- Todos los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi, para su creación "Ranma ½", (a excepción de algunos que son de mi invención, y que se irán incorporando durante el transcurso del relato en una especie de "actores secundarios"). Esta humilde servidora los ha tomado prestados para llevar a cabo un relato de ficción, sin ningún afán de lucro.


Strangers on a train

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Capítulo III

"¿Ran qué?"

Era divertido para Akane recordar el tiempo que pasaba con su familia los fines de semana, sobre todo cuando las cosas en su trabajo se ponían cuesta arriba ya sea porque no dejaba conforme a alguna clienta con su asesoría, o porque "mademoiselle citron" le encargaba realizar trabajos que ya se habían hecho sólo por el gusto de hacerle pasar un mal rato o simplemente porque habían días en los que concurría una mayor cantidad de público a la tienda y tanto ella como sus compañeras terminaban agotadas luego de atender a todas esas personas que en su mayoría no se conformaban con lo que ellas les ofrecían.

Ese había resultado ser uno de esos días en los que ella terminaba exhausta porque la tienda había permanecido con una alta afluencia de público durante todo el día. La razón: se había enterado por una de las mujeres que habían concurrido aquel día, que todo se debía a que una prestigiosa empresa de automóviles daría una gran fiesta en la capital del país por la celebración de su aniversario en donde además se presentaría el último modelo del automóvil de lujo que aquella empresa sacaría próximamente al mercado; y ese era un motivo más que suficiente para que una importante cantidad de mujeres que seguramente asistirían como invitadas a ese evento quisieran buscar un atuendo elegante y distinguido que lucir en tan magna celebración.

Así fue que Akane se despidió aquel día de sus compañeras de trabajo deseándoles que tuvieran un reponedor descanso y que olvidaran todos los malos momentos que habían tenido que soportar aquel agotador día ante las incontables exigencias de las clientas de la tienda, para luego dirigirse sin apuro a la estación de metro, repasando en su mente la divertida conversación que había mantenido con sus dos hermanas en la cocina de su casa cuando preparaban la cena familiar el día anterior.

Bueno, la verdad era que ella intentaba infructuosamente ser una ayuda para su hermana mayor Kasumi, sin conseguirlo del todo puesto que bien sabía ella como toda su familia que el cocinar no era precisamente una de sus habilidades, así que se conformaba con ayudar a su hermana mayor a realizar tareas pequeñas como lavar los utensilios que su hermana ensuciaba o trozar alguna que otra verdura que no requiriera demasiada pulcritud. Nabiki, la hermana que le seguía en edad sólo se limitaba a observarlas mientras conversaba apoyada en algún mueble de la espaciosa cocina de la casona en donde vivían junto a su padre, porque para Nabiki Tendo había quedado bastante claro que ella jamás se acercaría a intentar ayudar a su hermana mayor la primera y única vez en que ella había hecho el intento de ser de utilidad para su hermana mayor y una olla había explotado literalmente frente a sus ojos, haciendo que el contenido de ésta casi consiguiera quemar sus brazos y piernas; casi, porque Kasumi, acostumbrada a lidiar con ollas y sartenes asesinos, había corrido ágilmente a socorrer a su hermana menor, logrando así alejarla a tiempo y salvarla de una quemadura que seguramente hubiese sido dolorosa y poco agradable. Así que Akane sonreía mentalmente mientras caminaba a la estación de metro, recordando el día anterior en el cual ella se había aliado tácitamente con su hermana Nabiki mientras las tres se encontraban en la cocina de la casona, para hacer pasar un bochornoso pero agradable momento a la hermana mayor de ambas, Kasumi, recordándole todos y cada uno de los infructuosos intentos del mejor amigo de la mayor de las hermanas por captar la atención de ésta sin conseguirlo nunca, ya que en aquella época él era muy tímido y ella una despistada. Bueno, su hermana Kasumi seguía siendo una despistada, razonó Akane, pero él… ¿qué sería de aquel muchacho? La última vez que lo había visto había sido cuando se había ido a despedir de Kasumi y de toda la familia para irse a estudiar. El amable y apuesto joven que había compartido sus vidas durante años quería ser médico y lucharía por conseguir ese sueño.

-Tofu – susurró Akane adentrándose en la estación de metro-. Supongo que ya se habrá titulado- razonó sin prestar atención a nada de lo que había a su alrededor, salvo a las escaleras que iba bajando.

Tan ensimismada en sus recuerdos iba la muchacha que esta vez no se percató del saludo amable que le dedicaba el guardia de la estación, con lo que consiguió que el joven guardia la observara entre sorprendido y decepcionado, exhalando un suspiro al verla pasar a su lado sin dirigirle siquiera una mirada.

Cuando la joven llegó al borde del andén, el tren que solía tomar todavía no arribaba a la estación.

Observó la hora en su reloj y comprobó que se encontraba a tiempo para abordar el vagón, así que seguramente el tren se tardaría un poco más de lo normal en ingresar a la estación. A su alrededor, pudo corroborar que varias personas hacían el mismo gesto que había hecho ella hacía unos segundos atrás, todos observaban la hora en sus relojes o móviles preguntándose el porqué del retraso esta vez.

Dos minutos después, el tren hizo ingreso en la estación y Akane subió al vagón que solía abordar cada día, posicionándose en la misma ubicación que ocupaba siempre, la puerta de enfrente a un costado de los asientos.

Suspiró resignada cuando las puertas se cerraron y notó que el vagón iba más atestado de lo normal, pues claro, era lunes y los lunes…

-Los lunes aparece el chico de la ropa china –pensó en voz alta sonrojándose inmediatamente, pero sin poder evitar que una tenue sonrisa hiciera aparición en su rostro lentamente y que su corazón comenzara a latir más rápido de lo normal ante la expectación de saber finalmente si volvería a encontrarse con "ojos azules".

Observó a su alrededor esperando que al vagón no se subieran más personas, o al menos no las suficientes para que no quedara espacio para el joven de ojos azules y entonces decidió esperar pacientemente a que el encuentro con el desconocido se produjese una vez más. Tal vez ese día encontraría el valor para saludarle o quizá despedirse, tal vez podría atreverse incluso a entablar una conversación con él, tal vez sólo bastaría con una sonrisa amable, tal vez…

El tren se detuvo interrumpiendo los pensamientos de la chica, la puerta se abrió y ella se irguió expectante al ingreso de los pasajeros.

El primero en ingresar fue un joven con audífonos en los oídos escuchando música, luego, una señora y su hija adolescente, después vio a dos hombres que parecían oficinistas, dos jóvenes y bellas chicas riendo a carcajadas hicieron ingreso también y finalmente…

-"Ojos azules" –pensó la chica sonriendo mentalmente.

Pero pronto se dio cuenta que el joven tenía un semblante para nada relajado como ella recordaba haber observado con anterioridad en su rostro en sus otros dos encuentros, más bien parecía enojado o fastidiado por algo.

Fue tan sólo una fracción de segundos la que tardó él en hacer contacto visual con Akane y ella sintió que toda su sangre se había alojado en su rostro, pero luego volvió a perderlo de vista ya que una de las jovencitas que había subido antes que él lo hiciera bloqueó su campo visual, sin embargo, vio con asombro que "ojos azules" la hacía a un lado para dejar un lugar semivacío y así, tener un escuálido espacio por donde ella podía observar al atractivo desconocido.

La chica de azulados cabellos se mordió el labio inferior para tratar de contener una nueva sonrisa y trató de analizar la situación. El vagón iba atestado de gente y ella sólo podía ver parte de la camisa china blanca que él llevaba puesta ese día y la mitad de su rostro. Suspiró; ¿cómo iba a intentar hablarle si no podía siquiera verlo con detenimiento?

Y entonces, la voz de él se dejó escuchar claramente por sobre el sonido que emitía el avance del vagón que inusualmente ese día iba silencioso ya que al parecer ningún pasajero tenía la intención de conversar entre ellos, o al menos eso pensó Akane. Luego comprendería que las dos chicas que habían subido justo antes que lo hiciera "ojos azules" sí tenían intenciones de conversar… y no muy recatadamente, por decirlo de alguna forma.

-¿Pero qué tiene de malo? –preguntó una de ellas mirando directamente al joven de camisa china, lo que llamó de inmediato la atención de Akane.

-Sí, ¿qué tiene de malo? –secundó la otra chica.

Akane sólo pudo ver el perfil de una joven de castaños y largos cabellos que estaba encarando a "ojos azules" y a su lado, una cabellera igual de larga pero de un color violeta bastante exótico que llamaba poderosamente la atención.

-Tiene mucho de malo y poco de bueno –escuchó que él se defendía.

-Tú y tu padre saben que somos las mejores, yo no veo el problema que seamos sólo nosotras las que nos presentemos ese día –escuchó a la chica de cabellos castaños.

-Sí, además, sabes que no tenemos competencia.

¿De qué estarían hablando? Se preguntó Akane tratando de observar disimuladamente hacia el sector en donde se encontraban las chicas y su desconocido.

-"De cualquier modo no te interesa, Akane Tendo –se regañó a sí misma-, y tampoco es 'tú desconocido', es sólo un joven atractivo al que de casualidad has encontrado un par de veces en el metro, que no tiene nada que ver contigo y que ahora se encuentra discutiendo muy cerca de dos chicas… dos chicas muy bellas por lo demás".

Akane hizo un movimiento de negación con su cabeza y comenzó a buscar su libro en el interior del bolso que llevaba. Quizá si se concentraba en la lectura olvidaría el hecho que se encontraba en el mismo vagón que el joven que había llamado su atención y también olvidaría la absurda idea de entablar conversación con él.

Así que así lo hizo y comenzó a leer el libro desde la página en la que lo había dejado aquella mañana, mientras las estaciones pasaban y su trayecto en aquel vagón comenzaba a acortarse lentamente, hasta que la exclamación de la chica de castaños cabellos logró sacarla nuevamente de su concentración.

-¡Pero Ran-chan! –exclamó la muchacha.

Y nuevamente, fue una fracción de segundo en la que su curiosa mirada hizo contacto con los ojos azules de un sorprendido joven que en vez de poner atención a quien había dicho la frase, ponía atención única y exclusivamente en la asombrada chica de azulados cabellos.

Akane reaccionó rápido esta vez y volvió su vista a su libro nuevamente, pero ahora sin prestar atención a los caracteres que registraban sus ojos, sino más bien al desarrollo de la conversación que mantenían las chicas con el joven de la camisa china.

-Ran-chan –volvió a decir la chica de castaños cabellos-, por lo menos piénsalo, ¿sí?

-No me gusta que me digas así, te lo he dicho miles de veces –le escuchó decir por toda respuesta-. Y ya lo pensé, mi decisión sigue siendo la misma, ustedes no irán solas a ese torneo porque sería injusto con el resto.

-¿Quieres arriesgar el primer lugar? –escuchó que preguntaba la otra chica de forma poco amable.

-No, quiero darle oportunidad a todas las personas que entrenan conmigo.

-Pero…

-Pero nada, además, creo que en esta estación deben bajarse ¿no? –terminó de decir cuando el tren hacía ingreso en la estación.

-Sí, hasta el miércoles –escuchó que decía la chica de castaños cabellos.

-Hasta el miércoles –dijo la otra chica con decepción en su tono de voz.

A él no le escuchó responderles nada, sólo percibió a su alrededor cómo el vagón se desocupaba bastante en esa popular estación y siguió fingiendo que leía, aunque en realidad, Akane se encontraba en una lucha interna para descubrir el nombre del desconocido. La chica se había dirigido a él como Ran-chan y al parecer a él no le había gustado que lo llamara así.

-"No lo culpo" –pensó torciendo una sonrisa.

Y sin saber cómo ni cuándo, ella notó la presencia de alguien más que se había instalado a su costado derecho. Bajó un poco el libro y sólo por curiosidad, observó de soslayo a la persona que iba a su lado ahora. Su corazón pareció dar un brinco al percatarse que el joven de camisa china se encontraba a su lado, apoyando su cabeza en el vidrio de la puerta, con sus brazos cruzados a la altura del pecho y su bolso de deportes descansando a sus pies.

Hablarle o no hablarle, esa era la disyuntiva que asomaba en la mente de la chica ahora. De atreverse a hablarle ¿qué demonios le diría?; y de no hablarle ¿se arrepentiría luego?

Por supuesto que lo haría, así que cerró el libro marcando la página, abrió su bolso y ahí lo vio; el envase de dulces de menta sería la excusa perfecta para tratar de entablar conversación con el desconocido; ahora bien, si no resultaba no se quedaría con la desazón de no haberlo intentado.

Así que tomó el pequeño envase, sacó una esfera que mantuvo en su mano y observó a su costado derecho con el brazo extendido.

-¿Quieres una? –preguntó suavemente casi con temor. Él la observó sorprendido por un instante-. Es por la que me diste el lunes pasado, pero si no quieres tomarla entonces yo…

-Sí –contestó el desconocido interrumpiendo el rápido discurso de Akane-. Sí quiero, gracias.

La chica de azulados cabellos asintió y dejó caer una esfera en la mano del joven quien no tardó en aventar el caramelo en su boca.

Unos segundos pasaron en los que Akane aprovechó de guardar el envase nuevamente en su bolso y le escuchó dirigirle la palabra nuevamente.

-¿Mal día? –preguntó el joven observándola con detenimiento.

-No –contestó ella ladeando su rostro sólo lo suficiente para ser capaz de observarle un poco mejor-, ¿por qué?

-No lo sé –dijo él encogiéndose de hombros-, te noto un poco cansada hoy, es todo.

-Cansada, sí –asintió la chica riendo a carcajadas en su mente. Por fin estaba manteniendo una conversación decente con su desconocido- "el desconocido, no es tuyo"-se reprendió antes de hablar nuevamente-. Sí, estoy un poco cansada, pero eso es todo.

Silencio nuevamente y al parecer ninguno de los dos supo cómo proseguir hasta que dejaron una nueva estación atrás.

-Es curioso encontrarse varias veces en un vagón de metro, ¿no lo crees? –dijo él finalmente.

-Sí, creo que sí.

Nuevo momento de silencio y para Akane fueron evidentes dos cosas, la primera, que las palabras que había intercambiado con el desconocido y la cercanía con él habían conseguido alborotar su corazón nuevamente; la segunda, que la próxima estación era su parada y no podría seguir conversando con "ojos azules".

-Ran-chan –pensó, pero no se dio cuenta que aquel pensamiento había escapado de sus labios hasta que fue demasiado tarde.

Se llevó ambas manos a los labios sonrojándose por completo y observó sus zapatos como si fueran lo más interesante que había en este mundo y en el universo entero, rogando a todos los dioses que él no la hubiese escuchado… pero al parecer, él sí lo había hecho.

-¿Sí, Akane-chan? –murmuró de forma divertida.

Atrás quedó la vergüenza de la chica transformándose en sorpresa, ¿cómo podía él saber su nombre? Akane levantó la vista para verlo a los ojos y pudo comprobar que él sonreía de forma sincera. Sin que ella formulara la pregunta, él contestó.

-Tu uniforme –indicó con su mano-. La placa dice Akane, así que supongo que ese es tu nombre ¿no, Akane-chan?

La chica observó la pequeña placa metálica que llevaba su nombre y maldijo para sus adentros. Ese día había estado tan atareada que sólo había querido salir de la tienda, llegar al metro, abordar el vagón y llegar a su casa a descansar, por eso había olvidado sacarse esa fastidiosa placa del uniforme y guardarla en un lugar seguro como hacía a diario.

-Es sólo Akane –contestó observando el pequeño trozo de metal-, el "chan" está de más –terminó de decir frunciendo el ceño.

-Como el mío –murmuró él con fastidio.

Y entonces, Akane fue consiente que el tren ya estaba haciendo ingreso en la estación en donde debía bajar para dirigirse a su hogar.

-Bien, supongo que no te debo nada ahora que te devolví el dulce que me regalaste el otro día.

-Sí, me debes –dijo él totalmente serio-. Tu apellido. No me gusta conocer a la gente sólo por su nombre.

-No te voy a decir mi apellido si ni siquiera sé cuál es tu verdadero nombre –rebatió ella arreglando sus cosas y dándose media vuelta para bajar del vagón apenas las puertas se abrieran.

-Ranma –le escuchó decir tras de sí-, mi nombre es Saotome Ranma.

Akane volvió el rostro para observarlo, ahora él había posado ambas manos tras su cabeza y la observaba con una media sonrisa en sus labios.

-Fue un gusto hablar contigo, Ranma Saotome, quizá nos encontremos nuevamente –dijo avanzando cuando vio que el vagón abría sus puertas de par en par.

-Eso me gustaría mucho, así podré saber tu apellido ¿no? –le escuchó decir antes que las puertas del vagón volvieran a cerrarse una vez que ella hizo abandono del tren.

Volvió a sonreír cuando vio que el tren avanzaba a su lado y sonrió con mayor ímpetu al salir a la calle y recordar lo poco pero mucho que había descubierto aquel día del desconocido del tren.

-A mí también me gustaría volver a encontrarte, Ranma Saotome –volvió a sonreír, encaminando sus pasos hacia su hogar.

Al menos ahora sabía cómo nombrar a su desconocido del metro.

-"El desconocido, no es tú desconocido, Akane" –volvió a regañarse mentalmente.

Y sí, quizá desde ahora los días lunes aunque fuesen agotadores se transformarían en el mejor día de la semana para la chica de azulados cabellos… o quizá no, eso sólo el tiempo lo diría.

El tiempo y los curiosos encuentros que se comenzaban a repetir semana a semana con el desconocido, ahora no tan desconocido, del metro.


Notas finales:

1.- Hola, vuelvo con un capítulo de esta historia simplemente porque salió antes que los que estoy escribiendo para las otras (sí, sé que ya parece una eterna promesa pero aunque no lo crean, me encuentro trabajando en las actualizaciones del "caballo" y "MTU". Quienes siguen esos escritos, pronto espero tenerles algo listo para entregarles).

2.- Bueno, no me extenderé tanto esta vez, así que sólo paso a agradecer enormemente a quienes le han dado una oportunidad a este escrito y les ha gustado. Tanto a quienes lo siguen activamente, dejándome algún comentario y a quienes lo siguen pasivamente sólo leyéndolo, muchísimas gracias por leer. En esta ocasión agradezco muy especialmente y de todo corazón a quienes comentaron el capítulo anterior (lo siento también por no poder responderles personalmente esta vez), a A. Redfox, nancyriny, Aknya, RANMAA-K, BUBU30, Faby Sama, alex, Sav21, Escarlatta, Haruri saotome, camuchis, ivarodsan y algún "guest" por ahí también, muchísimas gracias por tomarse el tiempo de comentar; siempre lo he dicho, para mí es muy importante cada uno de sus comentarios, pero lo es mucho más el saber que lo que escribo es leído, así que muchísimas gracias por además de leer, tomarse la molestia de dejarle algunas palabras a esta autora. Se agradece el gesto un montón.

3.- Y sin más, me despido por esta vez.

Un abrazo a todas/os y buena suerte!

Madame…