La Primera Vez.
En este mundo somos una infinidad de personas viviendo; cada una con sus propósitos y objetivos. A mi modo de ver todo aquello que te distrae de tu objetivo debe ser removido, no importa lo que sea. En este mundo todos tienen la posibilidad de ser fuertes, pero son esos momentos donde sucumbes ante la distracción que te pierdes de vista.
Por eso nunca dejaré de perseguir la fuerza.
Escucho el sonido de las carrosas ir y venir. La gente de esta gran ciudad; tan avivada y movida, me llenan de alegría. Giro mi cabeza para apreciar más, para pensar un poco en mi camino a seguir.
Todo a mi alrededor es fruto del esfuerzo como civilización. Fue logrado por nosotros, no por los demás. Las casas de dos pisos, las carrozas que van y vienen, los negocios en medio de la plaza.
«¿Por qué les cuesta a las personas aceptar la magnificencia de lo que logran?»
—¡Vamos a trabajar duro hoy! —Exclama un demihumano a su compañero, quien le responde con un gesto enérgico.
Todos viven su vida a su forma, con sus principios.
Cada uno tiene un deber que hacer, un sueño que cumplir, nuestra responsabilidad con nosotros mismos consiste en no desviarnos de nuestros objetivos; luchar por lo que creemos que es correcto.
—Debemos ir a tomar hoy —dice una persona pasando a mi lado, agarrado de la mano con su pareja. Su pareja asiente, y ambos se abrazan cariñosamente.
Todos tienen elecciones, cada uno vive a partir del objetivo que tenga. El objetivo y como luches por ello determinará lo alto que puedes llegar. Miro a la pareja dejar mi campo de vista, y entonces cierro los ojos.
Para cumplir mi objetivo necesito olvidarme de mi como individuo.
"¡Tu sentido del deber es tan exigente!" Miro hacia arriba, apreciando el hermoso cielo azulado, lleno de nubes tan blancas como delicadas almohadas. Es un cielo que él ya no puede ver, un cielo que el destino le arrebato.
Soy mi propósito, y hasta entonces no tengo derecho a pensar en nada más.
Siento que alguien me tira de la mano, sacándome de mi nube de pensamientos inútiles.
—¡Señorita Crusch, nyan, mire! —Mi caballero me señala en una dirección, pero antes de hacerlo me pongo a pensar en la persona en frente de mí.
Su mirada alegre siempre se contrasta en mi mente. La primera vez que lo vi, la primera vez que tomé su mano. El mundo siempre está cambiando, y la crueldad de este mundo va de la mano con el propósito que cada uno tiene.
—¿Señorita Crusch? —pregunta Félix, sus cejas arqueadas y su mirada preocupada mirándome. Giro mi cabeza en la dirección donde señalo y me quedo mirando hacía aquella fuente.
«Hoy estoy demasiado rara.»
Suspiro unos segundos, y veo que hay una multitud aproximándose a aquella fuente.
—No es nada, no te preocupes —respondo, evitando el tema. Aunque, en el fondo sigo sintiendo esa sensación de peligro; algo va a cambiar hoy. El viento está extraño, pero no logro identificar que es.
«Siento que algo malo va a suceder hoy.»
Al analizar más puedo ver que hay alguien tirado en el suelo. La plaza es un lugar para todo tipo de personas, por lo que a primera vista me da la sensación de que es simplemente un borracho más.
Aunque mucha más gente de la esperada se está reuniendo. Normalmente ese tipo de comportamientos se ignoran, y algún caballero se encargará de mantener el orden.
Nos acercamos, pero hay tanta gente que es imposible pasar. Me concentro en escuchar, para tener un poco más de información.
—Dicen que apareció de la nada… —empiezan a hablarse entre sí, y me doy cuenta de que no es algo normal.
—¡Lo vi aparecer yo mismo!, —exclama un demihumano, señalando en la dirección de aquel hombre.
Su compañero se encoje de hombros, suspirando y burlándose de él.
—¡Ja! ¿Cómo te puedo creer eso? Debe ser que usaba una magia para ocultarse o algo —afirma él.
«Una magia de ese estilo es muy poderosa, pero podría ser posible.»
—¿No está vistiendo de forma extraña? —Pregunta Wilhelm Van Astrea a mi lado. Este lo mira de forma penetrante, como si estuviese listo para atacar en todo momento.
«Supongo que él también lo siente.» Intento acercarme, pero rápidamente noto una figura pasar a mi lado con prisa.
Su cabello plateado toma mi vista por unos segundos, ella camina rápidamente en dirección a la persona en el suelo. Su mirada indica que va a ayudarle. Las personas al verla empiezan a alejarse; tomando distancia de ella y mirándole con temor y repulsión.
Cierro mis ojos unos segundos y doy media vuelta.
—Nya, ¿esa no es la medio demonio? —pregunta Félix, haciendo que gire a verlo con una mirada seria, haciéndole ver mi negativa.
—No puedes hablar mal de una candidata, mucho menos a sus espaldas. —Tras regañarle se encoje de hombros, haciendo pucheros y mirando hacia otro lado.
Nos alejamos del lugar, decidida a seguir las normas establecidas. Wilhelm me mira unos segundos, pero luego mira hacia otro lado. Parece estar pensando en algo, pero las reglas son las reglas.
—Nya, ¿no te da curiosidad? —pregunta Félix, dando unos pasos rápidos al frente y mirándome fijamente, señalando al cielo—. Se veía bastante curioso, aunque no pude ver su rostro su forma de vestir era rara.
Ciertamente, también pude sentir algo extraño.
—Las candidatas no deben interactuar entre sí, está prohibido —respondo, pensando en las palabras de esos desconocidos.
«Apareció de la nada.» Entiendo que es posible, hay hechizos que te permiten moverte tan rápido que es como si te teletransportases. Pero, aparecer de la nada es algo totalmente diferente. Por lo menos, necesitaría de una cantidad inmensa de maná o ser alguien de un gran conocimiento.
Alguna matriz de cristales piroxeno o un hechizo muy fuerte.
Félix da media vuelta, volviendo a mi lado.
—Al cabo ni me importaba ¡Nya!
Decir que no estoy curiosa es mentir, después de todo siento algo extraño en ese hombre. Sin embargo, mis manos están atadas.
El tiempo pasa, pronto el atardecer nos alcanza. Es hora de comer, asi como es hora de cumplir con el propósito por el cual decidí salir. Llegamos al lugar designado, y yo me quedo mirándolo de frente.
—¿Estas segura de comer acá, señorita Crusch? —Wilhelm mira hacia adelante, y lo único que se ve es una simple cantina, un pequeño letrero de bienvenida y unas puertas móviles.
—Si, estoy segura —respondo, mirando de reojo la nota en mi mano, nota que encontré debajo de mi almohada.
«Ven a la dirección en la carta, si quieres cumplir tu objetivo necesitas ir.» Pensaba era una simple broma, pero a la par tuve un sueño extraño. Desde entonces he estado distraída, asi que decidí acabar con ese sentimiento de una vez por todas.
«Veré que no es nada importante y me iré a trabajar.» No tengo miedo de una emboscada, realmente no creo se trate de un ataque.
Entramos y veo a mi alrededor con cierto asombro. El interior es realmente menos espacioso de lo que esperaba, personas de toda índole hablando y tomando, asi como también un olor extraño.
Félix y Wilhelm me miran, pero yo niego con la cabeza.
«Esto es parte de lo que debo hacer.»
Una mesera nos atiende y dirige a nuestra mesa. Nos dice el menú y nombro un plato normal, sin muchos ingredientes.
No confío en este lugar, pero es poco probable que alguien nos reconozca.
—Lady Crusch está actuando rara hoy ¡Nya! —exclama Félix, y yo me pongo a pensar—. Decidiste salir de la nada, estas pensativa y ahora decides venir a este lugar.
Félix hace una expresión de terror, mirándome mientras se tapa la boca.
—¡¿Acaso Lady Crusch vino a ver a su amante?! —sus palabras me revuelven el estómago. En este momento me gustaría golpearla para que deje de decir tonterías.
—No, solo mantente atenta. —Suspiro, mirando lentamente a mi alrededor, intentando notar algo extraño.
Ese sueño fue raro, fue más como si alguien intentase decirme algo, como si se hubiese metido a mi mente solo para decirme que viniese a este lugar tan horrible.
Fue extraño, demasiado raro.
—Quería probar la vida del común, nada más… —una excusa valida, también estaba interesada en verlo, esto me ayudará como futura gobernante.
Pasa el tiempo y salimos del restaurante. Las calles levemente iluminadas y solitarias. La luna plateada en el cielo y las estrellas titilando. Siento el viento en mi piel, y tomo aire, tratando de olvidar el mal sabor de ese restaurante.
—¡Fue horrible Nya! —exclama Félix, y yo solo puedo asentir en silencio.
La carne estaba quemada por fuera y cruda por dentro, además de que estaba salado. Ni siquiera me atreví a tomar el agua. Fue una experiencia que no creo necesitar vivir de nuevo.
Miro el rostro de Wilhelm, quien a pesar de tener una vida muy dura también hace una mueca de disgusto.
Suspiro, viendo que el día de hoy fue un desperdicio.
Supongo que solo fue una broma, una simple coincidencia. Debí interpretar mal mi sueño y solo por eso he desperdiciado valioso tiempo. Aparte de que la comida estaba realmente horrible, hoy sin duda ha sido un día completamente desperdiciado.
Suspiro, bajando la cabeza. «Si quiera esperaba algo interesante.»
—Realmente no sé quién eres, solo sé que eso parecía algo importante.
Giro mi cabeza, viendo que es la segunda vez que la veo el día de hoy. Puedo recordar bien su nombre: Emilia, una semi elfa que probablemente no ha tenido una buena vida.
Su apariencia, aunque me incomode, no es algo de mi real interés.
Está hablando con un hombre, y por sus prendas puedo ver que se trata de aquel hombre en la plaza. Su rostro es curioso, aunque no puedo detallarlo debido a la oscuridad, no parece descuidado.
Aunque su ropa tiene grandes manchas de sangre y tierra.
«No debo interferir.»
—Muchas gracias por todo, supongo que el destino nos conectó de alguna forma. No te conozco, pero ojalá nos volvamos a ver.
Sus palabras son frías y deshonestas, el viento de la mentira soplando con todas sus fuerzas. Parece que está intentando presionarla para pedirle algo.
«Desagradable, pero no debo interferir.»
"Debes proteger quién y qué eres como Crusch Karsten, la hija del duque, no como un miembro de la familia del duque."
Doy varios pasos, acelerando mi ritmo. No me gustan las personas que solo buscan usar a otras, no me gustan las personas que mienten por su propio beneficio. La verdad siempre debería darse a conocer.
Entonces, por primera vez, lo hago.
—Basta de tus mentiras. —Me pongo en frente de ella, y puedo ver sus ojos bien abiertos en sorpresa.
Está intentando engañarla, tiene sangre en su ropa, parece agotado y malherido. En cambio, Emilia se ve bien, no parece haber sufrido grandes daños. Cualquier persona diría que quien necesita ayuda es aquel hombre.
Puedo ver mejor su rostro, aunque con rastros de polvo se ve bien, podría decirse que no es un campesino por su mera apariencia.
—¿Eh? —Veo de reojo a Emilia mirándome, pero yo no le dirijo la palabra.
Miro a aquel hombre fijamente, y puedo ver en sus ojos la sorpresa de mi aparición. Este intenta acercarse, pero expulso maná, haciéndolo retroceder.
El no parece poder decir nada, al contrario, mira a todas partes, sabiendo que he descubierto sus planes. Debió ser un estafador, por eso está aprovechándose ahora mismo.
Aunque no puedo evitar quitarme esa espina de mal augurio.
«¿Esto es lo que dice la carta?»
—Cru… —Estuvo a punto de decir mi nombre, y al taparse su boca es cuando me abalanzo hacía él.
Sé que múltiples personas pueden conocerme, pero sus mentiras y su mirada no son las de alguien que tiene buenas intenciones; el viento a su alrededor me lo dice, este hombre no es tan simple. Me pongo en frente de él en un instante, y cuando estoy por agarrarlo soy interrumpida.
—¡Detente! —exclama Emilia, dirigiéndome la palabra.
Me detengo en seco, y esa persona en frente de mí solo se queda mirándome, pálido del miedo.
—Él me estaba ayudando, resultó herido por mi culpa y quería compensarle. —Ella dice la verdad, pero, las palabras de este mentiroso ya no tienen prestigio.
Él no dice nada y gira la cabeza, como si ya supiese que sé de sus mentiras.
Parece conocerme más de lo esperado, pero antes que pueda tomar una decisión…
—La ayudé, arriesgué mi vida. —Abro mis ojos en sorpresa, viendo que dice la verdad—. Quería ser cauteloso, y sobre mis palabras...
No está mintiendo, pero siento que sus palabras tienen algo escondido. El sigue evitando mirarme, como si supiese totalmente de mi poder, de lo que puedo ver. Mi habilidad me permite sentir parte del estado mental de alguien, pero hay tantas sensaciones en el viento que no puedo decir que es.
Esa respuesta fue dirigida a mí, diciéndome lo que quiero escuchar.
No puedo dejarlo ir, si conoce tanto de mí entonces debo descubrir de quien lo sabe. Puede ser una trampa que me estén tendiendo, pero debo indagar más. Después de todo la carta me dijo que viniese a este lugar.
«No puede ser una mera coincidencia.»
—Lady Emilia, siento mucho la situación actual. —Cierro mis ojos unos segundos, para luego abrirlos con fuerza.
Ya lo he roto, ya no importa.
—Me llevaré a este hombre para investigarlo. —Doy media vuelta, mirándole con seriedad. Ella me mira con una expresion preocupada, pero yo mantengo la calma.
No puedo dejarlo ir, ese presentimiento en mi interior me lo impide.
Ella se ve sorprendida, supongo que mi interferencia es de verdad algo extraño. Intenta decir algo, pero yo no la dejo.
—Sé que es su benefactor, y yo, Crusch Karsten, lo entiendo muy bien. —Asiento con la cabeza, tratando de calmarla—. Por eso le prometo que una vez obtenga lo que necesito, si él lo desea, lo enviaré personalmente a la mansión Mathers sano y salvo.
En su rostro puedo ver la duda, y sus palabras vienen cargadas de decepción.
—Entiendo… supongo que es lo mejor. —Ella entre cierra los ojos, y luego inclina su rostro hacía aquel hombre. Él la mira y luego asiente con la cabeza, estando de acuerdo conmigo—. Marco, te prometo que la próxima vez que nos veamos te pagaré por ayudarme.
Una verdad inmutable, parece que al menos reconoce cuando alguien la ha ayudado. Es cierto que no la conozco, supongo ya será en un futuro. Por ahora no parece alguien peligrosa, ni mucho menos con malas intenciones.
«Me agrada.»
Ella da media vuelta, despidiéndose de ese hombre y de nosotros. Tomó la decisión más rápido de lo que esperaba, supongo que no quería causar problemas por el tratado que tenemos entre candidatas.
Wilhelm y Félix se ponen a mi lado. Con el frio viento rozando mi piel siento el latir de mi corazón. Estoy en calma, pero a la vez algo esta pinchándolo, como si me estuviese advirtiendo de mi decisión.
—Creo que ya te disté cuenta —sus palabras son directas, afirmando mis conjeturas.
Pudo leerme a la perfección, lo que significa que me conoce bien. No lo recuerdo de nada, por lo cual debe ser un espía de una de las candidatas, o alguno de mis enemigos. Realmente no puedo definir el estado este hombre en frente de mí.
«No me agrada.»
Wilhelm camina hacia él, decidido a cumplir mis ordenes de escoltarlo. Marco extiende su mano y se inclina.
—No tengo intenciones de lastimar a nadie. —La verdad se asoma, trayéndome cierta tranquilidad—. Me gustaría…
Me pongo en frente de él, alzo mi brazo y en cuestión de segundos lo golpeo en el cuello, haciendo que caiga al suelo desmayado. Lo miro unos segundos, y su rostro pasa de dolor a entrar en un sueño profundo.
Una nube deja de tapar la luna, iluminándonos a los cuatro.
—Eso fue extraño nyan, también apesta a sangre. —Félix se acerca a ese hombre, mirándome por unos segundos para luego usar magia para limpiarlo.
No sé porque actúe tan rápido, supongo que sigo inquieta desde aquel sueño.
Como si alguien hubiese movido los hilos del destino.
Es la primera vez que siento algo así.
