elegí este asiento.
- Excelente elección Mu –dijo Shion pero sin mirar a su alumno, más bien clavando su penetrante mirada en Dohko. Ese par podían entenderse sin hablar y Dohko no pasó por alto la indirecta.
Dohko sólo suspiro y no dijo más, no quería otra discusión con Shion.
- Buenas noches –entró Camus saludando en compañía de Saga.
Todos respondieron el saludo y Camus fue a sentarse al lado de Mu, mientras Saga iba junto a Dohko y su hermano Kanon.
A Saga le dio mucho gusto ver a Afrodita cerca de esos dos, pues Saga deseaba que Afro recuperara a los hermanos que él le había hecho perder y que en su momento le dolieron bastante al pisciano. Él mejor que nadie, incluso que el propio Afrodita, sabía la falta y el bien que le haría a Afrodita recuperar a esa familia que lo crio cuando niño.
Cuando se sentaba, Kanon le regaló una de sus sonrisas de medio lado mientras le hacía señas sobre Milo sin que este se diera cuenta y Saga sólo bajó la vista y se rio, su hermano no tenía remedio. Pero, realmente, agradecía poder sentarse a su lado y compartir la comida, agradecía que Kanon estuviera vivo...
Shura entró acompañado de Aioros platicando con aquella camaradería de antaño, saludaron a todos, y tomaron asiento al lado de Saga.
Aioria venía entrando con Aldebarán y el torito ni tardo fue a sentarse junto a Camus, haciendo sentir chiquito al francés que poco acostumbrado estaba a estar al lado de Alde en la mesa.
- ¡Camus! ¿Qué cuenta la Francia? –dijo de buen talante palmeando a Camus dos veces en la espalda con sus manazas haciendo que el francés se fuera dos veces hacia adelante, causando las risillas de los otros.
- La Francia no habla Alde. –dijo el otro tosiendo un poco recuperándose de los cariños de Aldebarán.
- Ni Camus tampoco –dijo Milo desde su asiento con su sonrisa ladina. –Te vas a aburrir Alde.
- A ver gañanes, ya llegaron la iluminación y el alma de esta cena, podéis comenzar a tragar en paz. –anunció cínicamente Mascara de la Muerte llegando con Shaka.
El italiano buscó con la mirada a su hermano del alma y para su decepción lo encontró demasiado flanqueado como para sentarse cerca de él.
- ¿Y ahora? –se dijo escudriñando la mesa, y el único asiento que quedaba era al lado de Aioros o al lado de Aioria…. Mejor Aioros.
Y ni bien había hecho la elección mental, cuando vio que Shaka ya se sentaba junto a Aioria, sin siquiera abrir los ojos, a fin de cuentas a este santo, los egos del mundo terrenal le eran indiferentes.
Mascara Mortal sonrió y se encogió de hombros sentándose junto a Aioros.
- ¿Qué hay arquero?
- Bienvenido Mascara Mortal.
- Gracie. ¿Y a quien tenemos por aquí?-preguntó el italiano viendo su lado de la mesa. –Hey… soy un genio sin proponérmelo. Bueno cuando se tiene intuición se tiene –dijo falto de modestia como siempre.
- ¿A qué te refieres mascara mortal? –preguntó Dohko.
- No sabía que hoy se habían alineado por edades ¿por qué nadie me avisó? Pensé que era domingo de silla libre. Ya se me hacía raro, con razón no me apartaste silla pisciollino.
- Es domingo de silla libre Mascara de la Muerte –dijo Shion algo contrariado, pero entonces miró a cada lado de la mesa y se percató que Mascara Mortal tenía razón en algo. Parecía que se habían puesto de acuerdo para sentarse por edades excepto por Milo. – Es verdad casi todos los mayores están a mi izquierda.
- ¿Casi?
- Sí, mira a mi lado, creo que no notaste a Milo.
- ¿Eh? -Dijo inclinándose lo más que pudo sobre la mesa para ver bien al final del extremo de la mesa –Hey, pero si el bicho está aquí, ni siquiera había notado que faltaba.
- ¿Cómo te puedes olvidar de lo más bello de este santuario? –reclamó el escorpión ofendido.
- Lo más bello de este santuario está sentado justo frente a ti bichín, oficialmente hablando. –respondió el ladino italiano.
Milo miró al frente donde estaba Afrodita, y con su sonrisa de medio lado dijo – Podrá ser el más bello de los 88, pero a sensualidad, aquí nadie me gana. Soy lo más sexy de los 88 combatientes.
- Modestia aparte –dijo Saga riendo.
- Sí Saguita, modestia aparte, en casos tan obvios como este, la modestia sería hipocresía -dijo Milo fingiéndose ufano.
- Cuidado con ese ego, nos puedes aplastar a todos –dijo Aioros y todo mundo rio de buen agrado.
- Lo sé lo sé –dijo Milo –trataré de mantenerlo bajo control, por amor a ustedes, porque a veces la verdad, es algo demasiado duro de enfrentar.
- Bueno –dijo Shion –me alegra ver que estamos de tan buen humor hoy. Ágata –pidió amablemente –ya pueden servir la cena.
- Sí gran maestro.
La mujer del servicio fue a traer los carritos con las viandas y sus ayudantes comenzaron a servir todo el menaje.
Mientras servían Mascara Mortal habló desde el final de la mesa –Afro ni modo, hoy no te tocó suerte, sé que me vas a extrañar, pero confío en que sobrevivas hasta el final de esta cena alejado de tu más grande alegría –Afro sólo negó y sonrió, aguantando la carcajada por las ocurrencias de su hermano.
- ¡Jajaja Hablando de mi modestia cangrejo!
- Tú lo dijiste Milo, la modestia se vuelve hipocresía ante una aplastante verdad.
La verdad pese a ser demasiado diferentes, Afrodita se sentía más en confianza con ese loco italiano que con nadie. Ojala pudiera tener esa complicidad con los demás, pensó, pero solo, como una vil quimera.
La cena comenzó con bastante buen ánimo y todo mundo conversaba con las personas a su alrededor. De una forma u otra acababas metido en la conversación del de al lado, ya fuera que la hubieras comenzado directamente o hubieras terminado metiéndote en ella. Por eso Shion incentivaba los cambios de lugar para incentivar el convivio entre los chicos.
Pero mientras la cena transcurrió Afro participaba muy poco, no por falta de conversación, pues como buen piscis tenía para dar y repartir cuando del uso de la palabra se trataba, pero la verdad estaba demasiado cansado, casi se le cerraban los parpados y se le hacía eterno acabar de comer. Escuchaba las conversaciones a su lado como un eco lejano, no sabía por qué estaba tan cansado.
De pronto notó que frente a su rostro unas pinzas de pan peleaban por alcanzar unas piernas de pollo doraditas y esa rareza lo sacó de su letargo. Al voltear a ver de dónde habían salido aquellas cosas, descubrió que era Aioria que en su frenesí carnívoro en lugar de pedir a sus compañeros le pasaran la bandeja, estaba casi sobre la mesa, tratando de alcanzarlas el mismo con lo que podía. Soltó las pinzas de pan e intentó con el enorme pincho para carne.
Afrodita sólo suspiró tomó la bandeja y parándose un poco se la pasó.
- Aquí tienes.
- Gracias –dijo el León tomando la bandeja y atacando al pollo.
- Aioria –lo reprendía Camus –pudiste pedirnos la bandeja en lugar de casi saltar sobre la mesa.
- Pides demasiado Camus –dijo Milo desde el otro lado –las bestias panzonas no razonan.
- Igual que los escorpiones rijosos –dijo Aioria sin dejar de morder su pollo.
- Hermano no se habla con la boca llena. –le riño Aioros.
- O sienfo –dijo Aioria de igual forma.
- Ah… -suspiró el arquero.
- No es fácil educar a los hermanos menores Aioros, te sugiero que te armes de paciencia. –Le dijo Saga.
- Je, la debes tener difícil con Kanon.
- Difícil es poco.
- Caa-te Jaga –dijo su gemelo con un buen trozo de bistec y puré de papa en la boca.
La cena transcurrió en armonía y cuando todos terminaron, salieron a una de las amplias y bonitas terrazas del templo del patriarca a hacer sobre mesa.
Sin embargo cuando todos salían metidos en sus animadas conversaciones, nadie se percató que uno se rezagó, y aprovechó para emprender graciosa huida.
Al llegar a su templo, lavó su boca, cepillo sus cabellos los cuales amarró en una coleta en su nuca, se cambió y se echó pesadamente en su cama.
No tenía ni cinco minutos de haberse tirado en su cama cuando ya estaba fuera de combate profundamente dormido.
Una hora después…
Dicen que cuando te diviertes el tiempo vuela y en medio de la afable convivencia familiar Kanon les hizo ver el faltante.
- Oigan… como que aquí falta alguien ¿no?
- ¿Uh? –Aioria miró a todos lados –yo nos veo completos.
- No… ¡Ah, ya sé! ¿No notan que falta una dosis de… belleza por aquí? –ironizó Kanon con su risilla ladina.
- ¿Eh? ¿Belleza Kanon?... ¡Oh te refieres a Afrodita! –dijo el torito –Oigan –dijo mirando alrededor –es cierto ¿a dónde se fue?
- Ahora que lo mencionan –comentó Camus remembrando –creo… que luego de la cena ya no lo vi.
- Hey es cierto. ¿A dónde se fue esa rosa con patas? –preguntó Mascara Mortal buscándolo con la mirada. –¡Keh! Demonio de charal, no se le quita esa costumbre de escurrirse como el pescado que es. Voy a ver a dónde se metió –dijo el italiano separándose del grupo.
- Pues tampoco es que haga mucha falta –comentó Aioria y por suerte Mascara no alcanzó a escuchar.
- Aioria…
- Es la verdad Camus –dijo riendo – ¡Mira, tan no hace falta que quien sabe desde cuando se fue y ni siquiera lo notamos! Estaría de más.
- Aioria ya te había pedido en Barbados que te guardaras tus comentarios.
- Me dijiste que me los guardara delante de Afrodita Mu, y como ves, ese no está por aquí, no estoy faltando a tu petición.
- ¿Hay algún problema muchachos? –preguntó inquieto Aldebarán ante los comentarios de ambos caballeros.
- Ninguno. –dijo Aioria restándole importancia.
- Sí… sólo la boca floja de este león imprudente.
- Hey Mu ¿Ahora qué se supone que hice?
- Se supone que estas reuniones son para fomentar la armonía y las relaciones entre los caballeros dorados, pero cómo se supone que logremos algo con necios como tú Aioria.
- ¿Ahora yo tengo la culpa que se haya ido? –se quejó el otro casi como niño regañado.
- No te culpo de que se haya ido. Pero estas reuniones son para convivir y fomentar el compañerismo, no para pelear.
- Pues que conste Mu que a pelear iniciaste tú. –dijo el otro con inocencia.
- ¿¡Yo?! ¡Aioria de verdad que eres peor que un chiquillo!
- ¿Qué ocurre muchachos? –preguntó Saga acercándose preocupado al escuchar al siempre pacifico Mu levantar la voz. -¿Por qué están peleando?
- Nada. Aquí Mu, que nada de lo que hago últimamente le parece bien.
- Ni últimamente ni desde que te conozco, ya madura Aioria.
- ¡Que madure? ¡Pero si yo-
- Aioria tranquilo. Mejor díganos ¿por qué se pelean? –preguntó su hermano mayor.
- Por idioteces.
- ¿Idioteces? –preguntó Saga quien también trataba de mediar.
- Bueno –le dijo afilando la lengua –una idiotez con nombre y constelación, que tú conoces muy bien Saga.
- No te entiendo Aioria –dijo Saga genuinamente intrigado.
- Tu querido hermanito Afrodita. –le espetó molesto.
- Pues ¿qué hizo Afro? –preguntó el mayor en toda la disposición de escuchar antes de enojarse con nadie.
- Existir –respondió Mu.
- Ya no entendí a ninguno –dijo Aioros con una graciosa expresión de confusión en el rostro.
- Mu que se empeña en buscarme pleito por causa de esa piraña.
- ¿Ahora yo Aioria?
- Chicos así no vamos a solucionar nada ¿quieren por favor explicarse? –pidió el Arquero.
Mientras tanto en piscis…
- Diavolo di pesce. Dove si è nascosto?
Al no encontrarlo por el templo del patriarca, Mascara bajó a Piscis. El cangrejo fisgoneó por la casa de piscis hasta que fue a dar a su habitación y ahí con lo confianzudo que era, entró sin tocar.
Ya iba a gritar uno de sus saludos, cuando notó la pelota quieta en la cama. Se acercó a paso de gato hasta quedar a centímetros de su cara para observarlo bien. Y es que Afrodita tenía la particularidad de no roncar, lo que hacía difícil a simple vista saber si estaba dormido o sólo estaba fingiendo. Luego de unos momentos conociendo el ritmo de una respiración pesada, descubrió que su hermano efectivamente estaba durmiendo profundamente.
- Jum… granuja con que por eso me dejaste solo flojonazo. Te urgía correr a tu camita…–sonrió de medio lado y con cuidado subió la sabana que se había caído un poco para taparlo bien. -¿Quién fuera tú, eh? Los Dioses se fijaron hasta en los detalles contigo, no roncas, eso de seguro te hace aún más atractivo a las mujeres –dijo en un susurro -¿Sabes cuantas me han echado de su cama por mis ronquidos?. –Mascara se incorporó y miró en dirección a la ventana –Ya comienza el fresco, a esta altura, el invierno llega antes de tiempo. Las primeras casas mínimo tenemos algo de la protección de la montaña, pero Piscis es un rompevientos natural, y con Camus de vecino –el Italiano reprimió la carcajada y mirando a su durmiente hermano susurró -¿cómo no te congelas los huevos?
Aguantándose la risa dejó el cuarto a prisa antes de soltar la carcajada y despertar a su amigo.
El lunes de nuevo hubieron de compartir la mesa y la cena, esta vez sentados de acuerdo al orden de la rueda zodiacal representada en la mesa. Quedando Mu y Afrodita a diestra y siniestra de Shion respectivamente.
Afrodita estuvo menos participativo que de costumbre y sólo se limitó a comer, todos parecían estarlo pasando bien, casi…. En familia.
Le agradaba ver a su hermano Mascara de la Muerte comenzar a tratar con los otros, en su irritante manera claro, pero bueno era mejor que si lo aceptaban y llegaban a quererlo, lo hicieran tal cual irreverente y desquiciante como era. Sería mejor para sus hígados y salud mental.
Notó que Saga y Aioros cada día reconstruían esa amistad tan entrañable de antaño. Estaba feliz por Saga, pues sabía los muchos remordimientos y culpas respecto a Aioros que flagelaban el corazón del mayor de los gemelos, y no deseaba verlo sólo, y Saga sí que se autoexcluía sintiéndose inmerecedor de amigos cariño o familia, gracias al cielo, la mayoría estaba haciendo lo posible por acercarse a él y darle su comprensión y cariño fraternal. Ahora que sabían por lo que había pasado, al menos comprendían que Saga no había sido del todo responsable tanto como fue víctima y trataban de ayudarlo. En especial Aioros, quien recordaba las veces que un Saga adolecente trataba de alejarse de el por su bien y con los ojos razados en lágrimas, lagrimas que el arquero no podía comprender, repitiendo que él no era la buena persona que Aioros creía.
Ahora que comprendía todo, Aioros se desvivía por brindarle a Saga la ayuda que en el pasado no le había dado.
No cabía duda que Aioros hubiera hecho un gran patriarca y quizá algún día lo sería.
Daba las gracias de que hoy fuera día de sentarse según signo pues Camus era un excelente vecino, era callado y educado, no hacía por sacar platica innecesaria y si acaso le respondía en monosílabos a Milo quien sí que se la pasaba jode y jode desde su silla.
No es que no le gustara platicar con él, siendo honestos Camus era de las pocas personas con las que Afrodita podía tener una larga confortable y amena charla en el santuario y en especial porque tenían intereses similares. Sin embargo hoy, Afro no se sentía bien. Así que ni bien terminó la cena, hizo el mago y desapareció de nuevo.
El martes al medio día hubo entrenamiento para los caballeros dorados, arduas horas de practica y combate cuerpo a cuerpo, a un nivel que todo el resto de la orden de Athena se peleaba por llegar a tiempo a ver. ¡Diablos eran grandiosos! ¡No por nada eran el orgullo de la orden de Athena!
Antes de terminar, los de plata y bronce, fueron requeridos a volver a sus labores pues tenían cosas que hacer, no podían gastarse todo el día viendo a los dorados, así que aunque en medio de quejas estos se fueron a hacer sus labores. Y en cuanto los dorados se vieron solos se relajaron más de lo debido. Al final, en tiempos de paz, el entrenamiento no era tan demandante y podían darse ciertas libertades, como las de tomarse ciertas cosas a juego, y los entrenamientos derivaron en juegos rudos y bromas pesadas para algunos de los más hiperactivos.
Camus de Acuario serio y disciplinado no vio objeto en entrenar con una bola de adultos que más parecían niños y cansado de las jugarretas de Milo a las que Aioria y Kanon se había unido, rodando lo ojos se retiró del campo y se fue a sentar a una grada con una toalla en el cuello.
- ¿Ya cansado Camus?
- ¿De las tonterías de ese par? Sí maestro Dohko.
- Vamos muchacho anímate, por qué no entras al juego.
- Esto es un entrenamiento maestro Dohko, no un jardín de niños, pero estos no se toman nada en serio.
- Hijo, estamos en tiempos de paz, no se puede ser tan rígido todo el tiempo.
- Pues lo lamento, yo no bajé al coliseo para jugar, así que me retiro.
Milo y Aioria que lo escucharon, intercambiaron miradas ladinas. Ya vería ese snob estirado…
Shura por su parte era otro que se tomaba todo muy en serio y entrenaba combate cuerpo a cuerpo con Afrodita.
- Hoy estás muy lento niño pez.
- ¡No molestes Shura… mejor cuida tu defensa!... ¡Ja! Lento dices ¿eh?
- Fiuuu… ¡Cerca! Admito que no estuvo mal, pero, te noto oxidado ¿es la edad?
- ¡Eres más viejo que yo! –le rebatió riendo sin dejar de combatir.
Afrodita le lanzó un golpe que el español esquivó y en un momento lo devolvió con una patada que Afrodita esquivó lanzándose al suelo, pues casi la recibe de lleno.
- Vaya… mejoras –dijo el sueco retomando el aliento desde el suelo.
- Y tú empeoras… -dijo Shura acercándose para darle la mano –ese no es tu estilo para esquivar golpes Afro. Ya, ahora lo digo en serio, hoy no te noto al cien… ¿Te pasa algo?
- ¿Qué, tan mal me vi? –preguntó aceptando la mano del español para pararse.
- Cuando digo que sueles ser más veloz lo digo en serio, eres el más rápido de los doce, tu agilidad es sorprendente pero hoy te noto algo disperso y… –agregó viéndolo de cerca –algo pálido.
- Sólo estoy cansado. Las guardias de madrugada que he tenido no me han sentado bien.
Shura se acercó al chico y le revisó con interés el borde del lagrimal pues notó que este se veía algo blanquecino.
- ¿Si has estado comiendo bien?
- Sí.
Shura frunció el ceño revisando la parte interna del parpado inferior -¿No tendrás anemia?... ¿Quieres ir a la fuente?
- ¡Jajaja no exageres! –dijo Afrodita quitándoselo de encima –No, sólo necesito dormir, eso es todo.
- Pues si es por eso, creo que por hoy es suficiente entrenamiento. Hoy también tienes guardia de madrugada ¿verdad?
- Sí.
- Pues… por qué no vas a tu casa te das un baño de agua caliente comes algo y duermes un rato. Te ayudará con la guardia de hoy. –dijo preocupado, Afrodita como buen nórdico tenía una piel muy blanca, era el más pálido de los doce, pero una cosa era su piel de leche y otra que hoy le notaba un color… ¿diferente? Quizá sí necesitaba dormir.
- Ah… creo que te tomaré la palabra. Aunque el agua caliente justo ahora no se antoja.
- Es por salud, luego de un entrenamiento el agua fría es muy mala idea.
- De acuerdo.
- Entonces ve y descansa.
Afrodita asintió se despidió de Shura y fue a tomar su toalla de las gradas, se quitó sus guantes de cuero negro y se disponía a irse cuando…
- ¡Fils de #$$%!
- ¡Corre Aioria corre! –decía Milo y a un tiempo dijeron…
- ¡Dispersión! –y salieron disparados en distintas direcciones. Así Camus no podría atacar a ambos.
Y ya que Aioria había empezado –¡Polvo de diamantes!
Al verse acorralado, Aioria que pasaba justo al lado de Afrodita, tomó al desprevenido sueco con toda la intención de cubrirse con él y lo lanzó contra la corriente, y fue él quien recibió el chorro helado. Incluso para Camus fue demasiado tarde para detener el ataque que si bien no era nada del otro mundo, no era dirigido al inocente sueco.
Cuando Afro se dio cuenta, no estaba herido obviamente, pero en cambio el pobre estaba cubierto de escarcha y estaba tiritando de frio.
- ¡Aioria! –lo reprendió Shura mientras el otro se desbarataba en carcajadas.
- ¡¿Qu-qué di-diablos- te-te pa-pasa Camus?! –reclamó el sueco tiritando.
- Perdóname Afrodita –dijo el francés bastante apenado llegando donde su compañero y dispersando de inmediato el hielo de su cuerpo –esto no era para ti. Era para el idiota que está detrás.
- ¿¡Están locos?! ¡Saben lo peligroso que es enfriar el cuerpo así luego de un entrenamiento! –les reprendió Shura.
- ¡Jajajaja vamos Shura, es un caballero dorado, no va a morirse por esto jajaja!
- Jajaja ahora si pagaron peces por pecadores jajaja –dijo Milo quien se acercaba riendo.
- Ustedes no se toman nada en serio ¡ya maduren! –les dijo Camus muy molesto a ambos pues no contentos con la bromita de mal justo que le habían jugado al francés desatando su molestia lo habían hecho hacer blanco de su venganza a Afrodita.
- Ah… me voy –dijo el sueco sin ánimos, tomando sus cosas y dejando el coliseo.
Ni ganas tenía de pelear. Sólo quería llegar a su casa, comer y dormir toda la tarde.
- Se te pasó la mano Aioria –reprendió Aioros. –Shura tiene razón, esto es peligroso.
- Ay por favor hermano, somos caballeros dorados, el agua fría no nos hace daño, no somos humanos comunes.
- Esto no fue agua fría, es el aire helado de Camus.
- Pero si fue una briza, no usó su poder real –defendió Milo.
- Esta simple briza de Camus hubiera matado a un ser humano común. Afrodita estaba caliente de entrenar ¿qué no piensan par de descarriados?
- Maestro Dohko ¿usted también nos va a regañar? Ya sabe que esa piraña es inmortal. Cuantas veces no se ha muerto y aquí lo tenemos –Milo y Aioria rieron divertidos pero al ver que nadie los secundaba y al contrario los miraban con reproche mejor se callaron.
- Fomento la camaradería y los juegos de hermanos, pero también fomento la responsabilidad y la madurez, por eso ya que se divirtieron y son tan buenos amigos. Cien vueltas al coliseo y agarraditos de la mano.*
- ¡Maestro Dohko! –se quejaron ambos mientras los demás soltaron la carcajada.
- Son caballeros dorados ¿no?. Eso no los matará, así que… ¡Con ánimo tortolitos! Vuelta uno… -ordenó Dohko con esa actitud ladina y burlona tan suya.
Ambos se quejaron y arrastrando los pies y de la mano se dirigieron a la meta que les marcó Dohko.
Afrodita por su parte, llegó a su casa, se dio un baño de agua caliente, apenas si comió algo de su plato y se fue a dormir. Para las doce de la noche estaba listo para comenzar su guardia.
Por el techo roto de su casa el aire se filtraba aullando por el templo y haciendo bailar sus cabellos y su capa.
- Ya se siente el frio del invierno…. Y ser la casa de hasta arriba no ayuda. ¡Achu! Ay… creo que voy cambiando mi capa de seda por una de lana…
Miércoles de Cena Dorada…
- Que delicioso está todo hoy. –decía Aioria sentándose a la mesa.
- Como que no hay nada vegetariano en la mesa Aioria. –dijo Aldebarán.
- Qué malos –dijo riendo -¿No pensaron en Shaka?
- Yo lo veo feliz –dijo Aioros con una sonrisa de incredulidad mirando en dirección al indio.
La mesa era todo un festín para los carnívoros pollo, costillas, sillón, estofado, que mejor para hombres que necesitaban tanta proteína como ellos. Hasta Shaka estaba ya sirviéndose estofado sin culpa. Todo mundo se quedó de piedra…
- Shaka… -dijo Milo sin creer lo que veía -¿no que los budistas no comen carne?
- ¿Quién te dijo que soy budista Milo?
- ¿¡Eh?! Pero… que tú no… pues… pero… ¡Pero qué no hablas con Buda?
- Sí. Me guían sus enseñanzas pero no soy él. El budismo no es realmente una religión, solo una enseñanza, un ejemplo de vida, una filosofía, pero la han tergiversado. Cada quien debe encontrar su propio camino.
- Pe-pe…. Pero ¿Entonces?
- ¿Entonces qué compañero?
- ¿Qué si sigues sus enseñanzas no tienes prohibido comer carne?
- ¿Quién dijo eso?
- ¡Pues…. Pues Buda!... ¿No?
- Nada me ha comentado –dijo con una sonrisa. – Y él nunca me ha impuesto una dieta.
- Pero… entonces…. Yo…. El budismo… la-la….
- Le vas a reventar el cerebro a Milo con esa revelación Shaka jajajaja –Kanon se atacaba de la risa mientras Milo de verdad que no asimilaba la confesión, al igual que varios ahí.
- No es bueno dejarse llevar por estereotipos Milo. Sólo resumen verdades a medias, diseñadas a gusto de quien la crea.
- Pero yo pensaba que tú…. ¿qué no vives del mana del cielo o algo?
Shaka sonrió –Me temo que aún no alcanzo ese estado. Si no ¿por qué entonces nunca falto a la mesa? No creerás que la comida en mi plato se va a algún sámara ¿o sí?
Ante la respuesta de Shaka todo mundo se echó reír, Milo bajo la cabeza apenado y sonriendo aceptando la derrota de su comentario. ¡Pues claro! ¿Qué acaso no lo había visto comer?
- Ok Buda, tu ganas. Pero admito que es una revelación saber que comes carne.
- Milo, soy humano como todos ¿qué querías que comiera?
- No sé… plantas o algo así.
- Las plantas también son seres vivos, que no puedan hablar como nosotros no significa que carezcan de inteligencia sentimientos o derechos. Por eso no creas en las mentiras de los vegetarianos. Comer sólo verduras no significa que no estás dañando seres vivos, ellas, las plantas y vegetales, están vivos, sienten e incluso están más avanzadas en todos los aspectos que la misma raza humana. Ellas se conectan por redes interminables a todo el planeta, saben lo que ocurrirá con mucha antelación, entienden lo que significa estar conectados mucho mejor que muchos sabios y profetas en la historia de la humanidad.
- No lo sabía.
- Pregúntale a Afrodita. Él mejor que nadie lo entiende, él puede comunicarse con las plantas y te dirá que a su manera, incluso gritan cuando una hoja les es arrancada. Los humanos se inventan mentiras para vivir su utopía. No le haces menos daño a una planta que a un animal al comerla. Todos necesitamos de todos. Los humanos no son capaces de vivir sin la proteína de la carne, mucho menos guerreros como nosotros, necesitamos carne, frutas verduras y semillas para mantener sano este cuerpo, hay que agradecer cada alimento y bendecir el alma que estuvo detrás, y en pago, debemos actuar como hermanos mayores de la creación, ser sabios, cuidar lo que tenemos, y comprender que al final todos nos alimentamos de todos. En ese sentido somos uno, vivimos en un ciclo, y al final cuando nuestros cuerpos mueran alimentaremos la tierra y ella alimentara a las plantas y los animales, se nutrirán de lo que fuimos dando paso a un nuevo ciclo de vida. No hay tal superioridad en dejar de comer carne, es sólo la hipocresía humana, que busca elevar su ego llamándose benefactor de la madre tierra, cuando vegetariano o carnívoro seguirá siendo su verdadero depredador hasta que no despierte de su utopía.
Todo mundo se lo quedó mirando admirado. No habían pensado en nada de lo que Shaka dijo, y la verdad tenía toda la boca llena de razón. Lo habían estereotipado, escuchando las ideas modernas del budismo a medias, pero no tenían ni idea.
- ¡Yo siempre lo supe! –aseguró Kanon pues él jamás había creído en las tonterías del veganismo.
- Caray que interesante Shaka, algo así había escuchado sobre las plantas en un documental que hizo estudios científicos en ellas con electrodos, y la verdad es muy interesante. En ese documental escuché también que cuando vas a cortar un vegetal, es prudente pedirle que se desmalle para que no sienta el dolor del corte, ya que las plantas sienten temor y pueden sufrir desmayos ¿es eso cierto?
- Sí. ¿No es verdad Afrodita?
- ¡Pero y eso de la huella de carbono? –interrumpió muy curioso el león Aioria a su lado.
- Eso también te lo puede responder Afrodita –dijo Saga –es biotecnólogo.
- ¡¿Eeeh?! –exclamó la mayoría. Pues estaba quedando claro que muy poco sabían los unos de los otros.
- ¡Que interesante, no sabía que Shaka comía carne ni que Afro tenía una carrera tan exótica! ¿Qué nos puedes decir al respecto Afro? –exclamó Alde emocionado mirando a la silla de piscis pero… -¿Y Afro?
- ¿Eh? ¿No ha llegado? –preguntó Mascara Mortal intrigado.
- Pues ahora sí se le hizo tarde. –dijo Dohko, pues si algo tenía el pez era su disciplina, era de los primeros en llegar a toda junta o reunión.
- Se le habrá hecho tarde por algo –dijo Shion extrañado al ver que no terminaba de llegar.
- Quizá se metió a bañar, hace rato terminó su primera guardia vespertina del mes. Si me permite voy a buscarlo su santidad.
Shion iba a dar permiso a Mascara de la Muerte para que fuera por él, cuando una doncella del servició se acercó a su santidad para darle un rollo de papel. Shion lo leyó y despidió a la chica.
- Ya veo. Gracias Dafne, puedes retirarte.
- ¿Maestro, entonces voy?
- No Mascara siéntate. Afrodita me manda decir que lo excuse por esta noche, y nos desea buen provecho a todos.
- ¿Eh? Pero… ¿por qué no viene?
- Al parecer está un poco cansado Mascara de la muerte. Eh… hijo, al respecto ¿no prefieres que usemos de nuevo tu nombre de pila?
- No su santidad, pierdo el estilo.
- Ah… como desees. Bueno ya que estamos todos los que hoy vendrán a la mesa. Pueden comenzar, buen provecho.
- ¡Buen provecho santidad!
- Mejor sin él –mascullo con una sonrisa Aioria.
- Ya te oí gato sarnoso.
- ¿Qué?
- Aioria, Mascara de la Muerte, no van a iniciar una pelea, hace mal a la digestión.
- El estar sentado a su lado no me hace bien a la digestión Shaka. –le dijo el italiano.
- ¿El cangrejo necesita un antiácido? –retó burlón el león.
- Aioria…
- De acuerdo Shaka, no quiero que me apliques la mano de buda -dijo riendo y comenzó a comer ignorando al italiano a su lado.
Mascara Mortal también ignoró al griego y se quedó pensativo.
Mientras tanto en Piscis…
- ¡Gripa hija de pu-Achuuu!... Ay diablos….en qué momento pesqué una enfermedad tan patética…
Con el cuerpo cortado y sintiéndose apaleado, culpó a sus guardias anteriores y el baño de aire helado que Camus sin querer le había dado. Pero nada que no se le pasara en dos días.
En piscis el frio siempre se sentía más rudo y más pronto que en cualquier lugar. El templo del patriarca mínimo estaba completo y con las pertinentes puertas ventanas y reparaciones, pero las doce casas tras tanta batalla eran una desgracia. Por ejemplo la nave central de su templo tenía un boquete que filtraba más aire que un huracán.
- Dioses, ni que Athena no tuviera para repararlo ¡Si con una teja me conformo!... No me siento bien… -se quejó en un puchero y se tiró en su cama con su rollo de papel, una gran cobija, y la Tablet y un té en el buró. –A ver qué babosadas me ofrece el internet. ¡Qué ironía, un santuario con tablets, televisiones inteligentes e internet. Pero sin puertas ventanas ni techos, con goteras filtraciones y agujeros por toda la casa!… Y luego dicen que por qué los guerreros traicionan a sus Dioses…
Al terminar la cena, MM bajó de inmediato a Piscis para ver por qué razón Afrodita no había asistido. Lo había visto decaído los últimos días.
- Quizá y se inventó algo para no tener que verle la cara a los otros.
MM entró en piscis y fue directo a la habitación principal, encontrándose a Afrodita dormido bajo unas cobijas, tapado hasta la cabeza, con sus ventanas cerradas (de las pocas que le quedaban a la casa) un vaso vacío con su bolsita de té y la Tablet jalando.
La quitó con cuidado de su base y la apagó.
Y en susurros le dijo pensando que ya estaba dormido- No traías ganas de verle la cara a los otros ¿eh?. No te culpo, no te perdiste de nada. Prefiero los días de silla libre. Si sólo no estuviera prohibido mandar al Yomotsu a tus compañeros… –MM lo vio tapado hasta la cabeza y sonriendo le destapó la cara con cuidado – te vas a ahogar un día pez loco –pero al destaparlo rozó sin querer la piel del pisciano y la sintió algo… caliente –seguro es por la colcha… -con duda y con cuidado de no despertar a Afrodita tocó su rostro de nuevo. Estaba demasiado caliente - Afro… Afro tienes calentura…. -se tocó a sí mismo y de nuevo a su hermano –¡Afro despiértate estás hirviendo! ¡Vamos a la fuente! ¿Afro?
MM lo movió pero el sueco no despertaba, MM lo destapó y le tocó el cuello, estaba empapado en sudor.
- ¡Afrodita! ¡Despierta pez flojo! –dijo dándole golpecitos y el otro atontado comenzó a reaccionar.
- No… no Johanna… déjame dormir…
- ¿Johanna?... ¡Afrodita soy yo, Mascara de la Muerte, pez coqueto! Conque llamando a la novia ¿eh?. Mírame pez… -dijo el otro tratando de hacer reaccionar a su hermano mientras lo sacaba de la cama – Vamos hermano arriba.
- No quiero Johanna…
- No soy Johanna. Vamos –dijo sentándolo en la cama y poniéndole las pantuflas, se puso en pie y le echó encima la cobija, echándose un brazo de Afro al hombro para hacerlo levantarse -¿Si sabes quién soy verdad? No me vayas a dar un beso –dijo animándolo a estar despierto con sus bromas.
- ¿Quién soy?... –repitió las palabras de su amigo, y en su mente alucinada por la temperatura, la tornó en pregunta personal –No sé… no sé… yo… ¿Dónde está Johanna? –dijo viendo a medias a su hermano ahora cara a cara.
- No sé dónde está esa Johanna… Secretos a tu hermano ¿eh? Ya me contarás sobre ella cuando estés bien. Vamos camina.
- No…
- Afro.
- No quiero ir… déjame… -dijo dándole un aventón con el que lo único que logró fue irse al suelo.
- Pez remilgón, eres peor que un borracho. ¡A ver –Mascara lo envolvió por completo en la cobija como rollo primavera para que no le diera el sereno y no pudiera pelear y lo cargó –aquí va un taco de pescado, directo a la fuente!
En la fuente, por suerte Aristófanes estaba de guardia y revisaba al dorado, mientras Mascara Mortal esperaba afuera.
- Mira nada más Afrodita… ¿pero qué te pasó ahora muchacho?... Eres el dorado que más trabajo me da atender. Gracias a la Diosa no dependo del todo de las medicinas para sanar o hubieras sido mi primer paciente en morir.
- No diga eso maestro Aristófanes si usted es muy bueno –dijo la joven aprendiz de sanadora.
- Kadja ¿sabes quién es este hombre?
- ¡Claro que lo sé! No hay mujer que no busque información sobre algo tan hermoso. Es Afrodita de piscis, guardián de la doceava casa, sueco, 183cm de pura sensualidad, el más hermoso de los 88.
- Así de rápido y aplicada deberías buscar información sobre lo que te enseño… ¿Y sabes también que este muchacho es un dolor de cabeza para los sanadores?
- ¿Es un paciente muy rebelde?
- Es inmune al veneno de cualquier planta, pero también inmune a la mayoría de sus reacciones. ¿Sabes de donde proviene la mayoría de la medicina de todo el paneta?
La muchacha lo miró aun sin captar.
- ¡De las plantas niña! Son contados los medicamentos que le hacen reacción, y no hay para cada dolencia en su caso, debo usar medicinas que noquearían a cualquier otro dorado, solo para apaciguarlo un poco a él. La morfina es un chiste en este muchacho. Y aunque se supone que debería ser capaz de asimilar las bondades de las plantas, al repeler sus venenos, repele muchos de sus efectos. A veces termino usando medicinas de origen animal o mineral, o peor aún medicinas sintéticas y no le sientan muy bien.
- No lo sabía.
- Pues si de verdad vas a ser sanadora vas poniendo atención a este caso. Tienes dos semanas aquí ya es tiempo de que aprendas cosas más avanzadas, con estos hombres hay que actuar y aprender rápido. Y con este voy a retar tu inteligencia. Vamos ayúdame con la aplicación de esta intravenosa, urge bajar su temperatura, y te lo advierto, con los dorados vas a romper varias agujas antes de lograrlo.
- Sí, dígame jovencita… ¿quién? ¿Maximillian Vasaborg?… me confunde… me llamo Afrodita Rosenørn-Lehn.
- ¿Con quién habla? –le susurró la joven a su maestro.
- Está alucinando por la fiebre, no le hagas caso. Deberías ver lo que hacía Milo de Escorpio* la última vez que estuvo aquí con fiebre…
- Maestro… la aguja no entra –dijo acongojada mostrando su jeringa con la aguja torcida.
- Novatas… mírame hacerlo.
Media hora después…
- Maestro Aristófanes ¿cómo está Afrodita? Dígame que ya me lo puedo llevar a casa.
- Me temo que no.
- Pero…
- ¿Desde cuándo está enfermo?
- Pues… desde hoy. Ayer estaba bien. ¡Fue el idiota de Aioria –se quejó – de adrede hizo que Camus lo bañara con su aire helado justo despues de terminar el entrenamiento! ¿Cómo no se iba a resfriar?
- ¿Seguro?
- Pues claro yo estaba ahí.
- Es que no es sólo un resfrió.
- ¿Cómo?
- Es la gota que derrama el vaso. Afrodita presenta una baja en las defensas, según lo que analicé, ya la padecía desde hace más tiempo.
- Pero él no había mencionado nada.
- Tampoco es algo que te ponga un letrero, Mascara de la Muerte, y con ustedes y esa condición privilegiada que tienen, cuando algo se les nota es porque está ya muy avanzado. Ese ha sido mi gran problema con los caballeros dorados, cuando algo se hace lo suficientemente visible para dar síntomas, es porque ustedes casi se están muriendo.
- ¡¿Afro se está muriendo?!
- No dije eso muchacho. Está resfriado, pero es una gripa agresiva, lo va a tener en cama unos días, lo que me preocupa es que sus defensas estén tan bajas.
- Pero si come bien.
- Pues eso también, parece ser que lleva días comiendo no tan bien. ¿De casualidad sabes que comió en la semana?
- Pues es que no he ido a asaltar su refrigerador esta semana…. Y sólo sé lo que ha cenado en las cenas que tenemos los dorados.
- ¿Comía bien?
- Yo… bueno, creo que lo normal…
- No te ves muy seguro.
- Para serle franco he estado distraído en esas cenas últimamente –aceptó ahora preocupado. –Sólo sé que me decía sentirse cansado y se le veía decaído últimamente. Además que ayer se quejó que su casa era un aire acondicionado en sí misma.
- Esas casas son un desastre para una vida sana… -el sanador hizo anotaciones en su tabla y luego de meditarlas comentó -Entonces eso fue… El baño de aire frio fue la gota que derramó el vaso. Afrodita presenta un largo periodo sufriendo de bajas defensas y al parecer más de unas semanas de mala alimentación. Logre bajar su temperatura pero la medicina que me vi obligado a usar no le cayó nada bien, por eso va a pasar la noche aquí. Sería bueno si el resto de su convalecencia la pasara en alguna casa más al pie de la montaña, de lo contrario no soportará los síntomas, ya sabes que son su talón de Aquiles.
- Lo puedo llevar a Cáncer conmigo.
- Mascara Mortal, esa casa es el peor lugar para un enfermo en recuperación, entre las almas, el gélido clima de muerte y que apenas es un par de cuartos en pie luego de la última guerra, creo que Afrodita va a empeorar…
-¿Entonces qué hago? –preguntó compungido el italiano.
- Primero que nada ve y llama a Shion, tengo que informar al patriarca de la condición de su dorado. Ya veremos qué hacer.
- ¿Y cuándo sale Afro?
- Antes de dos días no lo creo. Y eso es el preliminar. Todavía tengo que hacer algunos estudios.
- Pero es un dorado.
- Y no dejan de ser humanos. No siempre son súper héroes, algunas veces deben descansar o su cuerpo los obligará a hacerlo. Anda ve y llama a Shion, tengo que estar pendiente de tu amigo.
Viernes de cena familiar…
- Bien ya estamos todos, por favor –dijo Shion gesticulando con las manos –sírvanse y disfruten.
- Maestro disculpe pero –acotó Camus al ver que la silla a su lado estaba vacía -¿no vamos a esperar a Afrodita?
- No vendrá hijo.
- ¿Otra vez? Ah pez desertor –bromeó Kanon, haciendo reír a los demás.
- No es eso. Es que está internado en la fuente desde el miércoles.
Las risas de la mayoría se borraron y miraron a Shion con interés.
- ¿Qué le pasó? –preguntó Aldebarán.
- Una broma pesada… ¿No es verdad Aioria?
- ¿Su Santidad? –dijo el joven sin comprender.
- Te pareció muy divertido lanzarle aire helado a un compañero despues de un entrenamiento. Comprendo que entre ustedes hagan bromas, pero no deberían actuar sin pensar en las consecuencias.
- ¿No me diga que Afrodita está resfriado? ¡Pero si eso es nada para un dorado! –dijo Milo con una sonrisa.
- Y por eso, Aioria no está encuartelado. Pero no es sólo un resfrió, y va a estar unos días en la fuente.
- Les dije que estaban siendo imprudentes e infantiles –les reprendió Shura.
- Shura, ningún dorado se muere de una gripa. –rebatió Aioria.
- Siempre y cuando sea atendido como debe ser, igual que cualquier ser humano. Y para información de todos, sobretodo de tu imprudencia Aioria, es muy difícil atender a Afrodita.
- ¿Por qué Maestro? –preguntó Mu.
- Su resistencia al veneno de las plantas… –dijo Saga recordando, con cara de preocupación.
- Precisamente Saga. Creo que hay mucho que desconocen sobre ustedes y sus compañeros, lo cual es una desventaja para ustedes y una ventaja para el enemigo… sobretodo mientras no se lleven como hermanos. Quiero darles un voto de confianza compartiendo una información sobre su compañero que sólo pocos sabemos, y de verdad por su bien, espero no me hagan arrepentirme… Ustedes son más que compañeros de armas, son hermanos de crianza, familia y deben actuar como tal. Deben saber las fuerzas y debilidades de sus hermanos para poder apoyarse y protegerse entre todos. Afrodita es un caso muy particular, una de sus grandes capacidades y ventajas en batalla es el ser inmune al veneno de cualquier planta, algo por lo que todos le deben la victoria de Asgard, y que de no haber sido una vida prestada en ese momento, le deberían también la vida. Sin embargo esa ventaja en batalla es una desventaja en el campo de la medicina, así como es inmune a los químicos venenosos en las plantas es inmune a casi todo lo demás, entiéndase, sus aspectos curativos. La mayoría de medicina del mundo se extrae de las plantas, muchas veces de sus venenos y como entenderán si prestan atención, eso lo vuelve inmune a casi cualquier medicina también, dejándonos con pocos recursos para atenderlo en caso de enfermedad o heridas graves. Por eso en la fuente tienen terror a que sea él quien caiga enfermo. Los sanadores dependen más de sus dones supernaturales para sanarlo que de la medicina. Y si la necesitan, terminan dependiendo de la de origen animal mineral o en caso extremo sintética, y sépanlo, esa medicina le hace más daño que provecho, porque obliga a su organismo a reaccionar de forma agresiva.
Los presenten se quedaron callados asimilando la información recibida.
- En el pasado los caballeros dorados conocíamos todo de nuestros compañeros, éramos un equipo, la fortaleza de otros era nuestra fortaleza su debilidad nuestra debilidad y teníamos en cada uno de los otros once una mano amiga, un camarada, un escudo, una espada, un hermano y un guardián. Nos protegíamos y no dudábamos entrar en batalla para salvar a un compañero… Pero ustedes, no necesitan del enemigo, serían capaces de matarse en batalla entre ustedes, ya sea con intención o sin ella, por ignorancia o por decisión propia. Una gripa no mataría a ninguno de ustedes once, ni a Dohko ni a mí, incluso no mataría a Afrodita, sin embargo en estas condiciones, le hace la vida difícil…
Todo mundo bajó la vista y guardó silencio.
- No aplico un castigo ejemplar, porque asumo, o así lo quiero creer… que no lo hiciste con más intención que la de gastarle una broma a un compañero Aioria, una broma que tuvo consecuencias con las que no contabas. Afrodita se recuperará en unos días, pero la casa de piscis quedará desprotegida. Y me parece que Aioria no tendrá problema en suplir todas las guardias que le tocaban a él, junto a las que ya tenía asignadas. ¿No es así Aioria?
- S-sí su santidad...
- Bueno aclarado esto. Por favor –dijo señalando a la comida con ambas manos invitándolos a comer.
Esta cena trascurrió en relativo silencio, todos meditaban las palabras de Shion, había mucho que no conocían de los otros. Y de verdad, sería mejor que se interesaran por saber.
Cuando la cena terminó, MM salió directo a la fuente. Los demás salían a paso lento comentando entre ellos.
- Me imagino entonces que la medicina más inútil para él es la homeopática ¿verdad? –comentaba Camus.
- En efecto –respondió Saga. –Pero ¿cómo sabes?
- Es lógica. El veneno es la base de la homeopatía, la enfermedad se combate empleando dosis mínimas de la sustancia que causa el mal. Es por eso que quien la prepara debe ser un experto y profesional, en la medicina homeopática hay medicinas que según la potencia pueden dejar mal a un paciente de por vida, o incluso matarlo, y otras que no se deben recetar juntas porque se activan los venenos de ambas. Por eso las personas sanas no deben tomarla, porque en alguien sano provocará los efectos de la enfermedad que cura, al ser un veneno modificado.
- ¿Entonces no le sirve ninguna medicina hecha a partir de plantas? –preguntó muy curioso Aioria.
- Algunas le funcionan, pero depende de la situación, si es enfermedad o herida, y qué tipo. Pero muchas no le sirven de nada.
- ¿Las flores de Bach? –preguntó Milo.
- Esas creo que sí –dijo Saga
- Milo, celebro que conozcas de medicina.
- No es eso Camus es que oigo que las amazonas las mencionan y pues se me ocurrió preguntar, es como homeopatía, se da en chochitos ¿no?
Camus sólo suspiró… no debía elevar tanto sus esperanzas cuando se tratara de él.
- Bueno compañeros, iré a ver a Afrodita, que pasen buenas noches. –dijo Saga despidiéndose amablemente de sus compañeros.
- Te acompaño –le dijo Camus. -Buenas noches camaradas.
- Yo también voy –dijo Milo.
- Los sigo –comentó Alde.
Shura y Kanon ya se enfilaban pero Saga se detuvo y los vio con una mueca de preocupación.
- Eh… chicos ¿no será mejor que vengan mañana?
- ¿Por qué?
- Me temo que no nos dejarán entrar si vamos más, ya conocen a Aristófanes.
- Mmm Saga tiene razón –dijo Shura. –Además, no creo que Afro esté para visitas. Se pone de mal humor cuando le da gripa porque es una de las enfermedades más latosas para él.
- Que poco aguanta el pez –se burló Milo.
- Milo… cuando a ti te da gripa no puedes ni pararte de la cama y quieres hacer tu testamento porque juras que es bronconeumonía y el año pasado me saliste conque era COVID. Además de llamar a todas las sirvientes jóvenes del santuario para que te arropen y casi te den de comer tu caldo de pollo en la boca.
- ¡Camus! –se acercó al francés en una ráfaga para susurrarle –¡eso es secreto!
Camus sólo suspiró cansado y miró a otro lado. Qué iba a hacer con Milo…
- No es eso Milo –se rio Saga –Afro aguanta más de lo que imaginas, si lo sabré yo… -dijo con semblante triste, y recomponiéndose le aclaró –Es que las medicinas que aplacan los síntomas de la gripa no le hacen efecto, si acaso la miel le ayuda con el ardor de la garganta.
- ¿Y un té de eucalipto? –preguntó Alde –Es muy bueno para descongestionar las vías respiratorias.
- El eucalipto es venenoso –le dijo Saga con sonrisa indulgente –no le hace ni cosquillas.
- ¿¡Eh?! ¡¿Cómo que venenoso?!
- Sí Alde –comentó Camus. –Por eso se debe tener cuidado cuando se hace un té de eucalipto para la gripa, no más de tres hojas grandes en medio litro de agua, de lo contrario se torna en una bebida venenosa para el ser humano.
- ¡Yo-yo no lo sabía! ¡Yo le pongo un puño!
- Quizá por tu gran tamaño no ha pasado a mayores, pero ahora ya lo sabes, por si quieres atender a alguno de nosotros –agregó el Francés con una leve sonrisa, sabiendo lo comedido y cariñoso que era el Toro a la hora de cuidar de sus hermanos, voluntad no le faltaba, pero a la voluntad la debía asistir el conocimiento.
- Por eso Afrodita odia la gripa, los síntomas que es lo que más agobia de esa enfermedad, y que los demás nos quitamos con la medicina, él tiene que sopórtalos y obviamente se pone de muy mal humor –le explicó Saga.
- Ya veo. Bueno, entonces iré mañana. Denle mis saludos al pez.
- Gracias, lo haré Milo.
En la fuente…
- ¡Saga! Benvenuto ¿viniste a ver a mi pez? –preguntó MM dándole la bienvenida.
- También es mi pez –dijo Saga sonriendo fraternalmente.
- No me gusta compartir –se quejó el italiano con falsa arrogancia.
- ¿Cómo se encuentra? –preguntó Camus.
- Eh Ghiaccio ¿también te sientes mal?
- No, sólo vine a ver cómo está Afrodita.
- Pues me alegro que alguien más se preocupe por él.
- Los demás querían venir pero ya sabes cómo es Aristófanes.
- Ma, che cosa… Será curiosidad, porque mi pez no les importa a los otros.
- No digas eso Mascara Mortal, claro que nos importa.
- Está dormido ya lo fui a ver pero Aristófanes me aconsejó no despertarlo, no había dormido nada en todo el día porque la congestión no lo dejaba respirar, de momento está en una posición que le deja un poro destapado así que con eso puede dormir un poco.
- ¿Y lo demás?
- Tiene temperatura. Paliducho y de seguro cuando despierte estará de mal humor como los últimos días. Tiene la garganta muy cerrada, por eso no puede maldecir en todos los idiomas que se sabe. Pero, Aristófanes espera que salga mañana. La ventaja de que sea un caballero dorado. Aunque no sé a dónde lo voy a llevar…
- ¿Llevar?
- Aristófanes quiere que siga la convalecencia en otro lugar que no sea la casa de piscis. El invierno se acerca y como saben pega primero y más duro en el santuario que en otro lado, por la altura a la que se encuentra, y la casa de Piscis al ser la última y tener ese enorme boquete en parte de la nave central es un corredor de aire natural, y tiene que estar en un lugar más cálido para que los síntomas se erradiquen. Le dije que me lo llevaría a Cáncer pero dice que ahí va a empeorar…
- Cualquiera.
- ¿Cómo que cualquiera Camus? ¡Si mi casa es un hogar acogedor! Sí, apenas si son tres cuartos y muchas piedras, del hermoso templo que fue, pero sigue siendo un hogar, si hasta las ruinas aun conservan muchos de sus rostros y fantasmas originales. Sólo que Aristófanes cree que el frio de los muertos le hará daño. Es lógico, los lugares fríos no son lugar para los agripados. De lo contrario, la casa de Cáncer sería el lugar perfecto para que Afrodita se recuperara. Esa casa es un hogar acogedor en toda regla –dijo sonriendo orgulloso de su "acogedor" hogar.
Saga y Camus se miraron… Mascara sí estaba loco de remate.
- Con gusto lo recibiría en Acuario pero es prácticamente lo mismo, la onceaba casa es la segunda más arriba en la montaña y se cuela el frio.
- ¿Se cuela? ¡Esa casa es el frio mismo!
- Es fresca no lo niego, pero tiene calor de hogar, a diferencia de Cáncer –les dijo muy orgulloso el francés. – Si no fuera por la altura, Afro estaría muy bien ahí.
¿Calor de hogar?... El turno de intercambiar miradas ahora fue de Mascara y Saga. Ellos no eran los únicos locos del santuario.
- Me lo puedo llevar a Géminis, está mucho más abajo y tiene la protección de la montaña.
- Mmm –dijo MM frunciendo la boca y el ceño con preocupación –Saga… agradezco el gesto pero, Afrodita necesita paz… y esa no es una palabra que defina Géminis, no desde que Kanon vive contigo.
- ¿Qué tal las cabañas del santuario? Hay varias desocupadas. –sugirió Camus.
- Y hasta las ocupadas –se rio ladino el italiano –no creo que las amazonas le negaran la estadía. Digo para aprovechar que está en cama jajaja
- Mascara eres un caso.
- ¿Qué? Yo sí me dejaba aprovechar ¿qué no han visto al ejército femenino? Yo me rindo en batalla cuerpo a cuerpo con cualquiera de ellas.
- Si te oye su ilustrísima te meterás en problemas.
- Pues qué bueno que no me oye jajaja
- ¿Qué no oigo qué?
- ¡Su santidad!
Los tres santos hicieron el saludo formal a Shion que venía llegando.
- ¿Qué es lo que no debería oír Mascara Mortal?
- Que… que… que bueno que vino ¿vino a ver a mi hermano verdad? Está dormido, no había podido dormir en estos días, por eso Aristófanes no deja pasar más visitas –dijo con sonrisa nerviosa.
- Jum… -Shion entornó los ojos, ya averiguaría despues qué barbaridades había estado diciendo el italiano. -¿Y cómo sigue?
- Aristófanes lo dejará salir a terminar su convalecencia pasado mañana porque dice que el clima frio de aquí arriba le hace daño. No volverá a piscis hasta que no esté recuperado, pero no sabemos a dónde llevarlo. Dice que mi casa no es apta, por el frio de los muertos.
- Y no sólo por eso…
- ¿Eh?
- Nada hijo prosigue.
- Ah pues, justo ahora nos preguntábamos si podría usar una de las cabañas del complejo que están deshabitadas, es más cálido allá abajo.
- Por supuesto, ordenaré que preparen una ahora mismo, así estará lista con todo lo que vaya a necesitar.
- Gran Maestro Shion, ¿vienes a saber de tu muchacho? –dijo el sanador saliendo a su encuentro con su tabla de diagnósticos en las manos.
- Así es Aristófanes, venía a hablar contigo.
- Bien vamos –dijo girando e invitándolo a seguirlo. Pero notando a los dorados se giró de nuevo y les dijo –Y ustedes ya se pueden ir yendo mucho para su casa, Afrodita no tiene permitidas las visitas.
- ¿Está internado o encuartelado? –preguntó sínico Mascara Mortal.
- Las dos. Fuera, fuera, vamos –dijo acarreando a los tres caballeros a la salida.
- Pero yo me quiero quedar a cuidarlo –se quejó el italiano.
- Aquí está bien cuidado, vamos. Buenas noches –dijo dejándolos en la puerta y con la dulzura que lo caracterizaba los aventó fuera –cuidado con el escalón.
Los tres casi se van de boca y Aristófanes cerró las puertas, se dio media vuelta y se fue a hablar con Shion.
- Tan amable como siempre…
Los tres caballeros se fueron y Shion, sentado a la luz de la lámpara de noche en el escritorio platicaba con Aristófanes.
- ¿Y qué dicen los resultados? Mis muchachos son muy fuertes y sanos, entiendo que el cambio abrupto de temperatura que sufrió desencadenara la gripa, pero no entiendo que le haya pegado tan agresiva, cuando Mascara Mortal me avisó que estaba ardiendo en temperatura me llevé un gran susto.
- Tan paternal como siempre Shion. Pues, el resultado fue, baja exagerada de defensas, desde hace tiempo. Sólo necesitaba cualquier empujón para caer.
- ¿Falta de alimentación?
- No, viene de tiempo, aunque también sufre de eso. Sabes que la tristeza y la depresión pueden hacer añicos las defensas. La causa es emocional.
- Pero... no he notado a Afrodita depresivo.
- No necesita ser algo gravemente somatizado. Quizá, todo lo que pasó con Saga, bueno ese lémur, hasta ahora se está reflejando. Él puede seguir viviendo su vida normalmente y eso no evitaría que la carga inconsciente que trae lo afecte. Creo que ni él mismo se ha dado cuenta. ¿Nunca has oído de la depresión silenciosa o la distimia?
- ¿Crees que sea eso?
- Lo más probable. Este muchacho nunca dice nada. Me preguntó si se dice algo a sí mismo… ya sabes que la gente de piscis puede llegar a ser muy introvertida además suma una personalidad orgullosa. Sigue con su vida como si nada, pero su cuerpo evidentemente no lo toma así. No sé ¿no has pensado en darles vacaciones a todos? No les caería mal.
- Vacaciones… -dijo el pensándolo con seriedad.
- Y arreglar las doce casas, son un desastre.
- De eso me encargaré yo, fue una de las ultimas ordenes de nuestra señora, Tatsumi está haciendo los arreglos para mover los fondos.
- Muy bien. Y en cuanto a tu muchacho, necesita descansar en un lugar más cálido, para recuperarse de la gripa que tiene, porque a como están sus defensas si se queda en Piscis lo doy de alta mañana y en tres días lo tengo de regreso.
- Mascara Mortal me pidió permiso de llevarlo a una de las cabañas del complejo.
- ¿No tendrás algo más cerca del nivel del mar? Aunque las cabañas son mejores que su casa, creo que necesita algo más cálido, el santuario está muy arriba.
- Pues… no creo que sea buena idea mandarlo a Rodorio.
- Demasiadas fans que suben desde la capital… Entonces las cabañas estarán bien, pero que la cabaña se mantenga cálida y él bien arropado. Lo dejaré salir pasado mañana no porque este del todo sano, sino porque el clima de aquí arriba no le hace bien. Además necesita comer bien, asegúrate que lo haga, de todos modos yo bajaré diario a revisarlo.
- ¿No está bien alimentado?
- No. Le pregunté a Mascara Mortal pero no me supo decir si había estado comiendo bien, y veo que tú no estabas enterado. Me extraña Shion, si no estoy mal son Mu y él los que se sientan a tu lado en la mesa. ¿No has visto si come bien o no?
- Bueno, nunca he visto que deje su plato con comida. Aunque –dijo pensativo –sólo me consta lo que lo he visto comer en las cenas que tenemos, no sé si come otra cosa en el día.
- Pregunta a las doncellas que se encargan de la comida.
- Ah, no creo que sea de mucha ayuda, lo que son Camus Afrodita y Shaka casi no se dejan atender.
- Pero la comida aceptarán al menos, no creo que ellos cocinen todos los días.
- Preguntaré.
- Bueno entonces prepara todo para dejarlo salir de aquí.
- Bien tendré todo listo, le daré permiso también a Mascara Mortal para que se quede con él. Creo que Aioria tendrá más guardias que doblar, espero que aprenda la lección y a ser más responsable.
- Ay Shion tienes un gran problema ahí. Debes solucionar los problemas internos de tu orden dorada, no quiero más enfermos o heridos aquí por rencillas sin resolver.
- Ah… eso intentó solucionar, pero no lo lograré de la noche a la mañana.
Tres días despues Afro se instalaba en una de las cabañas del complejo. En la parte más solitaria es decir donde la gran mayoría de cabañas estaban desocupadas, esto para brindarle la mayor tranquilidad posible y evitar curiosos. Los caballeros dorados habían sido siempre los héroes del santuario y en cada generación, plateados bronceados soldados y otros integrantes de la orden sentían mucha curiosidad por ellos, mucha admiración, eran casi como fanáticos y eso los llevaba a desear el tan siquiera poder verlos al menos una vez, sólo eso, el llegar a verlos, y por ende a cometer imprudencias para lograr ese fin. Por eso Afrodita había llegado de incognito, nadie salvo los dorados, Aristófanes y Shion sabían que estaba ahí.
Cuatro días después en la cabaña…
El aire más cálido y la cabaña bien climatizada lo ayudaban mucho a disminuir los síntomas y ahora que podía respirar mucho mejor y por ende dormir más y de corrido se la pasaba casi todo el tiempo dormido. Mascara se la pasaba a su lado cuidándolo y en general haciendo casi nada para no hacerle ruido. Mascara Mortal era un caballero que no sabía estarse quieto, nada más se veía libre salía a las cantinas, a estafar incautos, o en el pasado, de vez en cuando también salía de coqueto para pasar una noche alegre. Aunque lo cusco de ocasión se le había quitado, sin sus cervezas se aburría mucho. Pero cuando se trataba de su hermano bien podía ponerse en paz con tal de cuidarlo. Además el pez no le daba trabajos, en general se la pasaba dormidito y cuando despertaba no exigía muchos cuidados. Lo único que quería era que se le dejara en paz para descansar y recuperarse.
- Son como vacaciones –dijo Mascara muy feliz.
- Para ti –se quejó el otro. –Preferiría estar cuidando mi casa, pero sano, odio la gripa. –dijo un poco mormado aún.
- Afro tienes que ver lo bueno en la adversidad, mira yo estoy disfrutando de no hacer nada.
- Mascara aquí o en tu casa tú nunca haces nada.
- Claro que hago, ¿no me la paso cuidando el sagrado templo de Cáncer?
- Sobre tus barriles de cerveza… Hay paz firmada, y eso ya no es un templo, no tienes nada que cuidar…
El sueco tomó su almohada se arremolinó en ella y se echó encima las cobijas como gato estresado que se acurruca para no ser molestado.
- Hablando de cerveza se me antoja una, llevo días sin probarlas por amor a ti. Ebrio no soy bueno cuidando enfermos, pero siento que muero de sed.
- Ahí hay agua y té.
- No fratello necesito algo sustancioso y nutritivo como la cebada. Oye ¿puedo dejarte solito unos momentos? Nada más voy por una a mi casa y vuelvo.
- Ve y tómatela allá, a como estoy su olor me va a provocar nauseas.
- Pero si ahorita ni hueles nada –dijo el otro contrariado.
- Ay… ve por ella y ya déjame descansar–dijo tapándose hasta la cabeza. Todavía estaba de mal humor por los jodidos síntomas que lo habían estado incordiando los días anteriores.
- De acuerdo, no me tardo nada.
Mascara Mortal salió cerrando bien la puerta y cerciorándose que nadie lo viera enfiló hacia las doce casas.
Pidió permiso para pasar por Aries y a su encuentro salió Mu en persona no solo a dejarlo pasar sino a preguntar por Afro.
- Claro que puedes pasar pero con una condición.
- ¿Vas a cobrar peaje? –dijo taimado.
- No, aunque debería, me haría rico. No, sólo quería preguntarte por Afrodita, ¿cómo está? ¿se siente mejor?
- ¿Te debe dinero? –preguntó el otro desconcertado.
- No –dijo Mu igualmente desconcertado.
- ¿Te prometió algo que no te haya cumplido?
- No.
- Pues –dijo rascando su nuca -¿por qué quieres saber cómo está?
- Mascara cómo por qué, porque me interesa.
- ¿Que esté bien?
- Por supuesto qué más.
Mascara Mortal se quedó unos segundos con cara de circunstancias y luego espabiló para decir –Pues… que raro…
- ¿Raro por qué?
- Como seguro sabes no somos muy populares entre ustedes así que… me extraña que te interese. –dijo ladino.
- Mascara entiendo que en los últimos años los dorados no fuimos nada unidos y tuvimos suficientes enfrentamientos para no dejar en duda que somos la generación más discordante de la historia, no eres el único consciente de eso pero, eso no significa que no me interesa lo que pasa con mis pares dorados.
- ¿Cómo parte del pelotón?
- No, como mi familia.
Mascara Mortal le miró desconcertado- Pues caray… que… -el moreno rascó sus cabeza -sorpresa… Pues… bueno si esa es la razón –comenzó algo inseguro –bien, yo diría que está bien, dentro de lo que cabe.
- Quiere decir que aún está delicado.
- Pues, bueno la verdad, creo que está mejor, pero sigue enojado.
- ¿Por qué?
- La gripa lo pone de muy mal humor.
- Oh cierto, algo nos comentó Saga ¿cómo van los síntomas?
- Está menos mormado y ya respira mejor, era un costal de mocos hace dos días, la garganta ya no le arde, los estornudos están casi erradicados y lleva dos días durmiendo como se debe, eso lo ayuda con el carácter, respecto a la temperatura diría que su cuerpo está tan loco como él, porque hace unos días estaba como olla de presión y ahora tiene baja la temperatura, hace unos momentos Aristófanes lo revisó y tenía 34.5, por eso se muere de frio y tiene tres cobijas encima. Aristófanes fue a buscar con qué subir la temperatura de su cuerpo, pero me temo que las medicinas que tiene no van a funcionar. Yo insisto que un buen wisky haría el trabajo, pero el único vino que toma este aguafiestas es el vino especiado que usan en su tierra cuando hace mucho frio y apenas si se toma una copita en climas extremos.
- ¿Vino especiado?
- Lo usan en las tierras altas para subir la temperatura corporal.
- ¿Por qué no le das de eso ahora?
- Porque aquí en Grecia nunca tiene, jamás hace suficiente frio para necesitarlo, y yo no sé prepararlo. Aristófanes dice que si no sube su temperatura se volverá a enfermar. Siempre le pasa con la gripa, su cuerpo se va a los extremos.
- ¿Lo dejaste solo?
- Sólo un momento. Vine a tomar una cerveza y de paso a comer algo en mi casa y me regreso.
- ¿Por qué no comiste con él?
- Porque el muy quisquilloso no soporta el olor a cerveza cuando está enfermo. Yo no creo que ahora pueda oler nada pero mejor no le doy motivos para enojarse más. Bien carnerito te dejo, tengo que regresar pronto.
Mascara se fue y Mu se quedó pensando, entonces algo vino a su mente y sonriendo entró a su casa y fue a su cocina a tomar lo necesario.
Sacó una tetera, té, un poco de sal y… vaya… sólo le faltaba un ingrediente. ¿Qué hacer?... sonrió y se encogió de hombros, fue a quitarse su armadura y cambiarse.
Salió del templo de Aries vestido como civil, con ropas tradicionalmente tibetanas, y fue fuera del perímetro de las doce casas para darse una rápida escapadita al Tíbet.
En poco estaba de vuelta, volvió a su cocina y comenzó a preparar Po Cha, o Té tibetano de mantequilla.
La función principal de ese té era subir la temperatura del cuerpo ante el álgido clima de los Himalayas. Preparó una versión un tanto más ligera de la normal para que la grasa no inflamara la garganta, y cuando estuvo listo…
Cual gato bajo mantas y sin intenciones de tolerar a los humanos, Afrodita de piscis se escondía del mundo, la luz, el clima, el aire y toda clase de materia que conformara el mundo real. Sólo quería sumergirse en el enigmático y esquivo mundo de las cobijas. Tenía frio, se sentía apaleado, sólo quería olvidarse de todo hasta sentirse mejor, estaba enfurruñado y no hallaba su lugar. Y ahora para terminar de joder se sentía solo, la gripa era un gran descompensador emocional sobre todo en los hombres, más si se sufrían tanto los síntomas, no es que le hubiera hecho mucha platica a su hermano Mascara cuando estaba ahí, pero al menos tenerlo por un lado lo reconfortaba, aunque orgulloso como era ni lo mencionaba. Aunque la gripa sí que lo volvía loco ya que aunque ahora extrañaba su presencia, muchas otras veces en estos días, quería enviarlo directo al yomotsu. Por nada en particular, es que… los síntomas de la gripa eran demasiado irritantes y ya no veía quién la había hecho sino quien la iba a pagar.
Al oír que la puerta de la cabaña se abrió sintió alivio. Que frio de la p$%&…
Oyó pasos por la pequeña cabaña y oyó como la puerta de su habitación se abría. Alguien entró y acercándose con cuidado, puso algo cerca de su mesa de noche.
- ¿Ya te tomaste tu cerveza?
- Yo no tomó cerveza Afrodita.
Afró asomó la cabeza de debajo de sus cobijas sorprendido.
- ¿Mu? ¿Qué haces aquí?
- Vine a verte. ¿Cómo estás?
- Oh… bien… -dijo sin mucho ánimo, más como un formalismo que como una respuesta honesta.
- No te ves muy bien. Lo digo en serio ¿cómo te sientes?
- Bien…
- ¿Lo respondes por costumbre? –preguntó sonriendo.
- Qué quieres que te diga –dijo dejando caer su cabeza en su almohada y tapándose hasta que sólo quedaron visibles sus ojos.
- ¿Aun te molesta la temperatura del aire?
- Sí, para mí aún se siente frio.
- Mascara dice que tienes baja la temperatura –dijo el carnero con interés tocando la frente bajo el esponjoso flequillo celeste. Mu frunció el ceño preocupado. Sí se sentía frio…
Afro por su parte se sintió extraño, no estaba acostumbrado al contacto con sus otros compañeros, tampoco era nada del otro mundo, se daban la mano, una palmada, cosas normales, pero esta clase de trato más familiar sólo lo tenía con Máscara de la Muerte, Saga o Shura. Así que ese gentil gesto lo hizo sentir algo fuera de lugar. Aunque confundido, no comentó nada.
- Esto te ayudará –le dijo sonriendo y tomando la tetera sirvió una taza de un cremoso líquido caliente.
- ¿Qué es eso? –preguntó intrigado el sueco.
- Es Po Cha.
- ¿Po Cha?
- El famoso té de mantequilla del Tíbet. Lo preparé para ti. La función principal de este té es el de elevar la temperatura del cuerpo. Sé que es difícil encontrar medicinas que te ayuden debido a tu inmunidad al veneno de las plantas, pero estoy seguro que esto te ayudará pues, no es el Té negro base el que eleva la temperatura sino la mantequilla de Yak, no soy un experto sanador, pero al ser proteína animal deberá funcionar.
¿Cómo sabía eso Mu? Tenía entendido que pocos lo sabían, ¿Quién sería el chismoso que le comentó?
- ¿Te fue con el chisme Mascara Mortal? –preguntó algo enfurruñado.
- De hecho… -dijo Mu aguantando la risa –el chismoso fue el Patriarca Shion.
Afro abrió grande sus ojos con cara de quien ya metió la pata, no había querido insinuar que el patriarca era chismoso.
- ¿El… el maestro Shion?
- Nos lo comentó a todos durante la cena. La verdad no lo sabíamos. Muchos están preocupados por ti.
El sueco no contestó nada pero su mirada lo dijo todo.
- ¿Qué, no me crees?
- ¿Que el patriarca te dijo?
- No, que nos preocupamos por ti.
- ¿Por qué lo harían? –soltó molesto y apático, dejando en claro que no creía eso posible.
Mu sonrió suavemente y giró la cucharilla en el té para quitar el exceso de calor, sin quitar la mirada del blanquecino líquido. Ya se lo habían dicho, que iba a estar de mal humor. Y el sueco si se veía algo indispuesto y… definitivamente molesto, aunque no estaba siendo grosero, que fuera tan directo en mostrar lo que sentía al respecto… Afrodita siempre había sido una persona directa pero nunca con sus sentimientos y que los mostrará así era que ni ánimos tenía para fingir.
- ¿Por qué no?
- Dime por qué sí.
- Eres nuestro hermano.
- No lo soy Mu. Sólo somos compañeros de trabajo, aliados quizá, nada más. –contestó ofuscado el orgulloso peliceleste.
- Tal vez te sorprendas –dijo enigmático –pero lo discutimos otro día. Mira –dijo ofreciéndole la taza –tómate esto, se te quitará el frio. No lo veas como un aperitivo, sino como un remedio, aunque quizá su sabor te sea extraño, tómalo por favor. Con cuidado que aún está caliente.
Afro miró la taza desconfiado, no de Mu sino de que no le fuera a pasar, su cuerpo era demasiado remilgoso cuando tenía gripa. Pero para no desairar a Mu se incorporó un poco sobre la cama, tomó la taza y comenzó a beber. El sabor era raro… pero ya lo había dicho Mu, no era un postre sino un remedio.
…
Mascará Mortal ya se acercaba junto con Aristófanes.
- Francamente no me queda otro remedio, probaré con estos pero si fallo... Tú serás su calefactor hasta que su temperatura suba. Tu calor corporal lo mantendrá en una temperatura segura. –venía diciendo el sanador.
Y es que a falta de algún remedio efectivo a Aristófanes le tocaba recurrir a los básicos de supervivencia, otro cuerpo podía brindar calor. Angello venía en la mejor disposición de acurrucarse a su lado, ya traía la otra Tablet cargada para acostarse al lado de su hermano a ver películas, como cuando eran niños. Aunque Afro estaba de un carácter que seguro lo iba a correr de su cama al menor movimiento que este hiciera pues le iba a alegar que le perturbaba su descanso. Pero ya venía armado de paciencia.
Ambos hombres llegaron a la cabaña y al abrir la puerta de la habitación se encontraron con Mu que los recibió poniendo su índice en sus labios indicando que no hicieran ruido.
Mu se acercó hacia ellos y les dijo en voz baja –Se quedó dormido.
- Pues –susurró Aristófanes –lo lamentó Mu, pero me temo que tendré que despertarlo, tengo que subir su temperatura –dijo mostrando los frascos que traía entre las manos para tratar de ayudar al muchacho.
- Con un poco de suerte, creo que ese asunto ya se resolvió.
- ¿Cómo?
- Por favor revíselo.
Aristófanes así lo hizo y para su sorpresa, la temperatura del muchacho había subido lo suficiente para estabilizarse.
- Mm… aunque su temperatura subió, veo que su temperatura sigue irregular. Si su cuerpo sigue con estos cambios me lo tendré que llevar a la fuente.
- Maestro Aristófanes ¿no será el té que le di?
- ¿Té?
- Té de mantequilla del Tíbet, lo usamos para subir el calor del cuerpo.
- Oh, así que tomó algo termogénico. Eso lo explica. Pues -dijo revisando al muchacho algo incrédulo –¿qué yerba usaste?
- Más que yerbas, es la mantequilla de yak.
- ¿¡Mantequilla?!
- No se preocupe, lo hice más ligero que lo habitual, sé que la grasa y las enfermedades respiratorias no se llevan bien. Pero, sirvió al propósito.
- Tendré que anotarlo en mi libreta. La última vez que Afro estuvo en la fuente por culpa de la fiestecita de Shura fue un rompedero de cabeza para Erixímaco y para mí. Muchacho has contribuido a mis conocimientos, espero me pases la receta.
- Con gusto.
- ¿Y cómo está? –preguntó Mu a Aristófanes –Le pregunté pero no saqué una respuesta concreta.
- Ni la sacarás, este charal no sabe responder otra cosa que "estoy bien" aunque se esté muriendo. –respondió el italiano.
- Ya me di cuenta. Dígame maestro ¿cómo va su recuperación?
- De la gripa, mejor, quizá la próxima semana pueda volver a su casa. Pero de lo demás…
- ¿Demás? ¿Se enfermó de otra cosa?
- No. Cosas de médico-paciente.
Mu lo miró sin comprender y luego recordó que para Aristófanes la confidencialidad medica era sagrada así que no intentó indagar más. Aristófanes revisó al muchacho con sus dones teniendo cuidado de no despertarlo y dictaminó que de momento estaba perfectamente estable y era mejor dejarlo dormir.
Les hizo la seña y los tres salieron de la habitación cerrando con cuidado la puerta, y fueron a la pequeña sala de la cabaña.
- Bueno, me retiro –dijo Aristófanes guardando sus cosas. –Mascara estate pendiente de él y hazlo comer algo.
- Maestro lo intento pero con gripa es un melindroso de lo peor.
- Pues aunque sea hazlo comer algo de fruta con miel, comprendo que con el dolor de garganta y todos los síntomas que soportó se le quiten las ganas de comer, pero ahora que está mejor, debe comenzar a nutrirse bien. La fruta y la miel serán lo mejor, sobre todo para un estomago que ha comido muy poco, le ayudará a reactivarse, si puedes agregar nueces le ayudarás mucho, tienen muchas proteínas.
- Mmm –dijo pensativo –no tengo…
- Yo sí –ofreció el tibetano –ahora te las traigo.
- Oh, eh… gracias.
Caballero y sanador salieron de la cabaña y Mascara los despidió en la puerta, y mientras los veía marchar rascaba su cabeza. No entendía por qué Mu era tan amable con ellos últimamente. Despues de todo en la última guerra santa ellos… Y él mismo en Rozan… El cangrejo desfachatado se encogió de hombros, total que sólo seguían las ordenes de Shion aquella vez, y en Rozan él mejor se fue cuando Mu llegó. Si lo pensaba sus altercados no eran tan graves y no tenían cosa tal como problemas personales. Y aun así le intrigaba ¿por qué era Mu tan amable?
Volvió donde su hermano y se le quedó mirando. Se veía bastante tranquilito y había aventado dos cobijas lejos. Seguro ya no tenía tanto frio.
En Aries por la noche…
Mu regresaba apenas a su casa porque luego de llevarle las nueces a Mascara Mortal, había tenido que volver al Tibet pues la señora que tan amablemente le había dado la mantequilla le había pedido de favor que volviera luego de atender a su enfermo para ayudarle a subir los fardos de piel, ya que, su hijo estaba fuera y ella debía tener lista la carreta para la mañana siguiente. Mu la conocía y era una forma de corresponder por la mantequilla fresca casera que le había regalado la anciana, sin embargo sin esperarlo la faena le tomó el resto de la tarde pues la ancianita aprovechó que el joven estaba ahí para que le ayudara a reparar su tejado.
Mu sabía que debía volver al santuario lo más pronto posible pero… ese tejado horadado era peligroso para una anciana en el frio clima. Estaban en tiempos de paz así que…
Mu venía entrando a su templo sacudiendo un poco su chuba tibetana cuando alguien le salió al paso con parsimonia.
- Sabes Mu… si me dijeras "Maestro deme un tip sobre cómo sobrevivir a una invasión al santuario" creo que te diría "Si nunca estás en Aries no te pueden matar"
La risilla de un pelirrojo que tras Shion se aferraba a la manga de su túnica negra se dejó escuchar mientras Shion veía con seriedad a su alumno, Mu le miró sorprendido y acto seguido estuvo a punto de soltar la carcajada también, pero como Shion le veía con esa mirada serena que no auguraba nada bueno, se la tragó y con un leve sonrojo bajando la mirada unos momentos, carraspeó recuperando su voz.
- Maestro Shion. –dijo haciendo el saludo formal al patriarca. –Que sorpresa, bienvenido ¿en qué le puedo servir?
- Para comenzar tal vez me puedas contar por qué esa fama de escapista que tienes parece estar bien fundada.
- ¡Eh? Ah-n-no, yo… sólo salí un momento a-
- Mu –le interrumpió –tú te sales a cada momento. Hace cuatro horas bajé a supervisar a los aprendices al coliseo, las instalaciones del recinto, y no estabas aquí, subí para ayudar en la fuente, volví a bajar para atender un reporte de Misty, y seguías fuera, y ahora que regreso, el templo de Aries sigue vacío y la armadura de Aries luce muy bonita ahí sola en su pedestal, y por tus ropas asumo que no vienes del "helado" mercado de Rodorio… ¿Un viajecito a casa? –dijo acercándose para quitar de la cabellera y ropas tradicionales de su alumno unas pelusas de pelo de Yak.
- Eh… bueno, verá-
- Creo que me dan ganas de mudar a Aldebarán a Aries –dijo severamente –él está más tiempo pendiente de este templo que tú. En el pasado no dudo que tuvieras buenas razones… pero espero no se te haya hecho costumbre el estar dejando tu casa sola ahora que estamos en tiempos de paz. –Shion se escuchó a sí mismo y pensó que eso había sonado idiota… Eran tiempos de paz, por todos los Dioses, Mu no tenía mucho que cuidar. Pero… era la obligación de un dorado estar pendiente de su casa.
Al Shion ver la congoja en su alumno decidió relajarse también, se tomaba demasiado en serio su trabajo de Patriarca.
- Dime entonces Mu ¿a dónde fuiste? –dijo con su serena severidad.
- Lo siento maestro, no esperaba tardarme tanto pero la Señora Dolma me pidió ayuda para reparar su techo, y ayuda con sus fardos de piel, no pude negarme luego que tan amablemente me reglara mantequilla de Yak, de verdad no esperaba tardarme tanto. Lo siento de verdad, no volverá a pasar. –afirmó con seriedad.
- ¿La señora Dolma? Mu, sé que debemos ser considerados con nuestro mayores, pero tienes un deber con esta casa. ¿Me puedes explicar para qué fuiste al Tíbet sin avisarme?
- Es que necesitaba mantequilla de Yak.
-¿Para qué?
- Para un té.
- Para un té… Mu con este calor, más te vale que tengas otra escusa mejor. Toda la santa tarde estuviste fuera y no creo que te haya tomado la tarde entera ayudar a la señora Dolma.
- Oh no maestro el resto del tiempo estuve aquí dentro del santuario, además también salí por la tarde a dejarle unas nueces a Mascara Mortal.
- ¿Nueces?
- Para Afrodita. Fui a verlo y a llevarle Po Cha.
- ¿…? Po Cha… ¿Para él era el té?
- Sí.
- Pero ese té es muy pesado para una garganta lastimada. Además en Grecia no es la mejor opción.
- Lo hice ligero. Es que no podían subirle la temperatura.
- ¿Subirla? ¿No querrás decir bajarla?
- No, tenía treinta y cuatro punto cinco y no encontraban medicina para subirla, cuando Mascara me lo comentó pensé de inmediato en el Po Cha.
- ¿¡Treinta y cuatro punto cinco?! Esa patología ya es delicada ¿Cómo se encuentra? –preguntó preocupado.
- No se preocupe, cuando me fui ya estaba estabilizado –dijo su alumno con una sonrisa –el té funcionó como lo esperado, ahora está dormido.
Shion suspiró tranquilo -Ah me alegra oírlo. Cada que ese muchacho está en la fuente me preocupo demasiado. Pero… me alegra saber que ahora no soy el único. –dijo con una cálida sonrisa. -¿Fue por eso que fuiste hasta el Tibet?
- Sí. Usted nos comentó que las plantas no surten efecto en él, así que pensé que si era proteína animal sería de mejor ayuda. Como sabe aquí no se puede conseguir mantequilla de Yak, mucho menos fresca. No planeaba ausentarme mucho, apenas si prometí ayudar a la señora a subir sus fardos de piel a la carreta, pero ya estando ahí me pidió ayuda con su techo, sabe que eso es peligroso para un anciano allá. Lo siento maestro, de verdad estoy apenado, no estaba en mis planes dejar el santuario hasta estas horas. Mucho menos sin avisar. Entiendo si me he ganado un castigo. –dijo bajando la mirada reconociendo su falta.
- Claro que sí –afirmó muy serio Shion, pero luego suavizando la mirada le dijo –Pero quizá, otro día… Vamos Mu entremos ¿no me invitas un té también?
El carnero menor levantó la vista sorprendido y sonriendo muy animado dijo – ¡Claro maestro! Dígame cuál se le antoja –dijo visiblemente alegre.
- Lo que tú decidas, conoces bien mis gustos, además nadie me sabe preparar el té como tú. Anda Kiki ve y ayúdale.
Los carneros menores se adelantaron a la cocina mientras Shion los seguía de cerca con una paternal sonrisa.
Todo mundo siempre bromeaba diciendo que Shion era el papá de Mu por su parecido, cosa a lo que Mu los regañaba pidiéndoles ponerse serios porque era el Patriarca, y no se debía jugar con eso, pero… era verdad. Para Shion, si bien todos los dorados eran sus hijos al haberlos criado de niños, también era verdad que Mu era su pequeñito especial. Sin importar cuanto creciera y cuan fuerte fuera, a veces no podía evitar evocar la imagen de un Mu de cinco años siguiéndolo para todos lados. Le había dolido bastante dejarlo, por eso cuando presintió lo peor, fue sólo a Mu a quien dejó un último mensaje, confiaba demasiado en su niño, más que en ningún otro porque tenían un lazo especial. Como el patriarca que era no debió actuar así, pero lo hizo… Y justo ahora, viendo esa larga cabellera lila frente a él, recordaba las palabras de su querido hermano Artemis "Deja que tengas más tiempo a Mu contigo y me entenderás"
Shion sonrió con melancolía y pensó "Ah Artemis, que razón tenías… Ojala…. Ojala tú hubieras vuelto también querido hermano. Le haría mucho bien a Afrodita..."
Shion suspiró y bajó la mirada. Todos los dorados le dolían, él debía ser un padre para todos, pero sabía que cualquier problema que tuviera Mu, este confiaría en él para dejarse ayudar y hablar abiertamente por ser su maestro, pero Afrodita… despues de todo aunque los dorados también le veían a él como a un segundo padre, algunos pues… habían tenido el propio.
Shion recordó lo unidos que eran Afrodita y Artemis y como bromeaba él con Artemis diciendo que ese niño lo traía loco y que no fuera un preocupón exagerado, pero Artemis siempre sonreía malicioso diciendo "Cuando te llegue tu aprendiz veremos quien ríe al último"
Cuando a Shion le tocó cuidar de un bebé en lo personal… Al mes era todo un padre preocupón y asustadizo. Y la verdad agradecía que Artemis en lugar de cobrárselas, siempre lo hubiera aconsejado y apoyado. Y así como para Mu nadie sería como Shion, sin importar que tanto pudiera quererlo y respetarlo Afrodita, para Afrodita nadie sería como Artemis, nunca sería lo mismo, no sería nada fácil que Afrodita se abriera con Shion como lo haría con Artemis y eso le preocupaba.
Como Patriarca esos doce eran sus hijos. Y…
Le preocupaba mucho lo que había hablado con Aristófanes esa mañana… algo que no había comentado con nadie más.
- ¿Quiere tsampa maestro? –decía su alumno quitándose la larga chuba y poniéndola sobre una silla, quedando más fresco sólo en su conjunto de camisa pantalón y botas tibetanas.
- ¿Eh? –dijo saliendo se sus cavilaciones
- ¿Tsampa?
- Oh, sí, gracias.
Mu acercó todo a la mesa, sirvió tres tazas, se sentó y comenzaron a compartir un momento tranquilo.
- Y ¿cómo lo viste?
- ¿A Afrodita? Pues, creo que está mejorando. Aunque aún está de mal humor –dijo sonriendo.
- Bueno es lógico, el pobre casi no pudo descansar en los últimos días. Aunque no estoy muy de acuerdo con tus escapadas, te perdonaré esta porque tuvo una buena razón.
- Pero Patriarca Shion si el maestro Mu siempre está en su templo.
- Define "siempre" Kiki. –dijo mirando en un reproche juguetón a su alumno.
Mu bajó la mirada pero se rio junto con Kiki.
- Me alegra que estés amistando con todos tus compañeros. Quisiera de verdad volver a ver a los caballeros dorados hermanados, como debe ser. Como cuando eran niños… Tú no podrías recordarlo, pero Afro me ayudó a cuidar de ti varias veces cuando aún eras un bebé.
- ¿¡De verdad?! –dijeron ambos carneros menores. Uno con curiosidad y el otro sin podérselo creer.
Mu porque le causaba mucha curiosidad aquel añorado pasado y Kiki porque simplemente no podía imaginarse al cruel misterioso y sombrío doceavo caballero actuando como hermano mayor de nadie.
- Sí, y la verdad es que a ti te agradaba, aunque siempre fuiste un bebé muy amigable, eras algo quisquilloso en algunos aspectos, sobre todo a la hora de dejarte cargar. Si no era yo quien te cargaba solías poner el grito en el cielo –Kiki se rio y Mu sonrió bajando la vista divertido –pero… Afro parecía tener algo que te agradaba. No puedo decir que él te cargaba por todo el lugar, pues tan solo era un niño apenas dos años mayor que tú, sería irresponsable de mi parte permitir eso, pero a veces, cuando estaban a mi cargo, y yo tenía que ausentarme unos momentos, mientras Afró estaba sentado en algún sillón o sobre el suelo, te ponía en sus brazos para que te cuidara unos minutos. Nunca te quejaste, a diferencia de lo que sufrió mi pobre hermano Arles –dijo Shion con una sonrisa –nada más tomarte en brazos le reventabas los tímpanos y le manoteabas el pecho tendiéndome a mí los brazos. Aún recuerdo los dramas griegos que Arles hacia diciendo que no lo querías. Tuve que demostrarle que hacías eso con cualquiera para que dejara de sentirse el tío rechazado. Le hacías eso a todos, incluidos Shura, Saga, incluso a Aioros y las matronas. Tengo que decir que como bebé fuiste muy posesivo de tu maestro. –le dijo sonriendo y remembrando con orgullo que su pequeñito de un año lo peleaba de todos.
Al parecer en la mente de un Mu bebé, Shion era sólo suyo y viceversa. En aquellos tiempos fue cuando Shion comprendió el orgullo de padre que Artemis sentía ante el apego y celo de hijo que siempre le demostraba Afrodita.
- Pero… -dijo en medio de un pacífico suspiro –un día descubrí que había alguien más. Quizá era por el aura que Afro desprendía en aquel entonces… -dijo melancólico, recordando lo abstraído y melancólico que era Afrodita cuando su maestro no estaba cerca –Había algo en él que te hacía sentir cómodo. Quizá es que…. de todos los aprendices de dorados que habitaban el santuario en aquel entonces, era el que más parecía tener amor para dar. Era un hermanito comedido y estaba muy pendiente de ustedes, aunque no podía hablar, siempre encontraba la manera de comunicarse para cuidar de sus hermanitos menores.
- ¿Afrodita no podía hablar? Pero maestro, si yo era un bebé de un año y meses, él ya debía tener mínimo tres… o cuatro años ¿no?
- No era por la edad.
- ¿Entonces? –preguntó un pelirrojo con los ojos muy abiertos y ya parado sobre la silla casi sobre Shion.
Shion dirigió su mirada al curioso y muy muy atento Kiki y sonrió de esa forma felina que solía hacerlo.
- Kiki, ya va siendo hora que te vayas a la cama.
- ¡Pero aún es temprano –se quejó –y la historia está muy interesante!
- Sí, es temprano pero aún eres un niño, se supone que te duermas temprano.
- Su ilustrísima ya tengo doce. –se quejó.
- Bueno entonces a qué esperas para tomar la Armadura de Appendix y cumplir con tus deberes a primera hora del día desde mañana y hasta que te conviertas en el sucesor de Mu –le dijo con una risilla maliciosa en la voz.
El jovencito se lo quedó mirando con espanto… Entonces firmemente bajó de la silla y dijo.
- ¡Tiene razón los niños debemos dormir para crecer sanos! ¡Ya me voy a dormir, que pasen buenas noches! ¡Su ilustrísima. Maestro Mu! –se tomó de un sorbo lo que quedaba de su té y haciendo una reverencia a cada uno, puso pies en polvorosa y salió disparado hacia el tercer piso de la casa.
Ambos hombres se rieron en cuanto el niño se fue. Mu y Shion habían decidido no darle responsabilidades referentes a su actual armadura a menos que no fuera realmente necesario, ya que estando en tiempos de paz, no hacia la más mínima falta, era mejor que se dedicara de lleno a su entrenamiento como futuro santo de la casa de Aries pero, Shion había estado de acuerdo con Mu cuando este le pidió también que por favor le dejara darle más libertadas al niño para ser eso precisamente, un niño.
Despues de lo ocurrido con el pequeño Kiki en la batalla contra Hades…
Shion había vivido para conocer las desgracias y los traumas de varios caballeros, y francamente creía en aquello de renovarse o morir, era un hombre sabio y consciente y sabía que cada era y generación tenían su forma de aprendizaje. Así que aunque encomendó mucho a Mu el no permitirse descuidar el entrenamiento correcto del niño, sí le dio permiso para que Kiki tuviera más libertades de vivir su niñez, de la cual quedaba poco, pues a los quince años, lo quisieran ellos o no, Kiki no tendría más opción que tomar de lleno sus responsabilidades como caballero en funciones de Appendix, aprendiz de dorado y forjador, y escudero de la casa de Aries.
- Aun le huye a sus responsabilidades. –dijo Shion sonriendo y girando con la cucharilla la flor de té que yacía al fondo.
- Quién no. Sabe lo que le espera… por eso, a pesar de ser un niño, creo que él también está consciente que debe aprovechar su niñez al máximo.
Shion sólo asintió y hubo un silencio apacible entre los dos. Luego de dar otro sorbo a su té Mu habló de nuevo.
- Así que… ¿Afrodita no hablaba? ¿Se refiere entonces al idioma?
- No Mu, me refiero a la voz, no hablaba en absoluto.
- Era muy callado –afirmó entonces.
- No, es que no podía hablar.
Mu levantó su verde mirada llena de sorpresa.
- ¿No podía?
- Cuando llegó al santuario, mucho temimos que el niño tuviera algún daño cognitivo, o de nacimiento en las cuerdas vocales, porque no emitía sonido alguno. Ni siquiera cuando reía, sólo escuchábamos el aire que salía de su boca pero jamás un sonido.
- ¿Pues qué le pasó? –inquirió genuinamente intrigado.
- No lo sé, nunca supimos, Aristófanes dijo que era algo psicológico. Nunca supe que fue lo que pasó con él antes de que llegara al santuario. Pasó mucho tiempo así, tanto que me temí que se quedaría así por siempre, aunque era muy inteligente y se daba a entender. Sabes que muchos caballeros a lo largo de la historia han demostrado un excelente rendimiento a pesar de tener alguna discapacidad o tener faltante algún sentido, pero aun así, no podía dejar de preocuparme. Sin embargo Artemis jamás perdió la fe y con su paciencia amor y tenacidad al final logró que el niño recuperara su voz. No lo sé –dijo riendo –quizá era su silencio lo que te gustaba, porque algunas veces cuando Aioros se aparecía a platicar sobre tu cuna, solías terminar llorando para que se callara.
Ante esto finalmente Shion soltó una cristalina risa. Aioros había sido demasiado locuaz de niño. Su optimismo se le salía por la boca y algunas veces no había quien lo callara. Por suerte eso fue mejorando con los años y de ser un locuaz imparable, se convirtió en un joven con una elocuencia y sensatez admirable, sabía cuándo usar las palabras y cuando el silencio era un tesoro.
- Parece que esa época lo hace feliz ¿le trae bonitos recuerdos?
- Sí. –dijo Shion con una mirada enternecida que obviamente no miraba aquí, sino a un pasado que sólo él podía ver y añoraba. Guardó silencio unos momentos y luego mirando a su alumno preguntó. – ¿Quieres oír las historias que este anciano tiene para contar?
- Su santidad usted no es anciano.
- No lo parezco, pero no significa que no lo sea –dijo con una sonrisa de ojos cerrados. –Entonces ¿Quieres oír mis historias? Cuando todos eran niños y eran, como hermanos…
- Sí, me gustaría de verdad. Esa época ¿Cómo la recuerda usted maestro?
- Ah… Pues… para mí fue una época… dorada. Y no por el color de sus armaduras. No… fue… una época hermosa en verdad… -dijo Shion con la mirada perdida en sus memorias… -A pesar de algunos asuntillos que algunos caballeros salían a resolver en misión, se podría decir que vivíamos en una absoluta paz. Y todo en el santuario volvió a cobrar vida con ustedes. Había demasiada inocencia y sonrisas por aquel entonces. ¡Hasta Leonid llegó a sonreír! Y eso, ya es demasiado decir… -dijo con una sonrisa de medio lado recordando a aquel al que había criado como su hermano menor.
- Leonid ¿se refiere a Leonid de Acuario? ¿El maestro de Camus?
- Sí. Camus ya no debe recordarlo porque solamente llegó a sonreír delante de él cuando era un bebé, cuando Camus ganó conciencia, Leonid dejó de hacerlo, al menos en su presencia, pero yo sé que aún lo hacía. Era un hombre muy frio, quizá demasiado, pero sé que se llegó a sentir sumamente orgulloso de Camus como maestro. No era del tipo paternal, pero era muy responsable y a su manera demostraba su interés por su alumno, es decir, fue duro con él, porque quería dejarle el mejor legado, quería que Camus fuera muy fuerte para que nadie lo pudiera dañar de ninguna manera, quería que llegara a ser el maestro de los hielos eternos, y el único de donde los hubiera. Ah… los caballeros de Acuario son raros…. No demuestran sus sentimientos con palabras o ternuras, pero lo hacen con sus acciones. Nunca esperes escuchar un "te amo" de un acuariano, pero si quieres saber si te quieren, mira lo que hacen por ti. Los acuarianos, caballeros o humanos comunes, suelen ser muy fríos pero eso no significa que no tengan sentimientos, sólo que los guardan muy bien. Leonid no enseñó a Camus a suprimir sus sentimientos, sino a controlarlos de una forma magistral, porque para él, los sentimientos estorbaban en batalla, creía que una mente que se conservaba fría, podría conquistarlo todo. Que puedo decir… naturaleza del signo, mentales como ninguno. Leonid parecía no tener sentimientos, al igual que Camus ahora, pero, los tenía, sólo no los demostraba. Igual que Camus… -dijo haciendo un énfasis juguetón mirando a los ojos a su alumno.
Mu frunció el ceño y miró a su té, entonces levantó la vista de nuevo y mirando a Shion con una graciosa mueca entre curiosidad y duda preguntó.
- Maestro… tengo curiosidad, le parecerá una tontería pero… ¿Camus sonreía de niño?
Al oír esto Shion soltó sin malicia una carcajada y es que la duda en Mu era tan palpable. ¡Pues claro que Camus sonreía de niño! Pero, entendía perfectamente que Mu no fuera capaz de imaginarlo siquiera.
- Sí jajaja sí lo hacia jajaja.
- Es que –dijo el carnero menor algo apenado –yo no tengo ni un solo recuerdo de tal cosa.
- Mm, será que ha pasado tiempo, porque no sólo lo hacía cuando era un bebé. Aunque tengo que admitir que desde bebé Camus ya era demasiado serio e inquisitivo, Leonid estaba fascinado con él. Era muy curioso, pero más que curiosidad parecía escrutinio, parecía un científico en miniatura preguntándose el porqué de todo. Mientras que ustedes como bebés se sorprendían cada dos por tres con cada cosa nueva que veían, Camus solía pasarse en observación de algo hasta cinco minutos antes de pasar a la siguiente cosa, siendo apenas un bebé. Recuerdo que no te gustaba mucho jugar con él cuando eran bebés y jugaban en el corral.
- ¿Por qué?
- Porque –dijo Shion entre risas –cuando tú llegabas con alguno de tus juguetes para jugar con Camus, él lo tomaba para examinarlo y tú terminabas desesperado o llorando porque ni jugaba ni te lo devolvía. Y mientras que a mí me preocupaba su actitud tan extraña, Leonid no podía inflarse más de orgullo. De hecho, esa amistad que tienes con Aldebarán, por si no lo recuerdas viene desde la primera infancia. De los bebés tú fuiste el primero en acercarse al enorme crio. Todos los demás tenían miedo del enorme brasileño. Creo que mucho de lo que son hoy ya se vislumbraba venir desde su infancia más tierna. Shaka por ejemplo, cuando aún era bebé, solía dormir todo el día, sé que es diferente pero, tenía los ojos siempre cerrados por eso, pero… eso cambió, quizá demasiado pronto… debido a su capacidad nata de ver más que los demás, Shaka maduró demasiado rápido y enfrentó verdades de la vida que un niño de cuatro años no tenía por qué enfrentar. Ah, si yo pudiera hablar con Buda él vería lo que es un padre enojado, no puedo dejar de pensar que tanta información a un niño tan pequeño le arruinó la infancia y la inocencia. No sabes cómo odiaba descubrirlo totalmente quebrado llorando en su templo sin poder ayudarlo, y cuando se fue a la India a entrenar, supe que le esperaban tristezas mayores pero yo ya no pude hacer nada… por ninguno, porque poco despues que se fueron a entrenar…
Shion guardó silencio pues ambos sabían a qué se refería.
- Algunas veces… pienso que fallé en mi deber como patriarca para con mis niños de oro. Debí haber sido capaz de evitar muchas cosas…
- Maestro no se culpe. No estamos en control de todo. No somos Dioses, hacemos lo que podemos y usted hizo lo mejor y todo lo que estuvo en sus manos hacer.
- Pero precisamente porque estuvo en mis manos Mu… No puedo evitar culparme, si sólo yo no hubiera dudado, muchos de los dolores que tuvieron que sufrir se hubieran evitado. Aunque todos dicen que he sido un gran Patriarca, no puedo dejar de pensar que quizá, alguien más hubiera hecho un mejor papel. A fin de cuentas me convertí en el patriarca no por la votación de una orden dorada que me eligiera como el más apto, sino porque fui el único sobreviviente disponible.
- Maestro… no creo que ningún otro hubiera hecho un mejor papel, estoy seguro. Nadie hubiera dirigido este santuario ni criado a dos generaciones de dorados como lo hizo usted. –afirmó el carnero con gran seguridad viendo a los ojos a su maestro.
- Agradezco esa buena opinión que tienes de mí Mu, pero me temo que es subjetiva.
- Maestro Shion –dijo firmemente mirando a su taza de té –Que siempre lo haya visto más que como sólo mi maestro, no me hace menos competente para opinar con objetividad.
Shion le miró extrañado y el ariano menor se avino a responder la pregunta silenciosa en su maestro.
- Usted es el patriarca, nuestro guía, ha sido maestro y guardián para todos, la figura paternal y de respeto para todos los ochenta y ocho, y más aún para los doce dorados, pero para mí más que para nadie… -Mu guardó silencio unos instantes, suspiró y se animó a decir lo que pensaba –Ya sé que siempre me la paso corrigiendo a mis compañeros cuando hacen sus bromas sobre nuestro "parentesco" y dicen que es mi papá, porque usted es el Patriarca y merece nuestro absoluto respeto, pero… tienen razón… –dijo el joven con ambas manos aferrando su taza, viendo el reflejo de su verde mirada en ella –Tienen razón –dijo por fin levantando la mirada para ver a su maestro a los ojos –usted siempre fue más como mi padre, nunca lo menciono porque, yo de entre todos fui quien tuvo el gran privilegio de que el mismísimo Patriarca fuera mi maestro personal, yo más que nadie debo demostrar respeto por su envestidura y su rango, pero, si soy honesto… Maestro Shion, fue sólo su rostro el que recuerdo sobre mi cama antes de dormir… al despertar… cuando estaba enfermo… cuando di mis primeros pasos, fue usted quien estuvo en mis logros y alegrías, y fue usted mi apoyo en mis fallos y tristezas, todo lo que logré hasta ahora fue gracias a su guía y crianza. A veces quisiera poder demostrarlo más, pero… tengo que guardar las formas. Despues de todo fui yo quien le impidió a Athena correr al lado de Seiya, y le dijo que no podía depositar todo su amor en uno solo de sus caballeros pues todos nosotros necesitábamos de su amor y era su deber como Diosa de este santuario el velar y amar por igual a sus ochenta y ocho caballeros. Y no puedo ser yo precisamente quien ose demostrar o pretender tener una cercanía al Patriarca mayor a la que los otros tienen derecho. Pero a veces quisiera… -ante esto los ojos de Shion se abrieron más y sus pupilas se contrajeron –Yo nunca pude demostrar lo que sentía por usted, y sé por lo que siempre vi en sus ojos que tampoco usted pudo hacerlo, pues al igual que Athena, el Patriarca no podía mostrar favoritismo hacia un santo en especial. Quizá por eso… yo envidiaba mucho a Afrodita cuando era un niño.
- ¿Envidiabas a Afrodita? –Shion escuchaba atónito y profundamente interesado a su alumno, sin intención alguna de interrumpirlo, pero cuando Mu mencionó a la envidia no pudo evitar preguntar. -¿Por qué Mu?
- Porque… -Mu bajó la mirada y la clavó en su taza de nuevo –él sí podía demostrar su amor de hijo a Artemis libremente… y Artemis, podía comportarse como su padre ante los demás, sin tener que esconder nada, sin tener que seguir ninguna regla, sin estar obligado a dar un ejemplo a los demás…
Sin poderlo evitar los ojos de Mu se rasaron de lágrimas pero estas no terminaron de caer. Shion, que había guardado muchas de sus emociones hacia su alumno toda su vida, precisamente por esas verdades que Mu acababa de mencionar, e incluso creía que las había ocultado bien del propio Mu por su bien, sintió que su corazón se quebraba al oír lo que siempre se había dicho a sí mismo en el silencio, ahora de boca de su alumno. Pese a todo, las palabras y la reacción no terminaban de salirle a Shion.
Quería levantarse de su silla y abrazar a ese niño que había sido en el fondo de su alma más que su alumno su hijo, pero estaba casi paralizado.
Mu sin notar el desconcierto reflejado en Shion, se miraba reflejado en su taza y una sonrisa melancólica lo invadió cuando dijo –Pero conozco bien mi lugar y mis deberes. No importa el precio que tuve que pagar por ser el alumno del patriarca, no lo cambiaria a usted por nadie, por mucho que envidiara la relación que tenían el Maestro Artemis y Afrodita, no cambiaría al hombre que yo tuve como padre, porque creo que es la persona más sabia y extraordinaria que ha dirigido este santuario, aunque usted mismo lo dude, yo creo que nadie más hubiera podido hacerlo tan bien como usted. ¡Lo siento –dijo con una sonrisa y limpiando sus ojos para que las lágrimas no terminaran de caer y tratando de recomponerse –hablé de más! Le prometo no volver a mencionarlo. –dijo con su voz risueña de siempre.
Mu estaba tan absorto en las emociones que dejó salir que no se dio cuenta a qué horas mientras limpiaba su verde mirada, alguien finalmente se había puesto de pie a su lado.
- Quizá deberías hacerlo más seguido… hijo.
Mu salió de su ensimismamiento percatándose de la persona parada a su lado y apenas le volteaba a mirar sorprendido cuando ese alguien lo tomó del brazo y le hizo levantar para encerrarlo en un abrazo. Mu apenas si había tenido tiempo para percatarse que el Patriarca estaba a su lado y de pronto sin tiempo a reaccionar se vio encerrado en el fuerte abrazo del hombre al que aunque no podía decirlo abiertamente, era al que consideraba padre.
- No sabía que te sentías así… Perdóname…
Shion tenía la voz casi quebrada y las palabras le salían ahogadas por la emoción.
- Maestro –expresó con los verdes ojos abiertos al máximo por la sorpresa.
No sabía cómo reaccionar, Shion era el patriarca despues de todo. Hubiera querido responder al abrazo pero… Toda una vida guardando la compostura, el respeto y la distancia que había que mostrarle a su santidad tenían al afligido joven paralizado.
Quería devolver el abrazo pero no era correcto… ¿o sí? Él no debía pretender ser más especial que sus otros com… pañeros…
¡Al carajo todo eso! Le gritó el pecho.
Yendo en contra de sus propias reglas, Mu hizo no lo que su cabeza le decía sino lo que el corazón pedía y respondió el abrazo de Shion con fuerza. Como un hijo que se rencuentra con su amado padre luego de haber sido separados por mucho, mucho tiempo. Eso era lo que hubiera querido hacer aquella noche de traición que Shion reapareció frente a la casa de Aries en compañía de Mascara Mortal y Afrodita, pero ni las circunstancias ni las apariencias que debía guardar, se lo permitieron.
No podían, ambos lo sabían. En toda la historia del santuario, ningún aprendiz del patriarca en el pasado había podido demostrar más cariño o cercanía personal al santo pontífice que los demás, simplemente no podían darse ese lujo. El Patriarca se debía a su deber con la Diosa la humanidad y los ochenta y ocho santos, el Patriarca no podía demostrar apego o cariño a alguno de los santos en especial. Debía ser justo e igualitario con todos. Era algo contra lo que no podían ir. E incluso mostrar ese afecto sólo serviría para que se usara como un arma en su contra, al objeto de su cariño, así que incluso para proteger, se debía callar. Por eso dolía tanto, porque al corazón jamás le habían importado las reglas, y callar, no impedía sentir.
Incluso al final, ni Sage ni Manigoldo habían podido decir abiertamente lo que sentían por el otro. "Maestro fue un honor seguirlo aquella noche" frase que sin faltar a las reglas lo dijo todo. Manigoldo había arriesgado la vida ante el primer ataque del Dios no para proteger a la humanidad sino a su maestro, y había muerto dando la vida por su ser querido. Ningún Dios de pacotilla iba a humillar a Sage, mucho menos a lastimarlo. Cediendo la armadura con su último pensamiento, abriéndole el camino al Patriarca, Manigoldo murió con una última sonrisa de satisfacción en la boca. Manigoldo siempre fue un descarriado, pero siempre, quiso mucho a su viejo…
Sage, entregó su vida peleando por su sagrado deber pero, si pudiera confesar lo último que sintió, diría que lo que le dio el último empujón de cosmos para cumplir su objetivo, no fue su Diosa, sino fue la rabia de vengar al hijo que acababa de perder. Perder a Manigoldo le dolió como nada, pero no lo pudo decir, ni en sus últimos momentos.
Era curioso pero aunque se decía que Athena debía ser lo que más se debía amar siendo caballero de su orden, al corazón a fin de cuentas le pesaba más aquello con lo que había convivido, pues el corazón no se gana por obligación sino con hechos tiempo y acciones.
Por eso muchos caballeros habían terminado siendo más leales al patriarca que a la Diosa misma, porque era él quien estaba ahí para ellos, era guía, amigo, maestro, y en muchos casos, había sido padre.
¿Cómo podría competir un lejano y ausente Dios con eso?
Shion recordaba muy bien la historia de Sage y Manigoldo, y en su momento él vivió lo mismo cuando su maestro Hakurei murió ante sus ojos, lo último que habían hablado había sido uno de los clásicos reproches de Shion hacia Hakurei, reproches que no eran otra cosa que un cariño forzado a ser silenciado, y al final Shion no tuvo tiempo de decir lo que hubiera querido. Ya no… ya no quería repetir la historia…
Él mismo ya había muerto una vez sin poder decir lo que sentía.
- Realmente… lo extrañé mucho.
Fue todo lo que Mu dijo y dejó que sus lágrimas fluyeran silenciosas mientras abrazaba a su maestro con fuerza.
- Y yo a ti, mi pequeño…
Mientras sus lágrimas caían también en el silencio, Shion por instinto acarició la larga cabellera lila como cuando Mu era un niño pequeño, un chiquillo de tres años que se quedaba dormido en su regazo sujetando con suavidad los mechones ya plateados de Shion, mientras él por la noche arreglaba unos papeles.
Era común trabajar hasta tarde, pero la compañía de su niño siempre había sido una motivación. Aunque era un anciano, esa nueva generación de doraditos le imprimían energía al cansado cuerpo de Shion.
De corazón Shion hubiera querido ofrecerles un destino diferente, pero ya que no podía, siempre se esmeró en hacerlos fuertes y sabios, en darles las armas que les servirían para enfrentar el tipo de vida que les había tocado vivir.
Y con Mu, quizá fue más duro con él que con nadie, porque quería que fuera fuerte, quería que estuviera listo. Él, que criticaba la dureza de Leonid con Camus, terminó aplicándola y entendiendo el por qué del accionar del ruso. Quería darle lo mejor que podía, las mejores armas con las que defenderse, no le permitía ningún error, porque un error puede costar la vida. Como caballeros dorados el mejor legado que podían dejarle a sus alumnos no eran posesiones materiales sino la fuerza interna, sus conocimientos, su experiencia. Y Shion siempre se esforzó porque Mu fuera mejor que él y no cometiera sus errores.
Pero como Patriarca no podía ser parcial. No podía decirle a Mu lo especial que era. Sería hipócrita decir que sólo quería a Mu, pues para él los doce de esta generación de dorados eran sus niños, pero también sería muy hipócrita decir que veía a Mu exactamente igual que a los demás.
Él también tuvo el deseo de abrazar a su pupilo aquella noche de traición… pero los sentimentalismos no tenían la menor cabida en ese momento. Un caballero de la orden de Athena debe ser capaz de poner sus sentimientos de lado para hacer lo que debe ser hecho por el bien de la humanidad, y de eso todos habían cumplido a cabalidad aquella noche.
Pero ahora, que les habían brindado una nueva oportunidad, cuando los vio a todos ahí, hubiera querido recibirlos de nuevo no como patriarca sino como el padre que los había criado, en especial cuando Mu arribó a la explanada aquella mañana, pero, el Patriarca tiene deberes a los que no puede huir…
Sin embargo Shion ya estaba cansado, había vivido mucho, había sufrido mucho, había callado mucho y Aries estaba completamente sola… si sólo los Dioses podrían llegar a mirar, entonces que vieran.
Gracias por leer, y gracias a quien le dio su fav :)
