- Todos los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi, para su creación "Ranma ½", (a excepción de algunos que son de mi invención, y que se irán incorporando durante el transcurso del relato en una especie de "actores secundarios"). Esta humilde servidora los ha tomado prestados para llevar a cabo un relato de ficción, sin ningún afán de lucro.
Strangers on a train
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Capítulo IV
"Gracias a Romeo"
La joven de corta cabellera azulada había salido un poco nerviosa de su lugar de trabajo puesto que su compañera había insistido en acompañarla en el metro unas cuantas estaciones, so pretexto de ir a visitar a una tía que se encontraba enferma.
Para la chica de azulados cabellos resultó evidente que su compañera la estaba engañando ya que ella misma había cometido el error de contarles a sus compañeras de trabajo que ya hacía tres semanas se encontraba coincidiendo con un atractivo chico en el mismo vagón de metro, sólo existía un pequeño problema; los encuentros fortuitos se producían únicamente los días lunes.
Por ese motivo fue que Sayuri, su compañera más curiosa había manifestado de inmediato la intención de conocer al desconocido del metro y había decretado ese día como el único de la semana en el cual podría visitar a su tía.
Por supuesto, Akane no creyó una palabra de las que su amiga Sayuri le había expuesto ya que conocía a las chicas y sabía que la intención de su amiga era ver al desconocido del metro para hacer su evaluación y no el de ir de visita a casa de una tía enferma.
Así fue que llegada la hora de salida, las tres chicas abandonaron la tienda en donde trabajaban y avanzaron hacia la estación de metro. Yuka, quien no tenía ningún pretexto para acompañar a Akane en el viaje en metro terminó por despedirse de sus amigas en las cercanías de la estación, no sin antes encargarle discretamente a Sayuri que le transmitiera su opinión sobre el chico que tenía a su compañera encandilada.
Una vez que las chicas llegaron a la estación, Akane comenzó a ser presa del pánico ya que lo primero que hizo su acompañante fue acercarse alegremente al guardia con el que ella siempre se topaba y saludarle de una manera demasiado afectuosa y relajada para el gusto de Akane. La chica de corta cabellera azulada se vio en la obligación de saludar al guardia también, pues no quería quedar como una persona mal educada, así que el guardia les sonrió con amplitud y las observó bajar a la estación.
-Le gustas –comentó Sayuri observando al guardia hacia atrás.
-Sayuri, no digas tonterías –le amonestó-, y por favor, deja de mirarlo.
-Pero si es evidente que a ese tal Ryoga le gustas –rebatió.
-Deja de decir esas cosas –le regañó su amiga-. Además, si fuera cierto yo no puedo hacer nada al respecto.
-¿Por qué?
-Porque ese guardia no me interesa –dijo totalmente seria.
-Pero sí te interesa el desconocido del metro ¿no? –contestó su amiga sonriendo de forma picara.
-¿Es por eso que vienes conmigo? –le enfrentó cuando ya llegaban al andén-. Lo suponía, quieres ver con tus propios ojos a mí… al desconocido del metro –corrigió.
-Sólo quiero cerciorarme que mi querida amiga elija al mejor candidato –contestó Sayuri haciendo un gesto displicente con su mano.
-¡Yo no estoy buscando candidatos para nada, Sayuri!
-Tal vez tú no estés buscando a un candidato, pero quién te dice que ellos no estén buscando una candidata para compartir algo más que un saludo en el metro.
-Sayuri, te estás sobrepasando con tus comentarios.
-Como sea –contestó la chica quitándole importancia a la advertencia de su amiga-, ahí viene el tren.
-Sí, ahí viene el tren –secundó la chica de cortos cabellos exhalando un suspiro.
Cuando el tren hizo ingreso y las chicas pudieron abordarlo, ambas se ubicaron en el lugar en donde Akane siempre solía hacerlo. La muchacha de cortos cabellos iba un tanto inquieta ya que no sabía qué era exactamente lo que pretendía su compañera quien parecía ir muy interesada en observar todo a su alrededor. No fue hasta que el tren estaba pronto a ingresar a la próxima estación que Sayuri se decidió a hablarle a su amiga.
-Entonces, ¿camisa china y bolso deportivo, no? –preguntó con marcada ansiedad en su tono de voz-, ¿ese es nuestro sujeto?
-Sayuri, por favor no hagas una locura y compórtate como una persona normal–pidió Akane sonrojándose sin poder evitarlo ante la pregunta de su amiga.
-Tranquilízate, Akane –contestó la chica dándole un par de palmadas en el hombro-. Tampoco es que yo sea una especie de psicópata ¿o sí? Además, sólo quiero conocerlo aprovechando que voy a ver a mi tía –sonrió ampliamente.
-Comienzo a sospechar que esa visita a tu tía es una excusa para entrometerte en mi vida.
-¡Hey, me ofendes! –contestó llevándose una mano a la altura de su pecho-. Soy una buena sobrina, es todo. Ahora, yo no tengo la culpa que hoy sea el único día de la semana en que puedo ir a visitar a un familiar enfermo y… -la chica se interrumpió y esbozó una radiante sonrisa- Hacemos ingreso a la estación de tu desconocido –comentó de forma triunfal.
Akane se sobresaltó, e instintivamente llevó una de sus manos a la altura de su pecho mientras su amiga la observaba aguantando una risotada. La puerta del vagón se abrió y los pasajeros comenzaron a subir y a tomar ubicación.
El corazón de la chica de cortos cabellos comenzó a latir con mayor intensidad al tiempo que veía cómo el vagón se iba llenando de pasajeros, y entre todas las personas que ella vio ingresar a aquel vagón, reconoció fácilmente a dos personas. Inconscientemente había esbozado una sonrisa al ver que Ranma había ingresado al vagón tan despreocupado como siempre y vistiendo esta vez una camisa china color rojo, pero luego, su rostro denotó sorpresa y alegría al ver que un joven de castaños cabellos ingresaba tras el joven de camisa china y sonreía al verla y reconocerla.
-¿Akane? –dijo el joven acercándose a ella con incredulidad-, ¿Akane Tendo?
La chica sonrió y asintió con un movimiento de cabeza antes de saludar al joven, sin embargo, no pasó desapercibida para ella la mirada intrigada del muchacho de la camisa china, quien en ese momento se encontraba tomado del pasamanos, justo frente a ella.
-Hola, Daisuke –contestó finalmente- ¿cómo estás?
-Bien –dijo el chico con una sincera sonrisa dibujada en sus labios-. ¡Tanto tiempo sin verte y no has cambiado nada! ¿Qué estás haciendo?
-Trabajo en una tienda comercial en el centro de Tokio –dijo observando de soslayo al joven de la camisa china, quien al parecer, se encontraba ajeno a la incipiente conversación ya que había abierto un libro que leía concentrado, sosteniéndose sólo con una mano del pasamanos- ¿Y tú, qué estás haciendo?
-Estudio ingeniería –contestó.
Sayuri, quien se encontraba al lado de Akane y había permanecido en silencio observando la situación, decidió que aquel era un buen momento para hacer notar su presencia en el vagón sacando un envase de dulces de su bolso.
-¿Quieres uno, Akane? –preguntó con intención.
-¡Oh, disculpa Sayuri, olvidé que me acompañabas! –dijo llevándose una mano a los labios para luego hacer las debidas presentaciones-. Daisuke, ella es Sayuri, una de mis compañeras de trabajo y él, Sayuri, es un compañero del instituto.
-Hola –saludó informalmente la chica.
-Es un gusto –devolvió el saludo el muchacho-. Así que trabajas en una tienda, ¿y qué pasó con tu deseo de estudiar, Akane?
-Antes debo reunir el dinero –contestó encogiéndose de hombros-. No todos tenemos la facultad de ser un genio para las matemáticas y conseguir una beca en la Universidad que queramos.
El joven sonrió y acomodó su mochila en su espalda.
-Sí, es cierto –dijo asintiendo con un movimiento de cabeza-, era bueno con los números, pero tú destacabas en otras cosas –sonrió-. ¿Sabías que tu amiga era muy popular en su época de estudiante, Sayuri?
-No, pero no me sorprenden tus palabras –comentó la chica sonriendo de medio lado.
-Pues sí, Akane era la chica más popular de la preparatoria –dijo el joven asintiendo con un movimiento de cabeza-. Además de ser bella, era buena en deportes, una de las alumnas más aplicadas, querida por los profesores y el sueño de muchos chicos.
-Daisuke, no era así –rebatió la muchacha observando de soslayo al joven de la trenza. Afortunadamente, él parecía más interesado en la lectura que en esa conversación.
-Por favor, Akane, todos querían tener una oportunidad contigo, sabes muy bien que así fue.
-¿Por qué te avergüenzas, Akane? –preguntó Sayuri.
-Porque no es así –se defendió.
-Pero si fue así desde que teníamos ocho años –comentó el muchacho riendo suavemente-. Sabes, yo la conozco desde que éramos unos críos –dijo dirigiéndose a Sayuri-, y te puedo asegurar que siempre fue así con ella. Recuerdo cuando todos los niños quedamos prendados de ella al verla actuar –rio el joven-. Sí, me incluyo porque a esa temprana edad, todos queríamos tenerla como compañera.
-¿De verdad? –preguntó la amiga de Akane totalmente interesada en el tema.
-Daisuke, yo también puedo contar cosas sobre ti –le amenazó la chica de cortos cabellos.
-Sí, quedamos todos prendados cuando la vimos actuar en esa obra escolar –continuó el joven haciendo caso omiso del comentario-. Romeo y Julieta, cómo olvidarlo, si te veías tan linda con tu traje de Romeo, saltando y enfrentándote con la espada y…
-Daisuke –le amonestó dándole un certero golpe en las costillas logrando que el chico sólo riera y su amiga le secundara.
-Es una broma, Akane, aunque debes reconocer que desde ese momento todos los chicos queríamos que formaras parte de nuestros equipos en los juegos para derrotar a los rivales- comentó observándola con una sonrisa-. Pero cuando crecimos… es verdad, Sayuri, muchos de mis compañeros o muchachos de otros cursos inclusive, morían por tener una cita con ella.
-No me sorprende –asintió la muchacha observando más allá de su amiga, directamente hacia el desconocido de la camisa china-. Desde que la conozco siempre ha logrado atraer las miradas de chicos apuestos; clientes, personal de otras tiendas, guardias del metro y… desconocidos… sí, desconocidos que se topan con ella de vez en cuando, sólo que ella parece no notarlo –sonrió la muchacha ganándose una mirada furibunda de su amiga.
-Sí, así es ella –afirmó Daisuke sacando de pronto su teléfono móvil-. Ahora, ¿me darías tu número telefónico, Romeo? –bromeó el joven-, no pretendo ser tu Julieta pero me gustaría que siguiéramos en contacto.
-¿Después de burlarte de mí pretendes que te de mi número?
-Me conoces –se encogió de hombros-, sabes que lo que digo, lo digo con cariño –sonrió-. Ahora, si no quieres…
-Dame eso –dijo Akane con el ceño fruncido, quitándole el aparato para anotar su número en él.
-Violenta como siempre ¿no? –rio su amigo-, bastaba con que me dictaras el número y ya.
-Prefiero anotarlo yo misma –dijo observando una vez más de soslayo al chico de la camisa china, pues tenía la impresión que él ya no estaba tan atento al libro que leía, sino a la conversación mantenida con su viejo amigo, puesto que lo había visto sonreír cuando el chico había mencionado el asunto de la obra escolar-. Ya está, puedes llamarme para juntarnos.
-Vaya –comentó Sayuri-, a ti sí te dio una cita.
-Siempre que se la he solicitado –sonrió de medio lado-. Ya me bajo –dijo al percatarse que el tren se detenía-. Fue un verdadero gusto, chicas.
-Adiós –se despidió Sayuri.
-Hasta pronto, Daisuke.
-Hasta pronto, Romeo –dijo el joven abriéndose paso para salir del vagón.
Sayuri sonrió y se acomodó de frente a su amiga con la clara intención de averiguar más acerca del simpático joven que se habían encontrado en el metro.
-Antes que hagas tus comentarios desafortunados –le interrumpió Akane como si pudiera leerle la mente a su amiga-, no, nunca fuimos novios o algo así.
-¿Cómo sabes que eso justamente te iba a preguntar?
-Porque te conozco y sé que eso es justamente lo que pasó por tu cabeza.
-De cualquier modo, es un chico muy simpático y eso no quiere decir que si tú quisieras…
-Aunque yo quisiera no resultaría –le interrumpió Akane para hacerle callar.
-¿Por qué?
Su amiga suspiró y se acercó a ella para susurrarle al oído.
-Porque a él no le gustan las mujeres –dijo dejando totalmente sorprendida a su compañera-. Lo dejé de ver poco tiempo después de salir de la preparatoria –continuó diciendo con una sincera sonrisa en sus labios-, será bueno volver a contactarnos, es un excelente amigo.
La chica de castaños cabellos iba a decir algo, pero de pronto se dio cuenta que la próxima estación era su parada, así que comenzó a arreglar sus cosas y luego se despidió de su amiga.
-Bien, Akane, me bajo en la siguiente estación –dijo sonriendo-. Disfruta mucho lo que queda de tu viaje, quién sabe, quizá captes la atención de otro admirador en el metro- terminó de decir guiñándole un ojo en dirección al joven de la camisa china para después bajar del vagón junto a varias personas más.
La muchacha de cortos cabellos azulados se sonrojó y observó furiosa a su amiga, pero ésta ya se había perdido entre el resto de los pasajeros que bajaban en aquella estación. Por instinto, observó al chico de los negros y trenzados cabellos, para luego acomodar un poco sus pertenencias. Cuando volvió a subir la mirada, descubrió que el chico la observaba con curiosidad; ella sólo pudo sonreír con timidez.
-Hola –saludó el joven cerrando el libro que conservaba en su mano derecha.
-Hola –devolvió el saludo Akane, sintiéndose bastante extraña frente al joven-. Finalmente sí nos volvimos a encontrar –dijo esquivando la mirada de él.
-Sí –confirmó el joven con un asentimiento de cabeza-, y eso me recuerda que me debes algo.
Ella lo observó por un momento preguntándose si podía suceder que con toda la algarabía que había armado su amigo, él no hubiera escuchado su apellido, siendo que ella estando más lejos en su anterior encuentro había escuchado perfectamente cuando lo habían llamado Ran-chan.
-Tendo –dijo observándolo con suspicacia-. Mi apellido es Tendo.
-Bueno, Akane Tendo –continuó el joven dándole el paso a la persona que se encontraba sentada en el asiento frente a él-, ¿quieres sentarte?
-No, gracias –rechazó la oferta pensando en que si se sentaba, no podría observarle directamente para seguir con la conversación-, estoy bien aquí.
El joven asintió y se acercó un poco más a la chica hasta quedar frente a ella.
-No creo en las coincidencias –afirmó-, pero esto de coincidir contigo en un vagón de metro se está transformando en una agradable costumbre –terminó de decir con una media sonrisa adornando su rostro.
Akane no pudo evitar sonrojarse ante aquel comentario y para ayudarle a su corazón a remitir los latidos, decidió cambiar de tema.
-Así que, ¿puedo saber a qué te dedicas, Ranma Saotome?
-Soy maestro de artes marciales –contestó sonriendo más ampliamente por el cambio en el tema de conversación-. Trabajo en varios gimnasios y dojos, pero sólo los lunes me toca venir en las tardes a un gimnasio en el centro de Tokio.
-Mi padre tiene un dojo, sabes –dijo la chica sorprendida por la información-, enseñaba artes marciales también, pero ya no está activo.
-Vaya, es una lástima –comentó-. Y tú, ¿en qué tipo de tienda trabajas?
-En una que vende ropa exclusiva que es frecuentada por niñas pretenciosas y mujeres inconformistas, en su mayoría -sentenció.
Ranma sonrió ante la descripción que hacía la chica sobre su trabajo.
-Puedo deducir que no te gusta mucho tu trabajo.
-No es que no me guste –suspiró-, es sólo que a veces es demasiado agotador y cansado ser la que se lleva los regaños de mujeres inconformistas que al probarse los diseños que personas como yo no podríamos comprar, se enojan porque no se ven iguales a las modelos de alta costura.
-Entiendo, no debe ser nada agradable lidiar con gente así.
-No es algo que suceda todos los días, pero sí, es bastante molesto –confirmó-. En fin, de algo hay que vivir y la paga es bastante buena, así que he aprendido a soportarlo. ¿Qué hay de ti?, supongo que te gusta lo que haces.
-Sí, es algo para lo que creo haber nacido, aunque no ha sido fácil.
La chica lo observaba interesada, por fin estaba manteniendo una conversación fluida y relajada con el desconocido del metro y eso confirmaba sólo una cosa, el joven estaba tan interesado como ella en conocerse. El joven consiguió que saliera de sus pensamientos cuando volvió a hablar.
-Ha sido una vida de constante entrenamiento y que finalmente está rindiendo sus frutos –dijo-, mi padre nos entrenó desde muy pequeños a mí y a… -se interrumpió por un momento e hizo una mueca de aflicción, como si hubiese estado a punto de revelar algo doloroso o prohibido-. Creo que ahora estoy demostrando que valió la pena –terminó de decir con melancolía.
-¿Compites en torneos y esas cosas? –preguntó realmente interesada.
-Algunas veces –confirmó-. ¿Y tú?, teniendo un padre que tiene un dojo, ¿no practicas ninguna disciplina?
-Practiqué durante bastante tiempo –asintió-, pero luego mi padre dejó de entrenarme y no tuve ningún maestro –reconoció con nostalgia-. Luego, papá decidió cerrar el dojo y yo tuve que ingresar a trabajar, así que no había tiempo para entrenar, aunque eso no me ha impedido seguir dando unos buenos golpes; no creas que he perdido la práctica –terminó de decir sonriendo con arrogancia y levantando uno de sus puños para recalcar la frase. Él le devolvió la sonrisa como si estuviera aceptando un desafío.
-Me gustaría comprobar qué tan buenos golpes puedes dar –dijo asintiendo con un movimiento de cabeza.
-¿Estás retándome? –cuestionó observando el rostro cada vez más risueño del joven.
-Quizá sólo te esté invitando a entrenar un día conmigo y mi grupo –contestó encogiéndose de hombros-. Después de todo, siempre hay tiempo para volver a retomar actividades que solíamos hacer, ¿no?
-Sí, tienes… tienes razón –titubeó azorada-, por ahora debo bajarme y…
Él pareció un poco decepcionado al comprobar que efectivamente se encontraban haciendo ingreso a la estación en donde la chica siempre abandonaba el vagón.
-Tal vez la próxima semana hayas decidido volver a entrenar y podamos fijar un encuentro.
Ella sólo sonrió en respuesta y arregló su bolso cuando el tren disminuía la velocidad.
-Fue agradable volver a verte, Ranma –dijo tratando de alejar las ganas locas que sentía de decirle que le encantaría acompañarlo aunque fuera una vez a entrenar, pero claro, se estaban recién conociendo y no podía aceptar una invitación así de inmediato ¿o sí?
-Akane –le llamó él al comprobar que ella ya comenzaba a caminar hacia la salida, ella volteó su rostro y vio que el chico lucía un semblante totalmente serio-. Sólo me preguntaba… si yo también tendría la oportunidad de conseguir el número telefónico de Romeo algún día –sonrió de medio lado-. En verdad me gustaría mucho que pudieras considerar dármelo… ¿quizás en nuestro próximo viaje en metro?
La chica enrojeció hasta niveles insospechados y su corazón se aceleró. Él había estado atento a esa conversación; él había estado atento a esa vergonzosa conversación y ahora… y ahora…
La sirena indicando que el cierre de puertas se realizaría pronto, le indicó que debía bajar rápido si no quería pasarse de estación.
-Quizá –contestó apresuradamente-. Adiós –terminó de decir corriendo hacia la puerta del vagón.
-Adiós, Romeo – escuchó que decía el joven justo cuando la puerta del vagón se cerraba tras ella.
Ella volteó y comprobó que él todavía sonreía cuando el tren finalmente avanzó y siguió su camino hacia la próxima estación.
Cómo había llegado a pensar que él no se había percatado de la situación; seguro había escuchado todo lo que habían dicho sus amigos; seguro ahora él creía que ella era una especie de mujer violenta y arrogante; ahora seguro él… él le había hecho una singular y encubierta invitación, y además había querido obtener su número telefónico; bueno, técnicamente era el número telefónico de Romeo.
Sonrió en el lugar antes de avanzar, siendo una de las últimas personas en abandonar la estación de metro y pensando en que esa lejana obra escolar en la que se había visto obligada a interpretar a aquel personaje literario, sin querer había servido años después para crear un nexo con el chico que le llamaba la atención.
Cuando salió al exterior, notó de inmediato que una suave llovizna caía sobre la ciudad cubriendo el pavimento, así que comenzó a avanzar rápidamente para llegar a su hogar y guarecerse antes que se dejara caer un aguacero. Caminó apresuradamente por las calles angostas del barrio y mientras caminaba no podía dejar de pensar en ese encuentro y en que tal vez, sólo tal vez, la próxima vez que se encontrara con Ranma, obtendría el valor para aceptar su propuesta, después de todo ya no eran dos completos desconocidos.
Sonrió ampliamente y luego de exhalar un suspiro, comenzó a trotar hacia su hogar. Debía darse prisa si no quería llegar empapada; debía darse prisa si quería ver a su padre antes que él se retirara a su habitación y debía darse prisa si quería soñar despierta con su desconocido del metro una vez estuviera en la soledad de su habitación.
-Ranma –murmuró para sí.
Fue testigo del revoloteo de las famosas mariposas en el estómago al pronunciar el nombre del muchacho y se sonrojó sin proponérselo al descubrir las sensaciones que despertaba aquel joven en su persona, pero… quizá se estaba ilusionando tontamente y sería mejor dejar que el destino actuara libremente, después de todo, sólo tenía que esperar hasta el próximo lunes para saber qué sucedería, ¿no?
Notas finales:
1.- Hola, no pretendía tardar tanto con esta historia. De hecho no debería si consideramos que es una historia con una premisa bastante simple, pero… en fin, ya está el nuevo capítulo y espero no tardar tanto en subir el siguiente.
2.- Muchísimas gracias a quienes comentaron el capítulo anterior, por el apoyo que le han brindado a esta historia y a su autora no me cansaré de agradecerles. Muchísimas gracias por comentar a: Harurisaotome, nancyricoleon, eliza tendo (Muchas gracias por comentar, un abrazo), Aknya (Gracias por tus palabras. Un abrazo), Lizzy Dezzy, IramAkane, AZULMITLA, litapaz, Chat`de`Lune, Nube Escarlata, camuchis (Gracias por comentar y esperar las actualizaciones, un abrazo a la distancia), Pame-Chan 19, Faby Sama, , Ginny chan, ivarodsan, Earilmadith21, Akane (Gracias por comentar. No puedo darte plazos fijos de actualización, lo siento, sólo puedo prometer que ninguna de mis historias será abandonada. Un abrazo) y a SARITANIMELOVE. Muchísimas gracias por comentar y por apoyar este proyecto. Prometo que no tardaré tanto esta vez en volver con una nueva entrega.
3.- Como siempre, un abrazo a todos/as, lectores/as pasivos/as y activos/as, éxito y buena suerte. Y a quienes siguen mis historias creo que les interesará saber que mi próxima prioridad es El salvaje caballo… (sé que esa historia tiene bastantes seguidores, así que haré mi mejor esfuerzo para darles una pronta actualización). Nos encontramos pronto en una nueva actualización.
Madame…
