- Todos los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi, para su creación "Ranma ½", (a excepción de algunos que son de mi invención, y que se irán incorporando durante el transcurso del relato en una especie de "actores secundarios"). Esta humilde servidora los ha tomado prestados para llevar a cabo un relato de ficción, sin ningún afán de lucro.
Strangers on a train
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Capítulo VII
"Paso a paso"
Si cuatro días atrás alguien le hubiera preguntado si tenía alguna adicción, él hubiera contestado de inmediato que no contaba con ninguna, sin embargo, luego de haber pasado esa tarde de jueves con la chica que había conocido en el metro, todo había cambiado y ahora podía declarar abiertamente que se estaba volviendo adicto a escuchar su voz.
Lo cierto es que ese día, después de haber dejado a Akane en la puerta de su casa y luego de hacer el recorrido hacia su apartamento, Ranma se había hecho el ánimo de llamar a su aprensiva madre puesto que hacían días que había quedado de visitarla sin poder hacerlo por uno u otro motivo, así que debía disculparse una vez más con ella y prometerle que el siguiente día sí o sí la visitaría; por supuesto, ella había protestado por haberla dejado plantada una vez más y para perdonarlo había exigido que el muchacho pasara todo el fin de semana junto a ella, así que él, para evitarse problemas había accedido, después de todo no tenía planes para ese fin de semana.
Luego de cortarle a su madre se había quedado con el teléfono en la mano, sopesando si sería una buena idea el llamar a Akane tan pronto, no quería parecer desesperado pero… sin pensarlo demasiado buscó el contacto y le marcó, no tuvo que esperar mucho tiempo para escuchar su voz dulce del otro lado del aparato y enfrascarse en una corta pero satisfactoria conversación y así había comenzado esa nueva adicción para él, porque durante el resto de los días, habían seguido comunicándose por mensajes, pero él siempre encontraba algún pretexto para llamarla y así escuchar su voz, hasta que llegó el día lunes y se levantó con ánimos renovados, porque ya tenía más que asumido que los lunes eran los días en que la veía a ella, su ángel del metro, como había comenzado a llamarla.
Así comenzó su mañana, con la certeza de que ese sería un buen día y que ya de noche, cuando tuviera que abordar el vagón del metro que lo llevaba de regreso a su casa tendría la posibilidad no tan sólo de escuchar su voz a través de un aparato electrónico, sino que también la vería, aunque fuera por corto tiempo, pero la vería, y esa certeza lo mantuvo con una sonrisa durante el resto del día.
Cuando llegó el momento de irse a casa fue cuando comenzó a sentirse ansioso; quería verla, pero la obsesiva chica de purpura cabellera que tomaba clases justo aquel día parecía haber decido que sería una buena ocasión para agobiarlo con sus insistentes insinuaciones. Ranma no era tan ingenuo como para no percatarse que la joven china quería aprovechar aquel regalo del destino puesto que su supuesta rival no se había presentado ese día a la clase, así que él supuso que ese había sido el motivo principal por el cual la fastidiosa chica de violeta cabellera había decidido prácticamente obligarle a salir con ella; por supuesto, la chica no había contado con la rotunda negativa del artista marcial y al final, de tanto y tanto insistir e incluso amenazarle, él había optado por engañarla. Ranma sabía muy bien que esa no era una buena solución y también sabía que probablemente aquella decisión le traería más problemas en un futuro próximo, pero no se iba a arriesgar a perder la ocasión de encontrarse con Akane por culpa de su obsesiva alumna, así que le dijo a la muchacha que lo esperara, que una vez salieran de los vestuarios ya verían si podían salir a alguna parte. Ella estuvo de acuerdo y se perdió en los vestuarios riendo alegremente; una pizca de remordimiento hizo acto de presencia por un par de segundos en el corazón del artista marcial, sin embargo, eliminó aquella sensación rápidamente y se apresuró en cambiarse para luego escapar del gimnasio con dirección a la estación de metro, pero antes de salir le pidió al chico que atendía la recepción del gimnasio que le disculpara con la muchacha puesto que le había surgido un inconveniente y había tenido que retirarse de forma urgente.
Corriendo como si lo persiguieran mil demonios llegó a la estación de metro, bajó y cuando estuvo en el andén corroboró la hora. Suspiró aliviado, había arribado justo a tiempo para tomar el tren en que seguramente se encontraría con Akane.
Cuando el tren hizo ingreso a la estación y abrió sus puertas, él no pudo reprimir una sonrisa al verla apoyada en el lugar en el que siempre se instalaba. Ella le devolvió una tímida sonrisa y él ingresó al vagón, pero dio un respingo al escuchar una voz chillona que lo llamaba por su nombre. Volteó el rostro sólo para ver cómo la chica de violetas cabellos se detenía en seco frente a las puertas cerradas del vagón. La expresión furibunda en el rostro de la chica logró intimidarlo por un momento, pero el tren comenzó a avanzar dejando atrás a su tormento quien no pudo hacer nada más que observar cómo el tren abandonaba la estación.
Ranma suspiró aliviado y se volteó rápidamente para ir a reunirse con la chica de azulados cabellos que lo observaba con curiosidad.
-Hola –saludó al llegar a su lado.
-Hola –respondió ella con suavidad-. Pareces agotado –comentó.
-Un poco, sí –dijo percatándose que ella se encontraba intranquila. Seguramente había estado atenta a la escena y comenzaba a preguntarse qué sucedía, por lo que en un acto de valentía y franqueza, optó por decirle la verdad-. Tuve que escapar.
-¿Escapar? –inquirió ella alzando una de sus cejas, él asintió con un movimiento de cabeza.
-Es una historia larga y no muy divertida, al menos, no lo es para mí, pero… hay dos chicas que al parecer se han obsesionado conmigo. Una de ellas insistió hoy en que quería que… -se interrumpió y comprobó que Akane lo miraba fijamente con un semblante serio pero sorprendido a la vez. Debía seguir contándole la historia entera si no quería que la chica sacara sus propias conclusiones que seguramente estarían erradas-. Quería que saliéramos e insistió tanto que tuve que engañarla y correr.
-Entiendo –la escuchó susurrar mientras esquivaba su mirada.
-No es lo que piensas –dijo al ver que ella bajaba sus ojos-, nunca les he dado esperanzas a ninguna de las dos porque sólo puedo verlas como un par de amigas y nada más, y si me preguntas, es bastante incómodo que te acosen y no entiendan razones, pero no puedo hacer mucho porque ambas están inscritas en uno de los establecimientos en donde doy clases y no las correrán sólo porque yo lo pida. Además, una conoce a mi familia desde que era una niña y la otra… bueno, la otra es un poco intimidante.
-Puedo suponer que una es la chica que llegó cuando se cerraron las puertas del vagón y la otra es la que fue a buscarte el jueves –él asintió incomodo-. Ambas son muy bonitas.
-Puede que sean bonitas, pero ninguna de las dos ha logrado llamar mi atención como lo hiciste tú desde el primer momento en que mis ojos te vieron escondida tras un libro.
Fue consciente de la sonrisa a medias que ella esbozaba luego de escuchar aquella frase, sin embargo, se percató de que algo le molestaba y no tuvo que esperar demasiado para escuchar cómo ponía en palabras su inquietud.
-¿Debo preocuparme por alguna de ellas? –la escuchó decir con un hilo de voz, escondiendo su mirada tras su flequillo-. Ranma, ese día tú… ese día dijiste que yo te gustaba, pero si sólo soy una más para ti, entonces yo…
-No –le interrumpió acercándose un poco a ella para hablar más suave y así evitar que los demás pasajeros escucharan su conversación. Era obvio que al enterarse de la existencia de esas dos obsesas ella se sintiera insegura, así que trató de ser lo más sincero que pudo al respecto-. No debes preocuparte por ellas ni por nadie más. Si hay algo de lo que puedes estar completamente segura es que no eres una más, eres la única, Akane.
Ella subió la vista y se encontró con la mirada sincera que le devolvían esos ojos azules que la cautivaban cada vez que tenía ocasión de perderse en ellos.
Ranma la vio sonreír para luego acomodarse en el espacio que ocupaba separándose un poco, dándole a entender que debía alejarse. Estaban muy juntos en un espacio totalmente público, por lo que no era adecuado mantener esa cercanía. Él así lo entendió y se separó un poco de ella.
-Entonces –dijo ella eliminando cualquier vestigio de incomodidad o preocupación de su rostro-, ¿dónde iremos el jueves?
Ahora era él el sorprendido por el cambio drástico en la conversación, sin embargo, que ella estuviera preguntando por su cita del jueves quería decir que estaba confiando en él y en sus explicaciones. Seguramente iba por buen camino y quería seguir así, por lo que se apresuró en contestar.
-Seré sincero contigo, estuve pensando todos estos días en nuestra cita del jueves y no he podido decidir a qué lugar invitarte –reconoció llevándose una de sus manos tras su cabeza-. No soy bueno para esas cosas y creo que terminaré arruinándolo todo. Primero pensé en que podía invitarte a un café o a un bar –dijo bajando su brazo para ir enumerando con los dedos de su mano-, pero eso es algo que no me llama mucho la atención, además, ni siquiera bebo alcohol. Luego pensé en ir a ver una de las obras que se están exhibiendo en el parque pero quizás es demasiado formal y no sé si te gusta el teatro. Luego se me ocurrió invitarte a un parque de diversiones o al festival de Tokio, pero quizá lo encuentres muy infantil o simple y luego está ir a ver una película pero no sé si…
-Está bien –le interrumpió riendo. Él se sintió aturdido al intuir que ella se había dado cuenta de su desesperación por invitarla a un buen lugar, pero sólo le devolvió una escueta sonrisa al verse descubierto-, sí te parece bien, sólo me gustaría ir a caminar a un lindo parque y quizá tomar un helado.
-¿Segura?
-Sí, ya te dije que soy de gustos simples –contestó sonriéndole mientras se acomodaba un mechón de cabello tras la oreja-, además, no me importa mucho el lugar adonde iremos, lo que me importa es la compañía –terminó de decir.
La vio esquivar una vez más su mirada, demostrándole con ese gesto que ella se sentía nerviosa. Sonrió.
-En ese caso déjame decirte que estaría dispuesto a bajar al infierno sólo por estar a tu lado –dijo acercándose un poco más-, pero claro, tú eres un ángel y los ángeles no bajan al infierno ¿o sí?
-¿Un ángel? –preguntó riendo muy suavemente.
-Sí –contestó él-. Mi ángel del metro.
-Para eso sí eres creativo –dijo devolviéndole una mirada enternecida-. Bueno, debo decirte que este ángel se tiene que bajar en la próxima estación… no precisamente al infierno pero sí con dirección a su casa, así que...
-¿Dejarías que te acompañe?
-Ranma, no quiero que por mi culpa tengas que caminar más de lo necesario.
-El ejercicio es bueno para la salud –rebatió escuchando que ella reía suavemente por sus palabras-, además, creo haberte dicho antes que me bajaría todos los lunes en esta estación si puedo permanecer a tu lado unos minutos más.
Ella lo observó con dulzura y en el mismo instante en que el tren hacía ingreso en la estación, ambos avanzaron lado a lado para bajar del vagón.
Cuando llegaron a la superficie, comenzaron a caminar en dirección a la casa de Akane, conversando animadamente de cómo habían ido sus respectivos días, hasta que unos metros antes de llegar al gran portón de la casona, él cambió abruptamente el tema de conversación. Estaba decidido a arriesgarse una vez más y quería hacerlo ahora.
-Akane.
-Dime.
-Sólo me preguntaba si tu hermana Nabiki se encontrará en tu casa.
-Supongo que sí, hoy tuvo clases hasta media tarde, ¿por qué?
-Porque eso me daría la posibilidad de cumplir un deseo que tengo desde hace semanas… y no me gustaría que ella volviera a interrumpir –dijo deteniéndose cerca del portón de entrada a la casona.
-¿Qué piensas hacer? –preguntó ella deteniéndose junto a él con una media sonrisa adornando sus labios.
-Voy a besarte –contestó decididamente acortando la distancia entre los dos.
-¿Y si no te dejo? –inquirió conteniendo las ganas de reír al observar el rostro confundido del joven artista marcial.
Ranma bajó los hombros en una actitud de derrota, ¿acaso había estado equivocado todo ese tiempo? Él había creído que podía arriesgarse con ella, se lo había dicho en su último encuentro y también había estado dispuesta, pero ahora y ante tal declaración, todo pareció derrumbarse a los pies del artista marcial. Dio un paso hacia atrás con la intención de alejarse, pero ella le detuvo de inmediato.
-¿Qué haces?
-Creo que… debería irme.
-Pero dijiste que… -se interrumpió, y él pudo observar cómo su rostro adquiría un matiz de preocupación-. Yo sólo bromeaba y sí, reconozco que fue una muy mala broma y quiero, quiero que cumplas tu deseo –terminó de decir bajando la mirada.
Él sólo sonrió y desplazó su mano hasta acariciar con sus dedos la punta de los cortos cabellos azulados logrando que ella lentamente levantara la mirada, siendo incapaz de evitar que sus mejillas se tiñeran de carmín. Vio cómo ella tomaba firmemente con ambas manos el bolsito que contenía el obento en donde llevaba el almuerzo y la vio morderse el labio inferior con nerviosismo, anticipándose a sus intenciones. Fue así que Ranma volvió a acortar la distancia que los separaba, decidido a que esa noche cumpliría el anhelo de probar esos labios carnosos, mezcla perfecta de inocencia y sensualidad, y que desde que la había visto en el vagón de metro ejercían una atracción casi insana para el artista marcial.
Lentamente se acercó, la vio cerrar los ojos, la vio erguir su cuerpo para anticiparse un par de centímetros y cuando sintió el aliento de ella mezclarse con el suyo propio fue cuando cerró finalmente sus ojos para dejar que sus labios hicieran contacto con los de la menuda chica.
El roce de labios para ambos fue casi mágico y una corriente eléctrica pareció recorrerles por todo el cuerpo. Un golpe seco se dejó escuchar producido por el pequeño bolso que ella había mantenido en sus manos y que al soltarlo golpeó fuertemente el suelo. Él sonrió mentalmente y decidió que ya era tiempo de arriesgar un poco más, por lo que atrapó el cuerpo femenino con ambos brazos y la atrajo hacia sí, mientras silenciosamente solicitaba la autorización de ella para profundizar aquel contacto. Su corazón aceleró sus pulsaciones cuando fue consciente del desplazamiento ascendente de las delicadas manos de su ángel por su torso para luego dejarlas descansar entrelazadas tras su cuello, mientras le daba libre acceso a su boca. El contacto fue tan exquisitamente sublime que a él le pareció que se elevaba de la estabilidad del suelo y que se transformaba en un ser ingrávido e incorpóreo, así que subió una de las manos que tenía en la espalda de la chica y la posicionó en su nuca, acariciando con ella los sedosos cabellos azulados y acercándola todavía más hacia él para tratar de encontrar estabilidad. Quería prolongar aquel contacto por toda la eternidad de ser posible, pero finalmente ambos se vieron en la obligación de romper el contacto para recuperar la respiración.
-Wow –logró decir muy suavemente mientras dejaba descansar su frente en la de la muchacha.
-Mariposas –la escuchó decir quedamente al tiempo que bajaba lentamente ambas manos para dejarlas descansar sobre los hombros de él-. Miles de ellas.
-No sé si fueron mariposas, hormigas o luciérnagas, pero… yo también las siento –dijo acariciando con una de sus manos el rostro de la chica.
Ella sonrió dulcemente y se separó unos cuantos centímetros para verlo directamente a los ojos.
-Debo entrar a casa –dijo exhalando un corto suspiro.
-¿No te despedirás esta vez? –cuestionó haciendo alusión a su anterior encuentro sin apartar el brazo con el que rodeaba su cintura.
Por toda respuesta se puso de puntillas y depositó un suave roce en los labios del joven que éste último no tardó en corresponder, fundiéndose nuevamente en un apasionado beso que ambos quisieron dilatar el mayor tiempo posible hasta que se fueron separando lentamente.
-Debo irme –dijo suavemente dando un par de pasos hacia atrás -. Que duermas bien.
-Después de esto eso es un hecho.
Ella le regaló una sonrisa traviesa y se alejó rumbo al portón de su casa, pero entonces él la llamó nuevamente.
-Se te olvida esto –dijo recogiendo el bolsito que había quedado olvidado en el pavimento.
Akane retrocedió para recibir el bolso, por lo que Ranma lo escondió tras su espalda y depositó un nuevo y corto beso en los labios de la sorprendida chica.
-Ahora sí, buenas noches –dijo entregándole el objeto a la muchacha quien se dio media vuelta y avanzó rápidamente hasta desaparecer detrás del gran portón.
Ranma se dio media vuelta, recogió el bolso de deporte que había dejado en el suelo y emprendió el camino hacia su casa sin poder borrar la sonrisa de sus labios. Había valido la pena escapar de la insistente chica de violetas cabellos y ya no le importaba enfrentar el escándalo que seguramente armaría la obsesiva mujer cuando se encontrara con ella.
Caminó rápidamente para dirigirse a su casa pensando en que probablemente su vida daría un vuelco de ahora en adelante, pero con la certeza de que ese cambio sería para mejor.
Los frondosos árboles mecían sus hojas con la suave brisa que corría aquella tarde. Él se había sentado en un banquito cercano a la entrada del parque en el cual habían quedado de juntarse, puesto que a pesar de que había insistido en ir a buscarla a su casa, ella le había dicho que era mejor juntarse en otro lugar, por tanto, ahora él se encontraba repasando momentos y conversaciones que había mantenido con la chica durante aquellos días mientras observaba a las personas pasar.
Tan abstraído estaba en sus propios pensamientos que se sobresaltó cuando escuchó que alguien lo saludaba a su espalda, posando una mano en su hombro derecho.
-¿Tardé mucho? –preguntó la chica de azulados cabellos dándose la vuelta para quedar frente a él.
-Un poco –dijo poniéndose de pie con una sonrisa burlona en los labios.
-Lo siento –se disculpó afligida-, es que mi hermana quiso acompañarme porque tenía que juntarse con su novio y se demoró más de la cuenta en salir de casa y luego nos topamos con una amiga de ella de camino y se detuvo a saludar y cuando me separé de ella para venir acá, ya era tarde y…
-Está bien –le interrumpió tomando la punta de sus cabellos entre sus dedos para acariciarlos-. No tienes que disculparte, lo importante en que viniste. Hola –terminó de decir sonriendo para luego depositar un rápido beso en la mejilla de la sorprendida chica.
-Hola –le devolvió la sonrisa tímidamente-. ¿Recorreremos el parque o iremos a otro lado?
-Tú decides –dijo encogiéndose de hombros-, recuerda que te acompañaría hasta el infierno.
-Bueno, entonces caminemos mientras me cuentas qué tal tu día –sonrió.
La vio avanzar unos pasos y recién ahí se fijó en su indumentaria. Ese día, Akane llevaba una blusa bastante coqueta en un tono rosa pastel con pequeños pétalos de cerezo en un tono más oscuro estampados en la tela; una falda acampanada hasta la rodilla también en un tono rosa que dejaba ver sus torneadas pantorrillas; zapatos y un pequeño bolsito cruzado a juego y una chaqueta que conservaba sobre el bolso completaban su atuendo. Ranma exhaló un suave suspiro y avanzó siguiendo a la menuda chica como si se tratase de una abeja atraída por una dulce flor.
Caminaron conversando animadamente de trivialidades, riendo alegremente con bromas y anécdotas, sintiendo una conexión cada vez más profunda entre ambos y es que simplemente se sentían cómodos y a gusto en compañía del otro. Era como si se hubieran conocido desde siempre o en otra vida, puesto que de otra forma no se explicaban que lo que había comenzado como una extraña atracción por un desconocido en el metro hubiera avanzado tan rápidamente a esa cercanía y confianza que ambos demostraban al estar en compañía del otro.
-Nunca me has contado qué dijo tu hermana después de vernos ese día –comentó Ranma apoyando ambos brazos en un barandal en donde se habían detenido para observar las distintas tonalidades de los árboles-. Digo, no sé mucho de tu familia y quizás ella realmente se sintió ofendida por mi atrevimiento al intentar…
-¿Nabiki ofendida? –interrumpió Akane sonriendo. Negó con la cabeza y enfocó sus ojos en sus manos apoyadas en el barandal-. Quizá creas que mi familia es demasiado conservadora y no te culpo porque todos los que ven la casa en donde vivo piensan lo mismo, pero no es así. Papá sí es bastante tradicionalista pero sólo en lo que respecta a valores, cultura y esas cosas, por lo que quizás a él sí le hubiera parecido mal el que su hija menor estuviera con un chico que no conoce afuera de su casa.
-Un chico que además intentaba besarla –complementó él sonriendo al recordar el momento.
Ella se mordió el labio inferior y no pudo evitar sonrojarse, sin embargo, siguió hablando.
-A Nabiki no le importan esas cosas porque ella misma es bastante liberal y desinhibida, pero eso no significa que no me haya sometido a un interrogatorio.
-¿Interrogatorio?
-Nabiki es bastante peculiar –dijo sonriendo débilmente-. Ella tiene un talento innato para enterarse de todo cuanto pasa a su alrededor y a veces, eso puede resultar bastante molesto porque una vez se entera de algo, quiere saberlo todo al respecto y no se queda tranquila hasta averiguar hasta tus más ocultos secretos, así que tuve que contarle sobre ti… espero que no te moleste.
-Por supuesto que no me molesta.
-Qué bien, porque no sólo Nabiki sabe de ti, también Kasumi, mi hermana mayor.
-¿Y eso es malo?
-No pero… quieren conocerte. Es decir, más allá de una simple presentación en la calle. Por supuesto no tiene que ser ahora, pero más adelante tal vez…
-Me parece bien –le interrumpió.
-¿En serio? –dijo levantando su rostro para mirarlo de frente.
-¿Por qué no? –contestó observándola con sinceridad mientras se erguía y apoyaba ambas manos en la barandilla-. Si quiero que esto que tenemos se convierta en algo más serio –dijo indicándose primero a él y luego a ella-, debo estar dispuesto a conocer a tu familia así como espero que algún día quieras conocer a la mía.
-Esto que tenemos –repitió mirándolo fijamente.
-¿El inicio de una relación? –dijo de forma interrogante esperando que ella no saliera corriendo.
-Sí, eso se escucha bien para mí –contestó con un leve sonrojo en el rostro.
Akane acercó una de sus manos hasta dejarla descansar suavemente al lado de la mano que él tenía posada en la barandilla, regalándole así una discreta y casi imperceptible caricia que les hizo sonreír en complicidad.
-¿Seguimos caminando? –inquirió ella retrocediendo un par de pasos.
-Sí.
-Háblame de tu familia –dijo la chica retornando al sendero para seguir avanzando por el enorme parque-. Si más adelante voy a conocer a tus padres, me gustaría estar preparada.
Ranma soltó una risita y avanzó junto a ella con las manos en los bolsillos.
-Mamá es una mujer bastante estricta pero sólo conmigo, con los demás suele ser un amor de persona. Es una mujer con una ascendencia de antiguos guerreros, por lo que el honor y el respeto por las tradiciones es muy importante para ella, pero suele hacer bastantes concesiones, sobre todo con personas a las que estima. Por otro lado, papá es todo lo opuesto a mamá, aunque debo reconocer que cuando se trata de enseñar las artes marciales suele ser un hombre exigente e implacable. En otras palabras, papá es un hombre atolondrado que sólo disfruta de las artes marciales y sólo eso parece importarle –reconoció con un deje de amargura.
-¿No te llevas bien con tu padre? –preguntó suavemente.
-No es eso pero… desde que pude independizarme prefiero no tener mucho contacto con él. Si ambos tienen un defecto ese es ser muy entrometidos. Todavía piensan que pueden controlarme y desde que mi hermana falleció se volvió mucho peor, por eso prefiero evitarlos, para no terminar discutiendo con ellos.
Siguieron caminando en silencio hasta que Akane vio un pequeño local en donde vendían refrescos y golosinas.
-¿Quieres comer o beber algo? –ofertó Ranma al verla con la mirada fija hacia ese lugar.
-Sí –contestó con una enorme sonrisa en el rostro.
Él avanzó un par de pasos y como viera que ella se quedaba atrás, la tomó del brazo para que avanzara junto a él, hasta que llegaron al sencillo puesto que contaba con algunas mesas para que sus clientes pudieran sentarse a descansar. Ambos se acercaron al mesón y decidieron pedir un cono de helado de tres sabores distintos. Ella se quedó junto al mesón esperando su pedido mientras él se dirigió a pagar; cuando volvió junto a ella no pudo reprimir una mueca de desagrado y sorpresa.
-¿Pero qué tiene de malo que quiera invitarte un helado? –escuchó que decía un joven de castaños cabellos dirigiéndose a Akane.
-Nada, pero ya te dije que estoy acompañada y esperando a que me entreguen mi pedido.
-Acompañada, yo no veo a nadie a tu lado, linda y…
-Ya te dijo que está acompañada… Mikado –escupió el artista marcial haciendo acto de presencia.
-Saotome –dijo el aludido con la sorpresa reflejada en el rostro-. No me digas que eres tú el acompañante de esta linda señorita.
-Te lo digo, soy su acompañante.
-Vaya, no sé si la mala suerte es mía o suya, señorita.
-¿Por qué lo dices? –dijo ella observando al petulante sujeto con desagrado.
-Porque viendo que se encuentra acompañada tendré que retirarme, pero, realmente espero que su cita no resulte un fiasco con tan ingrata compañía.
-Deja de molestar, idiota –repuso Ranma frunciendo aún más el ceño.
-Siempre tan violento como recordaba.
-Y tú siempre tan impertinente y molesto.
El joven que atendía el mesón les interrumpió para entregarles los helados y así se rompió en algo la tensión reinante.
-Gracias –dijo Akane recibiendo el suyo-. ¿Nos vamos, Ranma?
Él sólo asintió, recibiendo su pedido.
-Fue un gusto, linda, aunque ni siquiera nos hayan presentado.
-No puedo decir lo mismo –contestó ella haciendo sonreír orgulloso a su acompañante.
Cuando estuvieron lo bastante lejos del lugar fue cuando ella se decidió a hablar.
-¿Quién era ese petulante sujeto? -preguntó degustando su helado.
-Fue mi compañero en la preparatoria -contestó él frunciendo el ceño-. No lo veía hace años y sigue siendo tan desagradable como lo recordaba.
-Supongo que se llevaban bastante mal.
-No tanto pero… -el joven se interrumpió y luego de exhalar un suspiro volvió a hablar-. Hubo una chica, Azusa. Mikado estuvo siempre interesado en ella porque era una de las chicas más populares de la preparatoria, pero…
-Él no le interesaba a ella, pero tú sí -completó Akane acercando su helado a sus labios para degustarlo.
Ranma la observó asintiendo en silencio.
-Sí -contestó-. En aquella época era todo un logro para un adolescente el que la chica más popular de la preparatoria estuviera interesada en uno, así que salimos por un par de semanas. Fue mi primer intento por tener una novia, pero el romance duró eso, un par de semanas porque finalmente me di cuenta que no la soportaba. Si me preguntas, la chica era linda pero totalmente superficial y no resultó. Mikado nunca perdonó el que yo le hubiera "robado" a su chica para luego despreciarla y se lo tomó muy mal, pero yo no hice nada más que salir con ella porque ella insistió y… las cosas no terminaron bien. Ella hizo un escandalo porque yo había terminado algo que nunca empezó y luego, ellos dos se asociaron para hacerme la vida imposible por el resto de lo que quedaba por cursar. Terminaron juntos, pero supe que a los tres meses de noviazgo ella lo dejó porque se enamoró de un chico universitario que dicho sea de paso, tampoco le correspondió.
-Vaya, ¿y crees que por eso dijo que mi cita sería un fiasco?
-Supongo que sí… sólo espero que no tenga razón.
-Tonto -contestó deteniéndose para posar su mano en el pecho masculino-. Todo está resultando exactamente igual a como lo imaginé.
Ranma pudo sentir la electricidad que le producía aquel contacto y su pecho se agitó sin lograr controlar los acelerados latidos de su corazón.
-¿Te… te parece si nos sentamos? -preguntó tratando de controlar su nerviosismo.
-Sí -contestó ella separándose para mirar hacia un gran árbol de hojas amarillas y pardas que se destacaba por sobre los demás-, bajo ese árbol estaría bien.
-¿No te molesta sentarte sobre el césped?, puedes ensuciarte y…
-La ropa se limpia –contestó con simpleza sentándose con ambas piernas recogidas hacia un lado.
Ranma se sentó a su lado, dejando descansar su espalda en el gran tronco del árbol que los cobijaba. Para ese momento ambos ya habían terminado sus respectivos helados y se quedaron contemplando en silencio el paisaje que tenían en frente.
-No sé si sea por el lugar o la compañía pero, es agradable estar aquí –comentó Ranma rompiendo el silencio-. Ahora comprendo a lo que se refería mi hermana cuando me decía que el tiempo parecía volar cuando estabas con una persona que para ti era especial.
-¿Yo soy especial para ti?
-¿Lo pones en duda? –contra preguntó observándola intensamente, ella sólo negó con un movimiento de cabeza y esquivó sus ojos.
-¿Cómo era ella? –cuestionó-. Tu hermana.
-La más afectuosa y alocada pelirroja que hubieras podido conocer –contestó con una sonrisa melancólica en sus labios-. Era de esas chicas que a todo el mundo les simpatizan, muy extrovertida y sociable, buena en los estudios y en los deportes, amante de la naturaleza, cariñosa con sus padres y celosa de su hermano.
-Qué lindo escucharte hablar así de ella, se nota que la querías mucho y que… la extrañas.
-Más que a nada en este mundo –reconoció enfocando sus ojos en la chica de azules cabellos-. Mira –dijo de pronto sacando su teléfono de uno de sus bolsillos para comenzar a buscar algo en él-. La revoltosa de mi hermana –terminó de decir sosteniendo el aparato en donde se apreciaba una chica pelirroja de profunda mirada posando para la cámara con un gran trofeo dorado entre sus delicadas manos.
-Era igual a ti, salvo por el…
-Color del cabello –dijeron ambos a la vez.
-Sí –continuó el artista marcial enfocando su mirada en un punto inexacto frente a él-. Ella también era especial y yo disfrutaba de cada momento en su compañía; por supuesto discutíamos y nos molestábamos como todos los hermanos, pero ahora me cuesta recordar algún momento en el que hayamos tenido alguna pelea significativa y sí, la extraño muchísimo.
Akane no dijo nada, sólo se acercó un poco más a él y con algo de indecisión entrelazó su mano con la de Ranma. Él se sorprendió ante el contacto, pero luego sonrió y con su mano libre tomó la punta de los cabellos de la chica en lo que ya se estaba convirtiendo en su personal muestra de cariño hacia ella.
-¿Te molesta si te abrazo? –susurró quedamente.
-No –contestó ella-, pero si pasa alguien muy conservador por aquí puede resultarle inapropiado.
-Entonces, esperemos que no pase nadie del comité de defensores de la moral y las buenas costumbres –bromeó acortando la distancia para acercarla hacia sí y acurrucarla entre sus brazos.
La sintió estremecerse por unos segundos y la escuchó reír suavemente cuando él acercó su nariz hasta un costado de su níveo cuello para embriagarse con su perfume.
-Me haces cosquillas –le dijo todavía sonriendo.
-No sé cómo lo has hecho o qué es lo que has hecho pero cada día que pasa siento que me gustas más, Akane.
La escuchó exhalar un suspiro y luego sintió los delicados dedos acariciar la mano y parte del brazo con el que la tenía rodeada por la cintura.
-Siento algo parecido y debo reconocer que… me asusta –confesó.
-¿Por qué? –preguntó en un susurro.
-Porque a pesar de que he tenido otras relaciones nunca me había sentido así con ninguna otra persona –reconoció-. Es decir, hace muy poco éramos dos extraños en el metro y nuestra forma de conocernos no fue nada convencional y yo nunca antes había sentido una conexión así con nadie y cada día que pasa me doy cuenta que quiero pasar más tiempo contigo, que quiero hablar contigo de cualquier cosa, que quiero escuchar tu voz aunque sea por un par de minutos y entonces me aterro porque pienso que todo ha ido demasiado rápido y no sé si tú…
-Akane –la detuvo-, entiendo que estés asustada porque a mí me pasa igual. Las pocas relaciones que he tenido en mi vida nunca fueron parecidas a esto que me pasa contigo, yo… también siento una fuerte conexión que me une a ti y no creas que esa sensación no me asusta porque de verdad es intensa y también me da miedo, pero necesito que sepas que de verdad quiero que esto que comenzó como una atracción entre dos extraños llegue a convertirse en algo importante, para ambos; algo que yo nunca he sentido antes y que me encantaría descubrir contigo.
-Entonces –dijo susurrando sus palabras mientras afianzaba su agarre en el brazo que él mantenía en su cintura-, ¿todo esto es real?, tú quieres que lo que tenemos…
-Sí, quiero que lo que tenemos con el tiempo se transforme en algo serio, quiero que más adelante podamos decir algo más que un simple me gustas –le susurró al oído-. Sé que estás asustada y yo también lo estoy. Nunca pensé que algo así me pasaría con alguien que sólo veía de lejos y quiero cuidarlo, por eso te propongo ir despacio, a tú ritmo, yo no tengo prisa y esperaría lo que fuera si la recompensa es estar a tu lado.
-Paso a paso –musitó.
-¿Tenemos un trato?
-Sí.
-Entonces, ¿te parece si inmortalizamos este momento?
-¿Inmortalizar?
Por toda respuesta él volvió a tomar su teléfono, buscó la cámara y estiró el brazo para tomar una fotografía de ellos dos abrazados, con los lejanos árboles de fondo y la luz suave y difusa en tonos anaranjados que proporcionaba el ocaso. Ella rio alegremente y luego se acomodó de mejor forma para que él pudiera captar una buena imagen.
Cuando finalmente se separaron para ver las imágenes capturadas, él sonrió.
-No tengo redes sociales –reconoció-, pero esta fotografía se ira directo a mi fondo de pantalla.
-¿De verdad no tienes redes sociales? –se sorprendió ella.
-No. Llámame anticuado pero nunca me han llamado la atención esas cosas.
-Bueno, tampoco es como si yo las utilizara a menudo. Pensándolo bien, creo que las utilizo sólo para enterarme de algunas noticias de personas que conozco y ver algunas cosas de interés pero no subo casi nada referente a mí.
-Mejor –dijo mirándola de soslayo-, así no tengo que preocuparme por quién le da o no le da un me gusta a tus fotografías.
-Eres un bobo –contestó dándole un suave empujoncito en el brazo mientras reía alegremente.
Él fue rápido esta vez y captó de inmediato una imagen con su teléfono de una sonriente chica de cortos cabellos azulados mecidos por la brisa de la tarde.
-Mejor esta –dijo de pronto viendo la imagen en su teléfono-. Es perfecta para convertirse en mi fondo de pantalla.
Ella observó la imagen y se sonrojó ante la intensa mirada del joven artista marcial.
-¿Puedes compartirme la otra fotografía? –preguntó mirándolo directamente a los ojos-. Sí tú pones esa como tu fondo de pantalla, me gustaría ocupar la otra a mí en mi teléfono.
-Claro –dijo tecleando rápidamente para luego escuchar el sonido de un mensaje nuevo en el teléfono de ella.
-Creo que es hora de que me acompañes a mi casa –comentó poniéndose de pie y sacudiéndose un poco la falda.
-Todavía falta algo para sellar nuestro trato –dijo levantándose él también.
-¿Qué?
Por toda respuesta, él escrutó todo el perímetro cercano y sonrió al no ver a nadie cerca. Acortó la distancia que lo separaba de la chica y con ambas manos atrapó su rostro para luego depositar un apasionado beso en sus labios.
-Me aseguré de que nadie estuviera cerca –dijo separándose lentamente de ella-. No sabes cuánto quería repetir esto desde la noche del lunes.
-También yo –susurró ella acariciando con una de sus manos la mejilla de él para luego alzarse en la punta de sus pies y depositar una caricia más suave en sus labios que, sin embargo, poco apoco fueron profundizando-. Creo que ahora sí el trato está sellado –dijo sonriendo al sentir cómo él acariciaba sus cortos cabellos por tercera vez durante esa tarde.
-Sí –contestó-. Yo también lo creo.
-¿Me acompañas a casa?
-Vamos –dijo por toda respuesta ayudándola a recoger su bolso y su chaqueta desde el césped para luego emprender el camino hacia el hogar de la muchacha.
Durante el camino conversaron de todo un poco y planificaron su próxima salida, esta vez para el domingo ya que ella no trabajaba y ambos querían ir a ver una película recién estrenada, por lo que les pareció un buen panorama para su próximo encuentro. Cuando abandonaron la estación de metro y encaminaron sus pasos hacia la residencia de la chica, él comenzó a experimentar esa extraña sensación de abandono que le provocaba el separarse de ella, por lo que observando que la calle por donde transitaban se encontrara vacía, se acercó a ella y entrelazó sus manos.
-Ranma, pueden vernos –dijo ella nerviosamente.
-¿Tienes vecinos curiosos?
-No que yo sepa, pero…
-No se ve nadie en la calle y si te soy sincero, quiero disfrutar hasta la más mínima cercanía con mi ángel del metro.
-¿Otra vez con lo del ángel? –preguntó riendo.
-¿No te gusta el apodo? –sonrió de medio lado.
-Me gusta, pero no te has puesto a pensar que tal vez pueda resultar ser un diablillo disfrazado de ángel.
-No me asustan los diablillos, así que tendré que descubrir si te conviertes en uno.
-Quizá más adelante no quieras descubrirlo –comentó de forma traviesa deteniéndose frente al portón de su casa.
-Quizá te lleves una sorpresa –contestó acercándose a ella para besarla y aunque lo consiguió, debió separarse velozmente al escuchar el sonido que emitía el teléfono de Akane en su bolso.
La chica sacó rápidamente el aparato y contestó, luego de un escueto intercambio de palabras, cortó la llamada conservando el teléfono en su mano.
-Era mi hermana, Kasumi –dijo mirándolo de forma apesadumbrada-. Debería entrar, me esperan a cenar.
-Ve, no los hagas esperar –contestó Ranma asintiendo suavemente.
La vio guardar el aparato en su bolso y luego alzarse en la punta de sus pies para afirmarse de sus hombros y así cubrir los labios de él con los suyos, ejerciendo apenas una suave presión que él correspondió de inmediato atrapándola entre sus brazos.
Sin ninguna prisa él acarició su espalda con un movimiento ascendente con el que terminó posicionando una de sus manos tras la nuca de la chica. Ella se dejó llevar una vez más y dejó descansar ambas manos tras el cuello de él, entreabriendo los labios para dejar que él atrapara su boca y así librar entre ambos una lucha tan atrayente como irreprimible.
Cuando encontraron la fuerza de voluntad para separarse, ambos se encontraban bastante agitados y se sonrieron en complicidad.
-Buenas noches –dijo Akane retirando lentamente sus brazos del cuello de Ranma.
-Buenas noches -contestó él soltando con reticencia el menudo cuerpo de ella para dar un par de pasos hacia atrás.
-¿Me llamarás?
-Todos los días hasta nuestro próximo encuentro.
-El domingo -susurró ella con una radiante sonrisa en los labios.
-El domingo -corroboró él devolviéndole la sonrisa.
-Que duermas bien, Ranma -dijo finalmente alejándose lentamente con dirección al portón.
-Tú también -contestó en el instante en que ella volteaba su rostro justo antes de desaparecer tras el portón de su casa para lanzarle un beso al aire y luego ingresar a su hogar.
El joven artista marcial suspiró y enfocó su vista al cielo antes de comenzar a recorrer el camino de vuelta a su casa. ¿Dormir bien?, ni siquiera sabía si podría dormir aquella noche con todos los recuerdos de esa tarde que sabía se agolparían en su mente antes de poder conciliar el sueño.
-Paso a paso -se recordó mentalmente-, pero cómo, si esto que siento es tan intenso que… de verdad me asusta.
Apuró el paso y metió sus manos en los bolsillos. ¿Desde cuándo había empezado a hacer tanto frío? No, la ciudad ahora le parecía fría y gris porque se había separado de ella, eso era lo que comenzaba a sentir cuando no la tenía a su lado, su mundo le parecía vacío, frío y gris.
Suspiró, sólo le quedaba esperar para volver a verla. Esperar y tratar de cumplir con su parte del acuerdo porque realmente esa menuda mujer sin saberlo ya lo dominaba por completo y aunque no estuviera preparado, aunque no quisiera reconocerlo y aunque tuviera pánico de aceptarlo, él sabía que ya comenzaba a quererla, pero con el trato que habían pactado esa misma tarde, a él sólo le quedaba esperar que ella sintiera igual y dejar que todo fluyera con naturalidad.
Después de todo se jactaba de ser uno de los mejores artistas marciales del país, la paciencia era una de sus virtudes, así que cumpliría el acuerdo de ir paso a paso… aunque se consumiera por dentro, lo haría.
Notas finales:
1.- Hola, bueno aquí una nueva entrega de esta historia que está resultando bastante dulzona para mi gusto, aunque he de decir que siempre estuvo pensada para ser así, una historia muy simple y sin ninguna pretensión, dulce y llena de romanticismo ¿por qué?, simplemente porque cuando la comencé me encontraba escribiendo también dos historias muy densas y con tramas más intrincadas y a mí siempre me ha resultado útil escribir algo liviano mientras llevo a cabo un escrito más elaborado. Pensando en eso es que ahora he decidido darle oportunidad a otra historia de esas más "densas" para complementar esta y seguir con la misma dinámica de escritura. Ahora, quienes han leído mis historias deben saber que en mis escritos en cualquier momento estalla la bomba que cambia el rumbo de las cosas… ¿será así en este también? Quizá sí, quizá no, más adelante lo descubriremos. De momento dejaremos que esta parejita disfrute su idílico romance.
2.- Quiero agradecer de todo corazón a quienes me regalan con su tiempo al leer esta historia y muy especialmente a quienes dejaron algunas palabras por el capítulo anterior, a: nancyriny, Bealtr, Benani0125, y Hikari, muchísimas gracias por sus comentarios, espero que les siga gustando la historia.
3.- Y eso, será hasta una próxima actualización. Que tengan una muy buena semana.
Madame…
