¡Hola! Hubiera subido el sábado ya el capítulo, pero me olvide mi notebook en el trabajo :S
Sin nada que agregar ¡COMENZAMOS!
CAPITULO 14 - Un poco más cerca.
LUFFY MONKEY.
Torao se quedó por la noche a mi lado. Habré abierto los ojos un par de veces y lo vi, mirando la ventana, luego a mí y nuevamente a la oscuridad. Me parece que no durmió nada, no me gustó eso. Al despertar, el rostro que me sonrió fue el de Sanji, el peleador se había marchado - ¡Buenos días dormilón!
-Buenos días traidor – El señaló el baño.
- ¿Qué?
-Zoro está ahí – Lo miré con los ojos entrecerrados - Enseguida se va, puedes maldecir todo lo que quieras después ¿Sí? – Me miró suplicante, no tuve corazón para reprender a nadie.
El guardia salió a los pocos minutos, me sonrió y se alegró de verme despierto. Le agradecí por todo lo que hizo ayer y le restó importancia. Se notaba que había una tensión extraña entre ellos – Trafalgar te dejo su número – Miré el papel bajo mi móvil.
- ¿Se fue temprano?
-Ni bien llegamos. Dijo que le tocaba trabajar – Asentí.
- ¿Llegaron bien a casa anoche? – Sanji se sonrojó cual nariz de Rudolf el reno y Zoro solo dijo sí - ¿Ya vuelven a hablarse?
-Nos comunicamos perfectamente – La sonrisa del de pelo verde me dio mala espina.
- ¿No te debías ir ya Roronoa? – Juró que no recuerdo una sola vez en mi vida, donde Sanji se comportará de esta manera.
-Sí, tengo unas cuantas cosas que hacer. Llámeme en caso de que necesiten un aventón – Me hablaba a mí, pero mi mejor amigo le lanzó una mirada matadora – Nos vemos.
Pasamos unos segundos en silencio, cuando el guardia se retiró. Estaba esperando que él iniciará la plática, pero no emitía palabra - ¿Me dirás que paso anoche?
-Tú primero – No era mi secreto el que expondría si hablo, no puedo ir divulgando lo que me comentó Torao.
-Me pidió perdón, me explico el motivo de su comportamiento e incluso aseguró que haría lo posible para evitar repetirlo – no aclaré absolutamente nada con eso. Al ver la cara de molestia que hizo mi amigo fue aún más claro su descontento… - ¿Y tú?
-Le pedí perdón, hablamos un poco de lo ocurrido y nos llevamos mejor – Ninguno de los dos era 100% sincero. Yo por tratar de proteger la vida de Torao, él no sé - ¡Ash! ¡Esto es una estupidez! Te contaré que ocurrió, porque detesto tener secretos contigo.
-No puedo decirte mucho, es un secreto de Torao y desconozco si se molestará conmigo si lo cuento – subió sus piernas y se sentó abrazándose las rodillas – Lo siento…
-Puedo olvidarme de eso, si no te enojas conmigo – Lo prometí por nuestra amistad y escuché su relato.
Fue un poco más lejos de los besos con Zoro, afirma que no solamente le gustó, sino que se sintió vivo por primera vez en mucho tiempo. Admitió el no haber aclarado su relación con el de pelo verde, pero que, siendo sinceros, cada vez le gusta más. Le dije lo obvio, que merecía ser feliz. Parecía poseído y eso le asustó, como si acabará de ver un lado suyo, que hasta él desconocía.
No pudimos seguir conversando más, vinieron a monitorear mis niveles y al ver que estaba mejor de lo esperado me dieron el alta. Sanji llamó a su hermana para que pasara a buscarnos y en contra de todas mis quejas, ella canceló la cuenta del hospital.
Agradecí y Reiju le restó importancia – Es demasiado poco, alado de lo que tu familia ha hecho por mí hermano – Eso conmovió a mi amigo, apretó su mano sobre el cambio en señal de gratitud - ¿Quieren desayunar? No he comido nada desde la cena.
- ¡Muero por un café! – Sanji ya acepto por ambos.
-Me encantaría.
Mientras ellos conversaban busqué mi teléfono. Tenía un mensaje sin leer. Al abrirlo y ver que era muy probable que se traté de Torao sonreí. "Fui a trabajar, me pondré en contacto ni bien pueda. Qué te recuperes" eso suena mucho a su manera de ser…
"Ten mucho cuidado y gracias por quedarte conmigo" Fue todo lo que le respondí. No sé qué más podría decirle, al final quedamos igual, nada definido, sin compromiso ni siquiera una relación igual de cercana que antes. Comprendo la decisión, pero no por eso duele menos.
…
Esa noche recibí una llamada del peleador, quería saber si podíamos salir a cenar, prometió pasar a buscarme y al aclarar que no deseaba subir a una motocicleta por ahora, quedamos en ir caminando a un restaurante cercano. Llegó cerca de las nueve, vestía un saco de cuero negro encima de una remera blanca y pantalones holgados.
- ¿Cómo te sientes? – Íbamos en silencio, uno junto al otro hasta que habló.
-Aun molesta un poco, pero sobreviviré – Se ofreció a cargar mi mochila – No es necesario, es liviana.
- ¿Quieres sentarte afuera o adentro?
-La noche esta agradable – pedimos una mesa afuera y nos acomodamos, llamando a un mozo con la mano.
- ¿Qué tal está tu amigo? ¿No se preocupó porque desapareciste? – Negó con la cabeza.
-Mis compañeras le comentaron porque salí y rápidamente lo entendió – Miré el menú, eligiendo una hamburguesa y papas. Él solo tomó una ensalada césar - ¿Sigues a dieta a pesar de haber dejado las luchas?
-No, las comidas rápidas no son mis favoritas – Miré mi pedido en la carta y estaba seguro que eso no era comida rápida.
- ¿Por qué motivo? Antes era porque no debías subir de peso por lo de las categorías.
-He comido pre fabricados hasta casi los 18 años, de seguido. En la casa no teníamos mucho dinero y lo más "económico" que había era eso. Cuando pude comer algo nutritivo, nunca volví a pedir alimentos de ese tipo – Lo dijo de manera tan monótona, pero su mirada estaba perdida – Nunca tuvo que ver con las luchas mi decisión.
- ¿Traje malos recuerdos de nuevo? – Salió del ensueño rápidamente y tomó mi mano sobre la mesa.
- ¡No! Por favor deja de decir eso, los recuerdos que tengo de ti no son malos, por el contrario – Hizo casi una imperceptible sonrisa – Son los que más alegría me causan.
Esta vez no fui yo quien iniciaba los contactos, por más mínimos que fueran venían de Torao, lo cual le daban un plus a esta velada. El pagó la cuenta fuera de mi línea de visión, solo me enteré cuando nos íbamos a retirar y quise abonar mi parte. Era extraño. Se comportaba como Torao, pero había algo más. Caminé hasta su lado, él tomó mi mano y retomó su andar relajado. Sin importarle que alguien nos viera.
- ¿Por qué estás tan… calmado? – Me miró a los ojos y sonrió.
-Me gusta esto – metió su mano libre en el bolsillo – No fue agradable pensar que no te volvería a ver.
-Yo no pude aceptarlo, por eso te busque – se detuvo.
-Lo siento, cualquier cosa que diga te parecerá insuficiente – Tiene razón, Torao siempre habla directamente, pero jamás lo hace con mala intención – Aunque lo dicho en el centro era mentira…Yo sí quiero hablar contigo.
- ¿Seguro? En algún momento querré saber más sobre ti, y tengo miedo de que vuelvas a alejarte o peor aún… me hagas a un lado cómo si no valiera nada.
-Espero que tú no te alejes al conocerme mejor – Con esa última frase, retomó su andar.
El silencio continuó luego de la última declaración, no sé por qué es tan tranquilo y agradable estar así con él. Tiene un no sé qué, relajante. Es la única persona con quien toleró esta clase de situación. No es necesario llenar los espacios en blanco y eso me agrada.
LAW TRAFALGAR.
No negaré que ese día entero me lo pase en las nubes, contaba los minutos para recibir un mensaje de Luffy. Bepo se río bastante de mí, incluso la jefa dijo que parecía normal en estos momentos. Cuando por fin me contestó, parecía él y al mismo tiempo no. Era una sensación extraña. Mi amigo insistió bastante en que debía invitarlo a comer o algo, si realmente tenía intención de disculparme. Acepté su consejo y le agradecí mucho cuando lo recogí en el nuevo departamento.
No solo me gusta su compañía, lo comprendí a la perfección cuando lo esperaba en la entrada. La palabra hermoso resonó en mi cabeza y le queda más que bien. Su cabello oscuro, los ojos brillantes en la luz de luna, la piel tersa y los labios – Hay un lugar aquí cerca.
-Te sigo – Mi cerebro se apagó por unos segundos.
La conversación era amena, no me agradaba el hecho de que pensará en ser un mal recuerdo. Todo lo que pasa por mi mente, en referencia a Luffy es bonito. Así como él… Le conté un poco de mi juventud y todo. Me disculpe a mi manera, sin tratar de poner excusas tontas. Me comporté mal y nada de lo que diga, va a cambiarlo. Su miedo al rechazó, es igual que el mío.
Ya estábamos caminando de regreso a su departamento cuando volvió a hablar - ¿Quieres un helado?
No me gustan, pero tampoco quiero que la noche termine – Seguro ¿Dónde los venden?
-Dentro de complejo – Jaló mi mano y dejé que me guiará.
El guardia nos dejó pasar, anotó mis datos antes. Una vez dentro, caminamos en el pasillo poco iluminado y antes de llegar a la tienda, él giró hasta que quedamos cara a cara - ¿A dónde vamos?
-Elije la opción que prefieras – Parpadee sorprendido – primera, seguimos derecho y vamos por ese helado.
- ¿La segunda? – Se apoyo en las puntas de los pies y me robo un beso. No podía apreciar bien su rostro en la oscuridad.
-Vamos al techo y… - No continuó.
- ¿Y? – Sus dedos apretaban mis antebrazos.
-Y… ¿No quieres? – Le estaba costando encontrar las palabras, a mí me desespera no verlo bien.
- ¿Hay luz ahí? – Me dijo que sí y le pedí que nos guiará.
Llegamos por unas escaleras poco iluminadas, el lugar tampoco tenía buena la visibilidad, pero bastante alejados de la puerta, había un rincón, donde estaba seguro que lo vería bien. Esta vez yo tiré de su mano hasta ahí. Lo puse debajo del reflector, tenía las mejillas al rojo vivo, la respiración agitada y su mano me apretaba tan fuerte como podía – Yo…
No lo dejé hablar, mi cerebro volvió a perder su capacidad de pensar con claridad, lo único que necesitaba ahora era acortar la distancia y - ¿Puedo besarte? – Tomé su cintura con un brazo y la mano libre acarició sus labios – Por favor.
Sólo tuvo que asentir con la cabeza, reduje la distancia que separaba nuestras bocas en menos de un segundo y lo besé. Era dulce, sabía a refresco, con algo más, me encanta. Sentí su lengua en mi labio inferior y las manos se me entumecieron, apreté su cuerpo contra el mío y profundice el contacto.
-Torao – Mi apodo se escuchaba demasiado bien con esa voz. Acarició los cabellos de mi nuca, yo lo levanté de suelo y cuando envolvió las piernas alrededor de mi cintura hablo de nuevo - ¡No! ¡Ba! ¡Bájame! Te puedo lastimar – Lo miré confundido, mis manos ya se encontraban cómodamente en sus glúteos.
-Estás perfecto – Negó con la cabeza, sus ojos tenían una expresión de miedo.
-No yo – Lo besé de nuevo, acallando sus palabras.
-Eres perfecto – Levanté un poco más su cuerpo, hasta que nuestras narices se rozaban – Me gustas tal cómo estás.
Estuvo algunos segundos más en silencio, buscando algo en mis ojos con su mirada brillante. Quise llevarlo de nuevo al mismo plano que yo, rozando sus labios suavemente con los míos. Fue la gloria cuando lo logré. Es apasionado, torpe, algo que ambos tenemos en común pues no he besado así a nadie. Huele delicioso y sabe aún mejor – Law – Esto no es bueno.
-Tal vez, deberíamos parar – Los oídos me zumban y las manos se comienzan a entumecer.
- ¿Qué? – Me alejé un poco para verlo bien, tenía los labios hinchados, los ojos le brillaban y las mejillas fácilmente pueden ser confundidas con manzanas. Pero lo que más me gustaba de todo el conjunto, era la manera en cómo me miraba, podía sentir su…
-Te deseo – Eso pareció sacarlo de su ensoñación – Y no sé cómo voy a lograr detenerme si continuamos.
- ¿A mí? – Tenía sus brazos alrededor de mi cuello.
-Puedo probarlo si quieres – Cuando terminó de decir el ¿Cómo? Deshice el agarre de su cuello y desenrede sus piernas. Lo bajé al suelo, di dos pasos hacia atrás y parece que captó el mensaje, al ver el bulto en mis pantalones – No confío en mis acciones.
- ¿Te cause eso? – Se veía genuinamente desconcertado.
- ¿Hay alguien más aquí? – Se mordió el labio interior, yo sentí un tirón en la entrepierna.
-Lo… Lo siento – Bajo la cabeza.
- ¿Por qué? – Las mejillas jamás salieron del carmín – Me gustas, en muchos sentidos Luffy – Creo que no me ha atraído tanto una persona en mi vida. Él es una excepción en todos los aspectos y las nuevas experiencias me encantaría que fueran a su lado.
SANJI VINSMOKE.
Mi cabeza estaba contra la espada y la pared. Entre el deseo de seguir a Zoro hasta su auto, para ver a donde llega esto; y salir corriendo a tomar el primer taxi que encuentre, para conservar la poca dignidad que me queda. El prometía devolverme el favor de hace una hora, yo tenía miedo a seguir convirtiéndome en un pervertido.
El vehículo estaba estacionado lejos de la vista de todos, tan apartado que podrías decir que están espiando a alguien desde ahí. Una vez que llegamos este me abrió la puerta trasera y se metió tras de mí, poniendo el seguro – No creo que sea buena idea – Le dije, mirándolo directamente a los ojos – Si alguien nos ve, tendremos problemas.
-Entonces es tu turno de guardar silencio – Escuche el zip de mi pantalón – Puedo ayudarte con eso también si quieres.
- ¡E! ¡Estoy bien! – cubrí mis labios con ambas manos. Tan nervioso me encontraba, que dudaba de la posibilidad de poder disfrutarlo.
- ¿Sanji? – Se detuvo, con la mano descansando sobre mis calzoncillos – No quieres esto – Alejó el toque – Si te estoy forzando... Lo siento – Llevó ambas manos a los bolsillos.
- ¿Zoro? – Se ve preocupado.
-Si de verdad no deseas algo, dilo con firmeza. No inventes excusas, simplemente di NO – Ya se estaba arrastrando hasta la manija de la puerta, le toque la pierna para atraer su atención.
-Qui. Quiero esto, pero tengo vergüenza – Bajé la mirada al tapete, no podía encararlo – No quería que pienses que soy lascivo.
- ¿Qué?
-Un desvergonzado que solo piensa en sexo, un chico fácil – Arrugó las cejas con desagrado.
-Sería un hipócrita si pensará eso, luego de lo ocurrido – Sentí su mano en mi mejilla y como hacía un poco de presión para tratar de levantarme la cara – Yo te ofrecí esto. También participe y no me desagradan tus maneras, ese eres tú.
- ¿Estoy bien?
-Claro que sí, di lo que quieres y nunca te avergüences de eso – Lo veo difícil, pero sé que quiero ahora, más que nada.
-Tócame – Su sonrisa de lado me apretó el estómago. Yo tomé valor y guíe su mano a donde necesitaba atención – Aquí.
Se mordió los labios, dijo una grosería entre dientes y me besó. Con la misma pasión que en esa terraza, devorando mi boca y bajando mis pantalones en el proceso. Su mano era tan caliente sobre mi miembro, que por un minuto pensé en la posibilidad de quemarme. Me comía la boca y arrastraba mi cuerpo con su tacto, llevándome a orillas del nirvana demasiado rápido - ¿Estás cerca? – Asentí manera efusiva, al sentir su lengua juguetear con mi lóbulo derecho – Aguanta un poco más.
Tenía los ojos cerrados, pero tuve que abrirlos cuando sentí que se alejaba. Estaba rebuscando algo en la guantera del auto, supe que era al ver la caja de condones plateada - ¿No es un poco presumido llevar siempre eso?
- ¿Me lo dice él que lleva uno en su billetera? – Cerré la boca - ¿Pensaste que no me daría cuenta?
-Yo nunca llegué a usarlo – Golpeé su pecho con mi dedo índice. Abrió la caja y había tres sobres de plástico.
-Yo tampoco – Se sentó nuevamente a mi lado y me jaló por la cintura, hasta que quedé acomodado en su regazo. Levantó mi sudadera, la puso en mi boca y me instó a morder - ¿Quieres que te toque solo aquí? ¿O prefieres en otros lugares también?
Afloje los dientes, pero la prenda casi se cayó y el con una sonrisa juguetona me acarició las nalgas. Di un brinco y mi pene se frotó contra sus abdominales. Use la mano derecha para sujetar la tela y la otra extremidad descanso en su pecho – No creo que sea.
-Si o no Sanji – acercó su boca a mi pezón derecho – Me alejaré en caso de que no quieras.
-Quiero – Cubrí más de la mitad de mi rostro y volví a hablar – Quiero que me toques.
Sentí la calidez envolver mi aureola, escuche el sonido de unos plásticos romperse y algo frío acariciando mi entrada. Pegué un brinco de la sorpresa, ocasionando que me restregara contra su camisa mal acomodada – Relájate – Es fácil decirlo.
-No eres tú quien está siendo expuesto – Se retiró un poco, desprendió los botones y se quitó la camisa en un rápido movimiento.
- ¿Mejor? – Mi cara ha de parecer un maldito semáforo, cambiando de colores cada rato.
- ¡¿En qué cabeza era una buena solución eso?! – Pude sentir su cuerpo temblar a causa de la risa. Pegué su pecho, demasiado avergonzado para poder decir algo.
-No me provoques – Sinceramente no captaba a que se refería, hasta que sentí el bulto bajo mi trasero.
- ¡Te juro que no puedo seguir la línea de tus pensamientos! – Su boca regresó a mi pezón, una de sus manos me sostuvo por la cintura y unos dedos comenzaron a jugar en mi agujero - ¡Zoro! – movió la extremidad que se encontraba en mi espalda, sujetando el frente de mi sudadera y la llevó a mis labios.
-No puedes ser ruidoso ahora – Lo mordí. Él fue bajando su mano hasta tenerla sobre mi pene.
Eran muchas sensaciones al mismo tiempo, no recuerdo algo así antes. Ya no estaba acostumbrado a los intrusos en mi retaguardia y la piel caliente contra la cabeza de mi miembro, me terminaría de mandar al manicomio. Ni siquiera sabía que mis pezones se podían sentir de esa manera.
Apoyé mi frente en su cabello, tratando de aplacar un poco el calor que me inundaba. Sus dedos eran largos y grandes, la espalda que sostenía, estaba marcada y firme. Un gemido murió en mi garganta, la presión en la zona baja se estaba volviendo desesperante. Tocó algo que envió mis ojos al más allá – ¡Ah!
- ¿Te gusta ahí? – Apreté su cabeza entre mis brazos –Tomaré eso como un sí.
Podía sentir su sonrisa contra mi pecho, como ahora eran dos dedos los que masajean algo ahí atrás, no me pasa por la mente, algún momento en que me haya sentido de esta manera - ¡No!
Ya me estaba costando respirar, sus labios abandonaron mi pecho y se impactaron contra los míos, tan demandantes como el resto de sus atenciones. Los temblores que preceden al orgasmo se hicieron presentes y me corrí tanto, que parte de él líquido terminó en su mejilla. El grito murió en su boca y mi cuerpo se sintió lánguido casi de inmediato.
- ¿Estamos a mano? – Su sonrisa es demasiado atractiva.
-Más que eso diría yo – Cuándo se retiró de mi interior, me pareció que algo me faltaba. Me balancee sobre sus piernas para adoptar una mejor postura y con firmeza detuvo mi acción.
-No te recomendaría hacer eso, al menos no ahora – Se inclinó hacia adelante y tomó algo tras mi espalda. Cuando sus manos regresaron, tenía toallas húmedas.
Se limpió el semen del rostro y me tendió otro para que hiciera lo mismo. El momento post gustillo, me estaba poniendo nervioso - ¿To? ¿Todo bien?
Enarco una de sus cejas – Excelentemente. ¿No te dolió?
Lo pensé un momento, me molestó poco al inicio, después ya que estaba demasiado excitado para pensar en algo que no sea el musgo culpable de mi placer – No.
Con las toallas húmedas limpio su pecho, el abdomen y el asiento. Estaba concentrado en su tarea de dejar todo impecable, pero yo seguía sentado sobre ese monstruo sin huesos, que pedía atención urgente - ¿Lo vas a dejar así?
La pregunta me salió sin pensar - ¿Por qué? ¿Me ayudarías de nuevo?
Mi sonrojó volvió, el bajo vientre se me revolvía – Volverías a estar en deuda – Una sonrisa torcida fue toda su respuesta.
-Me gusta tener mis deudas en cero – Con ambas manos le da un masaje a mis nalgas y yo suspiro, víctima de la expectativa.
Esa noche fue maravillosa, Zoro en un hombre apasionado y seductor. Solo con mirarte, te tiene rogando por más y lo pude comprobar muchas veces, en el asiento trasero de ese vehículo. No hubo penetración, ni siquiera hizo falta. Me rendí ante este adonis de piel morena sin dudar y vaya que lo disfrute.
Fuimos a bañarnos en un motel cerca del hospital, dormimos en la habitación, ambos en la misma cama, yo sabía su rutina de sueño de memoria. Cómo estira la espalda antes de comenzar a dormirse, la manera en que cruza sus brazos sobre el pecho, y emite un ligero ronquido, para posteriormente caer rendido al reino de Morfeo. Yo lo seguí poco después, estaba agotado.
Me desperté entre unos brazos fuertes y su aliento acariciando mi oreja. Pegué un brinco, desacostumbrado a tanta intimidad con él. La ropa me la puse en un segundo y seguro de que no vería nada, lo llamé. Palpó el lugar a su lado, despeino sus ya de por sí revoltoso cabello y se puso de pie - ¿Vamos a desayunar antes de ir al hospital?
-Lo haremos allá – Recogió las prendas que había dejado en el sofá y se dirigió al baño. Tardo unos 10 minutos en estar presentable, mucho más sexy de lo que recordaba.
- ¿Vamos? – Asentí como un idiota y salí corriendo, si me dan a elegir, quiero que me trague la tierra. Hice las cosas en un orden aterrador y nada de eso debía pasar así.
Relevado el peleador de su trabajo de cuidar a mí amigo, volvimos a quedarnos en silencio. No tenía idea de cómo mirarlo. Luffy se dio cuenta del ambiente raro entre nosotros, pero jamás le podría decir algo delante del musgo… Tuve que espera a que se retire para soltar la sopa, lo básico nada más. Él no me contó nada de la charla que tuvo con Trafalgar y al saber el motivo se lo dejé pasar.
Mi hermana nos fue a buscar, pago la cuenta de hospital e incluso nos invitó el desayuno al ver el estado de mi amigo. Reiju trato de averiguar donde pasé la noche y le mentí como Pinocho. Primero para no preocuparle y segundo por vergüenza. Me comporté igual que un animal en celo, algo que nunca hice. Ciertamente en el pasado lo invité a tener un encuentro casual, pero lo de ayer fue otro nivel.
ZORO RORONOA.
Sanji y yo somos bastante compatibles. No llegamos al final aún, y eso no evitó que me corriera dos veces en la misma noche. Tenerlo entre mis brazos, temblando a causa del placer, fue exquisito. Hubiera dejado las cosas como estaban, porque ahora lo único en que puedo pensar es en lo acontecido dentro del auto.
Fuimos a un motel para descansar, luego del día estresante; caí rendido en cuestión de segundos y desperté a causa del olor a jabón. Estaba abrazando al rubio, como si fuera un peluche y al verlo acurrucarse contra mí pecho, me relajo de nuevo; volviendo al sueño que había dejado por la mitad.
Cuando recupere conciencia, el ya no estaba a mi lado, se encontraba al otro lado de la habitación. Manteniendo en todo momento la mayor distancia posible. No veo porque le molesta tanto, ya pasamos la edad de los adolescentes, donde hacíamos cosas estúpidas y lo lamentábamos después.
…
Le darían el alta a Luffy, pero por la manera en que me evitaba Sanji, no hablaríamos de lo ocurrido hoy. Entonces tomé mi vehículo y fui a casa. Me cambié de ropa para poder ir al gimnasio y una vez ahí, entrené tan pesado, que terminé aún más exhausto. Mientras regresaba al carro unos idiotas me asaltaron, solo se llevaron mi bolsón deportivo y unos tenis, aunque me golpearon bastante.
Hice la denuncia y casi arrastrándome, volví a mis cuatro paredes de seguridad. Me dejé caer en el sofá y terminé profundamente dormido, eran apenas las 16hs. Tengo el sueño pesado, aunque hay días en los que escucho hasta a una ardilla y hoy era uno de esos. Alguien estaba forzando la cerradura de mi puerta. Me coloqué justo al costado de la entrada y esperé al intruso.
Era un crío, no puede ser mayor de edad aún. Portaba una navaja y guantes. Lo reduje antes de que pasara el umbral, al intentar interrogarlo, se retorcía como un gusano.
- ¿Quién eres? – parecía poseído por momentos - ¿Te mando alguien?
- ¡No te diré nada asqueroso marica! - ¿Qué?
- ¿Marica?
- ¿Te divierte follarle el culo muñequito barato? – Ya había escuchado esa frase antes.
-… ¿Te mando el demente de Gin? – No alcancé a obtener respuesta, alguien había entrado por la puerta y estuvo a nada de atravesar mi costado. Aunque alcanzó a cortarme un poco.
Rodé y cuando me reincorpore, ya se habían marchado. Maldije en inglés, luego en español y por último en mi pobre japones. Ese idiota no pensaba dejar en paz al rubio y como ahora no puede tocarlo a él, me viene a joder a mí. Pero sé equivocó de contrincante, ya me tiene harto.
Subí a mi vehículo y los seguí algunas cuadras, pero sé metieron en un callejón. Esto no se quedaría así, la policía me tendrá que escuchar. Sin él número de expediente, una foto del agente que me atendió y hablar con el jefe; no me iría.
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
Nos vemos en el próximo o/
