¡HOLIS! Esta vez si llegué el día que quería. Disfruten el capítulo de hoy.
Sin nada importante que decir... ¡Comenzamos!
Capitulo 15 - El inexistente 5to piso.
LUFFY MONKEY
Estábamos conversando tranquilamente en la calle, luego me pidió disculpas, sin poner excusas y ahora aceptó tomar un helado, que estoy seguro no desea; ¿Será para que podamos estar más tiempo juntos?
Nuestros reflejos se proyectaban en las ventana por las qué pasábamos, su rostro cada día me parece más y más atractivo. Su mirada, esos labios… Quiero besarlo, con más intensidad de la que estoy dispuesto a admitir en voz alta. Si lo llevo a la heladería, solo tendríamos azúcar. Pero si caminamos unos pisos más arriba, nadie nos vería y… le daré ambas opciones, que él decida.
Opto por la segunda, una vez en el tejado, el encabezó el grupo. No entendí a donde exactamente quería llegar, hasta que la luz me encandiló y la figura masculina inundó mi línea de visión. Trataba de entender sus acciones, todo se ha vuelto muy confuso y cuando me pidió permiso, no lo dude. Asentí despacio y aunque el beso había comenzado así, escala a más velocidad que el último. Me estaba cargando, sé de sobra lo huesudo que soy y moriría de la vergüenza si me lo llega a recordar – Eres perfecto – En tu imaginación, porque lo último que sería yo es – Me gustas tal cómo estás – La vergüenza se convirtió en felicidad con solo esa frase.
Esas veces en las que hicieron algún gesto de molestia, a causa del que me encontraban más flaco de lo normal, desaparecieron. Tal vez yo no era el problema, sino ellos. Decir su nombre entre suspiros, fue lo único que hacía y a pesar de eso, lo puse en un estado, del cual no me creí capaz de generar en nadie. Me afirmó que le gustó, el acto y yo. En muchos sentidos.
-No puedo entender por qué – Enarcó sus cejas y yo reí. Él se las cubrió con la mano, retrocediendo un paso para poder salir de la luz.
-Son muchos motivos. No podría elegir uno solo – Toqué su pecho y jale un poco su remera blanca, él se dejó hacer, regresando bajo el reflector.
-Dime uno – Me miró los labios y acarició el inferior con el pulgar.
-Me gusta tu risa – Sonreí involuntariamente y él me imitó.
-A mí me gusta hacerte reír – Sentí sus manos en mi cintura y como ejercía presión para acercarme – Será mejor que – Bajo la cabeza hasta rozar mis labios.
- ¿Puedo? – Todo fue borroso desde esa petición. Esta vez participe mucho más activamente.
Sentí como si me estuviera muriendo de sed y él era un fresco vaso de agua. Lo besé con el alma, comprendiendo en ese mismo instante aquello que sentía por Torao. Me gusta lo que causo en él, me siento poderoso y - ¿Qué es eso?
Algo cayó a nuestras espaldas y el peleador de manera automática se interpuso entre la fuente del sonido y yo - ¿Quién anda ahí?
Tomó mi mano e hizo que lo siguiera - ¿Torao?
Estaba tenso y se relajó casi por completo cuando habló él culpable del alboroto – Lo siento bonito – Era Sanji.
- ¡¿Qué haces aquí arriba?! – Él sonrió apenado.
-Huía de Reiju y se me paso el tiempo volando – Miró a mí acompañante - ¿No qué irían a comer? Pensé que hablaban de comida y no.
- ¡Sanji! – Levantó las manos – Vuelve al departamento – Suspiré molesto.
-Si quieren usarlo, yo puedo.
- ¡AHORA! – No sé qué cara tendrá Torao, pero yo estoy hecho un árbol de navidad. Tal vez a causa de la vergüenza o la furia. Aún me cuesta distinguir cual emoción es.
Se quejó un rato, pero terminó cediendo y nos dejó solos. Había matado el ambiente por completo – ¿Nos escuchó verdad?
-Muy probablemente – Caminé hasta qué nuestros pies estuvieron frente a frente – Lo siento – Bajé la cabeza, avergonzado. Sentí su mano sobre mi cabello.
-No te disculpes, no hicimos nada malo – Cuándo lo miré, él se quedó en silencio un rato y carraspeo – Será mejor que me vaya.
-Te acompaño a la salida – Negó y aclaro que se iría una vez me dejara frente a mi departamento. No tuve de otra que aceptar. Aunque me tranquiliza un poco, el ver que, de todas maneras, sostiene mi mano.
Le dije adiós y él se inclinó, creí que me besaría en los labios de nuevo, más lo hizo en la frente – Nos vemos otro día.
-Sí – Esperó a que cerrará la puerta para marcharse, lo vi desaparecer por la mirilla.
Sanji estaba sentado en mi cama, con un té caliente. Esperando pacientemente mi llegada. Tuvo la decencia de no hablar hasta que me acomodé en el colchón. Su emoción era evidente, aunque tratarse de disimular al hablar bajo, no podía. Me preguntó ¿cómo fue? Si nació de mí la idea o el callado Trafalgar fue el propulsor de ir a besarnos acaloradamente ahí. ¿Qué sentí al ser cargado y besado de ese modo?
-Sanji – Hasta ahora no había dicho nada, su verborragia me dejaba sin chance – Te lo contaré, pero solo sí me das tiempo de hablar – Hizo un amago de abrir la boca y le apunté – ¡Nada de interrumpir!
Fui sincero con él, le dije todo lo ocurrido esa noche. Desde la cena, lo que hablamos en el restaurante; hasta lo ocurrido en ese techo. Mientras explicaba, me sentí mucho más avergonzado que antes; ¿Qué me ocurrió? - ¡Es un sol!
Trate de enfriar mis mejillas con las manos – Es sumamente adorable.
- ¡Exacto! Bueno, no entendí bien lo que decían allí arriba, pero parecía una novela romántica desde mi punto de vista.
Sonreí ante el recuerdo de sus palabras y luego caí en cuenta, estaba solo ahí arriba, es peligroso eso. Le llamé la atención, él le restó importancia. Supuestamente no hay lugar más seguro por ahora.
El lunes en la oficina, todo se sentía más extraño que de costumbre. Entre Zoro y Sanji había algo raro, casi como si fueran cómplices de algún crimen, el remplazo de Torao era bastante alegre y se pasaba coqueteando con cuanta empleada entraba, por lo cual me genera recelo. Además del silencio que se crea cuando nos quedamos solos es horrible.
-Disculpa – Lo miré a los ojos. No me parece feo, pero si lo pongo en contraste contra Torao y Zoro - ¿Hice algo malo?
Es alto, pero más flaco que ellos, de cabellos negros sostenidos en una cola alta – No, ¿Por qué preguntas?
Kin'emon arrugó las cejas – Intuición – Torcí el labio en una mueca, el suspiró - ¿Puedo saber que te molesta? ¿Por qué haces un mal gesto cada que me ves?
- ¡No hago! – Me miró ceñudo, yo respire profundo para tranquilizarme – No lo sé. Supongo que no me gusta tu… actitud.
-Vamos bien – Lo fulminé con la mirada, él no se inmutó - ¿Qué actitud?
- ¡Eres demasiado confianzudo! – Se encogió de hombros - ¡Coqueteas con toda la oficina! ¡Y!
-Soy un charlatán. Ya me lo han dicho muchas veces; y no. No coqueteo con nadie. Sólo soy amable, y observador – Me crucé de brazos – Por ejemplo, en este último mes note algunas cosas – Hizo una pausa dramática – el señor cara de bebé – Se refería a Sanji – Tiene un lío con Roronoa – Casi me entraron moscas en la boca – Confirmado entonces.
-Que no te escuche o podrías tener problemas – le restó importancia.
-Ni siquiera disimulan, eso es algo fácil de adivinar – se rasco la barbilla – La chica de Recursos Humanos, quiere con Roronoa – También acertó – El antiguo yo, tiene muchas seguidoras, pero nadie sabe nada de él. Por lo cual, es probable que esconda algo.
- ¡Ya! – No dejaría que hable mal de Torao – Es un desconocido para ti.
-Cierto, pero eso se intuye de todo lo que escuchó por ahí. Además, era tu conquista o algo así. No te imaginas cuantas cosas puedes saber, si hablas con las secretarias – Definitivamente es un charlatán. Habla más que yo y eso es mucho. A mí me pasa, que, si no confío en la persona, tiendo a ser cerrado. Él te trata, como si fueras su más íntimo amigo y eso no me gusta. Será imposible que nos llevemos bien.
LAW TRAFALGAR
Me tiene hechizado, si no fuera por la interrupción de su amigo, probablemente lo hubiera asustado. Lo llevé a su puerta y cuando comencé a bajar la escalera, vi una silueta familiar unos pisos abajo. Aceleré el paso, casi chocando contra la persona, que se detuvo al escucharme correr.
- ¿Puedes fingir demencia? – Roronoa me miró sonriente – Tampoco diré nada de lo que vi.
-Estabas con Sanji arriba – Me mostró los dientes en una fingida alegría.
-Atrapado, pero nosotros llegamos primero – Guardo ambas manos en el bolsillo de su chaqueta marrón.
-No los vi – Trato de darme una palmada en el hombro, yo la esquive.
-Esa era la idea – Habré hecho alguna mueca, porque el comenzó a reír – No somos tan diferentes había sido.
- ¿En qué nos parecemos?
-Que dos pequeños, nos manejan como quieren – No entendí – Olvídalo, solo finge que yo no estuve aquí.
-No diré nada – Sus labios se curvaron hacia arriba, pero eso no era alegría; era algo más.
-Tampoco yo – Se dio media vuelta y siguió bajando las escaleras como si nada, ignorando por completo mi presencia. Eso fue muy extraño, hasta para él.
En mi nuevo departamento me bañe y cambie de ropa, respondí un mensaje del trabajo, recostándome boca arriba en el colchón. Al cerrar los ojos, la primera cara que vi, fue la de Luffy. Pero no estaba como siempre, tenías los ojos más brillantes y sus labios, no estaban exactamente sobre los míos.
Desperté sobresaltado, reprendiéndome mentalmente por ser así y tener esa clase de pensamientos por él. Debería respetar su recuerdo y no andar cómo un chiquillo de 15 años – Eres un idiota.
…
Los pacientes estuvieron muy tranquilos ese día, nadie hizo problemas y solo tuvimos un nuevo ingreso. Bepo me seguía de cerca durante toda mi guardia - ¿Cómo te fue?
-Creo que bien – Si pienso demasiado en eso, tendré problemas. Por qué ese sueño, me afecta de manera preocupante.
- ¡Se más específico! ¿Se arreglaron? ¿O sigue molesto contigo?
-No, ya no creo que esté molesto – Agrandó los ojos - ¿Qué?
- ¿Te acostaste con él? – Negué - ¿Seguro? Esa era la manera en que solucionaban las cosas con mi Ikkaku.
-Luffy no es como ella – Su semblante cambio, se puso triste.
-La extraño mucho – No soy bueno para consolar a la gente - ¿Crees que la hubiéramos podido detener?
Me culpe mucho tiempo, por no haberla seguido ese día y si soy sincero, ahora mismo – No.
-Yo tampoco y no tuve el valor de seguirla… Quiero vivir… - Sus ojos se estaban humedeciendo, pensé por un segundo, que haría Luffy.
Me acerque a su lado y toque su hombro – Eres valiente, estoy orgulloso de ti.
Logré el efecto contrario al que quería, comenzó a llorar como una cascada. Retiré la mano y el acortó distancias de una zancada, dándome un abrazo. Me quedé estático, no tenía idea de que hacer. Espere hasta que terminará de lagrimear para separarme.
-Eres el mejor hermano que puedo tener – Sonrió, por primera vez en años, se veía real – No sé qué habría hecho sin ti.
-Siempre que pueda, te voy a apoyar. No estás solo, y necesito que entiendas eso.
-Lo siento – bajo la cabeza – Tuve demasiado miedo y huí, no me he disculpado como corresponde aún.
-Ya no soy un crío indefenso, puedo protegerte – Asintió – Todo estará bien.
Volví a recordar y luego de muchos años, de no saber cómo manejar todo lo ocurrido, tuve la mente lo suficientemente clara, para poder entender mis prioridades. La primera de ellas es, cuidar a Bepo y la segunda… Es permanecer a lado de Luffy.
…
Le escribía mensajes al chico que ocupa mis pensamientos casi todos los días, siempre que podía él me contestaba calmado, a veces algo seco para su forma de ser, pero supongo que es culpa de lo ocurrido. Yo no tengo idea de con qué cara la miraré, porque sigo teniendo esos sueños de vez en cuando y Luffy está en cada uno de ellos, en diferentes posiciones.
Quedamos de vernos el fin de semana, pasaría por él a la empresa y de ahí iríamos al cine, para después ir a comer. Esta sería la cita que teníamos pendiente. Según Bepo, se notaba mucho mi esfuerzo en la vestimenta, pero era la ropa que siempre uso.
- ¡Hola! – Lo esperé delante del edificio de Water Serven, un hombre desconocido salía tras de él, captando su atención - ¿Qué quieres?
-Siempre agradable, dejaste tu teléfono sobre el mostrador – Nuestros ojos se encontraron, Luffy fue corriendo a sacarlo de su mano, este lo puso fuera de su alcance - ¿Lo conoces? – Me apuntó con el dedo.
-No te incumbe – Trato de agarrar el móvil y él se lo impidió - ¡Si! Es mi… amigo.
Eso es cierto, pero por algún motivo, me molestó – Está bien – Le entregó el aparato – Llama si necesitas algo.
No me gusta la actitud de este sujeto. Luffy le dijo que sí, y se volteó hacía mi con una gran sonrisa. Estaba contento ¿Será por la cita o…?
-Lamento eso, están algo preocupados por el problema que tuvimos anteayer – Le tendí su casco.
- ¿Qué problema?
-Tal vez parezcamos locos, pero creemos que fue Gin – Ese es el ex novio de su amigo.
- ¿Debo preocuparme por algo? – Negó con la cabeza y espero a que me subiera a la moto para hacer lo mismo – No debería poder hacerle nada a Sanji.
- ¿Y Roronoa?
-Él nos dijo que no nos preocuparnos – Tiene el efecto contrario. Ese tipo debe estar más loco de lo que parecía.
Yo no soy bueno para elegir películas, así que él fue quien decidió. Era sobre un asesino que buscaba venganza por que le mataron al perro. Si lo ponemos en perspectiva, es un motivo absurdo, pero si se pensará con lógica, no habría películas.
- ¿Qué te pareció? – Tarde un tiempo en contestar, pero siendo sincero.
-Me gustó, al menos las escenas de acción estaban bien coreografiadas. Aunque un ser humano normal moría en muchas de esas situaciones – Él río.
-Tal vez, pero si lo piensas demasiado, pierde la gracias – Coincidí.
- ¿Vamos a comer ahí? – Apunté a un restaurante que hay dentro del centro comercial – La comida era deliciosa.
- ¿Viniste antes? – Sengoku me había traído luego de un encuentro, se lo dije y él me aseguró que debía llamarlo – Estaba muy preocupado por ti – Tiene razón, le debo una explicación… y creo que una disculpa.
SANJI VINSMOKE
Ese día tuve que acompañar a mi hermana a todos lados. Sabía que ese favor, no me saldría gratis. Bueno, al menos gracias a eso, no pensé casi en el musgo y nuestra actividad nocturna. Por la tarde, fuimos a llevarle algunos refrigerios al amigo de su esposo, en su cabeza, yo debería hacerme amigo de él, así un policía me respaldará.
- ¡No me iré de aquí, hasta tener un comprobante de que se cargó el reporte! – La voz era demasiado familiar – Ya me han vendido el cuento ese de "se extravío el comprobante y"
Zoro estaba en ropa de casa, con un corte al costado de pecho, molesto y el semblante de un pastor alemán al borde de un ataque de rabia - ¿Ese no es tu amigo? – Reiju seguía su camino hacia la mesa dónde se encontraba el musgo, yo la jalaba para atrás.
- ¡No! ¡Imposible, el nunca! – La vergüenza que sentía era tremenda, estaba preocupado por el, pero sé veía entero y más que bien, si puede discutir así.
- ¡Claro que sí! – Mi hermana se colocó alado de Zoro y exigió ver al sargento Capone. Yo maldije en voz baja y me escondí tras una pizarra.
Estuvieron un largo rato hablando, de algo que no alcance a oír por la distancia, pero si tengo suerte, mi hermana me contará en casa - ¿Cuánto tiempo más planeas esconderte aquí? – Trague saliva con dificultad.
- ¡Hola Roronoa! ¡No te había visto! ¡Qué casualidad no! ¡Nosotros! – Me cubrió la boca con una de sus manos, agradecí que lo hiciera o seguiría diciendo estupideces.
-Tu hermana me mandó a buscarte – Maldita traidora, no sabes leer a las personas en lo absoluto.
-Seguro es para regresar a casa, solo vinimos a ver a su amigo, no sabía que estabas aquí – En eso aparece la susodicha y me miraba con una sonrisa en el rostro, yo traté de matarla con los ojos.
-Lo invité a cenar, dijo que vive cerca. Irá, se bañara y nos veremos en casa en 45 minutos – Me mordí el labio - ¿Hay algún problema?
-No, ninguno… Nos vemos allá – Huí lo más discretamente posible al auto.
Mataría a mi hermana por invitarlo sin preguntarme, a Zoro por aceptar si preguntarme y a mí por esperar que alguien me consulte algo tan insignificante cómo eso. En fin, será una masacre sin motivo alguno. Tuve un humor de perros durante toda la cena, y que Luffy se haya marchado a cenar con su enamorado y todo me molestaba.
-Debes ver lo genial que se ve el estadio desde el techo – Reiju se pasó la velada, hablando del bendito lugar con el musgo.
- ¿Sí? – Katakuri también la secunda con comentarios positivos hacia ese quinto e inexistente piso.
- ¿Por qué no vas a mirarlo si tanta curiosidad tiene? – Se colocó de pie y me levantó de un tirón.
-Tienen razón, iremos a verlo. Enseguida volvemos – No recuerdo haber aceptado acompañarlo a ningún lado. De la sorpresa, ni siquiera articule una palabra, solo me dejé arrastrar hasta que nos encontramos frente a la puerta corrediza. Recuperé mis sentidos en ese instante y me solté.
- ¿Qué? ¿Qué haces? – El cruzó el umbral, yo no.
-Tenemos una charla pendiente – Retrocedí un paso – Si tu intención es pretender que nada pasó y regresar a la normalidad, bajarás esas escaleras sin mirar atrás.
Sujete el barandal, pero dudé - ¿Y sí no quiero eso?
-Ven aquí y hablemos de esto – Me temblaba el labio. Tenía miedo, pero no de Zoro o lo que ocurría entre nosotros. Sino de volver a enamorarme y terminar peor que esa vez – Es tu decisión.
-Yo… - Todo mi cuerpo se sacudía – Estoy aterrado.
- ¿De qué? – Sus ojos se veían tan oscuros desde aquí, pero eran brillantes en mi memoria.
-No soy una buena persona. Soy… lascivo, sin vergüenza, hablador y.
- ¿Cuándo empiezas a describir la parte negativa? – Me mordí el labio – Porque por ahora solo estoy escuchando cosas buenas.
-No sabes lo que dices, nada bueno sale de estar cerca de mí. Soy la persona menos adecuada para tener como amigo y – Muchísimos de mis traumas venían en ese momento, cada uno de ellos aplastaba mi auto concepto de manera devastadora.
-Estamos en problemas entonces – Fruncí el ceño – Yo pienso lo contrario y tendremos muchas discusiones si sigues diciendo eso.
- ¿Qué?
- ¿Quieres saber que pienso de ti? – Inconscientemente había dado varios pasos hacia adelante, frené al darme cuenta – Tendrás que seguir caminando para averiguarlo.
- ¿Qué pasará si entro ahí? – Su sonrisa no me inspiraba confianza, movía cosas dentro de mí y eso me petrifica.
-Todo lo que quieras – Me sentí hipnotizado por sus palabras, si me estaba seduciendo, funcionaba. Sino, soy un fácil sin remedio; capaz un poco de ambos.
Ya del otro lado de la puerta, esta se cerró a mis espaldas. La iluminación era algo precaria aquí arriba, salvo que quisiéramos vernos bien y camináramos hacia la luz, nuestras siluetas serían todo. Tomó mi mano, yo le correspondí – Zoro…
- ¿Dónde queda el bendito estadio? – Parpadee – Porque si tu hermana pregunta, por lo menos tengo que saber la dirección.
-Hacia allá – Apunté hacia el edificio y este jaló de mí, hasta tenerme contra una pared que daba de cara al estadio – Sólo me ibas a decir que pensabas de mí.
Podía imaginar su sonrisa en la oscuridad – Tienes razón – Sus manos sostuvieron ambos lados de mi cintura – Pienso que eres increíble, me gusta que hables mucho y cuando estás avergonzado, prácticamente tus palabras salen como una cascada – Estaba tan cerca – Lo de lascivo… Aún tengo que comprobarlo.
-No, no es buena idea – Él se alejó, ya se encontraba a una zancada de distancia.
-Cómo tu digas – Me dejó descolocado – Aquí no pasará nada que tú desapruebes, ya te lo dije.
-Yo no dije… - Era como un zorro; astuto y peligroso; o tal vez un tigre. Me obligaría a pedirlo; lo cual no pasará, soy mejor actuando.
Me tomó dos pasos pequeños igualar el suyo, estiré la mano para sujetar su playera, pero el volvió a retroceder – Así no funciona.
-Si te alejas, claro que no lo hará – río, fue un sonido exquisito, erizó hasta el último de mis vellos.
- ¿Qué te impide pedirme aquello que deseas? – Mi rostro ha de estar súper rojo, pero no lo verá con esta luz – Dímelo Sanji, necesito saber que quieres.
-Bésame – Los oídos me zumban – Igual que en el hospital.
No tuvo que moverse demasiado, con los brazos me jaló hasta que nuestros cuerpos chocaron - ¿Sólo eso? – Casi me atragante. Su boca había ido directo a mi oreja – Soy bueno en otras cosas.
Pegué mi rostro a su hombro, es mucho más desvergonzado que yo - ¡¿Cómo puedes decir eso con tanta calma?! – Está vez, su risa se podía sentir también.
-Te diré cosas aún más vergonzosas en un futuro, vete acostumbrando – Estuve a punto de preguntarle a que se refería, pero cuando levanté la cabeza me besó y todo desde ahí fue cuesta arriba.
Sus manos me recorrían el cuerpo, sus labios no me daban tregua. Apenas y podía respirar. ¿En qué momento, terminé con la espalda contra la pared? Es una subida en montaña rusa, sin cinturón de seguridad. Ese tipo de adrenalina, recorre cada vena de mi cuerpo.
Lo he de estar haciendo fatal, tratando inútilmente de seguir el ritmo. Pero me estaba frustrando - ¿En qué estás pensando? – Se detuvo un segundo para decir eso, llevando el contacto de sus labios hasta mi cuello.
- ¡Lo hago espantoso! – Separo un poco la cabeza – No estoy acostumbrado a besar así.
-El beso es de dos. Si lo haces mal, entonces yo también y eso me ofende muchísimo – No se oía molesto.
-Eso no tiene lógica, tu – me calló con la boca, pero sé alejó de nuevo - ¿Estás tratando? – Lo hizo de nuevo.
-No pienses en nada ahora, solo en esto – Me sostuvo con firmeza de la cintura y unió nuestros labios. Es un desvergonzado musgo… Cómo me gusta eso.
El tiempo pasó volando, la boca comenzaba a dolerme por la fricción, se lo iba a decir, pero la puerta del lugar se abrió y cuando ambos volteamos a ver, otra pareja tuvo la misma idea que nosotros. Debido a la oscuridad no nos habían visto y por la forma en la que se alejaban hasta quedar bajo la luz del reflector, no lo harían - ¿Ese no es?
Efectivamente, era el bonito. Me sentía un intruso al estar viendo esto sin que se dieran cuenta, pero es imposible salir de aquí sin que nos vean – Vayámonos antes – Pegué un saltito que fue sostenido por las manos en mi cintura. Zoro había besado la parte trasera de mi cuello – Ni se te ocurra.
No tenía la más mínima intención de detenerse, yo cubrí mi boca con ambas manos; disfrutando de los besos, mordidas y lamidas que subían y bajaban por mi nuca, parecía un milenio el tiempo en sus brazos - ¿Te gusta?
Asentí con la cabeza, más él se detuvo. Volteé para preguntar algo y tropecé contra un bote de basura. Eso reveló nuestra ubicación, por lo cual, salí de mi escondite y empujé al musgo hacia la oscuridad. Tal vez sea mejor, así dejo de comportarme como un necesitado y conservó un poco del pudor que me queda.
ZORO RORONOA.
Conseguí lo que quería en la comisaría y tal vez algo más. Me encontré con Sanji versión mujer, ella me llevó con el sargento encargado y tomaron mi declaración, además de que me invitó a cenar. El señorito no se veía feliz con esa decisión, yo intentaba mantener lo más ameno posible el ambiente, pero lo hacía difícil con su actitud. Para mi buena suerte, la pareja parecía estar de mi lado y generaron la oportunidad en la que nosotros podríamos hablar a solas.
Sinceramente solo quería aclarar las cosas con Sanji, exactamente que deseaba lograr, me era desconocido. Pero algo hizo clic en mi cabeza, cuando vi el miedo en sus ojos; necesitaba lograr que fuera sincero consigo mismo. Lo irónico es que, ni a mí se me da bien eso. Me gusta, pero no sé si podría tener una relación formal con él.
Flirteando y bromeando, terminamos besándonos como un par de adolescentes hormonales. Eran extrañas las ansias que tenía de escucharlo gemir mí nombre nuevamente. Tal vez es sólo por el hecho de que he estado sin compañía por un buen tiempo, pero estoy que ardo de excitación al tenerlo cerca.
Ni siquiera me importó, cuando Trafalgar llevó al amigo de Sanji al techo también, si no nos hubieran descubierto, habría hecho algo más que acariciarlo. Lo dejé huir de la situación, porque sabía que sería el fin de nuestros encuentros sí ellos nos descubrían.
Esperé a que todo estuviera despejado para bajar, no me despedí de nadie, quería salir de ahí lo antes posible o Trafalgar podría verme y… me descubrió. Estar en una situación tan incomoda me fastidia. No me gusta que los demás se enteren de mis encuentros con Sanji y el prometió guardar silencio… pero no lo creo.
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
¡Es el final del capítulo de hoy!
Nos vemos en el siguiente :D
