Nota: El español no es mi lengua materna, por lo que puede haber algunos errores gramaticales. Intenté hacerlo lo mejor posible utilizando un traductor en línea. Si encuentras algún error o algo que no tiene sentido, envíame un mensaje en twitter sorato_fan.

Espero que disfrute de la historia. Los comentarios son bienvenidos.

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– Cierto, lo pensaré y me pondré en contacto contigo esta semana. ¿De acuerdo?

– Claro.

Yamato se quedó mirando su teléfono aún conmocionado y sorprendido. No sabía como sentirse ante lo que acababa de suceder.

– Hermano, estás muy pálido. - Afirmó Takeru, un poco preocupado con su estado. – ¿Quién era?

– Akira, de la escuela. – Consiguió decir después de recomponerse y meterse el teléfono en el bolsillo.

– Me recuerdo de este nombre. – Dijo lo rubio más joven, pensativo. – Estuvo en los Teenage Wolves contigo, ¿no es así?

– Lo estuvo. No puedo creer que todavía tenga mi número.

– ¿Qué quería?

– Dijo que va a dar un concierto en un bar este sábado y quiere que cante un par de canciones con él.

– ¡Yamato, esa es una gran oportunidad! – Dijo Takeru emocionado. – Vas a aceptarla, ¿verdad?

– No lo sé, Takeru. Hace un par de años que no toco profesionalmente. La ingeniería está ocupando todo mi tiempo.

– Es sólo este sábado, no tendrás que comprometerte como cuando estabas en la banda. Además, se nota que últimamente echas de menos cantar y tocar. Es la oportunidad perfecta para cambiarlo.

– Supongo que sí. – Yamato se encogió de hombros, pero ya empezaba a considerarlo. – ¿Qué sentido tiene tocar si mis amigos no van a estar allí para verlo?

– ¿Tus amigos o Sora?

No respondió, simplemente se mordió el labio inferior. Aunque estaban juntos, no se veían mucho. A veces solamente una vez al mes. Sora estaba tratando de descubrir su propio camino y decidió que necesitaba un tiempo a solas y Yamato respetaba su espacio. Pero a veces la añoranza era demasiado para soportar.

– La echas de menos, ¿verdad?

– Realmente no importa, ¿verdad? Lo último que quiero es entorpecer su descubrimiento de sí misma y de lo que quiere hacer para vivir. Ella se lo merece.

– ¿Por qué no la invitas a ir? Tal vez ella también te echa de menos y sólo está esperando que llegues a ella.

– ¿Has escuchado lo que acabo de decir? Además, no creo que acepte mi invitación si decido cantar en el concierto de Akira, cosa que aún no he decidido.

– En serio, Yamato, a veces no te entiendo. Echas de menos a tu novia, pero no haces nada para cambiarlo. Aunque en este momento esté centrada en sí misma, estoy seguro de que puede desviarse un sábado por la noche para verte en un santiamén.

– Tal vez tengas razón. Intentaré enviarle un mensaje esta misma semana.

Takeru suspiró, derrotado. – De acuerdo, lo aceptaré. Pero tienes que prometerme que lo harás.

– Lo prometo. ¿Qué estás haciendo? – Preguntó Yamato con las cejas alzadas mientras su hermano tecleaba en su móvil a paso ligero.

– Oh, nada. – Takeru se metió el teléfono en el bolsillo después de haber enviado el mensaje. – Sólo estaba enviando un mensaje a una chica con la que he quedado hoy más tarde.

– Mensaje de sexo?

– Por favor, me gusta sorprender a mis citas. Mensaje de sexo sólo después de la tercera cita.

– No necesitaba escuchar esto.

– Oye, tú preguntaste. Sólo te respondí.

– Aun así, podrías haberme ahorrado esto.

– De acuerdo, tengo que irme. Tengo una cita hoy más tarde.

– Literalmente tienes una cita todos los días.

– No tengo una relación como tú.

– ¿Cuándo aprendiste a responder a todo lo que la gente te dice?

– Viene con tener una mente creativa y ser un escritor.

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Sora estaba terminando de ajustar un top negro y morado que estaba haciendo cuando su teléfono vibró y sonó a su lado y la hizo sobresaltarse.

– ¿Hola?

– Hola, Sora.

– ¿Takeru? – Preguntó sorprendida. – ¿Ha pasado algo?

– ¿No has leído mi mensaje?

– Todavía no, lo siento. Me entretuve dando los últimos toques en un top que estoy haciendo.

– Es bueno ver que sigues comprometida con tu propio camino.

– Gracias. Entonces, ¿qué pasa?

– Un amigo mío va a dar un pequeño concierto el sábado y me ha dejado invitar a todos. Pensé que sería una gran oportunidad para reunirnos todos, ya que estamos tan ocupados con nuestras propias vidas y todo eso.

– Me parece una buena idea. Podría encontrar algo de tiempo libre.

– Entonces, ¿vas a ir?

– Sí, puedes contar conmigo. Echo de menos ver a todos.

– ¿A todos o a Yamato?

Sora se quedó en silencio al otro lado. Se sentía muy mal por haberlo alejado, aunque fuera algo temporal. Se preguntó si él la extrañaba tanto como ella a él. ¿Querría él seguir con ella después de que su búsqueda de sí misma hubiera terminado? Eso esperaba, pero ya no estaba segura.

– ¿Sora? ¿Sigues ahí?

– Lo siento, Takeru. Todavía estoy aquí.

– Oh, bien. – Dijo con alivio. – Por un momento pensé que podría haber dicho algo que podría haberte molestado.

– No, está bien. No te preocupes. – Su tono era tranquilizador. – Si puedes enviarme un mensaje de texto con la dirección del lugar donde va a tener lugar el concierto, te lo agradecería.

– ¡Sí, claro! ¡Me alegro mucho de que vayas a asistir! Te echo mucho de menos.

– Yo también te extraño, Takeru. – Sora sonrió suavemente. – Siento no estar tan presente como quería.

– Está bien, Sora. La entendemos. Pronto volverás a estar completamente con nosotros.

– Sí. Gracias por entender y ser tan dulce al respecto.

– No hay problema. Vale, hay algo que tengo que hacer, así que tengo que irme.

– Oh, de acuerdo. Te veré el sábado entonces.

– Nos vemos allí. Adiós.

– Adiós, Takeru.

Takeru miró su teléfono con una sonrisa descarada. Su plan no podía empezar mejor. Era sólo cuestión de tiempo que su hermano y su futura cuñada volvieran a estar abrazados.

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Sora entró en su dormitorio con una suave bata blanca y una toalla en la cabeza. Examinó las dos prendas extendidas sobre su cama con una sonrisa orgullosa. No pudo evitar pensar que era una gran coincidencia que hubiera cosido un top perfecto para un concierto. La parte interna era negra y la externa, de una tela morada brillante. Las mangas le llegaban hasta los codos, pero había un corte en forma de círculo medio al final de los hombros y al principio de los brazos. Hace unos años, nunca había imaginado llevar algo así, pero ahora le gustaba la idea. Para completar su atuendo, eligió unos vaqueros negros. Con una sonrisa, sacó la toalla de su pelo rojo y desató su bata y comenzó a prepararse para la noche. Cuando terminó, eligió su paleta de sombras de ojos y se sentó frente a su gran espejo redondo y comenzó a preparar su piel para el maquillaje. Eligió un tono púrpura a juego con su top y un delineador negro para resaltar la parte inferior de sus ojos. En días normales, le parecería demasiado oscuro y pesado, pero decidió que esta noche sería todo excepción. Tras aplicarse un poco de colorete en las mejillas, guardó las cosas esenciales en su pequeño bolso negro y se marchó.

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Yamato y Takeru estaban pasado el rato en el camerino antes de que empezara el concierto. Akira estaba en algún lugar del bar pasando un rato con su novia.

– ¿Te sientes nervioso? – Takeru hizo una pregunta obvia, teniendo en cuenta que su hermano estaba tratando de aflojar el cuello de su camisa cuando ya estaba bastante aflojado.

– No. – Contestó Yamato, sin importarle en absoluto si su hermano se lo estaba creyendo o no. – No sé en qué estaba pensando cuando acepté esto. – Las palabras salieron de su boca antes incluso de intentar contenerlas.

– ¿No crees que esto puede ser una oportunidad para reavivar tu pasión por la música? Estoy seguro de que todos los que lo vean se pondrán en pie aplaudiendo y animando cuando termine el concierto.

– Puede ser. – Se dirigió a la nevera para coger una botella de agua. Había perdido la cuenta de cuántas se había bebido ya y se alegraba de no estar bebiendo alcohol. Sí no, ya estaría casi borracho. Lo último que quería era avergonzar a Akira delante de su público.

– Sé que el agua es muy buena para mantener las cuerdas vocales hidratadas, pero ¿no estás bebiendo demasiado? No vas a poder disfrutar del concierto porque vas a ir mucho al baño.

– Probablemente tengas razón. – Yamato se tiró en el sofá y bebió un poco del líquido transparente. Se dio cuenta de que Takeru no podía dejar de mirar su teléfono. – ¿Qué pasa?

– Eh, nada. – Takeru levantó la vista y rápidamente volvió a prestar atención a su teléfono. – Sólo estoy esperando a que llegué mi cita. Ya casi está aquí, así que voy a saludarla, ¿de acuerdo?

– Claro.

– Vuelvo enseguida. Estoy deseando presentarlos a los dos. Estoy seguro de que se llevarán muy bien.

– ¿Por qué vas a presentarnos antes del concierto? Puedes hacerlos después.

– Puede que no tengamos tiempo para ello entonces. Prefiero hacerlo antes.

– Estás tramando algo. – Yamato apoyó los codos en los muslos y entrelazó los dedos, colocando la barbilla sobre las manos. Había una mirada inquisitiva en sus ojos.

– ¿Yo? Yo no estoy tramando nada. Estás viendo cosas. – Takeru empezó a sentirse nervioso y supo que tenía que salir de allí lo antes posible antes de que le pillara su hermano. No estaba dispuesto a dejar que su plan se fuera por el desagüe tan cerca de terminar. – Bueno, ya está aquí. Volveré aquí en un segundo.


Takeru se abrió paso por el pasillo que ya empezaba a estar un poco abarrotado. Por suerte para él, era imposible no ver el pelo rojo de Sora y, en segundos, se acercó a ella. Ella se sobresaltó momentáneamente con su mano en el hombro.

– ¡Takeru! – Ella lo abrazó fuertemente con una enorme sonrisa en su rostro.

– ¡Eh, lo has conseguido! – Él la abrazó con la misma intensidad. – Me alegro.

– Yo también. Ha pasado mucho tiempo. – Ella se apartó y le miró. – ¿Cómo has estado?

– He estado bien. Recientemente me he unido a un grupo que hace sesiones de lectura de libros de cuentos para niños cada fin de semana.

– ¿De verdad? ¡Eso es genial! ¿Lo estás disfrutando?

– Mucho, es increíble ver la chispa y la felicidad en cada una de sus caras.

– Me lo imagino. Me alegro por ti.

– Gracias. ¿Por qué no pasamos el rato en el camerino? Parte del grupo ya está allí.

– De acuerdo. Vamos. Apenas podemos oírnos aquí.


Takeru no podía creer su suerte. Todo iba mejor de lo que esperaba, y estaba a punto de poner en marcha la última parte de su plan.

– Vaya, esto es realmente bonito. – Afirmó Sora cuando miró alrededor del lugar. – ¿Pero dónde están todos?

– Qué raro. Probablemente hayan vuelto al bar. Voy a buscarlos, vuelvo luego.

– De acuerdo.

– Takeru, qué… – Yamato salió del baño e inmediatamente se congeló al ver a su novia de pie a pocos metros de él. Estaba tan sorprendido y conmocionado que hasta se olvidó de abotonar su camisa negra, dejando ver parte de su cuerpo. – ¿Sora?

Sora se giró lentamente y se encontró con él de pie en el lado opuesto de la habitación. No pudo evitar pensar que se veía sexy con su atuendo y se sonrojó un poco. – Yamato, no me di cuenta de que te estabas vistiendo. Puedo esperar fuera.

– No, está bien. – El sonido de su voz hizo que ella se detuviera inmediatamente y se quedara quieta sobre sus pies. Él aprovechó la oportunidad para acercarse a ella y le pasó suavemente las manos por los brazos. – Por favor, quédate. Te echo de menos.

– Yamato, por favor. – Ella trató de sonar firme, pero sus caricias ya habían provocado una reacción en su cuerpo y ladeó la cabeza hacia su izquierda. Apenas se había girado para mirarle cuando presionó sus labios contra los de él.

Yamato le puso la mano en la nuca y tiró la cabeza hacia la suya cuando ella intentó apartarse de él. Sora no tardó en responder a su beso y rodearlo con sus brazos. Le hizo retroceder hasta que su espalda chocó con la pared. Un suave gemido de placer salió de sus labios cuando la lengua de ella se introdujo en su boca y comenzó a dictar el ritmo de su beso. Le encantaba que Sora tomara el control de sus sesiones de besos. Ella estaba quitándose la camiseta negra cuando él se dio cuenta de que iba a cantar pronto. Le costó mucho esfuerzo romper su beso y arreglarse la camisa.

– Siento haber interrumpido bruscamente el momento de besarse. Tengo que prepararme para el concierto.

– ¿Para el concierto? ¿Vas a actuar?

– Sí, Akira me llamó esta semana pidiéndome que cantara un par de canciones esta noche. Takeru consiguió convencerme para que dijera que sí y aquí estoy.

– Pero Takeru dijo… espera un momento, ¿eres el amigo de Takeru?

– ¿Qué? – Preguntó Yamato sorprendido. – Es mi hermano.

– Lo sé. – Sora puso los ojos en blanco y soltó una pequeña risita. – Lo que quiero decir es que me dijo que un amigo suyo iba a tocar y…

– ¿Te ha invitado?

– Sí, me llamó el lunes, creo. Pensé que me vendría bien tener un tiempo libre y relajarme.

– Así que fuiste su cita.

– ¿Qué?

– Dijo que estaba hablando con una cita, pero en realidad te estaba enviando un mensaje cuando le conté la oferta de Akira. Era todo un plan para que estuviéramos juntos.

– Él no haría eso. ¿Lo haría?

– Sí lo haría. Te mencionó durante esa conversación.

– A mí también te mencionó.

Yamato se dirigió a la puerta, pero no pudo abrirla. - Lo sabía, nos encerró.

– ¡Realmente lo hizo! No pudo creerlo.

– ¡Takeru, abre la maldita puerta! – Empezó a golpear la puerta. – Sé que estás ahí.

– ¿Habéis hablado y solucionado las cosas?

– Sí, y te juro que estarás muerto cuando te ponga las manos encima.

– Qué grosero, hermano. Deberías agradecerme por hacer de cupido porque no tomaste una actitud.

– No puedo creer que hayas creado todo este plan y nos hayas mentido a todos.

– Al final todo salió bien, así que no me siento culpable en absoluto. – Takeru sonrió y fue a abrirles la puerta.

– ¿Qué está pasando? – La voz de Taichi resonó mientras se acercaba a Takeru en el pasillo.

– Taichi, ¿eres tú? Necesito tu ayuda. Takeru nos encerró a mí y a Sora aquí a propósito y no podemos salir.

– ¿Los encerraste? – Recibió un asentimiento positivo de Takeru y estiró su brazo con la palma hacia arriba. El rubio lo chocó con la mano. – ¡Bien!

– Taichi, deberías ayudarnos a salir de aquí. Tengo que actuar pronto.

– Lo siento, amigo. Es divertidísimo verte tan desesperado.

– No es para nada gracioso. – Yamato golpeó la puerta unas cuantas veces más. – ¡Sólo abre la maldita puerta!

– Takeru, por favor abre la puerta para nosotros. – La voz de Sora resonó y los dos hombres que estaban fuera compartieron una mirada.

– Sí, es hora de terminar. – Taichi se encogió de hombros y observó cómo su amigo les abría la puerta.

– Por supuesto, Sora. – Le sonrió y luego se volvió hacía él. – Hermano, el concierto de Akira comienza en unos veinte minutos.

– Es increíble que tenga la capacidad de actuar como si no pasara nada. – Yamato se volvió hacía Sora. – ¿Estás bien?

– Sí, pero creo que tenemos que hablar.

– Yo también lo creo. ¿Está la bella dama disponible después del concierto? – Se acercó a su oreja y le susurró de forma sexy, llegando a morderle suavemente el lóbulo de la oreja. – Tal vez podamos continuar la noche en mi apartamento.

– La bella dama esta libre más tarde, sí. – Ella se acercó y le besó el cuello, dejando una marca roja de su carmín en él. Ella soltó una risita. – ¡Uy! No era mi intención.

Yamato no pudo evitar reírse. – Claro que no lo hiciste. Debo hacerte saber que esta noche vamos a dar caña, así que será mejor que te prepares para la noche de tu vida.

– ¡Yamato! – Sora se cubrió la sonrisa con la mano izquierda mientras él le rodeaba la cintura con los brazos por detrás y le besaba la base del cuello y el hombro.