Tímida, dulce y gentil, así es como todos las conocen. Pocos saben quién fue ella en su pasado y cuál fue su propósito inicial de establecerse en la villa de la hoja. Él no sabe mucho de ese acontecimiento, vagamente reconoce que se sintió igual que ella al perder.
El pasado no es relevante para él ahora que su relación con ella se ve reforzada por algo más que el chakra, como le enseño el anterior Hokage.
Aunque el día se veía fresco, la incómoda ropa que ella le hizo prometer que usaría comenzaba a ahogarlo. Antes solía importarle poco lo que usara para vestir, cualquier cosa le servía hasta que su hermano le carcomió la cabeza con sus estupideces.
—Se que odias la moda y esas cosas, pero si decidiste convertirte en el prometido de la mente maestra detrás de los últimos inventos tecnológicos, deberías vestir al menos un poco más decente y no como un vago.
Maldiciendo entre dientes a su entrometido familiar comenzó a rascarse la nunca. Esas palabras le afectaron un poco y aunque tenía en mente realizarse un cambio no espero que su hermana menor le contara eso a ella. Habría preferido al menos escoger lo que él quisiera, pero ella realmente era de temer cuando su tono de voz era severo y su ceño se fruncía.
—Habría sacado a su maldito demonio de una pieza de cada animal para obligarme a usar esta cosa.
El largo trayecto entre la villa y ryuutan era jodidamente aburrido, quedarse en su departamento y esperar a ser llamado para cualquier misión era todavía peor. Sarada podía ser molesta incluso sin proponérselo. —Supongo que por eso se casó con el imbécil de Boruto.
Las puertas del laboratorio se abrieron para él, fue recibido con un saludo común por el recepcionista.
—Sr. Uzumaki, buenas tardes. La Dr. Kakei se encuentra en su...
—Si, sí. Ya lo se. Es una lata escucharte decir lo mismo siempre.
El subordinado de su prometida se sentó de nuevo en su lugar emitiendo una disculpa innecesaria. "Se va a enterar y va a reñirme de nuevo" pensó soltando un suspiro.
Las puertas automáticas del pasillo se abrieron de nuevo para él, muchas puertas en cada lado con nombres en sus placas que no le importaban para nada.
Mientras avanzaba directo a la puerta del fondo noto que el frio del lugar había mitigado la piquiña del suéter. "Bendito aire acondicionado"
La puerta se encontraba entreabierta y la habitación parecía en silencio, no noto su presencia dentro del lugar. Cuando iba a ingresar al pequeño espacio sintió algo bajos sus zapatos, colillas de cigarrillo.
Poniendo sus ojos en blanco dio dos pasos hacia atrás luego de cerrar la puerta y subió con pereza las escaleras que se encontraban del lado izquierdo del pasillo. Sabía que la encontraría en la azotea fumándose quizás su segundo cigarrillo del día.
—Maldito vicio.
Su boca dijo lo que su mente no pensó. La imagen de dos tipos fumadores se plantó en su cabeza, quiso maldecirlos a boca llena, algo que no sería novedoso, pasaba cada tanto.
La conoció hace más de una década, conoce cada una de sus facetas, motivaciones y vicios. Es adicta al trabajo, con eso no tenía problemas, él también podía serlo si era algo de máxima seriedad. Lo que realmente odiaba era el jodido olor a cigarrillo que a veces la envolvía y aunque no sucedía siempre solo cuando se estresaba o trabajaba demasiado centrada en algún nuevo proyecto, no lo soportaba.
La primera vez que la vio fumar es un pésimo recuerdo para él, se culpa así mismo por haberla empujado a buscar algo con que saciar aquellos sentimientos de incertidumbre que la hostigaron cuando decidió convertirse en desertora por salvarlo de su oscuridad. No tenía más de 17 años en ese entonces.
Usaron la dimensión daikokuten para esconderse hasta saber que harían. El tenía su sesgado objetivo y ella solo quería llevarlo devuelta, su obsesión por mantener a salvo a sus padres la hizo sufrir mucho y a veces se odia a si mismo por haber sido tan déspota y egoísta con ella.
Recordar cómo le grito cuando aparecieron en el país de la lluvia le hace querer vomitar. En ese entonces temía que Boruto lo encontrara por culpa de ella, podría haber rastreado su chakra. Aunque ahora se odia por ello, no le importo mucho en ese momento cuando la vio fumando por primera vez.
—El humo es tóxico, pero puede apaciguar cualquier emoción. O eso dicen Amado y Shikamaru. —dijo en medio del silencio que los rodeaba dentro de aquella dimensión hacia algunos años.
Las otras dos personas que se encontraban allí dormidas no podrían haberla escuchado. Ella fue la primera y la única en entrar a ese lugar a parte de sus propios padres.
—No soy merecedor de su perdón.
A menudo piensa eso, pero egoístamente se aferrará a ella y no la dejará ir, aunque tampoco es como que pudiera ir muy lejos sin que ella enviara a Nue por él.
El ruido del zumbido del viento hace que acelere sus pasos de subida para encontrase de frente con una puerta de metal abierta. Ajustar su vista a la luz del día de nuevo después de haber sido acompañado por luz artificial fue molesto, pero mirando detenidamente allí a lo lejos la vio.
Sus largas piernas desnudas acariciadas por el viento atraen su total atención, el recorrido de su vista comienza a subir deseando ver su característico vestido morado. Se lamenta al verla con su típica bata, lo cual era de esperarse, están en el laboratorio.
Pensó en ocultar su chakra para tomarla por sorpresa, pero incluso antes de dar un paso ella sintió su presencia así que solo se acercó a pasos lentos.
—¿Eso podría considerarse acoso sexual dentro del ambiente laboral, sabes?
Ah... No le impresiona saber que ella sintiera su mirada.
—Si, supongo. Si trabajáramos en el mismo espacio, quizás.
—Somos ninjas —replico ella.
—De áreas distintas. Si vas a juzgarme podría hacer lo mismo contigo.
Más que una sonrisa divertida pareció una mueca lo que vio en el rostro de su prometida, Sumire. Sabía que iba a reprocharle por aquel diminuto objeto humeante que se encontraba colgando en su manso.
—No es muy ético fumar dentro del área laboral. —dijo al acercarse a ella y posarse a su lado. —En serio, debería matar a Amado y a Shikamaru por eso.
Llevaban juntos mucho tiempo, pero le seguía sorprendiendo como es que podía tener el maldito cigarro entre sus labios y aun así verse linda y tímida. —No dejas de verte tan molestamente linda nunca, ni siquiera con esa cosa entre tus labios.
—Así mismo como cuando estoy de rodillas y no pidiéndote perdón exactamente.
Silenciosamente respondió a aquel ataque elevando una ceja acompañada de una sonrisa lasciva: "¿Quieres probarlo ahora?"
Sonriendo con diversión, dio negativa a su propuesta moviendo su cabeza de un lado a otro. Ella podía leer sus pensamientos incluso si no había expresión alguna en su rostro.
Dio una ultima calda a su cigarro antes de tirarlo al piso y pisotearlo con sus elevados tacones. No comprendía el arte detrás de usar zapatos como esos, pero amaba como se veían en ella.
Un flashback vino a su mente; cuando intentó huir de este mismo laboratorio hace algunos años atrás y ella intento detenerlo, fue la primera vez que supo que sus patadas eran un dolor en el culo. Fue magistral verla moverse y patearle el trasero.
—Respondiendo a tu queja anterior — dijo mientras intentaba atar su cabello en una coleta, había estado suelto todo el tiempo —Soy la directora. ¿Podrías ayudarme?
Se encogió de hombros accediendo. Al ser su cabello tan largo se le dificultaba recogerlo por ella misma, si él estaba cerca pedía su ayuda. Se había convertido en un maestro de coletas gracias a Himawari y a ella.
Tomo su cabello para recogerlo. Aprovechando su mirada distraída pregunto indirectamente la razón del porque estaba fumando: —¿Hay algo que te preocupe?
Peino con cuidado el flequillo con sus propias manos antes de darse la vuelta y besar sus labios en forma de agradecimiento.
—No. Gracias, cariño. — hizo una pausa para suspirar antes de proseguir — Demasiado trabajo, es todo.
—Mmm
Un silencio prologando se hizo presente entre ellos.
—Deberías simplemente dejarlo o en serio matare a Shikamaru y a Amado.
Sumire ensancho una sonrisa divertida. Sus ojos lo miraron detenidamente recorriendo su cuerpo de arriba a abajo varias veces. Oh bueno, por fin lo había notado.
—No creí que lo usarías realmente. Boruto puede descolocarte si se lo propone y eso que no es muy común que este en la villa.
—Me importa una mierda ese idiota.
—Si viniste solo para mostrarme como se te ve... — fingió pensar — mmm... jodidamente caliente. Pero no deberías usarlo.
—Ah — su cara de desconcierto no se hizo esperar.
Lo obligo a usar la maldita ropa solo para decirle que no debería usarla ahora. —tsk — se quejó con molestia.
Planto sus dos manos en cada lado de su cara para atraerlo hacia ella.
—No te enojes, déjame continuar. Lo que digo es que me gusta cómo se te ve, pero no deberías usarla si a ti no te gusta. Te conozco, Kawaki.
Un segundo beso de su parte no se hizo esperar antes de soltar su rostro y alejarse para dirigirse a la puerta de metal.
—Vamos.
—¿A dónde?
— ¿A dónde más? Vamos a quitarte eso.
Eso no se escuchaba tan mal, tenía algunas ideas de cómo podría el deshacerse de esa bata que estaba en sus hombros junto al vestido debajo de esta.
—No más cigarrillos, Sumire. — dijo mientras la seguía.
—Ya veremos, cariño...
Ella si que podía volcar su mundo con solo mover un dedo.
