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La familia y amigos de los recientes padres estaban contentos por ellos, Patricia ya estaba en casa; como el bebé era recién nacido se recomendó que por lo menos un par de semanas, no estuviera expuesto a muchas personas; sin embargo, Candy fue la única que los visitaba a diario, pues su regreso a Londres estaba cerca.

-Es tan lindo. – dijo la rubia cargando al bebé.

-Verdad que sí? – respondió la orgullosa madre – Jimmy es el bebé más lindo del mundo.

-Oí a tu mamá decir que será apuesto como tu padre. – dijo Candy riendo.

-Mis padres están locos por él.

-Me alegro que hayan cambiado de actitud. – recordó lo afectada que estuvo su amiga cuando sus padres le dijeron que los había decepcionado.

-Me pidieron disculpas por lo duros que fueron conmigo. – bajó la cabeza – pero yo los entendía…

-No nos pongamos tristes – interrumpió Candy al ver la tristeza en los ojos de su amiga – al final, todo salió bien. – se acercó a Paty, quien estaba en la cama y le entregó a su hijo. – tienes a este principito contigo.

-Lo amo tanto Candy – besó la frente de su bebé.

-Y quien no lo haría, es hermoso – Paty asintió - los extrañaré mucho – declaró – nuevamente me acostumbré a estar con ustedes.

-Yo también voy a extrañarte; pero ahora que Jimmy nació, podremos ir a visitarte. – la rubia la miró sonriendo. – estamos orgullosos de todo lo que has conseguido, verdad mi amor? – miró a su hijo – verdad que estamos orgullosos de la tía Candy? – el bebé sonrió, como si afirmara lo que su madre dijera.

-Pues me alegro – se sentó junto a ellos – Jimmy tiene que ser mi admirador número uno. – acarició la cabecita del bebé – Paty…

-Mmm?

-Has pensado en volver a bailar?

-No – negó – no me malinterpretes – dijo antes de que la rubia dijera algo – me gusta bailar; pero ahora sólo quiero estar con él – miró con amor a su bebé – no quiero separarme de Jimmy… nunca.

-Te entiendo.

-Stear me dijo que podría volver al ballet, que contrataría una niñera para que lo cuide; pero no quiero eso… yo deseo atender y cuidar a mi hijo. No sé si en el futuro volveré a bailar; pero ahora mi prioridad es mi familia.

-Estoy muy feliz por ti Paty!

Todos los días, de los que le quedaban a Candy en Nueva York, la pasó con su amiga. Cuando Terry salía del hospital la iba a recoger y la llevaba a cenar, después la dejaba en su casa, hasta un día antes de su partida, donde se quedó con él y se despidieron como debía ser.

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Candy estaba en el aeropuerto acompañada de Terry, esperaba la llamada de abordaje. Sus padres se habían despedido de ella más temprano, la rubia los hubo convenció de quedarse en casa, pues su vuelo salía de madrugada.

-No quiero irme… - dijo bajito.

-Amor…

-Me gusta estar con ustedes – lo miró – los voy a extrañar mucho.

-Ya no falta mucho para que el curso termine mi amor. – trató de darle fuerza – pero si ves que ya no deseas estar allá, siempre puedes regresar con nosotros.

-Eso me dijo papá – bajó la cabeza – creo que soy lamentable – pensó – todos se dan cuenta de lo débil y miedosa que soy.

-Mi amor, sabes que no lo eres.

-No, no me hagas caso – trató de sonreír – es sólo que estos días lo he pasado tan bien junto a todos ustedes que no me quiero ir; pero como dices ya falta poco para cumplir mis metas y pronto estaré de vuelta con ustedes.

Terry la abrazó sin decir nada más, pues se dio cuenta que su novia se estaba esforzando por no llorar y estar fuerte. Unos minutos después escucharon la llamada de abordaje.

-Ya me tengo que ir… - su voz tembló.

-Te amo – la besó – recuerda que iré a visitarte en cuanto pueda.

-Te estaré esperando. – volvieron a besarse y a abrazarse hasta que vieron que la fila de abordaje estaba casi vacía.

Candy caminó con su maleta en mano, estaba cerca a la puerta de abordaje donde debía entregar su boleto para que la encargada verificara su vuelo, cuando sintió que alguien la hacía girar y la abrazaba nuevamente mientras la alejaba un poco.

-Terry…

-Te amo – la besó sin importar que los encargados y algunas personas los vieran con el ceño fruncido - cuando regreses… vivamos juntos.

-Qué? – no pudo evitar que una sonrisa se dibujara en su rostro.

-Yo prepararé todo hasta que regreses, te mudarás conmigo, verdad?

-Sí! – lo abrazó – viviremos juntos una vez que regrese.

Después de un beso más, uno apasionado, la rubia finalmente cruzó la puerta para después abordar su avión; pero esta vez ya no iba con la mirada triste, sino con una de ilusión, una que irradiaba amor hacia aquel joven que desde que lo conoció la hacía muy feliz.

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Como lo hubo prometido, Candy se incorporó muy bien a los ensayos, como ya sabía cuál era la corografía que debía seguir, practicó durante su estancia en Nueva York junto a Archie, quien fue de gran ayuda para corregir sus fallas.

-Muy bien Candice. – dijo el director – me alegra que hayas cumplido con lo que prometiste y que tu ausencia no haya dificultado tu progreso.

-Gracias director Brown.

-Continúen practicando. – se giró para regresar a su oficina. Meredith se sintió algo triste, pues creyó que al final ella se quedaría con el papel de Salomé; aunque no dijo nada y ni siquiera lo demostrara, sus amigas se dieron cuenta de su estado de ánimo, pues la conocían bien.

-Me sorprende que la americana tenga tantos beneficios. – comentó una de las amigas de Meredith.

-Mer, no te sientas mal, quien sabe lo que ella le dio al…

-Ya basta! – dijo con firmeza – me ofende más que ustedes traten de minimizar el talento que tiene Candice.

-Pero Mer…

-Cuando hacen esos comentarios ofensivos, lo único que causan es que yo piense que no soy tan buena como creía, prefiero que me gané una bailarina que tenga talento y no una

por los favores que están insinuando.

Las jóvenes se quedaron calladas, pues su costumbre era insinuar que entre el director Brown y Candy había algo, incluso mencionaban a los maestros, sólo para levantar el ánimo de su amiga; sin embargo, lo único que hacían era insultarla también a ella.

-Lo lamentamos. – dijeron las dos amigas al mismo tiempo.

-Chicas… agradezco su apoyo y cariño; pero ya dejen de molestar a Candice, la vi practicar y esforzarse antes de su viaje, no es justo que menosprecien su esfuerzo.

Sus amigas la veían con admiración y emoción, para ellas, Meredith era un ejemplo a seguir, firme y responsable en sus estudios y apasionada en su baile.

Las jóvenes ya no volvieron a hablar a espaldas de Candy, sólo la vieron bailar, no podían negar el talento que la rubia poseía.

-Muy bien chicos! – escucharon al coreógrafo principal – es todo por hoy, mañana continuamos con lo que resta. – Candice. – miró a la rubia – se te permitió quedarte una hora más para que perfecciones tu baile.

-Gracias. – la rubia había pedido al maestro quedarse un poco más para perfeccionar la danza que debía hacer sola.

-Hola Candy.

-Matt – lo vio acercarse – qué haces todavía aquí?

-Vi que te quedabas y decidí hacerte compañía.

-Estoy bien gracias. – dijo seria – no necesito que te quedes a hacerme compañía.

-Vamos Can, puedo ayudarte a mejorar.

-Primero, mi nombre es Candice, no Can – dijo seria – y segundo, no necesito que te quedes, practicaré mi solo, así que no es necesario que estés aquí.

-Cómo sabrás lo que debes corregir, si no hay alguien que señale tus errores? – levantó seductoramente la ceja izquierda. - aunque tú no tienes ninguno.

-Por favor Matt – no le gustó la insinuación en sus palabras – déjame sola, ya perdí minutos valiosos de ensayo. – dijo mirándolo fijamente – quiero estar sola para practicar.

-George me dijo que eras esquiva y difícil – Candy lo miró frunciendo el ceño – aunque no imaginaba que tanto. – sonreía con galantería - creo que valdrá la pena al final – pensó lo último.

-Sí hiciste una apuesta con George, sólo pierdes tu tiempo. – dijo con molestia, pues había escuchado a una de sus compañeras decir que George solía hacer apuestas con sus amigos para conquistar mujeres – tengo novio y no me interesa entrar en su juego; ahora déjame sola, tengo que seguir practicando.

-Bueno… - la miró de arriba a abajo – sigue practicando, así será más fácil bailar contigo y espero levantarte con más facilidad en…

-Por favor Matt, ya vete. – lo interrumpió.

Candy miró por largo rato la puerta, le incomodó la manera en que el joven la hubo mirado, lo conocía como un casanova, siempre rodeado de mujeres. Lastimosamente, tenía que bailar con él, era su pareja en una de las escenas.

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Viernes en la noche, para muchos jóvenes era una noche de juerga y diversión; pero Terry estaba en el hospital, cubría las horas de uno de sus compañeros, al castaño no le molestaba quedarse de guardia los fines de semana, pues no tenía con quien pasarlo, aunque ese en particular sí hubiera querido tenerlo libre. Tom, lo había invitado a celebrar su compromiso, él era su amigo y quería estar con él en un día tan importante.

-Sólo?

-De guardia.

-Creí que estuviste de guardia el pasado fin de semana, por qué estás aquí hoy?

-Cambié turno con el doctor Suarez, mi novia estaba de visita. – aclaró cuando vio que su interlocutor levantaba la ceja inquisitivamente.

-Ahora entiendo. – dijo sonriendo – en fin, me alegra verte en este momento.

-Sucedió algo malo doctor?

-Claro que no, te tengo una buena noticia.

-En serio? – muchas ideas pasaron por la cabeza de Terry; pero no se imaginaba que la que escucharía sería la mejor de todas.

-Doctor Charles? – una enfermera entró a la sala de emergencias - aquí tiene los archivos que me pidió.

-Gracias Esther. – tomó los archivos – Terry, puedes ir a mi oficina cuando termines? – el joven estaba llenando algunos informes de sus pacientes.

-Claro doctor. – vio a su mentor retirarse.

-Hola Terry. – la enfermera le sonrió con coquetería – tú también te quedas de guardia esta noche?

-Sí – respondió con seriedad, sin quitar su mirada de los informes – necesitaba algo enfermera Johnson?

-Eh? – se desconcertó al oír que la llamaba por su apellido. - no… bueno, ahora sé a quién recurrir si hay una emergencia.

-El doctor Cameron y la doctora Anderson también están de guardia hoy.

-S-sí… gracias doctor Graham.

Terry le había prometido a Candy poner distancia con la enfermera, aunque él estaba seguro que nada pasaría entre ellos, pues la enfermera no le interesaba en lo absoluto; no era lo mismo con la mujer, pues ella podría intentar acercarse a él y causar problemas e inseguridades en Candy.

Una vez llenados los informes y verificar que no había ningún paciente, el castaño le indicó a uno de sus colegas que debía ir al consultorio del doctor Charles y así lo hizo. Minutos después, el joven doctor salía de la oficina con una gran sonrisa, cuando llegó a la sala de emergencias lo esperaba una de las enfermeras con un caso de intoxicación.

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Candy regresaba a su departamento algo distraída, tenía los audífonos puestos, llevaba una bolsa pequeña en su mano, antes de regresar a casa había pasado a comprar algunas cosas que necesitaba.

La rubia dejó la bolsa sobre la mesa y fue a su habitación para bañarse y ponerse algo más cómodo. Estaba secándose el cabello cuando a su celular llegó un mensaje.

-Y esto? – vio que era una imagen, dudó un poco en abrirla, pero al final lo hizo. – qué?

Candy miraba la foto con el ceño fruncido, ahí, se mostraba a Terry de perfil, claramente estaba sonriendo, parecía que era su consultorio; pero lo que desconcertó y molestó a Candy fue quien envió la foto. Susana.

-Maldita – en ese momento un mensaje de texto ingreso.

-"Qué te parece? adoro a mi doctor, es muy gentil conmigo cada vez que lo visito" – añadió al mensaje emojis con corazones y besos – "No lo llames, estaremos muy ocupados"

-No te daré el gusto Susana… - dijo cerrando los ojos – no voy a desconfiar de Terry, él no me haría eso – dijo bajito, intentó contener las lágrimas, pero fue inevitable que una se le escapara.

La rubia estaba sentada en su sofá, las cortinas de la ventana estaban abiertas dejando ver un bello panorama de la ciudad, los edificios con las luces encendidas reflejaban lo urbano de la zona.

-Terry… - ocultó su rostro en las rodillas flexionadas – te extraño tanto… quiero verte… tenerte junto a mí. – la rubia escuchó el timbre de su casa, pensó en no abrir, no le importaba que fuera un vecino o que se tratara de algo urgente, sólo quería quedarse ahí esperando que Terry la llamara como cada noche lo hacía.

El timbre seguía sonando después de unos buenos minutos, al parecer el vecino no quería marcharse, se arrepintió por haber encendido las luces y haber puesto música en cuanto llegó.

-Ya voy! – de mala gana abrió la puerta para despachar a quien la molestaba en ese momento.

-Sí hubiera sabido que ibas a recibirme de esa manera habría venido en otro momento.

-Te-Terry? – soltó el llanto e inmediatamente lo abrazó con fuerza.

-Hola amor – escondió su rostro entre los rizos húmedos de la rubia – estás bien? – dijo preocupado al oír que el llanto de la rubia se hacía más audible.

-Yo… cuando… - no conectaba bien sus palabras – qué haces aquí? Cuándo llegaste?

-Acabo de llegar – cerraron la puerta - vine a quedarme contigo – sonrió al decir aquello mientras limpiaba sus lágrimas – estás feliz de verme?

-Sabes que sí! – volvió a abrazarlo – pero… ven – tomó su mano y lo llevó al sofá – mira esto. – le enseñó la foto que hace unos minutos Susana le hubo enviado.

-Esa mujer… - dijo de manera cansada y furiosa. – llegó al hospital por intoxicación hace dos semanas.

-Dos semanas?

-Así es – respondió seguro – yo estaba de guardia, recuerdas? – la rubia asintió con la cabeza – esa noche llegó muy mal, la tuvimos internada bajo observación sólo la acompañaba una de sus amigas, que por suerte no había bebido tanto.

Flashback

Terry estaba feliz, quería llamar a Candy en ese momento; pero una de las enfermeras que lo vio pidió que se apresurara, pues había una chica que parecía estaba teniendo dificultades para respirar. Cuando llegó a la camilla, inmediatamente la reconoció, era Susana.

-Doctor! – una castaña se acercó a él – por favor ayude a mi amiga, no abre los ojos desde hace rato y dijo que no podía respirar.

-Cuánto bebió? Consumió algo más que alcohol? – se refería a drogas.

-Eh… no sé… yo…

-Señorita por favor, es necesario saber todo lo que ingirió! – dijo la doctora Anderson.

-No sé! – dijo asustada la chica – no estuve todo el tiempo con ella. – comenzó a llorar.

-Tenemos que limpiar su sistema – les dijo lo que debían administrarle, la enfermera lo hizo inmediatamente.

Al día siguiente cuando Susana despertó sonrió al ver quien la había atendido, aunque al inicio le dio vergüenza, después quiso aprovechar su momento.

-Tú… me cuidaste toda la noche? – fingió una tierna timidez. – gra-gracias… - bajó la mirada apenada.

-Debe darle las gracias a la doctora Anderson, fue ella quien la atendió. – dijo serio – le recomiendo señorita Marlow, que no vuelva a beber de esa manera, tuvo suerte esta vez.

-Yo no bebo – dijo algo molesta, no imaginó que la regañara y avergonzara de aquella manera.

-Pues anoche no tenía agua en su sistema, el grado de alcohol era elevado, tanto que la enfermera tuvo que estar a su lado toda la noche.

-Oh! Ya despertó. – una mujer vestida con bata blanca ingresó – cómo se siente?

-Te dejo con tu paciente. – dijo Terry tomando una carpeta del archivero, Susana pudo distinguir una sonrisa en su rostro; pero no supo si era de burla o por algo más.

Después de ese día Susana visitaba el hospital muy seguido, tenía la esperanza de acercarse a Terry; lo único que pudo hacer, fue verlo de lejos en dos ocasiones; el castaño se molestó cuando se enteró que buscaba información sobre él con las enfermeras o paramédicos, por suerte, por políticas del hospital nadie podía dar información del personal.

Fin del flashback

-No entiendo, quien tomó la foto?

-No lo sé. – miró la foto con atención – cuando despertó no tenía su bolso con ella, estaba en posesión de su amiga.

-Tal vez fue ella.

-Es posible.

-Terry?

-Dime amor.

-Por qué sonreías? Es decir… pareces muy feliz – el castaño pudo distinguir un tinte de celos en su voz.

-Pues, esa noche el doctor Charles me dio una buena noticia.

-Cuál?

-Recuerdas que lo estoy ayudando con una investigación? – ella asintió – hay un grupo de médicos en Londres que también están en este proyecto, y el doctor Charles me envió para trabajar con ellos.

-Es decir qué…

-Que estaré contigo por un buen tiempo.

-De verdad! – dijo feliz.

-Aunque tendré que regresar a América ocasionalmente, pero no será por mucho tiempo.

-Oh Terry! – se sentó en su regazo – es la mejor noticia que me has dado – comenzó a besarlo.

-Pues me alegro no habértelo contado por teléfono – dijo riendo – no me hubiera gustado perderme esta sonrisa y esta reacción. – rodeó su cintura mientras la miraba.

-Por eso te escuchaba tan feliz cuando hablábamos.

-En varias ocasiones quise contártelo; pero quería darte la sorpresa. – besó sus labios – y me alegro haber llegado justo a tiempo.

-No le creí – dijo al intuir a que se refería – pensé que había alterado la imagen o algo.

-Y esas lágrimas, por qué fueron? – acarició las mejillas que hacía un momento atrás estaban mojadas por las lágrimas de la rubia.

-Porque te extrañaba, quería tenerte a mi lado. – era sincera y Terry lo supo en seguida.

-Gracias por confiar en mí.

-Tú me enseñaste a hacerlo, nunca me diste motivos para creer que me engañarías, me enseñaste a confiar.

Sin decir más la rubia besó a Terry, quien se puso de pie y la llevó a su recamara, no dejó de besarla en ningún momento. Ya se conocía de memoria el camino, innumerables veces, durante sus visitas, se la había llevado de aquella manera.

Como Terry lo imaginaba, fue la amiga de Susana quien tomara la foto al verlo distraído, le pareció el hombre más guapo y atractivo del mundo, quería presumir con sus amigas con aquella imagen y empezó con Susana, quien al verlo exigió que se la pasara, la rubia lacia esperó un par de semanas para enviársela a Candy, quería hacerle creer que en ese momento estaba con él, pues logró que una enfermera le dijera que ese día él estaría de guardia; lo que no sabían la enfermera ni ella, es que el doctor estaría arribando al aeropuerto de Londres en ese mismo momento.

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me conforta saber que les está gustando la historia, gracias por sus mensajes, estos me ayudan a saber si voy o no por buen camino, los aprecio mucho.

Bueno, ya no falta mucho para el final, aunque aún estoy trabajando en eso, espero no decepcionarlas.